domingo, agosto 02, 2009

COMPAÑEROS EN LA ADORACIÓN.


ADOREMOS
V PARTE

Lectura Bíblica: Efesios 5:19,20

Propósitos de la Charla: a) Que el discípulo tenga una “visión y modelo de adoración”; b) Identificar quienes nos acompañan sobrenaturalmente en la adoración.


Es muy conveniente tener una “visión de adoración”. Ésta, ya lo hemos dicho, nos la entrega la Biblia, en aquellos pasajes que muestran cómo es la adoración en los cielos (Apocalipsis 4, 5, 7; 15:3,4; 19:1-8). Tal acción de los seres celestiales, más otros pasajes en que se registra como alababa el pueblo de Israel y luego la Iglesia del primer siglo, nos sirven de “modelo” para nuestro culto de adoración al Señor.

Podemos hacernos diferentes preguntas acerca de este tema, como por ejemplo ¿Qué es adorar? ¿A quién adoramos? ¿Dónde adoramos? ¿Cómo adoramos? ¿Por qué adoramos? Usted, guiado por el Espíritu Santo y la Palabra de Dios, puede perfectamente responder estas interrogantes. ¿Qué finalidad tiene esto? Se preguntará un discípulo cuestionador –que siempre los hay en una congregación- y respondemos de inmediato que siempre es conveniente estar conscientes de que lo que hacemos tiene un sentido para la fe. No es productivo para la Iglesia ni para nuestra relación con Dios hacer las cosas por pura tradición, por que “se usa”, o porque “todos lo hacen” y “siempre se ha hecho así”.

Mas hoy día el Espíritu Santo quiere llevarnos a reflexionar en base a la pregunta ¿Dónde y con quién adoramos? ¡Qué cosa tan simple, tan de Perogrullo, dirá usted! Pero no es tan así… Ciertamente adoramos al Señor en el culto del domingo, del sábado o el jueves, junto a toda la congregación. Pero ¿cuándo estamos solos? ¿Adoramos solos con nosotros mismos y con el Espíritu Santo nada más? ¿Qué nos dirá la Biblia al respecto?

“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.” (Colosenses 3:16)

“hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; / dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” (Efesios 5:19,20)

“¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación.” (1 Corintios 14:26)

A juzgar por los textos anteriores, nuestra oración, alabanza y adoración, ocurre concretamente entre los hermanos. Sin embargo hay unos versículos en el libro de Hebreos que nos abren un panorama apasionante y revelador acerca de aquellos que nos acompañan en la adoración. Cuando adoramos a Dios no lo hacemos solos, aunque físicamente estemos solos, sino que nos unimos a la adoración de un mundo espiritual sobrenatural. Porque nos hemos “acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, / a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, / a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.” (Hebreos 12:22-24)

Antes de enfrentar este pasaje, veamos –como corresponde a toda buena exégesis- el contexto en que se desarrollan las ideas.

¿Cuál es el tema de la carta a los Hebreos?
Esta epístola fue escrita para cristianos de origen hebreo, quienes siempre estaban en peligro de confundir la doctrina cristiana con el judaísmo o bien aún conservaban costumbres y leyes ceremoniales del judaísmo. El escritor se propone mostrarles que ahora están en una nueva etapa de su vida, que ya no viven bajo las normas del Antiguo Testamento, sino que en el Nuevo Pacto. Hay en sus conductas una tendencia a desvalorizar el mensaje de Jesucristo, atendiendo mayormente a los preceptos veterotestamentarios. La intención del escritor será, pues, enfatizar la importancia y mayor altura de este Nuevo Pacto. ¿No desvalorizamos nosotros muchas veces con nuestras actitudes y palabras el mensaje del Evangelio?

¿De qué habla el capítulo 12 de Hebreos?
Ya el capítulo 11 se ha referido a la fe –ese clásico y magistral pasaje- comenzando con la definición, la importancia que Dios le da a la fe en su relación con nosotros, y los ejemplos de fe que tenemos en el Antiguo Testamento.

El capítulo 12 se inicia con un “Por tanto, nosotros también,” (Hebreos 12:1) queriendo decir: debido a todo lo anterior. Y continúa: “teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos,” Todos aquellos testigos y mártires de la fe, que vivieron antes de Cristo, y que caminaron sólo por fe “como viendo al Invisible”, son un ejemplo para nosotros los cristianos, judíos o gentiles. Nosotros, que hemos visto a Jesucristo, que sabemos fehacientemente que Él es real y que dio su vida por nosotros, no tenemos excusa para decaer en la fe.

