domingo, julio 27, 2008

SABIDURÍA PARA SER FELIZ

CLAVES PARA LA FELICIDAD
I PARTE

Pastor Iván Tapia
Lectura Bíblica: Eclesiastés 12:8-14

Propósitos de la Charla: a) Discriminar entre la sabiduría humana y la sabiduría de Dios; b) Comprender cual es el propósito de la sabiduría Divina; c) Valorar la felicidad como el resultado del respeto y obediencia a Dios.

“Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad. / Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios. / Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad. / Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor. / Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne. / El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. / Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.” (Eclesiastés 12:8-14)

En una oportunidad se presentaron ante el rey Salomón dos mujeres que vivían en la misma casa y ambas argumentaban ser la madre de un niño. Dichas madres habían dado a luz con diferencia de tres días pero el hijo de una de ellas falleció durante la noche. Al notarlo, esta madre intercambió los niños, colocando el muerto en los brazos de la madre que dormía y el que quedaba vivo en sus propios brazos. A la mañana siguiente la madre que había dormido toda la noche se dio cuenta de la trampa y así fueron a buscar justicia ante el monarca. Éste para dilucidar el dilema, ensaya una treta y ordena: "Partid en dos al niño vivo, y dad la mitad a la una y la otra mitad a la otra". La madre falsa está de acuerdo con el rey, pero la madre verdadera pide que no dividan al niño, renunciando a reclamar a su hijo. Con ello el rey Salomón pronuncia su sentencia devolviendo el niño a la verdadera madre: "Entregad a aquella el niño vivo, y no lo matéis; ella es su madre" (1 Reyes 3: 16-28). He aquí la sabiduría y el profundo conocimiento de la psicología humana de un rey que es paradigma de la sabiduría en la Antigüedad. El pasaje que hoy queremos comentar fue escrito por Salomón y este es uno de los tres libros suyos que forman parte de la Biblia, este compendio de libros que es la Sagrada Escritura. El rey escribió los Proverbios, el Cantar de los Cantares y éste llamado el Eclesiastés.

El propósito del libro de Eclesiastés es mostrar y demostrar el fin supremo del ser humano, que la vida es transitoria pero hay un propósito trascendente para el hombre y la mujer. No es menor la intención de este libro, pretende según su autor aclarar lo que él llama “el todo del hombre”. Según él hay una sabiduría trascendente, superior, espiritual, que debe preocupar a todos. Y aquí usted y yo estamos involucrados.

Todos buscamos en cierto modo sabiduría. Filosofía significa “amor a la sabiduría”. Las últimas palabras de un gran filósofo de la Antigüedad fueron “sólo se que nada se que nada se”. Después de reflexionar e investigar durante toda una vida llegó a la conclusión de que nada sabía. El hombre trata de saber. Hay preguntas inquietantes “¿Quién soy?, ¿De dónde soy?, ¿Hacia dónde voy?” que podríamos expresarlas en plural: “¿Qué somos?, ¿De dónde somos? Y ¿Hacia dónde vamos? El genio de la pintura pre-expresionista, Paul Gauguin, utilizó esta frase como tema de un cuadro que hoy está entre las grandes obras maestras de la historia de la Pintura. Alcanzar la sabiduría, conocer la Verdad de todas las cosas es una de las máximas búsquedas y anhelos del ser humano. Todos creemos tener la razón y poseer la verdad en política, educación, religión, belleza, etc. Porque todos razonamos pues hemos sido dotados de una capacidad natural para pensar, investigar, escudriñar. Pero ¿poseemos todos la verdad o la sabiduría? La mayor y más útil sabiduría no es aquella que ha catapultado al ser humano a la conquista de las estrellas, ni el conocimiento que le otorga fama, dinero o poder. Ese tipo de sabiduría no salva al hombre y a la mujer del estrés, la depresión, las drogas y el suicidio; todo lo contrario, a veces las personas poseen mucho conocimiento intelectual pero nada de sabiduría para vivir. La verdadera sapiencia es aquella que me da felicidad. Permítanme compartir con ustedes lo que hemos venido proclamando por mucho tiempo y lo que la Biblia, hace más de cuarenta siglos ya aseguró:

La mayor expresión de sabiduría está en respetar y obedecer a Dios, el cual un día juzgará a todos los hombres.

1. La búsqueda de la Sabiduría.
¿Qué mueve al ser humano buscar incansablemente la verdad? ¿Equivoca su camino en la Ciencia? ¿Qué aporta la Religión al hombre y la mujer en términos de sabiduría?

