UNA NACIÓN LIBRE
MENSAJE DE FIESTAS PATRIAS 7
© Pastor Iván Tapia
Lectura bíblica: “1 Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas,
oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; / 2 por los
reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y
reposadamente en toda piedad y honestidad. / 3 Porque esto es bueno y agradable
delante de Dios nuestro Salvador, / 4 el cual quiere que todos los hombres sean
salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” (1 Timoteo 2:1-4)
Idea
central: Los principales propósitos de la oración.
Objetivos:
a) Comprender que Dios desea que
hagamos oración por todos los hombres; b) Comprender que el Espíritu Santo desea
instalar en la Iglesia un estilo de vida conforme al Evangelio; c) Comprender
que una motivación fundamental para la oración es agradar el corazón del Señor;
d) Comprender que el principal motivo de oración es el cumplimiento de la Gran
Comisión; e) Practicar la oración.
Resumen: El Texto
Sagrado nos indica que debemos orar por todos los
hombres, incluida la Iglesia, para agradar a Dios y
principalmente por la salvación eterna de sus almas.
s muy apropiado en
estas fechas en que celebramos la independencia de nuestra nación del dominio
extranjero y recordamos los hechos históricos que nos condujeron a la posición
de un país libre y soberano, reflexionar sobre el papel de la Iglesia,
entendida como un Cuerpo formado por todos aquellos que han tenido un encuentro
con Jesucristo y han obedecido a Su
llamado a la salvación.
Creemos que el texto
escogido como base para este sermón muestra apropiadamente la visión que tuvieron
los apóstoles de la relación de la Iglesia con la nación. No es una visión propiamente
política ni materialista, sino eminentemente espiritual y ética. Dicho texto da
instrucciones a los cristianos sobre la necesidad de orar por la nación e
incluso por las naciones, cosa que se hará con dos propósitos muy claros, los
que se enmarcan en la misión que cumplimos en la sociedad como sal y luz.
¿Cuál
debe ser el contenido de la oración de la Iglesia por la nación?
1.
Orar por todos los hombres.
“1
Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones,
peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;” (1 Timoteo
2:1)
El Apóstol nos exhorta a que nuestra oración esté
dirigida en primer lugar por todos los hombres, es decir creyentes y no
creyentes, sin ninguna discriminación, pobres y ricos, presos y libres, buenos
y malos, etc. Todos los familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, jefes,
líderes y autoridades deben estar en nuestras listas de oración. Es parte de la
labor sacerdotal del cristiano interceder por todos los hombres.
Enumera el texto cuatro tipos de oración:
1)
Rogativas, son
oraciones públicas e insistentes para pedir a Dios que resuelva un problema o
necesidad grave. La Iglesia puede ponerse de acuerdo en hacer una rogativa por
la nación en una situación específica.
2)
Oraciones,
son las peticiones hechas en forma individual, la conversación personal e íntima
que cada cristiano tiene con Dios y en la cual debe incluir las necesidades de
la nación.
3)
Peticiones,
oraciones en las que se pide en forma específica por todas aquellas cosas que
requieren satisfacción o solución a nivel individual y colectivo. En forma
permanente están surgiendo motivos de petición, a los que el discípulo debe estar
alerta para orar por ello. Jesús nos autoriza y anima a hacerlo:
“9 Y yo os digo: Pedid, y se os
dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. / 10 Porque todo aquel que
pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” (San Lucas 11:9,10)
4)
Acciones de
gracias, oraciones individuales y colectivas dando gracias y honra a Dios por
todos Sus beneficios y favores. A través de los siglos se ha constituido el Te
Deum o Culto de Acción de Gracias por la Nación, una costumbre universal de la
Iglesia.
En resumen, es
función del cristiano y la Iglesia orar por todos los seres humanos, dando
gracias y pidiendo por sus necesidades. La comunidad cristiana debe organizar rogativas,
oraciones, peticiones y acciones de gracias por la nación.
2.
Orar por un estilo de
vida.
“2
por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y
reposadamente en toda piedad y honestidad.” (1 Timoteo 2:2)
Es deber
nuestro orar por el gobierno de la nación, los ministros, diputados, senadores,
magistrados, intendentes, alcaldes y toda autoridad civil. No es algo protocolar
sino una necesidad para que exista en la sociedad un clima de armonía, orden,
justicia y libertad. Dios bendice la nación por la que Su pueblo está rogando:
“14 si se
humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi
rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los
cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. / 15 Ahora estarán
abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar” (2 Crónicas 7:14,15)
El propósito
de esta oración es lograr que “vivamos quieta y reposadamente en toda piedad
y honestidad.”
Poder vivir en paz, sin discordias, peleas, desencuentros, protestas ni
manifestaciones de odio y rebelión, permitirá tener una vida de piedad, es
decir de oración, reflexión y contemplación de la gloria de Dios. Anhelamos un
mundo que viva bajo los principios y valores del Evangelio, en que la honestidad
sea el sello de nuestras relaciones humanas; no temer siempre el robo, la
trampa, el engaño, la falsedad, la usura y todas esas conductas propias de las
tinieblas.
Necesitamos
orar por tener un estilo de vida y contagiarlo a la sociedad en que vivimos,
puesto que somos la luz del mundo:
“14 Vosotros sois la luz del mundo;
una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. / 15 Ni se enciende
una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a
todos los que están en casa. / 16 Así alumbre vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que
está en los cielos.” (San
Mateo 5:14,15)
La oración
por los gobernantes de la nación permitirá que se forme un clima adecuado para
una vida honesta y piadosa. Debemos orar por todos y también por nosotros, la
Iglesia, para que el Reino de Dios se establezca completamente en nuestras vidas
produciendo un estilo de vida cristiano que impregne nuestro medio.
3.
Orar para agradar el
corazón de Dios.
“3
Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador,” (1 Timoteo 2:3)
Agradar a
nuestro Padre Celestial es el primer deseo del discípulo de Jesucristo. No le
servimos por miedo al castigo o al Infierno, ni por interés en recibir Sus bendiciones,
sino paras alegrarlo. Es también un modo de expresarle nuestra gratitud por
tantos favores que, por misericordia, nos ha hecho.
Oramos por
nuestra patria, ciudad y barrio porque eso agrada al Señor. Invitemos a otros
hermanos a hacer lo mismo y a acompañarnos también en la oración. Que cada
cristiano comprometido cree en su hogar una instancia de oración, un verdadero “cenáculo
de Jesús” es una iniciativa que pondrá feliz el corazón de Cristo, pues Él desea
que vivamos cristianamente, que desarrollemos las virtudes de fe, paz, amor y
esperanza; que hagamos obras de bien y actuemos correctamente; y que
multipliquemos Su amor en nuevas vidas, que hagamos discípulos, que se
conviertan a Él otras vidas.
Oramos
no tanto por nosotros sino por el Señor, para agradarle a Él. Orar es conversar
con Dios, comunicarse con Él, intimar con Su Espíritu. ¿Qué padre no desea
estar con sus hijitos amados? El Padre Dios anhela que compartamos con Él.
4.
Orar por la salvación
de las almas.
“4
el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la
verdad.” (1 Timoteo
2:4)
Finalmente, el
texto nos presenta el motivo principal de la oración, que es también una de las
tareas fundamentales, si no la más importante, que es predicar el Evangelio de Salvación,
conforme a lo que nuestro Salvador y Señor ordenó antes de partir a los Cielos:
“19 … id, y
haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo; / 20 enseñándoles que guarden todas las cosas
que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin
del mundo. Amén.” (San
Mateo 28:19,20)
“15 Y les
dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. / 16 El que
creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos 14:15,16)
“8 pero
recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de
la tierra.” (Hechos
1:8)
El propósito
final de Dios es la salvación de las almas. El deseo de Dios es que todos los
hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Ciertamente no
sucederá así pues hay muchos corazones rebeldes, endurecidos, incrédulos que
prefieren continuar en su ceguera espiritual y seguir otros caminos que no les conducirán
al Cielo, pero eso ya es responsabilidad personal. Nuestro deber cristiano es
dar a conocer el Evangelio, el modo en que los seres humanos pueden salvarse de
la condenación eterna:
“17
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que
el mundo sea salvo por él. / 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que
no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito
Hijo de Dios. / 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los
hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.” (San Juan
3:17-19)
Todo
discípulo de Jesucristo debe cubrir en oración a aquellas personas que el
Espíritu Santo le presenta para evangelizar. Nuestra tarea es predicarles y el
Señor se encargará de producir fe en sus corazones. Orar por la salvación
eterna de nuestros familiares, amigos y compañeros de ruta es nuestro primer
deber en la oración.
CONCLUSIÓN.
Los cristianos
debemos orar por todos, organizando rogativas,
oraciones, peticiones y acciones de gracias por la nación. También
por la Iglesia, para que se produzca en ella un estilo de vida conforme al
Evangelio. Hacemos oración para agradar a Dios que, como Padre amoroso, anhela
que conversemos con Él. Orar por la salvación eterna de nuestros prójimos es
nuestro primer deber en la oración.
ORACIÓN: Padre,
te damos gracias por habernos dado la oración, esta arma tan importante para dar
nuestra lucha espiritual contra las tinieblas. En este día oramos por todos los
habitantes de nuestra tierra, los ciudadanos de nuestra nación, sin distinción
de ningún tipo, pues todos son seres humanos creados por Ti con amor. Y Tú
deseas la salvación de todos ellos, que vengan al conocimiento de la Verdad y
sean también ciudadanos de Tu Reino. Te pedimos por el presidente, sus
ministros, diputados y senadores, magistrados, intendentes, gobernadores y alcaldes,
para que les ilumines con sabiduría, equilibrio y espíritu de servicio, para
que vivamos en paz, conforme a nuestro estilo de vida basado en el Evangelio de
Jesús y continuemos nuestra labor evangelizadora con libertad y así muchos
puedan convertir sus vidas a Jesucristo y alcanzar la salvación eterna de sus
almas. Te lo rogamos en el nombre de nuestro Amado Salvador y Señor. Amén.
Valparaíso,
domingo 18 de septiembre de 2022.