domingo, marzo 08, 2009

TIPOS DE TESTIGOS.


LLAMANDO VIDAS AL REINO
III PARTE


Lectura Bíblica: Jeremías 32:12; San Mateo 18:15-17; 1 Timoteo 5:19

Propósitos de la Charla: a) Valorar la necesidad de testigos en los actos humanos; b) Conocer los tipos de testigos que nos muestra la Biblia; c) Motivarnos y decidirnos a ser testigos del Señor Jesucristo.


En muchos actos humanos, como un juicio, un matrimonio civil o religioso, un bautismo, una investigación policial, etc. el testigo es muy necesario. Los testigos dan confiabilidad a un acto. Encontramos en la Biblia un ejemplo de ello, en una transacción comercial: “Y di la carta de venta a Baruc hijo de Nerías, hijo de Maasías, delante de Hanameel el hijo de mi tío, y delante de los testigos que habían suscrito la carta de venta, delante de todos los judíos que estaban en el patio de la cárcel.” (Jeremías 32:12)

Cuando se disciplina en la Iglesia, de acuerdo a la enseñanza de Jesucristo, es conveniente tener testigos. Los seres humanos solemos tener actitudes de doble ánimo y orgullo, a veces para salvar circunstancias difíciles negamos hechos ciertos o culpamos a otros de nuestras propias acciones. De ahí la conveniencia de la presencia de testigos en actos de esta naturaleza: “15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.” (San Mateo 18:15-17)

Los ministros y presbíteros deben ser tenidos en alta consideración; por ello la Palabra de Dios aconseja “Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos” (1 Timoteo 5:19)

En definitiva, los testigos dan a un acto investigativo:
a) Seriedad
b) Justicia
c) Imparcialidad
d) Diferentes puntos de vista

Dios Padre envió un Testigo Suyo a esta tierra, a Jesucristo, el Testigo fiel. El Hijo de Dios envió a los Doce y con ellos a toda la Iglesia, como testigos de Él y el Evangelio. La Divinidad requiere de nosotros como buenos testigos de la vida de Jesucristo, Su resurrección, de Su regreso como Juez de la Humanidad, del testimonio de las Escrituras y del Evangelio. Dios necesita que seamos Sus testigos en esta tierra.

La Biblia nos muestra tres diferentes tipos de testigo:
· El testigo concreto.
· El testigo humano.
· El testigo Divino.


I. EL TESTIGO CONCRETO.
Los seres humanos acostumbramos utilizar objetos como testigos de nuestros éxitos, fracasos, momentos importantes, acuerdos, etc. En este aspecto están:
· El testigo inerte.
· El testigo mudo.

1. El testigo inerte (no se mueve).
En todas las culturas se acostumbra poner un objeto por testimonio. Hoy día lo hacemos con un monumento, obelisco, arco de triunfo, placa conmemorativa, etc. Cuenta la Escritura que en días de Jacob, éste dijo a sus hermanos que hicieran un montículo o majano. Un majano es un montón de cantos sueltos que se forma en las tierras de labor o en las encrucijadas y división de términos. “46 Y dijo Jacob a sus hermanos: Recoged piedras. Y tomaron piedras e hicieron un majano, y comieron allí sobre aquel majano. 47 Y lo llamó Labán, Jegar Sahaduta; y lo llamó Jacob, Galaad. 48 Porque Labán dijo: Este majano es testigo hoy entre nosotros dos; por eso fue llamado su nombre Galaad” (Génesis 31:46-48) Galaad significa “montón del testimonio”.

El testigo inerte, un objeto que puede ser un montículo, un montón de piedras, no se mueve, no piensa, no habla, pero para los seres humanos que fueron testigos del acuerdo, de la batalla, del pacto, del hecho histórico, pasa a ser un permanente recordatorio. Los monumentos en nuestras plazas nos recuerdan las victorias pasadas de nuestra nación y a quienes nos antecedieron e hicieron posible que hoy seamos un país libre y soberano. Como objeto inerte, la cruz nos habla a todos los cristianos acerca del sacrificio que nuestro Señor Jesucristo hizo para darnos la libertad del pecado y la salvación. Una cruz en sí misma es tan sólo un objeto, dos maderos cruzados, sin embargo nos “habla”.

El testigo inerte en verdad nunca fue testigo, pues no tiene vida, pero sí fueron testigos quienes lo tomaron y pusieron como testigo de sus acciones. Quienes han contraído matrimonio llevan siempre en su dedo anular un “testigo inerte” de su compromiso. En la vida humana son muy importantes estos testigos.

