domingo, marzo 28, 2021

FIDELIDAD AL MAESTRO

 

"Entrada de Jesús en Jerusalén", Claudio Coello (1642-1693)


© Pastor Iván Tapia

“8 Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. / 9 Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! ” (San Mateo 21:8,9) 

Una gran cantidad de personas se agolpa en torno a Jesús entrando en la ciudad de Jerusalén montado en un pollino. Tienden sus mantos y ramas de los árboles en el suelo como lo hicieron en el pasado con Jehú, hijo de Josafat: “Dicho esto, todos se apresuraron a tender sus mantos sobre los escalones, a los pies de Jehú. Luego tocaron la trompeta y gritaron: ¡Viva el rey Jehú!” (2 Reyes 9:13 / NVI) 

El manto es una prenda que llevaban todos para abrigarse, pero también podía servirles por la noche como cobertor y enrollado como almohada. Cada persona tenía un manto diferente que le distinguía de los demás, era una especie de identificación. El manto era como se mostraba la persona. En este caso el acto de poner sus mantos a los pies de este Rey era signo de reconocimiento a Su autoridad espiritual y de la entrega y sometimiento que ellos le harían. Sin embargo vemos que esta multitud que le adora cantando ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!, en unos días más clamará: “13… ¡Crucifícale! / 14 Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aun más: ¡Crucifícale!” (San Marcos 15:13,14) 

Los discípulos observan como su Maestro es aclamado por la gente. Ellos le han seguido durante tres años y han sido testigos de ese fervor de muchos frente a Sus actos, milagros, prodigios, palabras llenas de sabiduría y autoridad. Como todos, aún no alcanzan a comprender la misión de Jesús y también ven en Él ese libertador mesiánico que restaurará Israel y restablecerá Su trono en Jerusalén. Mas el fervor de la multitud y en cierto modo de ellos mismos, pronto se desvanecerá. ¡Cuánto anhelaban el cumplimiento de las profecías! 

Ellos querían un rey que entrara triunfante en la Ciudad Santa y destruyera los poderes de este mundo, pero este Rey venía con un mensaje y una actitud humilde y de paz, pues era Príncipe de Paz. ¡Cuántas veces esperamos de nuestros líderes ciertas actitudes y decisiones, les alabamos y levantamos, pero luego descubrimos que ellos son muy diferentes a lo que pensábamos! No es que los líderes espirituales nos engañen, sino que nosotros los hemos visto de una manera equivocada. ¿Cómo actuaremos al ver que ese líder o ministro no hace ni dice lo que yo pienso? ¿Nos molestaremos con él y le quitaremos nuestro apoyo? ¿Lo enfrentaremos y desafiaremos? ¿Murmuraremos de él y les diremos a todos que es decepcionante? Los discípulos abandonarían en unos días más a Jesús, Pedro lo negaría. Sin embargo Juan le acompañaría bajo la cruz, junto a las mujeres, entre ellas la madre de Jesús. 

Volviendo al momento que asistimos, los discípulos son una vez más testigos de la autoridad espiritual de Su Maestro. Por tanto están orgullosos de Él y de ser Sus apóstoles, están felices de ver y escuchar tanta aclamación de alabanza y gozo por Jesús. Esta es una experiencia que se puede vivir cuando acompañamos a nuestro pastor, tutor o algún ministro del Señor que predica, evangeliza y difunde la Palabra de Dios a grupos de personas. Pablo  le escribía a su discípulo Timoteo: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos…” (2 Timoteo 2:2) Pero el ministerio no tiene sólo momentos de gloria sino también de pruebas y padecimientos: “10 Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, / 11 persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor.” (2 Timoteo 3:10,11) El discípulo que es fiel a su maestro está con él en la entrada triunfal y también en el calvario.

