martes, agosto 26, 2008

REVELACIÓN


CLAVES PARA LA FELICIDAD
V PARTE
Pastor Iván Tapia

Lectura Bíblica: Apocalipsis 20:1-6

Propósitos de la Charla: a) Adquirir la convicción de que somos hijos de Dios, salvados en Jesucristo; b) Tener la seguridad de un futuro promisorio en esta Tierra, durante un período de mil años.

“1 Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. 2 Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; 3 y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.

4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. 5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.

6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.”
(Apocalipsis 20:1-6)

San Agustín, llamado comúnmente como Agustín de Hipona, nació el 13 de noviembre del año 354, siglo IV, en Tagaste, la actual Souk-Ahras, no lejos de la ciudad episcopal de Hipona, situada en Argelia. Cuando él nació, Tagaste pertenecía a la provincia de Numidia. Era de raza berebere, pero ciudadano romano y hablaba lengua latina. Sus padres eran ciudadanos de buena posición, aunque no muy ricos. Patricio, hombre de genio violento, y pagano, el cual, bajo la influencia de su cristiana esposa Mónica, aprendió la paciencia y la humildad, fue bautizado poco antes de morir. De esta unión nacieron tres hijos: Agustín, otro hijo varón llamado Navigio y una hija, Perpetua, que había de ser abadesa.

La juventud y vida adulta de San Agustín, incluyendo su conversión y la muerte de su madre, están ampliamente descritas en su autobiografía "Confesiones", libro escrito según nos dice, para "la gente curiosa de saber la vida de los demás, pero que no se cuidan de enmendar la suya".

Desde pequeño, Agustín, dio muestras de una inteligencia excepcional. A los doce años fue enviado a una escuela de gramática en Madaura, la actual Mdaourouch, para proseguir sus estudios. A la edad de 16 años, Agustín regresa a Tagaste, en donde pronto cayó en malas compañías. Patricio murió para ese entonces y un hombre rico de la ciudad pagó los gastos para que Agustín estudiase en la gran ciudad de Cartago. Aplicándose ahora vehementemente, el joven pronto alcanzó hasta ocupar el primer lugar en la escuela de retórica. Su mente era despierta y se desarrollaba con rapidez; pero, posteriormente, escribe que los motivos que le impulsaban a estudiar eran los poco valederos de la ambición y la vanidad. En Cartago trabó relaciones con una mujer a la cual mantuvo a su lado durante más de treinta años. Antes de tener veinte años ya era padre de un niño al cual llamó Adeodatus, nombre que significa dado por Dios.

Durante nueve años dirigió escuelas de retórica y de gramática en Tagaste y en Cartago. En el año 383 Agustín se marchó a Roma con su pequeña familia, haciéndolo en secreto por miedo a que su madre quisiera impedírselo o acompañarlo. Una vez en Roma abrió una escuela de retórica, pero dicha escuela no tuvo éxito financiero. Sucedió entonces que Symmachus, prefecto de Roma, recibió órdenes de la capital imperial de Milán para que enviase allá un maestro de retórica. Agustín se presentó como aspirante al cargo y, dando pruebas de su competencia, pudo obtenerlo. Mónica viajó hasta Milán, pues todavía no había abandonado las esperanzas de ver a su hijo convertido en cristiano. Además deseaba casarlo debidamente con una muchacha de su edad. Logró persuadirlo para que enviase a la madre de Adeodatus al África, en donde, según se cree, entró en un convento.

Cierto día un cristiano africano llamado Ponticiano, vino a visitar a Agustín y a su amigo Alipius. Aprovechó la ocasión para hablar de la Vida de San Antonio y quedó asombrado al comprobar que los jóvenes ni siquiera conocían el nombre de Antonio. Ávidamente escucharon la historia de aquella santa vida. La visita afectó mucho a Agustín; sus debilidades y vacilaciones le fueron reveladas. Cuando Ponticiano se marchó, Agustín se volvió hacia Alipius con estas palabras: "¿Cómo dejamos que los que nada saben se encaminen y consigan el Cielo por la fuerza, mientras nosotros, con toda nuestra ciencia, languidecemos atrás, cobardes e insensibles, encenagándonos en nuestros pecados? ¿Porque nos han sobrepujado y han caminado antes que nosotros sentiremos vergüenza de seguirlos? ¿No es más vergonzoso dejar de seguirlos?"

