LECCIÓN 4
© Pastor Iván Tapia
Contardo
Lectura
bíblica: “1 Justificados, pues, por la fe, tenemos
paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; / 2 por quien también
tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos
gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. / 3 Y no sólo esto, sino que
también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce
paciencia; / 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; / 5 y la
esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:1-5)
Idea central: El Fundamento del hombre
interior.
Objetivos: a) Comprender que el hombre interior posee “órganos” en los que el
Espíritu Santo trabaja desde el momento de su conversión a Jesucristo; b)
Comprender que el corazón es el asiento de las actitudes, emociones e
inteligencia, donde anida la fe; c) Comprender que la conciencia es un agente
moral, testigo y sistema de valores del cristiano, donde se instala la paz; d)
Comprender que el espíritu es la parte más sutil e interna del ser humano,
eterna y factible de comunicarse con Dios, el que es lleno del amor de Dios; e)
Comprender la mente como conjunto de facultades intelectuales de la persona, la
que es edificada con la Verdad y recibe la esperanza; f) Identificar las cuatro
virtudes básicas para la vida cristiana (FE, PAZ, AMOR y ESPERANZA); g) Conocer y valorar los
elementos sobrenaturales que instalan y desarrollan las virtudes básicas
(Gracia, Sangre de Jesús, Espíritu Santo y Palabra).
Resumen: Hay cuatro “órganos” en el hombre interior
del cristiano, que reciben de Dios, desde el momento de su conversión, las
virtudes o potencias básicas para desarrollarse en el camino de Cristo. Son el
corazón, la conciencia, el espíritu y la mente, las que serán depositarias de
la fe, la paz, el amor y la esperanza. Asimismo cuatro son las virtudes y los
agentes sobrenaturales que las instalan en el hombre interior.
H
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asta ahora hemos expuesto tres lecciones sobre lo que llamamos “El
Fundamento”, porque toda doctrina espiritual y persona que viva bajo esa
doctrina, tiene un cimiento o base sobre la cual es edificada.
En primer lugar vimos “El Fundamento del Cristiano” y dijimos que no
hay otro fundamento espiritual para el cristiano que la Persona de JESUCRISTO,
ya que Él: 1) Fue anunciado en el
Antiguo Testamento por los profetas; 2) Proclamado por San Pablo, perito
arquitecto de la Iglesia; 3) Testificado por San Pedro, piedra viva; y 4)
Declarado por el mismo Jesucristo, Camino, Verdad y Vida.
Establecido Jesucristo como nuestro Fundamento sólido, abordamos “El
Fundamento de los Apóstoles”. La Iglesia y los cristianos
tienen un Fundamento que es Jesucristo. Sin embargo en ciertos textos bíblicos
se habla del “fundamento
de los apóstoles”. Tal nominación no debe interpretarse como que los apóstoles
son el fundamento de nuestra fe, sino que los apóstoles: 1) Son un aspecto del
diseño de la Iglesia; 2) Fueron los primeros edificadores de la Iglesia; y 3)
Quienes pusieron el fundamento de la
Iglesia.
En tercer lugar profundizamos la idea de que “Jesucristo es Nuestro Fundamento”. Los cristianos
tenemos un Fundamento sobre el cual edificarnos: Nuestro Señor Jesucristo. El
Fundamento es un
cimiento espiritual que nos permitirá permanecer firmes en la fe cuando
suframos los problemas propios de la vida. Jesucristo es nuestro Fundamento
porque: 1) Jesús es nuestro Jefe, el “Señor” que gobierna nuestras vidas; 2)
Jesús es la Roca sobre la que edificamos nuestra casa espiritual, para
enfrentar dificultades, pruebas y tentaciones; 3) Jesús es el perito Arquitecto
que sabe edificar en tres etapas (cavar, ahondar y poner el fundamento); y 4)
Jesús es el Constructor sensato que nos animará a entregar la vida a
Jesucristo, hacer la voluntad de Dios y seguir el consejo del Señor, para ser
salvos y felices; a no construir en la “arena” (carne). Esto nos invita a que
construyamos nuestra vida sobre el mejor terreno, que es Jesucristo, la Roca.
En la cuarta
lección, que presentamos a continuación, veremos cómo el Fundamento se instala
en el interior de la persona que ha aceptado a Jesucristo como Salvador y
Señor. Sabido es que los seres humanos somos por un lado duales, pues tenemos
un ser corpóreo y otro ser incorpóreo o invisible, que algunos suelen llamar
cuerpo y alma. En este sentido hacen de las palabras alma y espíritu,
sinónimos. Pero la Biblia establece que somos trinitarios, es decir compuestos
de tres elementos, espíritu, alma y cuerpo: “Y
el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu,
alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor
Jesucristo.” (1 Tesalonicenses 5:23)
Cuando nos
convertimos a Jesucristo, Éste viene a habitar en nuestro interior e instala
cuatro virtudes esenciales en nosotros, las cuales comienzan a ser
desarrolladas por el Espíritu Santo. Nos referimos a la FE, la PAZ, el AMOR y
la ESPERANZA. Tales virtudes operarán fundamentalmente en el alma y el
espíritu, teniendo expresión en nuestras acciones corporales.
Aparte del
ESPÍRITU, tomaremos tres “órganos” más del ser interior, que son el CORAZÓN, la
CONCIENCIA y la MENTE.
En la primera
parte de esta enseñanza nos referiremos a los “órganos” que viven la
experiencia Divina y en la segunda parte a las virtudes insufladas por el
Espíritu Santo.
I PARTE
¿Qué
“órganos” posee el hombre interior?
- El corazón.
La Biblia llama corazón a un “órgano espiritual” que hay
en el ser humano y que es el asiento de las actitudes, emociones e
inteligencia. Engloba varias funciones del ser humano:
a) Mente. “Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo:
¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?” (San Mateo
9:4) El concepto bíblico de corazón abarca también la mente, el
pensamiento. La mente es parte del corazón.
b) Voluntad. “Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se
regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles
al Señor.” (Hechos 11:23) Tener propósitos es tener la voluntad, la intención,
por tanto ésta es parte del corazón humano. Puedo tener buenos o malos
propósitos, como un corazón bueno o un corazón malo.
c) Emociones. “También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os
volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.” (San Juan 16:22)
Las emociones son parte del corazón. Es lo que popularmente se atribuye a él.
El corazón puede gozarse, entristecerse, estar inquieto, etc.
d) Conciencia. “acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre
de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con
agua pura.” (Hebreos 10:22) El versículo nos revela que la conciencia es parte
del corazón, la que nos condena o reprende si actuamos en mala forma, y nos
aprueba si lo hacemos conforme a la voluntad Divina.
Por tanto bíblicamente, el corazón no sólo es un “órgano”
por el que sentimos emociones, sino también involucra la mente, la voluntad, la
emoción y la conciencia de bien y mal. Sabemos que el hombre está conformado de
espíritu, alma y cuerpo. El corazón no es un cuarto elemento sino que los
integra.
Como asiento de las motivaciones, la FE anida en el
CORAZÓN: “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con
la boca se confiesa para salvación.” (Romanos 10:10)
- La conciencia.
Desde el punto de vista bíblico, la conciencia tiene tres
significados: Es un agente moral, es un testigo y un sistema de valores.
a) Agente moral. Capacidad dada por Dios para
autoevaluar nuestras acciones, un pequeño juez actuando en nuestro interior, lo
que el psicoanálisis llama el super-yo: “Porque
aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que
me juzga es el Señor.” (1 Corintios 4:4); “Entonces
Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena
conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy” (Hechos
23:1) Podemos examinar nuestro comportamiento, guiados por la conciencia,
que nos declarará si somos o no íntegros.
b) Testigo. De actos propios y ajenos: “Porque
nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez
y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos
hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros.” (2
Corintios 1:12); “Conociendo, pues, el temor
del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que
somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias.” (2 Corintios 5:11) Incluso podemos poner nuestra propia conciencia
como testigos de nosotros mismos.
c) Sistema. Servidora del sistema de valores personal: “8 Si bien la vianda no nos hace más aceptos
ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos
menos. / 9 Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para
los débiles. / 10 Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado
a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será
estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos?” (1 Corintios 8:8-10) La maduración en la fe y el conocimiento de las
Escrituras `produce un sistema de valores maduro. Por el contrario, un sistema
cristiano desinformado es inmaduro y débil, y produce una conciencia más débil.
