miércoles, julio 14, 2010

ROL DE LA ESPOSA Y MADRE DE FAMILIA.


LA FAMILIA CRISTIANA
VI PARTE


Lectura bíblica: Proverbios 31:30

Propósitos de la charla: a) Conocer, valorar y practicar los roles de la mujer en la familia; b) Evaluar, conforme al patrón bíblico, las áreas fuertes y débiles de las mujeres de mi Iglesia; c) Proponer estrategias para superar y fortalecer los aspectos debilitados o no desarrollados.


“Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.” (Proverbios 31:30)

Dios ha establecido un orden para la familia: todos deben someterse al Padre Celestial por medio de Jesucristo, quien es Cabeza de la Iglesia. La familia, como parte de ella, también se somete a Jesucristo. La cabeza visible del hogar es el marido; a él se sujeta la esposa y a ambos, los hijos.

Ahora estudiaremos el rol de la esposa y sus relaciones con la familia, desde el punto de vista bíblico. Veremos primeramente su actitud hacia el marido, luego para con los hijos y, finalmente, con la sociedad.

I. ROL DE LA ESPOSA HACIA EL ESPOSO.
1. Someterse a Cristo y sujetarse al marido.
He aquí las características de la sujeción de la mujer cristiana a su esposo.

a) Sujeción como a Cristo:
“22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; / … /24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.” (Efesios 5:22,24)

En verdad la mujer no se somete al hombre sino al Señor; más bien se sujeta a su esposo porque ve a Jesucristo en él, como lo haría con un tutor. Lo que la Biblia aconseja es que la mujer se sujete a su esposo como al Señor. El hombre puede tener defectos pero, si es cristiano, está en un camino de santificación y procura agradar al Señor y amar a su esposa, como Cristo a la Iglesia. Toda determinación importante en la vida familiar debe ser acordada con el esposo. Esto es sujetarse al esposo en todo.

b) Sujeción conveniente:
“Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.” (Colosenses 3:18)

Si Dios ordena la sujeción de las esposas, no es por capricho o algo que pueda evitarse, sino que, en Su sabiduría, Él aconseja porque es conveniente. Probablemente dice relación con algunas características femeninas, la necesidad de esta sujeción. No es “sometimiento”, el corazón sólo se somete al Señor, el Esposo de la Iglesia; sino que es sujeción y obediencia al marido. Éste debe decidir todo asunto. Adán debe aprender a pensar y decidir, no dejándose llevar por sentimientos, sino siendo razonable. Eva debe aprender a someterse a la voluntad Divina, sujetándose a su esposo. Acaso esta relación y estos deberes les son impuestos después de la caída.

c) Sujeción con propósito:
“1 Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, / 2 considerando vuestra conducta casta y respetuosa. / 3 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, / 4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. / 5 Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; / 6 como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza.” (1 Pedro 3:1-6)

La conducta de fe, de sujeción, obediencia, fidelidad y responsabilidad de la mujer cristiana será el mejor testimonio para el hombre incrédulo. “Sin palabra” significa sin argumentos, sin prédicas ni exigencias religiosas por parte de la mujer hacia el hombre, sino permitir que sea la conducta cristiana la que termine por convencer al marido.

La Biblia habla de una conducta casta y respetuosa. Casta significa limpia, pura, santa. El respeto al esposo debe prevalecer, aunque éste sea un incrédulo. Pero jamás debe permitir algo que ofenda a Cristo en su persona. Hay damas que se someten al hombre y no a Jesucristo, que permiten ser vejadas y atropelladas. Esto no debe ser así. El respeto a sí mismas es el respeto a Cristo que vive en ellas.

Otra característica es la preocupación por el atavío o vestuario espiritual, el del corazón. Cultivar la simpatía, la afabilidad, la humildad y la paz de quien descansa en el Señor, es algo que agrada a Dios y al esposo, que atrae al prójimo y es de gran estima en el hogar y la Iglesia.

d) Un ejemplo de sujeción:
Las mujeres santas, al igual que los santos, esperan en Dios y no en sus propias fuerzas o capacidades. ¿De qué forma lo hacen? “estando sujetas” a sus maridos. Veamos el ejemplo de Sara en este aspecto.

Sara fue esposa de Abraham e hija del padre de éste, pero de otra madre: “Y a la verdad también es mi hermana, hija de mi padre, mas no hija de mi madre, y la tomé por mujer” (Génesis 20:12) Sin embargo la mayor parte de los escritores judíos y muchos expositores, la identifican como Isca, hermana de Lot y sobrina de Abraham, basándose en este versículo: “Y tomaron Abram y Nacor para sí mujeres; el nombre de la mujer de Abram era Sarai, y el nombre de la mujer de Nacor, Milca, hija de Harán, padre de Milca y de Isca” (Génesis 11:29). Conforme al uso del hebreo, hija puede significar “alguna descendiente” y hermana “alguna pariente consanguínea”.

Cuando Dios hizo un pacto con Abraham, cambió el nombre de Sarai, mi princesa, por el de Sara, princesa, y le prometió a Abraham que tendría un hijo de ella, lo que tuvo lugar en su debido tiempo. Los puntos más notables de su historia, según se registra en la Biblia, son:
a) Su consentimiento en el fingimiento de que a causa de su falta de fe, se hizo culpable Abraham cuando estuvo cerca de Faraón y Abimelec.
b) Su larga esterilidad.
c) El hecho de darle a Abraham su doncella Agar como concubina y sus mutuos celos.
d) El haber tenido en su vejez a Isaac el “hijo de la promesa”, habiendo así prevalecido su fe sobre su anterior incredulidad. “1 Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado. 2 Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. 3 Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac.” (Génesis 21:1-3)

Parece haber sido mujer de una belleza poco común: “11 Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí, ahora conozco que eres mujer de hermoso aspecto; / 12 y cuando te vean los egipcios, dirán: Su mujer es; y me matarán a mí, y a ti te reservarán la vida. / 13 Ahora, pues, di que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y viva mi alma por causa de ti. / 14 Y aconteció que cuando entró Abram en Egipto, los egipcios vieron que la mujer era hermosa en gran manera. / 15 También la vieron los príncipes de Faraón, y la alabaron delante de él; y fue llevada la mujer a casa de Faraón.” (Génesis 12:11-15)

Sara fue una esposa ejemplar, fiel y madre amorosa, como lo registra el Texto Sagrado: “Y la trajo Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y se consoló Isaac después de la muerte de su madre.” (Génesis 24:67) Su docilidad es elogiada en (I Pedro 3:6) y su fe cuando se expresa: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.” (Hebreos 11:11) El Profeta dice de ella y su esposo: “Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué” (Isaías 51:2)

En el Nuevo Testamento se habla de ella como un símbolo del Nuevo Pacto, el pacto de gracia y fe: “22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. / 23 Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. /24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. /25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. /26 Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. /27 Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de las desolada, que de la que tiene marido. /28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. /29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. /30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. /31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.” (Gálatas 4:22-31).

Sara murió en Hebrón a la edad de 127 años, cerca de 37 años después del nacimiento de Isaac, y 28 años antes de la muerte de Abraham. Fue sepultada cerca de Hebrón, en una cueva en el campo de Macpela, que compró Abraham a Efron el heteo (Génesis 23)

2. Respetar a su esposo.
“Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.” (Efesios 5:33)

La Sagrada Escritura encarga al varón amar a su esposa como se ama a sí mismo. Esto significa que ambos conforman un solo cuerpo. A la mujer le dice que respete la autoridad de su marido. Al Señor Jesucristo se le venera o sea se le está sometido. Venerar es “respetar en sumo grado a alguien por su santidad, dignidad o grandes virtudes, o a algo por lo que representa o recuerda.” Hacia el esposo la mujer debe tener respeto, acatamiento, sujeción. Este respeto dice relación con la posición del varón en el hogar, como cabeza de la familia.

3. Amar a su esposo.
“que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos” (Tito 2:4)

La Iglesia debe enseñar a las esposas, sobre todo a las más jóvenes, a amar a sus maridos. En un mundo donde los matrimonios eran acordados por razones de familia, económicas o religiosas, el amor de los esposos no era un elemento preponderante, lo que no daba estabilidad ni felicidad a las relaciones de pareja.

En Babilonia, el matrimonio era un contrato que reflejaba la naturaleza comercial del pueblo, que veía al matrimonio infundido de factores económicos. Para el pueblo Hitita el matrimonio tenía semejanzas con el anterior, el sistema más utilizado era la monogamia, sin embargo la poligamia era signo de status elevado al igual que entre los asirios, diferenciándose del resto de las culturas del próximo oriente en que ésta no pone límites al poder del hombre con respecto a la esposa e hijas. Para los romanos el matrimonio era siempre monogámico, llegando a respetarse esto en el contubernio[1]; de la misma manera eran regulados los esponsales, que eran la petición y promesa de futuras nupcias entre los futuros esposos.

Una relación matrimonial sin amor no es lo que Dios desea, puesto que el amor es el ingrediente principal que permitirá el crecimiento armónico de los hijos y la unión de los esposos.

II. ROL DE LA ESPOSA HACIA LOS HIJOS.
4. Cuidar de sus hijos.
“que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra.” (1 Timoteo 5:10)

En los consejos dados en la primera Iglesia acerca del comportamiento, función y deberes de las viudas está el requisito de haber criado hijos. Se estimaba como viuda a una mujer mayor de 60 años, sin esposo, ni hijo que pudiera sostenerle. Haber criado hijos, además de un buen testimonio en obras, hospitalidad, servicio a los extranjeros, enfermos y afligidos, era imprescindible para ser honrada como “viuda” en la comunidad cristiana. Las viudas eran mujeres respetadas por su fe y consecuencia con el Evangelio.

Criar hijos no es poca cosa. Hoy día tiende a ser considerada una tarea menor. Vale más la profesión de una mujer que su condición de madre y ama de casa. Quien cría hijos está ocupada de los siguientes aspectos en el desarrollo de ellos: a) alimentación, b) educación formal, c) formación valórica y espiritual, d) vestuario, e) higiene, f) salud, g) casa y habitación, h) desarrollo personal, etc.

“Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos.” (1 Tesalonicenses 2:7)

¿Es necesario enseñar en la Iglesia, que las madres amen a sus hijos? Esto que pareciera de Perogrullo, puesto que en forma natural toda madre ama y protege la vida sus hijos, es muy necesario recordarlo en estos tiempos en que, como dice la Escritura “el amor de muchos se enfriará”[2] y habrá hombres “sin afecto natural”[3] Ahora vemos madres que no cuidan a sus hijos, los abandonan por placeres, los maltratan y aún los asesinan; razón por la cual es preciso que la Iglesia enseñe a las madres a amar a sus vástagos.

La Biblia señala como debe ser la expresión de ese amor: “cuidar con ternura a sus hijos.” Ternura es sinónimo de delicadeza, amabilidad, cariño. Algo es tierno cuando es fácil de romper o partir. Se dice de la edad de la niñez, para explicar su delicadeza y docilidad. Las personas son delicadas en su formación y como tales hay que tratarlas. Una madre debe tener cuidado en el trato que brinda a sus hijos. La brusquedad y dureza pueden formar un individuo temeroso, tímido, inseguro; o bien, imitar ese modelo y ser una persona sin afecto. La delicadeza excesiva también es nociva y genera hijos dependientes y no aptos para enfrentar las adversidades; en el caso de los varones, a veces afeminados. El amor es delicado “el amor no es jactancioso” nos enseña la Palabra de Dios.[4]

Nodriza es la mujer que cría una criatura ajena, normalmente le da la leche de sus pechos. Por lo tanto le cuida como si fuera un hijo de ella, con el mismo cariño y atención. El texto señala que el Apóstol ama a sus discípulos, con igual afecto. El amor maternal es. El amor maternal, o amor de madre a hijo, se reconoce como un amor incondicional; por tradición, se considera motivado por un fuerte instinto que lo hace especialmente intenso.

