domingo, abril 29, 2018

REDIMIDOS POR CRISTO.


HEBREOS COMENTADO
LECCIÓN 9 
© Pastor Iván Tapia Contardo

 
Lectura bíblica: “11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, / 12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.”  (Hebreos 9:11,12) 

Palabra clave del capítulo: REDENCIÓN. 

Idea central: La redención del pecador. 

Objetivos: a) Comprender y practicar el concepto bíblico de redención que nos transmite el libro de Hebreos; b) Comprender que la redención se encuentra en el Tabernáculo de Dios; c) Comprender y valorar que la redención implica expiación, que sin “purgar” el pecado con un sacrificio sangriento no hay liberación del pecado; d) Comprender que la redención perfecta está en el Nuevo Pacto; e) Comprender que la redención es producto de un sacrificio de sangre; f) Comprender que la redención nos limpia de pecado, transformándonos en “santos” en permanente “santificación” por el Espíritu Santo; y g) Motivarse a vivir bajo el régimen de la Gracia, abandonando el régimen de la Ley del Antiguo Pacto. 

Resumen: Desde el momento que Jesucristo entregó Su vida como Cordero de Dios en rescate de los pecadores, se abre un nuevo período en la Historia de la Redención, que es el período de la Gracia, en que todo pecador, consciente de su pecado y arrepentido de él, pide perdón a Dios y acepta el sacrificio de la cruz para salvación de su alma. La redención es la compra y liberación del alma cautiva en las tinieblas, por parte de Jesucristo, nuestro Redentor.
 

R
edención significa “liberado o devuelto mediante el pago de un rescate”. Dios, luego de hacer juicio sobre los hijos primogénitos de los egipcios, reclamó los primogénitos de los hebreos para Su servicio: “1 Jehová habló a Moisés, diciendo: / 2 Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es.”  (Éxodo 13:1,2). Después los reemplazó por los levitas: “5 Y Jehová habló a Moisés, diciendo: / 6 Haz que se acerque la tribu de Leví, y hazla estar delante del sacerdote Aarón, para que le sirvan, / 7 y desempeñen el encargo de él, y el encargo de toda la congregación delante del tabernáculo de reunión para servir en el ministerio del tabernáculo” (Números 3:5 

Los israelitas fueron redimidos o liberados por el Dios Todopoderoso, del yugo egipcio. Luego la acción redentora se traslada a la redención de la persona, extraviada a causa del pecado. El hombre no puede dar a Dios rescate por su hermano, pues la redención del alma es de gran precio y jamás lo lograremos por nuestros medios, pues el precio de una vida es sumamente alto. 

Cristo ha redimido a los creyentes pagando con Su vida, el rescate de sus almas, para que seamos declarados libres de pecado e hijos de Dios.  

¿Qué nos enseña Hebreos acerca de la redención? 

1.      La redención se encuentra en el Tabernáculo de Dios.

“1 Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal. / 2 Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. / 3 Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, / 4 el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; / 5 y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle.”  (Hebreos 9:1-5) 

En el Antiguo Pacto, es decir la alianza que Dios estableció con Su pueblo, teniendo a Moisés como mediador, había un sistema de culto claramente ordenado por Jehová y un santuario, que era el Tabernáculo, primero móvil, en el desierto, cuando los hebreos eran nómades y luego en el Templo de Salomón, cuando ya se establecieron en un lugar. 

Tres partes se distinguían en el Tabernáculo:  

a)      El Atrio, donde se ubicaba el pueblo para adorar y para solicitar favores de Dios, por medio de sacrificios y peticiones a los sacerdotes y levitas. Se accedía al Lugar Santo por una puerta de cinco columnas de madera de acacia rematadas en oro y bases de bronce. 

b)      El Lugar Santo, de 9 por 6 metros, al que sólo tenían acceso los sacerdotes y levitas, y donde se encontraban los objetos sagrados. A mano derecha estaba la mesa con los doce panes de la proposición (las 12 tribus); en frente de ella, el candelero de siete brazos o menorá (los 7 dones del Espíritu);  y al lado del velo que lo separaba del Lugar Santísimo, estaba el altar del incienso (las oraciones de los santos).  

c)      El Lugar Santísimo era la cámara interior de la “morada de Dios”, corazón de ella. De 6 por 6 metros, estaba separado del Lugar Santo por un velo y en él se encontraba el objeto más importante del Tabernáculo: el arca del pacto con su propiciatorio, lámina cuadrada de oro que le servía como tapa (el misterio de la fe). Además se encontraba en el Lugar Santísimo un incensario de oro. Dentro del Arca se guardaban: el maná (pan del cielo), la vara de Aarón que reverdeció (símbolo del sacerdocio), y las tablas del pacto (Ley de Dios). 

