domingo, marzo 31, 2019

LA DISCIPLINA DEL SEÑOR.

HEBREOS COMENTADO
LECCIÓN 25

 
 
© Pastor Iván Tapia Contardo

 

Lectura bíblica: “1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, / 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. / 3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. / 4 Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado” (Hebreos 12:1-4) 

Palabra clave del capítulo: DISCIPLINA. 

Idea central: Propósitos de la disciplina del Señor. 

Objetivos: a) Comprender el concepto general de disciplina, como castigo y/o formación de la persona; b) Comprender y valorar la disciplina de Dios y sus propósitos; c) Aceptar la disciplina de Dios como elemento que nos desarrolla en la fe; d) Comprender y experimentar la disciplina que nos indica que somos hijos y no bastardos; y e) Vivir la disciplina de Dios como medio de santificación. 

Resumen: Este capítulo nos enseña acerca de la disciplina del Señor, cuan necesaria y eficaz es en el desarrollo cristiano, para comprender que es dada por Dios como un Padre lo hace con sus hijos y que permite nuestra progresiva santificación.
 

E
n este capítulo, el Espíritu Santo nos enseña el valor de la disciplina. Antiguamente se llamaba “disciplina” a un instrumento hecho ordinariamente de cáñamo, con varios ramales, cuyos extremos o canelones eran más gruesos y servía para azotar, es decir para disciplinar. Ejercen disciplina las autoridades sobre quienes tienen poder; así los padres disciplinan a sus hijos, los maestros a sus alumnos, los jefes a sus subordinados, etc. La disciplina existe donde hay autoridad.  

Hay distintas maneras de disciplinar, desde las más violentas hasta las más racionales, pero siempre implica algún tipo de dolor o desagrado por parte del que la recibe. Para un niño es doloroso que se le prohíba jugar cuando no ha hecho sus deberes o se le disminuya la mesada; para un estudiante es doloroso obtener una mala calificación o impedirle de salir al recreo, cuando ha tenido un mal comportamiento; a un trabajador el descuento de cierta cantidad de su sueldo o rebajarlo de estatus cuando no ha rendido como lo requiere el puesto de trabajo, también es doloroso; un líder eclesiástico puede ser castigado cuando ha tenido un comportamiento indigno de su condición de ministro; etc.  

Hay dos motivos de disciplina: 1) Cuando hay una conducta negativa por parte del disciplinado; y 2) Cuando se quiere lograr un mayor desarrollo del disciplinado. 

Esta segunda motivación de la disciplina tiene relación con la formación e instrucción de la persona, especialmente en lo moral. La disciplina de un hogar, de una escuela, de un regimiento, de una universidad, de un partido político, en fin de cualquier ente social que desee formar personas en cierta doctrina, va a aplicar este tipo de disciplina, que puede consistir en: Valores, principios, horarios, comportamientos, etc. los cuales apuntan a un modelo de persona.  

En el caso del creyente, se trata de la disciplina del Señor, la disciplina que Dios administra a Sus hijos. 

¿Qué propósitos tiene la disciplina de Dios?
 

1.      La disciplina del Señor nos desarrolla como cristianos.

“5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; / 6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.” (Hebreos 12:5,6) 

El consejo Divino es: 

1)      “no menosprecies la disciplina del Señor”. La disciplina es valiosa para nuestro desarrollo integral como personas. Recuerde que disciplina no sólo es castigo por un mal obrar, sino también formación para un mejor obrar: “2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, / 3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.” (Santiago 1:2,3) 

2)      “Ni desmayes cuando eres reprendido por él”. No desanimarse porque estamos pasando una prueba, por muy difícil que sea. Solemos olvidar este consejo y nos deprimimos, autocastigamos o enojamos con Dios y la vida, cuando vivimos una prueba que nos supera. La prueba tiene una finalidad superior, nuestra formación a la medida de Jesucristo: “6 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,  / 7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,  / 8 a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso;  / 9 obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.” (1 Pedro 1:6-9) 

3)      “Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.” Comprender que si sufrimos algo que consideramos demasiado duro, incomprensible, injusto, desagradable, lo que es permitido por Dios, no es porque Él nos haya olvidado o no nos ame, sino todo lo contrario, porque está preocupado de nosotros y nos ama como a hijos. 