2. El testigo mudo (no habla).
Otras veces se suele poner a toda la creación o a un elemento de la creación por testigo. En el caso de Josué, puso una gran piedra como testigo: “25 Entonces Josué hizo pacto con el pueblo el mismo día, y les dio estatutos y leyes en Siquem. 26 Y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios; y tomando una gran piedra, la levantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario de Jehová. 27 Y dijo Josué a todo el pueblo: He aquí esta piedra nos servirá de testigo, porque ella ha oído todas las palabras que Jehová nos ha hablado; será, pues, testigo contra vosotros, para que no mintáis contra vuestro Dios.” (Josué 24:27)

En la exhortación que hace Moisés a Israel, para que la ponga en práctica cuando entre a tomar posesión de la tierra de promisión, les dice: “25 Cuando hayáis engendrado hijos y nietos, y hayáis envejecido en la tierra, si os corrompiereis e hiciereis escultura o imagen de cualquier cosa, e hiciereis lo malo ante los ojos de Jehová vuestro Dios, para enojarlo; 26 yo pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra, que pronto pereceréis totalmente de la tierra hacia la cual pasáis el Jordán para tomar posesión de ella; no estaréis en ella largos días sin que seáis destruidos.” (Deuteronomio 4:26)

Los árboles, las piedras, las nubes, el sol y la luna, pueden ser testigos de nuestro actuar, pero jamás hablarán por sí mismos, salvo que usted o yo les atribuyamos esa capacidad de testificarnos o recordarnos nuestros actos buenos o malos. Coloquialmente solemos decir cuando estamos en un lugar en que nos han acontecido circunstancias difíciles o vergonzosas: “si este lugar hablara…” En ese momento nos congratulamos que eso no sea posible y preferimos guardar el secreto. Pero hay Alguien que sí nos vio, nos escuchó y sabe perfectamente qué ocurrió allí. De Él no podemos escondernos. Por eso, poner por testigos al cielo y a la tierra, como lo hizo Moisés, es algo muy sabio, es poner a Dios por Testigo.

II. EL TESTIGO HUMANO.
Encontramos descritos como “testigos”, tres tipos de testigos humanos en la escritura, a saber:
· El testigo falso
· El testigo malvado
· El testigo de Dios

1. El testigo falso.
A Dios no le agrada el falso testigo ni el falso testimonio. Es pecado. Se puede actuar como testigo falso en un tribunal civil, en una investigación policial, en un sumario en un lugar de trabajo, ante una junta en una escuela u organización, en alguna acusación de amistades o familia. Esta es costumbre de impíos y no de santos. Por eso la Biblia nos ordena: “No admitirás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo falso.” (Éxodo 23:1) El testigo falso es un mentiroso y como tal está siguiendo al diablo que es “padre de mentira”. “El testigo verdadero no mentirá; Mas el testigo falso hablará mentiras.” (Proverbios 14:5)

2. El testigo malvado.
Personas malintencionadas atacaron a David. Cuenta él en un salmo que les procuró el bien, cuando ellos estuvieron en problemas les ayudó, se vistió de silicio y oró por sus dificultades, mas éstos le atacaron, se alegraron en su adversidad, y se juntaron contra él y lo despedazaban sin descanso, como lisonjeros, escarnecedores y truhanes, crujieron contra él sus dientes. Escribe, entonces: “Se levantan testigos malvados; De lo que no sé me preguntan” (Salmo 35:11)

Como hay testigos malvados, también los hay consentidores de lo malo. Una vez que cierto fariseo invitó a Jesús a cenar a su casa, extrañado el anfitrión de que el Invitado no se lavara antes de comer, el Señor inicia una reprensión, que luego se extiende a los maestros de la Ley: “¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia. ¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro?” A los maestros de la Ley los acusó de ser tan culpables como sus padres, de haber dado muerte a los antiguos profetas de Dios, porque fueron testigos consentidores: “47 ¡Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros padres! 48 De modo que sois testigos y consentidores de los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, y vosotros edificáis sus sepulcros.” (San Lucas 11:47,48)

