domingo, agosto 12, 2018

FUNDAMENTADOS EN CRISTO.

EL FUNDAMENTO
LECCIÓN 4
 

© Pastor Iván Tapia Contardo 

Lectura bíblica:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; / 2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. / 3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; / 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; / 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:1-5) 

Idea central: El Fundamento del hombre interior. 

Objetivos: a) Comprender que el hombre interior posee “órganos” en los que el Espíritu Santo trabaja desde el momento de su conversión a Jesucristo; b) Comprender que el corazón es el asiento de las actitudes, emociones e inteligencia, donde anida la fe; c) Comprender que la conciencia es un agente moral, testigo y sistema de valores del cristiano, donde se instala la paz; d) Comprender que el espíritu es la parte más sutil e interna del ser humano, eterna y factible de comunicarse con Dios, el que es lleno del amor de Dios; e) Comprender la mente como conjunto de facultades intelectuales de la persona, la que es edificada con la Verdad y recibe la esperanza; f) Identificar las cuatro virtudes básicas para la vida cristiana (FE, PAZ,  AMOR y ESPERANZA); g) Conocer y valorar los elementos sobrenaturales que instalan y desarrollan las virtudes básicas (Gracia, Sangre de Jesús, Espíritu Santo y Palabra). 

Resumen: Hay cuatro “órganos” en el hombre interior del cristiano, que reciben de Dios, desde el momento de su conversión, las virtudes o potencias básicas para desarrollarse en el camino de Cristo. Son el corazón, la conciencia, el espíritu y la mente, las que serán depositarias de la fe, la paz, el amor y la esperanza. Asimismo cuatro son las virtudes y los agentes sobrenaturales que las instalan en el hombre interior. 

 

H
asta ahora hemos expuesto tres lecciones sobre lo que llamamos “El Fundamento”, porque toda doctrina espiritual y persona que viva bajo esa doctrina, tiene un cimiento o base sobre la cual es edificada.  

En primer lugar vimos “El Fundamento del Cristiano” y dijimos que no hay otro fundamento espiritual para el cristiano que la Persona de JESUCRISTO, ya que Él: 1) Fue anunciado en el Antiguo Testamento por los profetas; 2) Proclamado por San Pablo, perito arquitecto de la Iglesia; 3) Testificado por San Pedro, piedra viva; y 4) Declarado por el mismo Jesucristo, Camino, Verdad y Vida. 

Establecido Jesucristo como nuestro Fundamento sólido, abordamos “El Fundamento de los Apóstoles”. La Iglesia y los cristianos tienen un Fundamento que es Jesucristo. Sin embargo en ciertos textos bíblicos se habla del “fundamento de los apóstoles”. Tal nominación no debe interpretarse como que los apóstoles son el fundamento de nuestra fe, sino que los apóstoles: 1) Son un aspecto del diseño de la Iglesia; 2) Fueron los primeros edificadores de la Iglesia; y 3) Quienes pusieron el fundamento de la Iglesia. 

En tercer lugar profundizamos la idea de que “Jesucristo es Nuestro Fundamento”. Los cristianos tenemos un Fundamento sobre el cual edificarnos: Nuestro Señor Jesucristo. El Fundamento es un cimiento espiritual que nos permitirá permanecer firmes en la fe cuando suframos los problemas propios de la vida. Jesucristo es nuestro Fundamento porque: 1) Jesús es nuestro Jefe, el “Señor” que gobierna nuestras vidas; 2) Jesús es la Roca sobre la que edificamos nuestra casa espiritual, para enfrentar dificultades, pruebas y tentaciones; 3) Jesús es el perito Arquitecto que sabe edificar en tres etapas (cavar, ahondar y poner el fundamento); y 4) Jesús es el Constructor sensato que nos animará a entregar la vida a Jesucristo, hacer la voluntad de Dios y seguir el consejo del Señor, para ser salvos y felices; a no construir en la “arena” (carne). Esto nos invita a que construyamos nuestra vida sobre el mejor terreno, que es Jesucristo, la Roca. 