La disciplina del Señor es muy necesaria para nuestro desarrollo cristiano. Sin ella permaneceríamos estancados en la antigua vida, carnal y desobediente a Dios.
 

2.      La disciplina del Señor nos indica que somos Sus hijos.

“7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? / 8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.” (Hebreos 12:7,8) 

La clave para enfrentar la disciplina es tener paciencia, soportarla. Pablo, cuando habla acerca de la virtud del amor, inicia su listado de características con la paciencia: “El amor es sufrido...” (1 Corintios 13:4) Si amamos a Dios y el propósito de Él para con nuestras vidas, sufriremos, estaremos dispuestos a sufrir la prueba o trato de Dios con nuestra persona.  

Ya hemos dicho que estar en medio de la prueba, siendo tratados por el Señor, es signo de que Él se ocupa de nosotros y nos ama. No es un Dios sádico, que quiera hacernos sufrir, sino el Dios amoroso y Pedagogo que se propone formarnos. Veamos la experiencia de uno de Sus apóstoles: “7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; / 8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. / 9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. / 10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2 Corintios 12:7-10) El Apóstol comprendió que el Señor quería desarrollar en él la humildad, además de protegerlo de la soberbia; Dios le enseñó cuán valiosos eran los sufrimientos en el camino de Cristo, de los cuales no debía reclamar sino alegrarse. No es fácil entender y asumir esta actitud nueva en una cultura del éxito y el disfrute, como la que vivimos. La resignación ante el dolor, la humildad y el temor de Dios hoy día son muy mal vistos, pero nuestro Camino es opuesto al camino del mundo. 

Si no tuviéramos esta disciplina de parte del Señor y viviéramos en un permanente éxito, comodidad y siendo aplaudidos y admirados por todos, tendríamos que dudar de nuestra condición de hijos de Dios. Es probable que en esa condición más nos asemejáramos a los hijos del mundo. Los cristianos no somos hijos ilegítimos de Dios, estamos en la misma categoría de los judíos, somos parte del Pueblo de Dios: “17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; / 18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. / 19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:17-19)
 

3.      La disciplina de Dios nos santifica.

“9 Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? / 10 Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. / 11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.” (Hebreos 12:9-11) 

De una u otra forma nuestros padres nos disciplinaban. En mis tiempos de infancia era con un cinturón en el trasero, una bofetada en la cara o quedar sin postre. Hoy día es quitándole al niño el teléfono móvil, prohibirle el juego de video o salir con sus amigos. Los tiempos cambian en sus formas, pero en el fondo se conserva la idea de formar al menor en disciplina. Es cierto que hoy día se enseña a las personas a defender sus derechos, pero tampoco olvidarse de sus deberes. La formación y educación de un niño es para llegar a ser un adulto adecuado en sociedad, que piense bien, que sienta bien y que actúe bien.  

Pensar bien es saber razonar, utilizar el cerebro que Dios le dio, el cual no es un adorno sino una herramienta para vivir en sociedad. Sentir bien es tener sentimientos de solidaridad hacia el prójimo, no ser una persona egocéntrica que sólo piensa en su propio bienestar; los sentimientos también se educan. Actuar bien es comportarse de acuerdo al canon moral y ético que fundamenta nuestra sociedad, el cual se resume en el Decálogo de Moisés, aún y siempre vigente. Para quien no es creyente bastarán sólo los últimos seis mandamientos y prescindirá de los cuatro primeros que hablan acerca de Dios, pero el 60% ya es bastante: 12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. / 13 No matarás. / 14 No cometerás adulterio. / 15 No hurtarás. / 16 No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. / 17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.” (Éxodo 20:12-17) 