(Del Mensajes de Semana Santa 2021, "Discípulos en domingo de Ramos")


domingo, marzo 21, 2021

ADORACIÓN

 EL DISCÍPULO FIEL

CAPÍTULO V

TIEMPO DEVOCIONAL

 


© Pastor Iván Tapia

9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, / 10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: / 11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.” (Apocalipsis 4:9-11) 

Apocalipsis contiene el cincuenta por ciento de los versículos sobre adoración en el Nuevo Testamento, en total 20 de 43, porque es en los cielos donde mayormente se practica. Allí está el modelo de adoración al que imitar. El texto nos da a conocer unos seres muy distintos a los humanos que están adorando permanentemente a Dios; ellos dan gloria a Dios, le honran y agradecen. También están los 24 ancianos representantes de las 12 tribus de Israel y los 12 apóstoles de la Iglesia, que adoran al Eterno y se despojan de su autoridad para ofrecérsela sólo a Él. Sus palabras de adoración expresan su admiración por el Dios Creador. Adoración es el reconocimiento de los atributos únicos de Dios. 

No puede faltar en el momento devocional del discípulo la adoración a Dios, expresada en todas o alguna de estas formas: alabanza, adoración y/o contemplación. 

a)      Alabanza

“Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.” (Hebreos 13:15) Por medio de Jesucristo ofrezcamos a Dios alabanzas. Estas son un sacrificio agradable a Él; su propósito no es nuestro agrado o disfrute, aunque lo sintamos, sino el agrado del Señor. Por eso la Escritura habla de sacrificio.

b)      Adoración

23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.  / 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (San Juan 4:23,24) La adoración propiamente tal es más que alabar, más que cantar un himno inspirado, es entregar toda el alma y el espíritu en exaltación del Nombre de Dios, por tanto es espontanea y personal, una íntima expresión de amor al Altísimo expresada en nuestro idioma o en una lengua desconocida.

c)      Contemplación

“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida” (1 Juan 1:1) El apóstol Juan revela que Jesucristo es eterno, está desde el principio y a ese Ser los apóstoles han tenido el privilegio de oírlo, verlo, contemplarlo y tocarlo. Lo llama Verbo de vida. Se oye con el sentido auditivo, se ve con el visual y se toca con el táctil, pero se contempla con un sentido más profundo, con el corazón. Podemos contemplar un rostro, una pintura o un paisaje con nuestros sentidos y también podemos imaginarlos y contemplarlos con el alma. A Dios que es invisible aún para nosotros, le contemplamos con el corazón y podemos estar horas en ello, lo cual es una forma de adoración. 

De una u otra forma, de modo natural, se dará la adoración, sea con alabanzas, adoración o contemplación, en el tiempo devocional del discípulo; es una necesidad del espíritu y una expresión de quien ama al Señor. No es una obligación ni parte de un rito, sino una práctica propia del tiempo devocional.

(Del libro "El Discípulo Fiel")

 


domingo, marzo 14, 2021

UN HOMBRE NECIO

 ISAÍAS, EL PROFETA MESIÁNICO

CAPÍTULO 22 (SEGUNDA PARTE)

EL NECIO, EL CLAVO Y LA CARGA





© Pastor Iván Tapia

“15 Jehová de los ejércitos dice así: Ve, entra a este tesorero, a Sebna el mayordomo, y dile: / 16 ¿Qué tienes tú aquí, o a quién tienes aquí, que labraste aquí sepulcro para ti, como el que en lugar alto labra su sepultura, o el que esculpe para sí morada en una peña? / 17 He aquí que Jehová te transportará en duro cautiverio, y de cierto te cubrirá el rostro. / 18 Te echará a rodar con ímpetu, como a bola por tierra extensa; allá morirás, y allá estarán los carros de tu gloria, oh vergüenza de la casa de tu señor. / 19 Y te arrojaré de tu lugar, y de tu puesto te empujaré.” (Isaías 22:15-19) 

Sebna, probablemente de origen egipcio, era el mayordomo del buen rey Ezequías y encargado de la administración del tesoro real. Su nombre significa “juventud” y tal vez retrata una debilidad de quien aún no ha madurado: la vanidad. Se ufanaba de su cargo de tanto honor y se glorificaba a sí mismo. La Biblia se refiere a él como un escriba, es decir un hombre que tenía por oficio copiar escritos, pasarlos en limpio o escribir al dictado: “Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del Rabsaces.” (Isaías 36:22); “Y envió a Eliaquim mayordomo, a Sebna escriba y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz.” (Isaías 37:2) 

Su corazón estaba lleno de orgullo y buscaba obtener grandes ventajas de su posición. El Señor le pregunta “¿Qué tienes tú aquí, o a quién tienes aquí…?” como diciéndole “¿Quién crees que eres tú? Si en verdad, nada vales”. La vanidad le impulsó a construir su sepultura, finamente labrada, como si se tratara de un monarca; quería dejar una herencia y prolongarse en la memoria de todos, algo muy propio de los faraones egipcios.  ¿Dónde obtuvo los recursos económicos y materiales para hacerla? No creía a las profecías del visionario, que vendría una invasión, y pensaba que moriría tranquilamente en Jerusalén. Debiendo haberse dedicado a atender a su pueblo, Judá, estuvo preocupado de su propia egolatría. Tal arrogancia fue condenada por Dios en la boca del profeta. 

El “duro cautiverio” a que se refiere la profecía contra Sebna en este punto es un doble cautiverio, espiritual y material. Es cautivo de su vanidad y egolatría; se siente poderoso y no tiene temor de Jehová. Pero el Señor le hará cautivo del enemigo de Ezequías. Isaías, por orden de Jehová, confrontó al orgulloso escriba y le profetizó que jamás ocuparía esa lujosa tumba y ni sus posesiones le salvarían de los babilonios. 

Isaías le anuncia que Dios lo bajará de su pedestal “como a bola por tierra”. Será enviado a otra tierra donde morirá, lejos de la sepultura que ha labrado para su gloria personal.  Esa “tierra espaciosa” sería Asiria. Si soñaba con un funeral ostentoso con muchos carros rindiéndole honores, “allá estarán los carros de tu gloria, oh vergüenza de la casa de tu señor.” El Señor le trata muy mal, primero sacándolo de su cargo de tesorero real para degradarlo a escriba, “de tu puesto te empujaré”.  Así se inició su descenso durante el reinado de Ezequías, antes de 701 a.C. Luego enviándolo lejos del país, donde sufriría una muerte vergonzosa. 

En conclusión podemos decir que por su arrogancia, vanidad, soberbia y trato despreciativo al pueblo, Sebna fue degradado. Este hombre representa a la gente de Jerusalén de ese tiempo, no al rey Ezequías. Siempre buscó la gloria pero Dios no lo permitiría; él pensaba que nunca vendría la calamidad y que él estaba muy seguro; pero al final todos sus logros se estropearían. Fue lo que Jesús define en el Evangelio como un “hombre necio”: 

“16 También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. / 17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? / 18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; / 19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. / 20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? / 21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.” (San Lucas 12:16-21) 

La enseñanza para nosotros se puede resumir en estas palabras del Maestro: 

“Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” (San Lucas 12:16-21)


(Del libro "Isaías, el Profeta Mesiánico")

 

domingo, marzo 07, 2021

EL PECADO DE JERUSALÉN

 ISAÍAS, EL PROFETA MESIÁNICO

CAPÍTULO 22

(PRIMERA PARTE)


 

© Pastor Iván Tapia

 

“Tú, llena de alborotos, ciudad turbulenta, ciudad alegre; tus muertos no son muertos a espada, ni muertos en guerra.” (Isaías 22:2) 

E

n el capítulo 22 de Isaías se leen dos profecías, diferentes en su contenido y tiempo: La profecía que se ha nombrado como “Valle de la visión” y la de Sebna y Eliaquim. En esta primera parte nos ocuparemos de la del “valle” que es pronunciada contra Jerusalén. Las profecías de los capítulos anteriores son contra otras naciones, pero aquí es Judá quien tiene un comportamiento tan pagano como ellas, por tanto Dios les habla duramente acerca de lo porvenir. Veremos qué razones tuvo el Señor para anunciar un castigo para Jerusalén. 

Es importante destacar que esta profecía no sólo es una predicción fatal para las gentes de aquella época, sino también para nosotros, en la actualidad, cuando sobreabunda el pecado y la desobediencia e indiferencia a Dios y Su Evangelio. 

¿En qué pecaron los habitantes de Jerusalén? 

1.      No renunciaron al disfrute carnal.

“1 Profecía sobre el valle de la visión. ¿Qué tienes ahora, que con todos los tuyos has subido sobre los terrados? / 2 Tú, llena de alborotos, ciudad turbulenta, ciudad alegre; tus muertos no son muertos a espada, ni muertos en guerra.  / 3 Todos tus príncipes juntos huyeron del arco, fueron atados; todos los que en ti se hallaron, fueron atados juntamente, aunque habían huido lejos. / 4 Por esto dije: Dejadme, lloraré amargamente; no os afanéis por consolarme de la destrucción de la hija de mi pueblo.” (Isaías 22:1-4) 

Indudablemente que el llamado “valle de la visión” es Israel, ya que Dios se revelaba a Su pueblo allí, en Jerusalén, la Ciudad Santa, la “ciudad del gran Rey”. La antigua ciudad de Jerusalén estaba situada en una depresión geográfica entre el monte Moriah y la ciudad de David en el monte Sion. Quizás el profeta vivía en ese valle. El Señor destaca la palabra “visión” para conmover la ceguera espiritual de Sus hijos. Pero ellos prefieren subir a “los terrados” a celebrar, comer, beber, danzar y enamorar –no muy diferente a nuestros días- entonces Dios les pregunta “¿Qué tienes ahora…?” ¿Por qué viven en medio de tal despreocupación por las cosas espirituales? No precisa qué acontecimiento está celebrando el pueblo, pero el profeta condena la actitud de esta “ciudad turbulenta”, desenfrenada. En verdad están “muertos”, pero no de espada ni guerra, sino de llevar una vida vacía olvidados de Dios. 

En el 586 a.C. Jerusalén caerá en manos de Babilonia y el profeta se los está advirtiendo anticipadamente, con tres siglos de anticipación. Dios es paciente, pero llega un momento en que Su tolerancia se colma y procede a castigar al pecador o a disciplinar al creyente. Quiere evitar el desastre conduciéndolos al arrepentimiento, más ellos quieren seguir en fiesta. 

Los gobernantes huirán, perseguidos por el enemigo, no defenderán a su pueblo. No tienen un compromiso real con los suyos, son príncipes egoístas. Pero serán alcanzados por el enemigo, atados y muertos. Debieran haber defendido a los suyos, pero sólo se preocuparon de salvar sus vidas. Así sería la caída de Jerusalén: “4 Abierta ya una brecha en el muro de la ciudad, huyeron de noche todos los hombres de guerra por el camino de la puerta que estaba entre los dos muros, junto a los huertos del rey, estando los caldeos alrededor de la ciudad; y el rey se fue por el camino del Arabá. / 5 Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y lo apresó en las llanuras de Jericó, habiendo sido dispersado todo su ejército. / 6 Preso, pues, el rey, le trajeron al rey de Babilonia en Ribla, y pronunciaron contra él sentencia. / 7 Degollaron a los hijos de Sedequías en presencia suya, y a Sedequías le sacaron los ojos, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia.” (2 Reyes 25:4-7) 

Tras toda realidad histórica, sea un conflicto social, un gobierno, una catástrofe, etc. hay una razón espiritual. El profeta veía venir la mano dura del Señor sobre ese pueblo desobediente, carnal e indiferente a Jehová, y sentía un profundo dolor por ello. 

Morirían muchos en el asedio babilónico huyendo, por hambre o enfermedad, por la indolencia de sus dirigentes: “Si salgo al campo, he aquí muertos a espada; y si entro en la ciudad, he aquí enfermos de hambre; porque tanto el profeta como el sacerdote anduvieron vagando en la tierra, y no entendieron.” (Jeremías 14:18); “Así ha dicho Jehová: El que se quedare en esta ciudad morirá a espada, o de hambre, o de pestilencia; mas el que se pasare a los caldeos vivirá, pues su vida le será por botín, y vivirá.” (Jeremías 38:2) 

Usualmente se espera de Jeremías que lamente y llore amargamente, sin embargo aquí es Isaías quien lo hace: “Dejadme, lloraré amargamente; no os afanéis por consolarme de la destrucción de la hija de mi pueblo.” Isaías lloró en el valle de la visión, mientras la ciudad no le escuchaba y se divertía, llena de alborotos, turbulenta y con la falsa alegría de la carne. Ellos buscaban sólo pasarla bien, gozar la sensualidad y el placer del cuerpo y el alma. 

Lección: “20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. / 21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. / 22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. / 23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:20-23) 

 

2.      No buscaron el Reino de Dios.

“5 Porque día es de alboroto, de angustia y de confusión, de parte del Señor, Jehová de los ejércitos, en el valle de la visión, para derribar el muro, y clamar al monte. / 6 Y Elam tomó aljaba, con carros y con jinetes, y Kir sacó el escudo. / 7 Tus hermosos valles fueron llenos de carros, y los de a caballo acamparon a la puerta. / 8 Y desnudó la cubierta de Judá; y miraste en aquel día hacia la casa de armas del bosque. / 9 Visteis las brechas de la ciudad de David, que se multiplicaron; y recogisteis las aguas del estanque de abajo. / 10 Y contasteis las casas de Jerusalén, y derribasteis casas para fortificar el muro. / 11 Hicisteis foso entre los dos muros para las aguas del estanque viejo; y no tuvisteis respeto al que lo hizo, ni mirasteis de lejos al que lo labró.” (Isaías 22:5-11) 

Anuncia que vendrá un día de terror en que derribarán el muro, como en aquella oportunidad en que estuvieron al borde de la destrucción. Las tierras de Elam y Kir tenían asirios destacados en sus tropas, listos para atacar Jerusalén, la ciudad de David. Elam apoyó a los babilonios cuando peleaban contra los asirios. Vendrá un ejército con carros, lanzas, flecheros y todo tipo de armas de guerra, contra la Ciudad Santa. La ciudad se llenará de soldados enemigos, diezmando a la población. 

La casa del rey Salomón, que ahora era casa de armas, será atacada: “1 Después edificó Salomón su propia casa en trece años, y la terminó toda. /2 Asimismo edificó la casa del bosque del Líbano, la cual tenía cien codos de longitud, cincuenta codos de anchura y treinta codos de altura, sobre cuatro hileras de columnas de cedro, con vigas de cedro sobre las columnas. / 3 Y estaba cubierta de tablas de cedro arriba sobre las vigas, que se apoyaban en cuarenta y cinco columnas; cada hilera tenía quince columnas. / 4 Y había tres hileras de ventanas, una ventana contra la otra en tres hileras. / 5 Todas las puertas y los postes eran cuadrados; y unas ventanas estaban frente a las otras en tres hileras. / 6 También hizo un pórtico de columnas, que tenía cincuenta codos de largo y treinta codos de ancho; y este pórtico estaba delante de las primeras, con sus columnas y maderos correspondientes.” (1 Reyes 7:1-6); “Asimismo hizo trescientos escudos de oro batido, en cada uno de los cuales gastó tres libras de oro; y el rey los puso en la casa del bosque del Líbano.” (1 Reyes 10:17) 

La profecía parece decir, en palabras nuestras: El Señor traerá confusión a la ciudad; derribarán el muro los enemigos y ustedes clamarán, más Dios ya no les escuchará, como ustedes no se ocuparon de Él cuando debían. Pueblos limítrofes serán nuestros enemigos pues se han aliado con el poderoso que nos invadirá. Los enemigos llegarán a las puertas de la ciudad y derribarán el muro con su poder. Aún la casa de las armas será desvalijada y ya no tendremos defensa. Se multiplicarán las entradas a la ciudad de David y ya no habrá salvación para nosotros. Aunque fortifiquemos el muro y hagamos obras para la defensa, si no fortalecemos las murallas de nuestra fe y no alimentamos el estanque de nuestras almas con Su Palabra, el enemigo nos derrotará porque no es un asunto externo sino del corazón que se ha alejado del Todopoderoso. El estanque de Siloé alimentado con los manantiales de Gihón, suministraba agua a toda la ciudad, la condujimos con sumo cuidado e ingenio pero no usamos la inteligencia para la vida del espíritu. Dios es quien edificó esta ciudad, la ciudad de David, resultado de la fe y el arrojo de valientes cuyo corazón estaba en Él, pero hemos perdido esos valores y la ciudad está debilitada, proclive a la invasión y destrucción de un enemigo poderoso que se esconde en las tinieblas. Los ejércitos enemigos rodearán Jerusalén y el Señor ahora no nos librará. 

Las brechas en los muros se multiplicaron, creció el peligro para los jerosolimitanos, pero ellos no tuvieron respeto al que hizo posible ese progreso de la ciudad, es decir a Dios. Sólo se vieron a sí mismos, fueron egoístas, ególatras, egotistas y egocéntricos; nunca pensaron en ser teocéntricos, en quitar la vista de sí mismos y ponerla en Jehová. En términos del Evangelio, no buscaron primero el Reino. 

Lección: “31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? / 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. / 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”  (San Mateo 6:33) 

3.      No se sometieron al Señor.

“12 Por tanto, el Señor, Jehová de los ejércitos, llamó en este día a llanto y a endechas, a raparse el cabello y a vestir cilicio; / 13 y he aquí gozo y alegría, matando vacas y degollando ovejas, comiendo carne y bebiendo vino, diciendo: Comamos y bebamos, porque mañana moriremos. / 14 Esto fue revelado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos: Que este pecado no os será perdonado hasta que muráis, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.” (Isaías 22:12-14) 

En razón de tal advertencia, el Señor, por medio del profeta Isaías, llama a arrepentimiento. Éste es expresado en cuatro formas:

a)      Llanto. El llorar honesto, no simulado hipócritamente, es señal de dolor por haber ofendido al Padre. 

b)      Endechas. Es un canto triste y de lamento; no es la frecuente alegre alabanza a Dios, sino el dolor del alma ante el Señor, con música. 

c)      Raparse el cabello. Es el voto nazareo en que la persona se raspa o rapa el cabello y durante el tiempo que le crece hasta cortárselo y ofrecerlo en el templo, se dedica al Señor como lo ordena la Escritura: “1 Habló Jehová a Moisés, diciendo: 2 Habla a los hijos de Israel y diles: El hombre o la mujer que se apartare haciendo voto de nazareo, para dedicarse a Jehová, / 3 se abstendrá de vino y de sidra; no beberá vinagre de vino, ni vinagre de sidra, ni beberá ningún licor de uvas, ni tampoco comerá uvas frescas ni secas. / 4 Todo el tiempo de su nazareato, de todo lo que se hace de la vid, desde los granillos hasta el hollejo, no comerá. / 5 Todo el tiempo del voto de su nazareato no pasará navaja sobre su cabeza; hasta que sean cumplidos los días de su apartamiento a Jehová, será santo; dejará crecer su cabello. / 6 Todo el tiempo que se aparte para Jehová, no se acercará a persona muerta. / 7 Ni aun por su padre ni por su madre, ni por su hermano ni por su hermana, podrá contaminarse cuando mueran; porque la consagración de su Dios tiene sobre su cabeza. / 8 Todo el tiempo de su nazareato, será santo para Jehová.”  (Números 6:1-8) 

d)     Vestir cilicio. Ponerse una ropa similar al saco, un luto.   

Estas cuatro formas de expresar el dolor de haber pecado son formas externas, pero que bien podían demostrar el sentir interior, que es el más importante. Hoy en día todo esto se resume en un arrepentimiento de corazón, lo que significa cambiar de actitud para con Dios. 

