domingo, julio 11, 2021

UN BANQUETE CON JESUCRISTO

 



“6 Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados, de gruesos tuétanos y de vinos purificados. / 7 Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones. / 8 Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho.” (Isaías 25:6-8) 


¿Se imagina usted asistir al monte de Sion en Jerusalén a un gran banquete y que el Anfitrión sea el mismísimo Jesucristo? 

Asegura el profeta que en el monte de Sión se efectuará un gran banquete, en el que participarán personas de todo el mundo. Será un banquete exquisito: manjares suculentos, vinos refinados, gruesos tuétanos y vinos purificados. Al mismo tiempo el Señor quitará el velo de tinieblas que cubre a todo el planeta.  Pero lo más sorprendente es que será eliminada la muerte, por tanto la enfermedad y todo peligro que conlleve a ella. Además cesará el desprecio y mal trato hacia el pueblo de Israel y la Iglesia, como prolongación de éste. Esto es en breves palabras lo que declaran estos tres versículos. Pero necesitamos contextualizarlo. ¿Cómo será ese banquete de las naciones con Jesucristo?

 

a)      Un banquete de alimentos exquisitos.

Los hechos narrados sucederán al principio del Reino Milenial de Jesucristo. Debemos entender que hay tres instancias del Reino de Dios: 1) El reino espiritual que gobierna a los cristianos; 2) El Reino de mil años o Milenio, cuando gobernará Jesucristo en Persona en esta Tierra, y 3) El Reino eterno en los cielos. 

El Milenio será glorioso, como leíamos en el capítulo anterior de Isaías: “La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando Jehová de los ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso.” (Isaías 24:21-23) La gloria de Jesucristo opacará al sol y la luna. 

Pero el Milenio no llegará sin que antes se produzca la caída de Babilonia, que representa el sistema del mundo, mercantilista, materialista y malvado: “1 Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. / 2 Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. / 3 Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites.” (Apocalipsis 18:20) 

Babilonia, el sistema de la Bestia o Anticristo y el Falso Profeta, será destruido. Entonces Dios será alabado por Sus siervos: “1 Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; / 2 porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella.” (Apocalipsis 19:1,2) 

Satanás será vencido y atado para que no pueda actuar durante mil años. No engañará más a las naciones, como lo hace ahora: “1 Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. / 2 Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; / 3 y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.” (Apocalipsis 20:1-3) 

Luego se celebrarán las Bodas del Cordero, la unión o matrimonio entre Jesucristo y Su Iglesia: “7 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. / 8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.” (Apocalipsis 19:7,8) 

Paralelo a este acontecimiento que se dará en los cielos, en la Tierra habrá un banquete: “Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados, de gruesos tuétanos y de vinos purificados.” (Isaías 25:6) La intención de Dios no es destruir a las naciones sino disciplinarlas y luego formarlas para vivir bajo Su Reino. Podemos interpretar literalmente este encuentro de Jesucristo con representantes de todas las naciones de la Tierra para comenzar un nuevo orden, bajo Su gobierno material y espiritual. Pero también podemos deducir que es algo más que un banquete de exquisitos manjares, es un banquete espiritual que ellos saborearán, donde se servirá: a) manjares suculentos, verdades de gran peso, irrebatibles; b) vinos refinados, el vino de Su Palabra, el vino del Espíritu Santo que trae gozo al alma, y sobre todo el vino de la sangre de Cristo, derramada para remisión de nuestros pecados; c) gruesos tuétanos, la médula del Reino que es el Amor de Dios para con la Humanidad; y d) vinos purificados, espíritus limpios, santificados. En verdad ese “banquete” será el inicio de una reeducación de los pueblos para el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra por mil años.

 

b)      Un banquete de enseñanzas liberadoras

“7 Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones.” (Isaías 25:7) 

En ese banquete que sostendrá Jesucristo con las naciones de la Tierra, comenzará a desmontar toda idea ajena a los principios de Dios y el Evangelio; sacará esa red de ideas, sentimientos y actitudes falsas con que están atrapadas y confundidas las mentes de los seres humanos. La profecía lo visualiza como “la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos”. Esa cubierta es el reino de las tinieblas que tiene oscurecidas las almas de los hombres. 

Hay un velo que cubre las mentes, velo que será quitado poco a poco de la Humanidad, para poder gobernarla Jesús con justicia y sabiduría. Se desarmarán falsas doctrinas, ideas extrañas a Dios, pensamientos y filosofías mundanas y ateas. El Señor quitará el velo de tinieblas que cubre al planeta.  

El banquete será de enseñanzas que liberarán de las tinieblas sus mentes para siempre. 


c)      Un banquete de consolación.

“8 Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho.” (Isaías 25:8) 

La muerte ya no existirá, el origen del mayor temor del ser humano será quitado, porque el origen de la muerte es la desobediencia. Al someterse todos a la autoridad de Jesucristo, la muerte desaparecerá. Esto significa que también las enfermedades cesarán; todo el planeta será transformado, reinará el poder del Señor y todo será salud del cuerpo, del alma y del espíritu. 

El milenio será un tiempo de sanidad, reconciliación, transformación y bendición de Dios para la Humanidad. Todas las cuitas, todas las heridas, todos los traumas, en fin todo dolor será quitado con la sabiduría y conocimiento del Señor. Así lo canta el profeta: “2 Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. / 3 Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. / 4 Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado.” (Miqueas 4:2-4) 

Otro aspecto importante es que será restaurada Israel, la nación escogida por Dios como Su pueblo. A esta nación se ha unido, como un injerto, la Iglesia. El pueblo de Dios, los judíos, ha sido discriminado, perseguido, expulsado, torturado y eliminado en muchas oportunidades en distintos lugares de la tierra. En el milenio esa afrenta será quitada y ocupará un lugar de preponderancia en la dirección del planeta. Nos guste o no, es la determinación de Dios, expresada en la frase “porque Jehová lo ha dicho.” 


En conclusión, el banquete que dará Jesucristo aquel día, después de la gran tribulación y de vencer al Diablo, será: 1) Un banquete de alimentos exquisitos; 2) Un banquete de enseñanzas liberadoras; y 3) Un banquete de consolación.


ISAÍAS, EL PROFETA MESIÁNICO

CAPÍTULO 25

© Pastor Iván Tapia


domingo, julio 04, 2021

MOTIVOS DE ALABANZA A DIOS

 


© Pastor Iván Tapia

“1 Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos antiguos son verdad y firmeza. / 2 Porque convertiste la ciudad en montón, la ciudad fortificada en ruina; el alcázar de los extraños para que no sea ciudad, ni nunca jamás sea reedificado. / 3 Por esto te dará gloria el pueblo fuerte, te temerá la ciudad de gentes robustas. / 4 Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro. / 5 Como el calor en lugar seco, así humillarás el orgullo de los extraños; y como calor debajo de nube harás marchitar el renuevo de los robustos.” (Isaías 25:1-5)

 

Este capítulo del libro de Isaías es un cántico de alabanza por el favor de Jehová, pero en estos cinco versículos pronuncia algo más que alabanzas. Adora a Dios, pero también revela Su gran poder frente al enemigo. 

¿Cuáles son los motivos de alabanza de Isaías en este pasaje bíblico? 

a)      Alabanza porque es Todopoderoso.

El profeta mesiánico Isaías escribe aquí su alabanza para el que reconoce como su Dios: “Jehová, tú eres mi Dios”. No es extraño que todo creyente sincero y verdadero lo haga del mismo modo. ¿Reconoce usted verbalmente al Señor como su Dios? ¿Lo hace durante la oración? El Padre se agrada que lo reconozcamos en Su Divinidad. 

Se propone exaltarlo y alabarlo. A veces admiramos tanto a una persona por sus méritos o características que quizás nosotros desearíamos tener. No es envidia sino admiración, entonces lo exaltamos, lo ponemos en un lugar preponderante en nuestra mente y palabras. Ciertamente esto es peligroso; exaltar demasiado a otro ser humano, sin considerar que, así como posee cualidades, también tiene defectos y podemos caer en la idolatría. Sin embargo no es así en cuanto a la exaltación de Dios, pues Él es perfecto y santo y se merece que le digamos: “te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas”. La alabanza son palabras elogiosas, en la Iglesia muchas veces cantada y escrita en forma poética. 

Reconoce el profeta que los consejos de Dios son firmes y verdaderos. La Palabra de Dios es antigua, antiquísima, y su antigüedad no la hace vieja ni pierde su vigencia. Dice Isaías “tus consejos antiguos son verdad y firmeza.” ¡Cuán sólidos son los principios de Dios! ¡Cuánta Verdad hay en Sus enseñanzas! El Amor verdadero, ese que se escribe con mayúscula porque proviene de Dios, es un principio eterno. Y así también la justicia Divina, la paz, la fe, la esperanza, la santidad. La ciencia del mundo a veces desprecia la palabra de Dios, desecha el mensaje del Señor, considera que la Biblia es un libro de mitos y fábulas, porque no ve con los ojos del espíritu, está ciega a la realidad sobrenatural, a lo invisible, no se da cuenta que es lo que no se ve lo que gobierna a lo que se ve. Tras esta realidad concreta y a veces vulgar, está la realidad del Espíritu, limpia y eterna.

 

b)      Alabanza porque destruye al enemigo.

