domingo, septiembre 13, 2020

ASEGÚRATE Y NO TEMAS

ISAÍAS, EL PROFETA MESIÁNICO

CAPÍTULO 12



© Pastor Iván Tapia 

“2 He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí. / 3 Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación.” (Isaías 12:2,3) 

Dios es nuestra salvación; Él envió a Su Hijo a morir por nosotros para darnos la vida eterna. Si Él nos perdonó en Cristo, ¿estaré inseguro y temeroso de mi presente y mi futuro? Por supuesto que no: “38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, / 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:38,39). Ninguna de estas diez cosas nos podrá hacer flaquear en la confianza que tenemos con Dios. Nada ni nadie puede separarnos ya de Dios y Su profundo Amor en Cristo. 

Deben ser convicción en nosotros básicamente las siguientes cuestiones: 

1)      Cristo nos perdonó todos nuestros pecados y no nos volverá a condenar pues ya nos salvó de condenación eterna. Nuestra salvación se basa en la obra de Cristo en la cruz y no en nuestras obras: “4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, / 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), / 8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; / 9 no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:4,5-8,9) 

2)      Tenemos a Dios viviendo en nosotros en la Persona del Espíritu Santo, quien nos da el poder para vencer la tentación del pecado, nos enseña el Camino de Cristo y nos guía diariamente como verdadero Maestro. Si el Espíritu Santo nos da la Vida, entonces nuestra única obligación es caminar obedeciendo a ese Espíritu: 22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, / 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. / 24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. / 25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.” (Gálatas 5:22-25) Debemos tener completa seguridad de que el Espíritu Santo vive en nosotros: “En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu.” (1 Juan 4:13) 

3)      Nuestro destino es el Cielo, no hay otra posibilidad ya que hemos sido salvados por Jesucristo y el Espíritu Santo nos dirige hacia ese destino: “6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, / 7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.” (Efesios 2:6,7) 

Estas han de ser nuestras convicciones fundamentales, sin olvidar el conocimiento de la Persona de Dios, la plena fe en que la Biblia completa es la Palabra de Dios, que toda la Iglesia es el Cuerpo de Cristo y que nuestro Camino en el Discipulado tiene el propósito de asemejarnos a Jesucristo. Sobre estos asuntos se construye la doctrina cristiana que edifica la mente con la Verdad. Pero las tres cuestiones nombradas inicialmente han de hacer carne en todo cristiano para vivir una vida de fe real, como dice Isaías “me aseguraré”. 

(Fragmento de "Cantaré a Tí, oh Jehová", capítulo 12 de Isaías, el Profeta Mesiánico)

domingo, septiembre 06, 2020

UN REINO DE SANTIDAD

 ISAÍAS, EL PROFETA MESIÁNICO

CAPÍTULO 11

 13 Principios del Judaísmo / 12° Principio : ¿Quién puede ser considerado el  Mesías? - Enlace Judío

© Pastor Iván Tapia

“1 Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. / 2 Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. / 3 Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; / 4 sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. / 5 Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura.” (Isaías 11:1-5) 

El profeta Isaías anuncia solemne como retoñará el árbol genealógico de la Casa de David. En primer lugar señala que Saldrá una vara del tronco de Isaí, es decir uno de los hijos de Isaí, hijo de Obed, será muy importante. Esta vara es el rey David y su final descendencia: el Mesías, Jesucristo, de la familia de David. Luego hace la extraña afirmación y un vástago retoñará de sus raíces. No es del tronco que sale el vástago, sino de sus raíces, un brote anterior a Isaí, a Obed y a todos sus antepasados. Con esto la profecía quiere señalar a Uno que antecede a todas las generaciones de Isaí, está en su raíz. Indudablemente este es el Cristo Eterno, la raíz de Isaí, nombrada en otras Escrituras: 

“Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.” (Apocalipsis 5:5) 

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.” (Apocalipsis 22:16) 

Sobre aquella vara y vástago reposará el Espíritu Santo de Dios. Las características de este Espíritu y que se pudieron comprobar en Jesucristo, son: 

1.      Sabiduría. “Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros?” (San Mateo 13:54) 

2.      Inteligencia. “46 Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. / 47 Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. / 48 Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. / 49 Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (San Lucas 2:46-49) 

3.      Consejo. “40 Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. / 41 Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, / 42 diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (San Lucas 22:40-42) 

4.      Poder. “19 Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud. / 20 Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. / 21 Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.” (San Mateo 14:19-21) 

5.      Conocimiento. “16 Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá.  / 17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; / 18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. / 19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.” (San Juan 4:16-19) 

6.      Temor de Dios. “5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, / 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, / 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; / 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Filipenses 2:5-8) 

7.      Justicia. “44 Y vuelto a la mujer [pecadora], dijo a Simón [fariseo]: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. / 45 No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. / 46 No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. / 47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. / 48 Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.” (San Lucas 7:44-48)

La profecía del capítulo 11 de Isaías anuncia la venida del Mesías, el Cristo, quien posee todas las cualidades necesarias para ejercer un Reino justo en los corazones de los hombres y en las naciones. Ese será un reino de santidad.


(Fragmento del Capítulo 11 de "Isaías, el Profeta Mesiánico")