sábado, mayo 05, 2018

EL AMOR ES DELICADO.

AMIGOS DE JESÚS
Enseñanza 23

 
 

© Maestra Elena Montaner
 

“El amor.../ 5 no hace nada indebido,...”
1 Corintios 13:5
 

La versión Dios Habla Hoy (DHH) dice:Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad. Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo.” (1 Corintios 13:4-7) 

Identificamos la delicadeza del amor cuando no somos presumidos, ni groseros, ni egoístas, este amor que proviene de Dios para  colocarnos una corona con varias perlas: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. (Gálatas 5:22-23)

Tengamos presentes estos frutos del Espíritu que nos permiten ser personas delicadas como Jesús.  

Jesús nos plantea un gran desafío: el amor es delicado. ¿Cómo nosotros podemos ser delicados con nuestros prójimos? Especialmente cuando no recibimos delicadeza de su parte. El Señor nos dice claramente que amemos a nuestro enemigo, pero ¿cómo podemos hacerlo realmente si algún prójimo se comporta poco delicado con nosotros?  

  • El comportamiento de una persona grosera es la que carece de cortesía, delicadeza o respeto hacia los demás.
  • La delicadeza se asocia a la suavidad y a la ternura.
  •  Una persona delicada, en este sentido, evita la brusquedad y la violencia, y trata de conducirse con afecto y respeto.
  • La delicadeza implica hablar en voz baja y apacible, evitar los gritos y manejarse con calma.
  • La persona actúa con delicadeza y trata a los demás con ella, es alguien que viene a dejar patente también que es sencilla, respetuosa, afable, serena, con capacidad de autodominio y tolerante en lo que respecta al trato con el resto de las personas.
  • La persona que tiene delicadeza lo demuestra por su paciencia, por su manera respetuosa en el trato con los demás, porque espera a que terminen de expresarse para poder exponer sus ideas, porque se muestra relajada en todo momento y porque nunca eleva la voz.
  • Jesús, modelo de Hombre y modelo del amor, es sensible y delicado en el trato. Cuando estuvo en la Tierra, como hombre fue delicado en el trato. 

Veamos algunos aspectos de la delicadeza de Dios: 

1)      El trato delicado de Jesús con las mujeres:

“Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?/ Ella dijo: Ninguno,  Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.” (San Juan 8:10,11) 

Ella era una adúltera, al igual que  nosotros cuando decimos que lo amamos y nos vamos con nuestro propio pensamiento, cuando amamos nuestras propias decisiones y no lo tomamos en cuenta. No consideramos a nuestro Esposo. Tomamos decisiones sabiendo que a Él no le agrada.  No agradamos al esposo, somos adúlteros. Sin embargo Jesús nos trata con su delicado amor y nos tiene paciencia, nos espera a que recapacitemos. Entonces nos perdona y nos dice que no pequemos  más. No lo consideramos pero Él nos defiende de nuestra propia equivocación y nos  libera. Eso es delicadeza, eso es la  manifestación de su delicado amor. 

El amor del Señor hacia nosotros es tierno, delicado y cuidadoso:

“Yo soy la rosa de Sarón, y el lirio de los valles. / Como el lirio entre los espinos, así es mi amiga entre las doncellas. / Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado entre los jóvenes; bajo la sombra del deseado me senté, y su fruto fue dulce a mi paladar. /Me llevó a la casa del banquete, y su bandera sobre mí fue amor.” (Cantar de los Cantares 2:1-4 

2)      Jesús nos pastorea con delicadeza:

La ternura con que el Señor Jesucristo nos pastorea, se compara a la forma en que un pastor atiende, cuida y anima a sus ovejas a seguir adelante, a pesar de sus tropiezos, enfermedades y heridas, situaciones trágicas que ocurran en el camino, etc. que podemos experimentar en la vida, y nos  cura, nos alivia, nos mantiene cerca, nos busca si nos apartamos y nos trae a Él si estamos perdidos, perdonándonos y amándonos con ternura.

