LECCIÓN 17
© Pastor Iván Tapia
Lectura
bíblica: “12
Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en
nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. / 13 En esto conocemos que
permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. / 14 Y
nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el
Salvador del mundo. / 15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios,
Dios permanece en él, y él en Dios. / 16 Y nosotros hemos conocido y creído el
amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en
amor, permanece en Dios, y Dios en él.” (1 Juan 4:12-16)
Idea central: Cómo permanecer en Dios.
Objetivos:
a) Comprender que Dios desea morar en todo ser
humano porque le ama; b) Comprender que Dios no puede vivir en el pecado porque
es Santo; c) Comprender el método de Dios para hacer santo al pecador; d) Comprender
la misión de Jesucristo en la justicia de Dios; e) Comprender el rol del
Espíritu Santo en la transformación del cristiano; f) Comprender que Dios
permanecerá eternamente en el cristiano auténtico y consecuente; y g) Conocer
las condiciones para que Dios permanezca en el discípulo.
Resumen: Las
condiciones para que el Dios Santo y Justo permanezca en el creyente implican
que éste practique el Amor verdadero, posea el Espíritu Santo, crea en
Jesucristo y Su Evangelio y permanezca unido a Cristo.
S
|
an Juan utiliza el verbo “permanecer” 19 veces en esta carta.[1] Casi la misma proporción
que la palabra “amor”. Es tan importante para el apóstol tener una constancia
en la práctica de la fe cristiana, que aplica este verbo cuantas veces como
puede. Permanecer equivale a perseverar, estar bien asentado o arraigado en lo
que se cree y en lo que se ama.
En el capítulo 2
nos enseña:
·
Permanecer en Cristo es andar como Él
(2:6)
·
Permanecer en la Luz es amar al hermano
(2:10)
·
Permanecer en la Palabra nos hace
fuertes (2:14)
·
Si hacemos la voluntad de Dios,
permaneceremos eternamente (2:17)
·
Si permanecemos en el Evangelio,
permaneceremos en el Hijo y el Padre (2:24)
·
Hemos recibido de Dios una Unción que
permanece en nosotros y nos enseña la Verdad, por tanto debemos permanecer en
Cristo (2:27)
·
Debemos permanecer en Cristo para no
pasar vergüenza cuando Él regrese (2:28)
En el capítulo 3
nos enseña:
·
Quien permanece en Cristo, no peca (3:6)
·
El nacido de Dios no peca porque la
semilla de Dios permanece en él (3:9)
·
El que no ama a su hermano permanece en
muerte (3:14)
·
El que guarda los mandamientos de Jesús,
permanece en Dios (3:24a)
·
Sabemos que Cristo permanece en nosotros
porque tenemos Su Espíritu (3:24b)
En esta enseñanza analizaremos las ocasiones que utiliza
esta palabra en el capítulo 4, ya que en el último no lo hace. Una vez más nos
revela bajo qué condiciones permanece Dios en la vida de una persona.
¿Bajo qué condiciones permanece Dios?
1. Dios permanece donde hay Amor verdadero.
“12
Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha
perfeccionado en nosotros.” (1 Juan 4:12)
Si nos amamos
unos a otros, significa que Dios “permanece” en nosotros. Permanecer es mantenerse sin cambios en un determinado
estado, condición o situación. Dios se mantendrá sin cambio alguno, cuando
amamos a los hermanos. Recordemos que amar al hermano es amar a otra célula o
miembro del Cuerpo de Cristo, es amar a Cristo. Dios estará feliz y fluirá con
Su Amor Divino, prodigándolo a través nuestro a todas aquellas personas con las
que compartimos a diario.
Nadie ha visto
jamás a Dios, ni nosotros que decimos conocerle, pero sí podemos ver a Su
pueblo, que es depositario de Su Vida, Palabra y Espíritu. En la Iglesia,
Cuerpo de Cristo, se experimenta la Vida de Dios, la que fluye de lo alto; en
la Iglesia se recibe el Pan de la Palabra, alimento Divino para el Cuerpo de
Cristo; en la Iglesia habita Dios por medio de Su Espíritu Santo.
Si la Iglesia se
amara y no hubiese críticas, murmuraciones, rechazo entre hermanos, divisiones,
etc. Dios permanecería de un modo más poderoso en ella. Hagamos de la Iglesia
un pueblo lleno de Amor, no tanto amor humano que es limitado y a veces
selectivo, sino que de Amor Divino, aquél que fluye del trono de Dios como un
río cristalino: “1 Después me mostró un
río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono
de Dios y del Cordero. / 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro
lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada
mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.”
