domingo, diciembre 16, 2018

CONFÍA EN JESÚS.


NEUMATOLOGÍA
LECCIÓN 18
 

© Pastor Iván Tapia Contardo 

Lectura bíblica: Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.” (San Juan 15:26 

Idea central: Significado de confiar en Jesús. 

Objetivos: a) Comprobar a través de nuestra confianza en Jesús si nosotros tenemos el Espíritu Santo; b) Comprender y comprobar que alguien que no confía en Jesucristo no ha sido bautizado con Su Espíritu; c) Comprender y valorar las acciones que implican confianza en Jesús; d) Creer que Jesucristo vivió, murió y resucitó por los pecadores; e) Comprender la importancia de entregar todas las áreas de la vida al Señor Jesucristo; f) Comprender la importancia de permitir que Él trabaje en la persona; y g) Comprender el sentido y aceptar la disciplina de Dios.  

Resumen: La confianza en Jesús es la primera demostración de ser un bautizado en el Espíritu Santo, ya que Éste actúa desde el interior de la persona convertida poniendo en primer lugar convicciones acerca de Jesús. La confianza en Cristo tiene una cuádruple expresión: Creer en la realidad de Su vida, muerte y resurrección; entregarle la vida; autorizarlo para transformarnos; y aceptar Su disciplina.
 

J
esús aseguró a Sus discípulos que cuando Él enviara desde el Cielo el Espíritu Santo, ese Espíritu les daría testimonio a ellos acerca del Cristo, Salvador y Señor. En primer lugar llama a ese Espíritu “Consolador”, uno que les traería consuelo a los creyentes en su dolor, persecución, enfermedad, soledad y todo tipo de sufrimientos por la causa de Cristo. El Espíritu de Consolación nos consuela en nuestras penas, aquellas ocasionadas por servir a Dios; hay penas que son el resultado de nuestros propios errores y pecados, esas penas más que consuelo requieren entendimiento, lo cual también el Espíritu Santo aporta.  

El Espíritu Santo es parte de Dios, es Dios mismo pero también es una Persona de la Trinidad. Antes de ser enviado a la Tierra a morar en la Iglesia y, por ende, en los creyentes, este Espíritu estaba en el seno del Padre. Por eso Jesús dice que lo enviará del Padre. El Espíritu Santo es el “Espíritu de verdad” o Espíritu verdadero, es superior al espíritu humano y viene a vivir dentro del cristiano. 

El Espíritu Santo da testimonio de Jesucristo, testifica acerca de Él, Sus enseñanzas, Su poder, Sus hechos; habla por Él, es un representante de Cristo dentro del cristiano, pero es la Presencia misma de Dios dentro de nosotros, ya que el Espíritu Santo es una Persona de Dios. Podemos decir que el Espíritu Santo es “Testigo”. 

Una evidencia de haber recibido el bautismo del Espíritu Santo es poder confiar en Jesús. La persona que no tiene el Espíritu de Dios dentro de sí no posee la fortaleza que Cristo da al alma para enfrentar toda dificultad. En cambio quien está premunido de Su Espíritu posee una fuerza sobrenatural que le ayuda e impulsa a tener victoria. Quien no “conoce” realmente a Jesucristo, no confía en Él y por tanto no posee el bautismo del Espíritu Santo. 

Bautismo significa sepultación, bautizar es sepultar. Cuando nos bautizamos, sepultamos el viejo hombre o la vieja mujer para comenzar a vivir como nueva criatura. Bautizarse en el Espíritu Santo es sepultarse en Él, meterse o introducirse en Él. Cuando recibimos el bautismo del Espíritu Santo es que estamos siendo sepultados, introducidos en Su Persona, introducidos en Dios. Ser cristiano es más que seguir a Jesús; ser cristiano es más que imitar a Cristo; ser cristiano es más que obedecer las enseñanzas de Jesús. Todas estas explicaciones sitúan al cristiano fuera de Dios; el cristianismo es unión con Dios, es ser uno con Cristo. El bautismo en el Espíritu Santo es el inicio de esa unidad.  

Por tanto: Ser cristiano, más que seguir a Jesús, es ser Jesús viviendo Su vida; ser cristiano, más que imitar a Cristo, es ser Cristo, vivir Su Persona en nosotros; ser cristiano, más que obedecer las enseñanzas de Jesús, es dejar que Jesús actúe en nosotros. Ser cristiano es confiar completamente en Jesucristo. 

¿Qué es confiar en Jesús? 