Cuando vemos nuestro pasado, nos damos cuenta de todo lo que el Señor Jesús hizo para traernos a Él. Como nuestro buen Pastor, Él nos encontró a nosotros los perdidos, nos llevó en Sus hombros delicadamente y nos trajo a Su hogar. Cuando creímos en Él, Él nos perdonó, nos lavó y entró en nosotros como el Espíritu vivificante para estar con nosotros para siempre. Ahora Él es el Pastor que mora en nosotros, cuidándonos tanto interna como externamente. ¡Qué gran demostración de su delicado amor hacia nosotros sus ovejas!  

Y cuando nos desesperamos, nos frustramos y nos amargamos por las dificultades de la vida, Él nuestro Buen Pastor nos levanta en sus brazos y nos trae de regreso al hogar, junto a Él:  

En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. / Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. /Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” (Salmos 23:2-4)
 

3)      El Espíritu Santo de Dios es delicado:

·         El Espíritu Santo es la delicadeza y ternura de Dios, que todo lo mueve y da vida sin que lo advirtamos. El Espíritu Santo del Señor nos guía hacia toda verdad, lo hace con suavidad, con ternura, con paciencia, con bondad, con delicadeza porque nos respeta y nos deja libres, sin embargo está atento cuando nos descarriamos y con suave voz, nos llama a terreno. 

Una vez que el Señor Jesús resucitó, estando con los discípulos, sopló sobre ellos y les dijo: “…Recibid el Espíritu Santo” (San Juan 20:22).

Como  el soplo de Dios en el Jardín del Edén,  Dios tomó a Adán y sopló en su nariz: Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2:7)

Así mismo, Jesús sopló en sus discípulos, esta vez fue aliento de vida para  fortaleza que requerirían para la gran comisión. En el Jardín del Edén fue aliento para la vida, en los discípulos fue aliento de su Gracia.

Es tanta la delicadeza de Jesús en este gesto pues el aliento que sopló en sus discípulos era aliento de vida para sus espíritus. 

·         El Espíritu de Dios es como el viento, puede ser recio o puede ser suave y delicado como la brisa.  

Así como en Pentecostés el Espíritu Santo se comportó como un viento recio que llenó toda la casa donde estaban reunidos: “Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; /y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. /Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. (Hechos 2:2-4) 

Pero fue como una brisa cuando Jesús sopló en sus discípulos. El Salvador fue tierno, suave, apacible, cortés y atento con ellos.
 

CONCLUSIONES

·         Dios siempre ha sido delicado en su amor hacia nosotros.  Esta ternura se evidencia en la ternura con que nos ha tratado, en su amor incondicional hacia nosotros.  Esa misma ternura, Dios desea que cada uno de los creyentes, hagamos visible, mediante el trato fino y amable con todos los hermanos y también con todas las personas que nos rodean. 

La ternura es una evidencia grande, de que Cristo mora en nosotros. La dulzura de Cristo se ve manifestada, mediante las palabras, la disposición para ayudar al prójimo, y el deseo ferviente para trabajar en la iglesia de Dios. 

·         Amar también es obrar con tacto y delicadeza. Jesús nos ama de esta manera, en la vida que tuvo en la Tierra, en la cruz del Calvario y luego en su resurrección. Es mucho más que la sencilla cortesía humana, a menudo muy cercana a la hipocresía.  La delicadeza del amor se interesa verdaderamente por el otro; es sensible a sus aspiraciones. El amor no busca su propio interés.   

Si no se ve claramente en nosotros la mansedumbre y ternura de Cristo (2 Corintios 10:1), ¿Quién escuchará el mensaje que queremos entregar? ¿Cómo será el testimonio que mostraremos a nuestros hermanos, familia, amigos y donde quiera que vayamos? 

·         Seguir a Jesús nos asegura que Él sana nuestra alma y venda nuestras heridas. Nos infunde rasgos como la delicadeza, la sinceridad, la humildad y calibra nuestra mente para que funciones a base de fe, esperanza y amor, incluso hacia aquellos que no nos comprenden, que no nos respetan, que nos insultan o acusan injustamente.

 

 

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