martes, diciembre 23, 2008

LAS CONVICCIONES DEL DISCIPULADOR


SOSTENIENDO VIDAS
II PARTE


Lectura Bíblica: 1 Juan 2:12-14

Propósitos de la Charla: a) Conocer y desarrollarlas tres convicciones básicas del tutor; b) Prepararse para la multiplicación en nuevos discípulos.


“Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. / Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. / Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.” (1 Juan 2:12-14)

En la lección anterior vimos que la tarea de un tutor es ser una verdadera columna, que sostiene otras vidas. Por lo tanto nos esforzaremos en ser muy sólidos y firmes en nuestra fe. También comprendimos que ser tutor es ser padre espiritual, alguien que cría y alimenta a hijos espirituales con gran amor. El tutor es el ayo que conduce con disciplina hasta el Maestro Jesús. Por último, un tutor es un formador y educador de discípulos, es el que transmite la vida y doctrina del Maestro.

Necesitamos aprender a ser tutores porque llegarán vidas que habrá que discipular. Un tutor es un padre o madre espiritual; es un sostenedor, un maestro de vida, un consejero, un guía, un acompañante, un amigo. Un hermano o hermana se ha acercado a usted, tal vez porque ve alguna virtud de Cristo en su vida o porque le simpatiza su carácter y siente mayor confianza en usted que en otro cristiano para confiar sus problemas e inquietudes personales. Quizás su pastor le designó a alguien para discipular. O usted mismo ha sentido en su corazón el imperativo de llamar a ese hermano a ser su discípulo. Esto de decir “su” o “mi” discípulo es tan sólo un modo de decir, pues en rigor sólo podemos ser discípulos del Maestro, Jesucristo. Pero Él nos utiliza como instrumentos para esa tarea sublime.

DUDAS DEL TUTOR.
Cuando nos enfrentamos a tan grande desafío, muchas preguntas y dudas acuden a nosotros:
- ¿Seré capaz de sostener la fe de este hermano?
- ¿Estoy capacitado para algo tan serio e importante?
- ¿Y si cometo un error, podré enmendarlo o perjudicaré al hermano de por vida?
- ¿Qué haré con los problemas personales que esta persona me confidencie?
- ¿Tendré una palabra adecuada, yo que tengo tan poca experiencia?
- Yo mismo estoy lleno de defectos y pecados ¿Con qué autoridad podré enseñarle?
Estas y muchas interrogantes más estarán presentes a la hora de iniciarse como tutor de un discípulo. Para tranquilizarle debo decirle dos cosas: usted necesita poner en práctica la fe que Jesucristo le otorgó en la conversión y desarrollar las tres convicciones básicas de un tutor, las que trataremos a continuación.

1. NO ESTOY SOLO.
Al despedirse el Señor de sus discípulos les dijo, y con ello a todos los discípulos que vendrían después: “estaré con ustedes todos los días, hasta el final de los tiempos” (San Mateo 28:20). Al enviarnos con la colosal tarea de hacer discípulos nos aseguró Su respaldo, Su ayuda, Su Presencia. No estamos solos en la práctica del Discipulado, sino que nos acompaña Él. No es una acción entre dos sino entre tres: 1) tutor 2) Jesucristo y 3) discípulo. El Espíritu Santo guía todo el proceso de Discipulado. Nótese que hemos puesto al Señor como centro y como vínculo de esta relación o fórmula. “No os dejaré huérfanos” prometió Jesús a Sus apóstoles (San Juan 14:18). No le ha abandonado a usted a su suerte, sino que sigue siendo Su Padre, en la persona del Espíritu Santo.

La promesa de Jesús antes de partir a la presencia del Padre, fue rogar a Éste por un Espíritu al cual llamó Consolador. Dice Jesús: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador” Es interesante notar que dice “otro” Consolador, de lo cual se deduce que Jesús consolaba a sus discípulos en sus cuitas y del mismo modo el Espíritu que vendría los consolaría a ellos. Dos enseñanzas podemos rescatar de estas palabras: 1) Todo discipulador, como el Maestro y el Espíritu, está para dar consuelo a sus discípulos; y 2) el Espíritu Santo reemplaza a Jesucristo y también es Dios, de acuerdo a la doctrina de la Trinidad.

¡Alabado sea Jesucristo! Al ascender a los cielos solicitó al Padre el Espíritu Santo y Éste nos lo envió como un Compañero para siempre “para que esté con vosotros para siempre”. El que no es cristiano no puede recibirle. Este Espíritu es la presencia misma de Jesucristo en nosotros, puesto que la Trinidad es una completa Unidad, Este es “el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce” Jesús dijo a Sus apóstoles: “pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros” Se refería a Él mismo y luego les asegura: “y estará en vosotros.” O sea dentro de ellos. ¿Qué es mejor: que el Señor esté junto a mi o que viva dentro de mi? Indudablemente que sea parte de mi ser. Podemos sentirnos absolutamente seguros como tutores porque no estamos solos, no somos huérfanos, tenemos un Padre y un Amigo que nos ama. Él lo prometió y sus promesas son ciertas: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.” (San Juan 14:16-18)

2. NO NECESITO SER PERFECTO.
De lo contrario no habría encargado esta tarea a hombres sino a ángeles inmaculados. San Pablo dice a su discípulo Timoteo: “Lo que me has oído decir delante de muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean capaces de transmitírselo a otros” (2 Timoteo 2:2). El Apóstol no era perfecto, tenía su temperamento capaz de enojarse al punto de no aceptar la compañía de un hermano miedoso (Hechos 15:36-40). Timoteo era, por el contrario, timorato, por lo cual Pablo debió decirle que “Dios no nos ha dado espíritu de temor sino de poder y dominio propio” (2 Timoteo 1:3-7). Los que habrán de recibir la enseñanza transmitida por Pablo a Timoteo sólo han de mostrar fidelidad, una característica relevante, además de estar capacitados para traspasar esa doctrina a otros. Tampoco esto lo exime a usted de procurar crecer cada día en las virtudes de Jesús y obedecer a aquello de “esfuérzate en la gracia” (2 Timoteo 2:1).

