domingo, octubre 27, 2019

PRECURSORES DEL ANTICRISTO.



EPÍSTOLAS DE SAN JUAN
LECCIÓN 8



© Pastor Iván Tapia

Lectura bíblica: “18 Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. / 19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.” (1 Juan 2:18,19)

Idea central: Características de los “anticristos”.

Objetivos: a) Entender que los “anticristos” se oponen al Evangelio y a la Persona de Jesús; b) Identificar y rechazar a los anticristos; c) Conocer las características de los anticristos: d) Valorar el Espíritu Santo como la unción que nos diferencia de los que no conocen a Cristo; e) Comprender la importancia de reconocer a Jesucristo como Hijo del Padre; f) Comprender y practicar el concepto de justicia bíblica; g) Conocer el contexto histórico de las cartas de San Juan y sus similitudes con la actualidad; y h) Estar preparados para no caer en los engaños de los anticristos, identificarlos y advertir al pueblo de Dios.

Resumen: Aunque aún no se manifieste el Anticristo, su espíritu está presente en falsos maestros que niegan la profunda verdad del Evangelio, la Encarnación del Verbo y la filiación de Jesucristo, Hijo de Dios, con el Padre, Dios de Amor. Destacan en este pasaje de la primera epístola de Juan, las características básicas de los “anticristos”.


E
n estos últimos tiempos se ha manifestado que vendrá un gobernante atractivo para las masas pero un engañador, animado por el diablo, quien se pondrá a la cabeza de las naciones; será el Anticristo. Este malvado se opondrá a Dios y a Su Iglesia. Como anticipo de él, ha habido siempre “anticristos” que niegan a Jesucristo en todo Su esplendor y con ello niegan al Padre; son mentirosos que espiritualizan y desvirtúan el Evangelio, que no respetan la Encarnación del Verbo y se levantan como seres más espirituales. Los ha habido desde tempranos tiempos en la historia de la Iglesia. Debemos estar preparados para no caer en sus engaños, para identificarlos y advertir al pueblo de Dios.


¿Cómo son los anticristos?

1.      No tienen la unción.
 “18 Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. / 19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. / 20 Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. / 21 No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad.” (1 Juan 2:18-21)

El viejo apóstol plantea que “ya es el último tiempo”. Desde su perspectiva humana ha pasado ya más de medio siglo y el regreso del Señor tendría que estar pronto. Esta sensación la hemos tenido la mayoría de los cristianos a través de los veintiún siglos de la Iglesia. En verdad debiéramos concluir que desde que Jesús fue alzado a los cielos hasta su segunda venida, son los “últimos tiempos”.

El apóstol Pablo manifestó en su carta a los tesalonicenses que vendría un gobernante inicuo, al que llamó “el hombre de pecado”. Juan escribe: “vosotros oísteis que el anticristo viene”. La historiografía moderna postula que Pablo fue muerto entre los años 58 y 64 DC. Se piensa que la segunda epístola a los tesalonicenses fue escrita entre los años 51 y 52 DC. Esta primera carta de San Juan data de los años 85 y 95 DC. Por tanto San Pablo ya había fallecido y la Iglesia hablaba acerca del “anticristo”. Así había escrito el “apóstol de los gentiles”:

“1 Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, / 2 que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. / 3 Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, / 4 el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.” (2 Tesalonicenses 2:1-4)

Pero San Juan en esta carta hace extensivo el espíritu del anticristo a muchos que piensan, sienten y actúan como aquél malvado; los llama “anticristos”: “ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo.” Es señal de que estamos en el último tiempo, la presencia de “anticristos”. ¿Quiénes son estos “anticristos”? ¿Están dentro o fuera de la Iglesia?

