EPÍSTOLAS DE SAN JUAN
LECCIÓN 5
© Pastor Iván Tapia
Lectura
bíblica: “7
Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que
habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que
habéis oído desde el principio. / 8 Sin embargo, os escribo un mandamiento
nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando,
y la luz verdadera ya alumbra. / 9 El que dice que está en la luz, y aborrece a
su hermano, está todavía en tinieblas. / 10 El que ama a su hermano, permanece
en la luz, y en él no hay tropiezo. / 11 Pero el que aborrece a su hermano está
en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas
le han cegado los ojos.” (1
Juan 2:7-11)
Idea central: Paradoja del mandamiento antiguo y nuevo.
Objetivos:
a) Comprender el
significado y utilidad de la paradoja en la Biblia; b) Reflexionar sobre el
gran mandamiento de Amor de Jesús; c) Comprender que el Amor es un mandamiento antiguo y nuevo a la vez;
d) Comprender las razones de que el Amor sea mandamiento antiguo y nuevo; e) Comprender y experimentar el “permanecer
en la luz”; y f) Aprender a ver al prójimo como un “hermano”.
Resumen: En este
texto San Juan hace uso de una paradoja, señalando que el mandamiento de Amor
de Jesús es antiguo y a la vez nuevo. Quien lo practique permanecerá en la luz
de Dios; de lo contrario caminará en tinieblas.
E
|
n el lenguaje
bíblico, como en cualquier área del conocimiento, la “paradoja” es ampliamente
utilizada. La “paradoja” es la coexistencia de dos cosas ilógicas; es el empleo
de expresiones o frases que encierran una aparente contradicción entre sí, como
cuando alguien dice “Yo no soy supersticioso porque da mala suerte”. Se entiende que sí la
persona es supersticiosa; cuando afirma “Yo no soy supersticioso” en verdad
está diciendo lo contrario. Otro dirá: “Gracias a Dios soy ateo.” En la primera
parte de la frase ya declaró que es creyente. En estas oraciones hay
ambigüedad, como en la célebre “Solo sé que nada sé”. De algo está seguro y es
que, después de mucho pensar e investigar la verdad, ha llegado a la conclusión
que nada sabe. En los años 60 se acuñó otra paradoja: “Prohibido prohibir.” Las
nuevas generaciones, en medio de una sociedad llena de prohibiciones y reglas,
protestaban por una completa libertad y declaraban que aún prohibir ellos lo
prohibirían.
Jesús, como buen Maestro, hizo uso de este recurso retórico cuando
advirtió: “34...Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. / 35
Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su
vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.” (San Marcos 8:34,35)
Salvar la vida
es contrario a perder la vida. En verdad juega con el significado de la palabra
vida. Por un lado está la vida humana, la vida que apreciamos en este mundo,
nuestra salud, nuestros placeres, nuestro agrado físico y del alma. Por otro
lado está la vida del espíritu, la vida que viene de lo alto y es superior, la
vida Divina. Toda persona que quiera salvar su vida natural, perderá la vida
eterna o divina; en cambio quien quiera ganar la vida espiritual deberá
renunciar a la vida natural y sus placeres. Hay en la frase una aparente
contradicción, pero al comprender los conceptos básicos, todo se aclara.
En la enseñanza
que sigue a continuación, el apóstol Juan, ya anciano, nos escribe sobre el
gran mandamiento de Jesús y establece una “paradoja”.
¿Qué
dice San Juan sobre el gran mandamiento de Jesús?
1.
Es un
mandamiento antiguo.
“7
Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que
habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que
habéis oído desde el principio.” (1 Juan 2:7)
San Juan aclara
en este texto que no está inventando un nuevo mandamiento sino ratificando el
“antiguo”. Con esto no se refiere a algún mandato del Antiguo Testamento, sino
al mandamiento de Amor que dio Jesucristo. Si tenemos en cuenta que esta carta
fue escrita en los últimos años del primer siglo, entre los 90 y 95 DC.,
habrían pasado ya más de 60 años de la partida del Maestro, por tanto Sus
palabras y mandamientos eran ya “antiguos”.
Por otro lado,
Jesucristo recalcó la vigencia de ciertos mandatos del Antiguo Testamento:
1.
“25 Y
he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro,
¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? / 26 El le dijo: ¿Qué está escrito
en la ley? ¿Cómo lees? / 27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu
mente; y a tu prójimo como a ti mismo. / 28 Y le dijo: Bien has respondido; haz
esto, y vivirás.” (San
Lucas 10:25-28)
La
pregunta que le hizo al Maestro el intérprete de la Ley era vital para
cualquier judío, como lo es hoy para todo ser humano: Cómo “heredar” la vida eterna.
Si atendemos a la palabra “heredar” comprendemos que después de muertos
recibiremos una herencia, la vida eterna. Requisito para ello es el
cumplimiento de tres actitudes y acciones concretas: Amar a Dios, al prójimo y
a sí mismo. Quien vive por las obras de la Ley deberá cumplir estos
mandamientos.
En el
caso del cristiano, éste “hereda” la vida eterna no por su comportamiento sino
por la fe en Jesucristo. El Señor cumplió por nosotros la Ley de Amor. La vida
eterna es la herencia que Jesucristo ha dejado a todo creyente en Su sacrificio
expiatorio. Sin embargo esto no nos da licencia para pasar por alto el
mandamiento Divino de Amor; el Espíritu Santo nos instará una y otra vez a
abandonar la incredulidad y el egoísmo, amando a Dios y a nuestro prójimo como
a nosotros mismos.
2.
“34
Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se
juntaron a una. / 35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por
tentarle, diciendo: / 36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? / 37
Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma,
y con toda tu mente. / 38 Este es el primero y grande mandamiento. / 39 Y el
segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. / 40 De estos dos
mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (San Mateo 22:34-40)
Amar
con todo tu corazón, y con toda tu alma,
y con toda tu mente es dar amor auténtico, desde lo más profundo del ser y
con todas nuestras fuerzas. Jesús sitúa este mandamiento del Antiguo Testamento
como raíz de todas las enseñanzas religiosas y morales de la Torá o Ley, y de
los libros de los profetas. O sea que toda la enseñanza del Antiguo Testamento
se resume en una sola palabra: Amor, como lo ratificará después el apóstol
Pablo:
“13 Porque vosotros, hermanos, a
libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión
para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. / 14 Porque toda la
ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” (Gálatas 5:13,14)
Dice San Juan
que esta Palabra la hemos oído desde “el principio”, porque desde el inicio de
Su ministerio Jesús habló del Amor del Padre, del Amor del Hijo y del Amor del
Espíritu Santo:
·
“Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (San Juan 3:16)
·
“Como
el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.” (San Juan 15:9)
·
“17
el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni
le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en
vosotros / 18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.” (San Juan 14:17,18).
El mandamiento
de Amor dado por Jesús es un mandamiento antiguo.
2.
Es un
mandamiento nuevo.
“8
Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en
vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra.” (1 Juan 2:8)
A pesar de lo
expresado anteriormente con respecto a la “antigüedad” del mandamiento de Amor
dado por Jesús, ahora el apóstol Juan afirma lo contrario, que es un
mandamiento “nuevo”.
El “mandamiento
nuevo” aludido por San Juan es sin duda aquel que Jesús expresa en los
Evangelios en dos declaraciones:
1.
“34
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado,
que también os améis unos a otros. / 35 En esto conocerán todos que sois mis
discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (San Juan 13:34,35)
En verdad este
no es un mandamiento de Dios tan nuevo, pues ya aparecía en el Antiguo
Testamento redactado así: “17 No
aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no
participes de su pecado. / 18 No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos
de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.” (Levítico 19:17,18)
2.
“12
Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. / 13
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” (San Juan 15:12,13)
La
novedad de este “mandamiento nuevo” de Jesús es que pone como modelo el Amor
que Él ha demostrado en la cruz hacia el ser humano, por sobre aquel que dice “...Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
(San Mateo 22:39) Ya no soy yo el
modelo del amor que entregue, sino Jesucristo. A Él imitamos y no a nosotros
mismos.
El mandamiento
de Amor ha sido demostrado en la propia persona de Jesús –“es verdadero en él”–
y puede encarnarse en el discípulo de Jesucristo si permite que el Espíritu
Santo trabaje en su corazón, renunciando a los prejuicios, actitudes negativas,
legalismos y todo lo que pueda impedir el amor al prójimo. De esta forma el
Amor pasa a ser verdadero en él y en
vosotros.
En los tiempos
de San Juan, el mundo romano creía en una serie de virtudes ciudadanas
asociadas a la Mitología y representadas por dioses. En su religión pagana lo
importante no era la moral sino cumplir las formas rituales. Si la persona
cumplía esos ritos exactamente, los dioses le beneficiarían, no teniendo
importancia la conducta. Por ejemplo, el filósofo Marco Tulio Cicerón
consideraba que lo más importante era el servicio público y exhortaba al pueblo
a vivir de acuerdo a los valores del ideal republicano.
En una época de
corrupción y desvarío, con emperadores como Calígula y Nerón, surge el filósofo
Séneca, maestro de Nerón y quien finalmente mandaría asesinarle. Pronuncia el
pensador las siguientes frases, que dan cuenta del estado moral de esa
sociedad: “Al comienzo fueron vicios, hoy son costumbres”; “Amad para ser
amados”.
Como puede verse
era una época de profundas tinieblas, pero con la aparición del mensaje
cristiano, tales tinieblas paulatinamente comienzan a disiparse. Por eso el
apóstol escribe las tinieblas van
pasando, y la luz verdadera ya alumbra. Ya se empieza a ver el efecto del
nuevo mandamiento, la oscuridad está retrocediendo. ¿Está sucediendo en nuestro
siglo lo mismo? ¿Estamos haciendo retroceder las tinieblas o es al revés y la
oscuridad nos está invadiendo?
El mandamiento
de Amor dado por Jesús paradojalmente es un mandamiento antiguo y nuevo.
3.
Nos
hace permanecer en la luz.
“9
El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en
tinieblas. / 10 El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay
tropiezo. / 11 Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en
tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.” (1 Juan
2:9-11)
Recordemos que para San Juan conocer a
Jesús es poner por obra Sus enseñanzas; guardar
Sus mandamientos es practicar el amor; y permanecer
en Jesús es andar como Él anduvo. En otras palabras es “estar en la luz”. Para
él, quien cree en Jesucristo vive en la luz de Dios y quien no cree vive en
tinieblas u oscuridad. Esta luz no se trata de un conocimiento intelectual, una
gnosis o una teoría de Dios, sino de una práctica concreta del Amor de Dios.
Por eso quien dice que está en la luz, y
aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.
El mandamiento
antiguo del Amor es el mandamiento nuevo de Jesús, que nos invita a amar a
nuestros hermanos, es decir a tener paciencia
con sus debilidades; bondadosos ante sus dificultades; humildes y no orgullosos
cuando ellos nos critican o amonestan; delicados en su trato; compasivos en sus
dificultades, etc. Al amar a mi hermano permanezco en la luz, estoy siendo
iluminado por Jesús, estoy bajo el foco potente de Dios.
La palabra “hermano” tiene dos acepciones. Es nuestro hermano aquél que
pertenece a la familia de Dios, pero como en el reino de Dios, según la
enseñanza de Jesús, hay trigo y cizaña, nadie puede asegurar que un compañero
de la fe sea o no sea mi hermano. La costumbre es que dentro de nuestras
congregaciones llamamos “hermano” o “hermana” a todos los miembros de ellas.
Alguien dirá que el Espíritu Santo nos da testimonio de quien es un verdadero
hermano.
La segunda acepción de “hermano” se desprende de la idea de que Dios es
Padre de todos los hombres, en el sentido que Él nos ha creado. Por eso se
habla de Adán y Eva como de nuestros “primeros padres”. Dios es Padre de la
Humanidad, la raza humana:
“4
Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un
ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. / 5 Pues aunque haya
algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos
dioses y muchos señores), / 6 para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el
Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor,
Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de
él.”
(1 Corintios 8:4-6)
Tal vez usted no quiera llamar “hermano” a quien no es cristiano, pero
no puede negar que es un “semejante” a usted, que comparte su misma naturaleza
humana y el entorno en que vive: “Y
alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de
este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de
luz.”
(San Lucas 16:8)
Aborrecer a un
semejante es tan grave como aborrecer a un hermano en la fe. Tenemos hermanos
de Iglesia, pero también tenemos hermanos de Humanidad. El amor al prójimo es
tan importante como el amor fraternal. No permitamos que las tinieblas del
desamor, el egoísmo, los prejuicios, el rechazo y la discriminación nublen
nuestra vista y nos saquen de la Luz de Dios. Recuerde siempre que “5...Dios es luz, y no hay ningunas
tinieblas en él. / 6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en
tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad” (1 Juan 1:5,6)
El Señor Jesús
nos demanda: “14 Vosotros sois la luz del
mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. / 15 Ni se
enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y
alumbra a todos los que están en casa. / 16 Así alumbre vuestra luz delante de
los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre
que está en los cielos.” (San Mateo
5:14-16)
El cumplimiento
del mandamiento de Amor dado por Jesús nos hará permanecer en la Luz de Dios.
CONCLUSIÓN.
La paradoja es
un recurso en la literatura, la retórica y la enseñanza muy utilizado para
resaltar conceptos que el hablante o el escritor desea que el lector, oyente o
discípulo no olvide. En apariencia encierra una ambigüedad pero, por su
complejidad, invita a la reflexión. Jesús y los apóstoles utilizaron la
paradoja en sus enseñanzas. En este texto de la Primera Epístola de San Juan,
el apóstol enseña sobre el gran mandamiento de Amor de Jesús, que: 1) Es un mandamiento antiguo porque aparece en
los libros más antiguos de la Biblia y porque ya habían pasado más de 60 años de
la partida de Jesús; 2) Es un mandamiento nuevo porque así lo señala Jesús y
porque pone como Modelo a Jesús y no al yo del cristiano; y 3) Nos hace
permanecer en la luz y ver a nuestro prójimo no como un desconocido sino como
“hermano”.
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) ¿Qué
palabras de Jesús se pueden considerar una paradoja?
2) ¿Qué
es la “paradoja” y para qué se utiliza?
3) ¿Qué
dichos de la vida diaria son en lenguaje paradójico?
4) ¿Qué paradoja
del Evangelio se transmite en esta enseñanza?
5) ¿Por qué el mandamiento de Amor es un mandamiento antiguo?
6) ¿Por qué el mandamiento de Amor es un mandamiento nuevo?
7) ¿Cómo podemos permanecer en la luz?
8)
¿En cuántas
décadas puede usted dividir su vida y qué ha aprendido en cada una?
9)
¿Qué es lo que
más le impresiona de las enseñanzas de Jesús?
10) ¿Cómo
cree usted que puede “heredar” la vida eterna?
11) ¿Cuáles
son nuestras principales faltas al amor al prójimo?
12) ¿Qué
le atrajo de Jesús para seguirlo a Él y Sus enseñanzas?
13) ¿Cuál es
la novedad del “mandamiento nuevo” de Jesús?
14) ¿Qué
aspectos de nuestra época considera luz y cuáles oscuridad?
15) ¿Cómo
podemos hacer retroceder la oscuridad espiritual en nuestro tiempo?
16) ¿Qué significa para usted “estar en la
luz”?
17) ¿Quiénes
son nuestros hermanos?
BIBLIOLINKOGRAFÍA.
·
Reina,
Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia”
Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
·
MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson
Inc.
·
(1979) “Dios
Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
· (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de:
http://www.gentle.org/biblia/
·
“Nuevo
Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.
·
“Diccionario
de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en:
http://www.rae.es/
· “Concordancia
electrónica de la Biblia” Disponible
en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
· Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
·
(1966, 1970, 1979, 1983, 1996) “Dios
habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
·
https://es.wikipedia.org/
·
Pérez Millos, Samuel
“Comentario Exegético Al Texto Griego del Nuevo Testamento –
Hebreos”
·
https://www.biblegateway.com
·
https://es.wikipedia.org/wiki/El_nuevo_mandamiento
https://www.rumbosostenible.com/liderazgo-en-valores/antigua-roma-virtudes-romanas/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario