domingo, enero 31, 2021

DESNUDO Y DESCALZO

 ISAÍAS, EL PROFETA MESIÁNICO

CAPÍTULO 20

 



© Pastor Iván Tapia 

“1 En el año que vino el Tartán a Asdod, cuando lo envió Sargón rey de Asiria, y peleó contra Asdod y la tomó; / 2 en aquel tiempo habló Jehová por medio de Isaías hijo de Amoz, diciendo: Ve y quita el cilicio de tus lomos, y descalza las sandalias de tus pies. Y lo hizo así, andando desnudo y descalzo. / 3 Y dijo Jehová: De la manera que anduvo mi siervo Isaías desnudo y descalzo tres años, por señal y pronóstico sobre Egipto y sobre Etiopía, / 4 así llevará el rey de Asiria a los cautivos de Egipto y los deportados de Etiopía, a jóvenes y a ancianos, desnudos y descalzos, y descubiertas las nalgas para vergüenza de Egipto. / 5 Y se turbarán y avergonzarán de Etiopía su esperanza, y de Egipto su gloria. / 6 Y dirá en aquel día el morador de esta costa: Mirad qué tal fue nuestra esperanza, a donde nos acogimos por socorro para ser libres de la presencia del rey de Asiria; ¿y cómo escaparemos nosotros?” (Isaías 20:1-6


El cristiano siempre debe vestirse de Cristo y calzarse el Evangelio.

“3 Y dijo Jehová: De la manera que anduvo mi siervo Isaías desnudo y descalzo tres años, por señal y pronóstico sobre Egipto y sobre Etiopía,” (Isaías 20:3) 

Tres años caminó Isaías desnudo y descalzo frente a su pueblo, hasta que Dios declaró el significado de esa acción: “De la manera que anduvo mi siervo Isaías desnudo y descalzo tres años, por señal y pronóstico sobre Egipto y sobre Etiopía,” Tal como Isaías había sido despojado de ropas, Egipto debería ser despojado de sus posesiones. No sólo había sido despojado el profeta, sino también humillado; así sería la humillación que experimentarían Egipto y Etiopía en mano de los asirios. 

Pero había otro mensaje en esta acción profética, un recado para Judá, el pueblo de Dios: que no pusieran su confianza en ayudas extranjeras, pues finalmente serían avergonzados y humillados por sus enemigos. Así es que esa acción era también una advertencia para Judá y un llamado al arrepentimiento. ¿Acaso no es el arrepentimiento quedar desnudo ante Dios? 

El cristiano debe caminar ante el mundo desnudo y descalzo; no se trata de mostrarnos muy fuertes y poderosos, somos vasijas de barro, frágiles, débiles y pecadores, pero nuestra fuerza está en Dios. Dar “testimonio” no es mostrarnos perfectos, sin mancha, impolutos, sino ser auténticos y transparentes. Nuestra fuerza y poder están en Dios, por lo tanto: 

1)      Nos vestimos de Cristo, es decir con Su Persona, de Amor, pero no amor fingido: “sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” (Romanos 13:14); “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.” (Colosenses 3:14); “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.” (Romanos 12:9) 

2)      Nos calzamos con el Evangelio, donde vamos no llevamos nuestro propio calzado sino el Evangelio de Jesús: “¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10:15); “y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.” (Efesios 6:15)

 

El cristiano se viste de Cristo y se calza con el Evangelio.

 (Fragmento del Capítulo 20 de "Isaías, el Profeta Mesiánico")


lunes, enero 25, 2021

LA PAZ ES NUESTRA HERENCIA

 


OASIS

TEMA 7
LA PAZ DE DIOS
IV PARTE.
LA PAZ ES NUESTRA HERENCIA.
Pastor Iván Tapia
Lectura bíblica: San Juan 14:27

Propósitos de la charla: a) Conocer, comprender y valorar la paz que Jesucristo nos ha legado como testamento espiritual; b) Comprender cómo Jesús nos dejó la paz; c) Comprender y apreciar la Persona de Jesucristo como el shalom de Dios; d) Distinguir entre la paz falsa y la verdadera; d) Adquirir una completa confianza en Dios y no creer al diablo; e) Comprender qué es la conciencia; f) Superar el miedo a la muerte y a la pérdida de la salvación.

