domingo, mayo 19, 2019

CRISTO PREDICADO A LOS GENTILES.

EL MISTERIO DE LA PIEDAD
LECCIÓN 4

 
© Pastor Iván Tapia

Lectura bíblica: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (San Marcos 16:15) 

Idea central: La proclamación del Evangelio es tarea principal de la Iglesia. 

Objetivos: a) Conocer y apreciar las cuatro primeras verdades del misterio de la piedad; b) Comprender y practicar la proclamación del Evangelio como la principal misión de la Iglesia; c) Esforzarse en la tarea de hacer discípulos; d) Procurar la salvación de los pecadores; e) Predicar el Evangelio en obras y palabras; f) Provocar la adoración de Dios; y g) Sanar a las almas heridas que encontremos en nuestro paso. 

Resumen: La proclamación del Evangelio a las naciones es la orden de Jesús a toda la Iglesia. Para ello debemos esforzarnos en hacer discípulos; salvar las almas; predicar con el ejemplo; animar a la adoración de Dios y sanar la sociedad.
 

E
l “credo” de la primera carta a Timoteo 3:16, asevera que es muy grande el misterio de nuestra fe: Primeramente Dios fue manifestado en carne, es decir se hizo humano y habitó entre nosotros como Jesucristo; segundo, fue respaldado por el Espíritu Santo en todas Sus acciones; tercero, los ángeles estuvieron siempre con Él como testigos y participantes en Su misión. La cuarta línea de esta profesión de fe dice que fue “Predicado a los gentiles”, anunciado a todas las gentes, proclamado no sólo a los judíos sino a todos los pecadores.  

Algunas traducciones dicen que fue “proclamado entre las naciones” y esa proclamación sería con gran gozo. Significa que fue anunciado y sigue siendo anunciado entre todas las “etnias”, es decir entre las personas que pertenecen a distintas razas, comunidades lingüísticas y culturales. Se ve en esta aseveración una clara alusión a la tarea misionera o apostólica encomendada a la Iglesia por Jesucristo, tarea conocida como la Gran Comisión. 

Proclamar a Jesucristo en todas las naciones es una de las más importantes misiones de la Iglesia de Jesucristo. En ello ha de ocupar la mayor cantidad de tiempo, energía, capacidades, dinero y pasión, pues significa la salvación de muchas almas.  

¿Qué es proclamar a Jesucristo en las naciones? 

1.      Hacer discípulos.

“19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; / 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (San Mateo 28:19,20) 

Un discípulo es en términos actuales un alumno, un aprendiz, alguien que sigue a un maestro. Cuando Jesús encargó a los apóstoles que fueran por el mundo e hicieran discípulos, es que tenía la intención de que muchos se volvieran a Él y siguieran Su doctrina, el Evangelio.  

El proyecto de Dios ocupa todo el planeta, incluye todas las naciones, sin distinción de tipo de gobierno, cultura, raza y hasta religión. Él quiere alcanzar con Su buena nueva a todo el orbe. No debemos limitarnos en esto, ya que es el deseo de Dios entregar Su mensaje de Amor. 

El bautismo es la señal concreta de que una persona se ha arrepentido de sus ofensas a Dios, ha reconocido a Jesucristo como su Salvador y Señor, y ha recibido el perdón de sus pecados. El bautismo es la inmersión del nuevo creyente en agua, como símbolo de su muerte a la antigua vida y su resurrección a una nueva vida. Es un sacramento instituido por Jesucristo. 

Este sacramento lo aplica un ministro de Dios o un discípulo maduro al cual éste delega esa función. Se realiza en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, o sea de la Trinidad. Tres son los Testigos divinos que respaldan este acto sagrado. En sí mismo el bautismo no salva pero sí es una demostración ante Dios, la Iglesia y el mundo, de que el bautizado ha “nacido de nuevo”. 

El “discipulado”, o sea la formación como discípulo de Jesús, comienza con el bautismo pero continúa en forma permanente con la enseñanza del Evangelio. Lo que se enseña es la vida de Jesús y esta es más que una teoría, es más que una teología o doctrina, es el ejemplo de fe, paz, amor y esperanza que transmite Dios a través de un tutor al discípulo. El discipulado es transmisión de vida. La sana doctrina siempre es acción, el ejercicio práctico de las enseñanzas de Jesús, el Maestro: 

“1 Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. / 2 Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. / 3 Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; / 4 que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, / 5 a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada. / 6 Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; / 7 presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, / 8 palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros. / 9 Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones; / 10 no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador.” (Tito 2:1-10) 

Al cumplir esta misión somos acompañados siempre por el Espíritu Santo de Dios, Cristo en nosotros. Fue la promesa de Él y la ha cumplido. En esta tarea tendremos penas, alegrías, decepciones, haremos amigos y enemigos, a veces tendremos éxito y otras lograremos muy poco, pero siempre el Consolador nos animará, porque el Maestro lo prometió: “yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. 

Proclamar a Jesucristo en las naciones es hacer discípulos. 

2.      Salvar a los pecadores.

“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.” (1 Timoteo 1:15) 

Recuerdo que al inicio de mi carrera cristiana gritábamos por las calles de mi ciudad esta frase, llenos de amor, fe y sano orgullo, porque proclamábamos una verdad. Si somos fieles al Señor trabajaremos en la evangelización, procurando la salvación de las almas. Tal vez algunos lo harán tímidamente, mientras otros serán más agresivos en su exposición del Evangelio de Jesucristo; lo importante es que ambos lo hacen en obediencia al mandato de Jesús. La fidelidad al Señor y a la Iglesia es una de las primeras enseñanzas para el discípulo aprendiz, quien debe llegar a ser un fiel seguidor de Cristo.  

La Palabra de Dios es para todos, no sólo para algunos escogidos o para personas con inclinaciones místicas o religiosas, sino para toda alma pues todos necesitamos encontrarnos con Jesucristo, “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23) Aún los ateos, los incrédulos, los desconfiados de la fe cristiana, los de otras religiones, necesitan escuchar el Evangelio. No deberíamos temer el rechazo, la burla ni la respuesta agresiva a la prédica o exposición de la Verdad de Dios. 

¿Y cuál es el mensaje? Que Jesucristo vino para salvar a los pecadores. Ninguna duda queda para nadie en este mundo de que el Maestro era un Hombre de paz, que actuó con sinceridad, nobleza y absoluta entrega. El Amor se transmitía en Sus palabras y actos. Un Hombre bueno que murió por Amor a la Humanidad, que dio Su vida en la cruz, que no pronunció palabras de venganza ni manifestó odio hacia Sus torturadores, fue Jesús de Nazaret. Su Persona es la que producirá esa atracción; Su Espíritu en nosotros dando testimonio de Amor; el Espíritu Santo obrando en el pecador operará la conversión. 

El reconocimiento de que, aún siendo cristianos, somos pecadores, es crucial. No debe haber orgullo ni vanidad en el corazón, ningún aire de superioridad, falsa santidad ni hipocresía. El cristiano ha de ser normal, sincero, honesto, sencillo, como Jesús advirtió: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.” (San Mateo 10:16) Pablo dijo que él era el primer pecador y todos los cristianos somos eso. La única diferencia entre nosotros y los pecadores del mundo, es que nosotros somos pecadores arrepentidos.   

Salvar a los pecadores es nuestra misión, proclamar la salvación que hay en Cristo. Proclamar a Jesucristo en las naciones es salvar a los pecadores. 

3.      Predicar el Evangelio.

“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”  (San Mateo 24:14) 

La profecía de Jesús sobre los últimos tiempos dice que antes del fin, es decir antes que Él vuelva, será predicado el Evangelio en todo el planeta. De muchas formas está siendo dado a conocer: Por radio, televisión, periódicos, revistas, libros, eventos masivos, música, internet, etc. También es dado a conocer por medio de obras sociales que sirven a los pobres, enfermos, presos, niños abandonados, matrimonios, drogadictos, etc. Si bien es cierto todas estas maneras de dar a conocer a Cristo son importantes, hay una más sutil y profundamente necesaria: Vivir a Cristo en la vida diaria como discípulos del Señor.  

