MENSAJES DE NAVIDAD
AÑO 2019
© Pastor Iván Tapia
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre
su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre
Eterno, Príncipe de Paz.” (Isaías
9:6)
S
|
halom Adonai! Este saludo hebreo
significa “la paz del Señor”. Jehová o Yavé es un Dios de paz. Incluso en un
lugar de la Escritura se le nombra como Jehová Shalom, Dios de Paz.
El profeta Isaías inició
su ministerio el año 758 AC es decir ocho siglos antes de que naciera Jesús en
Belén de Judea. Sin embargo, en su visión, este hombre iluminado por Dios ve al
Mesías, el Salvador, ya nacido y con un principado, o sea una autoridad Divina
sobre la Humanidad. Cinco títulos le atribuye: Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
El Mesías judío ha de ser una
persona admirada por todos, alguien especial; un consejero de la gente, quien
orientará a muchedumbres y gobernantes en cómo obedecer y hacer la voluntad de
Dios; un ser lleno de fortaleza y poder; un verdadero padre espiritual y para eternidad,
jamás dejará de serlo para el Hombre; y, por último, una autoridad superior que
traerá la verdadera paz a los seres humanos.
Sobre este último aspecto
queremos detenernos a reflexionar en esta oportunidad. El Mesías para los
judíos, el Cristo para los griegos y el Salvador para nosotros, Jesucristo es
un Príncipe de Paz. Él mismo lo declaró así: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No
se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” (San Juan 14:27)
¿A qué paz se refiere Jesús y la
Escritura? ¿Es la ausencia de guerras, una vida tranquila en esta Tierra libre
de conflictos bélicos, las buenas relaciones humanas, o se trata de otro tipo
de paz?
¿Qué tipo de paz trajo Jesús a la
Humanidad?
- La
paz con Dios, fruto de la reconciliación.
“17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. / 18 Y todo esto proviene de
Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de
la reconciliación; / 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al
mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a
nosotros la palabra de la reconciliación.” (2 Corintios 5:17-19)
Jesús, al entregarse a Dios como
Víctima en la cruz, pagando el precio de nuestros pecados, nos reconcilió con
el Padre. Dios nunca ha sido nuestro enemigo ni estaba en guerra contra
nosotros; al contrario, nosotros estábamos contra Él y necesitábamos
reconciliarnos, pero esto era imposible de nuestra parte. No podíamos hacer
algo pues todos nuestros actos de una u otra forma encierran vanidad, orgullo,
soberbia, ira, envidia, en fin pecado. La única solución era que un verdadero
Santo pagara el precio de nuestra maldad. Ese Santo fue Jesucristo, el Hijo de
Dios. Él puso en paz al Hombre con Dios. Debemos mucho a Jesucristo, el Hijo,
quien nos reconcilió con el Padre.
- La
paz en la conciencia, fruto de la fe.
“1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio
de nuestro Señor Jesucristo; / 2 por quien también tenemos entrada por la fe a
esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la
gloria de Dios.” (Romanos 5:1,2)
Al creer individualmente en
Jesucristo, que es el Hijo de Dios y que murió en la cruz pagando el precio de
nuestros pecados, recibimos el perdón Divino, lo cual borra de nuestras
conciencias todo pecado y culpa. Ahora podemos relacionarnos libremente con
Dios, pues estamos seguros que Él ya nos perdonó en Cristo de todo pecado
pasado, presente y futuro. Y por si alguna duda quedara, San Juan nos dice:
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9)
Jesucristo pone paz en la
conciencia del pecador perdonado por Dios.
- La
paz con el prójimo, fruto del amor.
“Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de
un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con
vosotros.” (2 Corintios 13:11)
El Señor nos llama a una vida de
paz con Él, nosotros mismos y el prójimo. Desea darnos una paz duradera, que va
más allá de nuestros días en esta Tierra, una paz eterna. Los cristianos no
hacemos enemigos sino amigos; nuestros enemigos son amados, como el Maestro
Jesús lo indicó:
“43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu
enemigo. / 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os
maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y
os persiguen; / 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los
cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre
justos e injustos.” (San Mateo
5:43-45)
Por Su gran Amor, Él vino a
establecer la paz entre los pueblos judíos y los demás, las gentes o gentiles.
Los cristianos no estamos en guerra contra judíos y musulmanes, puesto que
estas tres religiones tienen como padre de su fe al patriarca Abraham. Tampoco
son nuestros enemigos los seguidores de Buda, Krisna u otra religión del
planeta, puesto que todos creemos en un Dios Todopoderoso, Misericordioso,
Compasivo y Eterno. Ese Dios Único un día se encarnó y reveló en JESUCRISTO,
Camino, Verdad y Vida. Su mensaje es el Evangelio, también llamado Evangelio de
la paz:
“Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de
la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos.” (Hechos 10:36)
CONCLUSIÓN.
Muchos hablan de paz,
organizaciones nacionales e internacionales buscan la paz de las naciones, pero
hay Uno sólo que nos da la verdadera paz, Jesús de Nazaret, conocido como
Joshua, el Hijo de Dios. La Paz que Él trajo a la Humanidad es: 1) La paz con
Dios, fruto de la reconciliación; 2) La paz en la conciencia, fruto de la fe; y
3) La paz con el prójimo, fruto del amor.
En esta Navidad, Dios nos invita
a reconciliarnos y ponernos en paz con Él, Yavé-Shalom, fuente de Paz
verdadera. Sólo así, reconociendo nuestras faltas y enmendando el camino,
conquistaremos la paz para nosotros mismos, lo que redundará en paz para la
familia, los amigos y aún aquellos que a veces consideramos “enemigos”. Será la
mejor forma de honrar a Jesús, nacido en
Belén, Príncipe de Paz.
“Evenu shalom alejem”, la paz sea
con todos vosotros.
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)
¿En qué situaciones ha experimentado a
Dios como Jehová Shalom?
2)
¿Qué títulos le atribuye Isaías al Mesías?
3)
¿Por qué la Escritura llama al Salvador
“Príncipe de Paz”?
4)
¿Qué quiere transmitir Jesús cuando
dice: “mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da”?
5)
¿A qué tipo de paz se refiere Jesucristo
en Su mensaje?
6)
¿Es la paz evangélica ausencia de
guerras, una vida tranquila libre de conflictos y buenas relaciones humanas?
7)
¿Qué tipo de paz trajo Jesús a la
Humanidad?
8)
¿Podemos considerar enemigos a los
creyentes de otras religiones?
9)
¿Quiénes son los enemigos de los cristianos?
10)
¿En qué consiste lo que San Pablo llama
“la palabra de la reconciliación.”?
11) ¿Qué
se requiere para que Dios perdone nuestros pecados?
12) ¿Por
qué a veces se llama al mensaje de Jesucristo “Evangelio de la paz”?
13)
¿En qué circunstancias las personas de
este tiempo pueden ser consideradas enemigas de Dios?
14)
¿Cuál es la relación entre los
siguientes elementos: culpa, perdón, conciencia, paz, fe?
15) ¿Actúa
el perdón de Dios en forma colectiva o individual; es decir toda la Humanidad
ha sido perdonada en Cristo o sólo los individuos arrepentidos son los
perdonados?
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