Si alguna vez uno o más discípulos le abandonan, si usted se equivoca, si falla en algún consejo o no sabe qué hacer frente a un problema grave… ¡No se desanime! Siempre hay quienes sirven a Dios con entusiasmo, otros que son timoratos, otros llenos de dudas, otros muy ególatras o personalistas... Con este pueblo hay que avanzar y no cejar. Dios es Soberano, Él nos conduce. Confíe en Dios y no se desanime si un hermano se marcha a otra iglesia. Comprenda y acepte que no todas las personas encontrarán en usted y su iglesia lo que ellas buscan y eso no significa que ellos estén equivocados o que usted cometiera un error, sólo puede significar que no era el lugar y la persona para ellos. Insisto… ¡No se desanime! Dios le ama como tutor. Recuerde que “El amor cubre una multitud de pecados” (1 Pedro 4:8).

3. NO SOY UN BEBÉ.
Establecidas las dos convicciones anteriores y teniendo en cuenta que discipular es una orden del Maestro, piense que cuando llega la hora de vivir esta circunstancia, significa que usted ha crecido y el Señor desea cosechar de su vida un fruto para Su Iglesia. No en vano ha recibido tanta enseñanza, bendición y amor de Dios y Su Iglesia. Ha llegado la hora de dar a otros lo que ha recibido por gracia. Es parte del crecimiento establecido por Dios. No es algo que hay que apurar ni tampoco retrasar: “Todo tiene su hora bajo la creación” (Eclesiastés 3:1).

Los cristianos estamos en un proceso de crecimiento espiritual. El escritor de Hebreos advierte en su carta “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.” (Hebreos 5:12) El alimento que se da a un bebé es más liviano que el que requiere un niño o un joven. Dice: “Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño” (v.13) Todo esto nos habla de un cambio, de crecimiento: “…pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (Hebreos 5:14) El adulto y aún el joven, ya tienen conciencia de lo que es bueno o malo. Hay otro aspecto que caracteriza al que ya no es bebé: puede reproducirse.

CONCLUSIÓN.
Para poder llegar a ser tutores de otros discípulos, el Señor debe desarrollar en nosotros las tres convicciones básicas de un tutor: “No estoy solo. No necesito ser perfecto. No soy un bebé.” Jesucristo nos prometió “No os dejaré huérfanos”; el Espíritu Santo nos recuerda a través de San Pedro que “El amor cubre una multitud de pecados” y la sabiduría de Salomón nos dice “Todo tiene su hora bajo la creación.” Prepárese en oración, evangelice y espere confiadamente en Dios, con estas tres convicciones en mente. ¡El Señor de la Vida le bendiga y multiplique!

PARA REFLEXIONAR:
1) Dibuje o recorte y pegue en su cuaderno de Discipulado las siguientes imágenes que retratan al tutor: una columna, un padre o una madre con su hijo bebé, un ayo griego con su túnica alba y un maestro. Escriba el texto bíblico correspondiente bajo cada imagen.
2) Piense en alguien que va a ser discipulado por usted y de una respuesta positiva a cada una de las preguntas que se hace al inicio de la charla: a) ¿Seré capaz de sostener la fe de este hermano? b) ¿Estoy capacitado para algo tan serio e importante? c) ¿Y si cometo un error, podré enmendarlo o perjudicaré al hermano de por vida? d) ¿Qué haré con los problemas personales que esta persona me confidencie? e) ¿Tendré una palabra adecuada, yo que tengo tan poca experiencia? f) Yo mismo estoy lleno de defectos y pecados ¿Con qué autoridad podré enseñarle?
3) Cuente a un discípulo amigo o a su tutor una experiencia en que se sintió muy solo.
4) ¿Cuál cree usted que es su principal contraindicación para discipular a otra persona? Confíelo a su tutor, para que le ayude a superarlo.
5) haga una oración escrita, pidiéndole al Señor un discípulo a su medida.

BIBLIOGRAFIA
1) “Sosteniendo Otras Vidas”, Retiro domingo 27 de Mayo de 2007, Avenida Francia 739, Valparaíso
2) “La Santa Biblia”, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Creo sinceramente que este estudio me va a servir para la tarea que el Señor me encomendó este año,yo era un calienta banca común y corriente hasta que el Señor me cambio el chip y hoy me siento útil trabajándole al Rey y Señor de nuestras vidas.Bendiciones y que lástima que no hayan comentarios ..o no hay interés sobre este tema ? El dicipular es algo hermoso y cumple nada más con lo que el Señor nos encomendó en la gran comisión...

Iván Tapia Contardo dijo...

Estimado hermano Ramón:
Le deseo éxito en su misión discipular. Estaremos orando por usted y esperamos que nos cuente de sus avances y dificultades. Puede encontrar más sobre este tema en la columna de la derecha en el link Sosteniendo Vidas. Un saludo fraternal para usted y discípulos.