domingo, agosto 05, 2018

LA SENCILLEZ DE JESUCRISTO.

NUESTRO CAMINO
LECCIÓN 5
 
 
© Pastor Iván Tapia Contardo 

Lectura bíblica: “16 He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.” (San Mateo 10:16) 

Idea central: La sencillez del cristiano. 

Objetivos: a) Comprender que el Señor nos encarga tener sencillez en toda actuación como discípulos de Jesucristo; b) Valorar la sencillez que Jesús nos enseña a través de Su vida; c) Aprender a enseñar con sencillez; d) Valorar el sacramento de la Santa Cena en sus significados y sencillez; e) Servir al prójimo con sencillez; y f) Aprender a entregar el mensaje del Evangelio en forma sencilla. 

Resumen: La sencillez debe ser una característica fundamental del discípulo de Jesucristo. Él mismo la  demostró en distintas formas, tanto en sus actos como en su enseñanza y encargo a los apóstoles.
 

L
os cuatro desafíos que hemos analizado hasta ahora de lo que el Señor nos pide a nosotros como Iglesia, son: Descubre tu desnudez, Aliméntate de Cristo, Habla el idioma de Cristo y Anuncia el Reino. Pero además Él nos ha dicho que debemos tener “Sencillez en el actuar, en la vida, en la oración, en la prédica, en la enseñanza, la sencillez de Jesucristo.” 

Una persona sencilla es natural, actúa de un modo directo, sin ambages ni complicaciones; es espontánea, reflejando en sus actos y palabras exactamente lo que piensa y siente, no tiene falsedad ni hipocresía; obra con llaneza, trata con familiaridad y sinceridad. Jesús es Modelo de sencillez tanto en sus acciones como en sus palabras. Se acerca con cariño a la gente del pueblo, trata con respeto y delicadeza a los más intelectuales, aunque es duro con los religiosos hipócritas. Utiliza un lenguaje sencillo pero profundo y no está interesado en ostentar algo que no es; cuando se refiere a su divinidad, dice ser el Hijo del Padre Dios. 

Jesús nace en forma sencilla, como lo relata el Evangelio: “4 Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; / 5 para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. / 6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. / 7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.” (San Lucas 2:4-7) 

¿Cómo se demuestra la sencillez de Jesús? 

1.      Jesús se bautiza como todo el pueblo.

“13 Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. / 14 Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? / 15 Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. / 16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. / 17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” (San Mateo 3:13-17) 

Jesús no se consideró una persona especial y santa que no debía bautizarse en las aguas del Jordán por medio de Juan el Bautista, sino que se sometió al mismo rito de todo el pueblo, sin ser un pecador, mas por el hecho de ser hombre, semejante en carne al ser humano, consideró que debía bautizarse. “Es necesario que se cumpla toda justicia” dijo, humildemente, y se sometió al bautismo de Juan.

¿Somos nosotros tan sencillos y humildes como Jesús, para aceptar situaciones que son comunes a todo hombre? Más bien somos orgullosos y hasta vanidosos, a veces, y no aceptamos que otros que consideramos “inferiores” en conocimiento, nivel social, espiritualidad, etc. tomen algún tipo de autoridad sobre nosotros. Humildad es parte de la sencillez de un verdadero discípulo de Jesucristo. 
 

2.      A Jesús le agrada la sencillez.

“24 Cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenzó a decir de Juan a la gente: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? / 25 Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que tienen vestidura preciosa y viven en deleites, en los palacios de los reyes están. / 26 Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. / 27 Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti. / 28 Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él. / 29 Y todo el pueblo y los publicanos, cuando lo oyeron, justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan. / 30 Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan.” (San Lucas 7:24-30) 

Juan el Bautista no es un hombre elegante ni un intelectual que exponga discursos sesudos; todo lo contrario, es un profeta sencillo, que vive al aire libre, cubierto de pieles y alimentado en forma sencilla. No tiene más pretensión que abrir un sendero, preparar las almas para la venida de Jesucristo y Su Evangelio. Jesús lo muestra como ejemplo y presenta como el mayor de los profetas, ya que su ministerio es preparar el camino al Mesías.  

Es claro que a Jesús no le gusta la ostentación, la vanidad ni el carácter déspota, sino la sencillez en Sus siervos. Es triste cuando un seguidor de Jesús desprecia a los pequeños o se levanta como un gran maestro, denostando a sus consiervos. El Señor nos libre de tener ese tipo de actitud y nos perdone si hemos caído en ello alguna vez. Los cristianos somos tan sólo eso, pequeños Cristo, seguidores del más grande Maestro, el Hijo de Dios. Sólo debemos gloriarnos en Él. Nosotros somos sencillamente pecadores arrepentidos. 
 