(Apocalipsis 22:1,2)
Dios permanecerá
a gusto en el corazón del cristiano y en la Iglesia que ama; no abandonará al
que no lo hace, pero se entristecerá: “30
Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para
el día de la redención. / 31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira,
gritería y maledicencia, y toda malicia. / 32 Antes sed benignos unos con
otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó
a vosotros en Cristo.” (Efesios
4:30-32) Quizás Dios permanezca a disgusto en un corazón cristiano mediocre,
aunque se esforzará por transformarlo.
2. Dios permanece donde está Su Espíritu.
“13
En esto conocemos que permanecemos
en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu.” (1
Juan 4:13)
Sabemos que
permanecemos en Cristo y Cristo permanece en nosotros porque nos dio Su
Espíritu Santo. Jesucristo en Su resurrección se transformó en Espíritu
vivificante: “Así también está escrito:
Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu
vivificante.” (1 Corintios 15:45).
Él vive en nosotros, nos limpia y vivifica para ser transformados a Su
semejanza.
Gracias al hecho
de que Cristo habita en nosotros, podemos mantenernos en Dios y la salvación,
es decir permanecemos en Él, cumpliéndose la promesa que dice: “...El que me ama, mi palabra guardará; y mi
Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” (San Juan 14:23). También dice: “16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro
Consolador, para que esté con vosotros para siempre: / 17 el Espíritu de
verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero
vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” (San
Juan 14:16,17).
Dios permanece
donde está Su Espíritu Santo; allí se afinca, echa raíces y comienza una obra
de salvación, sanación, renovación y transformación. Cristo no se conforma con
salvarnos de la condenación eterna; Él quiere sanarnos de todo tipo de
enfermedad del alma, liberarnos de tanta cadena que nos oprime; pero además
quiere renovar las mentes, cambiar el modo de pensar la vida, el mundo, la
Iglesia la fe; y en definitiva transformarnos completamente para Él y Su Reino,
quiere prepararnos para la vida venidera: el milenio y la vida eterna. Al
permanecer en nosotros, Su Espíritu obra todo ello. ¡Permitamos que trabaje en
nuestro ser!
3. Dios permanece en los que creen en Jesús.
“14
Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el
Salvador del mundo. / 15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios,
Dios permanece en él, y él en Dios.”
(1
Juan 4:14,15)
Los apóstoles
vieron con sus propios ojos y tocaron al Salvador del mundo, ¡qué gran
privilegio tuvieron! Testificaron acerca de la Encarnación del Hijo de Dios en
Jesucristo, hijo de María y José de Nazaret. También dieron testimonio de Su
muerte en la cruz y de Su resurrección. Es fundamento de la doctrina cristiana
creer en Jesucristo como Hijo de Dios, Salvador y Señor.
Si creemos que
Jesús fue sólo un hombre, sabio y con poderes de taumaturgo, o sea con poderes
para hacer milagros y actos prodigiosos, que terminó su vida crucificado como
un malhechos, aunque pensemos de él como un gran héroe, pero no creemos en Su
Divinidad ni que es el Mesías, Salvador del mundo, significa que Dios no habita
en nosotros. Dios permanece en los que creen en Jesucristo, el Hijo de Dios. Si
Dios mora en alguien, Él le conduce a la fe en Jesucristo.
Hay una íntima
relación entre Jesucristo y Dios, Uno es el Hijo y Otro es el Padre. Algunas
personas sólo creen en el Padre, pero no creen en Jesús, el Hijo. No nos
desesperemos; “por algo se empieza” digo yo, a muchos nos ha sucedido. Cristo
debe revelarse y eso no depende de esfuerzo humano. Lo único que podemos hacer
por la conversión del prójimo es sembrar en sus corazones, mejor dicho en sus
oídos, la Palabra de Dios, pues “...la fe
es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Romanos 10:17)
La predicación
del Evangelio es el anuncio de Jesucristo. Al presentar al mundo la Persona del
Salvador, podrá conocer la Gracia de Dios, el camino de salvación, para acceder
a permanecer en la fe de Jesús.
4. Dios permanece en los que permanecen en Cristo.
“16
Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros.
Dios es amor; y el que permanece en
amor, permanece en Dios, y Dios en
él.” (1
Juan 4:16)
Los cristianos
somos personas que fueron alcanzadas por la misericordia de Dios. Él nos
escogió y llamó a Su Reino por medio de Su gran Amor. Tuvimos fe en Su promesa
de salvación y esa fe nos fue contada por justicia. Fe y amor son dos aspectos
de la salvación; amor por parte de Dios y fe por parte del pecador.
En este verso
San Juan repite el concepto ya expresado en versículos anteriores: “El que no ama, no ha conocido a Dios;
porque Dios es amor.” (1 Juan 4:8)
Si hemos conocido a Dios, cuya substancia misma es el Amor, si Él nos ha
expresado Su Amor y, aún más, ha derramado Su Amor en nosotros, entonces lo más
procedente es que le amemos a Él y a todo ser humano.
