domingo, marzo 22, 2020

RUDIMENTOS DE LA FE

EL DISCÍPULO APRENDIZ
CAPÍTULO 5

 
 

© Pastor Iván Tapia 

Lectura bíblica: “11 Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír.  / 12 Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.  / 13 Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño;  / 14 pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (Hebreos 5:11-14) 

“1 Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, / 2 de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.” (Hebreos 6:1,2) 

Idea central: Los propósitos para el aprendiz. 

Objetivos: a) Conocer, comprender y experimentar los rudimentos de la fe; b) Ayudar a la formación del discípulo aprendiz como un cristiano consecuente con su fe; c) Comprender y aplicar la doctrina cristiana en la vida diaria; d) Comprender y experimentar el arrepentimiento de obras muertas; e) Desarrollar la fe en Dios; f) Transmitir al aprendiz la doctrina de bautismos; g) Comprender y valorar la imposición de manos y el bautismo del Espíritu Santo; h) Conocer y valorar la doctrina de la resurrección de los muertos como un rudimento que proyecta hacia la eternidad; e i) Conocer las bases del juicio eterno y su importancia en la vida cristiana.

Resumen: La Biblia nomina “rudimentos de la fe” a un grupo de enseñanzas que conforman la doctrina básica que debe recibir el aprendiz de cristiano. El tutor debe transmitir estos rudimentos al discípulo, procurando que sea algo más que un conocimiento teórico y se constituya en las bases de un estilo de vida. 

Q
uien escribe el libro de Hebreos considera en esta parte del texto, que el asunto que trata –el Sacerdocio de Cristo –es un tema que requiere entendimiento espiritual, el que no tienen aún estos hermanos judíos, los que se han hecho “tardos para oír”.  

El escritor espera que sean ya maestros, sin embargo no han madurado en su camino cristiano y todavía requieren de enseñanzas básicas. Necesitan escuchar de nuevo los rudimentos de la Palabra de Dios. No son capaces de digerir alimento sólido, sino leche espiritual. 

La leche espiritual es para los que son niños. La lactancia espiritual es un período importante; no ha de despreciarse esta etapa ni descuidarse a los que la requieren. El discípulo nuevo o aprendiz tiene que beber de ese alimento que formará sus conceptos y actitudes, producirá sus comportamientos, educará sus sentimientos y valores. No hablamos de antiguos cristianos, ya formados en un sistema y que sean reeducados en el Discipulado, sino de nuevos cristianos, bebés en Cristo, recién bautizados que se incorporan al proceso de discipulado como aprendices. Éstos traen sólo sus conductas propias de inconversos y la religiosidad pagana, si la hay; pero carecen de conceptos cristianos tradicionales. 

Hay grandes diferencias entre un “niño espiritual” y un “adulto espiritual”. El Espíritu Santo desea llevarnos desde una infancia espiritual hacia la madurez. Esto implica procesos y enseñanzas adecuadas de parte de la Iglesia y de una disposición, interés e inteligencia espiritual de lado del discípulo aprendiz. 

Dice el libro de Hebreos respecto a este punto que hay ciertas enseñanzas básicas para formar al discípulo de Jesucristo: 

“1 Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, / 2 de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.” (Hebreos 6:1,2) 

El texto deja ver cuáles son los rudimentos o enseñanzas básicas del discípulo cristiano, las que están dirigidas a un aprendiz: 

a)       arrepentimiento de obras muertas
b)       fe en Dios
c)      doctrina de bautismos
d)      imposición de manos
e)      resurrección de los muertos
f)        juicio eterno 

Aquí nos interesa no sólo el conocimiento teórico o bíblico de estos contenidos, sino el valor o principio que ellos encierran y las actitudes que deben producir. Discipulado es algo más que memorizar un texto, aprender y recitar una doctrina, es internalizar un principio Divino y experimentarlo en carne propia, es cambiar de actitud y vivir el Evangelio. Muchas veces se ha fallado en esto y se ha “enseñado” un concepto sin practicarlo. A continuación analizaremos cada una de estas enseñanzas desde la perspectiva de lo que se debe lograr en el discípulo aprendiz.
 

¿Cuáles son los rudimentos de la fe cristiana? 

