domingo, junio 24, 2018

LEVANTEMOS ALTAR AL SEÑOR.

LA CASA DEL PAN
REFLEXIÓN Nº13 

 
© Pastor Iván Tapia Contardo 

Lectura bíblica: “1 Dijo Dios a Jacob: Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú. / 2 Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. / 3 Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado.” (Génesis 35:1-3) 

Idea central: Cómo levantar altar a Dios. 

Objetivos: a) Conocer la historia de Jacob y discernir las enseñanzas que nos entrega; b) Enseñar a nuestras familias a quitar cualquier dios ajeno a la fe, limpiar los corazones de maldad y tener un estilo de vida conforme a la fe; c) Levantar altar al Señor considerándolos consejos de esta reflexión; d) Tener una instancia en la que ofrendamos a Dios; e) Adorar a Dios con sencillez; f) Presentar a Dios sacrificios espirituales; g) Edificar el Cuerpo de Cristo; h) Orar a Dios en forma íntima, sencilla, perdonando al ofensor, con insistencia y humildad.  

Resumen: La orden que el Señor dio a Jacob de hacer un altar a Dios en Bet-el, nos invita a tener una instancia en la que ofrendamos a Dios; lo adoramos con sencillez; le presentamos sacrificios espirituales; edificamos el Cuerpo de Cristo y oramos a Dios, siguiendo el consejo de la Escritura.
 

J
acob era el hermano gemelo de Esaú, ambos hijos de Isaac. Eran muy distintos en personalidad. Esaú era, fuerte y tenía mucho vello, mientras que Jacob era hermoso y de piel suave. Como Esaú había nacido antes que Jacob, tenía derecho a la bendición patriarcal de Isaac. Pero Jacob se la robó con engaños. El hermano mayor, lleno de ira juró que daría muerte a Jacob. 

Así es que tuvo que huir de casa y perder la herencia de su padre. Fue en esa época que tuvo el famoso sueño de Jacob: una larga escalera del cielo a la tierra por la cual bajaban y subían ángeles. 

Se fue a vivir con su tío Labán y de engañador pasó a ser el “engañado”. Enamorado de su prima Raquel, trabajó durante siete años para poder hacerla su esposa, pero el suegro le dio a su hija mayor, Lea. Tuvo que trabajar otros siete años para poder acceder a Raquel. 

Jacob necesitaba ser transformado por Dios y por eso fue tratado por Él, pasando por muchos momentos de insatisfacción y frustraciones. Luchó mucho pero le faltaba algo que lo hiciera sentirse completamente realizado, sentirse realmente pleno. Cuando pasó el Vado de Jaboc con su familia y sus bienes, él luchó con el Señor por su bendición: “Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.” (Génesis 32:28-30). 

En su peregrinar Jacob compró por cien monedas una porción de tierra en Siquem, excelente para el pastoreo de sus rebaños y manadas. Además, cavó un pozo que sería conocido como el pozo de Jacob. Siquem se convirtió en una ciudad importante en la historia bíblica, situada en el Monte Gerizim, muy cerca de Samaria. Después erigió allí un altar, pero Dios no quería que el altar estuviera en Siquem; sino en Betel. 

Jacob huía del odio de Esaú, quien guardaba un profundo rencor hacia Jacob por causa de la bendición que le había dado su padre y sólo pensaba en matarlo. Al enterarse su madre Rebeca de los sentimientos de Esaú, le ordenó que se fuese a Jarán, a la casa de su tío Labán, hasta que se calmara el enojo de su hermano. Rebeca le comentó a su esposo Isaac que ella no quería que Jacob se casara con una mujer hitita, así es que su padre le mandó a casa de Labán, luego de bendecirlo y ordenarle que no te casara con cananea.

Esaú, al saber que su padre había bendecido a Jacob y le había ordenado no casarse con cananeas, se dirigió donde Ismael, hijo de Abraham, y se casó con su hija Majalat. Pensó que esto agradaría a Isaac, pero los hebreos despreciaban a los ismaelitas tanto como a los cananeos. 