3. El testigo de Dios.
Los hay de tres tipos:
· El testigo de ayer.
· El testigo de hoy.
· El testigo ejemplar.

a) El testigo de ayer
Los cristianos de ayer son testigos históricos del Señor. Nuestros antecesores son testigos (mártires) de Dios. La palabra mártir deriva del griego 'martys', que significa "testigo" y se refiere, en general, a la persona muerta en la defensa de alguna causa, con lo que da "testimonio" de su fe en ella. En el mundo occidental de tradición cristiana, la palabra tiene connotaciones religiosas, pues se ha considerado que un mártir es una persona que muere por su fe, y en muchos casos es torturada hasta la muerte. Los mártires cristianos de los tres primeros siglos después de Cristo eran matados por sus convicciones religiosas (a veces eran crucificados como Jesucristo) de la misma manera que los prisioneros políticos romanos, o arrojados a los leones en el circo. Sin embargo, algunos historiadores de la Iglesia afirman que ha habido más mártires cristianos en el siglo XX que en el conjunto de los diecinueve siglos anteriores. En conclusión podemos decir que todos los mártires cristianos son testigos de la fe en Jesucristo, pero no todos los testigos son mártires. La epístola a los Hebreos se refiere a los testigos de Dios en el pueblo hebreo, con estas palabras: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1) Los testigos nombrados en el capítulo 11 de Hebreos son “héroes de la fe”, espectadores o testigos de nuestro caminar en Cristo, amigos invisibles que nos animan con su ejemplo.

b) El testigo de hoy.
Los cristianos de hoy debemos ser testigos de Jesucristo.
· “Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí.” (Isaías 43:10)
· “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8)
· “Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan” (1 Corintios 15:15)
· “Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada” (1 Pedro5:1)

c) El testigo ejemplar.
Entre los dos anteriores tipos de testigos encontramos testigos ejemplares. Es aquél que es un modelo para nuestra fe: un héroe cristiano, un ministro del Señor, un líder, un hermano mayor. El discipulador debe ser un testigo ejemplar. Da testimonio ante el discípulo, como dice el Apóstol: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.” (2 Timoteo 2:2) Estos modelos tienen testigos a su alrededor, son ellos mismos testigos de Jesucristo y nosotros, sus seguidores, somos testigos de su actuar. Necesitamos constituirnos en testigos ejemplares para muchos hermanos.

III. EL TESTIGO DIVINO.
Dios es Testigo incuestionable del ser humano y su actuar. “Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos.” (Malaquías 3:5)

Podemos invocar al Señor como testigo de nuestra conducta, como en los siguientes textos de Pablo y Job: “Mas yo invoco a Dios por testigo sobre mi alma, que por ser indulgente con vosotros no he pasado todavía a Corinto” (2 Corintios 1:23) ; “18 ¡Oh tierra! no cubras mi sangre, Y no haya lugar para mi clamor. 19 Mas he aquí que en los cielos está mi testigo, Y mi testimonio en las alturas.” (Job 16:18,19)

Nuestro Señor es el Testigo por excelencia, Testigo del Padre, del Espíritu Santo y del hombre: “y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre” (Apocalipsis 1:5)


CONCLUSIÓN.
Hemos hecho una clasificación de los diversos tipos de testigos que la Biblia nos muestra. Conocimos en primer lugar “testigos concretos”, objetos que el pueblo de Israel utilizó para señalar un hecho digno de no olvidar. Hoy día necesitamos este tipo de referentes, puesto que hemos olvidado la Palabra y Voluntad de Dios; cosas que nos recuerden que Él está allí y vendrá próximamente como Juez. ¿Qué cosa podemos poner en nuestro hogar, barrio y trabajo que sirva como testigo del Señor?

En segundo lugar vimos testigos humanos, negativos y positivos: testigos falsos, testigos malvados, testigos del pasado, testigos del presente y testigos ejemplares. Necesitamos cuidarnos dentro y fuera de la Iglesia de los testigos no veraces y malintencionados; animarnos con la inmensa nube de testigos que nos contempla desde el pasado y ser, en definitiva, testigos de Jesucristo, con las condiciones que ya nombramos en lecciones anteriores. ¿Estamos ejerciendo adecuadamente como testigos del Señor en nuestra época?

Y en tercer lugar hay un Testigo Divino, nuestro Señor Jesucristo, Cabeza de la Iglesia. Invoquémosle y sometámonos a Él, haciendo Su voluntad, cual es que seamos “testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8) ¿Estamos viviendo como teniendo por Testigo al Señor Jesucristo, o nuestra vida es indiferente a Él?

PARA REFLEXIONAR:
1) Responder a las tres preguntas de la Conclusión.

BIBLIOGRAFIA
1) “La Santa Biblia”, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.

No hay comentarios.: