LECCIÓN 27
© Pastor Iván Tapia
Lectura
bíblica:
“9 Yo he escrito a la iglesia; pero
Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. /
10 Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con
palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a
los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la
iglesia. / 11 Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es
de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios. / 12 Todos dan
testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma; y también nosotros damos
testimonio, y vosotros sabéis que nuestro testimonio es verdadero. / 13 Yo
tenía muchas cosas que escribirte, pero no quiero escribírtelas con tinta y
pluma, / 14 porque espero verte en breve, y hablaremos cara a cara. / 15 La paz
sea contigo. Los amigos te saludan. Saluda tú a los amigos, a cada uno en
particular.” (3 Juan 1:9-15)
Idea
central: Testimonio positivo y negativo de cristianos.
Objetivos:
a) Conocer, apreciar y practicar
las actitudes de sencillez, sumisión, humildad y comprensión; b) Identificar y
evitar en sí mismo actitudes de
egolatría, rebeldía, altanería y autoritarismo; c) Comprender el concepto de
testimonio cristiano, practicando la vivencia de la Verdad; d) Conocer el
testimonio que tuvieron Diótrefes y Demetrio en la primera Iglesia.
Resumen: San Juan nos muestra por medio
del testimonio de dos personajes lo que un cristiano debe ser y lo que no deber
ser. No tener una actitud
ególatra, rebelde, altanera ni autoritaria, sino que el buen
testimonio del entorno, practicar la verdad y el reconocimiento de los ministros de Dios.
S
|
e podría decir que esta tercera epístola
de San Juan está dedicada a poner de relieve la importancia que tiene el
testimonio cristiano. Testimonio se define como la declaración que hace una
persona para demostrar o asegurar la veracidad de un hecho por haber sido
testigo de él. También es la prueba que sirve para confirmar la verdad o la
existencia de una cosa. En el ámbito cristiano testimonio es la expresión de la
fe en Jesucristo que un creyente da a conocer a otros, tanto en hechos como en
palabras. El testimonio de vida confirma su calidad de convertido a Jesucristo.
En la enseñanza anterior vimos el
ejemplo de Gayo, un testimonio vivo de lo que debe ser un buen cristiano. En la
presente lección Juan nos muestra lo que no debe ser y lo que debe ser un
discípulo de Jesucristo como testigo del Evangelio.
¿Qué debe ser y
no debe ser un discípulo de Jesucristo?
1.
El ejemplo de
Diótrefes, lo que no debe ser un discípulo.
“9
Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer
lugar entre ellos, no nos recibe. / 10 Por esta causa, si yo fuere, recordaré
las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no
contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren
recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia.” (3
Juan 1:9,10)
Aquí tenemos a un “hermano” que no
valora ni respeta al propio apóstol Juan. Este cristiano no considera autoridad
a quien estuvo con el señor Jesucristo. ¿Será porque es ya un hombre anciano? ¿Creerá
que ahora es él quien tiene una mejor visión del Evangelio? La Biblia no nos
entrega mayores antecedentes de este creyente con autoridad en la iglesia
local, pero a través de las palabras de san Juan y del conocimiento que tenemos
del alma humana, podemos inferir la base de su mala actitud.
a)
Una actitud
ególatra.
Al pastor
Diótrefes “le gusta tener el primer lugar
entre ellos”, quiere que todos los hermanos de su iglesia lo respeten, amen
y escuchen sólo a él y a ningún otro, aún siendo un apóstol el que venga a
hablarles. Quiere que en el corazón de ellos esté primero él. ¿Querrá también
ocupar el lugar del Señor en sus corazones? ¿O querrá ser él una especie de
mediador o representante único de Cristo? Es un hombre ególatra que se ama a sí
mismo y pide que los demás lo amen y admiren. Por lo tanto es también un
egocéntrico, el centro de su vida en verdad no es Cristo sino su propio yo.
Desconoce la enseñanza de Jesús que dice:
“24
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. / 25 Porque todo el que quiera salvar su
vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.”
(San
Mateo 16:24,25)
Tampoco ha escuchado decir a San Pablo:
“3
Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros,
que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de
sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. / 4
Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los
miembros tienen la misma función, / 5 así nosotros, siendo muchos, somos un
cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.” (Romanos 12:3-5)
b)
Una actitud
rebelde.
San Juan escribe: “no nos recibe”. Diótrefes no quiere recibir al apóstol y sus
ayudantes, no reconoce la autoridad de ellos. Por lo tanto no reconoce el orden
en el Cuerpo de Cristo:
“27
Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. /
28 Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo
tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que
ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.” (1 Corintios 12:27,28)
Primeramente apóstoles, dice la Palabra,
y Diótrefes no los respeta. Quizás siente envidia del apostolado y su corazón
está en guerra contra la autoridad. En el fondo, como Lucifer, quiere robar la
autoridad de Dios y hacerse él mismo un dios:
“12
¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por
tierra, tú que debilitabas a las naciones. / 13 Tú que decías en tu corazón:
Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono,
y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; / 14 sobre las
alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.” (Isaías 14:12-14)
c)
Una actitud
altanera.