Bet-el era muy importante para Jacob pues allí Dios se le reveló mediante un sueño: 

“10 Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán. / 11 Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. / 12 Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. / 13 Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. / 14 Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. / 15 He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. / 16 Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. / 17 Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. / 18 Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. / 19 Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero. / 20 E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, / 21 y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. / 22 Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti.” (Génesis 28:10-22) 

Y ahora, en Siquem, el Señor le ordenaba volver a Bet-el y en ese lugar hacerle altar.  

¿Qué significa hacer altar a Dios? 

1.      Tener una instancia en la que ofrendamos a Dios.

Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar.” (Génesis 8:20) 

El altar era una estructura sobre la que se ofrecían sacrificios a Dios. El primer altar nombrado como tal y del que tenemos mención en las Escrituras es el construido por Noé al abandonar el Arca; sobre él ofreció sacrificios de todo animal y ave puros. Antes podemos identificar como tal aquél en que Caín y Abel presentaron sus ofrendas a Dios: 

“3 Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. / 4 Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; / 5 pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.”  (Génesis 4:3-5) 

En el Nuevo Pacto no hay necesariamente un lugar, pero sí hay un tiempo. El lugar donde ofrendar puede ser un templo, una capilla o sencillamente nuestra casa. El tiempo será el tiempo de culto a Dios: la oración comunitaria, la oración familiar o la oración personal. Ese será nuestro altar a Dios.  

Las mejores ofrendas a Dios tienen estas características: 

a)      El perdón al hermano es la mejor ofrenda a Dios.Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, / deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” (San Mateo 5:23) 

b)      Dar con generosidad es la mejor ofrenda. “1 Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. / 2 Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas. / 3 Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. / 4 Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía.” (San Lucas 21:1-4) 

c)      Dar con alegría es la mejor ofrenda. “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” (2 Corintios 9:7) 

Hacer altar a Dios es tener una instancia en la que ofrendamos a Dios.
 

2.      Adorar a Dios con sencillez.

“25 Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás. / 26 No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él.” (Éxodo 20:25,26 

A Moisés se le mandó que en todos los lugares donde Dios hiciere estar la memoria de Su nombre le deberían erigir un altar de madera, de tierra o de piedra, y ofrecer encima ovejas y bueyes como holocausto y ofrendas de paz; si los altares se hacían de piedra, no deberían ser de piedra labrada; si alzaban herramienta sobre él, quedaría contaminado. Es decir que el altar al Señor debe ser de total sencillez, natural como las piedras y la tierra, y sin alturas que le asemejen a las obras humanas como palacios y teatros. 

¿Cuántas de estas indicaciones seguimos hoy día en que muchas veces nuestros templos son obras arquitectónicas carísimas y de gran ostentación? El Señor desea la mayor sencillez de nuestra parte en la adoración y el culto a Él. A pesar de ser el Supremo Yo Soy, no quiere boato en Su casa, sino austeridad, sobriedad. Si miramos Su creación podemos darnos cuenta de Su estilo. Tal vez la naturaleza nos ofrezca los mejores templos para Dios. Allí se encuentran los más bellos altares. 

No son imprescindibles los templos, las catedrales o las basílicas para hacer altar a Dios. Podemos hacerlo en muchos lugares: 

a)      Adorar en la cama. “Regocíjense los santos por su gloria, Y canten aun sobre sus camas.” (Salmos 149:5 

b)      Adorar en casa. “1 Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro, / 2 y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa: / 3 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” (Filemón 1:1-3) 

c)      Adorar en la creación. “1 ¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; / 2 De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer callar al enemigo y al vengativo. / 3 Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, / 4 Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? / 5 Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra. / 6 Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies: / 7 Ovejas y bueyes, todo ello, Y asimismo las bestias del campo, / 8 Las aves de los cielos y los peces del mar; Todo cuanto pasa por los senderos del mar. / 9 ¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!” (Salmos 8:1-9) 

La sencillez debe ser una norma de vida cristiana: “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (Hechos 2:46) 

Hacer altar a Dios es adorar a Dios con sencillez, sin importar el lugar en que lo hagamos.
 

