domingo, octubre 16, 2022

NUESTRO TEXTO DE VIDA

 





 

“Toda la Escritura es inspirada por Dios,

y útil para enseñar, para redargüir,

para corregir, para instruir en justicia, /

a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,

enteramente preparado para toda buena obra”

2 Timoteo 3:16,17

  

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os cristianos tenemos unas Escrituras, nuestros libros sagrados, el antiguo y el Nuevo Testamento, que conforman la Biblia. En realidad, la Biblia es una reunión de 66 libros escritos a través de varios siglos por diversos escritores, pero uno solo es el autor: Dios. Tenemos un libro inspirado por Dios que es nuestro libro de texto. Así como los estudiantes se apoyan en un libro de lecturas entregado por el maestro, nosotros los cristianos, los discípulos de Jesús, tenemos la Biblia que es nuestro “Texto de vida”. 

Dice el Apóstol Pedro: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el Lucero de la mañana salga en vuestros corazones; / entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la escritura es de interpretación privada, / porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2 Pedro 1:19-21) 

Esta Escritura inspirada por Dios es una Palabra profética muy segura, de la cual nosotros nos tomamos para vivir como personas creyentes en Dios. Se dice que somos la religión del libro porque tenemos un Libro que nos guía y estamos atentos a este Libro que, como una antorcha, ilumina nuestro caminar, nos muestra la verdad y la voluntad de Dios, cómo quiere Él que vivamos. Pedro anhela que alumbre Cristo en los corazones de los cristianos, que puedan madurar y entiendan lo que significa la Escritura, que no es de interpretación particular, sino que tiene un significado específico y es aquél que dilucida el Espíritu Santo para nuestras vidas. Apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros son ministros de Dios dedicados a esa interpretación de la Escritura, pero en realidad todo cristiano puede interpretar la Palabra de Dios, si es bien guiado por el Espíritu Santo y educado con las herramientas que el Espíritu nos ha dado para la exégesis y la hermenéutica de la Palabra de Dios. Es claro que toda la Escritura es inspirada por Dios y por lo tanto contiene la Verdad. Eso es la inerrancia bíblica. 

La Escritura es útil para enseñar. Por medio de ella podemos enseñar a las personas a vivir, que es lo más importante; que aprendamos como debe vivir el esposo, la esposa, el trabajador, el hijo, cómo debe vivir la mujer y el hombre, cómo debe vivir el jefe, cómo ejercer cada uno su rol en esta sociedad y en la Iglesia. Todo eso abarca la Escritura y eso es lo importante.  Timoteo, como obispo de Éfeso, también debía enseñar: 

“Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido” (1 Timoteo 4:6) 

Timoteo, como líder, tiene que enseñar doctrina, palabras de fe; tiene que ser un buen ministro de Dios y enseñar a sus hermanos pues el ministerio de la Palabra no es sólo la predicación, la evangelización y el discipulado; es también la enseñanza. 

La Escritura es útil para enseñar y también para redargüir. Esta palabra significa argumentar en contra de falsos conceptos, es una contra argumentación. Las personas tienen unos prejuicios y unas ideas preconcebidas a veces cerradas y erradas. Como cristianos podemos tener ideas equivocadas y entonces el ministro del Señor debe sacarnos de esa confusión o error argumentando adecuadamente, por supuesto con la Palabra de Dios. Eso es redargüir: argumentar en contra de conceptos falsos. 

Pero también la Palabra de Dios, dice Pablo, es útil para corregir a aquel que está actuando en una forma incorrecta, que está haciendo cosas que no debiera o bien no haciendo lo que debe hacer. Entonces hay que corregirlo con la Palabra: 

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12) 

Usted escucha la Palabra de Dios o la lee y esa Palabra le habla, si usted tiene una conciencia sensible, una disposición de alma, una mente abierta para recibir la enseñanza del Señor. Comprenderá que algo le está hablando y quiere corregirle en sus dudas, corregirle en aquello que usted no está haciendo en forma correcta. Así que la Escritura que es inspirada por Dios, que es útil para enseñar y redargüir, también sirve para corregir al que está siguiendo un camino incorrecto. 

Y también dice que es para instruir en justicia. La justicia es el equilibrio que Dios quiere que vivamos, la conducta correcta, Dios es un Dios justo que da a cada uno conforme a sus obras, lo que tiene que recibir. Si ha de corregirnos o reprendernos Dios lo va a hacer en forma correcta, justa. Si tiene que premiarnos, nos premiará. Dios es Justo y Su Palabra sirve para instruir en justicia. 