En la cuarta lección, que presentamos a continuación, veremos cómo el Fundamento se instala en el interior de la persona que ha aceptado a Jesucristo como Salvador y Señor. Sabido es que los seres humanos somos por un lado duales, pues tenemos un ser corpóreo y otro ser incorpóreo o invisible, que algunos suelen llamar cuerpo y alma. En este sentido hacen de las palabras alma y espíritu, sinónimos. Pero la Biblia establece que somos trinitarios, es decir compuestos de tres elementos, espíritu, alma y cuerpo: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” (1 Tesalonicenses 5:23) 

Cuando nos convertimos a Jesucristo, Éste viene a habitar en nuestro interior e instala cuatro virtudes esenciales en nosotros, las cuales comienzan a ser desarrolladas por el Espíritu Santo. Nos referimos a la FE, la PAZ, el AMOR y la ESPERANZA. Tales virtudes operarán fundamentalmente en el alma y el espíritu, teniendo expresión en nuestras acciones corporales. 

Aparte del ESPÍRITU, tomaremos tres “órganos” más del ser interior, que son el CORAZÓN, la CONCIENCIA y la MENTE.  

En la primera parte de esta enseñanza nos referiremos a los “órganos” que viven la experiencia Divina y en la segunda parte a las virtudes insufladas por el Espíritu Santo. 

I PARTE 

¿Qué “órganos” posee el hombre interior? 

  1. El corazón.
La Biblia llama corazón a un “órgano espiritual” que hay en el ser humano y que es el asiento de las actitudes, emociones e inteligencia. Engloba varias funciones del ser humano: 

a)      Mente. Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?” (San Mateo 9:4) El concepto bíblico de corazón abarca también la mente, el pensamiento. La mente es parte del corazón.  

b)      Voluntad. Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor.” (Hechos 11:23) Tener propósitos es tener la voluntad, la intención, por tanto ésta es parte del corazón humano. Puedo tener buenos o malos propósitos, como un corazón bueno o un corazón malo.  

c)      Emociones. También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.” (San Juan 16:22) Las emociones son parte del corazón. Es lo que popularmente se atribuye a él. El corazón puede gozarse, entristecerse, estar inquieto, etc. 

d)     Conciencia. acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.” (Hebreos 10:22) El versículo nos revela que la conciencia es parte del corazón, la que nos condena o reprende si actuamos en mala forma, y nos aprueba si lo hacemos conforme a la voluntad Divina.  

Por tanto bíblicamente, el corazón no sólo es un “órgano” por el que sentimos emociones, sino también involucra la mente, la voluntad, la emoción y la conciencia de bien y mal. Sabemos que el hombre está conformado de espíritu, alma y cuerpo. El corazón no es un cuarto elemento sino que los integra. 

Como asiento de las motivaciones, la FE anida en el CORAZÓN: “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” (Romanos 10:10)
 

  1. La conciencia.
Desde el punto de vista bíblico, la conciencia tiene tres significados: Es un agente moral, es un testigo y un sistema de valores. 

a)      Agente moral. Capacidad dada por Dios para autoevaluar nuestras acciones, un pequeño juez actuando en nuestro interior, lo que el psicoanálisis llama el super-yo: Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor.” (1 Corintios 4:4); “Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy” (Hechos 23:1) Podemos examinar nuestro comportamiento, guiados por la conciencia, que nos declarará si somos o no íntegros.  

b)      Testigo. De actos propios y ajenos: “Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros.” (2 Corintios 1:12); Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias.” (2 Corintios 5:11) Incluso podemos poner nuestra propia conciencia como testigos de nosotros mismos. 

c)      Sistema. Servidora del sistema de valores personal: “8 Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos. / 9 Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. / 10 Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos?” (1 Corintios 8:8-10) La maduración en la fe y el conocimiento de las Escrituras `produce un sistema de valores maduro. Por el contrario, un sistema cristiano desinformado es inmaduro y débil, y produce una conciencia más débil. Generalmente los prejuicios y la ignorancia de la Palabra de Dios, producen una conciencia débil, fácil de caer en la culpabilidad y el juicio. Una conciencia fuerte sabe disfruta y ejercer la libertad cristiana. 

