domingo, enero 06, 2019

OBEDIENCIA A CRISTO.




HEBREOS COMENTADO
LECCIÓN 13

© Pastor Iván Tapia Contardo 

Lectura bíblica: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.” (Hebreos 13:17) 

Palabra clave del capítulo: OBEDIENCIA.

Idea central: La obediencia a Dios. 

Objetivos: a) Comprender la importancia de la obediencia para el establecimiento del Reino de Dios; b) Comprender y valorar cómo ejercer la obediencia a Dios. 

Resumen: Hebreos culmina señalándonos el camino para lograr que la voluntad y plan de Dios pueda ejecutarse entre los hombres, es el camino de la obediencia. Para ejercerla, el cristiano debe practicar el amor fraternal, respetar el amor matrimonial, dejar toda avaricia y obedecer a las autoridades.
 

E
l último capítulo del libro de Hebreos nos recuerda los deberes cristianos, la OBEDIENCIA que debemos a Dios y a nuestros pastores en el ejercicio de la fe y en la vida práctica. 

¿De qué manera debemos ejercer obediencia a Dios? 

1.      Practicando el amor fraternal.

“1 Permanezca el amor fraternal. / 2 No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. / 3 Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo.”  (Hebreos 13:1-3) 

El amor fraternal, el amor entre hermanos en la fe, es un aspecto fundamental en la doctrina de los apóstoles. Los primeros cristianos realzaron esta enseñanza y el deber que habían de tener todos para recibir a sus hermanos en caso de persecución o cuando peregrinaban para predicar el Evangelio en otras ciudades. Por eso seguidamente el escritor de Hebreos les dice que recuerden ser hospitalarios, quizás su amor estará siendo probado por Dios enviando a uno de Sus ángeles.  

Muchos cristianos eran tomados presos por los enemigos del cristianismo y eran mantenidos en cárceles muy poco higiénicas, torturados en un cepo, encadenados. El sufrimiento de esos hermanos era el sufrimiento del Cuerpo de Cristo. ¿Cuántos hermanos nuestros hoy están encarcelados por su fe en países en que el cristianismo es castigado? ¿Qué hacemos por ellos? ¿Nos acordamos de ellos en nuestras oraciones? La Palabra aquí no está haciendo referencia directa a los que están presos por delincuencia o haber cometido un error grave contra la sociedad, aunque también hay quienes están injustamente en el presidio. Hebreos se está refiriendo a los encarcelados por causa de su fe.  

Igualmente habla de los maltratados, los torturados, los que eran golpeados, azotados, quemados, entregados al escarnio, etc. Con ellos debían solidarizar. Era una Iglesia perseguida, aún no era aceptada por la mayoría de la población ni de las autoridades. Cuando Constantino I, en el año 313, siglo IV, terminó con la clandestinidad y persecución de los cristianos, dictando el Edicto de Milán, dejaron de sufrir cárcel y torturas.  67 años después, el 27 de febrero del año 380, el emperador Teodosio I, en el Edicto de Tesalónica nombró al cristianismo la religión oficial del imperio romano. Así la Iglesia comenzó a tener poder político. Hoy debemos entender estas recomendaciones de Hebreos como una preocupación no sólo por los presos y maltratados por su fe, sino por cualquiera que sufre, justa o injustamente. 

El espíritu del Evangelio, el espíritu o esencia del mensaje de Jesucristo es el Amor. Este sentimiento o actitud, nos conducirá siempre a la compasión, la solidaridad, la empatía con el hermano que sufre. Es cierto que hay hermanos en la fe, aquellos y aquellas que comparten a Cristo con nosotros. Pero también están los hermanos en Humanidad, todos los hombres y mujeres que comparten con nosotros la creación de Dios. Desde ese punto de vista todos los seres humanos somos hermanos.
 

2.      Respetando el amor matrimonial.

“4 Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.” (Hebreos 13:4) 

El matrimonio es una relación basada en el amor y la confianza, el respeto, la fidelidad. Como en todos los tiempos, en el mundo del imperio romano y todas las culturas que lo componían, había muchas veces maltrato hacia la mujer, abuso sexual, lujuria, fornicación y adulterio. No es cosa nueva esto, hoy en día está siendo un desafío y algo difícil de superar, el llamado femicidio. La pareja cristiana debe honrar su relación, evitando toda tentación. 

