domingo, junio 13, 2021

JUICIOS EN LA GRAN TRIBULACIÓN

 


"Lucifer. el ángel caído" estatua de Ricardo Bellver, 1857
Parque del Retiro, Madrid


Juicio a las autoridades espirituales y humanas.

“21 Acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al ejército de los cielos en lo alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra.” (Isaías 24:21) 

Isaías anunció en su siglo que vendría un juicio muy grande para esta Tierra, que afectaría no sólo a los desobedientes e indiferentes a Dios, sino también a quienes abrazarán en aquella época la fe de Cristo, e incluso al planeta. Aquella “tribulación” será una intervención directa del Señor sobre este mundo. Pero más allá de la tribulación está el juicio final ante el gran trono blanco; dos acontecimientos que no debemos confundir. El primero, la tribulación por siete años, ocurrirá antes de la segunda venida de Jesucristo, será el preámbulo del juicio que Él hará a las naciones. El segundo acontecimiento es muy posterior, después de mil años que gobernará Jesucristo en la Tierra, cuando se levante nuevamente Satanás contra Dios, y se destruirá el planeta, entonces ocurrirá el Juicio que algunos llaman Juicio Final. 

El versículo habla de dos “castigados” por Dios: El “ejército de los cielos en lo alto” y “los reyes de la tierra sobre la tierra”, es decir dos poderes espirituales que se oponen al Señor. El ejército de los cielos en lo alto se refiere a Satanás y sus huestes de ángeles rebeldes a Dios, la tercera parte de los cielos, no es una cantidad menor de oponentes. Estos conforman el reino de tinieblas dirigido por el “príncipe de las tinieblas”, adversario de Dios y de toda persona y grupo que adore a Dios. Es un ejército organizado del cual la Escritura dice: 

“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6:12) 

“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” (Colosenses 1:16) 

Tal ejército tiene enceguecida la mente de los incrédulos, ateos y creyentes nominales, les incentiva al pecado, a la rebelión contra Dios: 

“2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, / 3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” (Efesios 2:2,3) 

Los “reyes de la tierra” son los gobernantes de este mundo físico en consonancia con el mundo espiritual de maldad. Reyes, dictadores, presidentes, primeros ministros, son gobernantes humanos, pocos de ellos verdaderamente cristianos, que hayan tenido una conversión al Señor. Puede moverlos un genuino deseo de ayudar al prójimo pero la mayoría va tras el poder, la fama, la ganancia personal y familiar. Para mantener el poder se valen de las armas, el dinero, la elocuencia, las ideas, las palabras halagüeñas y las promesas no siempre cumplidas; procuran agradar a las mayorías, por tanto no respetan siempre las Escrituras ni la voluntad de Dios. Esos gobernantes serán castigados. Acompañan a los gobernantes sus ministros y seguidores más cercanos. Así como las huestes celestiales de maldad serán castigadas, los poderes políticos también serán juzgados, el juicio alcanzará a grandes y chicos. 

Los enemigos de Dios serán castigados, pero los amigos de Él serán premiados. El abogado corrupto no podrá argumentar ante Dios por su causa ni el político deshonesto sobornar a alguien para escapar sin culpa. En verdad los amigos del Señor ya han sido premiados, desde el momento que se reconocieron pecadores, pidieron perdón a Dios y se reconciliaron con Él, fueron salvados de la maldición y comenzaron a experimentar la bendición del Señor, la nueva vida en Cristo, en el Reino de Dios. Los cristianos que entregamos la vida al Señor ya no estamos en el reino del maligno: 

“el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13)


De: "ISAÍAS, EL PROFETA MESIÁNICO", CAPÍTULO 24 (TERCERA PARTE) EL FIN DE LA TRIBULACIÓN, © Pastor Iván Tapia

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