El niño o niña no deja de amar a sus padres porque estos le disciplinen, salvo que tal disciplina fuese exagerada o injusta. De allí el consejo bíblico: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” (Efesios 6:4) Los padres esperan con ansias un hijo y cuando llega lo aman y cuidan, le enseñan con ternura, esto es sentido por el niño, por tanto cuando llega la disciplina hay una comprensión por parte del menor de que aquello es por su bien. La disciplina provoca vergüenza y temor al infringir una norma, un niño debe ser educado en la ley de sus padres: “24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. / 25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo” (Gálatas 3:24,25) 

Si amamos y obedecimos a nuestros padres en la niñez, por quienes tuvimos la vida biológica y terrenal, cuánto más debemos en la adultez servir, amar y obedecer a nuestro Padre Dios, ya que por Él tenemos la vida eterna. Según su parecer los papás nos disciplinaban; seguramente en algunas ocasiones se equivocaron, fueron injustos o exagerados en la disciplina, lo cual es comprensible ya que eran humanos caídos como nosotros. Pero Dios nos disciplina por un propósito superior. 

El motivo que tiene el Señor para disciplinarnos es lograr en nosotros la santidad. Ciertamente nos llama “santos” la Escritura puesto que hemos sido comprados a precio de sangre por Jesucristo y ahora somos propiedad del Santo Dios, por tanto somos legítimos santos. Pero otra cosa es la “santificación”, este proceso que cada cristiano vive bajo el poder transformador del Espíritu Santo. 

La santificación dura toda nuestra vida en esta Tierra. Su propósito es transformarnos a la imagen de Jesús, como lo explican los siguientes pasajes:

·         “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” (Romanos 8:29)

·         “11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, / 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, / 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:11-13) 

Este proceso de transformación lo opera el Espíritu Santo mediante los siguientes agentes:

a)      Circunstancias de la vida. Los dolores propios de cada jornada en el hogar, el trabajo, la calle, etc. Son el trato y disciplina de Dios para el creyente.

b)      Ministerio de la Palabra. Ejercido por el o los ministros de Dios de la Iglesia en que el cristiano participa, le ayuda a comprender la puerta, el camino y la meta de la fe cristiana.

c)      Discipulado. Guía y apoyo de un hermano mayor, para discernir el Camino, comprender las circunstancias que se viven bajo la luz del Evangelio. Implica sujeción al Cuerpo de Cristo.

d)     Vida devocional. Desarrollo de hábitos de oración, alabanza, adoración, meditación y reflexión bíblica. Implica sumisión al Señor. 

El camino de Cristo no es siempre fácil, suele tener piedras y espinas, pero produce un fruto agradable, el fruto del Espíritu Santo: “22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, / 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. / 24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. / 25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.” (Gálatas 5:22-25) 

Hemos nacido por el Espíritu Santo de nuevo, Él nos gestó y ahora nos habita. Lo propio, entonces, es que vivamos dirigidos por Él y no por nuestras pasiones humanas. 

CONCLUSIÓN.

La disciplina tiene dos motivaciones: Castigar una conducta negativa y formar a la persona. En el caso de la disciplina de Dios, los propósitos de ésta son: 1) Desarrollarnos como cristianos; 2) Indicarnos que somos Sus hijos; y 3) Santificarnos.

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Qué tipo de disciplina ha ejercido sobre otras personas?

2)      ¿Le es fácil o difícil ejercer disciplina?

3)      ¿Cuál ha sido su experiencia con el recibir disciplina?

4)      ¿Cuál es la diferencia entre castigar y formar?

5)      ¿Cómo ha experimentado usted la disciplina de Dios?

6)      ¿De qué modo la disciplina le ha desarrollado en lo espiritual?

7)      ¿Por qué nos disciplina Dios?

8)      ¿Qué formas de disciplina utilizaría usted actualmente en la formación de los niños?

9)      ¿Debe existir la disciplina en el trabajo y cómo se puede conciliar ésta con los derechos del trabajador?

10)  ¿Cree usted que el desmoronamiento actual de las instituciones se deba a un problema de disciplina?

11)  ¿Por qué el niño acepta la disciplina de los padres?

12)  ¿Somos los creyentes legítimos santos?

13)  ¿Cómo se opera el proceso de transformación en un creyente?

14)  ¿Cuál es a su juicio el agente de santificación más relevante?

15)  ¿Qué sentido tienen los dolores propios de cada jornada de la vida de un cristiano?

16)  ¿Qué función deben cumplir principalmente los ministros de Dios?

17)  ¿Qué agente es de guía y apoyo para discernir el Camino y comprender las circunstancias que se viven bajo la luz del Evangelio?

18)  ¿Cómo podemos saber que somos hijos de Dios?

19)  ¿De qué agentes se vale el Espíritu Santo para operar la santificación?

20)  ¿Qué función cumple el cerebro en la vida humana y qué importancia tiene en su espiritualidad?



domingo, marzo 24, 2019

LA FE BÍBLICA.


HEBREOS COMENTADO
LECCIÓN 24

© Pastor Iván Tapia Contardo 

Lectura bíblica: “39 Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; / 40 proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.” (Hebreos 11:39,40) 

Palabra clave del capítulo: FE. 

Idea central: La fe verdadera es bíblica. 

Objetivos: a) Comprender y adquirir el concepto bíblico y teocéntrico de fe; b) Superar los conceptos populares y supersticiosos acerca de la fe; c) Desarrollar la fe como certeza y convicción; d) Expresar la fe cristiana en acciones consecuentes; e) Renovar el entendimiento de la vida en base a la fe; y f) Agradar a Dios con una fe verdadera.

Resumen: Hebreos 11 es una clase magistral sobre la FE bíblica, la que se diferencia totalmente de los conceptos populares y supersticiosos acerca de la fe. La fe verdadera es certeza y convicción de Dios y Sus promesas, se demuestra en hechos, da un nuevo entendimiento y es la que agrada al Señor.
 

M
uchos creyentes del Antiguo Testamento dieron un hermoso testimonio de fe, el que ha traspasado los siglos y es ejemplo para los cristianos de todas las épocas. A pesar de ese testimonio de vida basada en la fe en el Todopoderoso, ellos no recibieron lo prometido: la salvación, la nueva vida, el Espíritu Santo, el Mesías. Esto estaba reservado para los tiempos posteriores a la muerte y resurrección de Jesucristo, para que ambos pueblos, el hebreo y los cristianos fuésemos santificados a la vez. Recordemos que el Salvador descendió al lugar de los muertos para liberarlos y trasladarlos al Paraíso. 

Hay expresiones populares sobre la fe que distan mucho de ser la fe que nos enseña la Biblia. Se dice “tome este remedio con fe”, “le tengo mucha fe a esta planta”, “tengo fe en esta persona que me ve las cartas”, “pongo toda mi fe en tal santo”, “tenga fe, le va a ir bien en esta diligencia”, y frases por el estilo en que no aparece Dios en ellas. O se están refiriendo a la confianza en sí mismos o depositándola en un elemento de la naturaleza o una persona sin poder alguno, a la que le atribuyen capacidades sobrenaturales. El concepto de fe que plantea la Biblia se centra en Dios, en cambio los conceptos populares de fe se centran en el hombre; la fe popular es antropocéntrica, mas la fe bíblica es teocéntrica. 

Desde el punto de vista idiomático podemos utilizar la palabra fe como sinónimo de confianza, pero los cristianos preferimos reservarla para la plena confianza en Dios. Sólo a Él le debemos FE.  

¿Cómo es la fe bíblica? 

1.      La fe bíblica es certeza y convicción.

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”  (Hebreos 11:1) 

El capítulo 11 de Hebreos parte con una definición de la fe. Dice que la fe es la certeza de lo que se espera, o sea la completa seguridad de que alcanzaremos la esperanza. ¿Y cuáles son nuestras esperanzas? En primer lugar la completa salvación, la salvación eterna, que al morir seremos llevados al Cielo, para estar junto al Padre, Jesucristo, todas las criaturas celestiales y aquellos que ya han descansado en el Señor.  

También es aplicable la fe a las promesas que Dios nos ha hecho, las cuales creemos se cumplen al pedir con fe, con confianza en Dios. Por ejemplo: 

Promesa de sabiduría, “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5) 

Promesa de paz, “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” (Isaías 26:3) 

Promesa de sustento, "No os afanéis, pues diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas." (San Mateo 6:31-33)

Promesa de señales sobrenaturales, "Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán." (San Marcos 16:15-18) 

Promesa de respuesta Divina, "Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre lo haré". (San Juan 14:13)

Tener fe en Sus promesas, las palabras que Jesús nos ha dejado en el Evangelio, es parte de nuestra vida cristiana. Estas son palabras salidas de la misma boca de Dios, por tanto le damos la mayor importancia. No son palabras de cualquier hombre o mujer, de un filósofo o un gran maestro espiritual, son las palabras de Dios de las cuales nos alimentamos. Fe es plena confianza en la Palabra de Dios, pues “...No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (San Mateo 4:4)
 

2.      La fe bíblica se expresa en acciones.

“Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.” (Hebreos 11:2 

El escritor de Hebreos quiere convencer a sus lectores judíos acerca de la importancia de la fe y si algún buen testimonio tienen los patriarcas, sacerdotes y profetas del Antiguo Testamento es porque tuvieron fe. Los judíos daban importancia preponderante al cumplimiento de la Ley, las ordenanzas de Moisés, pero Hebreos les quiere mostrar y demostrar que lo más importante en la relación con Dios no es el cumplimiento de la Ley, sino la FE. 

Hebreos nos da el ejemplo de un sinnúmero de personajes de la Antigüedad que demostraron tener fe y lo hicieron a través de una acción:

1.      Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín.

2.      Enoc tuvo testimonio de haber agradado a Dios.

3.      Noé con temor preparó el arca en que su casa se salvase.

4.      Abraham obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia y salió sin saber a dónde iba.

5.      Sara, dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.

6.      Isaac bendijo a Jacob  y a Esaú.

7.      Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José.

8.      José dio mandamiento acerca de sus huesos.

9.      Moisés rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón.

10.  Rahab recibió a los espías en paz.  

La fe no es algo totalmente intangible, si bien es cierto es espiritual se visibiliza en acciones. Quien tiene fe actúa de determinada manera. A los cristianos se nos critica que demos diezmos, que confiemos en los pastores, que todos los domingos nos reunamos en un templo, que hablemos mucho de Jesús, que creamos en un libro muy antiguo, que dejemos de practicar ciertas costumbres, etc., pero todas esas acciones son expresión de nuestra fe. La fe implica una reacción. Primero es certeza, convicción, pero esa certeza (seguridad), esa convicción (una idea firme, sólida) resulta en una acción, porque “... la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.”  (Santiago 2:17)
 

3.      La fe bíblica da un nuevo entendimiento.

“Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.” (Hebreos 11:3 

La ciencia, la filosofía y la especulación nos pueden decir mucho acerca de la vida y el universo, presentarnos diferentes cosmologías, pero los cristianos siempre defenderemos la posición de que el universo fue creado por Dios. Hay un principio creador de todas las cosas y ese principio es Dios. El Dios Invisible formó todo de la nada, lo que no se ve hizo lo que se ve.  

La fe se apoya no en lo visible sino en lo invisible. Los humanos casi siempre queremos ver para creer; todo lo que la ciencia plantea tiene que comprobarse para ser creíble, de lo contrario es tan sólo teoría. En cambio los creyentes no necesitamos comprobación pues nos es dada la fe para creer lo imposible para la mente humana racional y pragmática. 

La fe puede creer en un mundo invisible, en el cielo y el infierno, en Dios, la Trinidad, los ángeles y la realidad sobrenatural. Por la fe entendemos la vida de una manera distinta como la entiende el común de los mortales: Creemos en la existencia de Dios y Su intervención en esta realidad; en la vida después de la muerte, la resurrección, la eternidad, el cielo y el infierno.
 

4.      La fe bíblica agrada a Dios.

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (Hebreos 11:6 

Los hebreos querían agradar a Dios, los cristianos desean agradar a Dios, todos los creyentes quieren agradar a su dios. Algunos piensan que lo agradan haciendo sacrificios de animales y hasta de humanos; otros sacrificándose ellos mismos, caminando sobre piedras calientes o espinas, llagándose el cuerpo, clavándose a una cruz, caminando de rodillas hasta el altar de un ídolo; otros haciendo todo tipo de obras de caridad, etc. Pero en verdad si no se tiene una auténtica fe en Dios no se lo puede agradar. Aquellas obras se centran en el ser humano y no en Dios, la fe verdadera se centra en Jesucristo.  

Si no tenemos fe, pondremos otro elemento entre Él y nosotros, puentes de todo tipo. Pueden ser de coligües, de cimbra, de piedra, de cemento y hasta de oro, pero son puentes hechos por nosotros. El único puente para agradar a Dios es la fe en Jesucristo. Sin fe jamás le agradaremos.

Hay que creer en Él. No se puede tener fe sin Dios. Muchos intentan tener fe prescindiendo de Él, entonces tienen que divinizar a alguien o algo: divinizan a una persona muerta, un gran hombre, una gran mujer, o divinizan un elemento de la creación, como un árbol, una piedra, un animal, una estrella y hasta todo el universo. Lo que hacen es reemplazar a Dios por una cosa creada por Él y eso se llama “idolatría”, la cual Él abomina:  

“3 No tendrás dioses ajenos delante de mí. / 4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. / 5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” (Éxodo 20:3-5 

Dios premia a los que lo buscan, les otorga el deseo de sus corazones aquí y en la eternidad:

  • Saciar nuestra sed espiritual, "Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será una fuente de agua que salte para vida eterna." (San Juan 4:14)

  • Tener vida eterna con Cristo, "Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo y cree en él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día postrero." (San Juan 6:40)

  • Ser llenos de Su Espíritu Santo, "Yo rogaré al Padre y os dará otro consolador, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de verdad." (San Juan 14:16)

  • Ser pescadores de almas como Él, "Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. / Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres" (San Marcos 1:16,17). 

CONCLUSIÓN.

El concepto de fe que plantea la Biblia es Teocéntrico y difiere de los conceptos populares de fe. Los que tienen más relación con supersticiones. La fe bíblica: 1) Es certeza y convicción: 2) Se expresa en acciones; 3) Da un nuevo entendimiento; y 4) Agrada a Dios.

 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Es usted plenamente consecuente con su fe cristiana?

2)      ¿Pesa más en su vida la realidad visible o el mundo invisible?

3)      ¿Creemos realmente que Dios hizo todas las cosas o pensamos que el universo se hizo solo?

4)      ¿Defendemos nuestra fe ante los incrédulos, cuando ésta es atacada?

5)      ¿Cuáles son las esperanzas de su familia?

6)      ¿Desea la sociedad actual agradar a Dios?

7)      ¿Qué papel ha tenido la fe en su familia?

8)      ¿Qué promesas de Dios se han cumplido en su vida?

9)      ¿Por qué el escritor de Hebreos insiste tanto en el concepto de fe?

10)   ¿Qué personajes ejemplos de fe se pueden encontrar en los últimos siglos?

11)  ¿Cómo entiende usted la “idolatría”?

12)  ¿Cómo podemos agradar al Señor?

13)  ¿Cuáles son sus creencias fundamentales?

14)  ¿Qué consecuencias puede tener en nuestra vida el concepto de que lo que no se ve hizo lo que se ve?

15)  ¿Con qué palabras definiría a cada uno de los siguientes personajes: Noé, Sara, Moisés, Rahab?

16)  ¿Cuál es el lado concreto de la fe?

17)  El capítulo 10 de Hebreos trata de la SANTIFICACIÓN y el capítulo 11 de la __________.

18)  Si la fe popular es antropocéntrica, la fe bíblica es __________.

19)  ¿Cómo prefiere usted vivir: obedeciendo las leyes de Dios o confiando en Sus promesas?

 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.

·         MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 

·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.

·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/

·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.

·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/

·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php

·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd

·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/

·         https://es.wikipedia.org/

·         Pérez Millos, Samuel “Comentario Exegético Al Texto Griego del Nuevo Testamento – Hebreos”