El Espíritu Santo revela por medio de San Juan que los anticristos:
1)       “Salieron de nosotros” o sea estaban dentro del pueblo cristiano, le llamábamos hermanos, escuchaban la Palabra de Dios y orábamos junto a ellos.
2)      “pero no eran de nosotros”, no eran verdaderos cristianos convertidos a Jesucristo; parecían ser del pueblo de Dios pero en realidad eran falsos hermanos.
3)      “si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros” Se apartaron de los creyentes, quizás volviendo al mundo algunos, pero los más formando una “iglesia” paralela, con creencias diferentes. Por eso se les llama “anticristos”, porque siguen teniendo apariencia de Cristos, pero en verdad es tan sólo un disfraz.
4)      “salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.” Con todo, Dios tiene un propósito en esta situación: Manifestar que no todo el que se dice “cristiano” lo es. Recordemos la parábola en la que en un campo de trigo sembrado con buena semilla, también crece la cizaña sembrada por el enemigo del granjero:

“24 Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; / 25 pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. / 26 Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. / 27 Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? / 28 El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? / 29 El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. / 30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.”  (San Mateo 13:24-30)

En la Iglesia hay trigo y cizaña, cristianos verdaderos y cristianos falsos, pequeños Cristos y anticristos.

Los que tienen “la unción del Santo” que es el Espíritu de Dios, son los verdaderos creyentes. Los anticristos no lo tienen, pues si en ellos habitara los conduciría a actuar bien, de acuerdo al Evangelio. Tener la unción significa tener la iluminación de Dios, conocer Su voluntad y propósito, estar en comunión y armonía con Dios: “Pero vosotros tenéis, y conocéis todas las cosas.” El que no tiene la unción, el que no tiene el Espíritu, es ignorante en lo espiritual y camina a ciegas, fácilmente marcha hacia el precipicio.

El apóstol Juan sabe que sus lectores conocen la Verdad y a Jesucristo, quien es la Verdad encarnada. Esa Verdad no puede engendrar ni producir mentira: “No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad.” Por lo tanto los “anticristos” jamás conocieron la Verdad ni tuvieron la unción del Espíritu. Pueden formar parte del campo, la iglesia a nivel humano, la congregación o denominación, pero no son parte de la Iglesia que es el Cuerpo de Cristo.

Los “anticristos” no tienen la unción del Santo, es decir el Espíritu de Dios.


2.      Niegan al Hijo de Dios.
“22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. / 23 Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. / 24 Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. / 25 Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.” (1 Juan 2:22-25)

Para San Juan quien niega que Jesús sea el Mesías prometido en el Antiguo Testamento, es un mentiroso porque no acepta a Cristo como la Verdad: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo?” Si lo traemos a la actualidad, vemos que muchos no creen en Jesucristo como Dios o Hijo de Dios, menos como Cristo, Mesías o Salvador. Ellos piensan de distintas formas acerca de Jesús: Que fue un maestro judío, un idealista, un personaje creado, un mito, un loco, un hombre como todos, etc. Para reconocer a Jesucristo como un hombre y Dios real se precisa la fe, la que es predicada por la Iglesia, pues “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Romanos 10:17)

En el vocabulario secular “mentiroso” es quien tiene costumbre de mentir; en el vocabulario bíblico mentiroso es el que desconoce la Verdad Divina revelada en Jesucristo. El anticristo niega que Jesús sea Dios. Más que un pecado de orden moral o legal, es un pecado espiritual: “Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.”

Destaca que no se puede tener al Padre Dios si no se tiene al Hijo; quien confiesa a Jesucristo tiene al Padre. No existe cristianismo sin Cristo; no hay una fe completa y verdadera sin el Hijo. Es preciso que el cristiano crea que Jesucristo es Dios y no lo niegue como tal o lo empequeñezca: “Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.” Enfatiza este aspecto de nuestra fe, algo primordial expresado por el mismo Jesús: “6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.  / 7 Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.”  (San Juan 14:6,7)

Esto era muy necesario para combatir las creencias gnósticas, para quienes la idea de un Dios encarnado y muerto por los humanos era repugnante, ya que el hombre habría sido creado por el Demiurgo, un dios perverso. Pensaban que Jesús no era Dios sino un ser luminoso que habría venido a anunciar un camino de liberación de las almas mediante el conocimiento o “gnosis”. Los gnósticos y su filosofía espiritualista, estaban infiltrados tanto en el judaísmo como en el cristianismo. Por eso el apóstol insta a los cristianos a no apartarse de la fe que aprendieron de Jesús: “Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros.”