Generalmente los prejuicios y la ignorancia de la Palabra de Dios, producen una
conciencia débil, fácil de caer en la culpabilidad y el juicio. Una conciencia
fuerte sabe disfruta y ejercer la libertad cristiana.
Al creer en Jesucristo y reconocer nuestra condición de
pecadores, somos perdonados por Dios y limpiados de toda culpa. Esto sucede en
la conciencia del recién convertido, es instalada la PAZ en su CONCIENCIA: “Justificados, pues, por la
fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos
5:1)
- El espíritu.
Es la parte más sutil e interna del ser humano, eterna y
factible de comunicarse con Dios. Dice la Biblia: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la
tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” (Génesis 2:7) El “polvo de la tierra” se refiere al cuerpo físico;
“el hombre un ser viviente” se refiere al alma o psique; el “aliento de vida”
es el espíritu que Dios insufló en Adán, como energía vital para que todo su
ser cobrara vida. Sin espíritu no podemos tener vida.
Hay dos tipos de espíritu: “11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el
espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de
Dios, sino el Espíritu de Dios. / 12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu
del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios
nos ha concedido” (1 Corintios
2:11,12)
Cuando nacemos
recibimos el espíritu humano, pero cuando nacemos de nuevo, en Cristo,
recibimos el Espíritu Santo: “Lo que es
nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.”
(San Juan 3:6) El primer Espíritu,
escrito con mayúscula, se refiere al Espíritu Divino o Espíritu Santo de Dios.
El segundo, escrito con minúscula, es el espíritu humano. El texto significa que
una cosa es nacer por primera vez, de la madre, es decir nacer de la carne;
todos los seres humanos hemos nacido de la carne. Pero otra cosa es nacer del
Espíritu de Dios y aquellos que nacen del Espíritu Santo son espíritus humanos.
O sea que el Espíritu Divino viene a habitar en el espíritu humano.
El espíritu humano, dice la Biblia, es la luz que ilumina nuestro andar por la
vida: “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, La cual
escudriña lo más profundo del corazón.” (Proverbios
20:27) El espíritu es aquella parte del ser que puede contactar con Dios,
como lo haría un aparato de radio ante las ondas emitidas por una emisora
lejana.
No debemos confundir alma y espíritu, ambas son cosas
diferentes: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más
cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el
espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12)
El espíritu humano puede ser confortado: “Por esto hemos sido
consolados en vuestra consolación; pero mucho más nos gozamos por el gozo de
Tito, que haya sido confortado su espíritu por todos vosotros.” (2
Corintios 7:13). También puede ser entristecido y afligido. El Espíritu
Santo lo alegra y consuela.
Al venir a morar el Espíritu Santo en nosotros, somos
llenos del AMOR de Dios en nuestro ESPÍRITU, “Porque no nos ha dado
Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2
Timoteo 1:7)
- La mente.
La mente es el conjunto de facultades intelectuales de
la persona. Es aquella parte que procesa los pensamientos, comprende, los
considera, es la procesadora y organizadora de las ideas: “Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días.
Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente.” (Romanos 14:5) En la mente elaboramos pensamientos y razones
propias; discriminamos las diferencias de las cosas, razonamos, sacamos
conclusiones.