En el texto clásico de nuestra fe, ese descubrimiento o redescubrimiento de Lutero en la carta a los romanos, se lee: 

“Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” (Romanos 1:17) 

El versículo habla de dos conceptos: justicia y fe. Fe es creer y dice que el justo por la fe vivirá, podemos tener la vida eterna por medio de la fe. Dios puede justificarnos en Cristo o sea puede hacernos justos. En el Evangelio esta justicia se revela por fe. La Sagrada Escritura es útil para instruir en esa justicia: 

“y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” (Efesios 4:24) 

Como nacidos de nuevo debemos revestirnos o volvernos a vestir, pero ya no con esas vestiduras andrajosas y malolientes del mundo de tinieblas, sino con una vestidura limpia, santa, purificada por la sangre de Jesús. Esa vestidura es ese hombre nuevo o mujer nueva que creó Dios en usted, desde el momento en que se convirtió. Creado en la justicia de Cristo y en la santidad de Cristo, que también es la Verdad. Él ha dicho: “Yo soy el camino y la verdad y la vida”. 

Por último: “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento, / para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, / llenos de frutos de Justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.” (Filipenses 1:9-11) 

La justificación que Dios nos ha dado debe producir un fruto. La Escritura, por estar inspirada por Dios y ser útil para enseñar y para redargüir y corregir, también nos instruye en esa justicia. 

Tenemos, entonces, cinco características de la Sagrada Escritura, nuestro Texto de Vida que tiene un propósito: “a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:17) 

Tenemos un propósito: la perfección. Por supuesto nunca vamos a ser en esta vida perfectos porque tenemos un cuerpo que está inclinado al pecado, porque vivimos en un mundo donde hay muchas tentaciones y en algunas oportunidades podemos ser vencidos por la tentación, porque somos combatidos permanentemente por el reino de tinieblas, etc. El Espíritu Santo nos santifica paulatinamente pero cuando llegue el día de nuestra muerte, tal vez no seremos perfectos, a la imagen de Cristo, más en la resurrección seremos transformados. 

Esta Sagrada Escritura es para que nos instruya y nos prepare y nos corrija y haga de nosotros personas perfectas. Perfección significa santidad: “Sed perfectos, como mi Padre que está en los cielos es perfecto”; “Sed santos, como mi Padre que está en los cielos es Santo.” Dios pide de nosotros la santidad ¿y cómo podrá lograrlo? Por medio del sacrificio de Cristo en la Cruz que ha dado su vida por nosotros y ha puesto en nosotros Su Espíritu. Ese Espíritu es el que nos santifica día a día, pero utiliza la Palabra de Dios. La Escritura y el Espíritu Santo están mancomunados, están asociados para hacer de nosotros personas nuevas. 

Por último, dice nuestro texto “…enteramente preparado para toda buena obra.”  Comienza el texto con la palabra toda cuando dice Toda la escritura es inspirada por Dios…” y termina el texto también con la palabra toda: “…enteramente preparado para toda buena obra.” Así es que la totalidad de la escritura es de inspiración Divina y está hecha para que nosotros podamos ser santos, que no es la total perfección, sino que podamos ser buenos cristianos y estar preparados para realizar toda buena obra. ¡Qué el Señor nos ayude! 

© Pastor Iván Tapia

pastorivantapia1983@gmail.com


viernes, octubre 07, 2022

LA LEY DEL AMOR

 




“El que no ama, no ha conocido a Dios;

porque Dios es amor.”

1 Juan 4:8

 

 

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a frase “Dios es amor” se puede ver escrita en las muros, en las calles, en las piedras, a veces en los cerros. Es una verdad que ha sido predicada mucho pero realmente pocos viven. Dios es amor y si yo tengo a Dios, entonces yo tengo el amor. Pero ese amor no es sólo para disfrutarlo para mí mismo, sino que es un amor que Dios pone en nuestro interior para llenarnos de él y darlo a nuestro prójimo. Por eso dice el versículo “el que no ama no ha conocido a Dios…” ¡y cuántos dicen conocer al Señor, conocer a Dios! Hablan de Dios, predican de Dios, escriben de Dios y siempre están con la palabra “Dios” en sus labios pero realmente no aman pues no tienen misericordia de los que sufren, no ayudan a su prójimo, no escuchan al que tiene problemas, critican, envidian, no son humildes, etc. O sea, no tienen amor, no aman. Por lo tanto, podemos inferir, como dice este versículo, que esas personas, aunque hablen de Dios, aunque digan que son cristianos, que son religiosos, que son de tal o cual iglesia, en realidad no han conocido a Dios porque “Dios es amor”. 

