LECCIÓN 20
© Pastor Iván Tapia
Lectura
bíblica:
“6 Este es Jesucristo, que vino mediante
agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el
Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. / 7 Porque
tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu
Santo; y estos tres son uno. / 8 Y tres son los que dan testimonio en la
tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.” (1 Juan 5:6-8)
Idea central: El testimonio del Espíritu.
Objetivos:
a) Comprender y valorar el
testimonio que hace el Espíritu Santo de la realidad de Jesucristo; b) Entender
el significado de los signos y símbolos agua y sangre en el texto; c) Comprender
y valorar el testimonio de la Santísima Trinidad en el Evangelio; d) Informarse
acerca de la interpolación de 1 Juan; e) Comprender el rol de los tres testigos
terrestres; y f) Comprender como estos testigos del cielo y la tierra se
relacionan.
Resumen: El texto nos presenta al Espíritu Santo como Testigo de Jesucristo. La
Tercera Persona de la Trinidad fue testigo del inicio y culminación del
ministerio de Jesús; es Observador eterno y activo, junto al Padre y al Hijo,
de la realidad de Jesús; y sigue presente en la revelación de Jesús y Su
Evangelio en la predicación y la Cena del Señor.
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os escritos de San Juan son
profundamente espirituales. Por eso al apóstol llamado del Amor, se le
representa en el arte cristiano con la figura de un águila volando, el ave que
asciende más alto en el cielo. Gran parte de su lenguaje es simbólico, es decir
que al hablar de algo se puede referir no sólo al objeto del que habla sino a
lo que éste representa. Destacan en su Evangelio las comparaciones metafóricas
del Hijo de Dios con pan, agua, una vid, el pastor, etc. Igualmente si se
refiere la vida, la muerte, el nacimiento, etc.
En el pasaje que presentamos a continuación
aparecen algunos símbolos que hay que desentrañar a la luz de la misma
Escritura. Recuerde el principio de interpretación “La Biblia interpreta a la
Biblia”. Tal vez el lenguaje que usó San Juan era una especie de clave que sólo
podían comprender los cristianos, necesaria para tiempos de persecución. El
emperador romano Domiciano sería quien desterraría al mismo Juan, según se
cree, por el año 95 d C. Puede explicarse este lenguaje críptico por motivo de
la persecución como también porque el mismo Jesús lo utilizó, tal como lo
hacían los maestros de aquella época. Jesús, por ejemplo, hablaba en parábolas.
Y hoy día muchas personas comentan y tienen como pretexto de no leer la Biblia,
que es muy difícil de entender y usa un lenguaje complicado. Hasta cierto punto
tienen razón, pero es necesario que quien desea conocer la Verdad demuestre su
interés haciendo un mínimo esfuerzo.
En el texto que nos ocupa se hace
presente esa necesidad que toda persona tiene de corroborar los hechos. No toda
la gente cree de inmediato una noticia y necesita la confirmación de testigos
presenciales. Somos por naturaleza desconfiados y no nos agrada que nos
engañen. Aquí San Juan no se refiere al testimonio de los que conocieron a
Jesús, como lo hace al inicio de su carta y en el Evangelio que él escribiera,
sino al testimonio de entidades más bien espirituales. Es el testimonio del
Espíritu Santo.
¿Qué testifica
el Espíritu Santo acerca de Jesús?
1.
Jesucristo vino mediante agua y sangre.
“6
Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua
solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio;
porque el Espíritu es la verdad.” (1 Juan 5:6)
Precede a este texto la pregunta
retórica: “¿Quién es el que vence al
mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5:5)
Pregunta retórica es una interrogación lanzada sin esperar de vuelta una
respuesta, pues la respuesta está implícita en ella. Es un modo de hacer una
afirmación, sugerir algo o enfatizar una idea. En este caso, es como si dijera el que cree que Jesús es el Hijo de Dios
vence al mundo.