En este orden se puede ver una clara demarcación de los territorios: a) El pueblo tenía acceso sólo al Atrio; b) El Lugar Santo era sólo para sacerdotes y levitas; y c) El Lugar Santísimo era ocupado, con temor y temblor, nada más que por el Sumo Sacerdote. Hay un concepto de extrema “santidad”, es decir separación de lo “profano”. Acercarse a la Santidad de Dios no es algo fácil para el pueblo del Antiguo Pacto, el pueblo que vive bajo la Ley. Por tal motivo, para limpiarse del pecado humano, toda persona debe presentar sacrificios de sangre para alcanzar el perdón divino: “Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.” (Hebreos 9:22)

La redención se encuentra en el Tabernáculo de Dios. Para los hebreos significaba el cumplimiento de una serie de rituales en que el sacrificio de un animal les limpiaba de pecado. Para los cristianos la cruz es el Tabernáculo sobre el cual se ejecutó el más grande sacrificio, el del Hijo de Dios e Hijo del Hombre, Jesucristo, para nuestra liberación.
 

2.      La redención implica expiación.

“6 Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; / 7 pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; / 8 dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie. / 9 Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, / 10 ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.” (Hebreos 9:6-10) 

La única forma de que el Sumo Sacerdote pueda entrar en el Lugar Santísimo es habiendo hecho antes un sacrificio de sangre. Lo hace una vez al año, el Día de la Expiación, cuando ingresa al Lugar Santísimo para efectuar la ceremonia más importante de todas. Dos elementos destacan aquí: 1) El arca del pacto, que representa la santidad de Dios, opuesta al pecado humano; y 2) Los querubines de oro sobre el propiciatorio, que recuerdan la gloria eterna de Dios, opuesta a la mortalidad humana. Pero Dios reconcilia al ser humano Consigo por medio de la “expiación”.  

¿Qué es la expiación? Deriva de la palabra “expiar”, que tiene dos significados: 1) Sufrir un castigo por haber cometido una falta, delito o culpa, sinónimo de purgar; 2) Purificar una cosa profanada. En el contexto bíblico, el castigo del pecado lo expía o purga un animal sacrificado en el Antiguo Pacto, o Jesucristo, “Cordero de Dios”, en el Nuevo Pacto. El hombre fue profanado por las tinieblas y el pecado, mas Jesús lo purifica al morir por él y éste creer en ese sacrificio expiatorio.  

Una vez al año el pueblo se humillaba ante Dios para la expiación de sus pecados. Ese día el sumo sacerdote ofrecía sacrificios para: a) Purificación del santuario; b) Purificación de los sacerdotes; y c) Purificación de la nación. Así lo plantea la Escritura: “26 También habló Jehová a Moisés, diciendo: / 27 A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová. / 28 Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios. / 29 Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo. / 30 Y cualquiera persona que hiciere trabajo alguno en este día, yo destruiré a la tal persona de entre su pueblo. / 31 Ningún trabajo haréis; estatuto perpetuo es por vuestras generaciones en dondequiera que habitéis. / 32 Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo.” (Levítico 23:26-32) 

Se guardaba el décimo día del séptimo mes por la suspensión de los trabajos diarios, por una santa convocación y por ayuno. Sólo este día entraba el Sumo Sacerdote en el Lugar Santísimo vestido de lino blanco y quemaba incienso para que el humo cubriera el propiciatorio. En seguida rociaba sobre y debajo de él la sangre del novillo que había ofrecido por sus pecados y los de los sacerdotes. Después volvía a entrar con la víctima ofrecida por los pecados de la nación y con la sangre rociaba el velo. Por medio de ritos semejantes hacía expiación por el Lugar Santo y el altar de los sacrificios (la cruz en el Nuevo Pacto). 

La entrada del Sumo Sacerdote en el Lugar Santísimo, después de realizar el sacrificio de un animal, simboliza la entrada de Jesucristo, el Gran Sumo Sacerdote, Mediador del Pacto de Gracia, una vez y para siempre en los cielos, habiendo adquirido para nosotros la salvación, el perdón de los pecados y la justificación del pecador, haciendo inútiles los sacrificios de expiación de la Ley. 