5. Colaborar en la preparación espiritual de sus hijos.
“Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre” (Proverbios 1:8)

En un hogar cristiano es muy probable que el papá instruya a su familia en la fe; tal vez haga un estudio bíblico con su esposa e hijos, un culto familiar mensual o de a sus niños alguna lección de fe antes de ir a dormir. Sin embargo, por la cercanía de la madre, ésta entrega algo más que “instrucción”, ella ofrece “dirección” a esas enseñanzas teóricas. Es que la madre conoce muy bien a sus vástagos y sabe poner a su nivel esas lecciones. La instrucción del papá debe ser oída por el hijo, la dirección entregada por la mamá no debe ser despreciada. La instrucción entrega ciertos conocimientos. Al instruir comunicamos sistemáticamente ideas, conocimientos y doctrinas. En cambio dar dirección es encaminar a alguien con consejo, enseñanza y preceptos. Ambas formas, instrucción y dirección, se complementan. Cuando no está el papá o la mamá, o uno sólo de los papás es cristiano, éste debe asumir ambas funciones, para que el hijo crezca rectamente.

La preparación espiritual del hijo es una tarea importantísima de los padres. Es rol de ambos, y en ella el deber de la mamá es colaborar. Necesitamos encaminar a nuestros hijos a la fe de Jesucristo. Nosotros no podemos obligar a creer a los pequeños, pero si podemos darles ejemplos de vida, testificar acerca del Señor, enseñarles la Palabra de Dios e inculcarles valores cristianos. Los padres cumplirán el rol de la Ley que conduce como un ayo hacia una confrontación con Jesucristo.[5] Que los padres sean hijos de Dios, no significa que lo sean sus hijos. Los niños permanecen bajo la responsabilidad de sus padres en tanto son niños; ese es tiempo para guardarles en el buen actuar y en el buen pensar, para que un día conozcan a Jesucristo como Salvador y Señor de sus vidas. La mamá tiene mucho trabajo también en este aspecto, en coordinación con el papá. Han de cuidarse ambos en no caer en la “religiosidad” y transformar la fe en una carga pesada y desagradable para sus hijos.

“y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” (2 Timoteo 3:15)

Destaca este versículo la importancia del conocimiento bíblico como un medio efectivo para alcanzar la salvación por medio de la fe en Jesucristo. Por ello es importante que los padres brinden al niño ese conocimiento. También pueden apoyarse en el trabajo que la Iglesia realiza en ese aspecto con los niños, pero es función fundamental de los papás.

El niño necesita aprender: a) Que es un ser creado por Dios; b) Que Dios es Creador de todo el universo visible e invisible; c) Que el hombre y la mujer está en pecado desde que sus primeros padres, Adán y Eva, desobedecieron a Dios; d) Que pecado es transgresión de la Ley de Dios; e) Los 10 Mandamientos; e) El medio provisto por Dios para la salvación eterna, Jesucristo; f) El Padrenuestro; g) La vida y enseñanzas de Jesús. Todo ello le preparará para aquel encuentro que todo ser humano tiene en algún momento de su vida con Jesucristo.

Timoteo, fue uno de los discípulos de San Pablo. Hijo de madre judía y padre griego[6], originario de la ciudad de Listra, su madre se llamó Eunice y su abuela Loida, como se expresa el Apóstol: “trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” (2 Timoteo 1:5) El vocablo Timoteo es una palabra griega que significa el que honra a Dios “timo Theus”. Puesto que en aquella época había judíos celosos del rito de la circuncisión, Pablo lo circuncidó para que fuese aceptado en las sinagogas. Acompañó al Apóstol en sus viajes, siendo mencionado en relatos del año 49 d.C. La importancia de esta carta y el interés pastoral de San Pablo era porque Timoteo representaba la primera generación de cristianos que no habían tenido relación directa con los hechos de Jesús. Habría conocido la fe de su madre y de su abuela judeocristianas. Timoteo representa la generación que pasó de la era apostólica a la siguiente y de la judaica mesiánica a la universal. El caso de Timoteo es un ejemplo de la buena instrucción y dirección de una madre cristiana para con su hijo.

6. Amar a sus hijos.
“que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos” (Tito 2:4)

La Biblia ordena a las ancianas, las que gobiernan la Iglesia, que enseñen a las esposas de la comunidad cristiana a amar a sus esposos y a sus hijos. Se colige de esto que todas las esposas y madres cristianas deben amar a sus esposos e hijos. En esa época los matrimonios por lo general eran concertados por los padres, no había esa idea griega del enamoramiento, sino que el amor debía ser una decisión de los esposos. Por eso el Apóstol ordena a las mujeres a amar a sus esposos.

En cuanto al amor a los hijos, es un deber que ha de cumplirse como un servicio a Dios. Las madres cristianas deben amar a sus hijos y no actuar como las paganas que los matan, venden o dan en sacrificio a los dioses falsos.

En los pueblos paganos de la Antigüedad la situación del niño era muy triste. En culturas como la egipcia y la mesopotámica los niños tenían que sobrevivir a todos los males y penurias compartidas por todos, y estaban completamente a merced de los mayores, quienes decidían incluso sobre su vida o su muerte. La literatura antigua nos informa de sacrificios de niños y de su venta; de secuestros y abandono de los hijos. Los niños eran sacrificados o abandonados por motivos religiosos, por haber nacido con algún defecto físico, por no ser lo suficientemente robusto como para convertirse en un ciudadano apto para la guerra, o por no ser del agrado de su padre. En otras ocasiones bastaba con haber sido engendrado con sexo femenino para ser candidata al sacrifico.

Otra práctica frecuente era la de venderlos como esclavos o concubinas. En Esparta la Asamblea de Ancianos juzgaba si el recién nacido era digno de vivir o ser sacrificado. Los jóvenes en estas sociedades estaban totalmente sometidos a la autoridad del adulto, y éste la ejercía con todas sus consecuencias.

La Biblia hace esta referencia al hijo rebelde: “Cuando uno tenga un hijo indócil, que no obedece la voz de su padre ni la de su madre, y aún castigándolo no los obedece, lo tomarán su padre y su madre y lo llevarán a los ancianos de su ciudad, y a la puerta de ella dirán a los ancianos de la ciudad: este hijo nuestro es indócil y no obedece nuestra voz; es un desenfrenado y un borracho; y le lapidarán todos los hombres de la ciudad. Así quitarás el mal de en medio de ti y todo Israel, al saberlo temerá”[7]. Esta ley se aplicaba raras veces ya que la Palabra de Dios dice: “Castigarás a tu hijo, que siempre hay esperanza; /pero no te excites hasta destruirle” (Proverbios 19:18) En el antiguo Israel los hijos eran considerados como un regalo de Dios: “Que sean nuestros hijos como plantas, /que crecen en su juventud. / nuestras hijas como pilares, / esculpidas como las de un templo.” (Salmo 144:12) Jesucristo cambió la mirada hacia la infancia cuando ordenó: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.”[8]

Hoy día hay otros “dioses” que pueden desviar la mirada de una madre de su principal misión: el consumismo, el dinero, la belleza física y la moda, la Internet y sus tentaciones, la profesión, etc. ¿Está usted haciendo lo que Dios le pide como madre?

III. ROL DE LA ESPOSA EN LA FAMILIA Y LA SOCIEDAD.
7. Ser virtuosa.
“10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. / 11 El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias. / 12 Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida.” (Proverbios 31:10-12)

El término “virtuoso” dicho de un artista, significa que domina de modo extraordinario la técnica de su instrumento. Así decimos “es un virtuoso del violín”, “un virtuoso de la pintura”, o de un escritor que “maneja la pluma con virtuosismo”. Tal vez estos términos se explican en que dominar las técnicas de un arte, requiere de ciertas virtudes: habilidad manual, oído afinado, sensibilidad visual, buen manejo del lenguaje, expresión, etc. Pero cuando la Biblia nos habla de la “mujer virtuosa” se refiere a algo distinto, no que ésta deba saber un instrumento, actuar o escribir novelas, sino reunir unas virtudes muy necesarias para ser esposa ejemplar.

La Palabra de Dios señala que no es fácil encontrar una mujer “virtuosa”. Dice que de tan gran estima por el hombre, que lo considera más que tener piedras preciosas. Una esposa virtuosa vale más que una joya, un anillo de oro con incrustaciones de esmeraldas, por ejemplo. Piense usted en lo más caro en este mundo y verá que una esposa virtuosa es superior a ello. Porque es una persona y porque ella es su compañera “idónea”[9] El Creador pensó que no era bueno que el hombre estuviese sólo, que necesitaba crear una ayuda idónea para él. Y así surgió la mujer, este ser maravilloso que acompaña al varón en su tarea de cultivar, guardar y nombrar la creación. Proverbios señala que el esposo de la mujer virtuosa confía plenamente en ella y sus grandes capacidades. Sus virtudes traen ganancias de todo tipo a la familia y ella sólo le brinda alegrías y satisfacciones toda la vida.

Pero ¿qué será para el Señor una “mujer virtuosa”? El Diccionario define virtud como “la disposición constante del alma para las acciones conformes a la ley moral. Una virtud es una acción virtuosa o recto modo de proceder.” La mujer virtuosa es aquella que siempre está dispuesta y dirigida a actuar conforme a la Ley de Dios, los 10 mandamientos y sus principios; la que desea andar conforme a la voluntad del Padre escrita en Su Palabra; la que actúa de acuerdo a lo que Jesucristo consideró “lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe.”[10]

La mujer virtuosa bíblica actúa conforme a lo que Dios considera virtud cristiana. Ella tiene una manera recta de proceder, pero lo que la Biblia le indica como correcto. El Nuevo Testamento señala una serie de virtudes para los cristianos en general, virtudes tales como fe, poder, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal, amor.[11] Esas virtudes cristianas son propias de Jesucristo. Nuestro deber es anunciar con palabras y hechos “las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”[12] La mujer cristiana, como todo discípulo de Jesucristo debe vivir esas virtudes, pero hay unas que pide Dios en especial a ella.

“1 Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, / 2 considerando vuestra conducta casta y respetuosa. / 3 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, / 4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. / 5 Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; / 6 como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza.” (1 Pedro 3:1-6)

Las mejores virtudes de una mujer, según la Biblia, son:
a) Sujeción al esposo. “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos” (v.1a)
b) Coherencia. “para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas” (v.1b)
c) Pureza moral. “considerando vuestra conducta casta…” (v.2,a)
d) Respeto. “considerando vuestra conducta… y respetuosa.” (v.2,b)
e) Sencillez. “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos”
f) Afabilidad. “sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable…, que es de grande estima delante de Dios.” (v.4) La mujer “afable” es agradable, dulce, suave en la conversación y el trato.
g) Apacibilidad. “sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu… apacible, que es de grande estima delante de Dios.” (v.4) La mujer de carácter “apacible” es mansa, dulce y agradable en la condición y el trato; es una persona de buen temple, tranquila, agradable.
h) Esperanza en Dios. “Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios…” (v.5)
i) Fe sincera, auténtica. “trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” (2 Timoteo 1:5) Es una “fe no fingida”

La mujer cristiana ha sido llamada por Dios para demostrar en su persona las más hermosas virtudes de Jesucristo a sus hijos, esposo y sociedad. ¿Está usted desarrollando esas virtudes?

8. Ser productiva.
a) Una mujer fructífera.
“Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.” (Salmo 128:3)

Este salmo es una bendición sacerdotal. El versículo corresponde a la primera sección, las condiciones para recibir la prosperidad material, ética y espiritual. La primera parte del versículo habla de la esposa y la segunda de los hijos. Cuando se refiere a ella la compara con una vid fructífera que favorece a su casa o familia; cuando habla de los hijos los compara con olivos alrededor de la mesa familiar. Veamos qué significan ambos símbolos.

