domingo, febrero 02, 2020

PERMANECER EN CRISTO

EPÍSTOLAS DE SAN JUAN
LECCIÓN 17 

© Pastor Iván Tapia
 

Lectura bíblica: “12 Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. / 13 En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. / 14 Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. / 15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. / 16 Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.” (1 Juan 4:12-16)

Idea central: Cómo permanecer en Dios.

Objetivos: a) Comprender que Dios desea morar en todo ser humano porque le ama; b) Comprender que Dios no puede vivir en el pecado porque es Santo; c) Comprender el método de Dios para hacer santo al pecador; d) Comprender la misión de Jesucristo en la justicia de Dios; e) Comprender el rol del Espíritu Santo en la transformación del cristiano; f) Comprender que Dios permanecerá eternamente en el cristiano auténtico y consecuente; y g) Conocer las condiciones para que Dios permanezca en el discípulo. 

Resumen: Las condiciones para que el Dios Santo y Justo permanezca en el creyente implican que éste practique el Amor verdadero, posea el Espíritu Santo, crea en Jesucristo y Su Evangelio y permanezca unido a Cristo.
 

S
an Juan utiliza el verbo “permanecer” 19 veces en esta carta.[1] Casi la misma proporción que la palabra “amor”. Es tan importante para el apóstol tener una constancia en la práctica de la fe cristiana, que aplica este verbo cuantas veces como puede. Permanecer equivale a perseverar, estar bien asentado o arraigado en lo que se cree y en lo que se ama.  

En el capítulo 2 nos enseña:

·         Permanecer en Cristo es andar como Él (2:6)
·         Permanecer en la Luz es amar al hermano (2:10)
·         Permanecer en la Palabra nos hace fuertes (2:14)
·         Si hacemos la voluntad de Dios, permaneceremos eternamente (2:17)
·         Si permanecemos en el Evangelio, permaneceremos en el Hijo y el Padre (2:24)
·         Hemos recibido de Dios una Unción que permanece en nosotros y nos enseña la Verdad, por tanto debemos permanecer en Cristo (2:27)
·         Debemos permanecer en Cristo para no pasar vergüenza cuando Él regrese (2:28) 

En el capítulo 3 nos enseña:

·         Quien permanece en Cristo, no peca (3:6)
·         El nacido de Dios no peca porque la semilla de Dios permanece en él (3:9)
·         El que no ama a su hermano permanece en muerte (3:14)
·         El que guarda los mandamientos de Jesús, permanece en Dios (3:24a)
·         Sabemos que Cristo permanece en nosotros porque tenemos Su Espíritu (3:24b) 

En esta enseñanza analizaremos las ocasiones que utiliza esta palabra en el capítulo 4, ya que en el último no lo hace. Una vez más nos revela bajo qué condiciones permanece Dios en la vida de una persona.  

¿Bajo qué condiciones permanece Dios? 

1.      Dios permanece donde hay Amor verdadero.

“12 Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.” (1 Juan 4:12 

Si nos amamos unos a otros, significa que Dios “permanece” en nosotros. Permanecer es mantenerse sin cambios en un determinado estado, condición o situación. Dios se mantendrá sin cambio alguno, cuando amamos a los hermanos. Recordemos que amar al hermano es amar a otra célula o miembro del Cuerpo de Cristo, es amar a Cristo. Dios estará feliz y fluirá con Su Amor Divino, prodigándolo a través nuestro a todas aquellas personas con las que compartimos a diario.  

Nadie ha visto jamás a Dios, ni nosotros que decimos conocerle, pero sí podemos ver a Su pueblo, que es depositario de Su Vida, Palabra y Espíritu. En la Iglesia, Cuerpo de Cristo, se experimenta la Vida de Dios, la que fluye de lo alto; en la Iglesia se recibe el Pan de la Palabra, alimento Divino para el Cuerpo de Cristo; en la Iglesia habita Dios por medio de Su Espíritu Santo. 

Si la Iglesia se amara y no hubiese críticas, murmuraciones, rechazo entre hermanos, divisiones, etc. Dios permanecería de un modo más poderoso en ella. Hagamos de la Iglesia un pueblo lleno de Amor, no tanto amor humano que es limitado y a veces selectivo, sino que de Amor Divino, aquél que fluye del trono de Dios como un río cristalino: “1 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. / 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.” (Apocalipsis 22:1,2) 

Dios permanecerá a gusto en el corazón del cristiano y en la Iglesia que ama; no abandonará al que no lo hace, pero se entristecerá: “30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. / 31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. / 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” (Efesios 4:30-32) Quizás Dios permanezca a disgusto en un corazón cristiano mediocre, aunque se esforzará por transformarlo.
 

2.      Dios permanece donde está Su Espíritu.

“13 En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu.” (1 Juan 4:13) 

Sabemos que permanecemos en Cristo y Cristo permanece en nosotros porque nos dio Su Espíritu Santo. Jesucristo en Su resurrección se transformó en Espíritu vivificante: “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.” (1 Corintios 15:45). Él vive en nosotros, nos limpia y vivifica para ser transformados a Su semejanza.

Gracias al hecho de que Cristo habita en nosotros, podemos mantenernos en Dios y la salvación, es decir permanecemos en Él, cumpliéndose la promesa que dice: “...El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” (San Juan 14:23). También dice: “16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: / 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.”  (San Juan 14:16,17). 

Dios permanece donde está Su Espíritu Santo; allí se afinca, echa raíces y comienza una obra de salvación, sanación, renovación y transformación. Cristo no se conforma con salvarnos de la condenación eterna; Él quiere sanarnos de todo tipo de enfermedad del alma, liberarnos de tanta cadena que nos oprime; pero además quiere renovar las mentes, cambiar el modo de pensar la vida, el mundo, la Iglesia la fe; y en definitiva transformarnos completamente para Él y Su Reino, quiere prepararnos para la vida venidera: el milenio y la vida eterna. Al permanecer en nosotros, Su Espíritu obra todo ello. ¡Permitamos que trabaje en nuestro ser!
 

3.      Dios permanece en los que creen en Jesús.

“14 Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. / 15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.” (1 Juan 4:14,15 

Los apóstoles vieron con sus propios ojos y tocaron al Salvador del mundo, ¡qué gran privilegio tuvieron! Testificaron acerca de la Encarnación del Hijo de Dios en Jesucristo, hijo de María y José de Nazaret. También dieron testimonio de Su muerte en la cruz y de Su resurrección. Es fundamento de la doctrina cristiana creer en Jesucristo como Hijo de Dios, Salvador y Señor.  

Si creemos que Jesús fue sólo un hombre, sabio y con poderes de taumaturgo, o sea con poderes para hacer milagros y actos prodigiosos, que terminó su vida crucificado como un malhechos, aunque pensemos de él como un gran héroe, pero no creemos en Su Divinidad ni que es el Mesías, Salvador del mundo, significa que Dios no habita en nosotros. Dios permanece en los que creen en Jesucristo, el Hijo de Dios. Si Dios mora en alguien, Él le conduce a la fe en Jesucristo.  

Hay una íntima relación entre Jesucristo y Dios, Uno es el Hijo y Otro es el Padre. Algunas personas sólo creen en el Padre, pero no creen en Jesús, el Hijo. No nos desesperemos; “por algo se empieza” digo yo, a muchos nos ha sucedido. Cristo debe revelarse y eso no depende de esfuerzo humano. Lo único que podemos hacer por la conversión del prójimo es sembrar en sus corazones, mejor dicho en sus oídos, la Palabra de Dios, pues “...la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Romanos 10:17) 

La predicación del Evangelio es el anuncio de Jesucristo. Al presentar al mundo la Persona del Salvador, podrá conocer la Gracia de Dios, el camino de salvación, para acceder a permanecer en la fe de Jesús.
 

4.      Dios permanece en los que permanecen en Cristo.

“16 Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.” (1 Juan 4:16) 

Los cristianos somos personas que fueron alcanzadas por la misericordia de Dios. Él nos escogió y llamó a Su Reino por medio de Su gran Amor. Tuvimos fe en Su promesa de salvación y esa fe nos fue contada por justicia. Fe y amor son dos aspectos de la salvación; amor por parte de Dios y fe por parte del pecador.  

En este verso San Juan repite el concepto ya expresado en versículos anteriores: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” (1 Juan 4:8) Si hemos conocido a Dios, cuya substancia misma es el Amor, si Él nos ha expresado Su Amor y, aún más, ha derramado Su Amor en nosotros, entonces lo más procedente es que le amemos a Él y a todo ser humano. 