  1. Confiar en Jesús es creer que Él vivió, murió y resucitó por los pecadores.
1 Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; / 2 por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. / 3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; / 4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; / 5 y que apareció a Cefas, y después a los doce. / 6 Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. / 7 Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; / 8 y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.” (1 Corintios 15:1-8) 

Necesitamos creer que Jesús es un personaje real y no un mito o leyenda. Para ello nos basamos en la mirada cuádruple del Evangelio, la biografía de Jesús escrita por los cuatro evangelistas:

1)      Mateo, llamado también Leví, publicano y recaudador de impuestos, apóstol de Jesucristo.

2)      Marcos, discípulo de San Pedro y compañero de Bernabé en un viaje misionero.

3)      Lucas, médico y compañero de San Pablo, investigó a fondo los hechos de Jesús y Sus apóstoles.

4)      Juan, pescador, discípulo muy amado por Jesús y luego apóstol.

Es imposible que cuatro personas mientan tanto sobre la existencia de un personaje como Jesucristo. Todo lo que narran es de primera mano, especialmente San Mateo y San Juan, quienes conocieron directamente al Señor. 

1)      Cristo murió por nuestros pecados. Su muerte fue a las 12 del día, al mediodía, colapsado por los dolores, el desangramiento y todos los efectos de una crucifixión. Así lo relata el Evangelio: “44 Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. / 45 Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad. / 46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.” (San Lucas 23:44-46) Mateo y Juan dicen que entregó el espíritu; Marcos y Lucas cuentan que expiró. 

2)      Cristo fue sepultado. Su cuerpo fue descendido de la cruz por su familia y amigos, luego sepultado en una tumba nueva en un huerto cercano al monte de la Calavera: “41 Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. / 42 Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.” (San Juan 19:41,42) 

3)      Cristo resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras. Hay testigos de esa resurrección, como apareció a distintas personas y grupos: a) Cefas o San Pedro; b) Los doce apóstoles; c) Más de 500 hermanos a la vez; d) Jacobo o Santiago, hermano del Señor; e) Todos los apóstoles; y f) San Pablo. 

Insiste el Apóstol que tales hechos sucedieron “conforme a las Escrituras”, ya que habían sido profetizados en el Antiguo Testamento: 

1)      El Cristo moriría por nuestros pecados. “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.” (Zacarías 12:10); “4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. / 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. / 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” (Isaías 53:4-6 

2)      El Cristo sería sepultado. “Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.” (Isaías 53:9) 

3)      El Cristo resucitaría al tercer día. “10 Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo vea corrupción. / 11 Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.” (Salmos 16:10,11) 

Confiar en Jesús es creer que Él vivió, murió y resucitó por los pecadores.
 

  1. Confiar en Jesús es entregar todas las áreas de la vida al Señor Jesucristo.
“23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. / 24 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.” (San Lucas 9:23,24) 

“25 Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: / 26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. / 27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.” (San Lucas 14:25-27)

Confiar en Jesús es entregar todas las áreas de la vida al Señor Jesucristo. Él quiere gobernar en todos los aspectos de nuestra vida y paulatinamente va tomando dominio de ellos: economía, espiritualidad, familia, trabajo, afectos, sexualidad, etc. Pero es muy respetuoso y si hay áreas que deseamos seguir manejándolas nosotros, Él no la arrebata sino que nos enfrenta a las consecuencias de ello. Por ejemplo, si no entregamos a Él las finanzas, si no nos ordenamos en su administración, si no diezmamos y ofrendamos en forma mezquina, Dios no nos exigirá esa área, pero sufriremos las consecuencias de una mala mayordomía. Por el contrario, si la entregamos al Señorío de Jesús, Él nos bendecirá con prosperidad económica. 

A medida que vamos entregando las distintas zonas de nuestra vida a Jesucristo se puede decir que vamos negando el yo o ego. Entonces pasamos de vivir una vida egocéntrica a una vida Cristocéntrica, en que Jesús gobierna cada una de las zonas que componen nuestros intereses, actividades y necesidades, lo que trae como consecuencia una vida más feliz, plena y espiritual, la vida de Cristo en nosotros. 

Perder la vida por causa de Cristo es morir a mí mismo, a mis propios deseos, mis ideas, mi forma humana de pensar, sentir y actuar, para dar paso al modo de Jesús. Como “morir”, hay otra palabra en el Evangelio que puede movernos a error o confusión, la palabra “aborrecer”. El Señor nos demanda morir y también aborrecer. ¡Qué raro parece esto, sobre todo si sabemos que Su mensaje es de amor! Dice que seguirlo implica aborrecer a la familia. Mal interpretar esta demanda nos podría llevar a constituirnos en una secta que separa a los hijos de sus padres y a las esposas de sus esposos; pero afortunadamente no es el sentido del mensaje de Jesús. Para entenderlo debemos considerar que Él agrega, después de nombrar papá, mamá, esposa, hijos, hermanos y hermanas, “y aun también su propia vida”. Es decir la negación de sí mismo, de la propia vida con todo lo que ama. Cuando alguien pospone todo por Cristo, recién allí puede considerarse Su discípulo. 

Si confiamos a Jesús todas las cosas, incluso los afectos más íntimos, Él lo ordenará todo en nuestra vida. Amamos a nuestros padres, pero ¿Cómo los amamos? ¿Acaso no tenemos traumas y heridas muchas veces con ellos? Si ponemos en la vida primero a Jesús, Él sanará esos traumas y esas heridas. Tenemos esposa o esposo, pero ¿Le brindamos realmente el amor que prometimos brindarle cuando nos casamos? ¿O es un amor desmedido, o un amor desordenado? ¿Somos siempre fieles tanto de hecho como de pensamiento? Si Cristo es nuestro amor número uno, aprenderemos a amar bien al cónyuge. Y otro tanto pasará con los hijos y con los hermanos.  

Podemos entender el término bíblico “aborrecer” leyendo el caso de Raquel y Lea, esta última aborrecida o menospreciada por Jacob: “Y vio Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril.” (Génesis 29:31). Pero esto no significaba que Jacob no la amase, como explica el versículo: “Y se llegó también a Raquel, y la amó también más que a Lea; y sirvió a Labán aún otros siete años.” (Génesis 29:30) 

Confiar en Jesús es también “llevar la cruz”. En el contexto histórico la cruz no estaba destinada a los romanos sino a los que desafiaban a Roma, para la escoria humana al margen del poder imperial. Al llamar Jesús a “tomar la cruz” está haciendo un llamado a ponerse del lado de los desechados por la sociedad, nos llama a una postura radical contra los que se creen dioses y estar dispuestos a morir como Él, por amor a Dios.  

Confiar en Jesús es entregar todas las áreas de la vida al Señor Jesucristo.
 

  1. Confiar en Jesús es permitir que Él trabaje en mi persona.
1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. / 2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:1,2) 

“17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, / 18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, / 19 y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, / 20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” (Efesios 1:17-20) 

Confiar en Jesús es permitir que Él trabaje en mi persona, la sane, renueve y transforme, por medio de la acción de Su Espíritu Santo, y no tratar de cambiarme yo a mi mismo. 

Una vez más Dios nos ruega, nos pide compasivo algo que debemos hacer por nuestro bien, como un Padre que ruega a sus hijos que sigan el buen camino. Su petición es que presentemos nuestros “cuerpos” en sacrificio, lo que no significa hacer algún acto violento contra nuestro cuerpo, como cortarnos la piel o sacarnos los ojos. Cuerpo se refiere a todo el ser, la persona completa.  El culto cristiano no es hacer sacrificios humanos ni de animales, sino que es un culto racional, bien pensado, que consiste en entregar toda la vida al Señor. No significa quedarse en los pensamientos y obras de este mundo, propias de nuestra naturaleza caída, sino tender a un cambio, una transformación. 

La clave de esta transformación es la renovación del entendimiento. Si no cambiamos el modo de pensar, si no cambiamos la forma de sentir a Dios y la vida, las personas, nuestro prójimo, incluso la Iglesia y la sociedad, no habrá una real transformación de personas simplemente humanas a personas cristianas. Cuando experimentemos a Cristo en nosotros, estaremos recién comprobando “la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”  

Hay un poder enorme obrando dentro del cristiano, el mismo poder que resucitó a Jesucristo. ¿Se da cuenta usted de la grandeza de ese poder? No minimicemos al Espíritu que vive en los cristianos, es Dios mismo operando en su interior. Desde allí Él trabaja, nos está cambiando, está poniendo pensamientos nuevos, está borrando prejuicios, está sanando y desarrollando nuevas virtudes, quitando dolores y pensamientos negativos. Jesucristo opera en nuestras vidas desde adentro. 

Confiar en Jesús es permitir que Él trabaje en mi persona.
 

  1. Confiar en Jesús es aceptar la disciplina de Dios.
“28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. / 29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” (Romanos 8:28,29) 

Hay muchas cosas que sabemos, son convicción en nosotros, como por ejemplo que Dios existe y que nos ama, porque envió a Su Hijo a darnos la libertad. Como creyentes amamos a Dios porque Él nos amó primero; esto es también una convicción, un pensamiento muy seguro en nuestra mente y corazón. Dios nos ama y nosotros le amamos a Él. Ahora el Apóstol nos dice que todo lo que sucede en nuestra vida es para bien. No siempre nos parece que lo que estamos viviendo sea una bendición; sufrimos decepciones, enfermedades, problemas de pareja, rebeldías de subalternos o de nuestros hijos, problemas económicos, y nos parece algo muy negativo, sin embargo para Dios son una oportunidad de mejorarnos, sacar de nosotros un valor, una virtud, pulirnos. Es el modo en que los cristianos debemos mirar las circunstancias difíciles de la vida, todas nos ayudan a bien. Esas situaciones son las que Dios ocupa para transformarnos, lo que es Su propósito. 