1) La vid en la Palabra de Dios significa caridad. Cuando dice: “1 Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. / 2 La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres. / 3 Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. 4 ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?” (Isaías 5:1-4). Las uvas significan el amor y sus frutos.

Que la esposa sea como una vid significa que su gran amor por el esposo y sus hijos, traerá grandes beneficios al hogar, dará mucho fruto. Su amor es fructífero, productivo, es decir que tiene virtud de producir, que es útil o provechoso, no es un amor vacío o sólo de palabras.

2) El olivo, desde el diluvio es emblema de la paz entre Dios y el hombre, porque “las aguas se habían retirado de sobre la tierra” (Génesis 8:11) Jehová estableció un pacto con Noé, que no volvería “a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho. / Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche.” (Génesis 8:21,22)
El olivo, como la aceituna y su aceite, representa la amorosa bendición de Dios. Los sacerdotes y reyes eran ungidos con aceite de oliva; también con aceite de oliva se encendían las luces de las tiendas y el tabernáculo (Éxodo 30:24; 27:20). The reason olive oil was used for anointing and for lamps was that it represented all that is celestial, and therefore all the good of love and of charity; for the oil is the very essence of the tree, and is as it were its soul, just as the celestial, or the good of love and of charity, is the very essence or the very soul of faith; and hence oil has this representation. El aceite de oliva se usaba para ungir y para las luces porque representaba lo Divino, y por lo tanto todo el bien y el amor ya que el aceite es la esencia misma del árbol, como si fuera su alma. Esto puede confirmarse en muchos pasajes de la Biblia, como los siguientes: “Jehovah called thy name a green olive-tree, fair with goodly fruit ( Jeremiah 11:16),””Olivo verde, hermoso en su fruto y en su parecer, llamó Jehová tu nombre. A la voz de recio estrépito hizo encender fuego sobre él, y quebraron sus ramas.” (Jeremías 11:16); “Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano. / Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo, y perfumará como el Líbano.” (Oseas 14:5,6)

Las plantas de olivo son exuberantes. Se clasifica entre los árboles más valiosos de Palestina, tierra de aceite y miel. Un bosque de olivos era tan común como los viñedos y sembrados.

b) Una mujer hacendosa.
“10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. / 11 El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias. / 12 Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida. / 13 Busca lana y lino, Y con voluntad trabaja con sus manos. / 14 Es como nave de mercader; Trae su pan de lejos. / 15 Se levanta aun de noche Y da comida a su familia Y ración a sus criadas. / 16 Considera la heredad, y la compra, Y planta viña del fruto de sus manos. / 17 Ciñe de fuerza sus lomos, Y esfuerza sus brazos. / 18 Ve que van bien sus negocios; Su lámpara no se apaga de noche. / 19 Aplica su mano al huso, Y sus manos a la rueca. / 20 Alarga su mano al pobre, Y extiende sus manos al menesteroso. / 21 No tiene temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles. / 22 Ella se hace tapices; De lino fino y púrpura es su vestido. / 23 Su marido es conocido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra. / 24 Hace telas, y vende, Y da cintas al mercader. / 25 Fuerza y honor son su vestidura; Y se ríe de lo por venir. / 26 Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está en su lengua. / 27 Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde. / 28 Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba: / 29 Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas. / 30 Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada. / 31 Dadle del fruto de sus manos, Y alábenla en las puertas sus hechos.” (Proverbios 31:10-31)

El propósito de esta descripción es mostrar las cualidades de una buena esposa, tanto como estímulo de las mujeres como para indicar a los hombres la clase de mujer con quien casarse. Esta escrita en 22 versículos, comenzando cada uno por cada letra del alfabeto hebreo; se trata, pues de un acróstico, composición poética constituida por versos cuyas letras iniciales, medias o finales forman un vocablo o una frase. En el Nuevo Testamento hay dos pasajes que repiten en forma abreviada la misma idea de este texto (1 Timoteo 2:9, 10; 1 Pedro 3:1-6).

El abyad o alfabeto hebreo, algunas veces denominado mediante su forma hebrea álef-bet[] (אָלֶף-בֵּית), es la serie de 22 caracteres formada por las consonantes hebreas. Cinco de ellas tienen una grafía distinta al final de las palabras. Se utiliza para escribir el idioma hebreo, el idish y, en menor medida, el judeoespañol. Escribiremos una letra del alfabeto hebreo al inicio de cada versículo, como usted puede comprobarlo en su Biblia (Salmo 119)

1. Alef (cualquier vocal). Admirable es la mujer que desarrolla y alcanza estas virtudes. Hacendosa: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.” (v.10) El sentido de la expresión hebrea corresponde a “mujer hacendosa”, lo mismo que en el pasaje de Rut: “Ahora pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que tu digas, pues toda la gente de pueblo, sabes que eres mujer virtuosa” (Rut 3:11) Una mujer como ésta, según la Biblia, es muy difícil de hallar, ¡dichoso es el que la encuentra! Es de valor inestimable. Numerosas son las virtudes que se incluyen en la expresión éset jayil: prudencia, fidelidad, laboriosidad, generosidad, iniciativa. Cuanto más escasas son estas mujeres, tanto más son de estimar. Una mujer puede ser admirable y virtuosa, sea dueña de casa, trabajadora o profesional.

2. Bet (b o v). Bálsamo es a su esposo y familia, porque da tranquilidad y bienestar. Fiel: “El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias.” (v.11) Es una esposa confiable y leal a su marido en todo, lo que le merece gran estima. Él puede confiar en su fidelidad y en la prudencia y discreción con que administra los asuntos de la casa. Ambos esposos, hoy en día, comparten las tareas del hogar y confían el uno en el otro.

3. Guimel (g, sonido suave). Gloria de su marido, ya que le da reputación, fama y honor, es gusto y placer para él. Amorosa: “Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida.” (v.12) Justifica plenamente la confianza que su marido ha puesto en ella tratándolo con amor y respeto, según el ejemplo de las santas mujeres de los patriarcas (1 Pedro 3:5, 6) Le presta todas las atenciones de una buena esposa durante toda su vida, su actividad constante es hacerle el bien, pese a las circunstancias, pues le ama. Él es feliz con ella. Ella se esfuerza y se complace en realizar sus tareas. Ambos esposos se sirven mutuamente y brindan el amor necesario.

4. Dálet (d). Decidida, resuelta, firme, valiente, intrépida. Laboriosa: “Busca lana y lino, Y con voluntad trabaja con sus manos.” (v.13) Busca los mejores materiales para sus manualidades, a fin de conseguir lo óptimo en calidad y precio. Tradicionalmente la mujer ha sido educada desde niña en el tejido, el bordado y la costura; tal costumbre va cambiando con la vida moderna, pero la virtud de laboriosidad jamás pasa de moda.

5. He (h aspirada). “Hormiguita” trabajadora y ahorrativa, guarda en los tiempos buenos para cuando estén las vacas magras. Previsora: “Es como nave de mercader; Trae su pan de lejos.” (v.14) Hace todo lo posible para que las finanzas de la casa vayan bien. Como el barco de un comerciante, se aprovisiona de todo lo necesario, para no ser sorprendida por hambre ni carestía. Proveer para el bienestar de la familia es deber de ambos esposos y, cuando hay amor, no es obligación sino agrado.

6. Vau (v/ o / u). Vela mientras los demás duermen, se levanta temprano a trabajar en las labores hogareñas o que benefician la casa. Madrugadora: “Se levanta aun de noche Y da comida a su familia Y ración a sus criadas.” (v.15) Duerme lo indispensable y se levanta muy temprano, a fin de preparar el desayuno a la familia, incluyendo a los criados y criadas, y asigna el trabajo del día a cada empleado de la casa. Buena costumbre cristiana es levantarse muy temprano, ofrecer el día al Señor e iniciar con alegría las labores.

7. Zain (z). Zanja negocios con facilidad, abre zanjas, obvia todas las dificultades que puedan impedir el arreglo y terminación de un trato. Inteligente administradora: “Considera la heredad, y la compra, Y planta viña del fruto de sus manos.” (v.16) Con el dinero que obtiene y acumula de su prudente administración y trabajo manual, observa un terreno, lo compra y lo explota. No todas las personas tienen esta “capacidad empresarial” pero sí se puede desarrollar en menor escala, poniendo en juego las habilidades personales.

8. Chet (j). Junta fuerzas para ir más allá de sus capacidades. Esforzada: “Ciñe de fuerza sus lomos, Y esfuerza sus brazos.” (v.17) Realiza otros trabajos, aparte de las labores manuales y de hogar, los que son rudos y requieren todas sus fuerzas. No se siente rebajada de rango por efectuarlos. Siempre es bueno probar nuevos desafíos que lleven más allá del límite nuestras capacidades.

9. Tet (t). Trabaja día y noche por el progreso de los que ama. Trabajadora: “Ve que van bien sus negocios; Su lámpara no se apaga de noche.” (v.18) Cuando se apaga la luz del día, ella enciende su lámpara de noche para y sigue trabajando. No pierde su tiempo en actividades de ocio. Ser productivo/a siempre será una bella virtud.

10. Yod (y / i). Hila el lino, el cáñamo, la lana o la seda para luego fabricar ropas que abriguen a la familia o venderlas. Hilandera: “Aplica su mano al huso, Y sus manos a la rueca.” (v.19) El huso es un instrumento manual, generalmente de madera, de forma redondeada, más largo que grueso, que va adelgazándose desde el medio hacia las dos puntas, y sirve para hilar torciendo la hebra y devanando en él lo hilado. La rueca también es un instrumento que sirve para hilar, y se compone de una vara delgada con un rocadero hacia la extremidad superior. Las mujeres de la época bíblica hilaban la lana antes de tejerla. Una esposa profesional hila ideas, pensamientos, proyectos. Desarrollar actividades diferentes a las habituales del trabajo o el hogar, abre nuevas perspectivas.

11. Caf (k / j). Kilos de amor tiene para su prójimo. No se preocupa sólo de su familia. Misericordiosa: “Alarga su mano al pobre, Y extiende sus manos al menesteroso.” (v.20) Además de trabajar haciendo y reparando las ropas de su familia, socorre a los necesitados. Una de las más hermosas e importantes características del amor es la misericordia. El Señor nos encargó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” (San Lucas 10:27) Él mismo nos señala “lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe.” (San Mateo 23:23) La mejor expresión del amor a Dios es la misericordia para con el que sufre, pues allí nos volvemos instrumentos del Dios de Amor.

12. Lámed (l). Es una mujer laboriosa, preocupada del vestido de su familia. Protectora: “No tiene temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.” (v.21) La familia de la mujer ejemplar no teme al frío, pues ella se ha preocupado de abrigarla bien con trajes debidamente forrados de lana. Atiende a la necesidad de vestuario de los suyos. Cuando llega el invierno, prudente, ella ya ha provisto a los suyos del abrigo necesario. Es una mujer previsora y amorosa, además de muy trabajadora. Hace gala de habilidades artesanales ¡indudablemente es una mujer ideal! “Toda su familia está vestida de ropas dobles.” El vestido del cristiano debe ser siempre el de estas siete prendas: la verdad, la justicia, la paz, la fe, la salvación, la Palabra de Dios y la oración (Efesios 6:14-18) Una buena madre, como también un buen padre, se preocupará de “vestir” a su familia con ellas.