Entonces “despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, / puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”

Se nos invita en este capítulo a mirar la valentía de Jesucristo y a no desmayar, “combatiendo contra el pecado” (Hebreos 12:3-5a)

En este capítulo aparece aquel concepto tan caro al Discipulado, como es la disciplina o trato de Dios hacia el cristiano: “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; / Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.” (Hebreos 12:5b,6) basado en el texto de Proverbios, “No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, Ni te fatigues de su corrección; / Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere.” (Proverbios 3:11,12)

Establecido que somos deudores, sobre todo los hebreos, a aquel pueblo antiguo que caminó por fe; que debemos imitar a nuestro Señor y Salvador en valentía, y apreciar la disciplina del dolor, porque da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados (Hebreos 12:11); nos anima a abandonar todo aquello que atenta contra nuestra vida de fe: “levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; / y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. / Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” (Hebreos 12:12-14)

Advierte el texto aquello que tan útil nos es en el trabajo de Sanidad Interior: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:15) Tanto en el desarrollo individual del discípulo como en el colectivo de la comunidad cristiana, aquí el texto es de enorme ayuda. Aquellos que acumulan frustración y amargura, esos que rechazan la gracia de Dios, son verdaderos fornicarios, porque mezclan lo sagrado con lo profano.

Luego enfatiza lo grave de nuestra posición frente a Dios, más seria aún que la de los israelitas del Antiguo Pacto. Hace entonces un paralelo entre ambas situaciones. Veamos:

(Antiguo Pacto)
“Porque no os habéis acercado
al monte que se podía palpar”
(Nuevo Pacto)
Nos hemos acercado a un monte celestial: “sino que os habéis acercado al monte de Sion,”

“y que ardía en fuego, a la oscuridad,
a las tinieblas y a la tempestad,

Nos hemos acercado a un Reino de Luz: “a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial”

“al sonido de la trompeta,
y a la voz que hablaba,
la cual los que la oyeron rogaron
que no se les hablase más”

“a la compañía de muchos millares de ángeles,”

“porque no podían soportar lo que
se ordenaba: Si aun una bestia tocare
el monte, será apedreada, o pasada con dardo”

“a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,

“y tan terrible era lo que se veía,
que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando;

“a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.”

¿Cuál Pacto es más terrible, más comprometedor, trae mayor responsabilidad? ¿El de aquellos que procuraban con esfuerzo cumplir la Ley, o el de los que han conocido cara a cara al Dios que cumplió la Ley por ellos? ¿Cuál es más terrible, porque exige más: el Antiguo o el Nuevo Pacto? El Antiguo exigía algo que el hombre no podía cumplir, así todo muchos testificaron mejor que nosotros. El Nuevo exige sólo lo que el hombre puede obedecer, porque nos ha dado todas las herramientas para cumplir Su Ley: el Espíritu Santo y a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. Indudablemente el Nuevo Pacto es más radical que el Antiguo. El Pacto de Gracia ha sido mal entendido, lo hemos interpretado como “haz lo que quieras, pues ya eres salvo”, “ahora hay chipe libre”, “la libertad de Cristo es libertad para pecar” ¡craso error! El Nuevo Testamento es un Pacto de santidad firmado con la preciosa sangre de Jesucristo, que habla mejor que la de Abel y con la muerte de cada cristiano ¿Acaso no es el bautismo la muerte del viejo hombre y la resurrección de uno nuevo?

La advertencia del escritor de Hebreos es clara: “Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos.” (Hebreos 12:25) Estamos frente al mismo Dios del Antiguo Testamento; si antes conmovió la tierra, ahora conmoverá tierra y cielo, para que permanezca aquello que no podrá jamás moverse (v.26) Hemos recibido un reino inconmovible, eterno y perfecto; tengamos entonces gratitud y “sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia” (v.28) En el Nuevo Pacto hemos aprendido que “Dios es amor” (1 Juan 4:8), mas Hebreos nos recuerda que también “Dios es fuego consumidor” (v.29)

En resumen podemos decir que el capítulo 12 de Hebreos nos insta a poner los ojos en Jesucristo para no decaer en la fe.

¿DÓNDE Y CON QUIÉN ADORAMOS?
¿Quiénes son nuestros compañeros en la adoración? En el contexto de la adoración nos será tremendamente útil recordar y visualizar esta realidad celestial revelada en la carta a los Hebreos, y que responde a la pregunta inicial: ¿Dónde y con quién adoramos?

1. ADORAMOS EN LUGARES CELESTIALES
“sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial” (Hebreos 12:22a)

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,” (Efesios 1:3-6)

“a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.” (Efesios 1:12)

“y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,” (Efesios 2:6)

Cuando adoramos estamos en cuerpo en el lugar (templo, casa, parque, etc.) pero en espíritu estamos en la Jerusalén celestial.
“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. / Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (San Juan 4:23,24)

2. ADORAMOS CON MILLARES DE ÁNGELES.
“a la compañía de muchos millares de ángeles” (Hebreos 12:22b)

Los cristianos, cuando adoramos, lo hacemos junto a millares de seres celestiales, aunque no nos percatemos. Los seres celestiales muchas veces se nombran como ángeles; Ángel significa mensajero, y por eso a todos los espíritus celestes se les llama ángeles, en cuanto que manifiestan las cosas divinas. Son de nueve tipos, divididos en tres grupos o jerarquías:
1. Consejeros celestiales
2. Gobernadores celestiales del Universo.
3. Mensajeros celestiales, los más cercanos a los hombres.
En la primera están los Querubines, Serafines y Tronos; en la segunda las Dominaciones, Virtudes y Potestades; y en la tercera los Principados, Arcángeles y Ángeles. Cada ángel tiene su propia función y su propio orden.

a) Querubines (Ezequiel 1)

b) Serafines (Isaías 6:2) A los Serafines se les llama ardientes o abrasantes, cosa propia del amor y que procede de la gracia, pues se difunde en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha dado (Romanos 5:5). Esto no se ha de entender sólo de los cristianos, sino que también puede afirmarse de los santos ángeles. Los órdenes en los ángeles no proceden de la naturaleza, sino de la gracia y de la Sagrada Escritura, que los nombra así.

c) Tronos (Colosenses 1:16) El nombre de Tronos se explica por su semejanza con los asientos materiales, en los cuales se deben tener presentes cuatro cosas: 1) Primera, el sitio, porque así como los asientos materiales se elevan sobre la tierra, así los ángeles llamados Tronos se elevan hasta conocer directamente en Dios las razones de las cosas. 2) Segunda, la solidez, porque el que en ellos se sienta toma posición estable, aunque aquí sucede al contrario, pues los ángeles mismos son consolidados por Dios. 3) Tercera, que el asiento recibe al que en él se sienta y éste puede ser llevado en él, e igualmente estos ángeles reciben a Dios en sí mismos, y en cierto modo lo llevan a los inferiores. 4) Cuarta, la figura, porque el asiento está abierto por un lado para recibir al que en él se sienta, y así también estos ángeles están como abiertos por su prontitud para recibir a Dios y ser sus servidores.

d) Dominaciones (Efesios 1:21)

e) Virtudes (Efesios 1:21) Las Virtudes tienen poder sobre la naturaleza corporal para obrar milagros.

f) Potestades (Efesios 1:21) Las Potestades alejan a los espíritus malos, como lo hacen las potestades terrenas con los malhechores (Romanos 13:1-4).

g) Principados (Efesios 1:21)

h) Arcángeles (San Judas 6) Los Arcángeles son considerados como Ángeles príncipes, porque, comparados a los ángeles, son príncipes, y, comparados a los Principados, son ángeles. Son mensajeros de las cosas grandes.

i) Ángeles. Los Ángeles y Arcángeles anuncian a los hombres, ya las cosas grandes que rebasan la razón, ya las pequeñas que caen bajo su dominio También puede decirse que se denomina especialmente orden de ángeles el ínfimo orden, por ser éstos los que inmediatamente nos anuncian las cosas directamente.

3. ADORAMOS CON TODOS LOS CRISTIANOS CONVERTIDOS.
“a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos” (Hebreos 12:23a)

Hay una Iglesia Peregrina, la que camina en esta tierra luchando para establecer el Reino de Dios en las vidas de muchos. La otra es la Iglesia Triunfante, formada por todos los cristianos que duermen y que ya están en la presencia del Señor.

Como peregrinos nos unimos a todos los cristianos cuyos nombres están escritos en el libro de la Vida. Pablo nos habla de ese libro celestial cuando dice “Asimismo te ruego también á ti, hermano compañero, ayuda á las que trabajaron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también, y los demás mis colaboradores, cuyos nombres están en el libro de la vida.” (Filipenses 4:3) También el libro de Revelación nos habla de la existencia de ese libro: “Y vi los muertos, grandes y pequeños, que estaban delante de Dios; y los libros fueron abiertos: y otro libro fue abierto, el cual es de la vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.” (Apocalipsis 20:12); “Y el que no fue hallado escrito en el libro de la vida, fue lanzado en el lago de fuego.” (Apocalipsis 20:15)

Cuando adoramos a Dios Padre y a Su Hijo Jesucristo, lo hacemos junto a toda la Humanidad convertida. Esto es lo que se llama “la comunión de los santos”. Hoy día, si alguien nos llama santos, lo más probable es que demos un respingo. Somos demasiado conscientes de nuestras imperfecciones para aceptar este título. No obstante, todos los fieles del Cuerpo de Cristo en la Iglesia del primer siglo eran llamados santos. Es el término favorito de San Pablo para dirigirse a los discípulos de las comunidades cristianas, escribiendo a "los santos de Efeso" (Efesios 1:1) y a "los santos que se encuentran en toda Acaya" (2 Corintios 1:1)

4. ADORAMOS A DIOS PADRE.
“a Dios el Juez de todos” (Hebreos 12:23b)

El Objeto de nuestra adoración es Dios, el Juez de todos. En Él se centra la alabanza. Para Él son las siete las palabras de adoración: bendición, gloria, sabiduría, acción de gracias, honra, poder y fortaleza, como lo expresan los ángeles “diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.” (Apocalipsis 7:12)

Adoramos al Dios que es Persona, Espíritu, Soberano, Absoluto, Único, Omnipresente, Eterno, Inmenso, Omnisciente, Todopoderoso (ver “¿Quién eres Señor?, Teología de Dios”) Le adoramos por sus proezas (Salmo 150:2) y obras maravillosas (Salmo 139:14).

5. ADORAMOS CON TODOS LOS MUERTOS EN CRISTO.
“a los espíritus de los justos hechos perfectos” (Hebreos 12:23c)

Todos aquellos hermanos que han muerto, están ya en la presencia del Señor adorándole. En la cruz, nuestro Señor dijo al ladrón bueno: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” (San Lucas 23:43) En la parábola de el mendigo Lázaro y el rico (San Lucas 16:19-31) el primero fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El patriarca expresa que ahora éste es consolado aquí. Ya que Dios está en la eternidad, fuera del tiempo humano, quienes salimos de esta vida, ingresamos a la eternidad, ya sea para sufrir condenación como para disfrutar de Su gloria.

Al entrar en adoración, lo hacemos junto a aquellos amados que ya partieron, a los discípulos de Jesucristo de toda la historia de la cristiandad y junto a los familiares cristianos que han dormido en Cristo. Si pensamos en términos de eternidad, es probable que también estén allí los futuros cristianos que morirán en Él.

Este realidad sorprendente queda en evidencia cuando el Señor dice: “Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven.” (San Lucas 20:38)

6. ADORAMOS A JESUCRISTO.
“a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel” (Hebreos 12:24)

Queda claro el lugar donde adoramos a nuestro Señor todos los cristianos: en lugares celestiales. ¿Con quién adoramos? con millares de ángeles, con todos los cristianos convertidos y con todos los muertos en Cristo. El Objeto de nuestra adoración, según el texto, es Dios el Juez justo y el Señor Jesucristo.

Este Jesús ha servido como Intermediario o Mediador de un Nuevo Pacto, ya no en base a un acuerdo entre un humano pecador, llamado Moisés, y Él que es Santo; tampoco basado en la obediencia de hombres imperfectos y pecadores; sino un Pacto que se fundamenta en la obediencia de un Hombre-Dios, llamado Jesucristo, y el derramamiento de Su sangre, la “que habla mejor que la de Abel”

La obra de Cristo en la cruz es tan magnífica que no queda otra cosa que reconocerla y adorarle a Él, autor de nuestra salvación. Aquí tenemos la principal razón para adorar a Jesucristo, por su proeza, por su obra maravillosa. Él “nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Corintios 1:30)


PARA REFLEXIONAR:
1) ¿No desvalorizamos nosotros muchas veces con nuestras actitudes y palabras el mensaje del Evangelio?
2) ¿Qué personaje de la Biblia, dice la Escritura que caminó “como viendo al Invisible”?
3) ¿Quiénes son sus compañeros en la adoración?
4) ¿Dónde y con quién adora usted?


BIBLIOGRAFIA
1) “La Santa Biblia”, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.
2) Juan Carlos Ortiz, “Logros de la Cruz: Acceso al Trono de Dios”, Ministerio Hispano de la Catedral de Cristal, Garden Grove, California, USA., 2001.
3) Juan Carlos Ortiz, “El Discípulo”, edición revisada, Editorial Peniel, Argentina, 2007.
4) Santo Tomas De Aquino, “Suma Teológica, Tratado De Los Ángeles”

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