Mucho se ha hablado del propósito de Dios, el propósito de vida, la vida con propósitos y aún la iglesia con propósito. Pero ¿Cuál es en definitiva el propósito de Dios? Aquí, en este Texto está declarado de forma directa y sencilla. Su propósito es hacer de nosotros uno como Jesús. Él nos conoce desde la eternidad y nos dio un destino, nos destinó con anticipación para algo grande, superior: Transformarnos a la imagen de Jesús. Piense en el escultor que para hacer su obra lo más acorde a la realidad posible, lo más perfecta posible, lo más estética de acuerdo al canon de belleza normal, se vale de un modelo. Dios es como ese escultor, nos modela a nosotros que somos de barro, con Sus manos nos va dando forma y sigue un modelo, el Modelo es Jesucristo. Dios es el Escultor, Jesucristo es el Modelo que sigue y nosotros somos la materia en la cual trabaja. Soy barro nada más Señor dice la alabanza y la Palabra expresa: Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros.” (Isaías 64:8) 

De este modo los cristianos venimos a ser hermanos y a la vez de Jesucristo quien es el Hermano Mayor. Jesús es el Primogénito de la Familia de Dios. 

Confiar en Jesús es aceptar cada circunstancia de la vida como un trato o disciplina de Dios para nuestro desarrollo. 

CONCLUSIÓN.
La confianza en Jesús es la comprobación que tenemos el Espíritu Santo. Quien no confía en Jesucristo no ha sido bautizado con Su Espíritu. La confianza en Jesús se expresa a través de las siguientes acciones: 1) Creer que Él vivió, murió y resucitó por los pecadores; 2) Entregar todas las áreas de la vida al Señor Jesucristo; 3) Permitir que Él trabaje en mi persona; y 4) Aceptar la disciplina de Dios. Una persona que no experimenta estas cuatro acciones es alguien que aún no conoce realmente a Jesucristo, no confía en Él, por tanto no posee el bautismo del Espíritu Santo.

 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Por qué cree usted que llamó Jesús al Espíritu Santo el “Consolador”?

2)      ¿Por qué el cristianismo es unión con Dios?

3)      ¿Por qué ser cristiano es más que seguir, imitar y obedecer a Jesús?

4)      ¿Qué significan en el Evangelio las palabras “morir” y “aborrecer”?

5)      ¿Cuáles son las consecuencias de una mala mayordomía en nuestra vida?

6)      ¿De qué manera podemos confiar a Jesucristo nuestra prosperidad económica?

7)      ¿Qué podemos hacer cuando la Iglesia, la familia, la sociedad u otra organización dejan de ser confiables?

8)      ¿Cuál es su mayor convicción con respecto a Dios?

9)      ¿Por qué es recomendable confiar la vida a Jesús?

10)  ¿Cómo ayudaría usted a personas que sufren una decepción, enfermedad, problemas de pareja, rebeldía de subalternos o de sus hijos, problemas económicos u otro tipo de dificultad?

11)  ¿Cómo podemos aplicar en forma práctica el versículo de 1 de Juan 3:21, que dice “Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios”?

12)  ¿Cuál cree usted que fue el mayor sufrimiento de Jesucristo?

13)  ¿En qué consiste su confianza en Jesús?

14)  ¿Qué áreas de su vida son las más queridas por usted?

15)  ¿Cómo está trabajando ahora Dios en su persona?

16)  ¿Cuáles son las cuatro acciones que demuestran que una persona tiene confianza en Jesús?

17)  ¿Cuál es el argumento, experiencia o sentir que le dan la seguridad de que Jesús es Dios?

18)  ¿Recuerda algún momento de su vida en que recibió gran consolación?

19)  ¿En su opinión, en qué consiste el poder de Dios?

 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.

·         MacArthur, John (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 

·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.

·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/

·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.

·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/

·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php

·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd

·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/

·         Barclay, C. William (1970) “Comentario Al Nuevo Testamento” / The Saint Andrew Press (1991) Actualización  Edimburg, Escocia / (1995) Versión en español Editorial CLIE

·         Apuntes de clases de Neumatología del profesor Rvdo. David King, Seminario Teológico De La Gracia, Chile, noviembre de 2008.

·         https://www.ebglobal.org/articulos-biblicos/lucas-14-26-aborrecer-a-la-familia

·         https://e625.com/tomar-tu-cruz-que-significa/

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