1.      Arrepentimiento de obras muertas.
Se refiere al arrepentimiento como ese proceso de mirar hacia el pasado en tinieblas y darse cuenta de todas aquellas acciones que no contribuían al respeto a Dios, al prójimo y a sí mismo. Son los pecados, los errores, las inconsistencias, las falsedades. Este “arrepentimiento” es una especie de escáner, radiografía o mirarse al espejo con toda sinceridad; algo más que lamentar, llorar y confesar a Dios mi pecado, acción que es aceptable en una primera entrevista con Dios, el día de la conversión, pero que requiere de una profundización, autoanálisis, autoobservación, reflexión…En este proceso, el tutor juega un rol importantísimo de conductor y acompañante.  

El aprendiz debe mirarse a sí mismo, pero también mirar al Señor. Lo hace contemplándolo en oración y también leyendo Su Palabra. Al contemplar a Cristo en el Evangelio, inevitablemente hace una comparación entre él y Cristo. La Palabra ilumina y también limpia como el agua la mente y vida del discípulo:  

“17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. / 18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” (2 Corintios 3:17,18 

Es necesario que el aprendiz observe su propia conducta, sentimientos, actitudes y motivaciones en distintos aspectos de su vida. A esto lo llamo “arrepentimiento práctico”; cómo son mis conversaciones, las relaciones interpersonales, la vida laboral, económica, sexual, la alimentación, las entretenciones, las relaciones familiares, en fin cada aspecto de la vida personal, no para que el tutor o la Iglesia la controlen, sino para que el propio aprendiz la confronte con Jesucristo.  

De aquellas reflexiones surgirá la intención de someterse a Jesucristo y Su Evangelio y de sujetarse en obediencia a la comunidad cristiana, la Iglesia.
 

2.      Fe en Dios.
La fe es una vivencia que se inicia con la conversión. Puede ser que la persona tuviera desde antes de este evento, una creencia en Dios o cierta pertenencia a la fe cristiana, pero sin mayor convicción ni formación bíblica. En el proceso de discipulado, el aprendiz comienza a comprender qué es la fe y a desarrollarla. La Biblia nos entrega una definición de ésta: 

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1) 

Una cosa es saber la definición bíblica de fe y otra ejercitar la fe, vivirla diariamente. Quien tiene fe sabe que Dios está en todo momento en su vida; quien tiene fe no sólo cree en Dios, que existe, sino que también le cree a Dios tanto Sus promesas como Sus mandamientos y advertencias severas; quien tiene fe camina con Dios en todos los asuntos de su vida y no sólo en aquellos que considera “espirituales”; quien tiene fe obedece a Dios y a Sus ministros, cree y actúa de acuerdo a esa creencia; quien tiene fe no necesita milagros, razones ni demostraciones para confiar en Dios; quien tiene fe sabe que tiene el perdón de sus pecados, la salvación eterna y que para siempre Jesús será su Señor. 

La fe se instala en el corazón del aprendiz y produce en él una actitud de sumisión al Señor y sujeción a Su Cuerpo. Su conducta con el prójimo y con Dios es la de una persona humilde y no orgullosa. Esta fe se traduce en obediencia y con el tiempo en fidelidad a Cristo y Su Iglesia. Esto suena sencillo pero no lo es ya que la persona viene del mundo a veces con actitudes de amor propio y orgullo, sentimientos de independencia y muy pocos deseos de sujetarse a otras personas que pueden pensar distinto. Hay entonces un trabajo del Espíritu Santo que consiste en romper ese orgullo, esa cáscara de humana soberbia que no permite el crecimiento cristiano y la liberación del Espíritu. Tal cosa puede significar mucho tiempo, pueden pasar años de tratamiento para que actitudes correctas se desarrollen en el discípulo. Jesús lo plantea de este modo: 

“…Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” (San Marcos 8:34)
 

3.      Doctrina de bautismos.
El bautismo de Juan el Bautista era un llamado al arrepentimiento, una forma externa de reconocer que se estaba en pecado y deseaba ser limpiado por Dios; un modo de prepararse para recibir el mensaje de Jesucristo. Ese bautismo era de disposición al Señor. En cambio el bautismo que predicó Jesucristo, que Él ordenó como sacramento y que dejó a la Iglesia por medio de los Doce, es la señal del nuevo nacimiento. El bautismo que predicó Jesucristo es la muerte a la antigua vida en la carne para nacer a una nueva vida en el espíritu. Así le enseñó al maestro Nicodemo: 