13. Mem (m). Magnífica: “Ella se hace tapices; De lino fino y púrpura es su vestido.” (v.22) Viste elegantemente. Ella misma hace tapices y colchas de cama. Se utiliza el mismo vocablo hebreo cuando dice: “He adornado mi cama con colchas Recamadas con cordoncillo de Egipto” (Proverbios 7:16). Un tapiz es un paño grande, tejido con lana o seda, algunas veces con oro y plata, en el que se copian cuadros y sirve de paramento, para cubrir. La púrpura era un tinte muy costoso que los antiguos preparaban con la tinta de varias especies de un molusco con el mismo nombre o de otros parecidos. Ella es una mujer elegante pero no ostentosa, ocupa los mejores materiales para sus vestidos y el de su familia. En lo espiritual también prefiere lo mejor para vestir a su familia, y lo mejor es la Palabra de Dios, los buenos libros espirituales, las conversaciones edificantes y todo tipo de comentario que ayude al crecimiento personal. Sigue en este aspecto el consejo del Apóstol: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” (Filipenses 4:8)

14. Nun (n). Notoria: “Su marido es conocido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.” (v.23) Es una mujer notable y notoria en su esposo, “nutricia” se diría hoy, porque nutre la imagen de los suyos. Su esposo es respetado y honrado, por tener tan buena esposa, en el lugar en que los ancianos de la ciudad se sentaban para juzgar los asuntos locales (Rut 4:1). Como ella viste ropas finas, también lo hace su marido, por lo cual es conocido. Se dice que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. Tras el testimonio del esposo está una mujer amante de él, preocupada, sabia, ocupada en la familia, una compañera que lo apoya, respeta y hace crecer. Que él sea conocido significa que es bien visto. El hombre es resultado, en gran medida, de la calidad de su mujer. El refrán dice “la mujer hace al hombre”.

15. Sámec (s). Señora: “Hace telas, y vende, Y da cintas al mercader.” (v.24) Es “señora” en cuanto se enseñorea de sus bienes disponiendo de ellos, incluso tiene cierta independencia en lo económico. Comercia con los mercaderes telas y fajas que ella misma fabrica. Ya hemos dicho que ella sabe negociar cosas de calidad. La mujer ideal es aquella que emprende otros negocios, no se conforma a lo que pueda recibir de su esposo sino que es emprendedora y hace sus propios negocios. Es una mujer con iniciativa, con capacidad de administrar y que sabe negociar:. Ésta vende diferentes mercaderías, algunas hechas por ella misma.

16. Ayin (consonante gutural, no hay algo parecido en las lenguas europeas). Honorable: “Fuerza y honor son su vestidura; Y se ríe de lo por venir.” (v.25) ¿Cuál es la fuerza de la mujer? Su belleza, su femineidad, su capacidad de dar amor, su maternidad. Pero esa fuerza se transforma en un poder espiritual cuando ella es honorable, honesta, cuando no comercia con su cuerpo sino que la utiliza dignamente, conforme a la voluntad de Dios, se transforma en una fuerza poderosa. En sentido figurado se viste de fuerza y honor, de una posición económica fuerte y de la estima y el respeto que acompañan a un rango social honestamente alcanzado. Así está bien preparada para cualquier adversidad. Es su mejor vestidura, lo mismo para defensa que para decencia.

17. Pe (p / f). Paciente: “Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está en su lengua.” (v.26) Habla con sabiduría y clemencia. La clemencia es compasión y moderación al aplicar justicia. Ella sabe aplicar justicia en el hogar sin ser despiadada, sino justa, misericordiosa y clemente. Hay sabiduría en sus consejos y órdenes.
18. Tsade (ts). Sacrificada: “Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde.” (v.27) No ahorra fatigas para cumplir con sus deberes de ama de casa y lo hace de buena gana: no come el pan de ociosidad. Emplea bien el tiempo, de forma que no se pierda ni un minuto. Mira bien las cosas de su casa para obligar a todos a cumplir con su deber para con Dios y los unos con los otros, al igual que ella. Es una mujer diligente, cuidadosa, activa y pronta en el obrar.

19. Cof (k). Querida: “Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba:” (v.28) Ella es una gran bendición para su familia. Tanto sus hijos como su esposo la admiran. Al levantarse por las mañanas encuentran todo muy bien preparado y la alaban. Es una madre y esposa admirada y amada por su familia.

20. Resh (r). Rebosante: “Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas.” (v.29) Esta es la feliz opinión de su esposo. Ella es una mujer desbordante en virtudes, derrama su amor a Dios y la familia también en su prójimo; se sale de la norma y excede en características positivas. Discreción, lealtad, sabiduría, prudencia, consejo, amor y bondad están escritos en su corazón y se demuestran en sus hechos. Irradia alegría y fe, destila amor y palabras sabias, vive rebosante de Dios.

21. Sin (s). Santa: “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.” (v. 30) La mujer virtuosa es temerosa de Dios. La verdadera belleza no es la física sino la interna, la del corazón, como enseña el Apóstol: “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, / sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.” (1 Pedro 3:3,4) El temor de Dios lo hay de dos tipos: 1) Conciencia segura de pecado pero que no conduce al arrepentimiento ni a la fe, como el caso del gobernador Félix: “Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré.” (Hechos 24:25) Los demonios creen pero no arrepienten, señala la Biblia: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.” (Santiago 2:19) 2) El verdadero temor es infundido por Dios mismo: “Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; Afirma mi corazón para que tema tu nombre.” (Salmo 86:11) La profecía enseña que Dios mismo pondrá Su temor en el convertido: “Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.” (Jeremías 32:40) La mujer virtuosa está provista del verdadero temor de Dios. Reina en su corazón la verdadera belleza, la del alma, que dura para siempre. La mujer virtuosa es santa puesto que ha entregado su vida completa a Dios, es apartada para Él y ha sido santificada por la sangre de Jesucristo.

22. Tau (t). Testimonio: “Dadle del fruto de sus manos, Y alábenla en las puertas sus hechos.” (v. 31) Contempla en la ancianidad el fruto de toda una vida de servicio a Dios, a su familia y prójimo, y se siente satisfecha. Sus buenas obras son la alabanza para ella. Debería reconocerse públicamente su contribución al bienestar de la comunidad. Ella es firme para soportar iras y desengaños. Cuando llega a vieja reflexiona que no estuvo ociosa ni fue inútil cuando era joven y se regocija en la vida eterna. Es de gran bendición para sus amigos. Ella deja que sus propias obras la alaben. Su testimonio es su vida completa, una vida plena de virtudes.

CONCLUSIÓN.
La mujer cristiana es una discípula de Jesucristo que cree en las máximas del Evangelio del Reino y se esfuerza por poner en práctica los siguientes principios: 1) Someterse a Cristo y sujetarse al marido; 2) Respetar a su esposo; 3) Amar a su esposo; 4) Cuidar de sus hijos; 5) Colaborar en la preparación espiritual de sus hijos; 6) Amar a sus hijos; 7) Ser virtuosa; y 8) Ser productiva.

Sabemos que la vida de todo discípulo lleva mucho fruto. Estas virtudes debieran ser estudiar y desarrolladas a diario por todas aquellas que desean ser amadas y respetadas por sus esposos, familias y sociedad; las que anhelan ser útiles a Dios y honorables para la sociedad y la Iglesia.

Para terminar permítanme este poema dedicado a ella:

ELOGIO A MI ESPOSA

Eres mujer admirable
Llena de virtudes
Bálsamo eres a tu esposo y familia
Gloria de tu marido
Decidida frente a la dificultad
Como una “hormiguita”
Velas mientras los demás duermen
Zanjas negocios con destreza
Junta fuerzas para vencer
Trabajas día y noche con entusiasmo
Hila el lino de nuestro hogar
Kilos de amor das a tu prójimo
Amada esposa, laboriosa y protectora
Magnífica
Notoria
Una gran señora
Honorable
Siempre paciente
Sacrificada
Querida por todos
Rebosante de fe, esperanza y amor
Como las santas mujeres de antaño
Tu vida es testimonio de Cristo.


PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) En su caso personal ¿Qué rol de esposa, madre de familia y dueña de casa, cree usted que debe desarrollar más?
2) Responda el Test de la Esposa y Madre, y comente los resultados con su tutora.
3) Haga un comentario escrito de 1 Timoteo 5:14 y entréguelo a su tutor.

BIBLIOLINKOGRAFÍA.
1) “Biblia de Estudio La Biblia de las Américas”; The Lockman Foundation; California; U.S.A.; 2000.
2) Roberto Jamieson, A.R. Fausset & David Brown; “Comentario Exegético y explicativo de la Biblia”; Tomo I: El Antiguo Testamento; Casa Bautista de Publicaciones; 1958.
3) W.W. Rand; "Diccionario de la Santa Biblia"; Editorial Caribe; Miami, Florida, Estados Unidos.
4) Historia de la Psiquiatría Infantil; http://sicolog.com/?a=549
5) http://es.wikipedia.org/wiki/Primera_ep%C3%ADstola_a_Timoteo
6) http://translate.google.cl/translate?hl=es&langpair=en%7Ces&u=http://www.biblemeanings
7) Significado de la vid; Words/Plant/Grapes.htm
8) Significado del olivo; www.BibleMeanings.info
9) La mujer virtuosa; http://estudios-biblicos.avanzapormas.com/Avanza%20Mujer/la-mujer-virtuosa.html
10) La mujer virtuosa; http://www.adorador.com/proverbios/proverbio_31.htm
11) Matrimonio en la Antigüedad; http://www.monografias.com/trabajos7/anco/anco.shtml


[1] Contubernio: Habitación con otra persona. / Cohabitación Ilícita. / Alianza o liga vituperable.
[2] San Mateo 24:12
[3] 2 Timoteo 3:3
[4] 1 Corintios 13:4
[5] Gálatas 3:24
[6] Hechos 16:1
[7] Deuteronomio 21:18-21
[8] San Mateo 19:14
[9] Génesis 2:18
[10] San Mateo 23:23
[11] 2 Pedro 1:5
[12] 1 Pedro 2:9

martes, junio 08, 2010

ROL DEL ESPOSO Y PADRE DE FAMILIA.


LA FAMILIA CRISTIANA
V PARTE
Pastor Iván Tapia


Lectura bíblica: 1 Timoteo 3:4,5

Propósitos de la charla: a) Conocer, valorar y practicar los doce roles del esposo y padre de familia, en el hogar cristiano; b) Evaluar en qué aspectos los padres de familia de mi Iglesia están más débiles y fortalecer esas áreas.

“que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad / (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)” (1 Timoteo 3:4,5)

Dios, como Padre, nos da ejemplo de Paternidad; de hecho, Jesucristo, nos ha mostrado a Dios como Su Padre y nuestro Padre Celestial. Además ha dejado registrado en la Biblia el modelo de paternidad en la figura de los patriarcas de Israel: Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Josué, etc. el Nuevo Testamento da lecciones clarísimas, a través de las cartas apostólicas, acerca del funcionamiento de la familia y el rol de los padres.

La figura del esposo también es recurrente en la Biblia, en ambos pactos. En el Antiguo se le muestra en cada pareja bíblica y en Dios mismo, Esposo de Israel; en el Nuevo es Jesucristo, Esposo de la Iglesia, Su Novia y enseña a los matrimonios a vivir una relación semejante.

A continuación veremos 12 roles que se pueden deducir de las Escrituras, para el esposo y padre de familia.