Agustín salió al jardín, seguido de Alipius, y se sentaron a cierta distancia de la casa. El primero sentía la agonía de su conflicto, entre el requerimiento del Espíritu Santo que le instaba a la castidad y el recuerdo seductor de sus pecados. Adentrándose solo por el jardín, se acostó bajo una higuera, sollozando "¿Hasta cuándo, Señor? ¿Estarás enojado para siempre? ¡No te acuerdes de mi pasada iniquidad!" Y mientras yacía allí, desesperado, oyó de repente una voz infantil que repetía: "Tolle, lege. Tolle, lege" (¡Toma, lee! ¡Toma, lee!) Se quedó pensando si habría algún juego en el cual los niños dijeran esas palabras, pero no pudo recordar haberlo oído nunca. Interpretando la voz como de origen divino, Agustín volvió donde Alipius se hallaba sentado, abrió las Epístolas de San Pablo a la ventura y fijó los ojos sobre estas palabras: "No en embriaguez ni borrachera, no en libertinaje ni en lascivia, no en disputa ni en envidias. Sino puesto en el Señor Jesucristo y, en cuanto a la carne, no toméis en cuenta su concupiscencia." (Romanos 13:13,14). Agustín tuvo inmediatamente una sensación de alivio, como si su larga lucha hubiera terminado. Señaló aquel pasaje a Alipius, quién siguió leyendo: "Pero aquél que sea débil en la fe recibid sin disputar sobre opiniones." Entonces ambos fueron a relatar lo acontecido a Mónica, la cual se regocijó y alabó a Dios. La conversión de San Agustín ocurrió durante el mes de septiembre del año 386, cuando Agustín contaba 32 años.

Abandonó su escuela y se retiró para pasar el invierno en una casa de campo cerca de Milán, que un amigo le había dejado. Mónica, Navigius, Adeodatus, Alipius, dos primos y varios amigos estaban con él. Agustín se dedicó a la oración, estudio y conversación. Luchó por lograr el control de sus pasiones y para prepararse para una vida nueva. De las discusiones diarias con sus compañeros sacó las ideas para los tres Diálogos que escribió en esa época: Contra los académicos, De la vida feliz y Sobre el orden.

De vuelta a Milán, Agustín fue bautizado por el obispo Ambrosio en la vigilia de la Pascua del año 387, junto con Alipius y Adeodatus.

La experiencia de conversión de San Agustín, como la de todos los auténticos cristianos, fue más que una experiencia humana y psicológica. Allí estuvo presente Dios. Fue el Espíritu Santo el que se manifestó y tocó la conciencia, el corazón y la mente de este hombre para que entregara su vida a Jesucristo. Aquellas palabras en la Biblia fueron una “revelación” para él.

Nada sacaríamos con tener Sabiduría, Esperanza, Justicia y Verdad si no poseyéramos Revelación. La verdadera Sabiduría surge de la Revelación de Dios y de Sus Sagradas Escrituras; no hay auténtica Esperanza en el cristiano si no posee la Revelación; de nada sirve comprender la Justicia Divina si no nos es revelada en forma personal; las verdades de la fe sólo pueden ser comprendidas a la luz de la Revelación. La presencia de la Revelación es una clave imprescindible para encontrar la felicidad eterna.

Como a San Agustín, a todo cristiano le es revelado Jesucristo y el gran amor de Dios para con el ser humano. Pero hay otras revelaciones que son muy importantes y que edifican, posterior a la conversión, nuestra fe y esperanza en el Señor. Es el caso de San Juan, llamado El Teólogo, quien tuvo una de las más grandes revelaciones de Dios y que se conoce como Apocalipsis.

El libro de Apocalipsis es un libro cuyo fin consiste en “revelarnos algo”, es una “revelación” de Jesucristo. La palabra Apocalipsis -transliteración del griego Apocálipsis (apokalujiv) significa “revelación”; “un acto de develar algo que estaba oculto”, “quitar el velo”, “un acto de descubrir algo que estaba cubierto” o “una divulgación”. El lenguaje de este libro resulta complejo en una primera lectura, pero con la guía sabia del Espíritu Santo puede revelarnos maravillosas verdades para solidificar la fe cristiana.

El Autor del texto escogido nos revela que hay en nuestro futuro un período en que seremos librados de nuestro enemigo principal y cumpliremos un papel importantísimo, si somos fieles a Dios.

Dios da a Sus hijos salvados la seguridad de un futuro promisorio en esta Tierra, durante un período de mil años.

¿Qué sucederá durante ese período de mil años? He aquí la respuesta.

1) Satanás será atado y arrojado al abismo por mil años (Apocalipsis 20:1-3)

Un ángel con una misión.
“Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano.” (v.1) En su visión profética, San Juan ve que un ser celestial desciende a la Tierra premunido de la autoridad o llave para abrir y cerrar el abismo. Abismo, en griego «abyssos» significa «sin fondo». El término es usado en la Septuaginta para traducir la palabra hebrea que significa «hondura». Es el lugar donde los poderes satánicos serán encerrados. Durante el milenio, Satanás será confinado en el abismo, quedando imposibilitado totalmente de engañar y actuar. En el Evangelio los demonios le ruegan a Cristo que no los arroje al abismo (Lucas 8:31); Pablo habla del abismo en contraste a los cielos (Romanos 10:7). La cadena es símbolo del poder para atar a las fuerzas del mal. Indudablemente sólo seres celestiales podrán atar al diablo y a sus ángeles. Alguien podría pensar que este ángel representa a un hombre o iglesia, pero ¿cómo se explica que el ángel descienda del cielo?

El diablo atado por mil años.
“Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años” (v.2). La frase "mil años" o milenio aparece seis veces en el capítulo 20 del Apocalipsis. La iglesia primitiva era pre-milenial y esperaba que Cristo regresara y estableciera el trono de David, según la promesa del Antiguo Testamento. Esta doctrina sostiene la literalidad de las promesas de un Reino terrenal en la que se levantaría al Cristo para que se sentase en Su Trono (Hechos 2:30). Otra referencia habla que el Rey Ungido tendrá por herencia las naciones (Salmos 2:8) y reunirá a los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra (Isaías 11:12) y ejercerá justicia en la tierra de Israel (Isaías 9:7); morará el lobo con el cordero (Isaías 11:6) y la tierra será llena del conocimiento de Jehová (Isaías 11:9) Con el paso del tiempo la Iglesia se alejó de esta postura, renaciendo el interés en este último tiempo por esta doctrina.

Existen tres posturas teológicas relativas al Milenio: 1) Pre-Milenialismo, postula que el milenio es antes de la vida en la eternidad, hace una interpretación literal (viviremos el milenio cuando Cristo regrese a la Tierra); 2) A-Milenialismo, cree que el milenio es durante la Historia del Cristianismo, tiene una interpretación alegórica (estaríamos viviendo el milenio); y 3) Pos-Milenialismo, en que este período de mil años correspondería a la culminación del trabajo de la Iglesia en la sociedad (viviremos el milenio cuando la Iglesia establezca el Reino de Dios en la Tierra)..

Satanás, el enemigo de Dios y de la Iglesia, es el “príncipe de este mundo” Jesús dijo: “No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí” (San Juan 14:30). La Biblia se refiera a él como dragón y serpiente, ya que en tal forma se presentó a Adán y Eva en el Paraíso: “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3:1). El ángel enviado por Dios lo inhabilitó por diez siglos, un milenio. No vamos a hacer interpretaciones espirituales del número mil, sino que lo aceptaremos en forma literal. Serán mil años el período en que Cristo reinará el planeta. No solamente San Juan habla acerca de este gobiernos de Dios, también lo hacen los profetas del Antiguo Testamento (Isaías 65 – 66; Ezequiel 40 – 48)