“1 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. / 2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. / 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. / 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? / 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. / 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. / 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.” (San Juan 4:1-7) 

El cristiano puede bautizarse como cumplimiento de un mandato de Jesús, pero seguir “vivo” en él ese viejo hombre o vieja mujer. Es necesario que el bautismo se haga carne en nosotros. Una cosa son los conceptos cristianos y otra la experimentación y praxis de ellos. ¿Cuántos cristianos viven realmente su bautismo, esa nueva naturaleza que se supone adquirimos al convertirnos y entrar en el reino de Dios? La no vivencia de nuestra fe es el mayor desprestigio y ofensa que podemos hacer a Dios. La gente de nuestro tiempo ha dejado de creer en Dios porque no ve Su manifestación en los que dicen creer en Él; ha dejado de creer en Jesucristo porque lo mostramos como un personaje de la Historia pero aparte de nosotros, sin ninguna relación con la vida diaria de los que nos decimos “cristianos”; ha dejado de creer en la Iglesia de los cristianos, en todas sus vertientes, porque ve en ella o ellas sólo un montón de ritos, demandas, prejuicios, leyes y lo peor, la inconsecuencia de sus miembros. Entonces prefieren las religiones orientales, más “espirituales”, el panteísmo new age, u optan por la libertad del ateísmo o el agnosticismo. Urge que cada enseñanza del Evangelio de Jesucristo sea vivida por Sus seguidores.
 

4.      Imposición de manos.
Al salir de las aguas del bautismo los catecúmenos o nuevos creyentes recibían la unción del Espíritu Santo, lo que suele llamarse “bautismo del Espíritu”. Los apóstoles les imponían las manos para que recibieran el Espíritu Santo: 

“14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; / 15 los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; / 16 porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. / 17 Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.” (Hechos 8:14-17) 

La presencia del Espíritu en el interior del discípulo es una realidad que fue anunciada y prometida por Jesús; no debemos dudar de ello. Sin ese Espíritu no podríamos vencer al diablo, a la propia carne, ni las tentaciones del mundo. La obra del Espíritu Santo que nos habita es enorme; Él nos regenera, convence, guía, enseña,  da poder y santifica.  

·         En cuanto al “habitar” del Espíritu de Dios como un Huésped magnífico en nosotros, es necesario que tengamos una relación con Él y un reconocimiento de Su santidad y autoridad;

·         en cuanto a la “regeneración” o nuevo nacimiento, en vano recitaríamos los textos que hablan sobre ella si no la demostramos en el diario vivir;

·         en cuanto al “convencimiento” de pecado que hace el Espíritu, no podemos dejar de reconocer que somos pecadores y que son muchas nuestras faltas, las que exigen un arrepentimiento práctico que implica dolor, cambio de actitud y acción reparadora;

·         en cuanto a la “guía” del Espíritu el discípulo debe aprender a escuchar Su voz y reaccionar con obediencia, no confundirlo con su propia voz interior y vivir bajo Su orientación;

·         en cuanto a la “enseñanza” que el Espíritu otorga, el aprendiz deberá aprender a discernir lo que es de Dios y está en consonancia con la Escritura y lo que es sólo mental, en una estrecha relación con el tutor y su pastor;

·         en cuanto al “poder”, ya hemos dicho que el Espíritu es dado para poder alcanzar victoria, más que esos dones carismáticos que tanto entusiasman a algunos cristianos; y por último,

·         en cuanto a la “santificación”, quizás el principal propósito del Espíritu en nosotros, es el trabajo permanente del cristiano sobre sí mismo. 

La imposición de las manos para la recepción del Espíritu Santo es una doctrina muy importante que debe demostrarse en una vida guiada por el Espíritu.
 

5.      Resurrección de los muertos.
La resurrección se inicia con la resurrección del Señor. Como Él resucitó, nosotros también resucitaremos. La resurrección es una doctrina imprescindible de nuestra fe. Así lo dice San Pablo: 

“Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.” (1 Corintios 15:14) 

Biblia habla de dos resurrecciones de muertos, después de Jesucristo. La primera resurrección será sólo para los creyentes en Cristo: 

“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.” (1 Tesalonicenses 4:16)  

Mil años después de esta primera resurrección, se dará la segunda resurrección para todos los seres humanos que no resucitaron en la primera: 

“28 No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;  / 29 y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.” (San Juan 5:28,29) 

“4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. / 5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. / 6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.” (Apocalipsis 20:4-6) 

La resurrección de los muertos en Cristo nos da claridad sobre el futuro de los cristianos y esperanza de una vida eterna con Cristo. Esta enseñanza se vincula con el sexto rudimento de la fe, el juicio de Dios.
 

6.      Juicio eterno.
Dios estableció que los seres humanos muriesen una vez y después fueran juzgados por sus comportamientos: 

“27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, / 28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” (Hebreos 9:27,28) 

La muerte de Jesucristo en la cruz fue el precio pagado por nuestro pecado. En la cruz fue juzgado el viejo hombre: 

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2 Corintios 5:21) 

Los cristianos no seremos llevados a juicio: 

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” (San Juan 5:24)   

La palabra griega que se ha traducido como “condenación” es krisis, que significa “juicio”. Es obvio que un reo es condenado luego de hecho el juicio. Por lo tanto quien ha creído en Jesucristo ya tiene la vida eterna y no será sometido al juicio eterno. 

Quienes no resucitaron al regreso de Jesús, resucitarán al final de los tiempos y se presentarán ante un gran trono blanco para ser juzgados: 

“11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. / 12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. / 13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. / 14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. / 15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” (Apocalipsis 20:11-15) 

Para evitar el juicio eterno es imprescindible estar inscrito en el libro de la vida. Esta última enseñanza debe dar seguridad de su salvación al discípulo, pero también instarle a permanecer en la fe, lleno de gratitud hacia el Salvador. No se trata de servir a Dios por miedo sino de querer disfrutar de la amistad, presencia y santidad de Jesús ya en esta vida. Sentirse motivado a ser un discípulo de excelencia debiera ser la principal meta del discípulo. Inculcar este propósito en el aprendiz permitirá que se desarrolle un cristiano en permanente crecimiento. El propósito que debemos proponernos con el aprendiz es hacer de él un discípulo fiel a Cristo y a su Iglesia.
 

CONCLUSIÓN.
En la formación del discípulo aprendiz es muy importante tener en cuenta lo que Hebreos llama “los rudimentos de la fe”, yendo más allá de los conocimientos teóricos para hacer del discípulo un cristiano consecuente con su fe, que no sólo comprende la doctrina cristiana, sino que por sobre todo la experimenta en su vida diaria. Estos rudimentos o doctrinas básicas son: 1) Arrepentimiento de obras muertas; 2) Fe en Dios; 3) Doctrina de bautismos; 4) Imposición de manos; 5) Resurrección de los muertos; y 6) Juicio eterno.

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)      ¿Qué enseñanza recibida después de su conversión le ha impresionado más en su vida cristiana?
2)      ¿Qué falta actualmente, a su juicio, en la formación del discípulo aprendiz?
3)      ¿Cómo se puede formar un cristiano consecuente con su fe?
4)      ¿Cómo entiende el arrepentimiento?
5)      ¿Qué son las “obras muertas”?
6)      ¿Cómo advierte que su fe en Dios ha crecido?
7)      ¿Qué ha significado para usted su bautismo?
8)      ¿En qué circunstancias usted ha impuesto las manos?
9)      ¿Cómo entiende la mayoría de las personas la resurrección de los muertos?
10)  ¿Es el mensaje del juicio eterno para todos?
11)  ¿Cómo es un niño espiritual?
12)  ¿Cómo es un adulto espiritual?
13)  ¿Qué importancia tiene en la formación del discípulo la enseñanza que dice que el Espíritu de Dios es un Huésped que viene a “habitar” en el cristiano convertido?
14)  ¿Cómo se reconoce a un cristiano “regenerado”?
15)  ¿Cómo podemos discernir entre la Voz del Espíritu y la de nuestra propia mente?
16)  ¿Cómo se pueden equilibrar las acciones de orientación personal, sanidad interior, enseñanza y vida devocional, que implica el Discipulado?
17)  ¿Cuál es la acción práctica del poder del Espíritu Santo en el cristiano?
18)  ¿Nos hemos hecho los cristianos “tardos para oír”?
19)  ¿En qué etapa del desarrollo del discípulo es necesaria la “leche espiritual”?
20)  ¿Cómo podríamos reeducar en el Discipulado a antiguos cristianos?
21)  ¿Cuál es la definición de fe que entrega la Biblia?
22)  ¿Viven todos los cristianos su bautismo, esa nueva naturaleza que se supone adquirimos al convertirnos y entrar en el reino de Dios?