Al creer en Jesucristo y reconocer nuestra condición de pecadores, somos perdonados por Dios y limpiados de toda culpa. Esto sucede en la conciencia del recién convertido, es instalada la PAZ en su CONCIENCIA: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1)

  1. El espíritu.
Es la parte más sutil e interna del ser humano, eterna y factible de comunicarse con Dios. Dice la Biblia: Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” (Génesis 2:7) El “polvo de la tierra” se refiere al cuerpo físico; “el hombre un ser viviente” se refiere al alma o psique; el “aliento de vida” es el espíritu que Dios insufló en Adán, como energía vital para que todo su ser cobrara vida. Sin espíritu no podemos tener vida. 

Hay dos tipos de espíritu: “11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. / 12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido” (1 Corintios 2:11,12) 

Cuando nacemos recibimos el espíritu humano, pero cuando nacemos de nuevo, en Cristo, recibimos el Espíritu Santo: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” (San Juan 3:6) El primer Espíritu, escrito con mayúscula, se refiere al Espíritu Divino o Espíritu Santo de Dios. El segundo, escrito con minúscula, es el espíritu humano. El texto significa que una cosa es nacer por primera vez, de la madre, es decir nacer de la carne; todos los seres humanos hemos nacido de la carne. Pero otra cosa es nacer del Espíritu de Dios y aquellos que nacen del Espíritu Santo son espíritus humanos. O sea que el Espíritu Divino viene a habitar en el espíritu humano. 

El espíritu humano, dice la Biblia,  es la luz que ilumina nuestro andar por la vida: “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, La cual escudriña lo más profundo del corazón.” (Proverbios 20:27) El espíritu es aquella parte del ser que puede contactar con Dios, como lo haría un aparato de radio ante las ondas emitidas por una emisora lejana. 

No debemos confundir alma y espíritu, ambas son cosas diferentes: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12) 

El espíritu humano puede ser confortado: Por esto hemos sido consolados en vuestra consolación; pero mucho más nos gozamos por el gozo de Tito, que haya sido confortado su espíritu por todos vosotros.” (2 Corintios 7:13). También puede ser entristecido y afligido. El Espíritu Santo lo alegra y consuela. 

Al venir a morar el Espíritu Santo en nosotros, somos llenos del AMOR de Dios en nuestro ESPÍRITU, “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7)
 

  1. La mente.
La mente es el conjunto de facultades intelectuales de la persona. Es aquella parte que procesa los pensamientos, comprende, los considera, es la procesadora y organizadora de las ideas: “Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente.” (Romanos 14:5) En la mente elaboramos pensamientos y razones propias; discriminamos las diferencias de las cosas, razonamos, sacamos conclusiones. 

Desde el punto de vista espiritual hay tres tipos de mentes: la natural, la carnal y la espiritual. 

a)      Mente natural. La desarrollamos desde el nacimiento y está inclinada a la rebelión, pecado original: “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente” (Efesios 4:17) No es recomendable que los cristianos caminemos teniendo un vano modo de pensar, como los del mundo. 

b)      Mente carnal. Andamos en ella cuando nos dejamos llevar por el viejo hombre, la carne y sus concupiscencias, o el espíritu de las tinieblas: “Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal”  (Colosenses 2:18) Hay mente carnal y mente espiritual. Los carnales son los creyentes que “viven en la vanidad de su mente” y no en “la mente de Cristo”. 

c)      Mente espiritual. La mente que Dios nos ha dado en el nuevo nacimiento y a la cual debemos obedecer: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.”  (1 Corintios 2:16) Nadie puede conocer completamente el pensamiento de Dios ni tampoco instruirlo a Él o cambiarlo. Sin embargo, en cierto modo pensamos como Él porque tenemos Su Espíritu. 

“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.” (1 Corintios 1:10) Lo ideal es que todos los cristianos tengan un mismo modo de pensar, pero eso no se da en su totalidad por la diversidad de mentes.  

El consejo de Dios es ocupar la mente en todo lo que sea edificante: Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” (Filipenses 4:8) 

El Nuevo Pacto pone las leyes de Dios en el corazón y las escribe en la mente: “Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré” (Hebreos 10:16) Al recibir a Cristo, somos edificados con la Verdad y recibimos la ESPERANZA en la MENTE: “18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (Efesios 1:18)
 

CONCLUSIÓN.

El hombre interior posee cuatro “órganos” en los que el Espíritu Santo trabaja desde el momento de su conversión a Jesucristo, los cuales son:

1)      CORAZÓN. Asiento de las actitudes, emociones e inteligencia. La FE anida en el corazón.