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” (San Juan 14:27) 

E

n varios sermones venimos abordando el tema de La Paz de Dios. Ya hemos comprendido que el significado de la paz, shalom en la Biblia, es el de bienestar integral, en cuerpo, alma y espíritu. Por eso los judíos se saludan diciendo “shalom alejem”, que la paz sea contigo. Dios mismo es nuestra paz, la que debemos compartir con el prójimo. Aprendimos que la paz es fruto de la justicia, como dice el profeta “17 Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. / 18 Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo” (Isaías 32:17,18). La paz tiene una doble dimensión: la paz social derivada de la justicia del Reino y la paz espiritual como resultado de la justicia de la cruz. Necesitamos convertirnos en “pregoneros de justicia” y ser cristianos pacificadores. El Señor nos ha llamado a ser agentes de paz y practicar las actitudes de un pacificador en la vida diaria “calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz” (Efesios 6:15). Para los cristianos hay algo muy importante en la paz y es que nos ha sido legada por Jesucristo, es parte de la herencia que Él nos dejó en Su testamento. Cristo nos testó la paz.


¿Qué dice el Testamento de Jesucristo acerca de la paz?

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” (San Juan 14:27)

  1. “La paz os dejo”
Jesús nos dejó un legado que ningún otro maestro ha podido dejar a sus discípulos; un testamento que ningún filósofo, por más interesante e inteligente que sea su doctrina, ha podido legar; una fortuna espiritual que supera a la de los más generosos millonarios, mejor que la de todos los benefactores sociales. Ni Nobel, Buda, Einstein, Confucio, Cervantes y otros hombres y mujeres que han descollado por su aporte a la Humanidad, han hecho una obra como la que hizo Jesús, el Hijo de Dios. Ninguno de ellos pudo decir “La paz os dejo”

La razón es muy simple. Estos personajes dejaron libros, inventos, doctrinas, descubrieron leyes naturales, pero murieron. En cambio Jesucristo murió para darnos una paz duradera en la conciencia. Y además resucitó para poder vivir dentro de cada creyente, en la forma de Espíritu Santo. ¿Qué ser humano muerto puede vivir aún dentro de nosotros como una Persona viva y real? Ninguno. Podrán vivir en nuestro recuerdo, sus pensamientos leerse y discutirse, pero ya no están vivos como lo está Jesús, que es Dios y como tal, eterno.

Jesús pudo decir “La paz os dejo” porque Él mismo era y es la paz, el shalom de Dios. Esa paz es la paz fruto de la justicia que tiene consecuencias personales y sociales.


  1. “mi paz os doy”
La paz que nos dejó Jesús es Su propia paz. Al decir “mi paz os doy” está significando que nos está regalando o entregando algo que es de Él, que le pertenece a Él y que quiere compartirlo con nosotros. Es evidente que la paz es de Dios, es parte de Su naturaleza. Por algo la Biblia lo llama Jehová Shalom "Pero Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas temor, no morirás. Y edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová-salom; el cual permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas." (Jueces 6:23-24)


  1. “yo no os la doy como el mundo la da”
La paz que Jesús entrega no es una paz falsa sino verdadera. Cuando Él dice que el mundo da la paz de un modo distinto quiere decir que esa paz que da el mundo es falsa. Ya Jehová en el Antiguo Testamento advertía sobre ello: “16 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. / 17 Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros.” (Jeremías 23:16,17) Eran los falsos profetas que, para dar gusto a los poderosos, prometían paz. Era una paz falsa. Como la que ofrecían los fariseos del tiempo de Jesús. A ellos el Maestro les dice que en vez de preocuparse por el detallado cumplimiento de leyes externas, se ocupen en hacer la voluntad de Dios: “37 Luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese con él; y entrando Jesús en la casa, se sentó a la mesa. / 38 El fariseo, cuando lo vio, se extrañó de que no se hubiese lavado antes de comer. / 39 Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad. / 40 Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro? / 41 Pero dad limosna de lo que tenéis, y entonces todo os será limpio. / 42 Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello.” (San Lucas 11:37-42) Lo que Dios desea es que obremos en justicia, así sembraremos paz: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.” (San Mateo 23:23)

La paz es fruto de la justicia y así es como la da Jesús: a) Hizo justicia para con todos los que encontraba en Su camino; b) Hizo justicia para con la Humanidad al entregar Su vida en la cruz; c) Derramó Su Espíritu Santo en todo creyente, como fruto de Su resurrección.


  1. “No se turbe vuestro corazón”
No dudemos, no nos desorientemos, no perdamos la esperanza de gloria, no nos desanimemos por las pruebas, no se turbe nuestro corazón, sino que sigamos confiados delante de que nada puede separarnos del amor y la fidelidad de Dios. En verdad debe haber una completa confianza en Dios y no debemos creer a las mentiras que el diablo desliza en nuestros oídos para que perdamos la seguridad que tenemos en Cristo. Jesús mismo nos ha dicho que él siempre nos acompañará: “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (San Mateo 28:20)

Cuando hay paz en el alma es que hay seguridad. Nuestra seguridad se basa en la vida, muerte y resurrección de Jesús; no en nosotros mismos, que somos imperfectos, sino en Él que es Perfecto y nos ha legado la salvación eterna. Tampoco nuestra seguridad está en nuestras propias obras puesto que nunca alcanzan la perfección de Sus obras; sino que estamos seguros en las obras que Él hizo y hace. Es mucho más tranquilizador basar nuestra seguridad personal en el Dios Perfecto que en el hombre imperfecto.

El órgano específico que experimenta la paz es la conciencia. Cuando somos perdonados, la conciencia ya no nos acusa y hay paz en nosotros. Ésta es como un juececillo interior que juzga cada uno de nuestros actos. El apóstol lo expresa así: “14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos” (Romanos 2:14,15)


  1. “ni tenga miedo”
Una cosa es la turbación o desorientación y otra el miedo. La primera nos hace andar inseguros, en cambio el miedo nos paraliza. Con miedo no somos capaces de avanzar, vivir, desarrollarnos. ¿En qué caso un cristiano puede sentir miedo? El mayor miedo es a perder la salvación o el dudar en poseerla. ¿Soy salvo realmente? También puede sentir miedo de que al llegar a la Presencia de Dios Éste le rechace. Sin embargo Jesús le dice “No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” Si es un cristiano inmaduro, que aún vive en la carne, tendrá miedo de la muerte, tanto propia como ajena, porque aún no comprende que la verdadera vida será en el cielo y que la mayor parte de la vida se vive después de esta vida. No nos agrada la muerte y llamamos “vida” a esta existencia en el cuerpo, porque sentimos miedo de aquello que nos es desconocido. Sin embargo, la misericordia de Dios nos da a conocer anticipadamente la realidad celestial por medio de la revelación en: a) la Palabra de Dios; b) los sueños espirituales; y c) las profecías carismáticas.

Si amamos a Dios le creeremos a Él y Sus promesas. Si todavía dudamos y tenemos miedo, significa que nuestro amor por Él no se ha desarrollado al punto de confiar plenamente en Su fidelidad: “17 En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. / 18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” (1 Juan 4:17,18) El que tiene miedo sufre mucho, lo cual es como un castigo para él. No debemos temer que Dios nos rechazará si Él ya nos dio la salvación y está día a día santificándonos. Tengamos en cuenta que Su aceptación para con nosotros no se basa en nuestras obras sino en la fe en la muerte de Cristo en la cruz.


CONCLUSIÓN.

¡Qué maravilloso testamento nos ha dejado Jesucristo! Grandes riquezas espirituales, entre ellas ésta, la paz: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”

  1. “La paz os dejo” Jesucristo murió para darnos una paz duradera en la conciencia y además resucitó para poder vivir dentro de cada creyente, en la forma de Espíritu Santo.
  2. “Mi paz os doy” Jesús nos dejó como legado testamentario Su propia Persona, que es el shalom de Dios.
  3. “Yo no os la doy como el mundo la da” La paz que Jesús entrega no es una paz falsa como la que da el mundo. Los falsos profetas, para dar gusto a los poderosos, prometían una paz falsa. Los fariseos del tiempo de Jesús en vez de ocuparse en hacer la voluntad de Dios se preocupaban por el cumplimiento de leyes externas. Dios desea que obremos en justicia, misericordia y feLa paz es fruto de la justicia y así obró Jesús.
  4. “No se turbe vuestro corazón” Debe haber una completa confianza en Dios y no creer a las mentiras del diablo. Jesús siempre nos acompañará. Nuestra seguridad se basa en el Dios Perfecto y no en el hombre imperfecto. El órgano específico que experimenta la paz es la conciencia.
  5. “Ni tenga miedo.” Con miedo no somos capaces de avanzar. El mayor miedo es a perder la salvación. Si usted es inmaduro, aún vive en la carne y tiene miedo de la muerte. Mas la misericordia de Dios nos da a conocer anticipadamente la realidad celestial por medio de la revelación. La aceptación de Dios no se basa en nuestras obras sino en la fe en la muerte de Cristo en la cruz.


PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)      ¿Está usted disfrutando de la paz dejada por Jesús?
2)      ¿Siente que Jesucristo vive cada minuto dentro de usted?
3)      ¿Por qué quiso Dios compartir Su paz con el ser humano?
4)      ¿Qué tipos de paz falsa se pueden distinguir en la sociedad actual?
5)      ¿Existen actualmente falsos profetas? ¿Y fariseos?
6)      ¿Tiene usted dudas acerca de su salvación?
7)      ¿Puede ser engañada la conciencia?
8)      ¿Cuáles son sus miedos y cómo los está enfrentando?
9)      Con miedo no somos capaces de avanzar.
10)  ¿Por qué el Señor basó la salvación en la fe en la muerte de Cristo y no en nuestras obras?
11)  ¿Qué relación existe entre justicia y paz?