Permanecer en el Amor en sus tres aspectos, los que detallaremos a continuación, es mantenernos unidos a Dios no como una enredadera que se abraza y aferra a un árbol, sino como una rama desgajada de esa enredadera que es injertada directamente al árbol para llegar a ser parte y extensión de él. Los cristianos más que abrazarnos y aferrarnos a Jesucristo, nos injertamos a Él y pasamos a ser una prolongación de Su Persona en esta tierra. Por eso se dice que somos Su cuerpo: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.” (1 Corintios 12:27) 

Para que Dios permanezca en el discípulo, éste debe permanecer en Dios. Esto significa ser parte de Él, como los pápanos de una vid: “4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. / 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. / 6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.” (San Juan 15:4-6) 

También significa pasar a integrarse en Su Persona, injertándose en Cristo: “Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, / 18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.” (Romanos 11:17) 

Dios permanece en los que permanecen en Él. Hay tres aspectos de este permanecer: 

a)      Permanecer en el Amor a Dios. Significa relacionarse en forma permanente con Él, dar gracias por Sus bendiciones, alabarlo y adorarlo, consultarle toda decisión, alimentarse con Su Palabra y obedecerla, dedicar tiempo de oración y ayuno para Él. 

b)      Permanecer en el amor al prójimo. Significa desarrollar las virtudes del Amor de Dios, ejercitarlas con los demás, especialmente con aquellos con los que estamos mal relacionados; amar a los hermanos en la fe, a la familia, los amigos y enemigos, todo semejante. 

c)      Permanecer en el amor a sí mismo. Significa no vivir culpándose; cuidar del ser físico, intelectual y espiritual; brindarse tiempos de solaz; cuidarse de no pecar; dedicar tiempo a la oración, la reflexión y la meditación.
 

CONCLUSIÓN.

Dios desea morar en el ser humano, mas no puede hacerlo porque está lleno de pecado y Él es Santo. Para hacerlo debe limpiarlo. Es lo que hace por medio de Jesucristo: Nos perdona, nos declara justos y pone Su Espíritu dentro para, desde allí, comenzar a transformarnos en personas santas. 

Dios permanece en el cristiano durante toda su vida en esta tierra y en la eternidad. Esto es así porque existen ciertas condiciones para que Él permanezca en alguien: 1) Dios permanece donde hay Amor verdadero; 2) Dios permanece donde está Su Espíritu; 3) Dios permanece en los que creen en Jesús; y 4) Dios permanece en los que permanecen en Cristo.

 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Qué impide a Dios habitar en todo ser humano?

2)      ¿Cómo limpia Dios al pecador?

3)      ¿Cómo transforma Dios al cristiano?

4)      ¿Cómo se puede andar como Cristo?

5)      ¿Tiene usted un plan personal de alimentación espiritual con el Pan de la Palabra de Dios?

6)      ¿Siente que Dios habita en usted?

7)      ¿Cómo se puede permanecer en el amor a sí mismo?

8)      ¿Cuál es el mayor desafío en la práctica del amor al prójimo?

9)      ¿Cuál es, a su juicio, el principal factor para que Dios permanezca en el cristiano?

10)  ¿Cómo podemos practicar el amor a los hermanos en la fe?

11)  ¿Estará Dios a gusto en nuestros corazones?

12)  ¿Cómo se puede ayudar a crecer en la fe a las personas que sólo reconocen al Creador pero no a Jesucristo?

13)  ¿Los cristianos somos enredaderas que se abrazan y aferran a Cristo o somos ramas desgajadas de esa enredadera, injertadas en Él?

 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.

·         MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 

·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.

·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/

·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.

·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/

·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php

·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd

·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/

·         https://es.wikipedia.org/

·         Pérez Millos, Samuel “Comentario Exegético Al Texto Griego del Nuevo Testamento – Hebreos”


·         https://www.biblegateway.com



[1] Usa el verbo “permanecer” sólo en los capítulos 2, 3 y 4. No lo usa en el primero ni en el último capítulo. Recuerde que la Primera Epístola de San Juan tiene 5 capítulos. En el capítulo 2 lo usa 9 veces; en el 3 lo usa 5 veces; y en el 4 lo usa 5 veces también.
 

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