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
·         MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.
·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
·         https://es.wikipedia.org/
·         Pérez Millos, Samuel “Comentario Exegético Al Texto Griego del Nuevo Testamento – Hebreos”
·         https://www.biblegateway.com
·         Tapia, Pastor Iván (2009) “Sosteniendo vidas/ Consejos para tutores Iglesia Cristiana Discípulos de Jesucristo.

domingo, marzo 15, 2020

EL TESTIMONIO DE DIOS

EPÍSTOLAS DE SAN JUAN
LECCIÓN 21

 
 © Pastor Iván Tapia 

Lectura bíblica: “9 Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo. / 10 El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. / 11 Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. / 12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1 Juan 5:9-12 

Idea central: Características del testimonio de Dios. 

Objetivos: a) Conocer las características del testimonio del Padre acerca del Hijo; b) Comprender la supremacía del testimonio Divino por sobre el testimonio de los hombres; c) Conocer cuál es la verdad en la que se basa el testimonio Divino; y d) Ser capaz de exponer la Verdad del Evangelio. 

Resumen: El testimonio más importante acerca de la realidad y Verdad de Jesucristo y Su Evangelio se caracteriza por la supremacía de Dios, la fe en el Hijo y el contenido de ese testimonio.
 

S
an Juan nos revela en esta primera carta a Jesucristo y el Padre de un modo muy especial: Dios es luz, es amor y es el que nos da la vida verdadera. Nos insta a caminar en la luz y a echar mano de dos ayudas sobrenaturales: Cristo como Abogado y Cristo como Propiciatorio. Juan trae a la memoria el gran mandamiento del Señor, amarnos unos a otros como Él nos amó. En el reino de Dios cada discípulo tiene un nivel de crecimiento; algunos son hijos, otros son padres y otros jóvenes en Cristo. El cristiano es alguien que ha renunciado a los falsos preceptos del mundo y advierte el apóstol que antes que aparezca el anticristo, vendrán precursores del mal. El llamado de Jesús es a ser transformados a Su semejanza; Jesucristo apareció para quitar nuestros pecados y para deshacer las obras del diablo. También Juan escribe cómo podemos reconocer al nacido de Dios e identificar el amor verdadero; nos muestra cómo podemos saber si somos verdaderos cristianos; da pautas para identificar los distintos espíritus, cómo es el verdadero amor, cómo permanecer en Cristo y desarrollar un amor perfecto. En esta carta nos muestra la fe que vence al mundo y cómo procede el recién nacido de Dios; en fin la epístola revela el testimonio del Espíritu Santo acerca de Jesús. En esta enseñanza amplía este tema indicándonos las características del testimonio de Dios.
 

¿Cuáles son las características del testimonio de Dios? 

1.      Supremacía del testimonio Divino.
“9 Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo.” (1 Juan 5:9)  

Siempre será más convincente y fortalecedor el testimonio de Dios por sobre el de los hombres. Por ejemplo, si alguien le dice que usted está llamado a anunciar el Evangelio en una nación extranjera, es probable que dude o no le convenza tan fácilmente y necesitará orar y preguntarle a Dios si eso es lo que espera de usted. Por supuesto que no debemos dudar de las palabras de los ministros de Dios, pues ellos están inspirados por el Espíritu Santo; además el mismo confirmará esas palabras en el corazón del creyente. 

Del mismo modo podemos darnos cuenta si alguien es realmente un enviado de Dios; el Espíritu da testimonio poniendo una convicción en nuestro interior. Pero también el Espíritu habla por medio de la Escritura confirmando o desechando hechos, pensamientos y personas: 

“14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. / 15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! / 16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.” (Romanos 8:14-16 

En este caso la Palabra inspirada del apóstol Juan nos dice que mayor que cualquier testimonio humano acerca de Jesús, es el testimonio de Dios. En su época dieron testimonio de Jesús sus padres, discípulos, hombres y mujeres sanados, los que vieron sus milagros, los que escucharon sus enseñanzas, los que asistieron a su muerte, en fin los que le vieron resucitado. Todo ello es potente pero más fuerte es el testimonio que Dios Padre entregó desde los cielos: 

“5 Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. / 6 Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor.” (San Mateo 17:5,6 

“16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. / 17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” (San Mateo 3:16,17 

“Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí.”  (San Juan 8:18) 

Así como Dios Padre testificó acerca del Hijo, el Hijo testificó del Padre: 

“31 El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos. / 32 Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio. / 33 El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz.” (San Juan 3:31-33) 

“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” (San Juan 1:18) 

El Espíritu Santo testifica del Hijo: 

“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.” (San Juan 15:26) 

Cuando tenemos hijos los amamos profundamente desde niños, nos enternecen sus actitudes, juegos, etc. A medida que crecen nos sorprenden sus progresos y cuando llegan a ser adultos, de algún modo los seguimos viendo como niños, pero a la vez nos enorgullecemos de sus logros. Lo normal es que un papá o mamá se ufane de los logros de su hijo y de testimonio de él a los demás. A su vez el hijo da testimonio de sus padres cuando es niño y cuando ya es adulto. La mayoría de las personas sienten admiración por sus padres. ¡Cuánto más se enorgullecerán el Padre del Hijo y el Hijo del Padre! Y el Espíritu Santo nos transmite ese sentir a todos los hijos de Dios: 

“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” (1 Juan 4:19 

Siempre será mayor el testimonio de Dios. 

2.      Verdad del testimonio Divino.
“10 El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.” (1 Juan 5:10) 

Desde el momento en que comenzamos a creer en Jesús como nuestro Salvador y Señor, el Espíritu Santo viene a nosotros, quedándose como huésped para siempre. El Espíritu Santo da testimonio de Dios a nuestro espíritu; por eso San Juan dice que el discípulo tiene el testimonio en sí mismo. 

Juan el Bautista dio testimonio de Jesucristo: 

“19 Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?  / 20 Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo.  / 21 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. / 22 Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?  / 23 Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. / 24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.  / 25 Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? / 26 Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. / 27 Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.”  (San Juan 1:19-27) 

El Bautista vino para testificar de Cristo:  

“7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. / 8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.” (San Juan 1:7,8) 

Los apóstoles y el Espíritu Santo testificaron de Cristo: 

“26 Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. / 27 Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.” (San Juan 15:26,27) 

Si el Padre ha respaldado a Jesucristo y dio testimonio desde el cielo de que Él es Su amado Hijo, al cual debemos escuchar y obedecer, nuestro deber es someternos a Su voluntad. No hacerlo significará que no creemos a Dios, que no confiamos en Su Palabra ni en el Espíritu Santo; es como tratarlo de mentiroso. 

En la entrevista que el Maestro tuvo con Nicodemo, Jesús le llama la atención declarando que Él viene del Cielo:  

“12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? / 13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.” (San Juan 3:12,13) 

Posteriormente pronuncia aquellas palabras que son la clásica definición del propósito de la Biblia: 

“16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. / 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” (San Juan 3:16,17) 

Dios ha dado testimonio acerca de su Hijo y ese testimonio es verdadero.
 

3.      Contenido del testimonio Divino.
“11 Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. / 12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1 Juan 5:11,12 

El testimonio de Dios Padre es el siguiente:  

a)      Dios nos ha dado vida eterna. Los cristianos, convertidos a Jesucristo, reciben en su persona la “vida” de Dios, a la que la Biblia llama “vida eterna” porque viene de la eternidad de Dios.  

b)      Esta vida está en su Hijo. Es la vida sobrenatural que se halla en la Segunda Persona de la Trinidad. Aún cuando la “vida” habita en las Tres personas, los humanos la recibimos de Cristo por gracia: “1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. / 2 Este era en el principio con Dios. / 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. / 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.” (San Juan 1:1-4) 

c)      El que tiene al Hijo, tiene la vida. Tener a Jesucristo es tener la “vida”, o sea tener la salvación eterna, el perdón de los pecados, el Amor de Dios derramado en nosotros, la protección del Señor y Sus ángeles, la pertenencia al Reino de Dios y a la Iglesia o Cuerpo de Cristo. Lo contrario es la muerte espiritual.  

d)      El que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. San Juan es radical, si no tienes al Hijo no tienes la “vida”. Tener al Hijo es tener en nosotros a Dios, como Él mismo lo prometió: “…El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” (San Juan 14:23) 

Este es el testimonio del Padre. ¿Cuál debe ser nuestro testimonio como cristianos? 

a)      Testimonio de conversión. Todo creyente convertido a Jesucristo tiene una historia personal, un antes y un después de conocer a Jesucristo. Es importante que tengamos claridad acerca de ese testimonio personal de Jesucristo en nuestras vidas. Un ejemplo lo tenemos en San Pablo, quien relata en tres ocasiones su testimonio de encuentro con Jesús como visión, aparición y revelación: “3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; / 4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? / 5 El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. / 6 El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.” (Hechos 9:3-6) Es conveniente que escribamos nuestro testimonio y lo expongamos en la evangelización personal. 

b)      Texto de conversión. Muchas veces la conversión de una persona se da durante una prédica. La Palabra que toca el corazón de la persona es cual espada de dos filos, penetrante y discernidora de la verdad. Es útil, tanto como forma de fortalecer el alma en momentos difíciles, profundizar convicciones de fe y evangelizar a las almas. En mi caso fui convertido a Cristo con este texto: “…Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (San Mateo 4:4) 

c)      Texto lema. En la Sagrada Escritura se encuentra escrita de alguna forma nuestra vida. Hay un texto bíblico que nos identifica y respalda la vida cristiana personal. A modo de ejemplo, quien escribe tiene un texto que lo identifica como persona cristiana, unas palabras que me identifican en mi vida espiritual, y es el siguiente: “4 Y sabréis que yo os envié este mandamiento, para que fuese mi pacto con Leví, ha dicho Jehová de los ejércitos. / 5 Mi pacto con él fue de vida y de paz, las cuales cosas yo le di para que me temiera; y tuvo temor de mí, y delante de mi nombre estuvo humillado. / 6 La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad. / 7 Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los ejércitos.” (Malaquías 2:4-7) 

d)     Vivencias cristianas. Muchas son las experiencias maravillosas que vivimos con Jesucristo. Él interviene en la vida diaria y en los aspectos más diversos de la vida. Reflexionar sobre esas vicisitudes, la intervención de Dios en ellas y la enseñanza que dejan es muy necesario. Conveniente es llevar un cuaderno de reflexiones espirituales y registrar pruebas, circunstancias e intervenciones Divinas en nuestra vida. 

e)      Testimonio de vida. Hay un testimonio muy poderoso que no debemos desestimar, es el testimonio de vida, silencioso. Una acción suele ser más penetrante que las palabras; es preferible mostrar misericordia con alguien que sufre a recitar de memoria un texto bíblico sobre el sufrimiento. 

CONCLUSIÓN
El Padre testifica acerca del Hijo y este testimonio tiene ciertas características: 1) Supremacía del testimonio Divino, “Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios”; 2) Verdad del testimonio Divino, “El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo”; y 3) Contenido del testimonio Divino, “Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Qué testimonio tiene usted de sus padres?

2)      ¿Cómo debemos entender la “supremacía del testimonio Divino”?

3)      ¿Qué es creer en el Hijo de Dios?

4)      ¿Tiene usted vida eterna?

5)      ¿Qué conceptos de Dios tiene actualmente la sociedad?

6)      ¿Qué significa que “Dios es luz” y “Dios es amor”?

7)      ¿En qué situaciones nos acercamos a Jesús como Abogado y como Propiciatorio?

8)      ¿Qué aspecto del mensaje de Jesucristo resalta y recupera el apóstol Juan en esta epístola?

9)      ¿Está conforme con su nivel de crecimiento?

10)  ¿A qué preceptos del mundo debemos renunciar los cristianos?

11)  ¿En qué aspectos se puede ver la aparición del anticristo en los tiempos que vivimos?

12)  ¿Qué cambios ha producido Jesús en su vida?

13)  ¿Cómo identifica usted a un/a nacido/a de Dios?

14)  ¿Cuándo es adecuado exponer verbalmente un testimonio de Dios y cuando no?

15)  ¿Qué debe hacer la Iglesia con los recién convertidos y aprendices?

 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
·         MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.
·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
·         https://es.wikipedia.org/
·         Pérez Millos, Samuel “Comentario Exegético Al Texto Griego del Nuevo Testamento – Hebreos”
·         https://www.biblegateway.com