Esto es lo que caracteriza al verdadero cristiano. Jesús dijo que nos conocerían por una característica: que nos amamos unos a otros. Dice en el Evangelio: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (San Juan 13:35) La característica del discípulo de Jesucristo es que tiene amor por el hermano. En el versículo anterior el Señor dice: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” (San Juan 13:34) 

Nosotros conocemos los 10 Mandamientos, pero el Señor dice “un mandamiento nuevo les voy a dar ahora”. Este otro mandamiento es quizás el mandamiento más importante porque es el que resume todos los mandamientos anteriores. Por ejemplo, no robar es un mandamiento, no matar es otro mandamiento, no desear la mujer del prójimo y en el caso de la mujer, no desear el hombre del prójimo.  Cada uno es un mandamiento y es un pecado desobedecerlo. Si el mandato es no mentir y yo miento, estoy engañando a mi prójimo; si yo mato le estoy haciendo daño a mi prójimo, no lo estoy amando; si deseo lo que tiene el vecino y tengo envidia de él, no lo estoy amando al no alegrarme de que ese vecino tenga aquello, sino que estoy molesto porque ese vecino tiene un auto o tiene una casa linda o tiene un esposo y yo no lo tengo, o tiene las cosas y comodidades que yo no dispongo. Por tanto, todos los mandamientos hablan del amor y faltar a cualquiera de ellos es faltar al amor. 

Y Jesús dice que nos da ese nuevo mandamiento. Él viene a aclarar cuál es la voluntad de Dios “Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros”. Aquí hay algo especial; podría haber dicho nada más que “Que os améis unos a otros” pero añadió “como yo os he amado”. Él puso la medida de ese amor y dio Su propia vida por Sus discípulos. Jesús entregó Su vida y eso es lo que tendremos que hacer si queremos realmente amar como Dios quiere que amemos: Dar la vida por nuestros prójimos. Tal vez no nos vamos a matar, no nos crucificarán, no nos van a perseguir ni nos van a meter en la cárcel. Pero cuando doy de mi tiempo, cuando yo renuncio a algo que me gusta por ayudar a otros, estoy dando amor entregándome por el prójimo, por causa del Evangelio, por amor a Dios. 

Luego dice: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (San Juan 13:35) El amor será un sello, una característica, un reconocimiento. No necesitamos usar un uniforme, un cuello clerical o una sotana para mostrar que somos cristianos; tan sólo tenemos que mostrar el amor. Así lo dice Juan nuevamente en su primera carta: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” y en el anterior “Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios.” (1 Juan 4:7) 

La persona que ha nacido de Dios, que ha nacido de nuevo, porque eso es nacer de Dios, nacer del Espíritu; esa persona tiene el Espíritu Santo y el Espíritu Santo es amor:

“1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; / 2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. / 3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; / 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; / 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:1-5) 

Al darnos Dios su Espíritu Santo, ha derramado dentro de nosotros Su amor. La tarea que tenemos por delante es amar a nuestro prójimo, es amar a aquel que huele mal, a cigarro, a vino, que está borracho o huele a droga, a mariguana; amar a aquel que está mal vestido, andrajoso, sucio o que está botado en la calle; amar al vanidoso, ese que nos dice necedades; al que a veces nos desprecia y se cree superior, aquel que es antipático; ha que amar al que no tiene amigos porque es tan pesado, pero nosotros podemos ser su amigo o su amiga en representación del Dios de amor; amar al que piensa distinto a mí, que es de otra religión o de otra iglesia, que cree en otras cosas o que no cree, al ateo al agnóstico; al que tiene necesidad de ayuda, de ser escuchado, que se le aplauda, que se le diga una palabra de ánimo para que se eleve su autoestima, en fin, amar a todo el mundo. Creo que lo más difícil es amar a aquellos que nos agreden o que nos cae mal porque están llenos de vanidad o son personas prepotentes. Pero tenemos que amarlos porque es el mandamiento de Cristo. ¡Qué el Señor nos ayude, nos bendiga, nos fortalezca y nos de la capacidad de perdonar al difícil, sobrellevar al que tiene problemas y ayudar a aquel que necesita de su amor! 

Oración: Padre, gracias por Tu Palabra que nos invita a amar a nuestros prójimos sin limitación y darles lo que ellos necesitan porque Tú lo ordenas. Queremos ser canales de bendición para sus vidas, canales de Tu amor. Tú dijiste que cuando damos a un pobre o ayudamos al necesitado, al enfermo, cuando visitamos a alguien en la cárcel o en el hospital, lo hacemos a Ti. Padre permite que te sigamos sirviendo y dando el amor que nos has entregado gratuitamente; no que nosotros seamos amorosos, sino que tu Espíritu Santo ha derramado ese amor en nuestro interior. Ayúdanos a compartirlo, no ser egoístas y darlo a nuestro prójimo. En el nombre de Jesús. Amén.


© Pastor Iván Tapia

pastorivantapia1983@gmail.com