lunes, mayo 14, 2007

LA AUTORIDAD DE DIOS SE SUSTENTA EN SANTIDAD.




EL PRINCIPIO DE AUTORIDAD EN EL REINO DE DIOS
III PARTE

Lectura bíblica: San Mateo 5:48
Propósitos de la charla: Comprender que a) Dios es Santo; b) que Su autoridad se fundamenta en Su santidad y c) que somos pecadores llamados a vivir en santidad.



Hay una característica de Dios que supera cualquier otra, Su perfección moral, Su santidad. Sólo Él es absolutamente limpio de pecado, sin error moral. Dios es una Persona sin pecado; es un Espíritu santo. Como Soberano tiene toda autoridad, pero la ejerce desde Su santidad; no ejerce el poder como los hombres que utilizan todo tipo de ardides para lograr la obediencia de sus subalternos. Es un Dios Absoluto, Único, Eterno, Inmenso, Omnipresente, Omnisciente, Todopoderoso y Santo. No podremos entender la naturaleza de la autoridad de Dios si no comprendemos que antes que nada Dios es Santo. No hay Alguien más coherente que Dios, Él exige de Sus criaturas la conducta que Él mismo ejemplifica. Nada enseña Él que no lo haya practicado. Enseña con autoridad, la cual emana de Su santidad. Nuestro Dios es Santo.

A continuación veremos como Él es adorado en los cielos por Su santidad.

UN TRONO ALTO Y SUBLIME.
"En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo" (Isaías 6:1)

Cuando murió el rey Uzías, estaba el profeta Isaías ministrando a Dios en el templo, muy probablemente pensando en el rey recién fallecido, cuando Dios le abrió los ojos para ver las realidades celestiales.

El rey Uzías fue un rey maravilloso. Habiendo sido instruido en el temor del Señor por Zacarías, el Señor le dio éxito tras éxito. No obstante, no prestó atención a la instrucción de la ley de estar especialmente alerta durante los días de la prosperidad. Cuando llegó a ser poderoso, en su orgullo usurpó una labor delegada específicamente sólo a los sacerdotes. El resultado fue que el Señor le afligió inmediatamente con lepra, enfermedad que tuvo hasta el día en que murió.

Cuando murió Uzías fue un tiempo de luto nacional, y también fue un tiempo para crecer en el temor del Señor. El Señor era un Dios Santo que no toleraría el pecado en su pueblo. Así que Isaías estaba temblando aun antes de la visión.

Cuenta el profeta, que tuvo una visión extraordinaria: vio al Señor sentado en Su trono. Lo ve vestido como un Sacerdote, al parecer, y sus vestiduras llenan el templo. Las características de este trono, según las palabras del profeta, son:

Un trono alto. La altura siempre simboliza lo elevado, lo superior, lo que tiene autoridad. El trono de Dios de por sí, por ser un trono, es signo de Su plena autoridad. Él es el Sumo Sacerdote.

Un trono sublime. La palabra sublime tiene su etimología en el latín sublimis, que significa muy alto. Designa algo "Admirable, extremadamente bueno o extraordinario" El trono de Dios y Dios mismo son admirables, dignos de toda nuestra admiración y adoración. El Señor es extremadamente bueno, Su bondad no tiene límites, al punto de haberse dado Él mismo en sacrificio por la humanidad, para que nosotros alcanzáramos la salvación. El adjetivo extraordinario indica "que excede lo normal o lo ordinario", es algo o alguien fuera de la norma. Dios supera toda expectativa humana, por eso no terminamos nunca de conocerle ni de definirle. Extraordinario también implica "de tamaño, cantidad o calidad mayores de lo ordinario o de lo normal". Jehová es inmenso, como no es materia sino espíritu, y en Cristo materia glorificada, no puede limitarse en tamaño o cantidad.

UN TRONO DE SANTIDAD.
"Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. / Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria." (Isaías 6:2,3)

Isaías vio a Dios con vestiduras sacerdotales y rodeado de unos seres angélicos llamados serafines. Estos serafines son mencionados por primera vez en Isaías. El profeta no estaba familiarizado con ellos; un ángel más reconocible y familiar, como los querubines que estaban encima del arca del pacto, hubieran hecho la escena más fácil para él. Serafín deriva del hebreo saraph, que significa arder; por tanto los serafines son seres de apariencia ardiente. Son de profunda humildad y reverencia, obedientes ejecutan con prontitud la voluntad de Dios -esto significan sus alas- alabándole con cánticos alternativos.

Otro profeta describe a estos seres: "Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos. / Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos" (Ezequiel 1:13,14)

"Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego" (Hebreos 1:7)

El nombre Serafín se toma de ardor, que pertenece a la caridad. El amor es un don común a todos los ángeles, más en ellos es preponderante. Nunca bajan a la tierra, giran constantemente en torno al trono divino y se dice que entonan permanente el Kaddish, una oración judía que dice "Santo, Santo, Santo, es el Señor de los Ejércitos, toda la tierra reboza en su gloria". Se piensa que cantan la música de las esferas y regulan el movimiento de los cielos para que no se produzca el caos, este movimiento es producido por la perfección divina. Los profetas que les han contemplado cuentan que son ángeles flamígeros.

AUTORIDAD QUE ESTREMECE.
"Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo" (Isaías 6:4)

La estructura de las puertas tiembla frente a la autoridad Divina. Una puerta es un lugar de entrada y salida. Representa nuestra alma que puede ser tocada por Dios y entender Su Verdad. Cuando esto sucede nuestra casa interior es inundada por Su Presencia. El mismo temblor de los quiciales de las puertas lo podemos observar en el profeta:

"Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos" (Isaías 6:5)

Podemos conocer la autoridad de Dios al contemplar Su santidad. Contemplar Su perfección moral es una potente luz que ilumina nuestra condición. Sólo así llegamos a comprender que somos pecadores y que hemos sido llamados por Jesucristo a vivir en santidad.

PARA REFLEXIONAR:
¿Qué tipo de seres celestiales nos muestra Ezequiel 1:24 y 2:1-3?
¿Cuánto tiempo dedico a la oración y a la contemplación del Señor?
¿Me dejo iluminar por la Persona de Jesucristo?
¿Conozco exactamente cuáles son mis pecados y áreas débiles?
¿Tengo como meta de mi vida vivir en santidad?

BIBLIOGRAFÍA.
1) Apuntes del ministerio a los líderes de la Comunidad Ecuménica Renovación de la Iglesia, obrero David Soto Godoy, 1981.

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