3.      Jesús enseña con sencillez.

“4 Juntándose una gran multitud, y los que de cada ciudad venían a él, les dijo por parábola: / 5 El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron. / 6 Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. / 7 Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. / 8 Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga.” (San Lucas 8:4-8) 

¡Qué más sencillo que enseñar utilizando ejemplos de la vida cotidiana de los auditores! A Jesús le escuchaban campesinos, labradores, pescadores, comerciantes, dueñas de casa, cobradores de impuestos y todo tipo de personajes del pueblo. A ellos les enseña el Señor y lo hace con un lenguaje sencillo, haciendo uso de lo que tienen más a mano: un manantial de agua, casas construidas en distintos terrenos, peces y barcas, etc. Aquí se valió del proceso de sembrar “al voleo”, cuando la semilla es llevada por el viento y cae en distintos terrenos. 

En esta parábola el Señor definió cuatro tipo de corazones o tal vez cuatro momentos distintos en que la Palabra puede encontrar al corazón humano: a veces muy poco dispuesto a escuchar y fácil de ser pisada por otras ideas, como si el corazón fuera un camino; a veces entusiasta al principio para luego olvidarla fácilmente, como aquella plantita que crece entre piedras y rápidamente e seca porque no tiene tierra que la sustente; otras veces el corazón está más ocupado en los placeres y éxitos que puede brindarle este mundo, más que de lo eterno, es como una planta ahogada por los espinos; y la mejor de las veces es cuando encuentra un corazón abierto y dispuesto, deseoso de brotar y dar buenos frutos, como la buena tierra. Si no entendemos así, es que realmente nuestros oídos espirituales han sido cerrados. 

La sencillez en la enseñanza debiera ser el estilo pedagógico de todo ministro de Dios.
 

4.      Jesús ordena sencillez a sus discípulos.

“1 Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. / 2 Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos. / 3 Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas. / 4 Y en cualquier casa donde entréis, quedad allí, y de allí salid. / 5 Y dondequiera que no os recibieren, salid de aquella ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos. / 6 Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio y sanando por todas partes.” (San Lucas 9:1-6) 

Jesús da poder a Sus discípulos. Tenemos un poder enorme dentro de nosotros, que es el Espíritu Santo. Para cumplir el ministerio nada necesitamos aparte de la fe confiada en el Señor. No requerimos, dice Él, “ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero”, ni siquiera llevar “dos túnicas.” Hoy día alguien se prepara para anunciar el Evangelio y hace cursos, estudia en un seminario, se compra libros, discos, junta mucho dinero para poder “hacer la obra”. En cambio Jesús reduce toda la tarea a “Id y predicad el Evangelio”. la capacitación la da el discipulado.  

Les enseña a tener la sencillez de un niño: “15 Traían a él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos, les reprendieron. / 16 Mas Jesús, llamándolos, dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. / 17 De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.” (San Lucas 18:15-17) 

Cada día más se tecnifica y tecnologiza todo, cuando predicar Su Evangelio puede ser algo tan sencillo como dar testimonio y hablar acerca de Jesucristo. No es necesario estudiar tanta Teología para llevar a las almas al arrepentimiento o para contar quien es Jesús y lo que Él produce en las vidas. Necesitamos recuperar aquella sencillez que enseñó Jesús.
 

5.      Jesús establece un sacramento sencillo.

“14 Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. / 15 Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! / 16 Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios. / 17 Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; / 18 porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. / 19 Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. / 20 De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.” (San Lucas 22:14-20) 

Jesús no estableció una religión compleja como la de Moisés, su tabernáculo y cantidad de leyes prohibitivas. El día de Su última cena pascual o Seder Pesaj judío, tomó una copa de vino y dijo “Esta es mi sangre que por vosotros es derramada...”; también tomó pan, lo partió y repartió entre Sus discípulos, diciendo “Este es mi cuerpo que por vosotros es partido...”. Encargó que lo hiciéramos siempre en memoria de Él. Así de sencillo es su principal sacramento. No requiere otros objetos que vino, pan y una copa. Los hombres le hemos agregado todo tipo de elementos costosos y elegantes, pero en esencia es un acto simbólico y trascendente de Su Pasión, la entrega que Jesús hizo por los pecadores y un modo concreto de alimentarnos con Su Persona. Cuando comemos el pan y bebemos el vino, también nos alimentamos espiritualmente de Su cuerpo y de Su sangre. 

La sencillez en el culto a Dios, sin caer en la chabacanería y guardando el respeto y la solemnidad que merece Dios, ha de ser nuestro estilo cristiano. 
 

6.      Jesús enseña el servicio sencillo al prójimo.

“12 Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? / 13 Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. / 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. / 15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. / 16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. / 17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.” (San Juan 13:12-17) 

Dentro de la sencillez cristiana está el servicio al prójimo, también sin ostentación y en silencio: “2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. / 3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, / 4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” (San Mateo 6:2-4) 

El amor verdadero tiene compasión del prójimo, sea éste cristiano o no cristiano. Debemos tener misericordia de todos nuestros “semejantes”, hombres y mujeres que se encuentren en problemas de cualquier tipo. El amor cristiano se expresa en actitudes de compasión, bondad, disposición, generosidad con el desposeído.  

Es propio de la Iglesia y los cristianos en general, hacer obras de misericordia como dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, refugiar al forastero, vestir al desnudo, atender al enfermo y visitar al preso. Desarrollar estas obras nos caracteriza como discípulos del Señor.
 

