lunes, diciembre 09, 2019

RECONOZCAMOS AL NACIDO DE DIOS.

EPÍSTOLAS DE SAN JUAN
LECCIÓN 12

 
© Pastor Iván Tapia 

Lectura bíblica: “9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. / 10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.” (1 Juan 3:9,10) 

Idea central: Actuación del nacido de Dios. 

Objetivos: a) Aprender a discernir quiénes son verdaderos nacidos de Dios”; b) Discernir si somos realmente nacidos de Dios; c) Aprender las dos formas que presenta San Juan para reconocer a los nacidos de Dios; d) Comprender el significado de practicar el pecado y pecar eventualmente; e) Comprender y aplicar el concepto de justicia bíblica; y f) Desarrollar el amor en todas sus implicancias, en la relación con hermanos y prójimos. 

Resumen: El apóstol Juan nos presenta en esta lección dos formas de identificar e identificarnos los “nacidos de Dios”: La práctica del pecado y la práctica de la justicia y el amor.

 

E
n el tercer capítulo de esta primera epístola de San Juan hemos aprendido, entre otras cosas, que: El pecado es infracción de la ley; Jesucristo apareció para quitar nuestros pecados; el que “permanece” en Jesucristo no peca; que el diablo apareció para robar, matar y destruir al hombre; y que Jesucristo apareció para deshacer las obras del diablo. 

Tal vez estos conceptos los tenemos todos los cristianos pero, por algún motivo, el Espíritu Santo quiere recordárnoslos. Quizás somos de mala memoria o no les damos importancia, o no los hemos puesto por obra, y necesitamos que se nos repita. Dos conceptos más, muy relacionados con los anteriores, nos plantea el apóstol Juan en los versos siguientes.
 

¿Cómo reconocemos al nacido de Dios? 

1.      El nacido de Dios no practica el pecado.
“9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.” (1 Juan 3:9) 

a)      Nacer de Dios.
¿Ha nacido usted de Dios? Esta fue en otras palabras la pregunta que Jesús hizo a Nicodemo, un maestro de la Ley. Nosotros nos consideramos muchas veces entendidos en la Escritura y las cosas de Dios. Si viniese un gran maestro a preguntarnos ¿Ha nacido usted de Dios? probablemente nos ofenderíamos. Una vez un hermano mayor me dijo: Siendo tú un profesor ¿No sabes estas cosas? Hirió mi orgullo. Con toda sinceridad preguntémonos ¿He nacido de Dios o es tan sólo una idea mía, algo que me agradaría experimentar?, ¿He nacido de nuevo? 

b)      Practicar el pecado.
Una cosa es pecar a veces porque nos ha faltado el dominio propio, porque hemos perdido los estribos, porque fue más grande la tentación que el mandamiento, porque nos faltó fe o amor; otra cosa es pecar porque desconocemos el mandamiento de Dios, porque nuestra vida no la preside el Señor o porque nos es indiferente pecar o no pecar. El primero es el creyente que a veces cae en pecado; el segundo es el no creyente, para el cual esta palabra ni siquiera está en su diccionario. El primero tiene temor de Dios y no quiere pecar, el segundo tiene el pecado como práctica. La práctica del ladrón es robar, el que no es ladrón quizás a veces robe una fruta en el mercado, tentado por su color y aroma, pero no será su práctica diaria asaltar comercios. ¿Es usted de los que practican el pecado o lo hace sólo a veces, cediendo a la tentación? 

c)      La simiente de Dios.
La simiente o semilla que ha sido plantada en nuestra mente es la Palabra de Dios; la simiente plantada en nuestro corazón es la fe en Jesús; la simiente que ha sido plantada en nuestro espíritu es el Espíritu Santo, Dios mismo viviendo en nosotros. Desde el día que escuchamos el Evangelio, creímos en el sacrificio de Jesucristo en la cruz, nos arrepentimos y entregamos la vida a Dios, tenemos Su simiente en nosotros. Esa semilla necesariamente ha crecido y producido frutos. ¿Tiene usted la simiente de Dios en su interior? He conocido cristianos que pareciera que tienen otra simiente, que adoran a otros dioses o diosas, que van tras otros derroteros y no los que señala el Evangelio, cristianos que no reflejan en sus vidas al que sembró Su semilla en ellos. Son como ovejas negras o hijastros de Dios.  

