sábado, noviembre 08, 2025

VIVE GUIADO POR EL ESPIRITU SANTO

 



Texto base: Romanos 8:12-15

“Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”

 

Introducción

Vivir guiados por el Espíritu Santo es uno de los mayores privilegios y responsabilidades del creyente. No se trata solo de recibir una guía ocasional o sentir la presencia de Dios en momentos difíciles, sino de andar cada día bajo Su dirección, dejando que Él gobierne nuestros pensamientos, decisiones y actitudes. El apóstol Pablo nos recuerda en Romanos 8 que ya no somos deudores a la carne, sino que ahora pertenecemos al Espíritu que nos da vida y nos adopta como hijos de Dios.

 

1. La vida guiada por el Espíritu: una nueva manera de vivir

El llamado de Pablo es claro: no vivamos conforme a la carne. La carne representa nuestra vieja naturaleza, dominada por los deseos egoístas, el orgullo y el pecado. En cambio, el Espíritu nos conduce a una vida de libertad y santidad.

Gálatas 5:16-18 enseña que el Espíritu y la carne se oponen entre sí, pero cuando dejamos que el Espíritu Santo guíe nuestras acciones, aprendemos a vencer los impulsos que nos alejan de Dios.

Vivir guiados por el Espíritu no es seguir emociones, sino obedecer la voz de Dios en lo cotidiano: en nuestras decisiones, en nuestras palabras, en cómo tratamos a los demás. Es permitir que el Espíritu nos transforme desde dentro, renovando nuestra mente (Romanos 12:2).

 

2. El fruto del Espíritu: evidencia de una vida guiada

Gálatas 5:22-23 nos presenta el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio. Estos no son metas que alcanzamos con esfuerzo humano, sino manifestaciones naturales de quien vive sometido a la dirección del Espíritu Santo.

Cuando el Espíritu guía nuestras vidas, se nota: en cómo respondemos ante la adversidad, en cómo tratamos a los demás, y en cómo enfrentamos la tentación. El fruto del Espíritu es la evidencia visible de una transformación interna.

 

3. Hijos guiados por el Padre

Romanos 8:14 afirma: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” La guía del Espíritu no es un privilegio para unos pocos “espirituales”; es la marca de todo verdadero hijo de Dios. A través del Espíritu hemos recibido un espíritu de adopción, que nos permite clamar “¡Abba, Padre!”. Esto significa intimidad, confianza y pertenencia.

Ya no vivimos con miedo o bajo esclavitud, sino con la seguridad de que el Espíritu mismo da testimonio de que somos hijos amados. Esa relación con Dios nos impulsa a vivir de una manera que honre Su nombre.

 

4. Un propósito eterno: ser conformes a Cristo

Romanos 8:28-29 nos recuerda que todo lo que vivimos —aun las pruebas y dificultades— coopera para nuestro bien, porque Dios tiene un propósito: hacernos semejantes a Su Hijo, Jesucristo.

Ser guiados por el Espíritu es el proceso mediante el cual Dios moldea nuestro carácter para reflejar la imagen de Cristo. Cada día, el Espíritu nos enseña a amar más, perdonar más y depender menos de nosotros mismos.

 

5. Siembra para el Espíritu, y cosecha vida eterna

Gálatas 6:8 nos exhorta: “El que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.”

Nuestra vida diaria está llena de decisiones pequeñas que determinan a quién seguimos: a la carne o al Espíritu. Si sembramos obediencia, fe y amor, cosecharemos una vida abundante y eterna.

 

Conclusión

Vivir guiados por el Espíritu Santo es vivir en libertad, santidad y propósito. No se trata de una vida perfecta, sino de una vida en constante transformación bajo la dirección divina.

Cuando aprendemos a escuchar la voz del Espíritu, nuestras prioridades cambian: ya no vivimos para nosotros mismos, sino para Dios. Así como dice Colosenses 3:1-3, “ponemos la mira en las cosas de arriba”, porque nuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

Ser guiados por el Espíritu es caminar en fe, depender de Su poder, y reflejar el carácter de Cristo en todo lo que hacemos. Esa es la verdadera vida —la vida que agrada a Dios y conduce a la eternidad.

 

Oración

Señor, gracias por darnos tu Espíritu Santo, que nos guía y nos da vida. Enséñanos a escuchar tu voz y a obedecerte en todo momento. Que nuestro andar diario refleje el fruto de tu Espíritu, y que cada decisión nos acerque más a ti. Haznos sensibles a tu dirección y conformes a la imagen de Cristo. En el nombre de Jesús, amén.

 

© Pastor Iván Tapia