La Tierra liberada de las tinieblas.
“y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo” (v.3) ¡Qué tranquilidad habrá para el mundo cuando Satanás y sus huestes de maldad sean encerradas! (Jeremías 31:31-34; Isaías 11:9). Toda obra de la carne será desterrada, sancionada y prohibida; habrá absoluto respeto a la Ley de Jehová. Jesucristo gobernará el mundo desde la Ciudad Santa de Jerusalén e influirá con Su Presencia de Amor a todo el planeta. Su reino no tendrá semejanza a ningún gobierno que haya existido en la Tierra. Dice la Biblia: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, / idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, / envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” (Gálatas 5:19-21) Vivirán sobre el planeta todos aquellos que sobrevivirán al período de la Gran Tribulación, los judíos vivientes, más los cristianos que hayan sido escogidos por el Señor para gobernar con Él en el milenio. El espíritu que reinará y animará a los habitantes de la Tierra será el Espíritu Santo (Isaías 11:6) y, como dice la Escritura “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, / mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” (Gálatas 5:22-23)

2) Israel gobernará las naciones durante el milenio (Apocalipsis 20:4-5)

El juicio del pueblo de Dios.
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años” (v.4) El apóstol tuvo la visión de unos tronos, sobre los cuales se sentarían a juzgar aquellos que recibieron aquella facultad, de acuerdo a lo declarado por Jesús: “…De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel." (San Mateo 19:28) Claramente, quienes juzgarán a Israel, serán los apóstoles, hombres de su misma raza. ¡Qué respeto tiene Jehová, que no permite que los israelitas sean juzgados por extranjeros! Además ellos podrán mostrar claramente a éstos la verdad del Evangelio y el crimen que cometieron al no creer ni defender y matar al Señor de la Vida. ¿Qué relación tiene Israel con el milenio? Israel y Jerusalén tendrán un papel muy especial ya que el milenio será la ocasión definitiva para la restauración nacional y espiritual de Israel (Ezequiel 37: 21-22)

Las almas de los que fueron decapitados por defender la Verdad de Jesucristo, aquellos que no adoraron al Anticristo ni a su icono, esos que no permitieron ser marcados en su cuerpo, fueron vistos por San Juan frente a los tronos de juicio. Da cuenta ello de la persecución y martirio que sufrirán muchos judíos conversos durante el período de la Gran Tribulación previo al Milenio, a causa del Evangelio.

La primera resurrección o resurrección de los justos.
“Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección” (v.5) Los otros muertos son los gentiles no cristianos. La “primera resurrección” se refiere a la resurrección corporal de los justos al tiempo de la Segunda Venida de Cristo (Apocalipsis 20:6,13) mientras que los injustos permanecerán en la tumba hasta que se complete un periodo de 1000 años de reino de Cristo sobre la tierra (Apocalipsis 20:6,13). En ese momento tomará lugar “la segunda resurrección”, la cual es sólo para pecadores.

Al iniciarse el Milenio, los mártires resucitarán literalmente para reinar literalmente con Cristo durante el Milenio. Este evento se identifica como la “primera resurrección”. El apóstol Juan ve las “almas” de los creyentes físicamente muertos (v.4), y no los cuerpos carnales de cristianos vivos en la tierra. “Vi las almas de los decapitados.” No se trata de almas que moren en cuerpos de carne y sangre sino de almas que abandonaron cuerpos físicos decapitados. Viven y reinan “con Cristo” (v.4 y 6). Cristo las viste de nuevos cuerpos resucitados. La "primera resurrección" debe interpretarse como literal porque el evento ocurre en determinado tiempo de la Era Cristiana, a saber, antes del Milenio.

3) Los cristianos seremos sacerdotes y reinaremos con Cristo (Apocalipsis 20:6)

Llamados a ser sacerdotes y reyes en el milenio.
“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (v.6) Los discípulos de Jesucristo tenemos la esperanza de la manifestación futura de los hijos de Dios, cuando se dará a conocer quienes fuimos realmente (ver “Claves Para La Felicidad”, II Parte). Esa manifestación será la “primera resurrección”. Para los cristianos difuntos o que estén durmiendo en Cristo, será la resurrección y transformación de sus cuerpos. Para los que estén vivos será el “rapto o arrebatamiento”. A este acontecimiento se denomina “la primera resurrección”.