Sin embargo los habitantes de Jerusalén, en vez de arrepentirse, se dedicaron a gozar la vida y a alegrarse, tratando de olvidar la negra profecía. Fueron indulgentes consigo mismos y no se pusieron a cuenta con el Señor que les advirtió. Mataron animales para asarlos y comer buenas carnes y bebieron en abundancia, diciendo: “Comamos y bebamos, porque mañana moriremos”. Es lo mismo que en estos días algunos proclaman: “Disfrutemos mientras estemos con vida, que después de esta vida no hay otra”. En los días de San Pablo expresaron otro tanto, rechazando totalmente los valores que Dios nos enseña: “Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos.” (1 Corintios 15:32) 

Entonces el Señor reveló a Isaías: “Este pecado no os será perdonado hasta que muráis, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.” Se trata del pecado de la soberbia, el pecado de no escuchar a Su voz, al profeta enviado; el pecado de burlarse en su misma cara con palabras necias; el pecado de no arrepentirse ni someterse a la voluntad de Jehová. Sus corazones están endurecidos y se niegan a ver a Dios. La gente de Judá prefirió ignorar al Señor y Su advertencia, no se humillaron ni arrepintieron, no se sometieron al Señor. Dijeron “Comamos y bebamos, porque mañana moriremos” y no se humillaron ante el Altísimo que les estaba advirtiendo el peligro. 

Lección: “6 Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. / 7 Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. / 8 Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. / 9 Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. / 10 Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.” (Santiago 4:6-10) 

 

CONCLUSIÓN

Como hoy, los habitantes de Jerusalén pecaron gravemente contra Dios y les fue anunciado por el profeta Isaías un castigo severo, el que vendría a manifestarse con la invasión babilónica tres siglos después de Isaías. Los judíos pecaron en que: 1) No renunciaron al disfrute carnal y rechazaron la advertencia profética; 2) No buscaron el Reino de Dios sino que sus propios placeres y caminos; y 3) No se sometieron al Señor, siendo rebeldes y orgullosos. 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

(Escoja algunas de estas preguntas para comentar en grupo) 

1)      ¿Se cumplió esta profecía de Isaías?

2)      ¿Qué semejanzas hay entre los habitantes de Jerusalén en aquella época y la gente de estos tiempos?

3)      ¿Cuál fue el pecado de los judíos en tiempos de Isaías?

4)      ¿Están las personas de este tiempo dispuestas a abandonar las comodidades y disfrutes para dedicarse a acciones espirituales?

5)      ¿Qué significa buscar el Reino de Dios?

6)      ¿Qué impide en el corazón de la persona someterse al Señor?

7)      ¿Qué diferencia hay entre esta profecía del “valle de la visión” y las profecías de capítulos anteriores?

8)      ¿Es peligroso para una comunidad cuando aumenta el pecado e indiferencia a Dios?

9)      ¿En qué pecaron los habitantes de Jerusalén?

10)  ¿Qué insinúa la frase “valle de la visión” en esta profecía, aparte de la posición geográfica en que se encuentra Isaías y Jerusalén?

11)  ¿Por qué tantas personas viven en despreocupación por las cosas espirituales?

12)  ¿Qué es para Dios estar “muerto”?

13)  ¿Cómo se diferencian castigo de disciplina?

14)  ¿Qué significa que tras toda realidad histórica hay una razón espiritual?

15)  ¿Por qué lloró Isaías en el valle de la visión?

16)  ¿Qué murallas debemos fortalecer en nuestras vidas?

17)  ¿Cómo alimentaremos el estanque de nuestras almas?

18)  ¿Puede la Iglesia adoptar un comportamiento pagano o mundano?

19)  ¿Tiene razones el Señor para castigar hoy día a nuestro país, continente o mundo?

20)  ¿Hay desenfreno en las costumbres de la sociedad actual?

21)  ¿De qué modos las personas ignoran al Señor, tanto en la sociedad como en la Iglesia?

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.

·         MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 

·         “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” (1979). Sociedades Bíblicas Unidas.

·         “La Santa Biblia” (1960). Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/

·         “Nueva Biblia de Jerusalén” (Edición Española). (1998). Desclée de Brouwer. 

·         “La Biblia Latinoamericana” (92° edición). (1972). Editorial Verbo Divino.

·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” (1974). Ediciones Mundo.

·         “Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español (2011) Iglesia en Salta Argentina.

·          “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/

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