domingo, noviembre 15, 2020

DESTINO DE UNA NACIÓN

 ISAÍAS, EL PROFETA MESIÁNICO

CAPÍTULO 17

(SEGUNDA PARTE)

"Y quedarán en él rebuscos, como cuando sacuden el olivo; dos o tres frutos en la punta de la rama,
cuatro o cinco en sus ramas más fructíferas, dice Jehová Dios de Israel.” (Isaías 17:6) 
 

© Pastor Iván Tapia 

“10 Porque te olvidaste del Dios de tu salvación, y no te acordaste de la roca de tu refugio; por tanto, sembrarás plantas hermosas, y plantarás sarmiento extraño. / 11 El día que las plantes, las harás crecer, y harás que su simiente brote de mañana; pero la cosecha será arrebatada en el día de la angustia, y del dolor desesperado.” (Isaías 17:10,11)

 

E

l juicio de Dios iba a ejecutarse porque Israel había olvidado a Jehová, el Dios de su salvación. No había buscado al que había sido antes la Roca de la cual bebía en el desierto, Refugio para toda tribulación. Ellos prefirieron sus jardines plantando hermosas especies, adornar y adornarse con lo superficial y pagano, adorando a los dioses extranjeros. 

En Isaías 17 se puede ver como el ejercicio de la autoridad a través de la fuerza y el poder, según es conocida por el mundo, está destinado a la destrucción. Las potencias de la época en que profetiza Isaías, las naciones vecinas de Judá, como Siria e Israel, y todas las que pretendieron despojar al pueblo de Dios, serían destruidas por los juicios del Señor, serían humilladas por Su mano.

 

La obediencia a Dios es fruto de la humildad. Cuando una nación o un individuo no son soberbios y aceptan sumisamente la autoridad de Dios, prosperan, se enriquecen en valores morales y espirituales, como también en lo material. En cambio la desobediencia nos aleja de Dios y Sus bendiciones. Los cristianos deberíamos luchar para que nuestras naciones se reconciliaran con el Creador y así la mayor cantidad de personas y la nación entera se encaminara hacia el Reino de Dios. 

 

¿Cuál es el resultado de la desobediencia de una nación? 

1.      La desobediencia produce una mala cosecha.

“4 En aquel tiempo la gloria de Jacob se atenuará, y se enflaquecerá la grosura de su carne. / 5 Y será como cuando el segador recoge la mies, y con su brazo siega las espigas; será también como el que recoge espigas en el valle de Refaim. / 6 Y quedarán en él rebuscos, como cuando sacuden el olivo; dos o tres frutos en la punta de la rama, cuatro o cinco en sus ramas más fructíferas, dice Jehová Dios de Israel.” (Isaías 17:4-6) 

En esta profecía anuncia Isaías que el día que Jehová juzgue a Samaria, orgullo de Jacob, el Reino del Norte perderá su fuerza y ya no será próspero. Será semejante a cuando un segador cosecha apenas algunas espigas con sus manos. O como al golpear el olivo sólo caen dos o tres aceitunas en la punta de una rama, máximo cinco en todo el árbol. Esta es una afirmación del Señor. 

Cuando una nación desobedece a Dios pierde su fuerza moral y espiritual, entonces comienza a decaer, a corromperse y ya no prospera; no cosecha buenos frutos ni obtiene buenos resultados de sus esfuerzos porque ha entregado sus decisiones a las fuerzas que se oponen al bien. Esto mismo se puede decir de sus ciudadanos. Tal vez muchos de ellos se identifiquen como cristianos pero se han alejado de los principios éticos y espirituales dictaminados por la Biblia, su Libro Sagrado: 

“3 Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; / 4 ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. / 5 Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. / 6 Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.” (Efesios 5:3-6) 

Todas estas conductas propias de personas que no respetan la autoridad Divina, que se dejan arrastrar por sus pasiones y que carecen de dominio propio, alejan a Dios de ellas y se exponen a Su ira santa. Puede ser que esos cristianos estén siendo engañados y arrastrados por personas ateas o agnósticas, movidas por espíritus de las tinieblas. Los discípulos debemos siempre estar alertas y velar para no caer en tal error. 

