domingo, octubre 28, 2018

OYENTES DEL EVANGELIO.

EL EVANGELIO
LECCIÓN 12


 © Pastor Iván Tapia Contardo 

Lectura bíblica: “14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? / 15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! / 16 Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? / 17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Romanos 10:14-17) 

Idea central: Tipos de oyentes y cómo evangelizarlos. 

Objetivos: a) Conocer e identificar los tipos de oyentes del Evangelio; b) Conocer las razones de los que rechazan el Evangelio, para elaborar estrategias de evangelización, c) Conocer las características de las personas que son proclives a aceptar el Evangelio; d) Conocer y practicar los consejos bíblicos para evangelizar; e) Desarrollar valor, energía y decisión en el evangelismo; f) Defender el Evangelio “con mansedumbre y reverencia”, de mentiras y ataques.  

Resumen: En la evangelización de las almas nos encontraremos con dos tipos de personas, los que rechazan el Evangelio y los que lo aceptan. Jesús y los apóstoles nos dan una pauta de las distintas clases de oyentes y cómo poder alcanzarlos con el mensaje de Jesucristo. 
 

E
l apóstol Pablo, refiriéndose a Cristo y Su Evangelio, escribió: 9 quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, / 10 pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio(2 Timoteo 1:9,10 

Hemos sido salvos no porque hubiésemos hecho nosotros buenas obras sino por la obra de Jesucristo en la cruz. Dios nos hizo a cada cristiano un llamado a la santidad y esto, aunque no estuviéramos conscientes, fue desde que nacimos; aún más, antes de que existiéramos en esta Tierra, Dios ya nos había predestinado a esta salvación. 

En Cristo Jesús nos fue dada la gracia, Su gracia, Su favor, Su Amor gratuito, sin pedirnos nada a cambio, sólo por amor. Esta Gracia ha sido manifestada en la Persona de nuestro Señor Jesucristo y a través del Evangelio. ¿En qué consiste esta “buena nueva” o Evangelio? En esta epístola lo explica así: nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio”  

Jesucristo hizo un trabajo espiritual maravilloso, consistente en tres gracias, dones o regalos de Dios para los seres humanos: 1) Quitó la muerte; 2) Sacó a luz la vida; y 3) Sacó a luz la inmortalidad. Quitó la muerte espiritual, la muerte eterna a la que estábamos condenados si seguíamos en tinieblas sin Dios; Él venció a la muerte en la cruz, ese aguijón del pecado, ese resultado de nuestra condición adánica. Sacó a luz la vida, se refiere a la vida sobrenatural, la vida de Dios, la verdadera vida, la Vida con mayúscula, no la vida biológica ni la vida del alma o psique sino la vida zoé, del Cielo. Sacó a luz la inmortalidad de Él, Dios y todas las criaturas celestiales, trayéndonos la esperanza cierta de la vida eterna con Dios; si bien es cierto el ser espiritual del hombre es inmortal, cuando está caído jamás gozará de esa inmortalidad con Dios sino en el Infierno, una dimensión totalmente alejada del gozo y el amor que hay junto al Creador Divino. 

Este es un resumen del Evangelio, ante el cual podrá haber fundamentalmente dos actitudes humanas. De acuerdo a esas actitudes, podemos clasificar a los oyentes del Evangelio en distintas categorías.
 

¿Qué tipos de oyentes del Evangelio podemos encontrar? 

1.      Los que lo rechazan.

“Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?” (Romanos 10:16)  

No todos los oyentes obedecen al mensaje del Evangelio. Dios sabe que esto es así y no podemos molestarnos, enojarnos, enrabiarnos o rechazar nosotros a esas personas. Puede ser que no sea su momento; el Señor es un Dios misericordioso y dará nuevas oportunidades. ¿No le habló a usted varias veces antes de convertirse? 

En la parábola del sembrador, Jesús nos dice que Dios es como un campesino que sale a sembrar por el mundo Su Palabra; pero también podemos entender que todo cristiano que anuncia el Evangelio a otros, sea ministro de Dios o discípulo común, es un sembrador de una semilla espiritual valiosísima: 

“1 Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. / 2 Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. / 3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.” (San Mateo 13:1-3) 

En esta parábola el Maestro habló de cuatro tipos de terrenos en los que se siembra el Evangelio. Estos terrenos representan los corazones humanos. Veamos cuáles son: 

“4 Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. / 5 Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; / 6 pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. / 7 Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. / 8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. / 9 El que tiene oídos para oír, oiga.” (San Mateo 13:4-9) 

Hay corazones que son como caminos, otros como pedregales, otros como espinos y otros como la tierra buena. El mismo Señor nos explica su significado. Es la única parábola en que lo hace: 

“18 Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: / 19 Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.  / 20 Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;  / 21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.  / 22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.  / 23 Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.” (San Mateo 13:18-23) 

Analicemos cada uno de estos tipos de corazón rechazador del Evangelio:

a)      Corazones camino. “4 Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. / 19 Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.” (San Mateo 13:4,19 

Hay corazones que son como caminos, mentes por las que pasa todo tipo de doctrina y creencia; cuando viene la semilla del Evangelio, ésta luego es pisoteada por alguna idea que el diablo pone en él. Esas personas no logran entender el Evangelio, por sus prejuicios y creencias extraviadas.  

b)      Corazones pedregales. “5 Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; / 6 pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. / 20 Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;  / 21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.” (San Mateo 13:5,6,20,21 

Estos corazones no rechazan abiertamente el Evangelio, por el contrario la aceptan en primera instancia, pero en cuanto vienen las pruebas, lo abandonan. Su fe no tiene raíz. 

c)      Corazones espinos. “7 Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. / 22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.” (San Mateo 13:7,22) 

Tal como los espinos ahogan cualquier planta o hierba que crezca cerca, así la semilla del Evangelio es ahogada por la mundanalidad: las ambiciones personales, el amor al dinero y la posición social. Cuando los deseos personales son más fuertes que el anhelo de Dios y eternidad, la semilla del Evangelio es ahogada y no produce fruto. 

Podemos decir que estos tres tipos de almas que escuchan el Evangelio, lo rechazan de algún modo, sea porque escuchan otras ideas, porque no soportan las pruebas o porque tienen intereses mundanos. El cuarto tipo de tierra lo trataremos más adelante. 

El Nuevo Testamento nombra otro grupo que en su mayoría rechaza el Evangelio de Jesucristo, por convicción religiosa y patriótica. Se trata de la posición de los judíos frente al anuncio del Evangelio: “Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.” (Romanos 11:28) Cuando se les predica a los judíos el Evangelio, no lo reciben porque aún esperan al Mesías, aunque hay unos pocos que son escogidos. Sin embargo hay una esperanza:

“25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; / 26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad. / 27 Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados.” (Romanos 11:25-27) 

El cristiano que da a conocer el Evangelio no debe desanimarse frente a estas respuestas negativas, sino estar preparado para alguna de estas cuatro formas de rechazo. Tampoco ha de preocuparse porque la Palabra del Evangelio a los que la escuchan les parezca dura, absurda, negativa, fanática u otro epíteto. El propósito del Evangelio es la salvación del alma y no es para agradar a los hombres sino para agradar a Dios:sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.” (1 Tesalonicenses 2:4)
 

2.      Los que lo aceptan.

“8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. / 9 El que tiene oídos para oír, oiga.” (San Mateo 13:8,9) / 23 Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.” (San Mateo 13:23) 

Cuando la tierra es buena es fértil y da buen fruto. Una tierra que contiene sales minerales, que está bien regada y soleada, que no ha sido depredada por otros cultivos, que contiene guano animal, es una tierra dispuesta a recibir la semilla. Si el Evangelio, como buena semilla, es plantado en un corazón dispuesto a recibir la Verdad, hambriento de ella, un corazón que anhela a Dios, Su perdón y Su amor, es seguro que esa Palabra germinará en la persona un cambio de actitud. Tal mensaje dará frutos de arrepentimiento, obediencia y fidelidad.  