2)      CONCIENCIA. Agente moral, testigo y sistema de valores del cristiano. En la conciencia es instalada la PAZ.

3)      ESPÍRITU. Parte más sutil e interna del ser humano, eterna y factible de comunicarse con Dios. Hay dos tipos de espíritu: Divino y humano. Al venir a morar el Espíritu Santo en nosotros, somos llenos del AMOR de Dios en nuestro espíritu.

4)      MENTE. Conjunto de facultades intelectuales de la persona, procesa los pensamientos, comprende, los considera, es la procesadora y organizadora de las ideas. Hay tres tipos de mentes: la natural, la carnal y la espiritual. Al recibir a Cristo, somos edificados con la Verdad y recibimos la ESPERANZA en la mente.
 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Se considera una persona que actúa según sus sentimientos o sus pensamientos?

2)      ¿Cuál de los cuatro “órganos” del hombre interior, nombrados en el sermón, le parece a usted más importante?

3)      ¿Cuál ha sido el principal aspecto en que el Espíritu Santo ha trabajado en su vida cristiana?

4)      ¿Cuáles han sido los principales hitos de su vida de fe?

5)      ¿En qué aspectos su fe es débil y en cuáles fuerte?

6)      ¿Cómo podemos entregar paz a nuestros semejantes?

7)      ¿Cómo puedo distinguir que un impulso personal es del Espíritu Santo y no de mi espíritu humano?

8)      ¿De qué forma brinda su iglesia  el Amor de Dios al prójimo?

9)      ¿Cómo puede la Iglesia desarrollar las facultades intelectuales de sus miembros?

10)  ¿Cuándo está actuando en nosotros uno de estos tres tipos de mente: natural, carnal o espiritual?

11)  ¿Cómo se puede edificar la esperanza en los discípulos?

12)  ¿Qué es esencial para comprender y aplicar el Fundamento?

13)  ¿Cuáles son los fundamentos de su fe cristiana?

14)  ¿Cuáles son, a su juicio, los principales aportes de San Pablo, San Pedro y San Juan?

15)  ¿Qué rol deben cumplir los apóstoles de hoy?

16)  ¿Qué circunstancias pueden ocurrirnos que requieran de nosotros estar en un sólido fundamento?

17)  ¿Cómo relaciona usted a Jesucristo con estos tres conceptos: Señor, Roca, Arquitecto?

18)  ¿Qué gran enseñanza deja a la Iglesia la parábola de los dos fundamentos (arena y roca)? 

 

II PARTE
 

E
n el capítulo anterior analizamos que, desde el punto de vista bíblico, el hombre interior posee cuatro “órganos” en los que el Espíritu Santo trabaja desde el momento de su conversión a Jesucristo: a) CORAZÓN, asiento de las actitudes, emociones e inteligencia; b) CONCIENCIA, agente moral, testigo y sistema de valores del cristiano; c) ESPÍRITU, parte más sutil e interna, eterna y factible de comunicarse con Dios; y d) MENTE, conjunto de facultades intelectuales, procesadora y organizadora de los pensamientos.  

Cuando conocemos a Jesucristo, se instalan cuatro virtudes fundamentales en ese hombre interior: FE en el corazón, PAZ en la conciencia, AMOR en el espíritu y ESPERANZA en la mente.

 

¿Cómo adquiere las virtudes básicas el hombre interior?
 

  1. FE en el corazón por medio de la Gracia de Dios.

“9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. / 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” (Romanos 10:9,10) 

Dice el Apóstol que con el corazón se cree, pero ese creer es completo cuando se confiesa verbalmente. En el caso de alguien que tenga problemas de lenguaje, lo dirá con señas. El asunto es que hay que “comunicar” la creencia; si no se comunica significa que aún esa fe no es completa. Por eso es tan importante el evangelismo en todo creyente. El corazón quiere y necesita comunicar lo que se ha depositado dentro de él: la fe de Jesús. 

El contenido de esa fe, según este versículo, es: a) Creer que Jesús es el Señor, es decir el Amo total del universo; y b) Creer en la resurrección de Jesucristo, que Él está vivo y venció la muerte. Estas dos convicciones son fundamentales para ser salvo de la condenación eterna. Si se cree que Jesús murió por nuestros pecados en la cruz y resucitó de entre los muertos, siendo ahora nuestro Salvador y Señor, implícitamente estamos aceptando que somos pecadores, sujetos necesitados de salvación. 