Los “rebuscos” de las uvas de los que habla el texto, pueden significar también los pocos frutos que no fueron hallados por los recolectores y permanecieron en la vid. Siempre quedarán algunas aceitunas en el árbol al sacudirlo para cosechar. Estos frutos que no fueron cosechados podrían representar a un remanente fiel que se salvó del juicio de Dios. Seamos nosotros ese remanente, antorchas que iluminan la oscuridad de nuestras naciones, afirmados, fortalecidos y haciendo vida la Palabra de Dios: 

“12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, / 13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. / 14 Haced todo sin murmuraciones y contiendas, / 15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; / 16 asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.” (Filipenses 2:12-16) 

La desobediencia a Dios produce una mala cosecha, esterilidad, malos frutos y afecta a la prosperidad de una nación o de un individuo y su familia.

 

2.      La desobediencia produce el abandono y falta de apoyo de Dios.

“7 En aquel día mirará el hombre a su Hacedor, y sus ojos contemplarán al Santo de Israel. / 8 Y no mirará a los altares que hicieron sus manos, ni mirará a lo que hicieron sus dedos, ni a los símbolos de Asera, ni a las imágenes del sol. / 9 En aquel día sus ciudades fortificadas serán como los frutos que quedan en los renuevos y en las ramas, los cuales fueron dejados a causa de los hijos de Israel; y habrá desolación. / 10 Porque te olvidaste del Dios de tu salvación, y no te acordaste de la roca de tu refugio; por tanto, sembrarás plantas hermosas, y plantarás sarmiento extraño. / 11 El día que las plantes, las harás crecer, y harás que su simiente brote de mañana; pero la cosecha será arrebatada en el día de la angustia, y del dolor desesperado.” (Isaías 17:7-11) 

Cuando se cumpla el juicio del Señor el hombre volverá sus ojos a Dios. Ya no volverá a mirar los altares paganos ni los iconos fabricados por sus propias manos. Nunca más pondrá sus ojos en los árboles sagrados ni quemará incienso a sus dioses falsos. Aquel día sus ciudades amuralladas serán abandonadas, como lo hicieron los heveos y los amorreos por miedo a los israelitas. El Señor promete en estos versículos que un resto de Israel y otras naciones paganas serán preservados y se volverán a Él, abandonando sus religiones falsas. 

Las ciudades quedarán convertidas en desierto pues Israel olvidó al Dios que le salvó, que Él es el único refugio seguro. El Señor le reprocha que cultive bellos jardines, siembre plantas en honor a un dios extranjero y con gran dedicación se preocupe de su crecimiento; mas vendrá la enfermedad y el mal incurable y se perderá la cosecha. El Señor lo permitirá por causa de la desobediencia e indiferencia de Israel. 

El alejamiento de Dios y la negación de los principios bíblicos, que las naciones comienzan a mostrar en sus leyes, discursos y principios de vida, tendrá necesariamente una reacción de parte del Señor. Cada día las naciones se abren más a la aceptación de costumbres que están reñidas con el cristianismo, como el aborto, las uniones homosexuales, la eutanasia, etc. A medida que esto sucede, las naciones se alejan más y más de Dios. Es lo que simboliza el desierto bíblico: la soledad del hombre sin Dios. 