3.      Presentar a Dios sacrificios espirituales.

 “4 Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, / 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, / 6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, / 7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.” (Tito 3:4-7) 

El creyente no necesita hacer nada de obras humanas al acercarse a Dios; lamentablemente, este principio ha sido terriblemente violado por inmensas secciones de la cristiandad, en las que se enseña que el hombre debe acercarse a Dios con buenas obras para ser aceptado por Él. Somos aceptados por el Misericordioso Señor no por nuestras obras sino por la fe en la obra de Jesús en Su muerte y resurrección, puesto que:  

“8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; / 9 no por obras, para que nadie se gloríe. / 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:8-10) 

El Nuevo Pacto llama “sacrificios” a cierto tipo de acciones que no conllevan a la salvación sino que son frutos de ella:vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” (1 Pedro 2:5 

Algunos de estos “sacrificios” son: 

a)      Amar a Dios con todo el ser. 32 Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;  / 33 y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.” (San Marcos 12:32,33) 

b)      Solidarizar con el prójimo. Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios.” (Hebreos 13:16 

c)      Vivir en el espíritu y no en la carne. “1 Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, / 2 para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios.” (1 Pedro 4:1,2) 

Hacer altar a Dios es presentar a Dios sacrificios espirituales.
 

4.      Edificar el Cuerpo de Cristo.

 “4 Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, / 5 vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. / 6 Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado. / 7 Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; / 8 y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.” (1 Pedro 2:4-8) 

Bet-el no es sólo el nombre de esa ciudad cananea de la antigua región de Samaria, situada en el centro de la tierra de Canaán, al noroeste de Ai por el camino para Siquem, a 30 kilómetros al sur de Silo y a unos 16 kilómetros al norte de Jerusalén. Es el nombre hebreo que significa "casa de Dios". Cuando el Señor ordenó a Jacob levantarse, subir a Bet-el, quedarse allí y hacer un altar al Dios que se le apareció cuando huía de su hermano Esaú, le estaba diciendo en otras palabras: “Levanta la Casa de Dios”. 

Esto nos recuerda cuando Francisco de Asís escucha en la iglesia de San Damián que Jesús le dice “¡Francisco, ve y repara mi casa, pues, como ves, amenaza ruina!”. Él lo entendió en forma concreta y reparó el templo. Pronto comprendería que se trataba de reparar el Cuerpo de Cristo. De modo similar se mal interpretan a veces las palabras de Jesús, atribuyéndose a un hombre o cargo la autoridad sobre la Iglesia: Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” (San Mateo 16:18). Interpretamos en forma materialista y concreta un mensaje espiritual del Señor. 

La “casa de Dios” es la Iglesia, las almas y espíritus de los cristianos verdaderos. Ellos conforman un altar para Dios. Somos llamados a edificar una casa espiritual y sacerdocio santo, puesto que somos el nuevo pueblo de Dios: 

“9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; / 10 vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.” (1 Pedro 2:9,10) 

Hacer altar a Dios es edificar la Iglesia como Cuerpo Místico.
 

5.      Orar a Dios.

Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.” (Apocalipsis 8:3) 

El libro de Apocalipsis describe que delante del trono de Dios hay un altar de oro. Este metal es el más preciado por la raza humana, de tal manera que toda moneda de las naciones tiene su equivalente en oro. Dado que el Dios Todopoderoso es el más preciado para toda alma viviente, un altar en Su honor debe ser de oro.  

En ese altar hay un incensario; el incienso es una preparación de resinas vegetales aromáticas que al arder desprende un humo fragante; era el perfume sagrado del Tabernáculo en el Antiguo Testamento, ofrecido a Dios en el altar del sahumerio. Es símbolo de adoración a Dios. El humo del incienso asciende perfumando el aire, como suben nuestras oraciones a la presencia del Señor.  