En cuanto al arrebatamiento de los cristianos, hay tres posturas teológicas, dependiendo el momento histórico en que se realiza: a) antes de la tribulación; b) a la mitad de la tribulación; y c) después de la tribulación. Nosotros creemos en el arrebatamiento pre-tribulacional. “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1Tesalonicenses 4: 16) En la Segunda Venida de Jesús tendrá lugar la resurrección de los justos. La Biblia llama a esta resurrección la primera resurrección: "Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él por mil años." (Apocalipsis 20:6)

Cuando Jesucristo venga en Su segunda venida, los “justos vivientes” serán arrebatados: "Luego nosotros los que vivamos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para salir al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor." (1 Tesalonicenses 4:17)

Participar en la primera resurrección será una gran bendición. Primero no tendremos parte en la segunda muerte o muerte eterna; segundo seremos sacerdotes o mediadores de Jesucristo ante los hombres; y tercero, reinaremos con Él durante mil años. Jesús dijo que habría dos resurrecciones: "No os asombréis de esto; porque va a llegar la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación." (San Juan 5:28, 29)

Los “impíos muertos”, es decir los que no fueron salvos de todos los siglos pasados no serán perturbados o resucitados en la segunda venida de Jesús: "Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil años." (Apocalipsis 20:5)

Los mil años de paz comienzan inmediatamente después de la Segunda Venida corporal de Jesucristo, cuando vence al Anticristo en la Batalla De Armagedón (Apocalipsis 16:16) y finalizan con la segunda resurrección, la resurrección de los impíos.

“13 Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; 14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. 15 He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza. 16 Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.” (Apocalipsis 16:13-16)

“11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. 12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. 13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo De Dios. 14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. 15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. 16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey De Reyes Y Señor De Señores. 17 Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios, 18 para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes. 19 Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. 20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. 21 Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.” (Apocalipsis 19: 11- 21)

Conclusión.
La triple revelación de Dios para nosotros en el texto de Apocalipsis nos dice que:
1) Satanás será atado y arrojado al abismo por mil años (v.1-3)
2) Israel gobernará las naciones durante el milenio (v.4-5)
3) Los cristianos seremos sacerdotes y reinaremos con Cristo (v.6)
Si creemos en esta revelación:
a) Viviremos confiados en que toda autoridad está en manos de Jesucristo y no del diablo, el cual será un día atado por mil años.
b) Respetaremos al pueblo judío y no lo denigraremos ni culparemos por haber muerto a Jesús, y adoptaremos una posición humilde frente a ellos, sabiendo que el Señor les mira como pueblo escogido, y que reconocerá en Él al Mesías.
c) Caminaremos nuestra vida cristiana como discípulos, cristianos íntegros, para ser merecedores del galardón de llegar a ejercer como sacerdotes y reinar con Cristo en el milenio.

En otras palabras, la revelación nos insta a la esperanza, la humildad y la obediencia a Cristo como Señor. Como hijos de Dios podemos tener la seguridad de un futuro promisorio en esta Tierra, durante un período de mil años.


PARA REFLEXIONAR:
1) ¿Cuántas resurrecciones dijo Jesús que ocurrirían?
2) ¿Cuándo tendrá lugar la resurrección de los justos?
3) ¿Cómo le llama el Apocalipsis a esta resurrección de los justos?
4) ¿Qué les ocurre a los "justos vivientes" cuando viene Jesús?
5) ¿Qué les ocurre a los "impíos vivientes" cuando viene Jesús?
6) ¿Cómo sabemos que los "impíos muertos" (los que no fueron salvos de todos los siglos pasados) no serán perturbados o resucitados en la segunda venida de Jesús?

BIBLIOGRAFÍA.
1) http://www.geocities.com/CollegePark/Library/6864/historia_sanagustin.html

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