Pero seguirán los individuos sintiendo la culpa, la que procurarán acallar de alguna forma; quizás negando la Ley de Dios, acudiendo a substancias que les permitan sentirse bien y olvidar el pecado, llenando la mente con una cultura que les aleje de cualquier sentimiento depresivo. Los pueblos podrán tener progresos materiales y aparentes éxitos culturales, a los que llamarán erróneamente “espirituales”, pero finalmente deberán rendir cuenta ante Dios en el juicio de las naciones: 

“31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, / 32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. / 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. / 34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” (San Mateo 25:32) 

Cuando dedicamos todo el tiempo a las vanidades de pequeños o grandes proyectos personales, sin ofrecer al Señor los talentos y esfuerzo, Él permite que éstos no tengan éxito y sufrimos mal y enfermedad. Nada cosechamos de nuestro egoísmo. La desobediencia a Dios y egolatría causan el abandono de Dios y nuestra soledad, falta de apoyo Divino en nuestras obras, por lo tanto fracaso. 

No es que Dios sea un Ser egoísta que sólo quiere que le sirvamos a Él. Todo lo contrario, Él piensa en nuestra plena realización y la forma de lograrla es entregándonos a Su servicio aplicando los principios enseñados en la Biblia. El Señor es respetuoso de las decisiones del hombre y a nadie obliga; si éste no quiere reconocerlo y decide vivir en contra de la moral cristiana, entonces Dios lo deja hacer y que se atenga a las consecuencias de ello: 

“21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. / 22 Profesando ser sabios, se hicieron necios, / 23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. /24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos” (Romanos 1:21-24) 

La desobediencia a Dios de las naciones y de los individuos produce el abandono del Señor, en que Él  dejará de apoyar, puesto que se le ha dejado fuera de la cultura y se le ha desconocido.

 

3.      La desobediencia produce la reprensión y el juicio de Dios.

“12 ¡Ay! multitud de muchos pueblos que harán ruido como estruendo del mar, y murmullo de naciones que harán alboroto como bramido de muchas aguas. / 13 Los pueblos harán estrépito como de ruido de muchas aguas; pero Dios los reprenderá, y huirán lejos; serán ahuyentados como el tamo de los montes delante del viento, y como el polvo delante del torbellino. / 14 Al tiempo de la tarde, he aquí la turbación, pero antes de la mañana el enemigo ya no existe. Esta es la parte de los que nos aplastan, y la suerte de los que nos saquean.” (Isaías 17:12-14) 

El profeta invita a escuchar el estruendo de pueblos numerosos, similar al ruido que hace el mar o la tempestad. Son las naciones que rugen con violencia y fuerza para amedrentar. Pero cuando Dios las reprende huyen muy lejos como la paja que se lleva el viento hacia los montes. Por la tarde parecen muy terribles, pero dejan de existir antes del amanecer. Así terminan las naciones saqueadoras, las que arruinan a otras. 

La Iglesia está en este mundo para ser luz de las naciones, para dar consejo, advertir, exhortar, anunciar las virtudes de Jesucristo: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9) 

Pero a veces las naciones actúan del siguiente modo frente a la Iglesia:

a)      No quieren oír el consejo de Dios, no escuchan a la Iglesia.

b)      Los gobernantes no atienden al llamado del Señor.

c)      Desechan el consejo Divino.

d)     No aceptan la reprensión de Dios.

e)      Aborrecen la sabiduría cristiana.

f)       No tienen temor de Jehová. 

“24 Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, / 25 Sino que desechasteis todo consejo mío Y mi reprensión no quisisteis, / 26 También yo me reiré en vuestra calamidad, Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis; / 27 Cuando viniere como una destrucción lo que teméis, Y vuestra calamidad llegare como un torbellino; Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia. / 28 Entonces me llamarán, y no responderé; Me buscarán de mañana, y no me hallarán. / 29 Por cuanto aborrecieron la sabiduría, Y no escogieron el temor de Jehová, / 30 Ni quisieron mi consejo, Y menospreciaron toda reprensión mía, / 31 Comerán del fruto de su camino, Y serán hastiados de sus propios consejos.”  (Proverbios 1:24-31) 

