domingo, diciembre 20, 2020

RESPONSABILIDAD EN LA OBRA DE DIOS

 EL DISCÍPULO FIEL

CAPÍTULO II

FORMANDO UN DISCÍPULO FIEL




 

© Pastor Iván Tapia

“2 Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. / 3 Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano. / 4 Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía. / 5 Y aconteció que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo.” (Génesis 39:2-5) 

He aquí un varón fiel que llegó a ser responsable no sólo de una mayordomía en casa de su amo Potifar, sino en todo el reino de Egipto. Dios estaba con José porque éste se sometía siempre a Él. Por eso prosperó su alma y su vida. Sus hechos hablaron bien de su persona ante el amo, que éste pudo confiarle su casa. Del mismo modo un discípulo que es fiel podrá llegar a ser responsable de un grupo cristiano si demuestra las cualidades necesarias y Dios así lo estima. Una obra será bendecida si cuenta con discípulos que demuestran fidelidad a través del cumplimiento de sus responsabilidades. A José se le entregaron responsabilidades porque su amo vio en él esas cualidades de fidelidad, sumisión y sujeción necesarias para confiar en él. 

El primer objetivo en la formación del discípulo fiel es conducirlo hacia una toma de mayor responsabilidad en la obra, o sea desarrollar esa fidelidad que tiene hacia el Señor y Su Iglesia, avanzando hacia la adquisición de responsabilidad. Una persona responsable es aquella que está consciente de sus obligaciones y actúa conforme a ellas. Como cristianos tenemos responsabilidades, primero con Dios y la Iglesia, luego con nosotros mismos y tercero con el prójimo: 

1)      Responsabilidades con Dios y la Iglesia. Estas son inseparables: Lo que hacemos a Dios se lo hacemos a la Iglesia y lo que no lo hacemos a la Iglesia, no lo hacemos a Dios. Esto es porque “la Iglesia es el Cuerpo de Cristo”, del que jamás debemos desprendernos: 23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.  / 24 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;  / 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” (Hebreos 10:23-25). 

Nuestra responsabilidad como cristianos es obedecer a la Palabra de Dios, practicándola; cumplir los mandatos de Jesucristo y participar activamente en la Iglesia, sujetándonos a sus líderes: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.” (Hebreos 13:17) 

2)      Responsabilidades con nosotros mismos. Todo cristiano tiene una responsabilidad personal ante Dios; nadie puede culpar a otro de sus propias falencias y pecados, ya que somos personas pensantes y además tenemos el Espíritu Santo que nos guía y advierte: 10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. / 11 Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios. / 12 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.”  (Romanos 14:10-12) 

Cada creyente en Cristo debe preocuparse de sí mismo y su salvación eterna. No debemos esperar que otros nos digan lo que debemos hacer, ya que lo leemos cada día en la Biblia y lo escuchamos de boca de nuestros pastores. Nuestro primer deber es cuidar de nuestra alma y nuestro cuerpo: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12) 

3)      Responsabilidades con el prójimo. La principal responsabilidad que los discípulos tenemos con el prójimo nace del corazón de Cristo y apunta hacia Él y es la de amar a nuestros semejantes como nos amamos a nosotros mismos. Esto es así porque Cristo ama al ser humano y quiere usarnos a los cristianos como canales de ese Amor hacia los seres humanos, sean estos o no creyentes. El amor es el sello de que somos cristianos, discípulos de Jesús: 34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. / 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (San Juan 13:34,35) El amor es más que palabras bonitas, abrazos y besos, es una serie de conductas expresadas en obras, es actuar con el prójimo con: paciencia, bondad, humildad, delicadeza, altruismo, serenidad, jovialidad, compasión y magnanimidad: 4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; / 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; / 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. / 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” (1 Corintios 13:4-7) 

En el caso del discípulo fiel, se incentivará al desarrollo de su fidelidad a Cristo y la Iglesia asumiendo sus responsabilidades con Dios, la Iglesia, consigo mismo y los demás. Estas son conductas prácticas que deben comenzar a funcionar, como: a) Responder a las demandas justas de Dios y de la Iglesia; b) Realizar tareas encargadas por el tutor y/o pastor, con esmero y entusiasmo, pensando que son para Dios; c) Reconocer y hacerse cargo de los errores cometidos en alguna misión encomendada; d) Planificar con seriedad y acuciosidad acciones en la obra de Dios: “22 Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. / 23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;  / 24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.” (Colosenses 3:22-24)

(Del libro inédito "El Discípulo Fiel / Libro del Tutor")

 

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