La redención implica expiación. Sin “purgar” el pecado con un sacrificio sangriento no hay liberación del pecado y la autoridad de las tinieblas. Necesitamos la expiación para que haya redención.
 

3.      La redención perfecta está en el Nuevo Pacto.

“11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, / 12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. / 13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, / 14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:11-14) 

Aquí se nos presenta un Tabernáculo superior, más amplio y perfecto, el cual no pertenece a esta realidad en que vivimos. El Sumo Sacerdote de ese Tabernáculo es Jesucristo, quien se ganó ese oficio no sacrificando animales sino Su propia vida. Así entró en el Lugar Santísimo eterno (el Cielo), redimiendo a todos los pecadores arrepentidos. Él se ofreció a Sí mismo mediante el Espíritu Santo y es absolutamente capaz de limpiar las conciencias de todo pecado, superior a cualquier sacrificio humano. 

Si comparamos la acción de los Sumos Sacerdotes del Antiguo Pacto con la de Jesucristo, Sumo Sacerdote del Nuevo Pacto, podemos verificar que este último tiene mayor efectividad y nos liberta para eternidad: 

El Sumo Sacerdote del Antiguo Pacto
El Sumo Sacerdote del Nuevo Pacto
·         Es Sumo Sacerdote humano y pecador.
·         Es hijo de hombre.
·         Oficia en un Tabernáculo hecho de manos humanas.
·         Hace sacrificios de sangre de animales.
·         Entra cada año en el Lugar Santísimo.
·         Obtiene redención temporal.
·         Santifica para la purificación de la carne.
·         Es Cristo, Sumo Sacerdote Divino y Santo.
·         Es el Unigénito Hijo de Dios.
·         Oficia en un Tabernáculo eterno no hecho de manos.
·         Sacrifica Su propia vida.
·         Entró una vez y para siempre en el Lugar Santísimo.
·         Obtiene redención eterna.
·         Santifica para la purificación de la conciencia.
 

La redención perfecta está en el Nuevo Pacto. El Antiguo no logró la profundidad y eficacia del sacrificio perfecto de Jesucristo, Cordero de Dios. Por ello, hemos de servir a Dios en la dinámica de la Gracia del Nuevo Pacto y no de la Ley del Antiguo Pacto.
 

4.      La redención es producto de un sacrificio de sangre.

 “15 Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. / 16 Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. / 17 Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. / 18 De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre. / 19 Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo, / 20 diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado. / 21 Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. / 22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.” (Hebreos 9:15-22) 

Si Moisés fue el mediador del Antiguo Pacto, Jesucristo es el Mediador del Nuevo Pacto. El Antiguo Pacto es un pacto basado en el cumplimiento de la Ley por cada ser humano, el Nuevo Pacto es un pacto basado en: a) El cumplimiento de la Ley por Jesucristo, siendo Él Santo; b) El sacrificio de Jesucristo en la cruz por nuestros pecados;  y c) La fe en el sacrificio redentor de Jesús. 

Hoy los cristianos podemos disfrutar de una herencia eterna: La salvación eterna de nuestras almas para ir a vivir al Cielo con Dios y disfrutar de Su presencia para siempre. Esa herencia y todas las promesas de Dios, forman un “testamento”. Para que nosotros pudiésemos disfrutar de los beneficios de ese testamento era necesario que el Testador muriera. Si Jesucristo no hubiese muerto en la cruz, si no hubiese derramado Su sangre, jamás habríamos podido disfrutar de Su herencia. Es ley de la vida que para ser purificados de la contaminación del pecado, alguien tiene que morir. En el Antiguo Pacto lo hacían animales, en el Nuevo Pacto un Hombre, Jesucristo.  

Si alguien peca contra un prójimo, por ejemplo calumniándole y manchando su honra, esa persona está en pecado y debe limpiarse de tal contaminación de muerte. Para hacerlo sólo tiene una opción: a) Reconocer que ha pecado; b) Pedir perdón a Dios; y c) Que Alguien (Jesucristo) derrame su sangre por ella. Sólo así será limpiada de pecado. 

Algunas sectas aplican equivocadamente esta lógica y derraman sangre inocente de animales o bebés. El error está en que ese sacrificio no lo hacen a Dios sino a Satanás, aunque ellos digan que se relacionan con santos, ángeles o dioses buenos. 

La época de los sacrificios cruentos de animales y personas ya pasó. Desde el momento en que el Hijo de Dios entregó Su vida en sacrificio perfecto, como Cordero sin mancha, ya no es necesario otro sacrificio. 