Desde el punto de vista espiritual hay tres tipos de
mentes: la natural, la carnal y la espiritual.
a) Mente
natural. La desarrollamos
desde el nacimiento y está inclinada a la rebelión, pecado original: “Esto, pues, digo y requiero en el Señor:
que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente”
(Efesios 4:17) No es recomendable que
los cristianos caminemos teniendo un vano modo de pensar, como los del mundo.
b)
Mente carnal. Andamos en ella cuando nos dejamos llevar por el
viejo hombre, la carne y sus concupiscencias, o el espíritu de las tinieblas: “Nadie os prive de vuestro premio, afectando
humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto,
vanamente hinchado por su propia mente carnal” (Colosenses
2:18) Hay mente carnal y mente espiritual. Los carnales son los creyentes
que “viven en la vanidad de su mente” y no en “la mente de Cristo”.
c)
Mente
espiritual. La mente que Dios nos ha dado en el nuevo nacimiento
y a la cual debemos obedecer: “Porque
¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la
mente de Cristo.” (1 Corintios 2:16) Nadie puede conocer
completamente el pensamiento de Dios ni tampoco instruirlo a Él o cambiarlo.
Sin embargo, en cierto modo pensamos como Él porque tenemos Su Espíritu.
“Os ruego, pues, hermanos,
por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y
que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en
una misma mente y en un mismo parecer.” (1 Corintios 1:10) Lo ideal es
que todos los cristianos tengan un mismo modo de pensar, pero eso no se da en
su totalidad por la diversidad de mentes.
El consejo de Dios es ocupar la mente en todo lo que sea
edificante: “Por
lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo,
todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud
alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” (Filipenses 4:8)
El Nuevo Pacto pone las leyes de Dios en el corazón y las
escribe en la mente: “Este es el pacto que haré con ellos
Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y
en sus mentes las escribiré”
(Hebreos 10:16) Al recibir a Cristo, somos edificados con la Verdad y recibimos
la ESPERANZA en la MENTE: “18 alumbrando
los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que
él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los
santos” (Efesios 1:18)
CONCLUSIÓN.
El hombre
interior posee cuatro “órganos” en los que el Espíritu Santo trabaja desde el
momento de su conversión a Jesucristo, los cuales son:
1) CORAZÓN. Asiento de las
actitudes, emociones e inteligencia. La FE anida en el corazón.
2) CONCIENCIA. Agente moral, testigo y sistema de valores del cristiano. En la conciencia
es instalada la PAZ.
3) ESPÍRITU. Parte más sutil e
interna del ser humano, eterna y factible de comunicarse con Dios. Hay dos tipos de espíritu: Divino y humano.
Al venir a morar el
Espíritu Santo en nosotros, somos llenos del AMOR de Dios en nuestro espíritu.
4) MENTE. Conjunto de facultades intelectuales de la persona,
procesa los pensamientos, comprende, los considera, es la procesadora y
organizadora de las ideas. Hay tres tipos de mentes: la natural, la carnal y la espiritual. Al recibir a Cristo, somos edificados con
la Verdad y recibimos la ESPERANZA en la mente.
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) ¿Se considera una persona que actúa según
sus sentimientos o sus pensamientos?
2) ¿Cuál de los cuatro “órganos” del hombre
interior, nombrados en el sermón, le parece a usted más importante?
3) ¿Cuál ha sido el principal aspecto en que
el Espíritu Santo ha trabajado en su vida cristiana?
4) ¿Cuáles han sido los principales hitos de
su vida de fe?
5) ¿En qué aspectos su fe es débil y
en cuáles fuerte?
6) ¿Cómo podemos entregar paz a
nuestros semejantes?
7) ¿Cómo puedo distinguir que un
impulso personal es del Espíritu Santo y no de mi espíritu humano?
8) ¿De qué forma brinda su
iglesia el Amor de Dios al prójimo?
9) ¿Cómo puede la Iglesia
desarrollar las facultades
intelectuales de sus miembros?
10) ¿Cuándo está actuando en nosotros uno de
estos tres tipos de
mente: natural, carnal o espiritual?
11) ¿Cómo se puede edificar la esperanza en los discípulos?
12) ¿Qué es esencial
para comprender y aplicar el Fundamento?
13) ¿Cuáles son los
fundamentos de su fe cristiana?
14) ¿Cuáles son, a su juicio, los principales
aportes de San Pablo, San Pedro y San Juan?
15) ¿Qué rol deben cumplir los
apóstoles de hoy?
16) ¿Qué circunstancias pueden
ocurrirnos que requieran de nosotros estar en un sólido fundamento?
17) ¿Cómo relaciona usted a
Jesucristo con estos tres conceptos: Señor, Roca, Arquitecto?
18) ¿Qué gran enseñanza deja a la Iglesia la
parábola de los dos fundamentos (arena y roca)?
II PARTE
E
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n el capítulo
anterior analizamos que, desde el punto de vista bíblico, el hombre interior
posee cuatro “órganos” en los que el Espíritu Santo trabaja desde el momento de
su conversión a Jesucristo: a) CORAZÓN, asiento de las
actitudes, emociones e inteligencia; b) CONCIENCIA, agente moral, testigo y sistema de valores del cristiano; c) ESPÍRITU,
parte más sutil e interna, eterna y factible de comunicarse con Dios; y d)
MENTE,
conjunto de facultades intelectuales, procesadora y organizadora de los
pensamientos.
Cuando conocemos a Jesucristo, se instalan cuatro
virtudes fundamentales en ese hombre interior: FE en el corazón, PAZ en la
conciencia, AMOR en el espíritu y ESPERANZA en la mente.
¿Cómo
adquiere las virtudes básicas el hombre interior?
- FE en el corazón por medio
de la Gracia de Dios.
“9 que si confesares con tu
boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los
muertos, serás salvo. / 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero
con la boca se confiesa para salvación.” (Romanos
10:9,10)
Dice el Apóstol que con el corazón se cree, pero ese
creer es completo cuando se confiesa verbalmente. En el caso de alguien que
tenga problemas de lenguaje, lo dirá con señas. El asunto es que hay que
“comunicar” la creencia; si no se comunica significa que aún esa fe no es
completa. Por eso es tan importante el evangelismo en todo creyente. El corazón
quiere y necesita comunicar lo que se ha depositado dentro de él: la fe de
Jesús.
El contenido de esa fe, según este versículo, es: a)
Creer que Jesús es el Señor, es decir el Amo total del universo; y b) Creer en
la resurrección de Jesucristo, que Él está vivo y venció la muerte. Estas dos
convicciones son fundamentales para ser salvo de la condenación eterna. Si se
cree que Jesús murió por nuestros pecados en la cruz y resucitó de entre los
muertos, siendo ahora nuestro Salvador y Señor, implícitamente estamos
aceptando que somos pecadores, sujetos necesitados de salvación.
Sin la cruz somos condenados a eternamente permanecer
lejos de Dios. El mayor infierno es ser condenados a no gustar jamás de Su Amor
y deleites espirituales. Imagine usted vivir por una eternidad amargado,
deprimido, con culpas en su alma, abandonado a su soledad, sin consuelo alguno.
Ni siquiera necesito pensar en las llamas y dolores del infierno, para querer
evitar tal condenación.
De esa condena nos salva Jesús, si creemos en Él.
Desde el punto de vista de la justicia Divina, los seres humanos estamos bajo
condenación porque vivimos en rebeldía, desobedeciendo la Ley de Dios. El pago
por el pecado es la muerte, la eliminación. Dios creó un sistema perfecto pero
en libertad de escoger por parte de la criatura pensante, el bien o el mal.
Claro es que advirtió que quien escogía el mal, moriría. La tercera parte de
los ángeles escogieron el mal y siguieron a Luzbel. Adán y Eva, instigados por
ese ángel, hicieron lo mismo. Se podría pensar que la solución es tan simple
como obedecer toda la Ley, pero tal cosa es imposible para una raza caída como
la humana. Por tal motivo fue necesario que un Ser perfecto, sin culpa ni
pecado, tomara nuestro lugar y muriese en sacrificio por los humanos. Ese Ser
fue Jesucristo y así se hizo justicia Divina.
Jesús es nuestra justicia, Él produjo nuestra
justificación; gracias a Él ahora somos declarados “justos”. Somos justos no
por nuestras obras, sino por la obra de Jesucristo en la cruz. Poner la fe en
Él es ser justificados.