Sin la cruz somos condenados a eternamente permanecer lejos de Dios. El mayor infierno es ser condenados a no gustar jamás de Su Amor y deleites espirituales. Imagine usted vivir por una eternidad amargado, deprimido, con culpas en su alma, abandonado a su soledad, sin consuelo alguno. Ni siquiera necesito pensar en las llamas y dolores del infierno, para querer evitar tal condenación. 

De esa condena nos salva Jesús, si creemos en Él. Desde el punto de vista de la justicia Divina, los seres humanos estamos bajo condenación porque vivimos en rebeldía, desobedeciendo la Ley de Dios. El pago por el pecado es la muerte, la eliminación. Dios creó un sistema perfecto pero en libertad de escoger por parte de la criatura pensante, el bien o el mal. Claro es que advirtió que quien escogía el mal, moriría. La tercera parte de los ángeles escogieron el mal y siguieron a Luzbel. Adán y Eva, instigados por ese ángel, hicieron lo mismo. Se podría pensar que la solución es tan simple como obedecer toda la Ley, pero tal cosa es imposible para una raza caída como la humana. Por tal motivo fue necesario que un Ser perfecto, sin culpa ni pecado, tomara nuestro lugar y muriese en sacrificio por los humanos. Ese Ser fue Jesucristo y así se hizo justicia Divina. 

Jesús es nuestra justicia, Él produjo nuestra justificación; gracias a Él ahora somos declarados “justos”. Somos justos no por nuestras obras, sino por la obra de Jesucristo en la cruz. Poner la fe en Él es ser justificados. 

Pero todavía queda la pregunta ¿Y cómo se adquiere la fe? La respuesta bíblica es sencilla: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Romanos 10:17) La fe en Jesús es algo completo, la recibimos de Dios, no es algo creado en nuestra mente, no es una simple creencia, ni cultural ni psicológico. La fe no surge de nuestro interior sino que viene de Dios y se deposita en nuestro corazón; viene de escuchar la Palabra de Dios. Ésta es tan potente, viene tan cargada del Espíritu Santo, que Jesús dijo: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” (San Juan 6:63) En otra parte se dice que “...la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12) 

Por las razones anteriores es que sea tan necesaria la evangelización con la Palabra de Dios. Recordemos que por la Palabra es que Dios hizo todas las cosas: Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.” (Hebreos 11:3) 

“Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros” (Romanos 4:16) 

Adquirimos la virtud de la FE por la Gracia de Dios, que actúa por medio de la Palabra.
 

  1. PAZ en la conciencia por medio de la Sangre de Jesús.
“1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1) 

La conciencia en tinieblas es una conciencia con dos características: a) culpable, y b) legalista. Es una conciencia culpable porque se siente acusada por Dios, por la Ley o por la gente. Y es una conciencia legalista porque juzga conforme a normas inflexibles, de lo que resulta una persona que critica, juzga y condena tanto a sí misma como a los demás. Sin embargo algunas personas, como los delincuentes y los amorales, que carecen de códigos morales o los tienen distorsionados, tienen sus conciencias “cauterizadas”, como lo señala el Apóstol: por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia” (1 Timoteo 4:2) 

La conciencia nos indica lo que es bueno y lo que es malo, lo que agrada al Creador y lo que no le agrada, pero está en nosotros obedecer a ese juicio o ser indiferentes a él. Sin embargo la conciencia siempre nos acusará de pecado cuando lo cometemos. En el episodio de la mujer sorprendida en el acto de adulterio y llevada ante Jesús para que éste emitiera un juicio, 7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. / 8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. / 9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.” (San Juan 8:7-9) Las conciencias de los más viejos, por su edad, cargaban más pecados y culpas. 