Debido a lo anterior merecen la reprensión de la Autoridad, ser juzgados por Dios. Sin embargo esta no es la última Palabra y el misericordioso Señor les da nuevas oportunidades llamándoles al arrepentimiento: 

“8 Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles, / 9 y en un instante hablaré de la gente y del reino, para edificar y para plantar. / 10 Pero si hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, me arrepentiré del bien que había determinado hacerle.” (Jeremías 18:8-10) 

El Señor es bueno y siempre estará dispuesto a perdonar y sanar a las naciones que cambien de actitud con Él: 

“1 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. / 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.”  (Apocalipsis 22:1,2) 

Dios quiere sanar y la Iglesia es como un gran árbol para sanar al mundo. Cada cristiano debiera sanar su alma de toda culpa, herida, trauma y todo aquello que impide que la gloria del Señor sea manifestada en él. Luego deberíamos procurar sanar a nuestro entorno, ya que disponemos de las herramientas para hacerlo: a) El amor de Dios que ha sido derramado en nosotros por Su Espíritu Santo (aceite); b) El perdón de los pecados por medio del arrepentimiento y reconocimiento del sacrificio de Jesucristo en la cruz (sangre); c) La Palabra de Dios que indica el camino de sanidad y de restauración (agua); d) La comunión de la Iglesia o comunidad cristiana que brinda un contexto de amor fraternal (vino). 

El Señor quiere que seamos obedientes a Él y a la misión encomendada, la Gran Comisión; que expresemos tanto en nuestro medio familiar, vecinal, laboral como entre las autoridades el mensaje de Jesucristo. Si la sociedad está en rebeldía deberíamos advertirle: 

“14 Si temiereis a Jehová y le sirviereis, y oyereis su voz, y no fuereis rebeldes a la palabra de Jehová, y si tanto vosotros como el rey que reina sobre vosotros servís a Jehová vuestro Dios, haréis bien. / 15 Mas si no oyereis la voz de Jehová, y si fuereis rebeldes a las palabras de Jehová, la mano de Jehová estará contra vosotros como estuvo contra vuestros padres.” (1 Samuel 12:14,15) 

Es necesario anunciar al mundo que pronto vendrá Uno que vendrá a juzgar y gobernar sobre las naciones, el jinete del caballo blanco, Jesucristo: 

“11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. / 12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. / 13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. / 14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. / 15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. / 16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.”   (Apocalipsis 19:15) 

Como creyente, sin importar la denominación de la iglesia en que participe, usted debe ser un ejemplo de virtudes para su prójimo, un espejo que refleja la Persona de Jesús, una luz en este mundo en tinieblas. No puede basarse en la Gracia de Dios, en Su Espíritu benevolente y misericordioso, para permitirse pecar; esto es sencillamente burlarse del Amor de Dios. Precisamente la benignidad de Dios o Su bondad intrínseca no guía hacia una conducta autocomplaciente y liviana, sino hacia arrepentimiento: 

“3 ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? / 4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? / 5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, / 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras” (Romanos 2:3-5) 

Necesitamos los cristianos valorar mejor, en toda sus dimensiones, el gran Amor de Dios, el cual nos conduce a una conducta seria, honesta, respetuosa y cuidadosa de Su Persona, en una palabra: temor del Señor. La desobediencia del hombre produce la reprensión y el juicio de Dios. 

 

CONCLUSIÓN.

Individuos y naciones necesitan reconciliarse con Dios e iniciar un camino de obediencia. Es lo que se refleja en esta segunda parte del capítulo 17 de Isaías, en la profecía contra Israel, el Reino del Norte. El resultado de la desobediencia a Dios por parte de una nación es que: 1) La desobediencia a Dios produce una mala cosecha, esterilidad, malos frutos y afecta a la prosperidad; 2) La desobediencia a Dios produce el abandono del Señor, en que Él  dejará de apoyar, puesto que se le ha dejado fuera de la cultura y se le ha desconocido; y 3) La desobediencia del hombre produce la reprensión y el juicio de Dios. 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Es su nación una nación cristiana?

2)      ¿En qué aspectos los ciudadanos de su país se están alejando de la voluntad de Dios?

3)      ¿Cuáles son los resultados de una cultura atea y agnóstica en una nación?

4)      ¿Cuáles fueron los principales pecados del Reino del Norte, Israel?

5)      ¿Quiénes son los responsables del deterioro de la sociedad actual: los ricos y poderosos, el pueblo, los profesionales, los políticos, los educadores, los religiosos, otros?

6)      ¿Cuándo es buena y cuándo es negativa la sumisión?

7)      ¿Es conveniente la presencia de políticos cristianos en el gobierno de la nación?

8)      ¿Cómo podemos ayudar a la reconciliación de las personas con Dios?

9)      ¿En qué actitudes y acciones concretas se manifiesta la obediencia de un cristiano a Dios?

10)  ¿Es siempre la prosperidad material signo de una buena relación con el Señor?

11)  ¿Cómo podemos insertar nuevamente a Dios en la cultura?

12)  ¿Qué espera hoy Dios de Su Iglesia?

13)  ¿Quién fue Jehová para los hebreos en el tiempo de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob?

14)  ¿Qué valores morales y espirituales cristianos debe preservar principalmente nuestra sociedad?

15)  ¿Qué peligros corre la Iglesia actual en cuanto a moralidad cristiana y cómo se pueden evitar y enfrentar?

16)  ¿Cuál es a su juicio el remanente fiel en la Iglesia actual?

17)  ¿Cómo debe ser el ejercicio de la autoridad en la sociedad actual?

18)  ¿Cómo debe ser el ejercicio de la autoridad en la Iglesia actual? 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.

·         MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 

·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.

·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/

·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.

·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/

·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php

·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd

·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/

·         https://es.wikipedia.org/

·         Pérez Millos, Samuel Comentario Exegético Al Texto Griego del Nuevo Testamento – Hebreos”

·         (31 de octubre de 2020) Normas APA. Recuperado de https://normasapa.com/como-citar-referenciar-paginas-web-con-normas-apa/

·         Siguiendo al Maestro (05 de noviembre de 2020) “Estudio bíblico de Isaías 16:14-18:7” Recuperado de https://www.escuelabiblica.com/estudio-biblico.php?id=805

domingo, noviembre 08, 2020

UNA COALICIÓN MALVADA

 ISAÍAS, EL PROFETA MESIÁNICO

CAPÍTULO 17

Ciudad de Damasco en la actualidad.

© Pastor Iván Tapia 

“1 Profecía sobre Damasco. He aquí que Damasco dejará de ser ciudad, y será montón de ruinas. / 2 Las ciudades de Aroer están desamparadas, en majadas se convertirán; dormirán allí, y no habrá quien los espante. / 3 Y cesará el socorro de Efraín, y el reino de Damasco; y lo que quede de Siria será como la gloria de los hijos de Israel, dice Jehová de los ejércitos.” (Isaías 17:1-3)

Efraín y Damasco unidos contra Judá.

Siria (Damasco) estaba gobernada por Rezim e Israel (Efraín) por Peka. Israel y Siria se aliaron en una coalición contra el Reino de Judá, entonces gobernado por el rey Acaz. Su intención era poner en el trono de Judá al hijo de Tabeel. Recordemos un capítulo anterior que dice: 

“3 Entonces dijo Jehová a Isaías: Sal ahora al encuentro de Acaz, tú, y Sear-jasub tu hijo, al extremo del acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador,  / 4 y dile: Guarda, y repósate; no temas, ni se turbe tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean, por el ardor de la ira de Rezín y de Siria, y del hijo de Remalías. / 5 Ha acordado maligno consejo contra ti el sirio, con Efraín y con el hijo de Remalías, diciendo: / 6 Vamos contra Judá y aterroricémosla, y repartámosla entre nosotros, y pongamos en medio de ella por rey al hijo de Tabeel.” (Isaías 7:3-6) 