Pero todavía queda la pregunta ¿Y cómo se adquiere la
fe? La respuesta bíblica es sencilla: “Así
que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Romanos 10:17) La fe en Jesús es algo completo,
la recibimos de Dios, no es algo creado en nuestra mente, no es una simple
creencia, ni cultural ni psicológico. La fe no surge de nuestro interior sino
que viene de Dios y se deposita en nuestro corazón; viene de escuchar la
Palabra de Dios. Ésta es tan potente, viene tan cargada del Espíritu Santo, que
Jesús dijo: “El espíritu es el que da
vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son
espíritu y son vida.” (San Juan 6:63)
En otra parte se dice que “...la palabra
de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y
penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y
discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12)
Por las razones
anteriores es que sea tan necesaria la evangelización con la Palabra de Dios.
Recordemos que por la Palabra es que Dios hizo todas las cosas: “Por
la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de
modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.” (Hebreos 11:3)
“Por tanto, es por fe, para que sea por
gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no
solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de
Abraham, el cual es padre de todos nosotros” (Romanos 4:16)
Adquirimos la
virtud de la FE por la Gracia de Dios, que actúa por medio de la
Palabra.
- PAZ en la conciencia por medio de la Sangre de Jesús.
“1 Justificados, pues, por la
fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos
5:1)
La conciencia en tinieblas es una conciencia con dos
características: a) culpable, y b) legalista. Es una conciencia culpable porque
se siente acusada por Dios, por la Ley o por la gente. Y es una conciencia
legalista porque juzga conforme a normas inflexibles, de lo que resulta una
persona que critica, juzga y condena tanto a sí misma como a los demás. Sin
embargo algunas personas, como los delincuentes y los amorales, que carecen de
códigos morales o los tienen distorsionados, tienen sus conciencias
“cauterizadas”, como lo señala el Apóstol: “por
la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia” (1
Timoteo 4:2)
La conciencia nos indica lo que es bueno y lo que es
malo, lo que agrada al Creador y lo que no le agrada, pero está en nosotros
obedecer a ese juicio o ser indiferentes a él. Sin embargo la conciencia
siempre nos acusará de pecado cuando lo cometemos. En el episodio de la mujer
sorprendida en el acto de adulterio y llevada ante Jesús para que éste emitiera
un juicio, “7
Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros
esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. / 8 E inclinándose
de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. / 9 Pero ellos, al oír
esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más
viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en
medio.” (San Juan 8:7-9) Las conciencias de los más viejos, por su edad,
cargaban más pecados y culpas.
Si la fe trae
convicción acerca de quién es Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador nuestro y
Señor; el mensaje del Evangelio nos aclara que Dios ha limpiado en la cruz con
Su sangre nuestros pecados: “¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual
mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará
vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:14)
Al ser declarados “justos” por Dios, Él se olvida para
siempre de nuestras desobediencias, nos sentimos perdonados y gran paz llega a
nuestras conciencias. En otras palabras nos reconciliamos con Dios: “18 Y todo esto proviene de
Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de
la reconciliación; / 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al
mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a
nosotros la palabra de la reconciliación.” (2 Corintios
5:18,19) ¡Qué hermoso es cuando dos hermanos que estaban enemistados, o
cuando una pareja separada se reconcilia! Más hermoso es cuando un alma alejada
del Señor se acerca a Él reconciliada. El Señor desea la reconciliación con el
ser humano, pero muchas veces preferimos permanecer alejados de Él porque
amamos nuestra autonomía.