Montón es un conjunto de cosas en desorden. Así, dice Isaías, que el Señor convirtió a la ciudad pecadora, en un desorden. Siendo una ciudad tan fuerte, con buenas defensas, murallas que la fortificaban, no resistió el ataque enemigo y quedó en ruinas. Fue destruida y derrotada por sus enemigos. Alaba a Dios por ello, le dice “Porque convertiste la ciudad en montón, la ciudad fortificada en ruina” Él se pone de parte de Dios y cree que es justo lo que el Señor hizo. Actualmente nadie da gracias porque fracase o se destruya una ciudad, una familia, una organización o una persona, a causa de su pecado. Hacerlo es políticamente incorrecto. Quizás hay cierta hipocresía en nosotros cuando nos condolemos o defendemos a los enemigos de Dios. Tanto se ha dicho que Dios es amor y que el Evangelio es un mensaje de amor, que nos hemos convencido que por ningún motivo debemos alegrarnos de la caída del malo. Pero si somos sinceros, Dios retribuye al impío por su pecado y eso es justo. 

La palabra “alcázar” es de origen árabe y significa castillo fortificado y amurallado situado en un lugar estratégico. El Señor desbarató “el alcázar de los extraños para que no sea ciudad, ni nunca jamás sea reedificado” Ante esto el profeta está gozoso y alaba a Dios por Su victoria. ¿Alaba usted al Señor cuando vence el bien sobre el mal, o se conduele del malvado? No tengamos una falsa imagen del cristianismo; no llevemos la doctrina del amor a la completa tolerancia. Hay pecado que no se puede tolerar. No tolero el narcotráfico ni el consumo de drogas, no tolero el abuso de menores ni la pornografía, no aplaudo lo que hoy se llama diversidad sexual y ayer sodomía, entonces soy motejado de intolerante. Isaías, el profeta del Antiguo Testamento, fue intolerante con el pecado y alabó a Dios cuando Éste lo castigó. 

Hay poderosos motivos de dar gloria a Dios, de levantarnos y unirnos a las huestes celestiales para adorar al Eterno. Nosotros, los creyentes en Jesucristo el Señor, somos el “pueblo fuerte” del que habla el profeta. Hay quienes aparecen como robustos porque tienen dinero, fama, poder y hablan fuerte, mas son débiles pues Dios no vive en sus corazones. ¿Quiénes son las verdaderas “gentes robustas”? Los que temen al Señor y le sirven con sinceridad y fe cada día. Dios es Padre de Su creación y de Sus hijos, pero también es Señor y hace Su voluntad ejerciendo justicia en el universo, “Por esto te dará gloria el pueblo fuerte, te temerá la ciudad de gentes robustas.”

 

c)      Alabanza porque sostiene al afligido.

Como Padre es bueno y misericordioso, se conduele del oprimido, del pobre, del enfermo, del que sufre y es para ellos su fortaleza. Escribe el profeta: “Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor” El turbión es un aguacero muy violento acompañado de fuerte viento; al pobre que no tiene una vivienda bien protegida y sobre todo para quienes viven en zonas semidesérticas, el turbión es amenazante, tanto como el excesivo calor. El turbión y el calor están representando las circunstancias difíciles de la vida, las que podemos soslayar sólo con Dios.

 

d)      Alabanza porque humilla al soberbio.

Luego compara el turbión con el ímpetu que tienen las personas violentas: “porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro.” Los que amenazan, agreden tanto física como verbalmente, los agresivos, los que no procuran la paz, son quienes destruyen la convivencia social y no contribuyen a la armonía sino que ensucian el ambiente, traen oscuridad porque son hijos de las tinieblas. Los creyentes traemos luz y paz, no oscuridad y turbación. Por tanto no somos como el turbión sino como una brisa fresca. 

Dice que el Señor humilla al orgulloso y lo hará con aquellos que son extraños a nuestro medio y sólo traen su soberbia: “Como el calor en lugar seco, así humillarás el orgullo de los extraños” Una vez más la Palabra de Dios nos habla sobre lo pernicioso que es el orgullo y cuánto lo detesta el Señor. Él quiere en nosotros humildad. 

Esos robustos orgullosos, los inflados de soberbia, serán aplastados por Dios: “y como calor debajo de nube harás marchitar el renuevo de los robustos.” Serán brotes marchitos por el fuego de Dios. El Espíritu Santo se encargará de acallar sus voces, detener sus acciones necias y deshacer toda su vanidad. 


CONCLUSIÓN

El profeta nos ejemplifica en este texto cuatro motivos de alabanza a Dios: a) Porque es Todopoderoso y Verdad; b) Porque destruye al enemigo; c) Porque sostiene al afligido; y d) Porque humilla al soberbio.