domingo, marzo 17, 2019

SANTIFICADOS EN CRISTO.

HEBREOS COMENTADO
LECCIÓN 23


© Pastor Iván Tapia Contardo 

Lectura bíblica: “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.” (Hebreos 10:10) 

Palabra clave del capítulo: SANTIDAD. 

Idea central: Somos santificados en Cristo y por Cristo. 

Objetivos: a) Comprender los conceptos de santo y santidad a la luz de la Palabra de Dios; b) Comprender y valorar que Dios desea santificarnos y apartarnos para Él; c) Entender que Cristo nos santifica en posición y en proceso; d) Honrar la santificación que Cristo opera en nuestra vida, evitando el pecado y apartándonos de la tentación.

Resumen: Hebreos 10 enseña acerca de la santidad que Jesucristo nos ha dado, cómo hemos sido santificados mediante la ofrenda de Su cuerpo, haciéndonos perfectos para siempre, por tanto hemos de valorar y honrar este maravilloso don dado por la Gracia de Jesucristo.

 

E
l libro de Hebreos nos enseña que el HIJO de Dios es el AUTOR de nuestra salvación, quien HOY quiere que entremos en Su REPOSO. Él es el Sumo SACERDOTE que dio su vida por nosotros. Dios juró por Sus PROMESAS e instauró un nuevo SACERDOCIO y un nuevo PACTO. Cristo nos da la REDENCIÓN y la SANTIFICACIÓN.  

Santidad es una palabra muy mal entendida en nuestra cultura. Se asocia santidad a pureza sexual, a celibato y a la veneración en altares religiosos. Se considera santo o santa a personas que en forma muy excepcional han vivido la fe, en forma casi heroica. Desde ese punto de vista son santos sólo algunos cristianos que han destacado por sus obras de misericordia, por haber fundado alguna orden religiosa, por tener experiencias sobrenaturales y hasta por haber realizado supuestamente milagros después de muertos. Consideramos que esta es una distorsión de lo que la Biblia llama santidad.  

Según la revelación bíblica, la santidad es: a) Una cualidad fundamental de Dios y Su Espíritu Santo; b) Una virtud indispensable de todo verdadero creyente; y c) Un atributo de ciertos lugares, objetos, días, fechas, acciones, etc. Se entiende santidad de dos formas: 1) Pureza moral y espiritual; y 2) Separación para Dios o consagración al Señor, como lo expresa la Torá:  

“1 Jehová habló a Moisés, diciendo: / 2 Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es.” (Éxodo 13:1,2 

Quienes conocen al Señor y le entregan su vida a Él, son santificados, esto es “apartados” para Él. Por eso San Pablo dice de los cristianos “llamados a ser santos”: 

a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” (Romanos 1:7) 

Y sustituye la palabra cristianos por “santos”, cuando habla de la acción del Espíritu Santo en sus vidas: 

“Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” (Romanos 8:27 

La santidad es una doble condición del cristiano: 1) Apartados para el Reino de Dios, apartados del mundo; los creyentes hemos sido santificados por Cristo, le pertenecemos a Él; 2) Proceso de purificación que vive el creyente por acción del Espíritu Santo, la santificación permanente. 

En el capítulo 10 de Hebreos el Señor nos enseña tres principios sobre la “santificación”.
 

¿Qué principios nos enseña Hebreos 10 sobre la “santificación”? 

  1. Dios desea santificarnos.
“8 Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), / 9 y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. / 10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.” (Hebreos 10:8-10) 

El método que la Ley tenía para acercar al hombre a Dios era el de los sacrificios, las ofrendas, los holocaustos y las expiaciones por el pecado, sin embargo, a pesar de que Dios lo inspiró, llegó un momento que se hartó de ellos: 

“10 Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. / 11 ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. / 12 ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? / 13 No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. / 14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. / 15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. / 16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; / 17 aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.”  (Isaías 1:10-17) 

“Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos.” (Oseas 6:6) 

El Hijo vino para hacer la voluntad del Padre, quitando la Ley Mosaica y poniendo la nueva ley, la del amor, el perdón, la misericordia. Cuando Jesucristo ofrendó Su vida en la cruz por los pecados de toda la Humanidad, limpió a todo pecador arrepentido, lavó su conciencia, perdonó su alma, le dio una nueva oportunidad; es lo que se llama “santificar” o hacer santo. Isaías expresa el deseo de Dios por santificarnos así: 

“18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. / 19 Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; / 20 si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.” (Isaías 1:18-20 

Santificar es hacer santo, purificar, poner aparte para Dios, consagrarle personas, objetos, días, etc. ritual, moral y espiritualmente. El Señor desea “santificarnos”, cosa que no es para unos pocos privilegiados sino para todo cristiano. Él nos purifica mediante la sangre de Cristo, Su Espíritu y Palabra; Él nos aparta para Su servicio y nos consagra a Él.
 

  1. Cristo nos santifica.
 “11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; / 12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, / 13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; / 14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” (Hebreos 10:11-14) 

La diferencia entre el ministerio de los sacerdotes del Tabernáculo y el ministerio sacerdotal de Jesucristo, es que los primeros ofrecían muchas veces sacrificios que no podían quitar los pecados, en cambio a Jesús le bastó ofrecerse una sola vez por los pecadores y los santificó. 

Los seres humanos tenemos un problema espiritual y moral que cargamos desde el momento en que nos declaramos en guerra contra Dios y decidimos hacer lo que nosotros queremos y no lo que Dios quiere que hagamos. Este problema es el “pecado”, es decir la rebelión contra Dios. El pecado es la raíz de todas nuestras malas conductas, pensamientos y sentimientos. Por eso el Bautista dijo: Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. (San Mateo 3:10) El pecado produce frutos, también llamados pecados: 19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, / 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, / 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” (Gálatas 5:19-21) 

Además del problema del pecado, se suma la culpa por pecar. Es imposible que huyamos de la culpa. Podemos negar el pecado, negar que haya bien y mal, cambiar el bien por mal, en fin huir de la culpabilidad, pero ésta siempre volverá a nosotros y es necesario que así sea, Dios lo sabe y por eso nos dio una conciencia, para que nos gobernemos en lo moral. Aparte de no pecar, lo única forma de calmar nuestra conciencia culpable es pidiendo perdón y siendo perdonados.  

Jesucristo apareció para que fuésemos perdonados por nuestros pecados. Cada vez que pedimos perdón lo hacemos por pecados específicos que cometemos, nadie ora o reza por el pecado en general, sino que está arrepentido de sus horribles pecados y quiere el perdón Divino. Como somos de naturaleza pecadora, siempre estaremos orando a Dios por Su perdón.  

Es necesario que distingamos entre los pecados y aquello que los origina. A eso que constituye nuestra naturaleza caída, también la Biblia la llama “pecado” pero en singular. Si somos descendencia de Adán, hemos heredado su naturaleza pecadora y por tanto somos pecadores. Un hombre peca porque es pecador; nadie se hace pecador en el camino de la vida sino que nace pecador, con su naturaleza original rebelde. En otras palabras el pecado es la naturaleza del hombre y los pecados son su conducta:  

“Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.” (Romanos 5:19) 

Si nuestros pecados son lavados con la sangre de Cristo y Dios nos considera justos ahora, es decir nos justifica; también necesitamos ser liberados del pecado, limpiados de esa carnalidad, raíz de amargura y rebelión, necesitamos ser santificados. 

Al momento de creer en Jesús y convertirnos a Él, somos santificados en Cristo, en un sentido de posición, separados para Dios, iniciándose un proceso de santificación por medio de la acción del Espíritu Santo. Los cristianos somos exhortados a santificarnos, separándonos moralmente del mundo y sus contaminaciones:  

“14 No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? / 15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?” (2 Corintios 6:14,15) 

“3 pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; / 4 que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; / 5 no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; / 6 que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. / 7 Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.” (1 Tesalonicenses 4:3-7)
 

  1. Debemos honrar la santificación que Cristo nos ha dado.
“26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, / 27 sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. / 28 El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. / 29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?” (Hebreos 10:26-29) 

Jesucristo se entregó al sacrificio para perdonar nuestros pecados y hacernos nuevas criaturas santificadas por Su sangre. Al bautizarnos damos muerte a nuestro viejo hombre para dar vida al hombre nuevo en nosotros. Es algo que hacemos voluntariamente y como una decisión personal. En la vida cristiana estamos expuestos permanentemente a la tentación del mundo y la carne; está en nuestra voluntad el acceder a pecar o negarnos a la tentación. El escritor argumenta en el Texto que si Jesucristo se sacrificó una vez y para siempre por nosotros “ya no queda más sacrificio por los pecados”. Lo escribe para que consideremos la nobleza y poder del sacrificio expiatorio; no quiere decir que si pecamos siendo cristianos ya no tenemos perdón de Dios, pues esto sería una contradicción con lo señalado por el apóstol San Juan: 

“6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; / 7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. / 8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. / 9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. / 10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.” (1 Juan 1:6-10 

Andar en la luz es lo contrario de andar en tinieblas. Andar en la luz es estar conscientes que somos pecadores, pero vivir arrepentidos. Lo que Hebreos señala es para los que pecan “voluntariamente”, o sea que deciden alejarse de Jesucristo y Sus preceptos para vivir una existencia al placer de ellos. Haciendo una comparación entre la Ley de Moisés y el Pacto de Gracia, si en la primera el desobediente moría irremisiblemente, con mayor razón no vivirá eternamente con el Padre, quien desprecia la Gracia de Jesucristo. 

