domingo, agosto 30, 2020

TODA BUENA DÁDIVA VIENE DE DIOS

ISAÍAS, EL PROFETA MESIÁNICO
CAPÍTULO 10
Sargón II (a la derecha) con su hijo el príncipe Senaquerib 
en un bajorrelieve de Dur-Sharrukin (Museo del Louvre)

© Pastor Iván Tapia 


“12 Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos. / 13 Porque dijo: Con el poder de mi mano lo he hecho, y con mi sabiduría, porque he sido prudente; quité los territorios de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y derribé como valientes a los que estaban sentados; / 14 y halló mi mano como nido las riquezas de los pueblos; y como se recogen los huevos abandonados, así me apoderé yo de toda la tierra; y no hubo quien moviese ala, ni abriese boca y graznase.”  (Isaías 10:12-14)

El rey asirio estaba totalmente convencido que en sus manos poseía todo el poder para atacar y dominar a las naciones. Fue lleno de orgullo y vanidad, altanero y arrogante, pensando que sus victorias se fundaban en su gran fuerza. Se consideraba muy inteligente al calcular los planes estratégicos y resultar vencedor. No sabía que en verdad era Dios quien le había permitido esos triunfos. Se sentía muy orgulloso de haber derrotado a tantos reyes con su poder militar y valentía. Al vencerlos se apoderaba de muchas riquezas, como quien se apodera de los huevos de un nido abandonado.

La mayoría de las personas atribuyen sus éxitos en la vida a sus propias capacidades e inteligencia y no reconocen el poder, la soberanía e inteligencia de Dios guiando los pasos de los seres humanos. Esto se llama orgullo; en este sentimiento no hay humildad ni sumisión al Señor de todas las cosas. También se puede dar entre creyentes esta actitud y pensar que nuestros avances y éxitos materiales y espirituales se deben exclusivamente a nuestras dotes personales. El discípulo de Jesucristo sabe que nada proviene de sí y que toda cosa buena le ha sido dada por Dios: “16 Amados hermanos míos, no erréis. / 17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” (Santiago 1:16,17)

La altivez de ojos y el orgullo del corazón son considerados pecado por Dios: “Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y pensamiento de impíos, son pecado.” (Proverbios 21:4). Él no aprueba la altanería: “Al que solapadamente infama a su prójimo, yo lo destruiré; No sufriré al de ojos altaneros y de corazón vanidoso.” (Salmos 101:5). Dios humilla al orgulloso: “Porque tú salvarás al pueblo afligido, Y humillarás los ojos altivos.” (Salmos 18:27)

La profecía del capítulo 10 de Isaías nos enseña, entre otras cosas, que es necesario comprender que toda buena dádiva proviene de Dios.


(Fragmento del capítulo 10 de Isaías, el Profeta Mesiánico, titulado "El hacha y el leñador")


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