La redención es producto de un sacrificio de sangre. Sin sacrificio de sangre no hay redención. Era necesario que Cristo nos comprara con Su vida para ser propiedad Suya. Como se compraba a un esclavo para luego liberarlo, así lo hizo el Señor. Hoy día somos “libertos” de Dios, esclavos del Señor.
 

5.      La redención nos limpia de pecado.

“23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. / 24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; / 25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. / 26 De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. / 27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, / 28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” (Hebreos 9:23-28) 

El Salvador entró en el Cielo habiendo vencido a Satanás y al Reino de Tinieblas. Jesucristo, como Hijo del Hombre, se presentó ante el Padre en representación nuestra. Ya no es necesario que Él siga ofreciéndose, como lo hacían continuamente los sacerdotes del Antiguo Pacto. Sería un error pensar que Jesús muere en la cruz cada vez que lo invocamos, que oramos por alguien, que celebramos la Santa Cena o el Bautismo, ya que Él entregó Su vida una vez y para siempre.  

Así Jesús hizo una obra perfecta y quitó el pecado y la condenación que había entre nosotros y el Padre. Así como los seres humanos morimos y somos juzgados una sola vez, Jesucristo murió en sacrificio por nosotros una sola vez. De este modo nos salva y lleva al Cielo a vivir eternamente con el Padre. 

Cuando Jesús vino por primera vez a la Tierra lo hizo para vencer al pecado, pero cuando venga por segunda vez lo hará para llevarse a los que le esperamos.  

La redención nos limpia de pecado. Podemos considerarnos “santos” porque hemos sido rescatados por Dios de las tinieblas y apartados para Él y Su Reino. Podemos considerarnos en permanente “santificación” porque el Espíritu Santo opera un proceso constante de limpieza y descontaminación en nuestras almas, gracias a la redención.

 

CONCLUSIÓN.

El capítulo 9 del libro de Hebreos nos enseña acerca de la redención lo siguiente:

1)      La redención se encuentra en el Tabernáculo de Dios. Para los hebreos significaba el sacrificio de un animal, para los cristianos la cruz es el Tabernáculo sobre el cual se ejecutó el sacrificio del Hijo de Dios, para nuestra liberación.

2)      La redención implica expiación. Sin “purgar” el pecado con un sacrificio sangriento no hay liberación del pecado y las tinieblas.

3)      La redención perfecta está en el Nuevo Pacto. El Antiguo no logró la profundidad y eficacia del sacrificio perfecto del Cordero de Dios.

4)      La redención es producto de un sacrificio de sangre. Era necesario que Cristo nos comprara con Su sangre para ser Su propiedad.

5)      La redención nos limpia de pecado. Somos “santos” apartados para Dios y Su Reino, en permanente “santificación” por el Espíritu Santo, gracias a la redención.

 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Tiene algún ritual espiritual que es de su mayor agrado?

2)      ¿Qué relación hay entre la cruz y el Tabernáculo?

3)      ¿Cómo entiende usted los conceptos de redención y expiación?

4)      ¿Por qué la redención perfecta está en el Nuevo Pacto y no en el Antiguo?

5)      ¿Qué aporta la Gracia en la relación con Dios, en comparación a la Ley?

6)      ¿Qué significa que somos “libertos” de Dios?

7)      ¿Por qué la Biblia llama “santos” a los creyentes?

8)      ¿Es siempre necesario un sacrificio de sangre para la redención del pecador?

9)      ¿Qué simbolizan estos objetos sagrados: a) La mesa con los doce panes de la proposición; b) El candelero de siete brazos o menorá;  c) El altar del incienso; d) El arca del pacto; e) El maná; f) La vara de Aarón que reverdeció; y g) Las tablas del pacto?

10)  ¿Cómo se expía o purga el pecado y la culpa en los contextos bíblicos del Antiguo y Nuevo Pacto?

11)  ¿Cuál es el error de las sectas que hacen sacrificios de animales o bebés, dedicados a santos, ángeles o dioses?

12)  ¿Muere Jesús en la cruz cada vez que lo invocamos, que oramos por alguien, que celebramos la Santa Cena o el Bautismo?

13)  ¿Qué opina usted de las acciones hechas como sacrificios?

14)   ¿Quiénes fueron los mediadores del Antiguo Pacto y Nuevo Pacto?

 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960). “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
·         MacArthur, John. (2011). “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
·         (1979). “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
·         (1960). “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.
·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
·         “El Lugar Santo” http://www.iglesiapueblonuevo.es/index.php?codigo=tabernaculosanto

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