MENSAJE DE AÑO NUEVO Nº10
AÑO 2020
© Pastor Iván Tapia
“16 Por tanto, no desmayamos; antes aunque
este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se
renueva de día en día. / 17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en
nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; / 18 no mirando
nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven
son eternas.”
(2 Corintios 4:16-18)
eguramente en el futuro se recordará este año 2020 como “el año de la
pandemia del Covid- 19” o “del coronavirus”. Han sido meses de dolor para el
mundo pues muchos fueron los contagiados y no pocos los muertos por causa de
esta terrible plaga. Trabajaron duro contra ella, y siguen en la brecha,
médicos, enfermeras, auxiliares hospitalarios y científicos. Estos últimos
investigando contra el tiempo las causas de la enfermedad y el modo de crear
una vacuna para inmunizar a la población. No ha habido familia que no se viera
en alguna forma afectada por la peste.
Pero no sólo ha sido un problema de salud mundial sino también ocasionó
efectos laborales. Debido a que las autoridades gubernamentales y sanitarias se
vieron en la necesidad de declarar cuarentenas y todo tipo de restricciones
procurando detener la expansión del virus, muchos trabajadores fueron
despedidos disminuyendo sus ingresos y posibilidades de consumo. Millones de
locales comerciales y centros de turismo se afectaron. Como consecuencia de lo
laboral sobrevinieron los efectos económicos. La economía del planeta ha sido
dañada a causa de que disminuyó el consumo, escaseó el dinero y la movilidad de
las personas.
La pandemia es un problema mundial que incide en todos los habitantes del
planeta, sean o no creyentes. A los cristianos nos ha afectado igualmente que a
los no cristianos: Se nos han contagiado familiares y hermanos en la fe; muchos
han muerto, entre ellos ministros de Dios; la economía de los hogares ha sido
afectada y por tanto la de la Iglesia; miles de seres queridos y hermanos
quedaron sin trabajo o sus empresas tuvieron que cerrar; además de vernos
privados de reunirnos libremente en los templos y lugares de culto.
Ciertamente tanto cristianos como no cristianos vivimos este año 2020 los
efectos de la pandemia; la diferencia es que nosotros lo experimentamos con
Dios y los demás solos, con las consecuencias emocionales que eso significa:
dolor, desesperanza, depresión, rebeldía contra la vida. Sentir que no estamos
solos sino acompañados del Dios Todopoderoso que siempre está en control de
todas las cosas; entender que Él es quien ha permitido esta pandemia y saber
que tiene un propósito con esta situación, además de tener la certeza que Él
escucha nuestro clamor, es un gran aliciente en medio del dolor. La Biblia nos
ha enseñado mucho sobre el sufrimiento humano, su causa y su propósito. Pero
¿qué nos hace permanecer en Dios conformes y esperanzados a los cristianos? Es
lo que intentaremos explicar a continuación, qué principios poseen los
cristianos para permanecer en Dios, a pesar de las circunstancias graves. ¿Qué
permite a los cristianos permanecer en Dios en medio del dolor? Estas deben ser
preguntas que se hacen muchos no creyentes y también personas que tienen cierta
fe en Jesús, pero que no la han desarrollado.
¿Cómo pueden los cristianos
soportar el dolor sin perder su fe?
1. A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.
“28 Y sabemos que a los que aman a Dios,
todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito
son llamados. / 29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para
que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos. / 30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a
los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos
también glorificó.” (Romanos
8:28-30)
Los
cristianos ponemos en nuestras vidas como principal motivo a Dios. Él es el
protagonista y no nosotros ni nuestros familiares ni la actividad que
realizamos. Todo ello se supedita a Dios, nuestro Creador, Salvador, Señor,
Maestro, etc. Por tanto sabemos que todo lo que vivimos está bajo Su control.
Podemos sufrir circunstancias dolorosas, pero siempre sabremos que éstas son
permitidas por el Creador por algún motivo, ya que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”.
Seguidamente
pensamos que todo en nuestras vidas tiene un propósito. Prácticamente para los
cristianos no existen el azar, la suerte, las casualidades y todas aquellas
explicaciones que dejan al acaso los hechos de la vida. Dios nos conoce desde
siempre, nos llamó a Su Reino y tiene un propósito con nosotros: hacernos “conformes a la imagen de su Hijo”, o
sea desarrollar en nuestra persona las virtudes de Jesús.
Una
de esas virtudes es la paciencia (griego makrothumía, largo temperamento) que
es la “capacidad de sufrir y tolerar desgracias y adversidades o cosas molestas
y ofensivas, con fortaleza, sin quejarse ni rebelarse” (RAE), virtud que nace
del amor a Dios. Si amamos al Señor soportaremos cualquier circunstancia que
vivamos porque estaremos conscientes que es Su voluntad para nuestro bien; si
amamos al prójimo, también comprenderemos y resistiremos la ira, que es el
pecado contrario a la virtud de la paciencia. Es fruto de la virtud de
fortaleza y se apoya en la esperanza; tenemos paciencia porque guardamos la
esperanza de que después de una tormenta venga la calma, después de un mal
vendrá un bien.
La Biblia nos enseña que nuestra fe debe
ser probada y que resultado de esa prueba será la paciencia: “2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando
os halléis en diversas pruebas, / 3 sabiendo que la prueba de vuestra fe
produce paciencia. / 4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis
perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” (Santiago 1:2-4)
Porque amamos a Dios, cualquier
tribulación que pasemos nos enseñará algo bueno, ya que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”. Porque
Dios nos predestinó con un propósito elevado que es ser como Jesús, soportamos
la prueba y esta produce en nosotros la paciencia de Cristo.
2. Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
“35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o
espada? / 36 Como está escrito: / Por causa de ti somos muertos todo el
tiempo; Somos contados como ovejas de
matadero. / 37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó. / 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la
vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por
venir, / 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá
separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:35-39)
Cuando
Cristo nos perdonó y lavó los pecados quedamos para siempre ligados a Él por
amor. Pero hay otro hecho que es sobrenatural, Jesucristo nos compró con Su sangre
y desde ese día le pertenecemos. Por lo tanto ahora nada nos puede separar de
Su amor. Cuando amamos verdaderamente a alguien, ni enfermedad, muerte ni
ninguna otra cosa nos desliga de ese amor. El Apóstol nombra siete problemas
que pueden aquejarnos con respecto a la relación con Jesús: “¿Tribulación, o angustia, o persecución, o
hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” La mayor parte de esos escollos
que especifica son de tipo corporal; sólo la angustia y la tribulación son de
carácter emocional, mas todos son superables por el cristiano porque está unido
a Cristo con un amor indestructible, el amor del Espíritu Santo.
El
texto se refiere a los que escribió el salmista: “Pero por causa de ti nos matan cada día; Somos contados como ovejas
para el matadero.” (Salmos 44:22)
Sin embargo siempre salimos victoriosos, aunque nos quiten todo, aunque nos
desacrediten y hasta nos maten, finalmente tendremos la victoria porque iremos
al Cielo con Dios, “somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó”.
El
cristiano, en estricto rigor, jamás fracasa pues Dios está con él. Hace planes
que a veces no se concretan ni traen buenos resultados, pero eso es aparente
porque “todas las cosas les ayudan a bien”.
En verdad siempre es victorioso y mejor si vive como tal, reconociendo que
Jesucristo guía su vida y le lleva por un camino de éxito espiritual. Con este
entendimiento puede decir como San Pablo “Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece”:
“12 Sé vivir
humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así
para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para
padecer necesidad. / 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. / 14 Sin
embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación.” (Filipenses 4:12-14)
La
vida cristiana es una vida de victoria basada en la fe en Jesucristo, no mira
lo externo, lo material, lo concreto, sino lo interno, lo espiritual, lo
sobrenatural, “no mirando nosotros las
cosas que se ven, sino las que no se ven”. Puede que vayamos envejeciendo
con el paso de los años, que nuestro cuerpo e incluso la mente se desgaste,
pero el espíritu permanece fuerte, ágil, valiente, lleno de confianza en Dios:
“16 Por tanto, no desmayamos; antes aunque
este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se
renueva de día en día. / 17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en
nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; / 18 no mirando
nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven
son eternas.”
(2 Corintios 4:16-18)
La victoria de Jesucristo en la cruz nos
dio la victoria sobre las tinieblas, sobre la carne y el pecado, sobre las
tentaciones y vacuidad del mundo. La victoria de Jesucristo nos salvó de la
condenación eterna y es nuestra propia victoria. Por eso “Somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó.”
3. Nos gloriamos en las tribulaciones
“3 Y no sólo esto, sino que también nos
gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
/ 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; / 5 y la esperanza no
avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:3-5)
La traducción
de la Biblia que utiliza el vocablo “gloriarse” quiere decir presumirse,
jactarse, creerse. No es vanagloriarse
lo cual sería enorgullecerse demasiado de algo. También puede entenderse el
término “gloriarse” como complacerse o alegrar mucho; hacer algo de manera
gloriosa; o alabar, encomiar mediante una alabanza. En este caso, cuando dice “nos gloriamos en las tribulaciones”
quiere decir que nos regocijamos en las penas o dificultades.
