viernes, octubre 07, 2022

LA LEY DEL AMOR

 




“El que no ama, no ha conocido a Dios;

porque Dios es amor.”

1 Juan 4:8

 

 

L

a frase “Dios es amor” se puede ver escrita en las muros, en las calles, en las piedras, a veces en los cerros. Es una verdad que ha sido predicada mucho pero realmente pocos viven. Dios es amor y si yo tengo a Dios, entonces yo tengo el amor. Pero ese amor no es sólo para disfrutarlo para mí mismo, sino que es un amor que Dios pone en nuestro interior para llenarnos de él y darlo a nuestro prójimo. Por eso dice el versículo “el que no ama no ha conocido a Dios…” ¡y cuántos dicen conocer al Señor, conocer a Dios! Hablan de Dios, predican de Dios, escriben de Dios y siempre están con la palabra “Dios” en sus labios pero realmente no aman pues no tienen misericordia de los que sufren, no ayudan a su prójimo, no escuchan al que tiene problemas, critican, envidian, no son humildes, etc. O sea, no tienen amor, no aman. Por lo tanto, podemos inferir, como dice este versículo, que esas personas, aunque hablen de Dios, aunque digan que son cristianos, que son religiosos, que son de tal o cual iglesia, en realidad no han conocido a Dios porque “Dios es amor”. 

Esto es lo que caracteriza al verdadero cristiano. Jesús dijo que nos conocerían por una característica: que nos amamos unos a otros. Dice en el Evangelio: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (San Juan 13:35) La característica del discípulo de Jesucristo es que tiene amor por el hermano. En el versículo anterior el Señor dice: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” (San Juan 13:34) 

Nosotros conocemos los 10 Mandamientos, pero el Señor dice “un mandamiento nuevo les voy a dar ahora”. Este otro mandamiento es quizás el mandamiento más importante porque es el que resume todos los mandamientos anteriores. Por ejemplo, no robar es un mandamiento, no matar es otro mandamiento, no desear la mujer del prójimo y en el caso de la mujer, no desear el hombre del prójimo.  Cada uno es un mandamiento y es un pecado desobedecerlo. Si el mandato es no mentir y yo miento, estoy engañando a mi prójimo; si yo mato le estoy haciendo daño a mi prójimo, no lo estoy amando; si deseo lo que tiene el vecino y tengo envidia de él, no lo estoy amando al no alegrarme de que ese vecino tenga aquello, sino que estoy molesto porque ese vecino tiene un auto o tiene una casa linda o tiene un esposo y yo no lo tengo, o tiene las cosas y comodidades que yo no dispongo. Por tanto, todos los mandamientos hablan del amor y faltar a cualquiera de ellos es faltar al amor. 

Y Jesús dice que nos da ese nuevo mandamiento. Él viene a aclarar cuál es la voluntad de Dios “Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros”. Aquí hay algo especial; podría haber dicho nada más que “Que os améis unos a otros” pero añadió “como yo os he amado”. Él puso la medida de ese amor y dio Su propia vida por Sus discípulos. Jesús entregó Su vida y eso es lo que tendremos que hacer si queremos realmente amar como Dios quiere que amemos: Dar la vida por nuestros prójimos. Tal vez no nos vamos a matar, no nos crucificarán, no nos van a perseguir ni nos van a meter en la cárcel. Pero cuando doy de mi tiempo, cuando yo renuncio a algo que me gusta por ayudar a otros, estoy dando amor entregándome por el prójimo, por causa del Evangelio, por amor a Dios. 

Luego dice: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (San Juan 13:35) El amor será un sello, una característica, un reconocimiento. No necesitamos usar un uniforme, un cuello clerical o una sotana para mostrar que somos cristianos; tan sólo tenemos que mostrar el amor. Así lo dice Juan nuevamente en su primera carta: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” y en el anterior “Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios.” (1 Juan 4:7) 

La persona que ha nacido de Dios, que ha nacido de nuevo, porque eso es nacer de Dios, nacer del Espíritu; esa persona tiene el Espíritu Santo y el Espíritu Santo es amor:

“1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; / 2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. / 3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; / 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; / 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:1-5) 

Al darnos Dios su Espíritu Santo, ha derramado dentro de nosotros Su amor. La tarea que tenemos por delante es amar a nuestro prójimo, es amar a aquel que huele mal, a cigarro, a vino, que está borracho o huele a droga, a mariguana; amar a aquel que está mal vestido, andrajoso, sucio o que está botado en la calle; amar al vanidoso, ese que nos dice necedades; al que a veces nos desprecia y se cree superior, aquel que es antipático; ha que amar al que no tiene amigos porque es tan pesado, pero nosotros podemos ser su amigo o su amiga en representación del Dios de amor; amar al que piensa distinto a mí, que es de otra religión o de otra iglesia, que cree en otras cosas o que no cree, al ateo al agnóstico; al que tiene necesidad de ayuda, de ser escuchado, que se le aplauda, que se le diga una palabra de ánimo para que se eleve su autoestima, en fin, amar a todo el mundo. Creo que lo más difícil es amar a aquellos que nos agreden o que nos cae mal porque están llenos de vanidad o son personas prepotentes. Pero tenemos que amarlos porque es el mandamiento de Cristo. ¡Qué el Señor nos ayude, nos bendiga, nos fortalezca y nos de la capacidad de perdonar al difícil, sobrellevar al que tiene problemas y ayudar a aquel que necesita de su amor! 

Oración: Padre, gracias por Tu Palabra que nos invita a amar a nuestros prójimos sin limitación y darles lo que ellos necesitan porque Tú lo ordenas. Queremos ser canales de bendición para sus vidas, canales de Tu amor. Tú dijiste que cuando damos a un pobre o ayudamos al necesitado, al enfermo, cuando visitamos a alguien en la cárcel o en el hospital, lo hacemos a Ti. Padre permite que te sigamos sirviendo y dando el amor que nos has entregado gratuitamente; no que nosotros seamos amorosos, sino que tu Espíritu Santo ha derramado ese amor en nuestro interior. Ayúdanos a compartirlo, no ser egoístas y darlo a nuestro prójimo. En el nombre de Jesús. Amén.


© Pastor Iván Tapia

pastorivantapia1983@gmail.com

 



No hay comentarios.: