LECCIÓN 11
© Pastor Iván Tapia
Lectura
bíblica: “8
El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el
principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del
diablo.” (1 Juan 3:8)
Idea central: Jesús apareció para deshacer las obras del diablo.
Objetivos:
a) Conocer los dos
grandes personajes opuestos de la Biblia; b) Conocer la historia del mal y el
bien en las figuras de Satanás y Jesucristo; c) Estar alertas a los engaños del
Diablo; d) Conocer las características de nuestro adversario espiritual y
precavernos contra ellas; e) Informarse de los inicios del “ser de luz” que se
transformó en enemigo de Dios; f) Conocer los propósitos del Diablo al aparecer
en nuestro planeta; g) Conocer y apreciar los propósitos de Jesucristo para con
los cristianos y los hombres en general.
Resumen: Esta
enseñanza revela los propósitos de los dos personajes fundamentales de la
Biblia –Satán y Jesús- al aparecer en nuestro planeta. Uno, constituido en
enemigo de Dios, vino a destruir al Hombre y el otro, Hijo de Dios y Amigo del
Hombre, vino a salvarlo.
L
|
a Biblia nos
presenta una gran cantidad de personajes viviendo diversas historias, las que
sirven para mostrarnos la voluntad de Dios para con el Hombre y cómo éste actúa
frente a la Deidad. El mensaje de la Biblia está dirigido al ser humano, por lo
que podríamos pensar que éste es el actor principal o protagonista de la
historia bíblica. Pero en realidad no es así; Dios es el gran Protagonista,
personificado en Jesucristo. Hay un actor secundario imprescindible en el
relato de la Escritura, el enemigo de Dios, también enemigo de la Humanidad.
Jesús y Satán son los dos personajes más importantes de la Biblia, confrontados
en una lucha a muerte. Ambos luchan por apoderarse de nuestras almas, uno para
nuestra destrucción y el Otro para nuestra salvación.
¿Para
qué aparecieron el diablo y Jesús?
1.
El diablo apareció para destruir al
hombre.
“8
El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio...”
(1
Juan 3:8a)
Practicar el
pecado es tener una disposición permanente a contradecir la voluntad de Dios.
Los que viven en tinieblas practican el pecado, viven en desobediencia a toda
autoridad superior: roban, matan, destruyen, mienten, desprecian, en fin no
aman a Dios ni a su prójimo. Todas sus acciones se originan en la incredulidad
y la rebelión. Están los que niegan la existencia de Dios y también están los
que saben que hay un Dios pero no quieren obedecerle.
Se inició una rebelión
contra Dios en la Tierra cuando Adán prefirió creerle a la serpiente y no a
Dios. Pero en verdad el inicio de la rebelión es muy anterior y su verdadero
origen fue en los cielos. Había junto a Dios, en los cielos, un ser espiritual
con características especiales, como lo cuenta el profeta: “11 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:” (Ezequiel 28:11)
a)
“12
Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho
Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y
acabado de hermosura.” (Ezequiel
28:12) Era un ser con poder
similar al de un rey, perfecto, sabio y muy hermoso.
b)
“13
En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu
vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro,
carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron
preparados para ti en el día de tu creación.” (Ezequiel 28:13) Poseía todas las
riquezas del cielo, tal vez un administrador, además gustaba de la música,
quizás dirigía la alabanza y la adoración en los cielos.
c)
“14
Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí
estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.” (Ezequiel 28:14) Era uno de los más
altos seres espirituales, cercanos al Padre, un querubín. Poseen el don de
ciencia en forma preponderante, en relación a todos los ángeles. El profeta
tuvo una visión de los querubines como poseyendo cuatro caras y cuatro alas, es
decir que podían ver y movilizarse hacia los cuatro puntos cardinales. Los
querubines son los guardianes de la gloria de Dios, pero además se presentan en
la visión, semejantes a un carruaje ya que al juntar como grupo sus alas forman
una especie de carroza celestial: “9 Con
las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que
cada uno caminaba derecho hacia adelante.” (Ezequiel 1:9) Su desplazamiento es muy veloz: “14 Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos.”
(Ezequiel 1:14)
d)
“15
Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se
halló en ti maldad.” (Ezequiel
1:15) En todo había sido creado este querubín con tal perfección que llegó
a ensoberbecerse.
