PALABRAS DE GRACIA
XVIII PARTE
Pastor Iván Tapia Contardo
Lectura
bíblica: “1 Recibid al
débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.” (Romanos 14:1)
Idea central: Prudencia con el débil en la fe.
Objetivos: a) Comprender quién es el débil en la fe y cómo tratarlo para
su desarrollo cristiano; b) No
contender sobre opiniones con el débil en la fe; c) No menospreciarlo; d) No
juzgar al hermano; y e) No ponerle tropiezo u ocasión de caer.
Resumen:
La prudencia en el trato hacia nuestros hermanos débiles en la fe, ha de ser
una conducta de cristianos maduros que viven la libertad de Cristo. La lección
basada en la enseñanza paulina nos entrega cuatro consejos para relacionarnos
con ellos.
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Pablo predica la sola fe para la
salvación “8 Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; / 9 no
por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios
2:8,9) Pocos cristianos viven sólo por fe y siguen mandatos y prácticas que
les ordena su iglesia o doctrina, como abstenerse de bebidas y comidas,
celebrar ciertos días, no hacer algunas cosas, dejar de visitar lugares, etc.
¿Cómo debe ser nuestra relación con los
débiles en la fe?
1. No contender sobre opiniones con el hermano.
“1
Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. / 2 Porque
uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres.” (Romanos 14:1,2)
El Espíritu Santo no nos dice que
critiquemos aquello, tampoco que nos burlemos o prediquemos contra los que
viven así su fe. Por el contrario, nos amonesta “Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.” La
Biblia llama a esas enseñanzas sobre comidas, bebidas, días, etc. “opiniones”.
Opinión es una idea, juicio o concepto que
una persona tiene o se forma acerca de algo o alguien, pero es sólo una idea de
alguien, no es la idea de Dios. Una opinión no es la Verdad.
Algunos creemos que se puede comer de todo, incluso carne. Pero quizás
no comemos prietas porque los apóstoles ordenaron a los gentiles no comer
sangre. En cambio otros cristianos lo hacen sin problema de conciencia. Los que
comemos carne nos apoyamos en un texto y los que sólo comen verduras y
legumbres lo hacen apoyados en otro texto de la Biblia. ¿Cuál de los dos tiene
razón? Ponernos a discutir este asunto sólo nos llevará a disensión y
separación, hasta podría provocar odios y hacernos pecar. El sabio consejo del
Apóstol es no contender sobre opiniones.
Hoy en día hay vegetarianos, naturistas,
veganos, distintas doctrinas sobre lo que se debe y no debe ingerir. Muchos de
ellos están en la Iglesia y lo hacen por motivos de salud y también algunos, de
conciencia. Hacerlo o no hacerlo no nos salva, tampoco nos hace mejores ni
peores cristianos.
La idea es que no exista discusión que
lleve a la enemistad. Recordemos que “4
El amor es... benigno;... el amor no es jactancioso, no se envanece; 5...no
busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor” (1 Corintios 13:4,5) Siempre ha de ser el amor lo que prevalezca en
nuestras relaciones como cristianos.
Para tener
una buena relación con los débiles en la fe y, en general, entre hermanos, no debemos
contender sobre opiniones.
2. No menospreciar al hermano.
“3 El que come, no menosprecie al que no come,
y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. / 4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado
ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque
poderoso es el Señor para hacerle estar firme.” (Romanos
14:3,4)
Muchas costumbres cristianas, aunque nos
parezcan sin fundamento y hasta ridículas a algunos, quienes las practican lo
hacen con gran amor hacia el Señor, están llenos de fe en Él y sólo quieren
serle gratos. ¿Por qué habremos de menospreciarles? Seguramente Pablo vio
muchas actitudes y usos entre los cristianos que visitaba, que a él le parecían
innecesarias, pero las respetó porque eran signos de fe en quienes las
practicaban. Recordemos como hizo que su discípulo Timoteo fuera circuncidado,
por causa de los judíos, y cómo él mismo se rapó en Cencrea:
“1
Después llegó a Derbe y a Listra; y he aquí, había allí cierto discípulo
llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego; 2 y
daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en Iconio. 3
Quiso Pablo que éste fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los
judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era
griego.”