El tal hermano Diótrefes habla mal del
apóstol y sus compañeros de misión, murmurando de ellos; probablemente lo hace
de tal forma que despierta sospechas de su autoridad, testimonio y enseñanzas;
puede que invente y mienta con palabras maliciosas. ¡Tanto daño puede producir
la lengua contra nuestro prójimo! Algunos cristianos tienen la mala costumbre
de hablar mal de sus hermanos en la fe, suelen hacerlo con más soltura si esos
hermanos son de otra congregación o denominación, incluso hablan mal de los
siervos de Dios, sea por su teología o por su vida. Tal cosa es lamentable, no
edifica y es un pésimo testimonio del cristianismo en medio de una sociedad no
creyente. Más grave es cuando esa costumbre es de ministros del Señor; no
tenemos derecho a criticar ni juzgar a nuestros hermanos, tal tarea dejémosla
al Señor. No podemos crecer espiritualmente parloteando
con palabras malignas contra nuestros hermanos. La Palabra de Dios nos
advierte:
“Al
que solapadamente infama a su prójimo, yo lo destruiré; No sufriré al de ojos
altaneros y de corazón vanidoso.” (Salmo
101:5)
d)
Una actitud
autoritaria.
Dice la carta: “a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la
iglesia.” El mal pastor se molestaba con quien quería recibir en su casa al
apóstol y misioneros, se lo prohibía autoritariamente y si ellos lo hacían los
expulsaba de la iglesia. El autoritarismo es el sometimiento absoluto a una
autoridad humana. Es cierto que Dios nos ordena sujetarnos a las autoridades,
en especial de la Iglesia, pero también a estas les dice que no deben gobernar
como si fuesen dueños de las personas, sino con respeto y sirviéndolas con
amor:
“1
Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y
testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la
gloria que será revelada: / 2 Apacentad la grey de Dios que está entre
vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por
ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;
/ 3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino
siendo ejemplos de la grey. / 4 Y cuando
aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona
incorruptible de gloria.” (1 Pedro
5:1-4)
La labor de los ministros de Dios es
enseñar, aconsejar, orientar, advertir en base a la Palabra de Dios y no exigir
más allá de lo que es respeto y buen comportamiento en las relaciones
eclesiales, pero cada uno tiene su vida y deberá dar cuenta al Señor en su
momento. Los ministros de Dios no deben sobrepasarse en la autoridad que les ha
sido dada para servir a la comunidad cristiana.
Diótrefes,
perfil de un mal cristiano.
He aquí el perfil de un mal cristiano
que lamentablemente ha llegado al liderazgo, Diótrefes es un mal modelo a
seguir, ególatra, rebelde, altanero y autoritario. Líbrenos el Señor de tener
tales actitudes y de que nuestros líderes las ostenten. Al contrario, el buen
ministro de Dios y el buen discípulo deben ser sencillos, sumisos, humildes y
comprensivos, como lo aconseja San Pablo:
“22
Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y
la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor. / 23 Pero desecha las
cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas. / 24 Porque
el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto
para enseñar, sufrido; / 25 que con mansedumbre corrija a los que se oponen,
por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, / 26 y
escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.” (2 Timoteo 2:22-26)
2.
El ejemplo de
Demetrio, lo que debe ser un discípulo.
“11
Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero
el que hace lo malo, no ha visto a Dios. / 12 Todos dan testimonio de Demetrio,
y aun la verdad misma; y también nosotros damos testimonio, y vosotros sabéis
que nuestro testimonio es verdadero.” (3
Juan 1:11,12)
Dios nos
invita a imitar todo lo bueno y lo que es de buen nombre. Muchos ejemplos hay
en la Escritura para ello. Hemos visto el mal ejemplo de Diótrefes, mas también
está el positivo ejemplo del hermano Demetrio. El nombre griego Diótrefes
significa “alimentado por Zeus”, lo cual retrata muy bien a este hermano
alimentado por su vanidoso ego. En cambio el nombre Demetrio proviene de la
diosa griega Deméter, de la agricultura y la tierra; alguien consagrado al
cultivo de su alma.
Si imitamos a
aquellos que han hecho lo bueno, estaremos en el camino de Dios, más si
imitamos o nos dejamos guiar por aquellos que hacen lo malo, caminaremos con el
diablo. “El que hace lo malo, no ha visto
a Dios” dice
San Juan. Huyamos, entonces, de las malas actitudes de Diótrefes y sigamos el
buen ejemplo de Demetrio. Estas eran sus cualidades:
a)
Tenía un buen
testimonio.
Las personas hablaban bien de él, lo
cual significa que era un hombre bueno, un cristiano que vivía el Evangelio de
Jesucristo. Dice la carta: “Todos dan
testimonio de Demetrio”. Nuestro testimonio es lo que se ve y se oye de
Cristo en nosotros. Las personas observan nuestra conducta y llegan a tener una
opinión de nosotros. Un creyente puede hablar mucho de Dios, estar
continuamente recitando textos bíblicos y exponer su fe ante los demás, pero no
ser respetado porque sus hechos no coinciden con sus palabras. A veces es mejor
hablar menos y actuar más. El Evangelio es acción, es vida, es vivencia de
Jesucristo. De lo contrario es pura religiosidad farisea. Jesús a esa
religiosidad la consideraba una hipocresía y la llamaba “la levadura de los
fariseos” porque impregnaba a la persona y a la sociedad de algo falso.
b)
Practicaba la
verdad.
Otra vez recordemos que para San Juan la
Verdad es el Amor, de modo que practicar la Verdad es actuar con el amor de
Dios. El mandamiento dejado por Jesús fue amarnos los unos a los otros. Si lo
practicamos estamos en la Verdad, si no lo practicamos no caminamos en la
verdad y somos mentirosos y ciegos. La carta dice “Todos
dan testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma”. Si un cristiano es o
procura ser siempre paciente, bondadoso, humilde,
delicado, altruista, sereno, jovial, compasivo, magnánimo, es un cristiano que
está amando como Jesús nos pide, es un cristiano que está caminando en la
Verdad. Demetrio practicaba la Verdad, por eso la Verdad misma daba testimonio
de que él era un buen hijo de Dios.
c) Los ministros
del Señor lo reconocían.
San Juan escribió de Demetrio: “y también nosotros damos testimonio”. Los ministros
del Señor tenemos discernimiento de Sus ovejas y sabemos distinguir cuáles son corderos,
ovejas, cabritos o lobos con piel de oveja. El apóstol y sus compañeros
conocían espiritualmente a Demetrio y percibían que era un auténtico hijo del
Señor, daban testimonio de él.
Al Espíritu Santo no se le puede
engañar. Él da testimonio de quienes son verdaderos y quienes falsos. La
enseñanza de Jesús es muy práctica al respecto:
“15
Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas,
pero por dentro son lobos rapaces. / 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso
se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? / 17 Así, todo buen
árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. / 18 No puede el
buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. / 19 Todo
árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. / 20 Así que, por
sus frutos los conoceréis.” (San Mateo
7:15-20)
Como San Juan dice, “vosotros sabéis que nuestro testimonio es verdadero”, un ministro
puede dar testimonio de un hermano si el propio testimonio es verdadero. Por
eso todo líder de la Iglesia debe guardarse del mal:
“11
Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad,
la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. / 12 Pelea la buena batalla de la
fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo
hecho la buena profesión delante de muchos testigos.” (1 Timoteo 6:12)
Demetrio, perfil de un buen cristiano.
Así como Diótrefes
nos muestra el perfil de un mal cristiano, Demetrio nos da el del buen
discípulo de Jesucristo, el cual tiene un buen testimonio de todos, practica la
verdad del Evangelio que es el Amor y cuenta con el reconocimiento de los
siervos del Señor.
CONCLUSIÓN.
De acuerdo a
esta epístola de San Juan, el buen cristiano no
debe tener una actitud
ególatra, rebelde, altanera ni autoritaria, como la presentó el líder Diótrefes,
sino que debe ser sencillo, sumiso, humilde y comprensivo. El buen cristiano debe tener un buen testimonio del entorno, practicar la verdad del
Evangelio de Jesucristo; tener el reconocimiento de los ministros del Señor, como lo tuvo Demetrio.
PARA TRABAJAR EN EL
CENÁCULO:
1)
¿Qué conductas evidencian en un cristiano una actitud
ególatra?
2)
¿Cómo
se expresa la rebeldía de los cristianos en la Iglesia?
3)
¿Por
qué la altanería no es compatible con el Evangelio?
4)
¿Puede
un ministro de Dios ser autoritario y qué consecuencias podría tener ello?
5)
¿Se
considera usted un/a cristiano/a sencillo/a?
6)
¿Cómo
podemos desarrollar una actitud comprensiva hacia los hermanos en la fe?
7)
¿Conoce
usted el testimonio que proyecta en su entorno?
8)
¿Cómo
puede esta iglesia practicar la verdad del Evangelio?
9)
¿Cuenta
usted con el reconocimiento de algunos ministros del Señor?
10) ¿Qué similitudes hay entre Gayo y Demetrio?
11) ¿Cómo puede
dañar la murmuración y la mentira a una congregación?
12) ¿Es correcto
criticar a otros cristianos por su doctrina?
13) ¿Qué riesgos se
corre al hablar mal de un siervo de Dios?
14) ¿Cuál es el
motivo central de esta epístola?
15) ¿Cómo define
usted “testimonio” y “testimonio cristiano”?
16) ¿Qué define a un
verdadero discípulo de Jesucristo?
17) ¿Qué espera
usted de un líder cristiano?
18) ¿Confronta su
pastor en la prédica los hechos con las palabras?
BIBLIOLINKOGRAFÍA.
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Pérez Millos, Samuel “Comentario Exegético Al
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