Partiendo de esta idea, el texto que
sigue a continuación explica quien es ese Jesús, Hijo de Dios. Es el que vino a
esta Tierra, desde la eternidad, mediante dos líquidos:
a) Vino mediante agua cuando emergió de las aguas del
bautismo en el Jordán, oficiado por Juan, el Bautista. Era necesario que
iniciara Su ministerio con un acto tan significativo como este. El agua tiene
una importancia extraordinaria en la Biblia: La tierra emergió de las aguas que
cubrían el planeta; cuando el pecado del ser humano colmó la paciencia de Dios,
Éste hizo desaparecer el mundo de esa época con las aguas de un gran diluvio;
el pueblo de Israel hubo de cruzar las aguas del Mar Rojo para liberarse del yugo
egipcio e iniciar un camino de redención; en fin los sacerdotes, para ingresar
al tabernáculo, debían antes pasar por un lavacro de purificación por agua. Del
agua siempre surgirá algo bueno, positivo, especial, por eso el Apóstol expresa
“25…así como Cristo amó a la iglesia, y
se entregó a sí mismo por ella, / 26 para santificarla, habiéndola purificado
en el lavamiento del agua por la palabra” (Efesios 5:25,26) El agua es símbolo de la Palabra de Dios pues ésta
lava, limpia, purifica, alimenta, sacia. Cristo, el Logos o Verbo de Dios vino
mediante el agua de la Palabra de Dios y Él mismo es la Palabra.
b) Vino mediante sangre cuando entregó
Su cuerpo y Su alma en la cruz del Gólgota. Allí derramó Su preciosa sangre en
rescate por la Humanidad pecadora. Si el bautismo en agua fue Su entrada al
ministerio terrenal, este bautismo de sangre fue Su entrada al ministerio
celestial. Él mismo llama a ese sacrificio su “bautismo” cuando Santiago y
Juan, hijos de Zebedeo, le solicitan sentarse junto a Él en el Reino de Dios: “38 Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo
que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo
con que yo soy bautizado? / 39 Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la
verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy
bautizado, seréis bautizados” (San
Marcos 10:38,39) El Señor no está hablando aquí del bautismo en agua sino
del bautismo en sangre que habrán de vivir Él y Sus discípulos. Cuando
Jesucristo muere en la cruz, entrega Su cuerpo y Su alma al Padre, desciende al
lugar de los muertos y luego resucita y asciende a los cielos. Así entra en una
nueva dimensión de Su trabajo: Ser Señor de la creación, Cabeza de la Iglesia y
Abogado de todos los cristianos. Jesús vino mediante sangre, la que se
simboliza en otro líquido en la última cena del Señor y para siempre en cada
cena sacramental celebrada por los cristianos, el vino: “…Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se
derrama.” (San Lucas 22:20)
De lo anterior da testimonio fidedigno
el Espíritu Santo. Recordemos que el Espíritu estuvo presente en el bautismo de
Jesús y que fue visto bajo la forma de una paloma: “También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía
del cielo como paloma, y permaneció sobre él.” (San Juan 1:32) Como Juan el Bautista da testimonio del Espíritu
Santo en el bautismo de Jesús, Juan el apóstol da testimonio de la crucifixión y
muerte de Jesús: “35 Y el que lo vio da
testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que
vosotros también creáis. / 36 Porque estas cosas sucedieron para que se
cumpliese la Escritura :
No será quebrado hueso suyo. / 37 Y también otra Escritura dice: Mirarán al que
traspasaron.” (San Juan 19:35-37)
El Espíritu Santo, dice el apóstol Juan,
da testimonio de estas cosas porque es el Espíritu de Verdad y no habla
engaños.
2. Jesucristo tiene
Tres Testigos en los cielos.
“7
Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el
Espíritu Santo; y estos tres son uno.” (1 Juan 5:7)
La Santísima Trinidad da testimonio de
Jesucristo y Su ministerio, en los cielos. Son Testigos celestiales y así se
comprueba en la Escritura:
a) El testimonio del Padre, además del
momento del bautismo de Jesús, se oye en el suceso de la transfiguración del
Señor en el monte, en presencia de Sus discípulos Pedro, Santiago y Juan: “Y vino una voz desde la nube, que decía:
Este es mi Hijo amado; a él oíd.” (San
Lucas 9:35)
b) El testimonio del Verbo se manifiesta
en Su misma encarnación: “Y aquel Verbo
fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del
unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (San Juan 1:14)
c) El testimonio del Espíritu Santo que procede del
Padre, estuvo en todo momento con Jesús y los apóstoles: “26 Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre,
el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de
mí. / 27 Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo
desde el principio.” (San Juan
15:26,27)
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
son Divinos, de arriba, del cielo y en el cielo testifican a todas las
criaturas celestiales acerca de Jesucristo el Señor y Salvador. Anuncian en
dimensiones celestiales la maravillosa obra del Redentor.
3.
Jesucristo tiene tres testigos en la tierra.
“8
Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la
sangre; y estos tres concuerdan.” (1 Juan 5:8)
Interpolar es introducir palabras u
otros textos en uno ya terminado. Se ha descubierto que este verso fue una
glosa o explicación dada a las palabras de San Juan “Porque hay tres que dan
testimonio”, para defender y ampliar la teología de la Trinidad. Posteriormente
en el siglo cuarto se introduce esta interpolación, la que se ha conservado
hasta el día de hoy.