Si no abandonamos la doctrina primigenia, las llamadas “sendas antiguas”, tenemos la promesa de permanecer en el Hijo y en el Padre: “Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre.” Juan tiene por ministerio la restauración de la fe verdadera, ya que ésta es amenazada por doctrinas extrañas al Evangelio. Un punto crucial es la unidad del Padre con el Hijo, un Dios de amor, salvación y reconciliación, totalmente opuesto al pensamiento gnóstico.

La única vez que San Juan habla de “promesa” es en este texto: “Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.” La vida que viene de lo alto, de Dios, esa es la gran promesa, el don de Jesucristo para todos los que creen en Él.

Los “anticristos” niegan al Hijo de Dios y dan preponderancia a sus propias personas.


3.      No hacen justicia.
“26 Os he escrito esto sobre los que os engañan. / 27 Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él. / 28 Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. / 29 Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él.” (1 Juan 2:26-29)

Había en aquel entonces, finales del siglo primero DC., creyentes con ideas extrañas a la doctrina que Jesús y los apóstoles predicaron. Lo llamamos “gnosticismo”, palabra que deriva del griego “gnosis” o “conocimiento”. Es un pretendido saber superior al saber común de la fe, destinado sólo a iniciados. Supuestamente libera al creyente de un error ancestral. Se cree que tiene una raíz mesopotámica y alcanzó al judaísmo. Como éste lo rechazó, migraron hacia el movimiento cristiano autodenominándose “verdaderos cristianos”, “elegidos”, “perfectos”, etc. Entre ellos hubo predicadores y escritores que tomaron e instrumentalizaron la atractiva persona de Jesús a su amaño. Interpretaban las Escrituras a su conveniencia y producían confusión en los hermanos. Su concepción de la divinidad y naturaleza de Cristo, su concepción de la salvación, eran totalmente distinta a la enseñanza apostólica. San Juan rechaza a estos falsos hermanos: “Os he escrito esto sobre los que os engañan.”

Hoy en día existen organizaciones y corrientes que se hacen llamar “gnósticas”, que enseñan ese conocimiento supuestamente antiguo y verdadero. Pero hay un tipo de gnosticismo que no se declara como tal y es la corriente de la “nueva era” o New Age, un conjunto de creencias y prácticas místicas y esotéricas que se presenta como salvación para todos los insatisfechos y desilusionados de esta sociedad. Tales conceptos y prácticas están permeando parte del pueblo cristiano, razón por la cual es necesario el ministerio de restauración de la fe cristiana prístina, como el que ejerció el apóstol Juan.

Jesús había enseñado a Sus discípulos: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (San Juan 14:26). Por eso Juan les dice: “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.” El Espíritu Santo enseña a través de la Biblia, la prédica de los ministros de Dios y la inspiración espiritual directa.

La invitación del anciano visionario es a permanecer en Cristo, no desviarse del Camino, volver a las enseñanzas originales: “Y ahora, hijitos, permaneced en él” Juan está mirando el regreso del Señor, Su manifestación: “para que cuando se manifieste, tengamos confianza” Si no nos desviamos de la sana doctrina tendremos completa seguridad de nuestra fe, que no se ha alejado del Fundamento. De lo contrario podría suceder que no nos reconozca y “nos alejemos de él avergonzados”:

“21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. / 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? / 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” (San Mateo 7:21-23)

Es muy antiguo el llamado del Señor a recuperar el Camino, a volver a lo que en principio Él señaló para el ser humano: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma...” (Jeremías 6:16)

Dios es Justo, da a cada uno su recompensa según su obra. La obra del cristiano es creer en Jesucristo y atenerse a Su mandamiento de Amor. Si Él nos ha perdonado, lo justo es que nosotros también perdonemos; si Él ha tenido compasión de nosotros, lo justo es que nosotros también tengamos compasión de nuestro prójimo; si Él nos ha alcanzado para salvación, lo justo es que nosotros también procuremos alcanzar las almas que están sin Dios: “Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él.” Hacer justicia es actuar como Jesús, lo que demuestra que somos nacidos de nuevo, nacidos de Él.

Los “anticristos” no hacen justicia, no actúan en Cristo, aunque podrían imitar algunas de sus virtudes.

APLICACIÓN.
Los cristianos necesitamos reconocer en nosotros la presencia del Espíritu Santo y ser obedientes a Sus impulsos. Tenemos “la unción del Santo” para actuar en consonancia con la Palabra de Dios. No podemos ser indiferentes a esa Voz interior, sino que respetuosos y sumisos a Su dirección. El Espíritu se siente, es más que un conocimiento de que lo tenemos por ser cristianos; es conciencia de que nos habita. Si esto no fuere así y usted no tiene completa seguridad de poseerlo, debe orar y ayunar por su plena conversión, examinarse y pedir la ayuda de un hermano mayor o ministro de Dios, para obtenerlo.

Jesucristo es el Hijo de Dios Padre; hay una profunda ligazón entre ambos. El Padre ama al Hijo y Éste ama al Padre y cumple Su voluntad. Respetar y amar a ambos, que en verdad son Uno, es lo correcto en cada cristiano. No nos dejemos embaucar por aquellos que pretenden enseñarnos algo distinto. Dios no es una energía; Dios no está separado en dos o tres dioses, sino unido en tres Personas; Dios no es el universo ni ninguna cosa creada; Dios es el Creador Todopoderoso, Omnisciente y Omnipresente.

Quien tiene a Cristo ha sido justificado por Él en la cruz ante el Padre; es considerado justo por Dios, es decir limpio de todo pecado y correcto en su actuar. Por esto es que debemos comportarnos en justicia con todo prójimo, actuando como lo haría Jesús.


CONCLUSIONES.
Precursores del Anticristo, los anticristos se oponen a la Verdad expresada en el Evangelio y a la Persona de Jesús como Camino al Padre. Estas son las principales características de los anticristos: 1) No tienen la unción del Santo; 2) Niegan al Hijo de Dios, Jesucristo; y 3) No hacen justicia, no viven como Él.


PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)      ¿Cómo sabe usted que tiene el Espíritu de Dios?
2)      ¿Cómo se sabe que alguien niega al Hijo de Dios?
3)      ¿Qué significa que un cristiano actúe en justicia?
4)      ¿Cómo se da cuenta usted que es el Espíritu Santo quien le impulsa a hacer, no hacer o decir algo?
5)      ¿Para qué Dios nos dio “la unción del Santo”?
6)      ¿Qué debe hacer un cristiano si se percata que no tiene el Espíritu Santo?
7)      ¿Qué importancia tiene creer que Jesucristo es Dios?
8)      ¿Por qué el universo no es Dios?
9)      ¿Es la Trinidad tres dioses?
10)  ¿Cuáles son las principales características de los “anticristos”?
11)  ¿Cómo actúan los actuales “anticristos”?
12)  ¿Los anticristos están dentro o fuera de la Iglesia?
13)  ¿Cómo se perfila actualmente el gobierno del Anticristo?
14)  ¿Cuál será la actitud del Anticristo ante la Iglesia?
15)  ¿De qué maneras hoy día no se respeta la Encarnación del Verbo?
16)  ¿Cómo podemos precavernos de los engaños de falsos maestros?
17)  ¿Qué canales usa el Espíritu Santo para enseñar la voluntad de Dios?
18)  ¿Qué le ha ayudado a usted a permanecer en Cristo?
19)  ¿Cuál es el Fundamento del cristiano y cómo se establece en él?
20)  ¿Qué es tener una filosofía espiritualista?
21)  ¿Cómo puede una iglesia cuidarse de no desviar el Camino?


BIBLIOLINKOGRAFÍA.
·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
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·         “Vocabulario bíblico / Mentira” Disponible en: http://hjg.com.ar/vocbib/art/mentira.html




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