Alude
el Apóstol la misma razón que Santiago: que la tribulación o prueba produce
paciencia. Para San Pablo “la tribulación
produce paciencia”, o sea que cuando tenemos problemas, necesitamos
desarrollar la paciencia, siendo esta paciencia resistencia del alma. Luego
utiliza el término “prueba” en el sentido de alguien aprobado, “y la paciencia, prueba”, es decir que
la paciencia nos hacer salir aprobados. Y “la
prueba, esperanza” porque al salir aprobados nos llenamos de esperanza, no
nos defraudamos sino que nos alentamos a seguir adelante en el camino de
Cristo. Esta esperanza no nos avergüenza, aunque el mundo se ría de nosotros
porque creemos en el Dios Invisible; “porque
el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo
que nos fue dado.” Todo se fundamenta en el Amor de Dios, ese Amor que Él
nos demostró en la cruz y al vaciarse en nuestro interior, ocupándolo como
morada. ¿Qué mejor demostración del Amor de Dios que Él nos escogiera como Su
templo, a nosotros pobres pecadores?
Nos
gloriamos o enorgullecemos en medio de la tribulación, y también somos “sufridos en la tribulación”, la
soportamos con paciencia porque “El amor
es sufrido…” (1 Corintios 13:4a):
“11 En lo que requiere diligencia, no
perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; / 12 gozosos en la
esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; / 13
compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.” (Romanos 12:11-13)
Nos gloriamos y somos sufridos en la
tribulación porque, además de saber que Dios nos está probando y que Él ya es
victorioso y jamás nos abandonará, somos consolados por Dios. Tal consuelo
viene de Su Espíritu Santo, al que Jesús llamó “el Consolador” pues esa es Su
principal función: consolarnos en el difícil camino de la vida, como dice
David: “Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me
infundirán aliento.” (Salmos
23:4) Dios nos consuela para que
podamos consolar a otros:
“3
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias
y Dios de toda consolación, / 4 el cual nos consuela en todas nuestras
tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en
cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos
consolados por Dios.”
(2 Corintios 1:4)
Porque Dios nos ama con Amor eterno y
nos consuela en todos nuestros problemas, somos pacientes cuando sufrimos y “nos gloriamos en las tribulaciones”.
CONCLUSIÓN
La gente se pregunta cómo pueden los cristianos soportar el dolor sin
perder su fe y la respuesta es simple; se encuentra muy bien explicada en la
Palabra de Dios, donde dice:
1) “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a
bien.” Cada experiencia vivida en Cristo es una
enseñanza para el creyente que soporta la prueba porque sabe que Dios tiene
como propósito configurarlo con Jesús.
2) “Somos más que vencedores por medio de aquel
que nos amó.” Jesucristo alcanzó en la cruz completa victoria contra
nuestros enemigos; y nosotros, en Cristo, disfrutamos de esa victoria.
3) “Nos gloriamos en las tribulaciones” y
las soportamos con paciencia porque Dios nos ama con ama y nos consuela en
todos nuestros problemas.
PARA TRABAJAR EN EL
CENÁCULO:
1) ¿Cuáles han sido las tres experiencias más dolorosas de su vida y cómo
logró superarlas?
2) ¿Qué puede hacer perder la fe a un cristiano?
3) ¿Qué testimonios cristianos de aceptación del dolor sin pérdida de la
fe se dan hoy día?
4) ¿Qué significa para usted la frase “A los que aman a Dios, todas las
cosas les ayudan a bien”?
5) ¿Qué características de Cristo están formándose en usted?
6) ¿Por qué los cristianos dejamos a veces de ser victoriosos?
7) ¿De qué forma podemos experimentar el consuelo del Señor?
8) ¿Cuál ha sido el efecto de la
pandemia en la fe de las personas?
9) ¿Cuáles han sido sus temores en esta
pandemia?
10) ¿Qué planes tiene para el año que se
inicia?
11) ¿Qué nos hace permanecer en Dios
conformes y esperanzados a los cristianos?
12) ¿Es necesario el dolor en la vida
cristiana?
13) ¿Por qué no todos los cristianos
aceptan el sufrimiento en sus vidas?
14) ¿Qué debilidades, defectos o pecados
se vieron en los cristianos durante esta pandemia?
15) ¿En qué debiéramos cambiar después de
las experiencias dolorosas vividas?
16) ¿Cuál de estos aspectos considera más
importante en la vida de un pueblo: salud, economía o trabajo?
17) ¿Cómo puede la Iglesia ayudar a los
hermanos desempleados y a las familias en dificultades económicas?
18) ¿Cómo puede prepararse la Iglesia o
comunidad de cristianos para una situación social económica crítica?
19) ¿Qué actitud deben tener los cristianos
frente a una crisis de salud, epidemias o pandemias?
20) ¿Cómo podemos prepararnos en el hogar
para tiempos de pandemias, desastres naturales y crisis sociales?