d)      Permanencia de la simiente.
“23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1 Pedro 1:23) 

Podemos tener tal semilla pero esta secarse, podrirse, ser comida por algún ave, pisoteada, no brotar jamás ni llegar a crecer transformada en un arbolito que de buenos frutos. Es muy importante que la simiente o semilla de Dios permanezca en nosotros. La permanencia, persistencia, perseverancia de la fe, la Palabra y el Espíritu son un requisito imprescindible para el desarrollo de una vida cristiana auténtica y fructífera. Si usted se aburre de leer y escuchar la Biblia, si usted se cansa de orar y ya no insiste, si usted ya no desea tanto adorar a Dios ni hacer vida devocional, si usted prefiere disfrutar las cosas del mundo y no las de la Iglesia, si ya no quiere luchar contra el pecado ni hablar a otros de Cristo; una luz de alerta se ha encendido en su vida espiritual, algo anda mal en su alma y espíritu. ¿Es que la simiente de Dios ya no permanece en usted?  

e)      El nacido de Dios no peca.
Este es el resultado de los cuatro conceptos anteriores: Si usted ha nacido de Dios, si usted no tiene como práctica el pecado, si en usted vive la simiente Divina y permanece en ella, entonces usted no pecará. Quien sigue a Jesús querrá siempre hacer Su voluntad, actuar en concordancia con Sus principios, no tendrá como práctica hacer lo que al Padre desagrada y cuando por debilidad caiga en ello, se dolerá y pedirá perdón, como también fortaleza y templanza para no volver a caer.
 

2.      El nacido de Dios practica la justicia y ama a su hermano.
“10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.”  (1 Juan 3:10) 

a)      Hijos de Dios.
Las personas no familiarizadas con la Biblia dicen que todos somos hijos de Dios, pero la Escritura, específicamente el Evangelio de San Juan, señala que son hijos de Dios aquellos que han nacido de nuevo. Ser hijo de Dios es un gran privilegio del que ha reconocido ser pecador y entregó su vida a Jesucristo. He aquí una gran diferencia entre ser hijo de Dios y ser sólo una criatura de Dios. Más esto no ha de ser motivo de vanidad ni de prepotencia espiritual, sino más bien de humildad y agradecimiento. Somos hijos de Dios sólo por Su gran misericordia. 

b)      Hijos del diablo.
Así llamó Jesús a aquellos judíos que lo rechazaron y actuaban en forma hipócrita. Toda persona que acoge las sugerencias de las tinieblas, que no hace la voluntad de Dios, que se mofa de la fe, en fin que no vive bajo la autoridad del Reino de Dios, puede ser llamada hija del diablo, no porque haya sido creada por Satanás sino porque obedece a su espíritu. Tal vez la persona no crea en el diablo ni haya hecho algún pacto con él, pero es movida por su rebelión e incredulidad, y eso la hace estar bajo su paternidad diabólica. Los hijos del diablo necesitan conocer a Jesús para liberarse de las tinieblas. 

c)      Hacer justicia.
Actuar correctamente, como le agrada a Dios, reconocer a Jesucristo como Salvador y Señor, es hacer justicia. Sólo el justo hace justicia. La justicia, desde el punto de vista bíblico, es un atributo de Dios que mantiene lo que es coherente con Su propio carácter. En el hombre es lo opuesto a pecado. Dios reveló Su justicia en Jesucristo, castigando al pecado en Él. Ésta es revelada en el Evangelio. La fe nos es contada como justicia, aparte de las obras. Al conocer la justicia de Dios somos transformados en siervos de justicia. El lino fino del vestido de los cristianos y la Esposa del Cordero, en Apocalipsis, representa “las acciones justas de los santos” (Apocalipsis 19:8) Hacer justicia es actuar acordes a la voluntad de Dios. 