Salomón utiliza repetidas veces en el libro de Eclesiastés un término que le caracteriza: “Vanidad”. No se refiere al pecado de vanidad que implica arrogancia, presunción o envanecimiento, sino que tiene otro significado. Se refiere a lo transitorio y pasajero de la vida. Hoy día usted puede tener salud, dinero, familia, y luego perderlo, porque toda la vida humana es así “vanidad”, transitoriedad.
La sabiduría humana también es vanidad. Nada de lo que somos o tenemos es definitivo y firme, sólo hay una cosa segura en la vida: que un día todos moriremos.

El título del libro de Eclesiastés significa “predicador” o “el que llama a asamblea”. El Predicador es indudablemente el mismo Salomón, quien creció en sabiduría y a medida que crecía en ella le enseñó al pueblo. Pero también representa a toda persona que tiene como función enseñar a otros: un papá, una mamá, un maestro, un jefe, un ministro de Dios, etc.

El Predicador se hizo sabio “Y cuanto más sabio fue el Predicador” (v.9) se hizo un verdadero “maestro” del pueblo: a) enseñó sabiduría al pueblo; b) hizo escuchar sabiduría; c) hizo escudriñar; d) compuso muchos proverbios.

Como el Eclesiastés, todos los seres humanos, si queremos alcanzar la felicidad, debemos buscar la sabiduría “porque esto es el todo del hombre”. El propósito de la vida es alcanzar la felicidad en esta vida y mayormente en la futura. ¿Ha pensado usted que la vida después de la muerte es mucho más duradera que la que pasamos en esta tierra? Los años del hombre y la mujer no pasan de los 90, mas la vida después de la muerte es una eternidad. ¡Cuánto debemos ocuparnos, entonces, en ser felices en la eternidad! Y esa felicidad se construye aquí. Ese es, como dice la Biblia, “el todo del hombre”. Por eso “Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad” (v.10) Para ello hizo un trabajo filosófico, presentado literariamente en forma bella.

La búsqueda de la sabiduría es la tarea más importante de toda persona en esta tierra. No es trabajo sólo para filósofos y pensadores. Todos somos seres inteligentes que necesitamos enfrentarnos a nuestra realidad. La vida humana no termina con la muerte. Por eso se dice que el hombre es un ser trascendente. ¿Qué está haciendo usted por su vida eterna? ¿Sobre qué fundamento está construyendo su vida de hoy y su vida futura? ¿Está usted buscando “sabiduría”?

La tarea del sabio es un trabajo exigente, agotador e interminable, mas vale la pena intentar en esta vida alcanzar sabiduría, pero más que la sapiencia humana, la que viene de Dios.

2. El poder de la Sabiduría.
¿Dónde reside el poder de la sabiduría? ¿Vale la pena esforzarse por alcanzarla?

El apóstol Santiago dice que hay dos tipos de sabiduría: “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. / Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; / porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. / Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. / Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. / Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.” (Santiago 3:13-18)

Por cierto, hay distintos tipos de sabiduría, pero podríamos clasificarlas en dos: una es la “sabiduría o conocimiento humano” que se adquiere por medio de la ciencia y la investigación de las cosas que nos rodean. Otra es la “sabiduría Divina” que es la que ha sido revelada por Dios, a través de las Sagradas Escrituras. La Biblia es un libro sagrado, no es palabra de hombres, a pesar de que fue escrita por seres humanos, pero fue inspirada por el Espíritu de Dios. Podemos confiar plenamente que ésta es la Palabra de Dios, porque gran parte de sus profecías ya han sido cumplidas, sobre todo las referidas a Jesucristo, el Salvador del mundo.

No desechemos el consejo de este Libro. Como dice Eclesiastés debemos apreciar el poder de las palabras sabias porque “son como aguijones; y como clavos hincados”. a) Son “como aguijones” porque su poder e influencia permanece por mucho tiempo ¿Quién no ha experimentado en su vida el poder de los consejos de un hombre o mujer sabios? Se puede llegar a viejo y siempre estará en nuestra memoria las ideas transmitidas por esa persona sabia. b) Son “como clavos hincados” porque cual carpintero construyen en nuestra mente estructuras de pensamiento, razones claras que nos ayudarán a interpretar las circunstancias y las personas con que nos topamos en la vida.

Hay hombres y mujeres sabios, “son las de los maestros de las congregaciones”. En otras versiones habla de los “maestros de colecciones” porque se acostumbraba en la literatura sapiencial reducir las ideas y consejos a proverbios que se ordenaban según temas y se coleccionaban. En castellano moderno el versículo se lee “Las palabras de los sabios son como aguijones, y como clavos hincados son las palabras que forman parte de una colección y que son expuestas por un Pastor”

La tarea del sabio es un trabajo exigente, agotador e interminable. Por eso el Predicador argumenta: “Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.” (v.12)

3. El propósito de la Sabiduría.
¿Cuál es el sumo bien? ¿Qué es lo que más vale o importa en la vida para que le dediquemos todos nuestros anhelos y esfuerzo?

La sabiduría otorgada por Dios a través de Su Palabra y Su Espíritu Santo, tiene la finalidad de proyectarnos en la vida y hasta la eternidad. Eclesiastés nos dice: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.” (v 13) Necesitamos a) respetar a Dios y b) obedecer a Dios, c) porque “Dios traerá toda obra a juicio”.

Respetar a Dios es temerle. No se trata de tenerle miedo sino de relacionarnos respetuosamente con Él, respetarle, ser sumisos ante Su autoridad, valorar Sus consejos. El temor de Dios es un don del Espíritu Santo que implica temer ofenderle al realizar dejar actuar nuestra debilidad y caer en pecado que ofenda a Su santidad. San Agustín decía "ama y haz lo que quieras" pero por su propia experiencia también escribió ampliamente sobre la necesidad del temor como motivo para el arrepentimiento. El temor lleva al dolor del corazón por el pecado.

Obedecer a Dios no por miedo al infierno o al castigo, sino por amor al buen Dios que es nuestro Padre y que nos ha dado un Salvador y Maestro, además del Espíritu Santo, que es un Compañero permanente. ¡Cómo no vamos a quererle!

Tener en cuenta siempre que “Dios traerá toda obra a juicio” nos servirá como motivación para hacer lo bueno, lo que es favorable a nuestra alma, lo que nos hará felices, o bienaventurados como dice la Escritura. Nunca perdamos de vista que un día Dios nos juzgará; Él llamará ante Su presencia a todos los seres humanos.

El juicio ante el gran trono blanco es relatado así: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. / Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. / Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. / Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. / Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego. (Apocalipsis 20:11-15)

4. Cristo es nuestra Sabiduría.
¿Ha habido en la tierra alguien verdaderamente sabio? ¿Son los hombres y mujeres llamados sabios en la Historia, representantes de la verdadera Sabiduría?

Toda la sabiduría de Dios se encarnó en un Hombre que es la máxima expresión de perfección humana, llamado así el Hijo del Hombre, pero que a la vez es el Hijo de Dios. Este Hombre dio Su vida por toda la Humanidad, por usted y por mí. Su sacrificio en la cruz del monte Calvario fue aceptado por Dios el Padre y tuvo como consecuencia la reconciliación de la Humanidad con Dios. Mas, como la salvación es un asunto personal, es preciso que usted acepte ese regalo de Dios, reconociendo que usted es pecador/a y necesita de la salvación dada por el Hijo. El apóstol Pablo identifica a Jesucristo como esa Suprema Sabiduría encarnada en Jesucristo, cuando escribe: “Pues considerad, hermanos, vuestro llamamiento; no hubo muchos sabios conforme a la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; / sino que Dios ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte; / y lo vil y despreciado del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para anular lo que es; / para que nadie se jacte delante de Dios. / Mas por obra suya estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, y santificación, y redención, / para que, tal como está escrito: el que se gloria, que se gloríe en el Señor.” (1 Corintios 1: 26-31)

¿Busca usted la sabiduría humana o la que viene de lo alto? Ha de saber usted que en este desafío no está solo/a, sino que el Autor de la Sabiduría, el poseedor de la Verdad, Aquél que es la Verdad, desea ayudarle. Dice el Nuevo Testamento: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra" (Santiago 1:5, 6)

CONCLUSIÓN
Hoy hemos aprendido acerca de un hombre, rey en la Antigüedad del pueblo hebreo, que se esforzó por comprender y actuar con sabiduría. Dios le concedió ese don. También puede dárnoslo a nosotros. Su gran descubrimiento o revelación no fue una teoría filosófica más, compleja y difícil de practicar, sino una regla que se resume en sólo dos palabras: respeta y obedece a Dios. Además, agrega, que todos los seres humanos compareceremos ante el juicio de Dios. ¿Cómo podemos aplicar hoy día esta lección de Salomón?

Primero: no desoyendo el consejo de esta voz de la sabiduría. Apreciando y respetando lo que está escrito en su libro y en toda la Biblia.

Segundo: dedicándonos a aprender seriamente el Libro Sagrado, porque es la Palabra de Dios.

Tercero: poniendo por obra cada enseñanza de la Biblia.

Cuarto: entregando nuestra vida completamente a Aquel que es la encarnación de la Sabiduría, Jesucristo. ¿Está usted dispuesto/a a entregar hoy su vida al Señor Jesucristo?

PARA REFLEXIONAR:
1) ¿Es usted feliz?
2) ¿Qué es para usted la felicidad?
3) ¿Satisface el Evangelio del Reino todas las necesidades del ser humano?
4) Responda a todas las interrogantes que se hacen a lo largo de la presentación de esta lección y comente sus respuestas en el cenáculo.

BIBLIOGRAFIA
1) Santa Biblia, Casiodoro de Reina, revisión de 1960, Broadman & Holman Publishers, USA.

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