(Hechos 16:1-3)
“18
Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se despidió de los
hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose rapado la
cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto.” (Hechos 18:18)
Tales cosas hizo, no menospreciando a
sus hermanos judíos, sino con el propósito de serles confiable y llegar a ellos
con la Palabra del Evangelio: “20 Me he
hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos
a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a
los que están sujetos a la ley” (1
Corintios 9:20)
En la Iglesia encontramos diversas
“costumbres”. Costumbre es la manera habitual
de obrar una persona, animal o colectividad, establecida por un largo uso o
adquirida por la repetición de actos de la misma especie. Algunos cristianos no
beben vino o bebidas alcohólicas, considerándolo pecaminoso; las damas no se
cortan el cabello pues lo ven como el velo que Dios les dio para santificarlo;
otros no ven televisión por considerar este artefacto transmisor de maldad; las
formas de vestir también expresan sentimientos de respeto, adoración,
compromiso con Dios. Visto desde el Nuevo Pacto, todo ello es “costumbre” y no
mandato de Dios. Cada agrupación cristiana tiene sus propias costumbres y
tradiciones, las que con el paso de los años van cambiando.
Los cristianos debemos ser respetuosos
de las costumbres de otros cristianos como también de los no creyentes, siempre
que no atenten a la moral e integridad física. Es la lógica que aplican las
misiones en pueblos de otras culturas.
Nadie tiene derecho a juzgar al criado ajeno.
Somos criados o esclavos del Señor. Para su propio señor está en pie el criado.
Nosotros también, para Jesucristo estamos como estamos; y el Señor es
Todopoderoso para hacernos estar firmes, cualquiera sea nuestra tradición,
costumbre u opinión.
Para tener
una buena relación con los débiles en la fe y con nuestros hermanos no debemos menospreciarnos
sino amarnos y respetarnos.
3. No juzgar al hermano.
“10
Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu
hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. / 11 Porque
escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y
toda lengua confesará a Dios. / 12 De manera que cada uno de nosotros dará a
Dios cuenta de sí. / 13 Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros,
sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.” (Romanos
14:10-13)
No debemos menospreciar ni juzgar al
hermano. No es nuestra función ni derecho juzgar; tal cosa pertenece sólo a
Dios. El tribunal de Cristo es el único lugar y tiempo en que los cristianos
seremos juzgados por el Señor, no es ahora ni somos nosotros los “jueces”. Está
escrito que ante Él se someterá todo ser humano y deberá confesar a Jesucristo.
Un día, en el Tribunal de Cristo,
tendremos que dar cuenta a Dios de nuestra vida: “10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el
tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras
estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.” (2 Corintios 5:10) Seremos reconocidos por las acciones realizadas y
reprendidos por las no realizadas, aquello que debimos hacer y no lo hicimos.
En ese tribunal, además, será sometida a
juicio la obra de cada uno durante su vida cristiana: “13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará,
pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la
probará.” (1 Corintios 3:13)
Ya que nos espera el juicio del Señor,
no es procedente que nos juzguemos unos a otros:
“16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida,
o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo” (Colosenses 2:16)
Para tener
una buena relación con los hermanos, debemos dejar todo juicio al Señor, en
el Tribunal de Cristo.
4. No poner tropiezo u ocasión de caer
al hermano.
“15
Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme
al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo
murió. / 16 No sea, pues, vituperado vuestro bien” (Romanos
14:15)
Pensemos en un cristiano que es
respetado por sus hermanos porque es un hombre muy ético, misericordioso y
sabio en la Palabra de Dios; pero un día esos hermanos descubren que acostumbra
comer carne de cerdo y beber vino. Para él y su familia esto es algo normal ya
que todo lo que hay en la mesa es para comerlo, pero para sus hermanos el cerdo
es un animal inmundo y beber vino trae disolución. Por tan sólo esa conducta,
juzgarán al hombre como mal cristiano y pecador. Otros querrán imitarle pero no
lo harán por fe y ellos sí caerán en pecado. Esta es la razón por la cual
muchos hermanos ponen en duda la conversión de aquellos que no siguen sus
costumbres.
“8
Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos,
seremos más, ni porque no comamos, seremos menos. / 9 Pero mirad que esta
libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. / 10 Porque si
alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de
ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo
sacrificado a los ídolos? / 11 Y por el conocimiento tuyo, se perderá el
hermano débil por quien Cristo murió. / 12 De esta manera, pues, pecando contra
los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. / 13 Por lo
cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás,
para no poner tropiezo a mi hermano.” (I Corintios 8.8-13)
La comida no nos hace más santos ante
Dios. Las costumbres alimenticias pueden conservar nuestra salud o malograrla,
pero ello no nos dará ni quitará la salvación. Los nacidos de nuevo por fe en
Jesucristo, somos libres de comer y beber lo que queramos, con prudencia. Sin
embargo, esta libertad debe ser practicada con amor hacia el prójimo. Nuestros
actos tienen consecuencias en los demás, especialmente en los “débiles en la
fe”.
Solemos pensar “yo soy yo mismo”, “hay
que ser auténtico”, “no vivo por el qué dirán”, “no soy hipócrita”. Todos estos
pensamientos son egocéntricos. Al actuar ante otros, debemos preocuparnos de la
conciencia del prójimo. Es importante que nuestra libertad no sea una piedra de
tropiezo para el cristiano con otra opinión, otras costumbres u otras
tradiciones, más basados en asuntos externos que en la pura fe en Jesús.
Si un cristiano débil nos ve comiendo en
un lugar inadecuado, ese hermano de mente débil puede querer imitarnos y en ese
lugar no saber controlarse y caer en pecado. Por el conocimiento y la
imprudencia nuestra, un hermano puede alejarse de Cristo, su Salvador. A veces
es mejor que alguien esté en la Ley sin perderse, a que conozca la Gracia y se
desbande hasta apostatar de la fe.
Si mi actuación libre hace caer de la fe
a un hermano, es preferible no abusar de mi libertad.
Para tener
una buena relación con nuestros hermanos en Cristo, debemos cuidarnos
de ponerles tropiezo u ocasión de caer en pecado.
CONCLUSIÓN.
El débil
en la fe es un creyente con falta de madurez para vivir la libertad de Cristo y
prefiere ceñirse a normas. Para tener una buena
relación con los hermanos débiles en la fe debemos considerar: 1) No contender
sobre opiniones con él; 2) No menospreciarlo; 3) No juzgar al hermano; y 4) No
ponerle tropiezo u ocasión de caer.
1) ¿Qué es para
usted un “débil en la fe”?
2) ¿Qué costumbres
son primordiales en la vida cristiana?
3) ¿Qué costumbres
de la Iglesia le desagradan y por qué?
4) ¿Cree que se deba prohibir ciertas bebidas y
alimentos?
5) ¿Cómo procede usted con personas débiles en la fe?
6) ¿Pueden en una
misma congregación convivir hermanos de diversas opiniones?
7) ¿Qué opinión
tiene usted sobre comer carne?
8) ¿Sobre qué
virtud deben basarse todas las relaciones en la Iglesia?
9) ¿Se ha sentido
alguna vez menospreciado en un grupo?
10) ¿Qué hace cuando
siente menosprecio por alguien?
11) ¿Qué motivación
tenía el apóstol Pablo cuando se adaptaba a las costumbres religiosas judías?
12) ¿Qué cambios en
las costumbres de la sociedad y la Iglesia se han visto estas últimas décadas?
13) ¿Cuál debiera
ser el límite para nuestra libertad cristiana?
14) ¿Por qué no
debemos juzgar al hermano?
15) ¿En qué aspectos
de su persona le agradaría a usted ser respetado(a) y aceptado(a)?
16) ¿En qué le
gustaría ser imitado por otros?
17) ¿Qué actos
negativos suyos han tenido consecuencias en otras personas?
18) Explique esta
frase: “Es mejor que alguien esté en la Ley sin perderse, a que conozca la
Gracia y se desbande hasta apostatar de la fe.”