La oración es la primera y principal forma de levantar altar a Dios. hay cinco principios en la oración que debemos considerar:

a)      Intimidad, oración personal. “5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. / 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” (San Mateo 6:5,6) 

b)      Sencillez. “7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. / 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.”  (San Mateo 6:7,8) 

c)      Perdón al ofensor. “14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; / 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” (San Mateo 6:14) 

d)     Insistencia. “5 Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, / 6 porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; / 7 y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? / 8 Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. / 9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. / 10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. / 11 ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? / 12 ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? / 13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”  (San Lucas 11:5-13); “1 También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, / 2 diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. / 3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. / 4 Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, / 5 sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. / 6 Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. / 7 ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? / 8 Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (San Lucas 18:1-8)

e)      Humildad. “9 A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: / 10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. / 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; / 12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. / 13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. / 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.” (San Lucas 18:9-14) 

Hacer altar a Dios es comunicarse con Él. 

CONCLUSIÓN.

Jacob, hijo de Isaac y hermano de Efraín, fue enviado a Bet-el para construir allí un altar a Dios. Debía enseñar a su familia a quitar cualquier dios ajeno a su fe, limpiar sus corazones de maldad y cambiar su estilo de vida. Esta lección nos enseña a levantar altar al Señor. Hacer altar a Dios implica:

1) Tener una instancia en la que ofrendamos a Dios. Las mejores ofrendas a Dios son: a) El perdón al hermano; b) Dar con generosidad; c) Dar con alegría.

2) Adorar a Dios con sencillez. Podemos hacerlo en muchos lugares: a) Adorar en la cama; b) Adorar en casa; c) Adorar en la creación.

3) Presentar a Dios sacrificios espirituales. Algunos de estos son: a) Amar a Dios con todo el ser; b) Solidarizar con el prójimo; c) Vivir en el espíritu y no en la carne.

4) Edificar el Cuerpo de Cristo.

5) Orar a Dios. Hay cinco principios en la oración: a) Intimidad, b) Sencillez, c) Perdón al ofensor, d) Insistencia, e) Humildad. 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Construye su familia un altar a Dios?
2)      ¿Qué características tiene el estilo de vida de su familia?
3)      ¿Cree que es importante que en un hogar exista un lugar especialmente dedicado a la oración?
4)      ¿Qué le gustaría ofrendar a Dios?
5)      ¿Cuándo fue la última vez que usted: a) Adoró en la cama; b) Adoró en casa; c) Adoró en la creación?
6)      ¿Cómo entiende los “sacrificios de alabanza”?
7)      ¿Cómo está viviendo estos principios en la oración: a) intimidad, b) sencillez, c) perdón al ofensor, d) insistencia, e) humildad?
8)      ¿Se siente completamente realizado/a en su labor cristiana?
9)      ¿En qué falló la educación de los gemelos Jacob y Esaú?
10)  ¿Por qué no debemos acercarnos a Dios con buenas obras para ser aceptados por Él?
11)  ¿Cómo podemos reparar el Cuerpo de Cristo?
12)  ¿Por qué no es conveniente la interpretación materialista y concreta del mensaje espiritual del Señor?
13)  ¿Cuáles han sido los mayores errores de la cristiandad?
14)  ¿Qué enseñanza para su vida familiar obtiene de este sermón?

 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
·         MacArthur, John (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de:                                          http://www.gentle.org/biblia/
·         (1974) “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo.
·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
·         Rollo Marín, Antonio (1954) “Teología de la Perfección Cristiana” Biblioteca de Autores Cristianos.
·         (2011) “Nuevo Testamento Interlineal Griego Español” Argentina, Iglesia en Salta, Ministerio Apoyo Bíblico.
·         “Wikipedia, la Enciclopedia Libre” https://es.wikipedia.org/wiki/Bethel

domingo, junio 10, 2018

DISFRUTEMOS LAS PROMESAS DE DIOS.