No pasemos por alto el apellido que da este texto a la palabra “evangelio”, dice “evangelio del reino”. ¿Estamos predicando el Evangelio del Reino u otro evangelio? Algunos anuncian el evangelio del terror que atemoriza con el infierno y el castigo Divino; otros el evangelio de la Ley que sólo da órdenes, mandamientos y obligaciones al cristiano, so pena de perder la salvación; o el evangelio de las ofertas que promete salud, dinero, éxito, prosperidad material y felicidad gratis, un evangelio liviano que olvida que “El reino de Dios es gratuito, pero no barato”[1]; otros un evangelio emocional de llanto y risas, aplausos y sensaciones, pero muy alejado de la realidad diaria; por el contrario está el evangelio racional y teológico, que es teórico y austero pero se olvida de la humanidad del Cristo... ¿Qué Evangelio predicaremos? La Biblia nos dice “el Evangelio del Reino”, aquel que tiene a Jesucristo como Señor, que se somete a Él y se sujeta a la Iglesia, aunque humana también divina, depositaria de la fe. 

La predicación del Evangelio del Reino es con hechos más que con palabras. Los hechos hablan más fuertemente que las razones. La práctica del Evangelio importa más que la Teología. La praxis de la Verdad es el verdadero testimonio. Muchos piensan que testificar es hablar, contar lo que Cristo ha hecho en sus vidas, comunicar verbalmente, pero en verdad testificar es ser testigo de Cristo, es vivir y morir por Él, es representar, experimentar, mostrar a Jesús en nuestros actos. Puede que un cristiano nunca hable de Cristo, nunca predique de Él con palabras, pero ayuda al desvalido, ruega por el que sufre, actúa con honestidad, ora con sinceridad, es agradecido, tiene contentamiento, en fin ama y sabe perdonar; aquél testifica a Cristo con su vida y así siembra la fe.  

Antes de que venga el fin de los tiempos, es preciso que el Evangelio sea predicado a todas las naciones: “Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones.” (San Marcos 13:10) Proclamar a Jesucristo en las naciones es predicar el Evangelio del Reino con hechos y palabras. 

4.      Provocar la adoración.

“¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.” (Apocalipsis 15:4) 

Temer a Dios no es tenerle miedo; Él no es un Padre que quiera atemorizarnos o gobernarnos por medio del terror, sino un Dios amoroso al cual debemos respetar como nuestro Creador, Dueño y Padre Celestial. Los cristianos lo respetamos y le damos gloria por la importancia capital que tiene para nosotros, es el Primero en nuestras vidas. 

Sólo Dios es Santo, todos los seres humanos somos una raza caída, inclinada al mal, sujeta a las debilidades de la carne, de nuestras mentes corruptas, necesitados de Él para poder levantarnos por sobre nuestra condición de pecadores. No hay otro Santo fuera de Dios y si la Biblia nos llama “santos” es porque Jesucristo, por Su sacrificio, ha limpiado nuestras culpas y ahora Dios nos considera justos. 

Cuando los juicios de Dios se manifiesten al final de los tiempos y la Humanidad sufra el castigo por sus muchas desobediencias; cuando regrese el Señor y se instale en Jerusalén para gobernar el planeta, entonces todas las naciones reconocerán a Jesucristo como Señor y representantes de todas ellas irán a la Ciudad Santa para adorarle. Pero no necesitamos esperar Su regreso para adorarle. Él ya ha expuesto en el libro de la Revelación Su victoria, por tanto debemos adorarle ya. Quien ha nacido de nuevo, quien se ha convertido a Jesucristo, le adora cada día del resto de su vida. 

Cuando proclamamos el Evangelio, de algún modo estamos conduciendo a las personas al reconocimiento y la adoración del Hijo de Dios. Proclamar a Jesucristo en las naciones es provocar a la adoración. 

5.      Sanar a las naciones.

“En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.” (Apocalipsis 22:2) 

Esta es una imagen de lo que debe ser y es la Iglesia de Jesucristo. Es una ciudad en el sentido que ella conforma una gran comunidad de comunidades; son muchas las comunidades cristianas, con distintos ritos, costumbres, liturgias, tradiciones, enfoques, formas de alabanza, ministerios especiales, etc. Mas todas forman la única Iglesia del Señor, son como una gran ciudad con muchos barrios.  

Un río maravilloso da vida a la ciudad, el río del Espíritu Santo riega, da crecimiento, alimenta, purifica y empodera a la Iglesia. Sin el Espíritu la Iglesia es nada, sólo una institución humana más, quizás con buenas intenciones pero sin la bendición de Dios. El Espíritu Santo que sale del trono de Dios es el que entrega autoridad a la Iglesia. 