Las características de los que aceptan el Evangelio son, en general, las siguientes: 

a)      Personas con una gran necesidad espiritual, que han buscado lo superior y no lo han hallado en otros ámbitos. “42...Y mientras iba, la multitud le oprimía. / 43 Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, / 44 se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. / 45 Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? / 46 Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. / 47 Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. / 48 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz.” (San Lucas 8:42-48 ) 

b)      Personas que están dispuestas a reconocer sus errores y pecados, cuyo orgullo está superado o en camino a entregarse. “7 Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. / 8 Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.” (San Lucas 5:7,8) 

c)      Personas que no van tras lo material, los apetitos carnales y ambiciones mundanas. “40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. / 41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. / 42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.” (San Lucas 10:40-42 

d)     Personas que han fracasado, que viven una situación de conflicto extremo, que han llegado a un punto de quiebre en sus vidas. “35 Aconteció que acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando; / 36 y al oír a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. / 37 Y le dijeron que pasaba Jesús nazareno. / 38 Entonces dio voces, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! / 39 Y los que iban delante le reprendían para que callase; pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! / 40 Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerle a su presencia; y cuando llegó, le preguntó, / 41 diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que reciba la vista. / 42 Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te ha salvado. / 43 Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios.” (San Lucas 18:35-43 

e)      Personas que están dispuestas a escuchar a otro que les guíe en el camino del espíritu. “6 Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; / 7 por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo será sano. / 8 Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.” (San Lucas 7:6-8) 

Siempre habrá sembradores del Evangelio, evangelistas de multitudes, evangelizadores de pequeños grupos y cristianos fieles que viven el Evangelio y lo comunican a otros que no conocen a Jesucristo. Por lo tanto siempre habrá conversiones de personas que escuchan el Evangelio por boca de cristianos. Hay medios que evangelizan, como la radio, la televisión, las revistas y libros, el internet, etc. Las personas se convierten en las casas, en las iglesias, en campañas evangelísticas en lugares públicos o escuchando a los medios de difusión. Estos son la mayoría, pero no podemos desconocer otro grupo. 

También está la conversión de los que reciben la salvación directamente de Dios, los que experimentan la revelación del Evangelio en una experiencia personal, sin que alguien les predique, como le sucedió a Saulo de Tarso, más conocido como Pablo: “Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles.” (Gálatas 2:2) Dios mismo se le reveló. Aquellas personas deben ser convencidas por el Espíritu Santo de incorporarse a una iglesia, pues en la Iglesia se recibe la alimentación de la Palabra, el acompañamiento y la unción que permite un desarrollo espiritual adecuado. 

Así es que vamos a encontrar en el camino del evangelismo dos grandes tipos de personas: los que reciben el Evangelio y los que lo rechazan. Necesitamos estar preparados para enfrentar ambas posibilidades, sin rencores, sin frustración, con alegría y esperanza. Puede ser que alguien que una vez rechaza, luego de un tiempo de trato del Espíritu Santo, esté dispuesto a aceptar a Jesús. ¿Qué debemos aprender para tratar a estos dos tipos de oyentes del Evangelio? 

¿Cómo evangelizarlos? 

    1. Evangelizar con denuedo.
y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio (Efesios 6:19)  

Se requiere denuedo en el uso de la Palabra del Evangelio. Esto significa tres cosas:

a)      Valor. Sin valentía no se puede evangelizar. Es preciso que rompamos el miedo de hablar a otros acerca de Jesucristo, que no sintamos vergüenza de Su mensaje y Su Persona y testimonio que no ha sido poco ni pequeño. Adquiriremos valor cuando apreciemos mejor la obra de Jesucristo y el lugar que ocupa en la Historia humana. 

b)      Energía. Se debe tener vitalidad, fuerza, entusiasmo para evangelizar. Algo que es propio de la juventud pero que ningún cristiano debiera perder, es el dinamismo para poner en medio de una conversación el tema de Jesús y Su Evangelio. La oración y el testimonio de Cristo en nuestras vidas, nos darán ese entusiasmo por comunicar Su Verdad a otros. 

c)      Decisión. Sólo hay que estar convencidos y decidir cumplir el mandamiento de la Gran Comisión. Y si es ministro de Dios no olvidar el encargo de San Pablo: Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.” (2 Timoteo 4:5)
 

El misterio del Evangelio es “misterio” para el no creyente, un misterio que usted debe develarle, sacarle la venda de su comprensión y animarlo a que entregue su vida a Jesucristo. Todo discípulo de Jesucristo debe aprender a evangelizar con denuedo.
 