LA CASA DEL PAN
REFLEXIÓN Nº12 

© Pastor Iván Tapia Contardo 

Lectura bíblica: “17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, / 18 habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; / 19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.” (Hebreos 11:17-19) 

Idea central: Las promesas de Dios para el cristiano.

Objetivos: a) Comprender y valorar el llamado y pacto que Dios hizo a Abraham, con sus repercusiones hoy; b) Comprender y valorar las promesas dadas en el pacto abrahámico; c) Conocer y creer en la promesa de multiplicación para los cristianos; d) Conocer y creer en la “porción” prometida a los creyentes; e) Comprender que el Espíritu desea capacitarnos para reproducirnos espiritualmente; f) Conocer, creer y recibir la triple bendición de Jesús; y g) Conocer, comprender y valorar las riquezas espirituales del Evangelio. 

Resumen: Abraham recibió de parte de Dios cinco grandes promesas, constituyéndole en “padre de multitudes”. Del mismo modo se reflejan en el Nuevo Pacto esas promesas de multiplicación, porción, fertilidad, bendición y riqueza, todas de carácter espiritual. 
 

A
braham tenía una profunda relación con Dios, a tal punto que fue llamado “amigo de Dios”. Él es un modelo de fe para el creyente. La Palabra dice “Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.” (Génesis 15:6) porque Abraham no desconfió de las promesas del Señor. Entendió que Jehová es un Dios Único y le adoró, pero también le obedeció. En Su llamado a Abraham, el Señor le hizo varias promesas. 

Dios cumpliría esas promesas si Abraham se comprometía con Dios a obedecerle y confiar en Él. Este sería su pacto y lo sellaría el hombre con una señal en su cuerpo: la circuncisión. Qué más íntimo que el órgano reproductor del varón; si se trataba de multiplicación de generaciones, entonces llevarían en su miembro esa señal, la que siempre les recordaría el pacto que hicieron con Jehová: 

“9 Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. / 10 Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. / 11 Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. / 12 Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. / 13 Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. / 14 Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.” (Génesis 17:9-14)

En el Nuevo Pacto, así como Abraham puso una señal en su cuerpo, los cristianos llevamos una señal que en cierto modo es visible: el bautismo. Cuando creímos testificamos ante el mundo que ahora somos hijos de Dios, bautizándonos para muerte del viejo hombre y nacimiento del hombre nuevo. En ese sacramento recibimos el Espíritu Santo, somos bautizados en el Espíritu y Éste ahora vive en nosotros como señal de la presencia de Dios en el creyente. La señal del pacto de gracia es el Espíritu Santo. 

Decíamos que el patriarca Abraham entendió que Jehová es el Único Dios y le adoró y obedeció. Entonces el Señor le hizo unas promesas. 

¿Qué prometió Dios a Abraham? 

1.      Le prometió multiplicarlo.

 1 Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. / 2 Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. / 3 Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: / 4 He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. / 5 Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. / 6 Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. / 7 Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.” (Génesis 17:1-7) 

Dios promete multiplicar a Abraham. Si hoy disfrutamos de la paz que brinda el perdón de Dios, es gracias a la fe de Abraham. Si nuestra familia es convertida y goza de salvación es a consecuencia de la fe y entrega de este hombre de Dios, hace 4.000 años. En él serían bendecidas todas las familias: 

1 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. / 2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. / 3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” (Génesis 12:1-3) 

Al cristiano también el Señor promete multiplicarlo, porque Dios en Su Amor es multiplicador. Él quiere multiplicar Su Amor en muchos. Dios nos multiplica en tres aspectos: a) Nos multiplica en virtudes cristianas; b) Nos multiplica en buenas acciones, en una vida correcta; y c) Nos multiplica en nuevos creyentes.
 