Recordemos que la carta a los Hebreos fue escrita precisamente a los hebreos y no a los gentiles; fue dirigida a los que andaban en la Ley y ahora estaban en Cristo. A estos cristianos provenientes del judaísmo les recuerda que la Ley era sólo “la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas”; que a Dios no le agradaron los sacrificios del Antiguo Pacto; que ahora “somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.” Él “con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” Les recomienda a los judíos convertidos: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.  / Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;  / no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” Congregarse con los hermanos cristianos es fundamental para los convertidos y ya no acudir al tabernáculo judío para hacer sacrificios. Ellos han muerto a la Ley y ahora deben vivir para el Señor por medio de la Gracia. Cuando Hebreos aquí habla de pecar voluntariamente no se refiere a adulterar, robar, matar u otra acción contra la Ley, sino de no mantenerse firmes, sin fluctuar en Cristo, no estimulándose al amor y a las buenas obras;  dejando de congregarse y exhortarse. No hacer esto es el mayor pecado contra su fe incipiente. Si “después de haber recibido el conocimiento de la verdad”, deciden volver a la Ley, a la vida antigua, la que por Dios ha sido considerada caduca, “ya no queda más sacrificio por los pecados, / sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.” 

Por último recordemos que Dios “...nos escogió en él [Cristo] antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Efesios 1:4) Por tanto “15...como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; / 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” (1 Pedro 1:15,16) 

CONCLUSIÓN.

El capítulo 10 de Hebreos nos recuerda una vez más que: 1) Dios desea santificarnos, es Su propósito apartarnos para Él y purificarnos moral y espiritualmente; 2) Cristo nos santifica en posición y en proceso, somos santos en Él y somos santificados en Él; 3) Debemos honrar la santificación que Cristo nos ha dado, valorizarla y respetarla como un gran tesoro y regalo de Cristo, por tanto defendernos del pecado y la tentación cada día, apartados para Él.
 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Tiene identificado su principal pecado y cómo está trabajando en superarlo?

2)      ¿Por qué es importante no dejar de congregarse?

3)      ¿En qué aspectos morales y espirituales necesita purificarse la sociedad actual?

4)      ¿Qué significa que Cristo nos santifica en posición y en proceso?

5)      ¿Cómo podemos defendernos del pecado y la tentación cada día?

6)      ¿Debemos orar por limpiarnos de pecados específicos o del pecado en general?

7)      ¿Qué método aplicaba la Ley para acercar al hombre a Dios y cómo se observa eso hoy día?

8)      ¿Qué relación hay entre pecado y culpa?

9)      ¿Es la santidad un privilegio de algunos o está al alcance de todos y cómo se adquiere?

10)  ¿Cómo se calma una conciencia culpable?

11)  ¿Cree usted que el hombre nace o se hace pecador?

12)  ¿Debe la Iglesia exhortar a los cristianos a santificarse?

13)  Completar: Hebreos nos enseña que el HIJO de Dios es el _____________ de nuestra salvación, quien HOY quiere que entremos en Su _____________. Él es el Sumo SACERDOTE que dio su vida por nosotros. Dios juró por Sus PROMESAS e instauró un nuevo SACERDOCIO y un nuevo _____________.

14)  ¿Cómo solucionamos los cristianos el problema de la culpa?

15)  ¿Desde el punto de vista teológico, cuál es la naturaleza del hombre y cuáles son sus conductas?

16)  ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hermanos en su proceso de santificación?

17)  ¿Qué preceptos morales nos separan hoy del mundo?

18)  ¿Cómo honramos la santificación que Cristo nos ha dado?

19)  ¿Cuál es la diferencia entre un pecador no creyente y un pecador cristiano?

20)  ¿Qué creencias y costumbres equivalen a la Ley en nuestros días?

21)  ¿Qué se debe hacer cuando las personas rechazan el mensaje del Evangelio? 

 

TEXTOS DE HEBREOS EN QUE APARECE EL CONCEPTO SANTIDAD: 

Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Hebreos 2:11) 

Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne” (Hebreos 9:13)

En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.” (Hebreos 10:10) 

porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” (Hebreos 10:14) 

¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?” (Hebreos 10:29) 

Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.” (Hebreos 12:10) 

Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” (Hebreos 12:14) 

Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.” (Hebreos 13:12) 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.

·         MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 

·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.

·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/

·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.

·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/

·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php

·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd

·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/

·         https://es.wikipedia.org/

·         Pérez Millos, Samuel “Comentario Exegético Al Texto Griego del Nuevo Testamento – Hebreos”


·         Watchman Nee, “El Evangelio de Dios”; Tomo II, Living Stream Ministry; Anaheim, California, USA. 1997.


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