domingo, enero 17, 2021

CONOCIENDO MIS RESPONSABILIDADES

EL DISCÍPULO FIEL

CAPÍTULO III

RESPONSABILIDAD EN LA OBRA



 

© Pastor Iván Tapia

7 ¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? / 8 ¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? / 9 ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. / 10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.” (San Lucas 17:7-10)

No se podría saber cuál es la responsabilidad de un padre si no hubiésemos sido enseñados, ya por el ejemplo o la educación familiar y escolar; la mejor forma de adquirir un conocimiento cabal de lo que es el ejercicio de la paternidad es por medio de la observación y escucha de nuestros padres. Sin embargo podemos aprender conductas impropias al respecto o repudiar aquellas. En todo caso, sea para aprender la responsabilidad de un papá, un profesor, un obrero, un profesional o cual sea el rol que necesitemos ejercer, siempre habrá modelos personales y también teóricos, como libros, cursos y otros elementos que lo enseñen. Y a nosotros ¿quién nos enseña a ser cristianos? 

a)      La Iglesia, es decir la comunidad cristiana formada por hermanos y ministros de Dios. Nos convertimos y lo primero que vemos es la actuación de aquellos, por tanto de ellos aprendemos actitudes, costumbres, palabras, modos, estilos de oración, alabanza, evangelismo, etc. Dada la gran diversidad de “iglesias” existentes, hay diversidad de modos de vivir el cristianismo, aunque en general existe un común denominador. 

b)      La Palabra de Dios, la lectura, escucha y comentarios de la Biblia nos manifiestan los valores, principios éticos y espirituales, acciones, mandamientos y consejos de vida propios de quienes creen en Jesús. El Texto Sagrado nos da una pauta general para el bien actuar o actuar cristiano en esta vida. Ningún cristiano, sea de la “iglesia” que sea, aprobará, por ejemplo, el robar. 

c)      El Espíritu Santo, esa Presencia de Dios en nosotros, el Paráclito o Consolador, que vive en cada creyente convertido a Jesucristo, le guía en un buen actuar. Sin embargo se puede desoír al Espíritu, no obedecerlo o apagarlo con nuestros propios pensamientos. Jesús mora en cada cristiano y siempre procurará que éste actúe correctamente, sea responsable en su vivir en cada rol que ejerza: padre, hijo, estudiante, trabajador, ciudadano, miembro de Iglesia, etc. 

Estas tres instancias nos enseñan a ser cristianos, luchan denodadamente por esa causa contra nuestra carne, que en muchos momentos se opone a tal trabajo. Si no fuese así, si todos los cristianos fuéramos dóciles discípulos de Jesucristo, obedientes a la Iglesia, a la Palabra y al Espíritu Santo, seríamos cristianos perfectos, realmente santos. Hoy sólo somos “llamados” santos, es un nombre que a veces me avergüenza. Prefiero decir que estoy siendo santificado. El ser llamado santo es sólo por imputación de Cristo, quien es el verdadero Santo. 

Lamentablemente traemos del mundo y de nuestra naturaleza caída una serie de malos hábitos que no dejamos al entrar al Reino de Dios y, si no se nos enseña a abandonarlos, persistiremos en ellos. Pero no basta con que se enseñe a abandonarlos, se requiere que el discípulo esté dispuesto a escuchar y a obedecer. Frente a ello su vieja naturaleza se opondrá y alegará que ese es un asunto personal, que a nadie daña o que nada tiene que ver con el Reino. Así persisten en el medio eclesial la impuntualidad, el incumplimiento, la desidia, la liviandad, el irrespeto, la falta de compromiso, la murmuración, los prejuicios y otras conductas no evangélicas. No quiero generalizar, pero es algo que suele observarse en algunos creyentes. 

Necesitamos superarnos y conocer nuestras “responsabilidades” cristianas. No se trata de vivir un cristianismo individualista y decir que cada uno es responsable de sí mismo, sino de someterse a Jesucristo y sujetarse a la Iglesia y a la Palabra de Dios. ¡Cuántos viven una fe de “yo y Dios”! Ese tipo de cristianismo es personalista y nocivo para el desarrollo de la Iglesia y su misión en este mundo; la Iglesia es un Cuerpo y nosotros, los cristianos, no somos independientes de él, somos y pertenecemos al Cuerpo de Cristo, por lo tanto debemos estar dispuestos a ser enseñados, disciplinados, discipulados y corregidos aún en los aspectos que consideramos más personales. Para eso existe el Discipulado. 

Los cristianos somos siervos de un Señor, esclavos de un Amo, y como tales debemos hacer lo que nos corresponde, somos nada más que unos pobres servidores; no somos nuestros amos para hacer lo que se nos viene en gana, sino empleados de un Patrón que nos dice nuestras responsabilidades, por medio de la Iglesia, Su Palabra y el Espíritu Santo. No obedecerlo nos hace sumamente irresponsables. Mereceríamos las mismas palabras del amo al siervo negligente: 

…Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré” (San Lucas 19:22)


(Fragmento del Capítulo 3, Responsabilidad en la Obra, del libro "El Discípulo Fiel")

domingo, enero 10, 2021

DIOS SALVARÁ A EGIPTO

 ISAÍAS, EL PROFETA MESIÁNICO

CAPÍTULO 19

(SEGUNDA PARTE)

Marcha de cristianos en Egipto, en defensa de hermanos 
cuyas casas fueron incendiadas y saqueadas por musulmanes violentos.

© Pastor Iván Tapia

“18 En aquel tiempo habrá cinco ciudades en la tierra de Egipto que hablen la lengua de Canaán, y que juren por Jehová de los ejércitos; una será llamada la ciudad de Herez. / 19 En aquel tiempo habrá altar para Jehová en medio de la tierra de Egipto, y monumento a Jehová junto a su frontera.  / 20 Y será por señal y por testimonio a Jehová de los ejércitos en la tierra de Egipto; porque clamarán a Jehová a causa de sus opresores, y él les enviará salvador y príncipe que los libre.  / 21 Y Jehová será conocido de Egipto, y los de Egipto conocerán a Jehová en aquel día, y harán sacrificio y oblación; y harán votos a Jehová, y los cumplirán.  / 22 Y herirá Jehová a Egipto; herirá y sanará, y se convertirán a Jehová, y les será clemente y los sanará.” (Isaías 19:18-22) 

(Verso 18) La profecía asegura que en aquel tiempo habrá cinco ciudades que hablarán el idioma de Canaán en Egipto, las que jurarán por Jehová, el Señor de los ejércitos. Una de ellas se nombrará como “ciudad de destrucción”, la ciudad de Herez, tal vez la Ciudad del Sol o Hielópolis. Se dice que en el tiempo de los macabeos, debiendo el sumo sacerdote Onías IV escapar a Egipto, construyó en esa ciudad un templo similar al de Jerusalén. 

(Verso 19) Se anuncia que habrá enquistado en medio de Egipto un altar a Jehová y un monumento en la frontera. Hay quienes interpretan estas obras arquitectónicas como las pirámides, mas ellas son monumentos funerarios. 

(Verso 20) Tal cosa –el altar y el monumento al Señor– serán  una señal, un clamor de los oprimidos. Entonces Él enviará a un libertador y defensor. Al respecto el gran predicador inglés del siglo XIX que fue Spurgeon, exclamó: “El texto dice que el salvador es un príncipe. ¡Oh! Yo deseaba un gran Salvador. Un pequeño salvador no hubiera cubierto mi parte, pues un gran pecado necesita de una gran expiación, y mi duro corazón requiere de una gran Gracia para suavizarlo.” 

Lo más probable es que aquellas construcciones de las que habla el versículo sean un templo cristiano y una gran cruz en la frontera, en un país cuya religión oficial es el Islam. Actualmente alrededor del 82% son musulmanes, en mayoría suníes; un 17% es copto y copto-católico; y una minoría repartida entre ortodoxos, cristianos armenios, católicos caldeos, maronitas y baha’is. 

(Verso 21) La profecía es maravillosa en este punto; hay esperanza de salvación para Egipto. El Señor se dará a conocer a ese país y muchos egipcios le conocerán. Entonces harán sacrificio; esto lo entendemos como “sacrificios de alabanza”, adoración a Dios: 

  • “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.” (Hebreos 13:15) 
  • “16 Oh Jehová, ciertamente yo soy tu siervo, Siervo tuyo soy, hijo de tu sierva; Tú has roto mis prisiones. / 17 Te ofreceré sacrificio de alabanza, E invocaré el nombre de Jehová. / 18 A Jehová pagaré ahora mis votos Delante de todo su pueblo, / 19 En los atrios de la casa de Jehová, En medio de ti, oh Jerusalén. Aleluya.”  (Salmos 116:16-19) 

En parte esta profecía ya ha sido cumplida pues en el tiempo de Jesús más de un millón de judíos vivían en Egipto y en el tiempo de la predicación apostólica se levantó una Iglesia cristiana fuerte en Egipto, la que tuvo una continuidad de hasta seis siglos, lo que atestiguan los escritos de Atanasio de Alejandría, obispo cristiano del siglo IV DC. 

(Verso 22) Los egipcios, dice la profecía, se entregarán al Señor y prometerán servirle. Llegará el momento, entonces, en que Dios “herirá” a Egipto en su orgullo, pero lo sanará. El profeta es explícito al decir: “se convertirán a Jehová, y les será clemente y los sanará.” El futuro de esta nación será magnífico al disfrutar de la salvación y el Reino de Dios, junto a Israel. Hoy día no parece creíble, mas la Biblia así lo anuncia. 

En resumen, el lado positivo de la profecía: En aquel tiempo, en este país musulmán, habrá cinco ciudades de habla y fe judía. En una de ellas será construido un templo y una gran cruz en la frontera. El Señor se dará a conocer a Egipto y los egipcios se entregarán y le servirán. Egipto disfrutará de la salvación y el Reino de Dios, junto a Israel. 

La lección que nos deja este pasaje es que donde estemos, en la época que vivamos, debemos levantar altar a Jehová Dios para rendirle culto y ser ejemplo a nuestro prójimo; como también erigir la cruz y transmitir el mensaje del Evangelio como sea posible a nuestras capacidades. Todo cristiano puede y debe desarrollar su vida devocional y procurar que su entorno familiar se sume a ello, sea instándolos a la oración, compartiendo la Biblia o haciendo de su hogar un cenáculo donde asistan semanalmente personas a orar, alabar y reflexionar la Palabra de Dios. Todo cristiano puede y debe evangelizar a su manera; podrá no ser un predicador o teólogo, pero sabe lo suficiente de Jesús como para comunicarlo a familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo o estudio.    

Para el futuro de Egipto, Dios profetizó que lo salvará por medio del testimonio y la Palabra del Evangelio.

(Fragmento del capítulo 19 de "Isaías, el Profeta Mesiánico")

domingo, enero 03, 2021

EL AÑO DE LA PANDEMIA

 MENSAJE DE AÑO NUEVO Nº10

AÑO 2020

 


 

© Pastor Iván Tapia

 

“16 Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. / 17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; / 18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” (2 Corintios 4:16-18) 

S

eguramente en el futuro se recordará este año 2020 como “el año de la pandemia del Covid- 19” o “del coronavirus”. Han sido meses de dolor para el mundo pues muchos fueron los contagiados y no pocos los muertos por causa de esta terrible plaga. Trabajaron duro contra ella, y siguen en la brecha, médicos, enfermeras, auxiliares hospitalarios y científicos. Estos últimos investigando contra el tiempo las causas de la enfermedad y el modo de crear una vacuna para inmunizar a la población. No ha habido familia que no se viera en alguna forma afectada por la peste. 

Pero no sólo ha sido un problema de salud mundial sino también ocasionó efectos laborales. Debido a que las autoridades gubernamentales y sanitarias se vieron en la necesidad de declarar cuarentenas y todo tipo de restricciones procurando detener la expansión del virus, muchos trabajadores fueron despedidos disminuyendo sus ingresos y posibilidades de consumo. Millones de locales comerciales y centros de turismo se afectaron. Como consecuencia de lo laboral sobrevinieron los efectos económicos. La economía del planeta ha sido dañada a causa de que disminuyó el consumo, escaseó el dinero y la movilidad de las personas. 

La pandemia es un problema mundial que incide en todos los habitantes del planeta, sean o no creyentes. A los cristianos nos ha afectado igualmente que a los no cristianos: Se nos han contagiado familiares y hermanos en la fe; muchos han muerto, entre ellos ministros de Dios; la economía de los hogares ha sido afectada y por tanto la de la Iglesia; miles de seres queridos y hermanos quedaron sin trabajo o sus empresas tuvieron que cerrar; además de vernos privados de reunirnos libremente en los templos y lugares de culto. 

Ciertamente tanto cristianos como no cristianos vivimos este año 2020 los efectos de la pandemia; la diferencia es que nosotros lo experimentamos con Dios y los demás solos, con las consecuencias emocionales que eso significa: dolor, desesperanza, depresión, rebeldía contra la vida. Sentir que no estamos solos sino acompañados del Dios Todopoderoso que siempre está en control de todas las cosas; entender que Él es quien ha permitido esta pandemia y saber que tiene un propósito con esta situación, además de tener la certeza que Él escucha nuestro clamor, es un gran aliciente en medio del dolor. La Biblia nos ha enseñado mucho sobre el sufrimiento humano, su causa y su propósito. Pero ¿qué nos hace permanecer en Dios conformes y esperanzados a los cristianos? Es lo que intentaremos explicar a continuación, qué principios poseen los cristianos para permanecer en Dios, a pesar de las circunstancias graves. ¿Qué permite a los cristianos permanecer en Dios en medio del dolor? Estas deben ser preguntas que se hacen muchos no creyentes y también personas que tienen cierta fe en Jesús, pero que no la han desarrollado.

 

¿Cómo pueden los cristianos soportar el dolor sin perder su fe? 

1.      A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.

“28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. / 29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. / 30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.” (Romanos 8:28-30) 

Los cristianos ponemos en nuestras vidas como principal motivo a Dios. Él es el protagonista y no nosotros ni nuestros familiares ni la actividad que realizamos. Todo ello se supedita a Dios, nuestro Creador, Salvador, Señor, Maestro, etc. Por tanto sabemos que todo lo que vivimos está bajo Su control. Podemos sufrir circunstancias dolorosas, pero siempre sabremos que éstas son permitidas por el Creador por algún motivo, ya que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”. 

Seguidamente pensamos que todo en nuestras vidas tiene un propósito. Prácticamente para los cristianos no existen el azar, la suerte, las casualidades y todas aquellas explicaciones que dejan al acaso los hechos de la vida. Dios nos conoce desde siempre, nos llamó a Su Reino y tiene un propósito con nosotros: hacernos “conformes a la imagen de su Hijo”, o sea desarrollar en nuestra persona las virtudes de Jesús. 

Una de esas virtudes es la paciencia (griego makrothumía, largo temperamento) que es la “capacidad de sufrir y tolerar desgracias y adversidades o cosas molestas y ofensivas, con fortaleza, sin quejarse ni rebelarse” (RAE), virtud que nace del amor a Dios. Si amamos al Señor soportaremos cualquier circunstancia que vivamos porque estaremos conscientes que es Su voluntad para nuestro bien; si amamos al prójimo, también comprenderemos y resistiremos la ira, que es el pecado contrario a la virtud de la paciencia. Es fruto de la virtud de fortaleza y se apoya en la esperanza; tenemos paciencia porque guardamos la esperanza de que después de una tormenta venga la calma, después de un mal vendrá un bien. 

La Biblia nos enseña que nuestra fe debe ser probada y que resultado de esa prueba será la paciencia: “2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, / 3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. / 4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” (Santiago 1:2-4) 

Porque amamos a Dios, cualquier tribulación que pasemos nos enseñará algo bueno, ya que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”. Porque Dios nos predestinó con un propósito elevado que es ser como Jesús, soportamos la prueba y esta produce en nosotros la paciencia de Cristo. 

 

2.      Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

“35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? / 36 Como está escrito: / Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;  Somos contados como ovejas de matadero. / 37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. / 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, / 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”  (Romanos 8:35-39) 

Cuando Cristo nos perdonó y lavó los pecados quedamos para siempre ligados a Él por amor. Pero hay otro hecho que es sobrenatural, Jesucristo nos compró con Su sangre y desde ese día le pertenecemos. Por lo tanto ahora nada nos puede separar de Su amor. Cuando amamos verdaderamente a alguien, ni enfermedad, muerte ni ninguna otra cosa nos desliga de ese amor. El Apóstol nombra siete problemas que pueden aquejarnos con respecto a la relación con Jesús: “¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” La mayor parte de esos escollos que especifica son de tipo corporal; sólo la angustia y la tribulación son de carácter emocional, mas todos son superables por el cristiano porque está unido a Cristo con un amor indestructible, el amor del Espíritu Santo. 

El texto se refiere a los que escribió el salmista: “Pero por causa de ti nos matan cada día; Somos contados como ovejas para el matadero.” (Salmos 44:22) Sin embargo siempre salimos victoriosos, aunque nos quiten todo, aunque nos desacrediten y hasta nos maten, finalmente tendremos la victoria porque iremos al Cielo con Dios, “somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”. 

El cristiano, en estricto rigor, jamás fracasa pues Dios está con él. Hace planes que a veces no se concretan ni traen buenos resultados, pero eso es aparente porque “todas las cosas les ayudan a bien”. En verdad siempre es victorioso y mejor si vive como tal, reconociendo que Jesucristo guía su vida y le lleva por un camino de éxito espiritual. Con este entendimiento puede decir como San Pablo “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”: 

12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. / 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. / 14 Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación.” (Filipenses 4:12-14) 

La vida cristiana es una vida de victoria basada en la fe en Jesucristo, no mira lo externo, lo material, lo concreto, sino lo interno, lo espiritual, lo sobrenatural, “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven”. Puede que vayamos envejeciendo con el paso de los años, que nuestro cuerpo e incluso la mente se desgaste, pero el espíritu permanece fuerte, ágil, valiente, lleno de confianza en Dios: 

“16 Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. / 17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; / 18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” (2 Corintios 4:16-18) 

La victoria de Jesucristo en la cruz nos dio la victoria sobre las tinieblas, sobre la carne y el pecado, sobre las tentaciones y vacuidad del mundo. La victoria de Jesucristo nos salvó de la condenación eterna y es nuestra propia victoria. Por eso “Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” 

 

3.      Nos gloriamos en las tribulaciones

“3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; / 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; / 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:3-5) 

La traducción de la Biblia que utiliza el vocablo “gloriarse” quiere decir presumirse, jactarse, creerse. No es vanagloriarse lo cual sería enorgullecerse demasiado de algo. También puede entenderse el término “gloriarse” como complacerse o alegrar mucho; hacer algo de manera gloriosa; o alabar, encomiar mediante una alabanza. En este caso, cuando dice “nos gloriamos en las tribulaciones” quiere decir que nos regocijamos en las penas o dificultades. 