7.      Jesús entrega un mensaje sencillo al pecador.

“39 Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. / 40 Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? / 41 Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. / 42 Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. / 43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” (San Lucas 23:39-43) 

Dos delincuentes había colgados a ambos lados de la cruz de Jesús. Uno de ellos blasfemaba reclamando por qué Jesús no los salvaba a los tres, si era el Cristo. El otro lo reprende y en sus palabras expresa arrepentimiento demostrando: a) Temor de Dios “¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?”; b) Reconocimiento de ser un pecador “Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos”; c) Reconocimiento de la santidad de Jesús “mas éste ningún mal hizo”; d) Reconocimiento de que Jesús es el Señor del Reino “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”. 

La respuesta del Señor es sencilla, sin exigencias, llena de gracia: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” No le exige obras, no lo culpa de pecados, no lo amenaza con el Infierno, no le predica complicadas teologías, sólo le da la esperanza cierta de que ese mismo día, al morir, estará con Él en el cielo. 

Los cristianos solemos enredar a los inconversos con numerosos pasajes bíblicos que no traen claridad a las mentes; les asustamos con el fin del mundo, el infierno y el castigo eterno, en vez de atraerlos con el gran amor de Dios, que perdona los pecados; les presentamos razonamientos teológicos complejos, entendibles sólo por los convertidos, no poniéndonos en el lugar de personas que desconocen la Biblia; les predicamos nuestra iglesia, criticando a otras, con lo cual de inmediato negamos el amor que Cristo predica, que es un amor conciliador y para todo el mundo. ¡Cuánto necesitamos aprender un mensaje sencillo de amor, perdón, reconciliación y unidad, como es el Evangelio!  

El mensaje del Evangelio tiene, entre otras, estas características:

a)      Es un mensaje de amor, no de odio ni de condenación al pecador, sino de aceptación, porque somos humanos, de una raza caída, por tanto todo lo que predicamos debe sustentarse en el Amor de Dios.

b)      Es un mensaje de perdón, puesto que Jesucristo entregó su vida en la cruz para perdón de nuestros pecados. Ningún cristiano tiene derecho a no perdonar a un semejante, ya que él mismo fue perdonado por Dios.

c)      Es un mensaje de reconciliación; Jesús en su cuerpo reconcilió al Hombre con Dios y al pueblo judío con los gentiles. No hay diferencia entre católicos y protestantes; entre religiones y sectas cristianas; entre el cristianismo y las demás religiones del mundo. El Señor llama a la completa reconciliación, la que implica tolerancia y aceptación del otro.

d)     Es un mensaje de unidad, ya que Jesús rogó al Padre en su oración sacerdotal por la unidad de todos los cristianos. ¿Hasta cuándo discutiremos sobre nuestras diferencias teológicas? ¿Hasta cuándo nos separaremos por conceptos y no compartiremos el amor de Jesús? La unidad del Cuerpo de Cristo exige que nos reconciliemos y unamos en un solo Cuerpo, el Cuerpo de Cristo. 

CONCLUSIÓN.

El Señor nos encarga tener “Sencillez en el actuar, en la vida, en la oración, en la prédica, en la enseñanza, la sencillez de Jesucristo.” Jesús nos enseña la sencillez a través de Su vida narrada en el Evangelio, lo que se demuestra en siete momentos: 1) Jesús se bautiza como todo el pueblo; 2) Jesús le agrada la sencillez; 3) Jesús enseña con sencillez; 4) Jesús ordena sencillez a sus discípulos; 5) Jesús establece un sacramento sencillo; 6) Jesús enseña el servicio sencillo al prójimo; y 7) Jesús entrega un mensaje sencillo al pecador.

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
 
1)      ¿Qué es para usted una persona sencilla?
2)      ¿Considera la religión cristiana una fe compleja o sencilla?
3)      ¿Cuáles son, a su modo de entender, las principales características del Evangelio?
4)      ¿Cómo se puede resumir el mensaje del Evangelio a los no creyentes?
5)      ¿Cómo se puede vivir en forma práctica el mensaje de reconciliación?
6)      ¿Cuál debe ser nuestra conducta en relación a diferencias teológicas frente a hermanos cristianos de otras iglesias?
7)      ¿Cuándo hacemos del corazón un camino, como el de la parábola del sembrador?
8)      ¿Es necesario para anunciar el Evangelio, hacer cursos, estudiar en seminarios, leer libros, escuchar discos, juntar mucho dinero, etc.?
9)      ¿Qué sentido tiene la Santa Cena?
10)  ¿Tiene leyes el Evangelio?
11)  ¿Cómo es la “buena tierra” para sembrar la semilla del Evangelio?
12)  ¿Qué elementos de la vida cotidiana de hoy podemos utilizar en el lenguaje para predicar el Evangelio?
13)  ¿Cómo se puede vivir la unidad del Cuerpo de Cristo?
14)  ¿Tenemos los cristianos el derecho a no perdonar?
15)  ¿Cómo podemos ser una Iglesia sencilla?

  

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

 

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