1. Servir como cabeza de la familia.
Hay un orden dado por Dios para la organización de la familia. Esta jerarquía no significa superioridad sino orden de procedencia. La Escritura dice que la mujer procede del varón ya que fue creada de una costilla de éste; esa procedencia pone en primer lugar de autoridad al hombre y luego a la mujer en la familia. Además la Escritura dice que la mujer fue creada por causa del hombre, en el sentido que él necesitaba una compañera. De este modo el apóstol Pablo fundamenta la “posición” del hombre en el orden familiar: “3 Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. / 7 Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. / 8 Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, / 9 y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.” (1 Corintios 11:3,7-9)

También hace una comparación entre el matrimonio y la relación de Cristo con la Iglesia. Así como el Señor es Cabeza o autoridad sobre Su Cuerpo, la Iglesia; el hombre es cabeza de su mujer. El ser “cabeza” da al varón derechos pero también deberes, entre los cuales el cuidado espiritual de su esposa y la provisión para la familia son los más importantes. Dice la Biblia: “porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.” (Efesios 5:23)

Esta posición del varón y de la mujer se agudiza después de la caída de Adán y Eva. En el Paraíso el hombre tuvo un papel pasivo frente a la mujer, no le contradijo cuando ella le ofreció el fruto prohibido sino que accedió a probar de él. Después de ese evento la mujer quedará sujeta a la voluntad de su marido, teniendo éste señorío sobre ella: “A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.” (Génesis 3:16)

La pregunta teológica que en este punto cabe es: ¿La cruz elimina esa autoridad del hombre sobre la mujer? El único indicio de una liberación de este señorío masculino lo encontramos en el siguiente texto: “23 Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. / 24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. / 25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, / 26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; / 27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. / 28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. / 29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:23-29)

Nunca debemos interpretar una posición de autoridad en la Biblia como un privilegio. Recuerde usted la tarea del anciano: “2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; / 3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.” (1 Pedro 5:2,3) El mismo Señor nos enseña: “25 Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. / 26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, / 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; / 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (San Mateo 20:25-28)

Finalmente, el varón como la esposa y los hijos, toda la familia, están para servirse unos a otros con amor y respeto, y para servir a Dios: “Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.” (Josué 24:15)

2. Proveer dirección espiritual para su familia.
Dirección para su familia es deber de un padre. La segunda gran tarea del padre de familia es indicar el camino justo y verdadero indicado por Dios: “Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él.” (Génesis 18:19)

Es deber del varón mostrar a los suyos sus errores y pecados “1 Dijo Dios a Jacob: Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú. / 2 Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. / 3 Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado. / 4 Así dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en poder de ellos, y los zarcillos que estaban en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de una encina que estaba junto a Siquem. / 5 Y salieron, y el terror de Dios estuvo sobre las ciudades que había en sus alrededores, y no persiguieron a los hijos de Jacob. / 6 Y llegó Jacob a Luz, que está en tierra de Canaán (esta es Bet-el), él y todo el pueblo que con él estaba. / 7 Y edificó allí un altar, y llamó al lugar El-bet-el, porque allí le había aparecido Dios, cuando huía de su hermano.” (Génesis 35:1-7)

Dios ordenó en una oportunidad a Moisés que cada familia hiciera una celebración solemne. Cada familia debería escoger un cordero, matarlo, asarlo y comerlo. Las celebraciones familiares como los cumpleaños, aniversarios, bodas, fiestas patrias, etc. son una oportunidad para que la familia se reúna y fortalezca su unidad y amor. La cena de la pascua y de los panes sin levadura es una importante celebración de los judíos. En esa noche ellos recuerdan la salida de la esclavitud de Egipto, cuando Dios abrió el mar Rojo. El cordero pascual prefigura el sacrificio de Jesucristo por la Humanidad. En el contexto de esa celebración el Señor Jesús estableció la Santa Cena o partimiento del pan, para nosotros los cristianos, la principal celebración religiosa. Narra la Palabra de Dios: “3 Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. / 4 Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero.” (Éxodo 12:3,4)

En el sentido espiritual, el padre de familia es el sacerdote que estimula, propicia y dirige el culto a Dios en medio de la familia. Por eso la Biblia dice: “Después subió el varón Elcana con toda su familia, para ofrecer a Jehová el sacrificio acostumbrado y su voto.” (1 Samuel 1:21)

3. Bendecir a sus descendientes.
Bendición para su familia es deber de un padre: “24 Y despertó Noé de su embriaguez, y supo lo que le había hecho su hijo más joven, / 25 y dijo: Maldito sea Canaán; Siervo de siervos será a sus hermanos. / 26 Dijo más: Bendito por Jehová mi Dios sea Sem, Y sea Canaán su siervo. / 27 Engrandezca Dios a Jafet, Y habite en las tiendas de Sem, Y sea Canaán su siervo.” (Génesis 9:24-27) Este pasaje cuenta que uno de los tres hijos de Noé vio la desnudez de su padre. ¿Es que será ver a otro hombre desnudo algo pecaminoso? El padre conoce el cuerpo de su hijo desde pequeño y no puede ser algo pecaminoso. Tampoco sería pecado que Cam viera a su padre desnudo. Muchos hijos ven a su padre desnudo cuando están ancianos y necesitan ser aseados, por ejemplo. El problema, de acuerdo a los expertos, no estaría allí sino en que Cam abusó sexualmente de su padre cuando éste se emborrachó. Los otros hermanos cubrieron su desnudez. Al despertar Noé y darse cuenta de la infamia hecha por su hijo, pronunció una maldición sobre él: “Maldito sea Canaán; Siervo de siervos será a sus hermanos.” (v.25) Los descendientes de Cam son los Egipcios, Etíopes, Cananeos, Filisteos, Hititas, Amorreos y muchos otros pueblos antiguos, en su mayoría habitantes de África.

En hebreo bendecir es “berak”. La palabra "bendición” significa literalmente: hablar (dictio) bien (bene), (benedictus) es decir, hablar bien de alguien o de algo. También puede interpretarse como “buen deseo”. Dice la Palabra de Dios: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” (Génesis 12:3). Si somos hijos de Abraham, bendeciremos a todos cuantos nos rodean. Hay una bendición en la Biblia que ha sido repetida por 3.000 años, la bendición de Aarón que fue instruida por Moisés al Sumo Sacerdote: “El Señor te bendiga y proteja, haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda su favor. Que el Señor te mire con benevolencia y te conceda la paz.” (Números 6:24-26). Dar una bendición es como arrojar una manta de protección y benevolencia, sobre la persona, mediante el poder de la palabra. Todos necesitamos escuchar cosas buenas de nosotros. Necesitamos apoyarnos, afirmarnos los unos a los otros. Es más que una palabra de alabanza o apreciación, más que resaltar los talentos y las obras buenas de alguien. Al dar una bendición se crea la realidad de la cuál se habla, por el poder de las palabras. Las bendiciones tienen que estar fundadas especialmente en la Palabra de Dios. En todos los tiempos, nuestros antepasados han besado, abrazado y colocado sus manos de manera gentil y amorosa sobre la persona a la cual bendicen.

Cuenta la Biblia que Esaú, hijo de Isaac, no valoró ser el primogénito, y su hermano Jacob era un oportunista, ventajoso, egoísta, carente de sensibilidad, un miserable. Su madre Rebeca recomendó a Jacob que engañase al anciano, utilizando una piel de carnero en sus brazos y haciéndose pasar por su hermano, para que al acercarse su progenitor le confundiera con Esaú y así obtener la ansiada bendición. Díjole Isaac: “y hazme un guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré, para que yo te bendiga antes que muera.” (Génesis 27:7). Rebeca aconsejó: “y tú las llevarás a tu padre, y comerá, para que él te bendiga antes de su muerte.” (Génesis 27:10). Jacob robó la bendición que correspondía a Esaú. Esta bendición fue la siguiente: “1 Entonces Isaac llamó a Jacob, y lo bendijo, y le mandó diciendo: No tomes mujer de las hijas de Canaán. / 2 Levántate, ve a Padan-aram, a casa de Betuel, padre de tu madre, y toma allí mujer de las hijas de Labán, hermano de tu madre. / 3 Y el Dios omnipotente te bendiga, y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos; / 4 y te dé la bendición de Abraham, y a tu descendencia contigo, para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham.” (Génesis 28:1-4)

Esta bendición contenía una orden: no tomar mujer de las hijas de Canaán, ir a casa de Betuel, su abuelo, y tomar por mujer una de las hijas de su tío materno Labán. La bendición propiamente tal decía que el Dios Omnipotente le bendijera, fructificara y multiplicara en una multitud de pueblos. Le da la bendición de Abraham, para que herede la tierra en que vive, la misma tierra que Dios dio a Abraham.

Otros ejemplos de bendición paternal los encontramos en Labán e Israel o Jacob:

“Y se levantó Labán de mañana, y besó sus hijos y sus hijas, y los bendijo; y regresó y se volvió a su lugar.” (Génesis 31:55)

”8 Y vio Israel los hijos de José, y dijo: ¿Quiénes son éstos? / 9 Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí. Y él dijo: Acércalos ahora a mí, y los bendeciré / 15 Y bendijo a José, diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día, / 16 el Ángel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra.” (Génesis 48:8,9,15,16)

“1 Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los días venideros. / 28 Todos éstos fueron las doce tribus de Israel, y esto fue lo que su padre les dijo, al bendecirlos; a cada uno por su bendición los bendijo.” (Génesis 49:1.28)

“Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras.” (Hebreos 11:20)

Todo padre debe bendecir a sus hijos y familia, Como también debe hacerlo el padre espiritual con sus discípulos.
4. Orar por su familia.
Oración por su familia es deber de un padre. David oró así a Dios:“25 Ahora pues, Jehová Dios, confirma para siempre la palabra que has hablado sobre tu siervo y sobre su casa, y haz conforme a lo que has dicho. / 26 Que sea engrandecido tu nombre para siempre, y se diga: Jehová de los ejércitos es Dios sobre Israel; y que la casa de tu siervo David sea firme delante de ti. / 27 Porque tú, Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, revelaste al oído de tu siervo, diciendo: Yo te edificaré casa. Por esto tu siervo ha hallado en su corazón valor para hacer delante de ti esta súplica. / 28 Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo. / 29 Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre.” (2 Samuel 7:25-29)

Cuando David pecó, Jehová hirió al niño que la mujer de Urías le había dado y enfermó gravemente “Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó la noche acostado en tierra.” (2 Samuel 12:16)

“11 Ahora pues, hijo mío, Jehová esté contigo, y seas prosperado, y edifiques casa a Jehová tu Dios, como él ha dicho de ti. / 12 Y Jehová te dé entendimiento y prudencia, para que cuando gobiernes a Israel, guardes la ley de Jehová tu Dios.” (1 Crónicas 22:11,12)

El rey David oró por su hijo Salomón así: “18 Jehová, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel nuestros padres, conserva perpetuamente esta voluntad del corazón de tu pueblo, y encamina su corazón a ti. / 19 Asimismo da a mi hijo Salomón corazón perfecto, para que guarde tus mandamientos, tus testimonios y tus estatutos, y para que haga todas las cosas, y te edifique la casa para la cual yo he hecho preparativos.” (1 Crónicas 29:18,19)

Es deber de todo padre ejercer como sacerdote ante Dios por su familia, hijos y esposa. La oración por los suyos es una obligación espiritual de todo padre cristiano. Dirección, bendición y oración por su familia son deberes del padre.

5. Guiar bien su propia familia.
“4 que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad / 5 (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)” (1 Timoteo 3:4,5)

“Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas.” (1 Timoteo 3:12)

Tanto al obispo como al diácono, San Pablo exige que sea alguien que sepa gobernar a sus hijos. Si estos líderes han de ser ejemplo para la comunidad cristiana, significa que es un mandamiento para todo padre de familia hacerlo así.

6. Amar, comprender y honrar a su esposa. Ser leal a su esposa.
“25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, / 28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. / 29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, / 33 Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.” (Efesios 5:25, 28,29, 33)

De acuerdo a la Palabra de Dios, el esposo cristiano debe guardar las siguientes conductas hacia su esposa:
1) Ama a su mujer hasta dar la vida por ella. Dar la vida implica negarse a los propios gustos para satisfacer al otro. Una conducta de este tipo permite el matrimonio para toda la vida, porque hay comprensión y aceptación de la manera de ser del cónyuge. El esposo cristiano auténtico da la vida por su mujer, entrega toda su vida a ella. Por supuesto que habrá casos en que tal cosa resultará imposible y se llegará a la separación matrimonial, pero estos son casos límite, en los que ya se ha experimentado todas las posibilidades de diálogo y entendimiento y nada resultó. Se entrega la vida no como “sacrificio” sino con verdadero amor en que en el otro hay muchas cosas que se aprecian y valoran, como una prolongación del mismo ser, “una sola carne”.

2) Está dispuesto a morir por ella. Morir no es únicamente entregar la vida en martirio por el otro, este sería un caso extremo. Morir es negarse a sí mismo. Cuando se tiene deseos de leer el periódico o estudiar la Biblia, o salir a dar un paseo con amigos, ver televisión o escribir en el computador, renunciar a ello para atender a la esposa, no por obligación sino por amor.

3) Ama a su esposa como se ama a si mismo. Otra indicación del amor de los esposos es el entregar los mismos sentimientos que se esperan para la propia persona. Ponerse en el lugar del otro es clave para entregar un auténtico amor. Estar dispuestos a ayudar, por ejemplo, en las labores del hogar, poniéndose en el sitio del otro que está cansado de acarrear bolsas del supermercado, de lavar, cocinar, aplanchar ropas, hacer el aseo del hogar, atender a los niños, etc.

4) Sustenta a su mujer en el aspecto físico, psicológico y espiritual. Tradicionalmente el esposo sostenía a la esposa y el hogar económicamente. Hoy día, con el ingreso de la mujer a la vida laboral, la costumbre social es que se comparte el sostenimiento del hogar. Cada uno aporta para la casa y, si hay amor, ninguno debe representar al otro su parte o reclamar porque el otro aporta menos. Ambos pueden ser tan fuertes psicológica como espiritualmente, o tan débiles, por lo tanto deben apoyarse mutuamente. En todo caso, desde el punto de vista de Dios, es al esposo a quien corresponde el liderazgo espiritual del hogar. Éste debe asumir tal papel, siendo un escudriñador de las Escrituras, un cristiano de oración, amante del Señor. Así dará ejemplo en su casa, apoyando a su esposa en todos sus conflictos personales y circunstancias difíciles de la vida, como madre, esposa, trabajadora, etc.

5) Cuida a su esposa de cualquier tipo de agresión. Se supone que el hombre es más fuerte que la mujer físicamente. Por eso la Biblia ordena al varón defenderla, pero la mayor agresión que todos los cristianos enfrentamos es la de las tinieblas. Por eso el esposo tiene el deber de bendecirla constantemente y orar por ella, cubrirla en oración para que el Señor la proteja de toda calamidad, tanto física como espiritual.

6) La cuida en la enfermedad. Como ella cuida amorosamente de él cuando enferma, asimismo debe hacerlo el esposo con ella. Hay hombres que son indolentes con sus mujeres, son insensibles a los dolores de ellas, sólo las quieren cuando están sanas, las tienen como empleadas a su servicio y cuando ellas no están en condiciones de servirlos, se molestan y las maltratan física o sicológicamente. Estos hombres no sienten el dolor de sus esposas, no son “una sola carne” con ellas, no les conmueve la enfermedad de sus esposas porque no las aman.

7) No es áspero ni grosero con ella. Ya se sabe que el verdadero amor es así. Un esposo de mal trato verbal hacia su esposa es un hombre sin el amor de Cristo en su corazón. Aquellos que se refieren a su esposa como “ésta”, “la estúpida”, “la guatona”, y todo tipo de sobrenombres o las tratan con groserías, no están siendo esposos amorosos y justos. Ellos no merecen ser cabeza del hogar y de su esposa, porque no la están tratando como Cristo trata a la Iglesia, con dulzura y amor. Tratar bien a la esposa es algo más que regalarle flores y chocolates, o cubrirla de besos y caricias; es siendo suaves en nuestra conversación, respetando su sensibilidad y valor como personas. “Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.” (Colosenses 3:19)

8) Actúa con sabiduría en su trato como esposo, dueño de casa y compañero de ella. La sabiduría, más que al conocimiento, se refiere aquí a la conducta prudente y respetuosa que debe guardar todo esposo con su compañera de vida. Jamás el varón, por ejemplo, debe hablar de pasados amores o hacer comentarios sobre la belleza atractiva de otras mujeres, ni nada que pueda herir su dignidad.

9) Da honor a su mujer como a vaso más frágil. “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” (1 Pedro 3:7) A esa forma especial de ser la mujer, lo que alguien podría calificar como lloronas, difíciles de comprender, habladoras, muy observadoras y detallistas, etc., la Biblia llama “vaso frágil” No significa que ella sea inferior al hombre o que tenga “fallas” como ser humano, sino sencillamente que es diferente. La fragilidad se refiere a su sensibilidad y delicadeza, a su agudeza en percibir la aspereza y rudeza viril. El cuidado que debe tener el varón para relacionarse con su esposa y con la mujer en general, dándole así honor y respeto, es lo que la Palabra de Dios aconseja.

10) La considera una compañera en el camino de la fe, coheredera de la gracia de Dios. Tanto el hombre como la mujer tienen ante Dios la misma dignidad, ambos son herederos de Jesucristo, por eso la Biblia dice: “7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” (1 Pedro 3:7) La mujer no es inferior al hombre sino tan respetable como él. Hay esposos que las tratan como a imbéciles, incapaces de razonar y tener ideas propias, no conversan con ellas temas interesantes y consideran la conversación de ellas “cosas de mujeres”, como asuntos fatuos y sin profundidad. Hoy día, en la “farándula”, pueden ser tan vanos, superficiales y frívolos tanto hombres como mujeres. Pero entre cristianos no debe ser así, nuestra conversación ha de ser siempre para edificación del otro y plena de respeto hacia aquella que Dios declara coheredera de la gracia de la vida.

11) Ora y mantiene vida devocional con su esposa. Compartir la oración, que es la más íntima relación que un cristiano tiene con el Padre Celestial, produce un nivel de acercamiento mutuo muy profundo entre los esposos. Además se produce la unidad espiritual que el Espíritu Santo espera de la pareja, para poder construir juntos y en un mismo espíritu la obra del Señor. En la oración se comparten peticiones, logros, reflexiones espirituales, todo lo cual ayuda a acrecentar el amor y la comprensión mutua de los esposos, y a desarrollar un testimonio que será de tremenda bendición para la evangelización. Los esposos pueden orar y ayunar juntos, ponerse metas en el crecimiento espiritual, ayudarse a sanar de antiguas heridas, discipularse y reflexionar las Escrituras juntos.
12) Es fiel a su mujer de obra y pensamiento. La esposa confía en su marido, en cierto modo tiene su fe puesta en su persona y no merece ser defraudada en esa confianza. Como guardamos nuestro corazón sólo para el Señor, debemos hacerlo también para con nuestra esposa. A veces nos ufanamos de no ser idólatras porque no servimos a otros dioses, pero hemos puesto los ojos y hasta las manos sobre otra mujer y hemos sido adúlteros. para el Señor también hemos sido adúlteros espirituales, pues hemos fallado a la lealtad con la esposa. Faltamos a la promesa hecha en el matrimonio, cuando nuestros labios pronunciaron estas palabras: “Yo XX te recibo a ti, XX, como esposa y me entrego a ti y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.” Sin embargo el Evangelio es más exigente que esto cuando nos dice: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. / Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” (San Mateo 5:27,28) Necesitamos como esposos y como hombres aprender a ser fieles al Señor practicando este texto. Si lo hacemos con exactitud, evitando miradas codiciosas, publicaciones eróticas de todo tipo, conversaciones de doble sentido o insinuantes con otras mujeres y pensamientos sexuales impuros con ellas, estaremos guardando fidelidad no solamente a la esposa sino también al Señor, nuestro Esposo espiritual. Por eso a los líderes se exige: “Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar” (1 Timoteo 3:2)

7. Ofrecer instrucción espiritual a los hijos.
“Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él.” (Génesis 18:19)

a) Repetir la enseñanza bíblica a nuestros hijos.
b) Hablarles acerca de Jesús y su Evangelio. “6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; / 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.” (Deuteronomio 6:6,7)
c) Hablar en todo momento a los hijos sobre la Palabra de Dios.
d) Enseñar a hacer lo correcto ante Dios. “El estableció testimonio en Jacob, Y puso ley en Israel, La cual mandó a nuestros padres Que la notificasen a sus hijos” (Salmo 78:5)
e) Enseñarles a relacionar cada circunstancia de la vida con la fe cristiana.
f) Instarlos a comunicarse con Dios por medio de la oración.
g) Contar a los hijos los testimonios del Señor en su vida. “Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado, La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.” (Salmo 44:1)

8. Mostrar cuidado y compasión de los hijos.
“Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen.” (Salmo 103:13)

a) Aplicar la gracia y el amor en la educación y formación de los hijos.
b) Enseñar el respeto a los mayores, sobre todo a abuelos y maestros.
c) Exhortar a los hijos a hacer el bien y cumplir los mandamientos del Señor.
d) Consolar a los niños en sus sufrimientos y enfermedades como el Padre a Sus hijos. “así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros” (1 Tesalonicenses 2:11)
9. Disciplinar a los hijos.
“El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.” (Proverbios 13:24)

a) Enseñar la disciplina y la obediencia a Dios por medio de la obediencia a los padres.
b) Corregir por medio de la exhortación y el castigo a los hijos cuando ellos desobedecen o actúan incorrectamente. “Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; Mas no se apresure tu alma para destruirlo.” (Proverbios 19:18)

10. No airar ni desesperar a los hijos.
“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” (Efesios 6:4)

a) Dar un buen ejemplo de lo correcto a nuestros hijos.
b) Ser justo en la disciplina, sin airarse ni ofenderlos.
c) No poner excesivas exigencias a los niños. “Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.” (Colosenses 3:21)

11. Mantener a los niños en control.
“3 no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; / 4 que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad / 5 (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); / 12 Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas.” (1 Timoteo 3:4,5,12)

a) Ser capaz de gobernar a los hijos ejerciendo autoridad sobre ellos.
b) Enseñarles a respetar la autoridad de Dios delegada a los padres.
c) Formarlos como hijos creyentes, que respetan a Dios, Su Palabra y Su Iglesia.
d) Hacer de nuestros hijos personas obedientes y respetuosas. “el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía.” (Tito 1:6)

12. Proveer para las necesidades de la familia.
El padre debe proveer para las necesidades de la familia. Hay tres tipos de necesidades: 1. Materiales (pan, techo, abrigo y salud); 2. Psicológicas o del alma (seguridad, educación, consejo); y 3. Espirituales (fe por el oír de la Palabra de Dios; paz por la confesión de pecados y el perdón; amor por el Espíritu Santo en la oración; y esperanza por la continua tutoría y consejo paternal). Es decir que hay necesidades del cuerpo, de la mente o alma y del espíritu (1 Tesalonicenses 5:23)

El padre de familia, para proveer a las necesidades de su familia, tiene tres conductas:

a) Tiene cuidado de los suyos.
“porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.” (1 Timoteo 5:8)

- El padre de familia debe tener cuidado de su esposa, hijos y todos los que vivan junto a él.
- Debe poner especial cuidado en su esposa e hijos, su núcleo familiar.
- Demuestra la fe en como cuida a los suyos, los de su casa. No podemos decir que amamos la obra de Dios, la Iglesia, si no amamos de hecho a nuestra familia, que es parte de la “familia de Dios”.
- Muestra su fidelidad al Señor cuando tiene cuidado de sus hijos y esposa. En verdad está representando al Padre Celestial que cuida de Sus hijos.
- Es el proveedor del hogar.

b) Sabe dar buenas dádivas a sus hijos.
“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (San Mateo 7:11)

- Imitar al Padre Celestial siendo generosos con nuestros hijos, por puro amor, sin esperar recompensa. No representarles ni cobrarles lo que les damos.
- Mostrarles, a través de nuestra generosidad, la bondad de Dios.
- Las dádivas pueden ser: materiales (ropa especial, juguete, libro interesante, etc.); psicológicas (una orientación extra para tener éxito en la vida; una palabra o trato diferente al resto de los hijos, etc.); y espirituales (una bendición particular; un mensaje personalizado de la Palabra de Dios, etc.) Las dádivas, dones o regalos son los bienes extras que otorga el padre a los suyos.

c) Atesora para sus hijos.
“He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos.” (2 Corintios 12:14)

- El padre guarda reservas de todo tipo (económicas, afectivas, espirituales) para brindarlas a los hijos cuando fuese necesario.
- Es económico y tiene un fondo para su vejez, no esperando que el hijo resuelva sus problemas, sino que es precavido.
- Apoya a sus hijos en todos sus proyectos, sin ser sobreprotector; mas bien equilibrado en la ayuda que les brinda.

CONCLUSIÓN.
En Conclusión podemos decir que el esposo y padre de familia cristiano tiene doce roles: 1) Servir como cabeza de la familia; 2) Proveer dirección espiritual para su familia; 3) Bendecir a sus descendientes; 4) Orar por su familia; 5) Guiar bien su propia familia; 6) Amar, comprender; honrar y ser leal a su esposa; 7) Ofrecer instrucción espiritual a los hijos; 8) Mostrar cuidado y compasión de los hijos; 9) Disciplinar a los hijos; 10) No airar ni desesperar a los hijos; 11) Mantener a los niños en control; y 12) Proveer para las necesidades de la familia.

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) En su caso personal ¿Qué rol de esposo y padre de familia cree usted que debe trabajar más?
2) Responda el Test del Esposo y Padre de Familia, y comente los resultados con su tutor. (Si desea obtener este test, escríbanos a creasion@vtr.net)

REFERENCIAS.
1) “La Santa Biblia”, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.
2) “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España”, en línea, Internet.
3) “Vigilia: El Propósito De La Vida”, Iglesia Cristiana Discípulos De Jesucristo, 2008
4) María de Los Ángeles Pérez; “Herencias Familiares”; http://www.mailxmail.com/curso-herencias-familiares/biblia-que-nos-cuenta-respecto
5) “Liturgia de Matrimonio” http://www.aciprensa.com/Familia/liturgia.htm

domingo, mayo 23, 2010

LA CONSTRUCCIÓN DE LA FAMILIA.

LA FAMILIA CRISTIANA
IV PARTE


Lectura bíblica: Salmos 127:1

Propósitos de la charla: a) Comprender que hay un diseño Divino para la construcción de la familia; b) Ser motivados a conocer los planos de Dios para la familia; c) Asumir el rol de constructores de nuestra vida, Iglesia y familia, de acuerdo al Arquitecto que es Dios.

“Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.” (Salmos 127:1)

Cada cristiano pertenece a una familia. Ya hemos aprendido que somos tanto de una familia natural como de una familia espiritual. Nuestros padres, abuelos, esposo o esposa, hijos y nietos forman la familia natural. Nuestros hermanos en la fe, pastores y discípulos, es decir la Iglesia, son la familia espiritual. Ambos son importantes y debemos cuidarlos. En ambas familias necesitamos desarrollarnos. Tanto la familia natural como la espiritual deben ponerse en las manos del Señor. “Si Jehová no edificare la casa” de nada vale, no tendremos éxito, fracasaremos. Oremos entregando al Padre nuestras familias espiritual y natural.

Todo lo que existe fue alguna vez creado o inventado. Mire a su alrededor y descubrirá personas, animales y cosas. En el idioma nombramos a aquellos como “sustantivos”, es decir algo que tiene sustancia, existencia. Si usted ve una lavadora de ropa, sabe que fue inventada por expertos ingenieros que conocían de mecánica y electricidad. Al mirar a su mascota tan querida, sabe que Dios la creó; hasta el agnóstico que cree en la evolución dice que salió de alguna parte, acaso otro ser vivo, pero nada se hace solo. Todo tiene una generación. Lo mismo sucede con las personas.

Todo implica una edificación. Esa edificación es un orden, es ciencia, conocimiento, inteligencia, planificación. La Palabra de Dios dice “mi embrión vieron tus ojos” expresando así que Dios ya conocía nuestra existencia, que Él planeó aún nuestro código genético. “Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas.” (Salmo 139:16)

La creación, generación y desarrollo de una vida es como la construcción de un edificio, paso a paso, ladrillo a ladrillo. ¿No será del mismo modo la familia? Por cierto, y es lo que veremos en esta lección.

La edificación de la casa.
La edificación de una casa puede servirnos de modelo para la edificación de la familia. Veamos: para construir una casa necesito primero un arquitecto, es decir alguien con mucha creatividad e imaginación que diseñe un edificio amplio, claro, bello y sólido. Justamente las características que requiere una familia: amplitud de movimientos o libertad para actuar sin caer en el libertinaje; la luz de la Palabra de Dios que da claridad a las mentes; la belleza del amor en todas las relaciones y la solidez de la fe en Jesucristo. ¿Qué Arquitecto puede ofrecernos todo esto? Obviamente Dios es el Único que diseñará una familia feliz.

En segundo lugar necesito buenos constructores que sepan interpretar los planos y reunir los materiales para desarrollar la obra. Éstos son los padres y esposos que edifican el hogar conforme a la voluntad del Señor.

En tercer lugar están los materiales: ladrillos o piedras, cemento, estructuras metálicas, puertas y ventanas, techumbres. La Biblia, cuando habla de la Iglesia, se refiere a ella como un edificio espiritual hecho de piedras vivas: “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, / vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” (1 Pedro 2:4,5)

Las piedras son las personas. La familia está conformada por personas. Los buenos constructores deberán levantar el hogar con esas piedras: sus hijos. Por eso Jesucristo nombró a Cefas como Petros, o sea “Piedra”. Él sería una piedra para edificar el edificio divino. Nuestros hijos también son “Petros” con los que edificamos la Familia.

¿Cómo se unirán esas piedras vivas? Con una materia que les brindará unidad y firmeza: el amor, la fe y la esperanza. El cemento, la arena y el agua son la mezcla perfecta para unir los ladrillos. El amor y todas sus virtudes permiten la aceptación y cuidado de unos a otros; la fe da solidez espiritual y la esperanza trae conocimiento y convicción acerca de Dios. Meditemos en cómo estamos construyendo nuestro hogar, en qué estamos fallando y que material requiere nuestra mezcla.

El diseño de la casa.
“Si Jehová no edificare la casa” significa “si Dios no construye nuestra familia” Él es quien debe construir mi familia, mi iglesia, mi vida, mi persona. ¿Estás permitiendo que sea Dios quien construya tu vida o todavía eres tú tu propio arquitecto? Él tiene los planos para tu casa, no te pongas tú a hacer de arquitecto. Hay un refrán que dice “pastelero a tus pasteles”. No juegue a ser Dios. Su vida ya no le pertenece a usted sino que tiene un patrón. El Dueño de su vida ahora es Dios. Entonces no se ponga a improvisar la construcción de su vida, el edificio de su Iglesia o la edificación de su familia. Construya todo esto utilizando los planos de Dios.

¿Dónde están los planos de Dios para la edificación de la familia, de la Iglesia y de nuestra persona? En la Biblia encontramos el diseño de Dios para todo ello. ¿Conoce usted exactamente los planos de Dios para la familia? Le recomiendo que desde ahora comience a investigar en su Biblia cuáles son esos planos.

“Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. / Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” (1 Corintios 3:10,11) Queda claro entonces que Dios es el arquitecto, es Él el Dueño de la obra, el que dirige toda edificación. Por tanto Él edifica a la familia.

Los constructores de la casa.
Cuando no ponemos al Señor primero en nuestras acciones, cuando no le preguntamos a Él cuál es Su voluntad, cuando no le damos a Él el Señorío, cuando no le reconocemos como el Jefe en la obra que pretendemos hacer –y aquí entra también la formación de una familia- nuestro trabajo se vuelve vano, vacío, sin sentido. “En vano trabajan los que la edifican” es una advertencia a todo constructor. Cada uno es constructor de su propia vida, constructor de familia y constructor de Iglesia. No nos consideremos fuera de esta última responsabilidad porque no somos pastores, maestros o evangelistas; todos los cristianos hemos sido llamados a construir la Iglesia, porque somos sus obreros. Esto se comprueba cuando el Apóstol explica que el trabajo de los ministros de Dios es capacitar a todos los hermanos: “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12)

El propósito de la casa.
Todo trabajo tiene un objetivo o propósito. Un obrero está picando con un chuzo el asfalto de un camino; usted se acerca y le pregunta: ¿Por qué está haciendo esto usted? El obrero no le contestará: No lo sé. Él sabe perfectamente la razón de hacer ello, renovarán el pavimento. Este es su propósito. Siempre se trabaja con un propósito: el profesor hace clases para que sus alumnos aprendan, el abogado defiende a su cliente para que no vaya a la cárcel, el auxiliar barre la calle para que la ciudad esté limpia, etc. puede que alguien trabaje sólo con el propósito de ganar dinero. Aunque no es el objetivo correcto, es en sí mismo un propósito.

¿Cuál es el propósito de casarse? ¿Sólo tener permiso de Dios para tener relaciones sexuales? ¿Será para no sentirnos solos? ¿Para librarme de la autoridad de mis padres? Estos no son los propósitos correctos de alguien que se casa. Los correctos propósitos del matrimonio los ha entregado Dios, Él diseñó el matrimonio para que un hombre y una mujer sean “una sola carne” con el propósito de:
a) Amarse. Esto significa cuidarse, tener paciencia el uno con el otro, tolerarse, conocerse, acogerse, satisfacerse mutuamente.
b) Procrear. Tener hijos, si están en edad de hacerlo en lo natural. No perder de vista el tener “hijos espirituales”.
c) Formar una familia.
d) Adorar a Dios. Unidos ambos dedicar tiempo a orar, alabar, leer la Palabra de Dios y servirle en la Iglesia.

El Señor Jesucristo enseñó una parábola en la que nos advierte qué sucede cuando los seres humanos no construimos nuestra casa conforme al diseño dado por Dios:

“46 ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? 47 Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. 48 Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. 49 Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.” (San Lucas 6:46-49)

CONCLUSIÓN.
Nadie trabaja por nada, si soy novio o novia quiero ser feliz en mi matrimonio y formar una familia feliz. Para poder lograrlo la Biblia nos enseña que el matrimonio cristiano debe edificar la familia guiado por Dios. Como los policías y autoridades guardan la ciudad, así Adonai guarda nuestra vida. En vano vela el cristiano, si Dios no vela por él, como de nada sirven los guardias si Dios no es el Guardia. Ningún esfuerzo de los esposos tendrá fruto si no ponen su familia en manos de Él.

Hemos aprendido en esta lección que formar una familia es como la edificación de la casa, en que hay un arquitecto que la diseña, un constructor que dirige la construcción, planos que nos orientan sobre su diseño, obreros que siguen exactamente las indicaciones y materiales adecuados para edificarla. El diseño de la casa o familia lo da Dios en Su Palabra. Los constructores de la familia son los esposos cristianos y el propósito de la casa es el amor, la procreación, la formación de una familia y la adoración a Dios. ¿Está usted siguiendo el diseño de Dios para construir su vida, su iglesia y su familia?


PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) ¿Qué conclusiones obtiene usted de la parábola de la casa construida sobre en la arena y la casa construida sobre la roca?
2) ¿Qué propósitos cree usted que Dios tiene para su familia y cuál es el rol suyo en eso?
3) ¿Qué está haciendo usted para evangelizar y edificar a su familia?


BIBLIOGRAFÍA Y LINKOGRAFÍA.
1) “La Santa Biblia”; Reina – Valera; Broadman & Colman Publishers; Tennessee; U.S.A.; 1960.
2) “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España”, en línea, Internet.

sábado, mayo 15, 2010

COMO VE DIOS EL MATRIMONIO.


LA FAMILIA CRISTIANA
III PARTE


Lectura bíblica: Hebreos 13:4

Propósitos de la charla: a) Comprender y valorar la naturaleza y carácter honroso del matrimonio; b) Respetar la sexualidad del matrimonio como una acción limpia creada por Dios; c) Descubrir falsos conceptos del matrimonio; d) Desenmascarar los destructores del matrimonio, su origen, juicio y fin.

Hay algunas cosas que nos “enorgullecen”, que nos hacen sentir satisfechos o contentos con nosotros mismos. Por ejemplo pertenecer a una nación, ser parte de una familia, llevar cierto apellido, estar en determinada organización, tener hijos hermosos o alguno que destaca en su profesión. Los seres humanos sentimos así y no está mal. Es lo normal, entonces decimos “soy americano y a mucha honra” ¿Quién no se ha sentido “honrado” con un cargo, una condecoración o un premio especial? Al pensar en Dios como en el Padre Creador del hombre y la mujer, el matrimonio y la familia; podemos descubrir que el matrimonio es para Él uno de esos motivos. El matrimonio es una obra que debe, sin duda, “enorgullecer” –si cabe esta palabra- a nuestro Dios. El matrimonio es una gran creación: inteligente, hermosa y con múltiples proyecciones. Ya hemos visto que el matrimonio fue pensado por Dios para la preservación y multiplicación de la raza humana. Por lo tanto es un compromiso y una unión que merece todo el respeto de nuestra parte. Nos cabe entonces una pregunta:

¿Cuál será la idea de Dios acerca del matrimonio?

Procuraremos responderla a partir del texto básico de este capítulo: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.” (Hebreos 13:4)

La honra del matrimonio.
La Palabra de Dios ordena “Honroso sea en todos el matrimonio”. Deshonrar es faltar al respeto y honrar es respetar. ¿De qué modo podemos respetar el matrimonio? 1. Considerándolo siempre como algo muy importante en nuestra vida, como una relación dada por Dios; 2. No renegando de él cuando tengamos problemas con el cónyuge sino buscando soluciones, pidiéndole al Espíritu Santo que nos ayude; 3. Teniendo siempre palabras de elogio para esa relación y evitando bromas de mal gusto con respecto a él y el cónyuge; 4. Fomentando el respeto al matrimonio en los niños, los jóvenes y otras personas casadas.

El lecho del matrimonio.
Cuando el texto habla de la vida sexual se refiere a ella como “el lecho” porque allí es donde tradicionalmente se tiene intimidad. La Palabra de Dios manda que el lecho sea “sin mancilla”. Mancilla significa mancha, deshonra. Nada debe manchar esa vida de relación tan íntima en que el uno se dona al otro y descubre su desnudez. Tener relaciones sexuales con otras personas es una deshonra para el cónyuge, para el matrimonio y para la persona que lo hace, es mancillar algo sagrado, algo instituido por Dios.

La mezcla del matrimonio.
Matrimonio se llama a la unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales. La Biblia se refiere a esta palabra como una mezcla de dos elementos. Por ejemplo cuando dice: “Porque si os apartareis, y os uniereis a lo que resta de estas naciones que han quedado con vosotros, y si concertareis con ellas matrimonios, mezclándoos con ellas, y ellas con vosotros” (Josué 23:12) En el matrimonio se mezclan: a) dos sexos, b) dos personalidades distintas, c) dos pensamientos, d) dos formaciones de hogar, e) dos proyectos de vida, etc. Es conveniente que esta mezcla permanezca así para toda la vida; el apóstol Pablo defiende la indisolubilidad del matrimonio cuando enseña: “Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido” (1 Corintios 7:10) Esta mezcla del hombre y la mujer en el matrimonio es una unión de dos seres en uno. El matrimonio fue creado por Dios y consiste en la unión de un hombre y una mujer en “una sola carne”, con el propósito de amarse, procrear, formar una familia y adorar a Dios.

Falsos conceptos del matrimonio.
Concepto de sacramento.
¿Es el matrimonio un sacramento? El matrimonio fue creado por Dios pero no es un sacramento comparable a la Cena o al Bautismo. Es necesario aclarar que el matrimonio no es un sacramento y con esto no lo hacemos menos importante. Para comprenderlo mejor hay que aclarar el concepto de “sacramento”. El concepto católico de Sacramento dice que “es un signo sensible instituido por Cristo, que comunica la gracia.” En cambio para los protestantes o evangélicos, los sacramentos son actos sagrados que fueron instituidos por Cristo: el Bautismo y la Cena del Señor. Incluso algunos protestantes no usan la designación sacramento sino “ordenanzas”. Nosotros pensamos que Jesucristo no instituyó el matrimonio sino que sólo citó y confirmó las Sagradas Escrituras en ese aspecto.

En el concepto reformado[1] el sacramento es un signo externo por el que Dios expresa su buena voluntad a la vista de los hombres y sus debilidades. Mediante el sacramento Dios ofrece seguridad o confirmación a la fe que puede vacilar en cualquier momento. Es también un testimonio de la gracia de Dios, declarado mediante una señal externa. Jamás hay sacramento sin que le preceda la Palabra de Dios; está ajustado a ella como un apéndice ordenado para afirmarla, para confirmarla y certificarla para nosotros.

Concepto de gracia.
El concepto católico de “gracia” es que ésta es “la vida de Dios en el hombre”. En cambio el pensamiento evangélico de gracia es el de “favor inmerecido de Dios”. Para los cristianos reformados o evangélicos, la gracia “el favor inmerecido de Dios” se recibió por medio del sacrificio de Jesucristo: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.” (San Juan 1:17)

Por lo tanto si pensamos que un sacramento, como la Cena o el Bautismo, trae gracia por sí mismo, como si el pan, el vino o el agua nos trajeran la “vida de Dios”, estamos pensando como católicos. Pero si pienso que un sacramento es el cumplimiento de un acto sagrado ordenado por Cristo y que en él recibo la confirmación y la seguridad de Su Palabra en mi, estoy pensando como protestante. Tanto la Cena como el Bautismo nos hablan del sacrificio de Jesucristo en la cruz.

Los destructores del matrimonio.
Volviendo al texto “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios”, precisamos que fornicar es tener relaciones sexuales fuera del matrimonio. Si un joven soltero tiene relaciones con una mujer, sea ésta casada o soltera, está pecando de fornicación. Si una persona casada se acuesta con otra soltera o casada, también peca de fornicación. Pero en este último caso se habla más bien de “adulterio”. El diccionario lo define como “ayuntamiento carnal voluntario entre persona casada y otra de distinto sexo que no sea su cónyuge.”

La Biblia es tajante sobre este asunto: el adulterio no es agradable a Dios. Aparece por primera vez en el Decálogo: “No cometerás adulterio.” (Éxodo 20:14) Es tan desagradable a la santidad del Señor que el Antiguo Testamento ordena: “Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos” (Levítico 20:10) Los judíos entendían esto literalmente y lo castigaban lapidando a los adúlteros. Nosotros hoy entendemos que el adulterio en sí mismo trae muerte al alma porque denigra a la persona, ensucia su imagen, ofende a Dios, le aleja de Él y acarrea culpabilidad. El Libro de los Proverbios enseña: “Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace.” (Proverbios 6:32)

En el Nuevo Pacto, Jesús nos recuerda “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.” (San Mateo 5:27) Y agrega al mandamiento: “Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.” (San Mateo 5:32) El Maestro enseña que aquella persona que no responde a la necesidad sexual de su cónyuge, o sea que se niega a tener relaciones sexuales, repudiándole, está conduciendo al otro a que adultere. Llega a tal punto la severidad del mandamiento que agrega “y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.” Esto significa que, desde el punto de vista de Dios, esa persona sigue estando casada o casado con el primero; por lo tanto su nueva relación, para Dios será un adulterio. ¿Puede alguien alcanzar tal nivel de moralidad? Evidentemente es muy difícil. ¡Por eso es necesaria la sangre de Jesucristo!

El origen de los destructores del matrimonio.
Está en el interior del hombre: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los Adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.” (San Mateo 15:19) Es una obra de la carne, es decir de la naturaleza caída y pecadora del ser humano: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia” (Gálatas 5:19) Es una transgresión de la Ley de Dios: “Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley.” (Santiago 2:11)

El juicio de los destructores del matrimonio.
“Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.” (Hebreos 13:4) Dejemos que sea Dios quien juzgue a los fornicarios y adúlteros, no juzguemos nosotros porque no tenemos derecho. Ni Jesús lo hizo; frente a la mujer adúltera, le dijo “Ni yo te condeno; vete, y no peques más.” (San Juan 8:11) Él no la juzgo ni condenó, sólo le aconsejó con el mandamiento. No somos los cristianos los encargados de juzgar, condenar y castigar a la gente cuando peca, sino que tan sólo de reconvenirles[2] y aconsejarles.

El fin de los destructores del matrimonio.
Son pecados sexuales o lujuria: la fornicación, el adulterio, la homosexualidad, el lesbianismo, el travestismo, el bestialismo, la pornografía y toda aberración sexual. Los cristianos no podemos practicar tales cosas. La lujuria es el uso desordenado de la sexualidad.

Dios no aprueba la fornicación ni el adulterio y que un día dejará fuera de Su Reino a todos aquellos cristianos que siguen practicándolo: “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. / Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.” (Apocalipsis 22:14,15)

CONCLUSIÓN.
En esta lección hemos aprendido cuál es la idea de Dios acerca del matrimonio: para Él es de mucho valor, por tanto debe honrarse y la vida sexual desarrollarse sin mancha. El matrimonio es la mezcla de dos vidas en una unidad para formar “una sola carne”. Además aclaramos algunos falsos conceptos del matrimonio y descubrimos sus destructores, el origen de estos enemigos, a quien corresponde su juicio y el fin de ellos.


PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) ¿Cuál es su experiencia con los destructores del matrimonio?
2) ¿Qué enseñanza le deja a usted esta lección?

BIBLIOGRAFÍA Y LINKOGRAFÍA.
“La Santa Biblia”; Reina – Valera; Broadman & Colman Publishers; Tennessee; U.S.A.; 1960.
2. “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España”, en línea, Internet.
3. Walter Thomas Conner, “Doctrina Cristiana”; Casa Bautista de Publicaciones, USA, 1962.
4. “La Ley de Cristo”, Bernard Häring, Tomo I, Editorial Herder, Barcelona, 1964.
“Biblia de Estudio La Biblia de las Américas”; The Lockman Foundation; California; U.S.A.; 2000.
6. W.W. Rand; "Diccionario de la Santa Biblia"; Editorial Caribe; Miami, Florida, Estados Unidos.
El Protestantismo, http://mb-soft.com/believe/tscm/protesta.htm
Conceptos católicos: http://www.iesmurgi.org/religion/sacramentos.html
Sacramentos reformados: http://idanielth.wordpress.com/2009/04/25/calvino-y-los-sacramentos/

[1] Denis Crouzet, teólogo francés, ha escrito y en cierta forma definido, cuál fue la concepción de Calvino acerca de los sacramentos.
[2] Reconvenir: Censurar, reprender a alguien por lo que ha hecho o dicho.