Aquí comienza un
camino de descenso en santidad. Como a los humanos, eras antes, al principio de
los tiempos, Dios había creado a los seres celestiales en sus diversos tipos,
nueve según algunos teólogos: Querubines, serafines,
tronos, dominios, principados, potestades, virtudes, arcángeles y ángeles. Y
este querubín especial, por sus muchas responsabilidades, se envaneció y quiso
ser como Dios: “16 A causa de
la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo
que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego,
oh querubín protector.” (Ezequiel
28:16). El querubín habitaba en medio de fuego sagrado encendido para
adorar al Señor; ministraba en la solidez de las piedras preciosas del templo
de Dios. Protegía los bienes del cielo, mas no lo valoró y quiso ser más: “17 Se enalteció tu corazón a causa de tu
hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por
tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti.” (Ezequiel 28:17)
Ya que profanó
el santuario de los cielos, Dios le quitó la bendición, el fuego del Espíritu,
y lo puso en esta Tierra como testimonio y advertencia de iniquidad y
desobediencia: “18 Con la multitud de tus
maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo,
pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza
sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. / 19 Todos los que te
conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para
siempre dejarás de ser.” (Ezequiel
28:18,19)
Este querubín se
volvió orgulloso y se exaltó a sí mismo, naciendo en él un deseo de gobernar la
creación. Anhelaba sentarse en el lugar de Cristo. Entonces susurró mentiras en
los seres celestiales, hasta que tuvo de su lado a la tercera parte de los
ejércitos celestiales. Su nombre era Luzbell, Lucifer o Lucero, ser de luz.
Isaías habla de él así:
“12
¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por
tierra, tú que debilitabas a las naciones. / 13 Tú que decías en tu corazón:
Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono,
y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; / 14 sobre las
alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. / 15 Mas tú
derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo.” (Isaías 14:12-15)
De este modo,
este querubín llamado Lucifer, pasó a ser el “adversario” o “enemigo” de Dios,
es decir Satanás. Llamamos a Luzbell en esta nueva condición de ser expulsado
del cielo, como Satán o Satanás, el enemigo de Dios y, por tanto, también
enemigo de todos los que amamos al Señor. Algunos escritos bíblicos se refieren
a él como el “enemigo”: “38 El campo es
el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos
del malo. / 39 El enemigo que la
sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los
ángeles.” (San Mateo 13:38,39)
Diablo significa
“acusador” o “calumniador”. Las acusaciones que Satanás hace contra nosotros
suelen ser falsas, como también sus insinuaciones; es el mentiroso por excelencia.
Tal es así que Jesús le llama “padre de mentira”: “44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro
padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha
permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de
suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” (San Juan 8:44)
De modo que
Lucifer o ángel de luz, Satanás o enemigo, el Diablo o acusador, pecó desde
mucho antes que el Hombre, rebelándose contra Su Creador; fue expulsado del
Cielo y vino a esta Tierra para tentar y hacernos caer, para que los seres
humanos formáramos parte de ese ejército de criaturas en contra de Dios, en
contra de Cristo.
Sí, el Diablo
peca desde el principio y vino a este mundo con el propósito de robar al hombre
su estado de pureza y santidad que tenía en el Edén; para matarlo
espiritualmente, haciéndolo pecar y alejándole de Dios; para destruirlo porque
somos obra del Señor, como una forma de vengarse de Él. Jesús lo afirmó: “10 El ladrón no viene sino para hurtar y
matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia.” (San Juan 10:10)
2.
Jesucristo apareció para deshacer las
obras del diablo.
“8... Para esto apareció el Hijo de Dios, para
deshacer las obras del diablo.” (1 Juan 3:8b)
El
capítulo anterior nos señaló que Jesús apareció para quitar nuestros pecados.
El capítulo actual agrega que Jesús apareció
para deshacer las obras del Diablo. Este ser vino para robarnos, matarnos,
destruirnos. Contra esta obra destructiva apareció Jesucristo en la Tierra,
para:
a)
Devolver al hombre su condición primera.
“29
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos.”
(Romanos 8:29)
Cristo es el
Hombre perfecto que devuelve a la raza descendiente de Adán la semejanza divina
que el pecado deformó. Incluso es mejor el resultado ahora, los bienes heredados
de Jesucristo son mayores y mejores que los de Adán, pues “20... cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Romanos 5:20).
En Cristo hemos recuperado:
·
La posibilidad que tenía Adán de
conversar abiertamente con el Padre.
·
La armonía con la creación, viendo en
ella la mano del Creador y alabándole.
·
La pureza de Adán y Eva, perdonados y
limpios de pecados tenemos comunión con Dios.
·
La pertenencia al Huerto de Edén, que
ahora es el Reino de Dios, donde vivimos en fe y obediencia al Señor
Jesucristo.
b)
Dar la verdadera vida al hombre, la vida
espiritual con Dios.
“1
Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y
pecados”
(Efesios 2:1)
“4
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, / 5
aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo
(por gracia sois salvos)” (Efesios
2:4,5)
Cristo por Su
muerte y resurrección nos da la vida que viene de lo alto, una vida basada en
el Amor de Dios. Los delitos y pecados nos tenían atrapados en la culpa y la
desesperanza, mas al ser perdonados y limpios por Dios, experimentamos la
libertad de los hijos de Dios: “21 porque
también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la
libertad gloriosa de los hijos de Dios.” (Romanos 8:21)
Espiritualmente
nos encontrábamos muertos para Dios, sin vida en el espíritu, mas al ser
resucitados con Cristo, adquirimos Su vida, una vida superior a cualquier otra.
Así como Él resucitó de entre los muertos, los cristianos nos levantamos de las
aguas del bautismo teniendo una nueva vida. Esto es un regalo de Dios que
agradeceremos por eternidad.
c)
Restaurar y edificar al hombre con la
Verdad.
“31
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; / 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres. / 33 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido
esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? / 34 Jesús les respondió: De
cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.
/ 35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para
siempre. / 36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. /
37 Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi
palabra no halla cabida en vosotros. / 38 Yo hablo lo que he visto cerca del
Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre.” (San Juan 8:31-38)
Jesucristo nos
llama a permanecer en Su Palabra, el Evangelio de nuestra salvación. Si lo
hacemos, seremos considerados por Él Sus verdaderos discípulos, cristianos que
creen y obedecen a Su mensaje.
Conocer la
Verdad no es tener una información de ella, la teoría del Evangelio, aprender
de memoria la Biblia. No, conocer la Verdad es experimentarla, vivirla, hacerla
carne en nosotros: “21 Por lo cual,
desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la
palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. / 22 Pero sed
hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros
mismos.” (Santiago 1:21,22)
Si nos sometemos
a Dios y Su Palabra, creyéndola realmente y poniéndola por obra, se producirá
la verdadera renovación y transformación de la vida. Entonces esa Verdad nos hará
libres: “1 Así que, hermanos, os ruego
por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio
vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. / 2 No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta.” (Romanos
12:1,2)
d)
Dar vida abundante al hombre.
“...yo
he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”
“17
para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que,
arraigados y cimentados en amor, / 18 seáis plenamente capaces de comprender
con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la
altura, / 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento,
para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” (Efesios 3:17-19)
La vida
abundante es la vida cimentada en Cristo, una vida basada en el Amor de Dios.
El Espíritu Santo es quien produce esta vida “abundante”. Es una vida
fructífera, plena de frutos: “43 No es
buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. / 44
Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los
espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. / 45 El hombre bueno, del buen
tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su
corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.” (San Lucas 6:43-45)
Hay diversidad
de frutos:
·
Las virtudes
de Jesucristo o frutos del Espíritu en la persona. “22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, / 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay
ley.” (Gálatas 5:22,23)
·
Las buenas
obras, acciones que dan un buen testimonio de Jesucristo en la vida de la
persona; no sólo obras de misericordia, sino toda acción, por muy
insignificante que parezca, que da cuenta de la obediencia y fidelidad a Dios. “10 Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas.” (Efesios
2:10)
·
Los hijos
espirituales, personas que son beneficiadas espiritualmente por la acción
del cristiano. “14 No escribo esto para
avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados. / 15 Porque
aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en
Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. / 16 Por tanto, os ruego
que me imitéis. / 17 Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo
amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera
que enseño en todas partes y en todas las iglesias.” (1 Corintios 4:14-17) No es necesario ser un apóstol, ni siquiera un
líder, para ejercer esta función paternal y dar buenos frutos; el ejemplo
siempre será el mejor medio de transmitir la fe de Jesucristo.
CONCLUSIÓN.
En la historia
de la salvación hay dos personajes opuestos, uno representa el mal y otro el
bien: Satanás y Jesucristo. El Diablo (engañador), Satanás (adversario),
Lucifer (querubín, ser de luz) apareció en este planeta para destruir al hombre,
creación de Dios. Jesucristo, el Hijo de Dios, Mesías / Cristo / Salvador,
apareció en este planeta para deshacer las obras del diablo. El Diablo vino
para hurtar, matar y destruir; mas Jesucristo vino para salvar al pecador y
darle vida abundante.
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)
¿Qué personajes bíblicos le causan mayor
simpatía?
2)
¿Cuál relato bíblico es para usted el
más motivador?
3)
¿Cuál parábola de Jesús ha hablado más
profundamente a su vida?
4)
¿Qué historia bíblica expresa a su
juicio con más claridad la voluntad de Dios?
5)
¿Cómo es la conducta del Hombre hoy día
frente a la Deidad?
6)
¿Cuál es el actor principal de la
historia bíblica?
7)
¿Cómo se personifica Dios en la Biblia?
8)
¿Cómo se llama al adversario, mentiroso
y ser de luz en la Escritura?
9)
¿Por qué luchan Jesús y Satán, cuáles
son sus propósitos?
10) ¿Cómo
podemos definir el mal, desde el punto de vista bíblico?
11) ¿En
qué circunstancias puede aparecer el reino de tinieblas en nuestra vida?
12) ¿Para
qué apareció Jesucristo en este planeta, según esta enseñanza?
13) ¿Si
el Diablo vino para hurtar, matar y destruir; para qué vino Jesucristo a su
vida?
BIBLIOLINKOGRAFÍA.
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Reina,
Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia”
Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
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Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
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(1966, 1970, 1979, 1983, 1996) “Dios
habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
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https://es.wikipedia.org/
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Pérez Millos, Samuel
“Comentario Exegético Al Texto Griego del Nuevo Testamento –
Hebreos”
·
https://www.biblegateway.com
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