Dicho esto, pensamos que el Espíritu
Santo ha permitido la permanencia de este versículo, el cual no daña nuestra
fe. En cuanto a la Tierra, dice el texto, también hay tres testigos de
Jesucristo:
a) El Espíritu Santo da testimonio en la Tierra a los testigos
de la muerte y resurrección de Jesús, por ejemplo: Las mujeres y el discípulo
que estaban frente a la cruz; el soldado que reflexionó al ver su forma de
morir y la multitud que fue testigo: “47
Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo:
Verdaderamente este hombre era justo. / 48 Y toda la multitud de los que
estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se
volvían golpeándose el pecho.” (San
Lucas 23:47,48)
b) El agua da testimonio en la Tierra: “33 Mas cuando llegaron a Jesús, como le
vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. / 34 Pero uno de los soldados le
abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.” (San Juan 19:33,34). Pero también el
agua de la Palabra ha testificado de Cristo por veintiún siglos, sigue
testificando y lo hará hasta Su regreso. Esta Palabra es pronunciada por la
Iglesia de Jesucristo, Su Cuerpo en la tierra.
c) La sangre
da testimonio en la Tierra, la sangre que salió del
costado de Jesús cuando fue atravesado por una lanza. Mas también la sangre de
Cristo en la Cena del Señor es un constante testimonio de Su sacrificio y vida
entregada a Sus hermanos: “25 Asimismo
tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo
pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de
mí. / 26 Así, pues, todas las veces que
comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta
que él venga.” (1 Corintios 11:25,26)
Estos tres testigos terrestres –el
Espíritu, el agua y la sangre– concuerdan y no se contradicen. La Palabra no
niega a la Sangre, ni ambas niegan al Espíritu Santo, como éste tampoco
contradice al agua y la sangre. Hay una consonancia absoluta en la declaración
de Dios (agua), el sacrificio de Jesús (sangre) y el poder que lo manifiesta
(Espíritu).
No sólo estos tres testigos terrestres concuerdan
entre sí, sino que también concuerdan con los Tres Testigos Divinos: El Padre
concuerda con el agua de la Palabra revelada; el Hijo concuerda con la sangre
de Su sacrificio redentor y el Espíritu en los cielos concuerda con el Espíritu
en la tierra.
CONCLUSIÓN
San Juan respalda la realidad de
Jesucristo y Su Evangelio, argumentando que es el Espíritu Santo mismo quien
testifica de Él. El Espíritu Santo testifica que: 1) Jesucristo vino mediante
agua y sangre; 2) Jesucristo tiene Tres Testigos en los cielos (el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo); y 3) Jesucristo tiene tres testigos en la tierra (el
Espíritu Santo, el agua y la sangre).
El Espíritu da testimonio de estas cosas
porque es el Espíritu de Verdad y no habla engaños. No sólo tres testigos
terrestres concuerdan entre sí, sino también los Tres Testigos Divinos.
PARA TRABAJAR EN EL
CENÁCULO:
1)
¿Qué testimonio tiene usted
de Jesucristo?
2)
¿Cómo respalda usted su
conversión?
3)
¿Con qué texto bíblico asocia su
vida cristiana?
4)
¿Qué rol tiene el Espíritu Santo
en su vida diaria?
5)
¿Qué testimonio reciente de Dios
podría dar ahora?
6)
¿Qué significa para usted el agua
material y espiritualmente?
7)
¿por qué es tan importante la
sangre para los cristianos?
8)
¿Cómo pudo haber sido el Hijo en
los cielos testigo de Jesús en la tierra?
9)
¿A quiénes testifica en los cielos
la Santísima Trinidad?
10) ¿De qué modo el agua y la sangre testifican de Jesucristo?
11) ¿De qué estamos siendo testigos hoy los cristianos?
12) ¿Por qué el
Espíritu Santo es el mejor Testigo’
13) ¿Qué símbolos
complejos encontramos en este texto?
14) ¿Qué me dice
Dios en este texto?
15) ¿A qué inquietud
humana responde Dios en este texto?
BIBLIOLINKOGRAFÍA.
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Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia”
Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
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(1966, 1970, 1979, 1983, 1996) “Dios
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Pérez Millos, Samuel “Comentario Exegético Al
Texto Griego del Nuevo Testamento – Hebreos”
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https://www.biblegateway.com
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