2.      Le prometió una porción de tierra.

 “8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.” (Génesis 17:7) 

Dios entregó una porción de tierra a Abraham y su descendencia, aquella tierra que hoy reclaman los israelitas: 

14 Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. / 15 Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. / 16 Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada. / 17 Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré. / 18 Abram, pues, removiendo su tienda, vino y moró en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová.” (Génesis 13:14-18) 

La posesión de una porción de terreno por parte del pueblo de Dios, es una promesa del Señor a Abraham:  

“18 En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates; / 19 la tierra de los ceneos, los cenezeos, los admoneos, / 20 los heteos, los ferezeos, los refaítas, / 21 los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos.” (Génesis 15:18-20) 

A los cristianos nos ha prometido una “porción”:

a) Una porción en la Tierra, nuestra familia convertida a Jesús, “...Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.” (Hechos 16:31);  

b) Una porción en la Iglesia, una misión específica, “7 Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. / 8 Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres.” (Efesios 4:7,8); y  

c) Una porción en la eternidad,Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” (San Mateo 25:34)
 

3.      Le prometió un hijo a Sara.

“15 Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. / 16 Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. / 17 Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir? / 18 Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. / 19 Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él.”  (Génesis 17:15-19) 

Dios le prometió un heredero a Abraham y Sara. Ambos eran ancianos y ella estéril. Varias mujeres bíblicas sufrieron este mal: Sara (de Abraham), Rebeca (de Isaac), Raquel (de Jacob), Ana (de Elcana), Mical (de David), Elizabet (de Zacarías) y otras. En su mayoría se produce el milagro de la maternidad, luego de mucha oración, lágrimas y ruegos, triunfando finalmente la misericordia del Señor. 

 1 Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. / 2 Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? / 3 Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. / 4 Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. / 5 Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. / 6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. / 7 Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra.” (Génesis 15:1-7) 

Somos pecadores incrédulos, tan estériles, incapaces de dar fruto, como Sara; mas Dios nos hace fértiles y nos capacita para reproducirnos. Jesús nos ha prometido: “...Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.” (San Marcos 1:17). La reproducción que Dios nos promete es espiritual, por lo menos una persona que será nuestro hijo o hija espiritual y que continuará nuestra obra. Dios nos promete fertilidad.
 

4.      Le prometió bendecir al primogénito.

 “20 Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. / 21 Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene. / 22 Y acabó de hablar con él, y subió Dios de estar con Abraham.” (Génesis 17:20-22) 

A pesar de que Isaac es el “hijo de la promesa”, Dios que es grande en misericordias y justo, no deja de bendecir al “primogénito” legal que es Ismael y lo bendice. Prueba de ello es el alto nivel material y económico del que gozan los pueblos árabes, descendientes de Ismael. 

El hijo primogénito en tiempos bíblicos, gozaba de un gran privilegio y debía ser dedicado a Dios: “Todo primer nacido, mío es; y de tu ganado todo primogénito de vaca o de oveja, que sea macho.” (Éxodo 34:19) Así Ismael y su descendencia recibieron la bendición del Señor.  

El Nuevo Testamento se refiere a los creyentes en Jesucristo como “a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos” (Hebreos 12:23), similares a aquellos que salieron de Egipto: “Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.” (Éxodo 4:22). Los que hemos salido del Reino de las Tinieblas para habitar en Luz, somos seguidores del “primogénito de toda creación”, Jesucristo (Colosenses 1:15)

El hijo o hija primogénita de una familia, es decir el mayor es el primer hijo, quien trae gran felicidad al hogar. Los padres nos alegramos muchísimo cuando tenemos ese primer bebé, le amaremos grandemente durante toda la vida. Sin embargo también amaremos al siguiente y el más pequeño también será motivo de mucho cariño. En verdad, los padres amamos a todos nuestros hijos por igual; cada uno tiene sus encantos para nosotros. A veces los papás cometen el error de dar preferencia a uno más que a otro –la Biblia tiene ejemplos de esa peligrosa actitud, como los casos de Jacob y su hijo José; o Isaac y el mismo Jacob –lo que genera envidias, odios y venganzas en sus hermanos. El caso de Ismael es el de un niño producto de una relación ajena al matrimonio, aunque fuera motivada por Sara; entonces el niño fue tratado como familiar de segunda clase. Esto provocó en el niño y joven después, una actitud agresiva y odiosa hacia su hermano y descendencia. Pero Dios, siempre Fiel a Sus promesas, le bendijo. 

Como primogénitos del Señor Jesús, somos beneficiados por las máximas bendiciones de Dios. El Señor nos da una triple bendición: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.” (3 Juan 2). Dios nos regala:

a)      Una bendición material y económica, “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas”
b)      Una bendición corporal, “y que tengas salud”, y
c)      Una bendición espiritual, la salvación del alma, “así como prospera tu alma.”
 

5.      Le prometió enriquecer a su nación.

“13 Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. / 14 Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. / 15 Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez. / 16 Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí.” (Génesis 15:13-16) 

Profecía acerca de los 400 años en Egipto. 

La mayor riqueza del cristiano no está en esta Tierra sino en la eternidad: “19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; / 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. / 21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (San Mateo 6:19-21). Las riquezas materiales se corrompen y se pueden perder fácilmente, en cambio las riquezas espirituales son brillantes y apreciadas por Dios, se conservan limpias y eternas en el cielo, en la memoria del Señor.  

¿Cuáles son las riquezas espirituales o los tesoros que podemos acumular en el cielo? Las más destacables son las siguientes: 

a) Compasión, actitudes y acciones compasivas: “34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. / 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; / 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.” (San Mateo 25:34,35);  

b) Generosidad, conducta generosa: “6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. / 7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. / 8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; / 9 como está escrito: Repartió, dio a los pobres; Su justicia permanece para siempre.” (2 Corintios 9:6) 

c) Evangelismo, comunicación del Evangelio: “14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? / 15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10:14,15). “El fruto del justo es árbol de vida; Y el que gana almas es sabio.” (Proverbios 11:30)

 

CONCLUSIÓN.

El Señor llamó a Abraham e hice un pacto con él, prometiéndole, si le obedecía y creía en Él: 1) Multiplicarlo; 2) Darle una porción de tierra; 3) Darle un hijo a Sara; 4) Bendecir al primogénito; y 5) Enriquecer a su nación.  

A los cristianos del Nuevo Pacto nos promete: 1) Multiplicarnos en virtudes, buenas acciones y nuevos creyentes; 2) Darnos una “porción” en la Tierra (familia convertida), una en la Iglesia (misión) y una en la eternidad (cielo); 3) Capacitarnos para reproducirnos espiritualmente; 4) Darnos la triple bendición: económica, salud y salvación; y 5) Darnos las riquezas espirituales que son la compasión, la generosidad y el evangelismo.

 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Qué promesa espero del Señor?
2)      ¿Por qué es importante Abraham para mí?
3)       ¿Por qué la Biblia dice que en Abraham serían bendecidas todas las familias de la tierra?
4)      ¿De qué modo estoy multiplicando el Amor de Dios?
5)      ¿Cuál es la “porción” que el Señor me ha dado?
6)      ¿Cómo vivo el milagro de la maternidad o paternidad?
7)      ¿Me estoy reproduciendo como cristiano/a?
8)      ¿Cómo puede una comunidad cristiana dejar de ser estéril?
9)      ¿Qué significado tiene mi hijo/a primogénito/a?
10)  ¿Me siento bendecido/a como primogénito/a del Señor?
11)   ¿Qué significa para mí cada uno de mis hijos?
12)  ¿He cometido el error de dar preferencia a uno de mis hijos más que a otro?
13)  ¿Estoy practicando el ofrecer la triple bendición de prosperidad, salud y salvación?
14)  ¿De qué forma hace mi iglesia tesoros en los cielos? 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.

·         MacArthur, John (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 

·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.

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·         (1974) “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo.

·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/

·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php

·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd

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·         Rollo Marín, Antonio (1954) “Teología de la Perfección Cristiana” Biblioteca de Autores Cristianos.

·         (2011) “Nuevo Testamento Interlineal Griego Español” Argentina, Iglesia en Salta, Ministerio Apoyo Bíblico.