Si la fe trae convicción acerca de quién es Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador nuestro y Señor; el mensaje del Evangelio nos aclara que Dios ha limpiado en la cruz con Su sangre nuestros pecados: ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:14) 

Al ser declarados “justos” por Dios, Él se olvida para siempre de nuestras desobediencias, nos sentimos perdonados y gran paz llega a nuestras conciencias. En otras palabras nos reconciliamos con Dios: 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; / 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.” (2 Corintios 5:18,19) ¡Qué hermoso es cuando dos hermanos que estaban enemistados, o cuando una pareja separada se reconcilia! Más hermoso es cuando un alma alejada del Señor se acerca a Él reconciliada. El Señor desea la reconciliación con el ser humano, pero muchas veces preferimos permanecer alejados de Él porque amamos nuestra autonomía.  

El Espíritu Santo desea con vehemencia que todos los seres humanos nos reconciliemos con Dios, para lo cual envía “embajadores” de Su Evangelio: “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.” (2 Corintios 5:20) 

La paz se hace en la conciencia cuando comprendemos y sentimos el perdón de Dios; cuando experimentamos Su Gracia, el favor inmerecido del Padre. Esta paz debe borrar: a) culpas, y b) legalismos. ¿Por qué, entonces, tantos cristianos aún se sienten culpables y viven culpando a otros? La respuesta es clarísima en la Escritura: Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.” (Romanos 6:14) Y nos amonesta: ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” (Gálatas 3:3) Finalmente aconseja: Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” (Gálatas 5:1) 

Nuestra paz es la Paz del Señor, no es una paz por cumplir leyes y satisfacer la conciencia, no es un remedio pasajero, sino una convicción permanente de que Dios ya nos ha aceptado y perdonado, y si algún pecado cometemos “...la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” (1 Juan 1:7) Esta Paz es una virtud que nos hace estar en armonía con Dios, nosotros mismos y el prójimo. 

Adquirimos la virtud de la PAZ por medio de la sangre de Jesús que nos limpia de todo pecado, mediante el perdón de Dios.
 

  1. AMOR en el espíritu por medio del Espíritu Santo.
“7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7); “5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:5) 

Cuando entra en el creyente por primera vez, el día de su conversión, el Espíritu Santo, entra en él el mismo Espíritu de Dios, de este Dios que es Amor. Tener el Espíritu Santo morando en nuestro espíritu es tener la posibilidad de recibir todos sus dones. Dios derrama Su Amor por medio del Espíritu Santo en nuestro espíritu.  

La valentía para enfrentar toda oposición espiritual, la templanza para resistir las tentaciones de la carne y el amor a Dios y el prójimo, son tres capacidades que resalta el Apóstol, dadas por el Espíritu Santo.  

Amor es la palabra más importante en la Biblia, después de Dios y Jesucristo:

·         El Amor define a Dios, El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4:8)

·         El Amor es el resumen de todos los mandamientos, Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gálatas 5:14)

·         El Amor es el espíritu del Evangelio, Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros” (1 Juan 3:11)

·         El Amor es superior a todos los carismas sobrenaturales, Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente. / 1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. / 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.  / 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.” (1 Corintios 12:31-13:1-3)

·         El Amor es la motivación de Dios para la salvación, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (San Juan 3:16)

·         El Amor es el aspecto característico de un discípulo, “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (San Juan 13:35) 

En fin, el Amor es el mensaje de Dios.

Al adquirir la fe, con ella viene la paz. Al adquirir el Espíritu obtenemos el Amor en nuestro interior, un amor que comenzará a fluir como un manantial de frescas aguas: mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (San Juan 4:14) 

Adquirimos la virtud del AMOR por medio del derramamiento del Espíritu Santo.
 

  1. ESPERANZA en la mente por medio de la Palabra de Dios.

“18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (Efesios 1:18) 

El hombre y la mujer sin Dios son incrédulos, llenos de culpabilidades, egoístas y sin esperanza. En sus mentes prima la ignorancia acerca de la realidad sobrenatural, con una posición que puede ser: a) Atea, negar al Señor; b) Agnóstica, declararse incapaces de conocer la Verdad; c) Supersticiosa, un cúmulo de creencias falsas acerca de lo sobrenatural; d) Demoníaca, aquellos que creen en Lucifer; o e) Indiferencia. 

El cristiano, en cambio, recibe desde el primer momento, instrucción acerca de lo Divino, conocimiento basado en la Biblia que es la Palabra de Dios, revelada por el Espíritu Santo para nuestra edificación espiritual. Al aferrarnos a Cristo comenzamos a tener confianza en la Escritura explicada y predicada por los ministros del Señor. Así la Palabra de Dios comienza a nutrir al cristiano y edificar su mente con la Verdad, pues “...No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (San Mateo 4:4) 

La mente es el entendimiento que es alumbrado por el Espíritu Santo para comprender las realidades Divinas. Todas ellas: La historia de la salvación, la creación del universo, la obra de Jesucristo, el Espíritu Santo, la Iglesia, la vida cristiana, las promesas de Dios, el Reino de Dios, el misterio de iniquidad, el fin del mundo, el reinado Milenial, la eternidad, en fin todo conocimiento espiritual de Dios constituye nuestra Esperanza “y la esperanza no avergüenza” (Romanos 5:5) 

Dios nos ha dejado todo este conocimiento como una herencia valiosísima para nuestra salvación, una Esperanza que comienza a disfrutarse ya en esta vida. Hay quienes piensan que la esperanza es tan sólo esperar en la eternidad, pero muchas promesas y conocimientos sabios de la Escritura nos permiten ser felices en esta vida, como un anticipo de la vida eterna. Tener a Jesucristo en nosotros es comenzar a disfrutar de la Esperanza como lo declara el Apóstol: “Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza” (1 Timoteo 1:1) 

Adquirimos y crecemos en la Esperanza en la medida que nos alimentamos con la Palabra de Dios y la ponemos por obra, así produce fruto en nuestras vidas y trae más convicción, testimonio y esperanza. Cuando Cristo llegó al creyente, es porque Dios depositó Su semilla, la Palabra, en su mente y esa semilla germinó: “siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1 Pedro 1:23) La semilla de la Palabra de Dios, regada por el Espíritu Santo, es la que produjo la Esperanza. 

Adquirimos la virtud de la ESPERANZA por la acción de la Palabra de Dios.

 

CONCLUSIÓN.

Hay cuatro virtudes que son básicas para la vida cristiana, constituyen su fundamento y se adquieren por la acción de diferentes elementos sobrenaturales: 1) FE en el corazón por medio de la Gracia de Dios; 2) PAZ en la conciencia por medio de la Sangre de Jesús; 3) AMOR en el espíritu por medio del Espíritu Santo; y 4) ESPERANZA en la mente por medio de la Palabra de Dios.

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Qué pasa con la conversión de las personas sordas si “la fe viene por el oír de la Palabra de Dios”?

2)      ¿Cómo evangelizaría a una persona sorda?

3)      ¿Qué significa que Jesucristo es el Señor?

4)      ¿Cómo sabemos que Jesús vive y que venció la muerte?

5)      ¿Ha vivido o conocido de personas que vivan un “infierno” en esta Tierra?

6)      ¿Es el Infierno la eliminación definitiva de la persona, su abandono eterno u otra concepción?

7)      ¿Se siente “justificado/a” ante el Padre?

8)      ¿Qué rol ha jugado la Palabra de Dios en su vida?

9)      ¿Qué experiencias de “reconciliación” tiene usted?

10)  ¿Cuál es su mayor esperanza en esta vida y en el cielo?

11)  ¿Cómo podemos actuar frente a creencias falsas acerca de lo sobrenatural?

12)  ¿Qué importancia tienen estas capacidades dadas por el Espíritu Santo: valentía, amor y dominio propio?

13)  ¿Qué aspectos de las cuatro virtudes básicas (Fe, Paz, Amor, Esperanza) aún debe desarrollar usted?

14)  Relacione ambas columnas:

Niegan a Dios
Se declaran incapaces de conocer la Verdad
Creen y adoran a Lucifer
Tienen creencias falsas acerca de lo sobrenatural
Agnósticos
Sectas no cristianas
Ateos
Satánicos
 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.

·         MacArthur, John (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 

·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.

·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/

·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.

·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/

·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php

·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd

·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/

·         (2011) “Nuevo Testamento Interlineal Griego Español” Argentina, Iglesia en Salta, Ministerio Apoyo Bíblico.

·         https://biblesforamerica.org/es/que-significado-tiene-el-corazon-en-la-biblia/

·         https://www.gotquestions.org/Espanol/conciencia.html

·         https://biblesforamerica.org/es/que-dice-la-biblia-acerca-del-espiritu-humano/



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