d)      Amar al hermano.
El amor fraternal, el amor al hermano en Cristo, es un distintivo del creyente. Sin embargo, al mirar nuestra realidad como Iglesia, vemos rencillas, murmuraciones, críticas hostiles, divisiones, partidismos. Es que aún hay mucho de carnal en nosotros. El cristiano ama a sus hermanos con un amor paciente, esperando que el hermano alcance un desarrollo mayor, incluso ayudándole en ello; un amor bondadoso que se conduele de los problemas del hermano y no lo juzga ni condena; un amor humilde, que no se cree superior a él ni se ubica en una posición de maestro; un amor que trata con delicadeza, para no herir ni destruir, sino para edificar; en fin un amor compasivo, misericordioso, el amor de Jesús. ¿Está practicando usted ese amor con los hermanos de su congregación? Después podrá hacerlo con los de otras iglesias y luego con todos los hombres. 

e)      El nacido de Dios es justo y ama al hermano.
Nuevamente cuatro conceptos nos muestran la voluntad de Dios. Somos hijos de Dios, Él es nuestro Padre, ya no somos hijos de la rebelión, del diablo. Por tanto buscamos siempre la justicia, hacer a cada minuto lo que a Dios, el justo, agrada. Y Su mayor deseo es que nos amemos unos a otros. El nacido de Dios es justo y ama al hermano: 

“34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. / 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (San Juan 13:34,35) 

“12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. / 13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” (San Juan 15:12,13)
 

CONCLUSIÓN.
Necesitamos reconocer al “nacido de Dios”, es decir aquella persona que ha nacido de nuevo y ahora vive en Cristo en el Reino de Dios. El primero o primera que debemos discernir somos nosotros mismos. ¿Soy, de acuerdo a los parámetros de Dios, un “nacido de Dios”? En estos versículos, el apóstol Juan nos presenta dos formas de reconocernos como “nacidos de Dios”: 1) El nacido de Dios no practica el pecado, aunque a veces caiga en tentación no es su manera natural de vivir, en pecado; y 2) El nacido de Dios practica la justicia y ama a su hermano, porque Dios es justo y amoroso, teniendo nosotros Su Espíritu, actuaremos de igual manera.
 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)      ¿Es usted, de acuerdo a los parámetros de Dios, un “nacido de Dios”?

2)      ¿Cómo reconoce usted a un “nacido de Dios”?

3)      ¿Cómo define San Juan el “pecado”?

4)      ¿Para qué apareció Jesucristo en la Historia?

5)      ¿Qué significa que el nacido de Dios no “practica” el pecado?

6)      ¿Está actualmente luchando contra la tentación o se ha dado por vencido/a?

7)      ¿Cuál es la manera propia de vivir del cristiano?

8)      ¿Cómo es un justo, de acuerdo a la Biblia?

9)      ¿Cómo se concreta el mandamiento de Jesús de amar al hermano?

10)  ¿Qué significa “permanecer en Jesucristo”?

11)  ¿Por qué el Espíritu Santo nos repite una y otra vez los mismos conceptos?

12)  ¿Por qué hay creyentes que adoran a otros dioses o diosas, que van tras otros derroteros y no los que señala el Evangelio, cristianos que no reflejan en sus vidas al que sembró Su semilla en ellos?

13)  ¿Qué significa que un cristiano ya no se congregue, se aburra de leer y escuchar la Biblia, este cansado de orar y ya no insista, que no desee tanto adorar a Dios ni hacer vida devocional?

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.

·         MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 

·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.

·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/

·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.

·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/

·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php

·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd

·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/

·         https://es.wikipedia.org/

·         Pérez Millos, Samuel “Comentario Exegético Al Texto Griego del Nuevo Testamento – Hebreos”


·         https://www.biblegateway.com

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