En ambas riberas de este río crece el árbol de la vida, el mismo árbol que estaba en el Edén: “Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.” (Génesis 2:9) No es el árbol del cual comieron en rebeldía Adán y Eva; tampoco alguno de esos árboles deliciosos que les alimentaban; sino el árbol de la vida. Nosotros somos ese Árbol de Vida, somos ramas del Árbol de la Vida. Podemos serlo si estamos unidos a Jesucristo, “la raíz de David” (Apocalipsis 5:5) Jesús es la Raíz del Árbol de la Vida. También se le representa como la vid: “1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. / 2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.” (San Juan 15:1,2) Cristo y Su Iglesia estamos íntimamente unidos en un solo cuerpo u organismo. 

Este árbol es sumamente productivo y da continuamente fruto. Dice que cada mes da un fruto nuevo. ¡Quiera Dios que sea la Iglesia así de fructífera y de todo tipo de buenos frutos: Virtudes cristianas, buenas obras, nuevas almas convertidas! Por el fruto puede reconocerse al buen árbol: “Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.” (San Mateo 7:17) 

El efecto que tiene una Iglesia que es Árbol de Vida, que da buenos frutos, es que produce sanidad. ¿Estamos sanando a nuestra sociedad o la enfermamos más aún? ¿Qué ejemplo de amor y perdón estamos dando a la sociedad en que nos ha tocado vivir? ¿Ayuda nuestra comunidad cristiana a la sanidad del alma de las personas que la rodean? Las hojas de algunos árboles, arbustos y hierbas son utilizadas en distintas culturas para sanar de enfermedades y heridas. En este caso, la Biblia plantea que las hojas del Árbol de la Vida son para sanar a las naciones. Es función de la Iglesia sanar la sociedad con el mensaje del Evangelio. 

Proclamar a Jesucristo en las naciones es sanar a las naciones. 

CONCLUSIÓN.

Las cuatro primeras verdades del misterio de la piedad son que Dios fue manifestado en carne, fue justificado en el Espíritu, visto de los ángeles y predicado a los gentiles. Proclamar a Jesucristo en las naciones es tarea fundamental de la Iglesia y consiste en: 1) Hacer discípulos; 2) Salvar a los pecadores; 3) Predicar el Evangelio; 4) Provocar la adoración; y 5) Sanar a las naciones.

 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Qué importancia tiene que Dios fuese manifestado en carne?

2)      ¿Cómo entiende usted que Cristo haya sido justificado en el Espíritu?

3)      ¿Cuál fue el papel de los ángeles en el ministerio de Jesucristo?

4)      ¿Qué habría pasado si el Evangelio no hubiese sido predicado a los gentiles?

5)      ¿Cómo está usted ayudando a la proclamación de Jesucristo?

6)      ¿Cómo podría nuestra nación convertirse a Jesucristo?

7)      ¿Cuál ha sido su mayor dificultad para “hacer discípulos”?

8)      ¿De qué tienen que salvarse los pecadores?

9)      ¿Cómo entiende usted que es “predicar el Evangelio”?

10)  ¿Cómo puede la Iglesia provocar a la adoración de Dios?

11)  ¿Cuáles son las principales enfermedades espirituales de nuestra sociedad?

12)  ¿Es posible predicar el Evangelio del Reino sólo con hechos?

13)  ¿Estamos predicando el Evangelio del Reino u otro evangelio?

14)  ¿Estamos los cristianos sanando a nuestra sociedad o la enfermamos más aún?

15)  ¿Qué ejemplo de amor y perdón estamos dando a la sociedad en que nos ha tocado vivir?

16)  ¿Ayuda nuestra comunidad cristiana a la sanidad del alma de las personas que la rodean?

17)  ¿Cuál debe ser la actitud de las distintas religiones (cristianismo, Islam, budismo, etc.) hacia las “etnias”?

18)  ¿Cómo podemos llevar el Evangelio a la diversidad de razas, comunidades lingüísticas y culturales?

19)  ¿Cuál es, a su juicio, la tarea más importante de la Iglesia?

20)  ¿Es la Iglesia una institución humana o divina?

21)  ¿Por qué se compara la Iglesia con una gran ciudad con muchos barrios?

 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.

·         MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 

·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.

·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/

·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.

·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/

·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php

·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd

·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/

·         https://es.wikipedia.org/

·         Pérez Millos, Samuel “Comentario Exegético Al Texto Griego del Nuevo Testamento – Hebreos”




[1] D. Bonhoeffer

No hay comentarios.: