EL DISCÍPULO FIEL
CAPÍTULO V
TIEMPO DEVOCIONAL
© Pastor Iván Tapia
“9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y
acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos
de los siglos, / 10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está
sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan
sus coronas delante del trono, diciendo: / 11 Señor, digno eres de recibir la
gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu
voluntad existen y fueron creadas.” (Apocalipsis 4:9-11)
Apocalipsis contiene el cincuenta por ciento de los versículos sobre adoración en el Nuevo Testamento, en total 20 de 43, porque es en los cielos donde mayormente se practica. Allí está el modelo de adoración al que imitar. El texto nos da a conocer unos seres muy distintos a los humanos que están adorando permanentemente a Dios; ellos dan gloria a Dios, le honran y agradecen. También están los 24 ancianos representantes de las 12 tribus de Israel y los 12 apóstoles de la Iglesia, que adoran al Eterno y se despojan de su autoridad para ofrecérsela sólo a Él. Sus palabras de adoración expresan su admiración por el Dios Creador. Adoración es el reconocimiento de los atributos únicos de Dios.
No puede faltar en el momento devocional del discípulo la adoración a Dios, expresada en todas o alguna de estas formas: alabanza, adoración y/o contemplación.
a) Alabanza
“Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.” (Hebreos 13:15) Por medio de Jesucristo ofrezcamos a Dios alabanzas. Estas son un sacrificio agradable a Él; su propósito no es nuestro agrado o disfrute, aunque lo sintamos, sino el agrado del Señor. Por eso la Escritura habla de sacrificio.
b) Adoración
“23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. / 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (San Juan 4:23,24) La adoración propiamente tal es más que alabar, más que cantar un himno inspirado, es entregar toda el alma y el espíritu en exaltación del Nombre de Dios, por tanto es espontanea y personal, una íntima expresión de amor al Altísimo expresada en nuestro idioma o en una lengua desconocida.
c) Contemplación
“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida” (1 Juan 1:1) El apóstol Juan revela que Jesucristo es eterno, está desde el principio y a ese Ser los apóstoles han tenido el privilegio de oírlo, verlo, contemplarlo y tocarlo. Lo llama Verbo de vida. Se oye con el sentido auditivo, se ve con el visual y se toca con el táctil, pero se contempla con un sentido más profundo, con el corazón. Podemos contemplar un rostro, una pintura o un paisaje con nuestros sentidos y también podemos imaginarlos y contemplarlos con el alma. A Dios que es invisible aún para nosotros, le contemplamos con el corazón y podemos estar horas en ello, lo cual es una forma de adoración.
De una u otra forma, de modo natural, se dará la adoración, sea con
alabanzas, adoración o contemplación, en el tiempo devocional del discípulo; es
una necesidad del espíritu y una expresión de quien ama al Señor. No es una
obligación ni parte de un rito, sino una práctica propia del tiempo devocional.
(Del libro "El Discípulo Fiel")
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