El Espíritu Santo desea con vehemencia que todos los
seres humanos nos reconciliemos con Dios, para lo cual envía “embajadores” de
Su Evangelio: “Así que, somos embajadores
en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en
nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.” (2 Corintios 5:20)
La paz se hace en
la conciencia cuando comprendemos y sentimos el perdón de Dios; cuando
experimentamos Su Gracia, el favor inmerecido del Padre. Esta paz debe borrar:
a) culpas, y b) legalismos. ¿Por qué, entonces, tantos cristianos aún se
sienten culpables y viven culpando a otros? La respuesta es clarísima en la
Escritura: “Porque el pecado no se enseñoreará de
vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.” (Romanos 6:14) Y nos amonesta: “¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado
por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” (Gálatas 3:3) Finalmente aconseja: “Estad, pues, firmes en la libertad con
que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de
esclavitud.” (Gálatas 5:1)
Nuestra paz es
la Paz del Señor, no es una paz por cumplir leyes y satisfacer la conciencia,
no es un remedio pasajero, sino una convicción permanente de que Dios ya nos ha
aceptado y perdonado, y si algún pecado cometemos “...la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” (1
Juan 1:7) Esta Paz es una virtud que nos hace estar en armonía con Dios,
nosotros mismos y el prójimo.
Adquirimos la
virtud de la PAZ por medio de la sangre de Jesús que nos limpia de
todo pecado, mediante el perdón de Dios.
- AMOR en el espíritu por medio del Espíritu Santo.
“7 Porque no nos ha dado Dios
espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2
Timoteo 1:7); “5 y la esperanza no
avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos
5:5)
Cuando entra en el creyente por primera vez, el día de su
conversión, el Espíritu Santo, entra en él el mismo Espíritu de Dios, de este
Dios que es Amor. Tener el Espíritu Santo morando en nuestro espíritu es tener
la posibilidad de recibir todos sus dones. Dios derrama Su Amor por medio del
Espíritu Santo en nuestro espíritu.
La valentía para enfrentar toda oposición espiritual, la
templanza para resistir las tentaciones de la carne y el amor a Dios y el
prójimo, son tres capacidades que resalta el Apóstol, dadas por el Espíritu
Santo.
Amor es la palabra
más importante en la Biblia, después de Dios y Jesucristo:
·
El Amor define a Dios, “El que no ama,
no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4:8)
·
El Amor es el resumen de todos los mandamientos, “Porque
toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo” (Gálatas 5:14)
·
El Amor es el espíritu del Evangelio, “Porque este es el mensaje que habéis oído
desde el principio: Que nos amemos unos a otros” (1 Juan 3:11)
·
El Amor es superior a todos los carismas sobrenaturales, “Procurad,
pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente. / 1 Si
yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal
que resuena, o címbalo que retiñe. / 2 Y si tuviese profecía, y entendiese
todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que
trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. / 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar
de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo
amor, de nada me sirve.” (1
Corintios 12:31-13:1-3)
·
El Amor es la motivación de Dios para la salvación, “Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (San
Juan 3:16)
·
El Amor es el aspecto característico de un discípulo, “En esto
conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los
otros” (San
Juan 13:35)
En fin, el Amor es
el mensaje de Dios.
Al adquirir la fe, con ella viene la paz. Al adquirir el
Espíritu obtenemos el Amor en nuestro interior, un amor que comenzará a fluir
como un manantial de frescas aguas: “mas
el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua
que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (San
Juan 4:14)
Adquirimos la
virtud del AMOR por medio del derramamiento del Espíritu Santo.
- ESPERANZA en la mente por medio de la
Palabra de Dios.
“18 alumbrando los ojos de
vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha
llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (Efesios
1:18)
El hombre y la mujer sin Dios son incrédulos, llenos
de culpabilidades, egoístas y sin esperanza. En sus mentes prima la ignorancia
acerca de la realidad sobrenatural, con una posición que puede ser: a) Atea,
negar al Señor; b) Agnóstica, declararse incapaces de conocer la Verdad; c)
Supersticiosa, un cúmulo de creencias falsas acerca de lo sobrenatural; d)
Demoníaca, aquellos que creen en Lucifer; o e) Indiferencia.
El cristiano, en cambio, recibe desde el primer
momento, instrucción acerca de lo Divino, conocimiento basado en la Biblia que
es la Palabra de Dios, revelada por el Espíritu Santo para nuestra edificación
espiritual. Al aferrarnos a Cristo comenzamos a tener confianza en la Escritura
explicada y predicada por los ministros del Señor. Así la Palabra de Dios
comienza a nutrir al cristiano y edificar su mente con la Verdad, pues “...No sólo de pan vivirá el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios.” (San Mateo 4:4)
La mente es el entendimiento que es alumbrado por el
Espíritu Santo para comprender las realidades Divinas. Todas ellas: La historia
de la salvación, la creación del universo, la obra de Jesucristo, el Espíritu
Santo, la Iglesia, la vida cristiana, las promesas de Dios, el Reino de Dios,
el misterio de iniquidad, el fin del mundo, el reinado Milenial, la eternidad,
en fin todo conocimiento espiritual de Dios constituye nuestra Esperanza “y la esperanza no avergüenza” (Romanos 5:5)
Dios nos ha dejado todo este conocimiento como una
herencia valiosísima para nuestra salvación, una Esperanza que comienza a
disfrutarse ya en esta vida. Hay quienes piensan que la esperanza es tan sólo
esperar en la eternidad, pero muchas promesas y conocimientos sabios de la
Escritura nos permiten ser felices en esta vida, como un anticipo de la vida
eterna. Tener a Jesucristo en nosotros es comenzar a disfrutar de la Esperanza
como lo declara el Apóstol: “Pablo,
apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor
Jesucristo nuestra esperanza” (1
Timoteo 1:1)
Adquirimos y crecemos en la Esperanza en la medida que
nos alimentamos con la Palabra de Dios y la ponemos por obra, así produce fruto
en nuestras vidas y trae más convicción, testimonio y esperanza. Cuando Cristo
llegó al creyente, es porque Dios depositó Su semilla, la Palabra, en su mente
y esa semilla germinó: “siendo renacidos,
no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que
vive y permanece para siempre.” (1
Pedro 1:23) La semilla de la Palabra de Dios, regada por el Espíritu Santo,
es la que produjo la Esperanza.
Adquirimos la
virtud de la ESPERANZA por la acción de la Palabra de Dios.
CONCLUSIÓN.
Hay cuatro
virtudes que son básicas para la vida cristiana, constituyen su fundamento y se
adquieren por la acción de diferentes elementos sobrenaturales: 1) FE en el corazón por medio de la Gracia
de Dios; 2) PAZ en la conciencia por medio de la Sangre de Jesús; 3) AMOR en el espíritu por medio del Espíritu Santo; y 4) ESPERANZA
en la mente por medio de la Palabra de
Dios.
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) ¿Qué pasa con la conversión de las personas
sordas si “la fe viene por el oír de la Palabra de Dios”?
2) ¿Cómo evangelizaría a una persona sorda?
3) ¿Qué significa que Jesucristo es el Señor?
4) ¿Cómo sabemos que Jesús vive y que venció
la muerte?
5) ¿Ha vivido o conocido de personas que vivan
un “infierno” en esta Tierra?
6) ¿Es el Infierno la eliminación definitiva
de la persona, su abandono eterno u otra concepción?
7) ¿Se siente “justificado/a” ante el Padre?
8) ¿Qué rol ha jugado la Palabra de Dios en su vida?
9) ¿Qué experiencias de “reconciliación” tiene
usted?
10) ¿Cuál es su mayor esperanza en esta vida y
en el cielo?
11) ¿Cómo podemos actuar frente a creencias
falsas acerca de lo sobrenatural?
12) ¿Qué importancia tienen estas
capacidades dadas por el Espíritu Santo: valentía, amor y dominio propio?
13) ¿Qué aspectos de las cuatro virtudes
básicas (Fe, Paz, Amor, Esperanza) aún debe desarrollar usted?
14) Relacione ambas columnas:
Niegan a Dios
Se declaran
incapaces de conocer la Verdad
Creen y adoran a
Lucifer
Tienen creencias
falsas acerca de lo sobrenatural
|
Agnósticos
Sectas no
cristianas
Ateos
Satánicos
|
BIBLIOLINKOGRAFÍA.
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Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
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