Se debe respetar el matrimonio como algo sagrado; mantener la pureza en las relaciones matrimoniales. A Dios no le agrada la intervención sexual de terceros en el matrimonio, ni la pornografía, ni relaciones antinaturales. Él juzgará a los que cometen inmoralidad sexual y también a los que engañan a su pareja con otras personas. ¡Qué el Señor tenga misericordia de nosotros, los casados! No es fácil mantener una relación matrimonial, dado que vivimos en un mundo exigente, competitivo, veloz y lleno de tentaciones. Pero el cristiano debe salir victorioso, siguiendo el consejo bíblico: 

a)      Orar para vencer la tentación: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” (San Mateo 26:41) 

b)      Pedir a Dios que nos proteja de la tentación: “Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.” (San Lucas 11:4) 

c)      Confiar en el Señor que nos dará la salida para no pecar: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” (1 Corintios 10:13) 

d)     Resistir la tentación como una prueba con premio: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.” (Santiago 1:12) 

e)      Recordar que somos “justos” piadosos: “sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio” (2 Pedro 2:9)
 

3.      No siendo avaro.

“5 Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; / 6 de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre.” (Hebreos 13:5,6) 

Otro aspecto de la vida es la relación con lo material, los bienes, las cosas, el dinero. El Evangelio enseña la confianza en Dios, en que Él suplirá todas nuestras necesidades, no siendo lo más importante lo que tenemos sino lo que somos. Jesús enseña el desprendimiento, el desapego de todo aquello que nos hace sentir inconformes, tristes, amargados, preocupados; no vivir para tener, no estar preocupados de qué vestiremos o comeremos: “26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?  / 27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? / 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; / 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.” (San Mateo 6:26-29) 

Jesús nos invita a dejar la avaricia, ese deseo desordenado de poseer riquezas para atesorarlas; mejor es la generosidad, el dar y compartir con otros nuestros bienes: “19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; / 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. / 21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (San Mateo 6:19-21)  

 La sociedad neo-liberal en que vivimos fomenta el consumo, el adquirir bienes, ser ricos, tener mucho dinero, concibiendo esto como éxito personal; jamás será bien visto el desinterés por las cosas y el progreso material. Quizás no sea la avaricia la que prime, pero sí la codicia, el deseo de tener, aunque no se acumule. Las riquezas también son una tentación: “9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; / 10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” (1 Timoteo 6:9)
 

4.      Obedeciendo y sujetándonos a los pastores.

“7 Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe. / 8 Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. / 9 No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas. / 10 Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo. / 11 Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento. / 12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. / 13 Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio; / 14 porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir. / 15 Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. / 16 Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios. / 17 Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso. / 18 Orad por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo. / 19 Y más os ruego que lo hagáis así, para que yo os sea restituido más pronto.” (Hebreos 13:7-19) 

Quienes hablan, predican, enseñan y transmiten la Palabra de Dios son los pastores, ministros del Señor. Debemos tenerles en alta estima y respetarlos. Es cierto que son hombres como todos, sujetos a pasiones, con virtudes y defectos, también en camino de perfeccionamiento, pero la diferencia con nosotros es que a ellos el Señor les ha encargado un ministerio, el ministerio de la Palabra. Por otro lado, como fieles seguidores del Señor, ellos han procurado poner en práctica la Palabra de Dios, lo que indefectiblemente ha producido una transformación en sus vidas. Hebreos nos ordena considerar sus vidas e imitarles. Los pastores y pastoras son luces en el caminar de los discípulos. Así como en el cielo hay un sol, una luna y estrellas, para iluminar nuestra vida espiritual tenemos al Sol de Justicia, la lámpara de la Palabra y el testimonio estelar de los siervos de Dios. 

Dios es eterno, el mismo de siempre, no cambia. Nosotros somos cambiantes, volubles, inseguros, Él es permanente; por tanto no debemos dejarnos arrastrar por extrañas doctrinas que nos saquen de la fe primera, de los sólidos fundamentos instalados por el Espíritu Santo en nuestra mente y corazón. Los principios de fe, paz, amor y esperanza alimentan el ser; es comida sólida y no cualquier vianda. Es mejor fortalecerse en la Gracia de Dios que seguir esas leyes del Antiguo Pacto que de nada aprovechan. Con Cristo estamos en un nuevo régimen, el de la libertad y no vale la pena volver a la Ley que nos acusa y restringe. 

Los cristianos tenemos un altar diferente, en el cual los sacerdotes del Antiguo Pacto no pueden entrar ni comer. El sumo sacerdote lleva la sangre de los animales al santuario, como ofrenda para quitar el pecado, pero los cuerpos de ellos se queman fuera del campamento. Eso era símbolo de Jesús, quien sufrió la muerte fuera de la ciudad, para limpiar a los pecadores con Su propia sangre. Los sacerdotes del Antiguo Testamento sacrificaban animales; el Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento se sacrificaba Él mismo. 