    1. Defender el Evangelio.
como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.” (Filipenses 1:7 

Las personas no creyentes, por desconocimiento, no entienden las verdades de la fe y las rechazan; a veces tienen ideas distorsionadas de la fe cristiana y la doctrina del Evangelio. Los discípulos debemos estar bien preparados en el conocimiento de la Palabra de Dios para poder “defender” la fe cristiana, que no significa enojarse ni ponerse a discutir con un contrincante, sino que exponer con claridad el pensamiento cristiano. Esto no significa que el otro deba aceptarlo, sino que basta con que lo escuche y conozca. Tal cosa debe hacerse siempre en un clima de respeto. Las personas tienen otras creencias y pueden practicar una religión muy diferente a la cristiana o seguir alguna doctrina filosófica. Recordemos siempre que portamos y presentamos una Persona: Jesucristo. 

La defensa de la fe cristiana se llama “apologética”. Nos prepara para hablar a los escépticos que dudan de la existencia de Dios, a los que atacan la inspiración de la Biblia, a los que promueven doctrinas distorsionadas de la fe o niegan las enseñanzas básicas del Evangelio. 

Todo cristiano debe poder hacer una presentación razonable de su fe, saber lo que cree, por qué lo cree, cómo compartirlo con otros y defenderlo de mentiras y ataques; pero debe hacerlo “con mansedumbre y reverencia”. No se trata de alejar a las personas de Jesucristo, sino de ganarlas para Él, como nos aconseja el apóstol: sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15 


CONCLUSIÓN.

Existen dos tipos de oyentes del Evangelio:

1)      Los que lo rechazan. No todos los oyentes obedecen al mensaje del Evangelio. Jesús señala cuatro tipos de terrenos en los que se siembra el Evangelio, los que representan los corazones humanos, simbolizados en caminos, pedregales, espinos y buena tierra. los tres primeros lo rechazan y el último lo acepta. Se agrega a estos tipos la posición de los judíos que por convicción religiosa y patriótica, rechazan a Jesucristo y Su Evangelio.

 

2)      Los que lo aceptan. Son la buena tierra, fértil y apta para dar fruto (arrepentimiento, obediencia y fidelidad). Son personas con las siguientes características: a) gran necesidad espiritual, b) dispuestas a reconocer sus errores, c) no andan tras lo material, d) están dispuestas a escuchar a otro.

A pesar de que siempre habrá evangelizadores, hay quienes reciben la salvación directamente de Dios y experimentan la revelación del Evangelio en una experiencia personal.  

Para evangelizar, la Biblia aconseja:

1)      Evangelizar con denuedo, es decir con valor, energía y decisión.

2)      Defender el Evangelio “con mansedumbre y reverencia”, hacerlo en un clima de respeto, portando y presentando a Jesucristo y estando bien preparados en el conocimiento de la Palabra de Dios (hacer una presentación razonable de la fe, saber lo que se cree y por qué lo cree), defenderlo de mentiras y ataques. 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Qué impide que todos los hombres acepten el mensaje del Evangelio?

2)      ¿Qué sucede con los judíos cuando se les predica el Evangelio?

3)      ¿Qué trabajo cumplió San Pablo en la prisión?

4)      ¿Qué simboliza cada tipo de terreno señalado en la Parábola del Sembrador?

5)      ¿Cómo orientaría a una persona que haya experimentado en solitario la revelación de Jesucristo?

6)      ¿Qué tipo de oyentes del Evangelio ha tenido?

7)      ¿Qué situaciones de vida en las personas les vuelven más proclives al mensaje de Jesucristo?

8)      ¿Qué tipo de evangelización le agrada más?

9)      ¿Cuál es, a su juicio, el método ideal de evangelización?

10)  ¿Cree usted que el rechazo de una persona al Evangelio es un rechazo a Jesucristo, un rechazo a la Iglesia, un rechazo al que le predica u otro tipo de rechazo?

11)  ¿Cómo evangeliza su iglesia?

12)  ¿Qué significa que “portamos” a Jesucristo?

13)  ¿Qué entiende usted por evangelizar?

14)  ¿Cómo se autoevalúa en estos tres conceptos en relación a evangelismo: valor, energía y decisión?

15)  ¿Qué aspectos debiera cambiar la Iglesia actual, para ser más efectiva en su misión?

16)  ¿Cómo debe ser nuestra relación con los hermanos de otras iglesias?

17)  ¿Dónde se encuentra hoy la buena tierra para el Evangelio?

18)  ¿Cuál sería su “presentación razonable de la fe”?




BIBLIOLINKOGRAFÍA.


 

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