Permanecer en el
Amor en sus tres aspectos, los que detallaremos a continuación, es mantenernos
unidos a Dios no como una enredadera que se abraza y aferra a un árbol, sino
como una rama desgajada de esa enredadera que es injertada directamente al
árbol para llegar a ser parte y extensión de él. Los cristianos más que
abrazarnos y aferrarnos a Jesucristo, nos injertamos a Él y pasamos a ser una
prolongación de Su Persona en esta tierra. Por eso se dice que somos Su cuerpo:
“Vosotros, pues, sois el cuerpo de
Cristo, y miembros cada uno en particular.” (1 Corintios 12:27)
Para que Dios
permanezca en el discípulo, éste debe permanecer en Dios. Esto significa ser
parte de Él, como los pápanos de una vid: “4
Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por
sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en
mí. / 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en
él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. / 6 El
que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los
recogen, y los echan en el fuego, y arden.” (San Juan 15:4-6)
También significa
pasar a integrarse en Su Persona, injertándose en Cristo: “Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo
silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante
de la raíz y de la rica savia del olivo, / 18 no te jactes contra las ramas; y
si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.” (Romanos 11:17)
Dios permanece
en los que permanecen en Él. Hay tres aspectos de este permanecer:
a)
Permanecer
en el Amor a Dios. Significa relacionarse en forma
permanente con Él, dar gracias por Sus bendiciones, alabarlo y adorarlo,
consultarle toda decisión, alimentarse con Su Palabra y obedecerla, dedicar
tiempo de oración y ayuno para Él.
b)
Permanecer
en el amor al prójimo. Significa desarrollar las virtudes del
Amor de Dios, ejercitarlas con los demás, especialmente con aquellos con los
que estamos mal relacionados; amar a los hermanos en la fe, a la familia, los
amigos y enemigos, todo semejante.
c)
Permanecer
en el amor a sí mismo. Significa no vivir culpándose; cuidar
del ser físico, intelectual y espiritual; brindarse tiempos de solaz; cuidarse
de no pecar; dedicar tiempo a la oración, la reflexión y la meditación.
CONCLUSIÓN.
Dios desea morar en el ser humano, mas no puede hacerlo porque está
lleno de pecado y Él es Santo. Para hacerlo debe limpiarlo. Es lo que hace por
medio de Jesucristo: Nos perdona, nos declara justos y pone Su Espíritu dentro
para, desde allí, comenzar a transformarnos en personas santas.
Dios permanece en el cristiano durante toda su vida en esta tierra y en
la eternidad. Esto es así porque existen ciertas condiciones para que Él
permanezca en alguien: 1) Dios permanece donde hay Amor verdadero; 2) Dios permanece
donde está Su Espíritu; 3) Dios permanece en los que creen en Jesús; y 4) Dios
permanece en los que permanecen en Cristo.
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)
¿Qué impide a Dios habitar en todo ser humano?
2)
¿Cómo
limpia Dios al pecador?
3)
¿Cómo
transforma Dios al cristiano?
4)
¿Cómo se puede andar como Cristo?
5)
¿Tiene usted un plan personal de alimentación
espiritual con el Pan de la Palabra de Dios?
6)
¿Siente que Dios habita en usted?
7)
¿Cómo se puede permanecer en el amor a sí mismo?
8)
¿Cuál es el mayor desafío en la práctica del
amor al prójimo?
9)
¿Cuál
es, a su juicio, el principal factor para que Dios permanezca en el cristiano?
10) ¿Cómo
podemos practicar el amor a
los hermanos en la fe?
11) ¿Estará Dios a gusto en nuestros corazones?
12) ¿Cómo se puede ayudar a crecer en la fe a
las personas que sólo reconocen al Creador pero no a Jesucristo?
13) ¿Los
cristianos somos enredaderas que se abrazan y aferran a Cristo o somos ramas
desgajadas de esa enredadera, injertadas en Él?
BIBLIOLINKOGRAFÍA.
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(1966, 1970, 1979, 1983, 1996) “Dios
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https://es.wikipedia.org/
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Pérez Millos, Samuel
“Comentario Exegético Al Texto Griego del Nuevo Testamento –
Hebreos”
·
https://www.biblegateway.com
[1] Usa el verbo
“permanecer” sólo en los capítulos 2, 3
y 4. No lo usa en el primero ni en el último capítulo. Recuerde que la Primera
Epístola de San Juan tiene 5 capítulos. En el capítulo 2 lo usa 9 veces; en el
3 lo usa 5 veces; y en el 4 lo usa 5 veces también.
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