Alude el Apóstol la misma razón que Santiago: que la tribulación o prueba produce paciencia. Para San Pablo “la tribulación produce paciencia”, o sea que cuando tenemos problemas, necesitamos desarrollar la paciencia, siendo esta paciencia resistencia del alma. Luego utiliza el término “prueba” en el sentido de alguien aprobado, “y la paciencia, prueba”, es decir que la paciencia nos hacer salir aprobados. Y “la prueba, esperanza” porque al salir aprobados nos llenamos de esperanza, no nos defraudamos sino que nos alentamos a seguir adelante en el camino de Cristo. Esta esperanza no nos avergüenza, aunque el mundo se ría de nosotros porque creemos en el Dios Invisible; “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” Todo se fundamenta en el Amor de Dios, ese Amor que Él nos demostró en la cruz y al vaciarse en nuestro interior, ocupándolo como morada. ¿Qué mejor demostración del Amor de Dios que Él nos escogiera como Su templo, a nosotros pobres pecadores? 

Nos gloriamos o enorgullecemos en medio de la tribulación, y también somos “sufridos en la tribulación”, la soportamos con paciencia porque “El amor es sufrido…” (1 Corintios 13:4a): “11 En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; / 12 gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; / 13 compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.” (Romanos 12:11-13) 

Nos gloriamos y somos sufridos en la tribulación porque, además de saber que Dios nos está probando y que Él ya es victorioso y jamás nos abandonará, somos consolados por Dios. Tal consuelo viene de Su Espíritu Santo, al que Jesús llamó “el Consolador” pues esa es Su principal función: consolarnos en el difícil camino de la vida, como dice David: Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” (Salmos 23:4) Dios nos consuela para que podamos consolar a otros: 

“3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, / 4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.” (2 Corintios 1:4) 

Porque Dios nos ama con Amor eterno y nos consuela en todos nuestros problemas, somos pacientes cuando sufrimos y “nos gloriamos en las tribulaciones”. 

 

CONCLUSIÓN

La gente se pregunta cómo pueden los cristianos soportar el dolor sin perder su fe y la respuesta es simple; se encuentra muy bien explicada en la Palabra de Dios, donde dice: 

1) A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.” Cada experiencia vivida en Cristo es una enseñanza para el creyente que soporta la prueba porque sabe que Dios tiene como propósito configurarlo con Jesús. 

2) “Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” Jesucristo alcanzó en la cruz completa victoria contra nuestros enemigos; y nosotros, en Cristo, disfrutamos de esa victoria. 

3) “Nos gloriamos en las tribulaciones” y las soportamos con paciencia porque Dios nos ama con ama y nos consuela en todos nuestros problemas. 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Cuáles han sido las tres experiencias más dolorosas de su vida y cómo logró superarlas?

2)      ¿Qué puede hacer perder la fe a un cristiano?

3)      ¿Qué testimonios cristianos de aceptación del dolor sin pérdida de la fe se dan hoy día?

4)      ¿Qué significa para usted la frase A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”?

5)      ¿Qué características de Cristo están formándose en usted?

6)      ¿Por qué los cristianos dejamos a veces de ser victoriosos?

7)      ¿De qué forma podemos experimentar el consuelo del Señor?

8)      ¿Cuál ha sido el efecto de la pandemia en la fe de las personas?

9)      ¿Cuáles han sido sus temores en esta pandemia?

10)  ¿Qué planes tiene para el año que se inicia?

11)  ¿Qué nos hace permanecer en Dios conformes y esperanzados a los cristianos?

12)  ¿Es necesario el dolor en la vida cristiana?

13)  ¿Por qué no todos los cristianos aceptan el sufrimiento en sus vidas?

14)  ¿Qué debilidades, defectos o pecados se vieron en los cristianos durante esta pandemia?

15)  ¿En qué debiéramos cambiar después de las experiencias dolorosas vividas?

16)  ¿Cuál de estos aspectos considera más importante en la vida de un pueblo: salud, economía o trabajo?

17)  ¿Cómo puede la Iglesia ayudar a los hermanos desempleados y a las familias en dificultades económicas?

18)  ¿Cómo puede prepararse la Iglesia o comunidad de cristianos para una situación social económica crítica?

19)  ¿Qué actitud deben tener los cristianos frente a una crisis de salud, epidemias o pandemias?

20)  ¿Cómo podemos prepararnos en el hogar para tiempos de pandemias, desastres naturales y crisis sociales?