Dos gobiernos se unen para derrocar al hermano de uno de ambos, pues Israel es hermano de Judá, ya que ambos formaban parte de las 12 tribus del pueblo escogido de Dios antes de la muerte del rey Salomón. Por tanto Efraín, Israel o el Reino del Norte se estaba comportando como Caín con Abel y quizás con mayor maldad, ya que se alió con el enemigo para ir contra tribus que fueron hermanas: Judá y Benjamín, el Reino del Sur. 

Esto nos debe hacer pensar sobre nuestras relaciones con los hermanos, sean de sangre o de fe. La Biblia enseña: 

“10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. / 11 Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. / 12 No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.” (1 Juan 3:10-12)

 

(Fragmento del capítulo 17 de "Isaías el Profeta Mesiánico")

domingo, noviembre 01, 2020

EL RUEGO DEL APÓSTOL

 LA FE REFORMADA.

TEMA IX



© Pastor Iván Tapia 

E

n enero de 1521, y después de haber sido excomulgado por el Papa León X, el Dr. Martín Lutero fue citado a acudir a la Dieta de Worms, asamblea convocada por el recién nombrado emperador Carlos V. Allí debería defenderse de las acusaciones de herejía que sobre él habían vertido y pedir perdón por las ofensas cometidas contra la Iglesia Católica. Antes de presentarse, el Reformador hizo la siguiente oración: 

“Omnipotente y eterno Dios. ¡Qué terrible es este mundo! ¡Cómo quiere abrir sus quijadas para devorarme! ¡Y qué débil es la confianza que pongo en Ti! Dios mío, protégeme en contra de la sabiduría mundanal. Lleva a cabo la obra, puesto que no es mía; sino tuya. No tengo nada que me traiga aquí, ni tengo controversia alguna con estos grandes de la tierra. Desearía pasar los días que me quedan de vida, tranquilo, feliz, y lleno de calma. Empero, la causa es tuya; es justa, es eterna. ¡Dios mío, ampárame, Tú eres fiel y no cambias nunca! No pongo mi confianza en ningún hombre. ¡DIOS MÍO, DIOS MÍO! ¿NO ME OYES? ¿ESTÁS MUERTO? NO; NO ESTÁS MUERTO; mas te escondes. Dios mío, ¿dónde estás? Ven, ven. Yo sé que me has escogido para eta obra. ¡Levántate, pues, y ayúdame! Por amor de Tu amado Hijo Jesucristo, que es mi defensor, mi escudo y mi fortaleza, ponte de mi lado. Estoy listo, dispuesto a ofrecer mi vida, tan obediente como un cordero, en testimonio de la verdad. Aun cuando el mundo estuviera lleno de diablos, aunque mi cuerpo fuera descoyuntado en el “potro”, despedazado y reducido a cenizas, mi alma es tuya: tu Sagrada Escritura me lo dice. Amén. ¡Dios mío, ampárame! Amén.” 

Esta es la oración de un cristiano valiente y humilde, pese a su erudición, perseguido por sus convicciones. Esta oración, como el fragmento de una carta de San Pablo expuesta a continuación, trasuntan los más profundos valores del Evangelio.

 

¿Qué valores destacan en el verdadero cristianismo? 

Fe, amor, oración.

“15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, / 16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones”  (Efesios 1:15,16)

El Apóstol ha escuchado acerca de la fe de los hermanos de la Iglesia de Éfeso en el Señor Jesucristo. Ellos confían plenamente en el Señor, se someten a Su voluntad y procuran vivir el Evangelio en plenitud. Este era el sentir también, en el siglo XVI de Lutero y muchos cristianos más, querían servir a Dios con honestidad, estudiaban la Palabra de Dios y su deseo era descontaminarla de toda doctrina que no fuese bíblica. 

Los efesios cristianos se distinguían por su amor fraternal, ese amor que había enseñado Jesús cuando indicó “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (San Juan 13:35) Enseñanza que repiten los apóstoles: “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.” (Romanos 12:10);  “Permanezca el amor fraternal” (Hebreos 13:1). El amor fraternal es propio del Cuerpo de Cristo en que todos sus miembros se aman, cuidan y respetan entre sí, “De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.” (1 Corintios 12:26) 

Ese amor era el resultado de la salvación, de que ellos hubiesen entregado sus vidas a Jesús y ahora moraba en sus corazones el Espíritu Santo, por lo tanto podían decir que “…el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:5). La Iglesia que gobernaba las conciencias de la gente del siglo XVI les había enseñado que por medio de buenas obras podrían obtener el perdón de Dios y conquistar el Cielo. Pero eso no era lo que decía la Escritura: “8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; / 9 no por obras, para que nadie se gloríe. / 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:8-10). Las buenas obras, la misericordia, el afecto fraternal, son el resultado de la salvación y no al revés. Es la fe la que produce o conduce a las buenas obras, como lo expresó el Reformador: “La primera y suprema de todas las buenas obras más nobles es la fe en Cristo. Él mismo dice (Juan 6) cuando los judíos preguntaban: “¿Qué haremos para poner en práctica las buenas obras divinas?” –“Esta es la buena obra divina, que creáis en el que Él ha enviado” (Lutero, 1520)     

El Apóstol da gracias a Dios por la fe y el amor fraternal de los efesios. Es el Espíritu Santo que está alabando a esos hermanos que son consecuentes con su fe cristiana. Lo mismo quiere hoy día de nosotros, que practiquemos la fe y el amor, dos virtudes fundamentales de la vida cristiana: 

a) Una fe que se exprese en obediencia a la Palabra de Dios, sumisión a Jesucristo y Su evangelio; una fe que se demuestre en sujeción al Cuerpo de Cristo, Su Iglesia, toda vez que ésta marche conforme a la doctrina de Jesús; una fe que se desarrolle paulatinamente en fidelidad, responsabilidad y compromiso con Cristo y la Iglesia. 

b) Un amor que se exprese en la intimidad de la oración, en la devoción a Dios, en el desarrollo del amor al prójimo y espíritu de servicio. 

Como presenta San Pablo a estos hermanos de Éfeso, son un ejemplo y modelo para nosotros hoy día. Él los tiene permanentemente en sus oraciones. Seguramente ora por ellos no tan sólo porque los ama y admira por su fe y amor, sino también para defenderlos del Enemigo. Tanto los efesios como el Apóstol son un modelo para todo cristiano. Pablo nos está enseñando, con sus palabras, la importancia de la oración: 

a)      Que debemos orar los unos por los otros: “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18). 

b)      Y agrega que debemos hacer una oración especial por los ministros de la Palabra: “19 y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, / 20 por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.” (Efesios 6:19,20) 

c)      Es deber de la Iglesia orar por todos los hombres: “1 Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; / 2 por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. / 3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, / 4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” (1 Timoteo 2:1-4) 

d)     La Biblia también nos insta a orar por Jerusalén, la Ciudad Santa, la que será sede del Reino Milenial de Jesucristo: “Pedid por la paz de Jerusalén; Sean prosperados los que te aman.” (Salmos 122:6) 

En resumen el Señor está agradado de los cristianos que viven una fe sincera que produce como fruto el amor fraternal, y sólo nos pide que sigamos en esa senda desarrollándonos y oremos los unos por los otros, sin olvidar orar por los ministros de Dios y todos los hombres. En el verdadero cristianismo destacan los valores de fe en Dios, amor  y oración.


(Fragmento del capítulo titulado "El ruego del Apóstol" de "La Fe Reformada")