domingo, junio 28, 2020

JUICIO A LOS GOBERNANTES


ISAÍAS, EL PROFETA MESIÁNICO
CAPÍTULO 3



Fragmento del capítulo "Juicio a los Gobernantes", basado en Isaías 3:1-15

4.      Gobernantes explotadores.
“13 Jehová está en pie para litigar, y está para juzgar a los pueblos. / 14 Jehová vendrá a juicio contra los ancianos de su pueblo y contra sus príncipes; porque vosotros habéis devorado la viña, y el despojo del pobre está en vuestras casas. / 15 ¿Qué pensáis vosotros que majáis mi pueblo y moléis las caras de los pobres? dice el Señor, Jehová de los ejércitos.” (Isaías 3:13-15)

Llegó un momento en que el Señor se puso de pie para juzgar a aquel pueblo en desobediencia. Esto siempre ha sido así. Es cierto que Dios es Amor, pero cuidémonos de Su disciplina “porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12:29) La espada del Señor tiene dos filos: la Gracia y también la Ley. Jesús vino a salvar lo que se había perdido y no a juzgar; pero eso no quita que Él castigue al que se porta mal y le desobedece o que trate al hijo rebelde “Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.” (Hebreos 12:6) Con los impíos hace otro tanto, Él trata a las naciones y muchas veces las castiga fuerte. ¿Acaso la sociedad actual no está siendo disciplinada por el Señor por sus muchos pecados? Nos hemos alejado de Dios, le hemos negado y nos burlamos de la Iglesia y la Biblia, denostamos al cristianismo y vivimos como se nos viene en gana, matamos nonatos, explotamos la creación del Señor, abusamos de los animales y cínicamente pecamos contra la Palabra del Señor.

Dios acusó a las autoridades de Su pueblo por haber explotado a los pobres. La viña del Señor fue despojada sin misericordia por los poderosos. Ancianos y príncipes serán juzgados por Dios duramente. Su ambición y avaricia les impulsó a devorar al pueblo y esquilmar sus bienes. Quien procede de esa forma, tanto en el mundo civil como eclesial será, tarde o temprano, duramente castigado por el Señor.

Finaliza esta acusación con una pregunta del Señor para los ancianos y príncipes explotadores: “¿Qué pensáis vosotros que majáis mi pueblo y moléis las caras de los pobres?” Quien tiene un corazón tan malvado de abusar con el débil es un alma sin amor por su propio pueblo que lo ha levantado y sostenido. Esos trituran y muelen los cuerpos, los bolsillos y las vidas de aquellos que son los hijos del Señor. Están moliendo y triturando el corazón de Dios y si esto llegara a suceder en la Iglesia, es el mismo Cuerpo de Cristo el agredido. Dios sin duda reaccionará contra los siervos explotadores. Lo afirma “el Señor, Jehová de los ejércitos.”

Así como el rico muele al pobre, Jesucristo fue molido por nuestras transgresiones: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” (Isaías 53:5) Jesucristo nos perdona y lava toda culpa cuando le entregamos la vida a Él, seamos explotadores o explotados, pobres o ricos, todos somos pecadores. Él nos salvará de nosotros mismos y del diablo que quiere hacernos sucumbir. Él salvará al pobre de esos gobernantes inexpertos, oportunistas, impíos y explotadores. Dios los juzgó en la cruz y todo aquel que no acepta ese sacrificio ya ha sido condenado por su propia incredulidad y dureza de corazón.


domingo, junio 14, 2020

ISAÍAS REPRENDE AL PUEBLO DE DIOS

ISAÍAS, EL PROFETA MESIÁNICO
CAPÍTULO 1



DIOS HABLA A SU PUEBLO

© Pastor Iván Tapia


Isaías es un hombre educado, lo que se refleja en su estilo y lenguaje poético, como también dramático de sus escritos. Sin embargo, es capaz de reprender duramente y con gran vehemencia a esta nación impía, descaminada y rebelde. La dureza con que el profeta trata a su pueblo, contrasta con mucha de la predicación de hoy, más complaciente y temerosa de no agradar al oyente:

 “2 Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. / 3 El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento. / 4 ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás.” (Isaías 1:2-4)

a)      Dios habla hoy como ayer.
“2 Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová”

A los cielos y la tierra se dirige, en verdad es a toda la sociedad, tanto los que están arriba como los de más abajo. El pecado no es solamente de los delincuentes que por lo general provienen de las clases más pobres; tampoco es sólo de los ricos que explotan a los pobres y que especulan con el dinero; tampoco es sólo de los comerciantes que abusan o de los profesionales que roban o mienten. En verdad el pecado, la desobediencia a Dios y Su Ley es de toda la sociedad. Todos, creyentes y no creyentes tenemos que escuchar este llamado profético: “2 Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová”. No es el hombre que habla sino Dios por medio de él; el Señor utiliza al profeta y a todo ministro de Dios bien conectado con Él, para hablarnos, mostrarnos nuestra realidad, quizás reprendernos, enseñarnos o advertirnos.

Recordemos que “16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, / 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16,17)

b)      Dios nos acusa de rebelión.
“Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí.”

Nuestro Padre Celestial es Dios, nos creó y nos trajo a la vida con Amor eterno. A los no creyentes los cuidó, les puso padres, profesores, familia, amigos y a muchos de ellos los convirtió e hizo nacer de nuevo. Tanto a creyentes como no creyentes amó y crió Dios. A ambos engrandeció, de lo contrario no habría grandes hombres y grandes mujeres ateos y agnósticos; no podemos adjudicar al diablo sus obras científicas, artísticas, culturales, políticas, históricas, etc. Dios ama a todos los seres humanos y de uno u otro modo les ayuda, les prospera, los engrandece. Pero particularmente lo hace con Sus hijos, mas éstos se rebelan contra Él.

Un dicho popular dice “No muerdas a la mano que te dio de comer”. Si tenemos gratitud con los padres y hacia todos los que de alguna forma nos han ayudado en la vida, mayor debe ser nuestra gratitud con Dios. Cada día deberíamos agradecer al Señor Sus muchas bondades y demostrar esa gratitud además de oraciones con una actitud cambiada hacia Él, con nuestra actuación acorde a Sus enseñanzas.

Creemos que porque participamos en el culto, porque ofrendamos dinero a la Iglesia, porque hacemos oración y leemos mucho la Biblia hasta memorizar algunos textos, entonces somos cristianos correctos, agradables a Dios y no rebeldes. Pero no es así. Pensar de ese modo es pensar como fariseos, complacidos de cumplir normas. Dios quiere que le entreguemos el corazón y que renunciemos a nuestras perversidades, pecados, manías, egoísmos, malos pensamientos, que cambiemos de adentro. Usted puede no decir groserías y expresarse muy bien, pero piensa sucio; usted puede aparecer como una persona intachable, pero envidiar los recursos materiales y económicos del prójimo, sus cualidades y sus posesiones; usted puede aparecer como muy espiritual, pero estar lleno su corazón de deseos carnales. Ese cambio profundo es lo que el Espíritu Santo realizará en su alma si le entrega el corazón, arrepentido.

(Este es un fragmento del Capítulo I del libro "Isaías, el profeta mesiánico")