Si Jesús tuvo que salir de la ciudad, también hagámoslo nosotros y suframos el mismo oprobio que Él sufrió. Nuestra ciudad no está en esta Tierra, vamos en busca de una ciudad futura. El sentir de la primera Iglesia era muy distinto a la actual, más apegada a este mundo, lo material, el número, el éxito, la prosperidad, la construcción de mega-iglesias, la participación política, etc. Aquella Iglesia vivía en medio de la persecución y el rechazo de la sociedad de la época. Por eso dice que “no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir”. Sacrificarnos es la mejor alabanza que podemos dar a Dios. Hacer el bien y ayudar a los hermanos son sacrificios que agradan al Señor. 

La obediencia a los pastores es fundamental en la Iglesia. Esta obediencia consiste en: a) Respetar su consejo y enseñanza, no cuestionar, salvo que sea algo descabellado lo que el pastor manifiesta; b) Considerar que el pastor es cabeza de la comunidad cristiana e imprime en ella un estilo de vida, cada comunidad tiene su pastor y la línea que el Espíritu Santo le imprime; c) Apoyar, solidarizar, acompañar y sumarse a las tareas que el pastor solicita; d) No rebelarse contra su autoridad, la que ha sido delegada por Dios, ni formar grupos contrarios a su liderazgo, sino sujetarse a él como soldados de un ejército; e) Sujetarse al pastor como miembros de un organismo por el cual fluye la vida, sin sujeción el discípulo se desvincula del Cuerpo y no recibe la vida que se transmite a través de los pastores. 

Los ministros de Dios, en especial los pastores del rebaño, velan por las almas pues saben que ellos darán cuenta al Señor un día del destino de esas almas. Cuando hay obediencia y sujeción en los discípulos, hay alegría y satisfacción en el corazón del pastor. De lo contrario, amargura, decepción, queja para con el Señor que permite actitudes tan nefastas en Sus hijos. ¡Oh, si todos los hermanos y hermanas fuesen obedientes y sujetos, otra cosa sería la Iglesia! 

El escritor de Hebreos solicita que oren por él y su equipo. Siempre es necesario que oremos por los ministros de Dios para que cuenten con todo lo necesario para ejercer su ministerio, que sean guardados en su salud y tranquilidad familiar, y protegidos de toda tentación.

CONCLUSIÓN.

La obediencia del cristiano permite al Señor gobernar Su Iglesia e influir en aquellas almas que sinceramente buscan la Verdad. Mediante la obediencia del creyente, Dios puede implantar, mostrar y extender Su Reino. La obediencia es la mantención de un Cuerpo y una continuidad de Dios en la Tierra. Sin nuestra obediencia, Dios no puede mostrar a la Humanidad Su plan de salvación. El último capítulo de Hebreos destaca la obediencia cristiana a Dios y las autoridades de la Iglesia, y cómo ejercer esa obediencia a Dios: 1) Practicando el amor fraternal; 2) Respetando el amor matrimonial; 3) No siendo avaro; y 4) Obedeciendo y sujetándonos a los pastores.

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Qué utilidad tiene la obediencia para Dios y para el discípulo?

2)      ¿Qué influencia ha tenido la Iglesia en su vida cristiana?

3)      ¿Cómo puede influir mi obediencia a Dios y la Iglesia en otras personas?

4)      ¿Qué resultados de la obediencia está teniendo su iglesia?

5)      ¿En qué aspectos la Iglesia no ha sido obediente a su Señor y debería cambiar ahora?

6)      ¿Qué relación hay entre nuestra obediencia a Dios y Su plan de salvación?

7)      ¿Cuál es el tema del último capítulo de Hebreos?

8)      ¿Cómo podemos practicar el amor fraternal?

9)      ¿Cuáles son las conductas correctas que implican el amor matrimonial?

10)  ¿Cuál es la diferencia entre avaricia y codicia?

11)  ¿Cómo entiende usted la sujeción al pastor?

12)  ¿Ora su iglesia por los hermanos perseguidos y encarcelados por su fe?

13)  ¿Qué características de la vida actual influyen negativamente en la relación matrimonial?

14)  ¿Qué sentido tiene el ministerio carcelario en la actualidad?

15)  ¿Cuál debe ser, según Jesús, nuestra relación con los bienes y el dinero?

16)  ¿Cuáles son, a su juicio, las características más notables de la primera Iglesia?

 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.

·         MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 

·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.

·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/

·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.

·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/

·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php

·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd

·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/

·         https://es.wikipedia.org/wiki/Edicto_de_Tesal%C3%B3nica

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