REFLEXIÓN Nº14
© Pastor Iván Tapia
Contardo
Lectura bíblica: “15
Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los
dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del
río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa
serviremos a Jehová.” (Josué 24:15)
Idea central: Cómo conducir a un compromiso
con Cristo y la Iglesia.
Objetivos: a) Conocer y aplicar los pasos del procedimiento aplicado por Josué en
su último discurso; b) Animar a las familias y a la Iglesia a volver al buen
camino y comprometerse con Dios; c) Descubrir y exponer el pasado, ayudando al pueblo a discernir y decidir; d) Inducir
al arrepentimiento para que las familias e Iglesia decidan por Cristo; y e)
Dialogar con las familias y la Iglesia para que establezcan un compromiso con
Dios.
Resumen: Necesitamos, tanto a nivel personal como
familiar y eclesial, un procedimiento para llevar a las personas a hacer un
compromiso con Dios. En el último discurso de Josué se nos presenta tal
procedimiento basado en el recuerdo, el arrepentimiento y el diálogo.
E
|
n una familia se dan distintas dinámicas en cuanto a
la fe. Están las familias no creyentes en que, al convertirse a Cristo uno de
sus miembros, el resto comienza a experimentar un trato de parte de Dios
destinado a la conversión de ellos, considerando la promesa y determinación del
Señor en la respuesta que San Pablo le da al carcelero de Filipos: “...Cree en el Señor Jesucristo, y serás
salvo, tú y tu casa.” (Hechos 16:31)
Existe una alta probabilidad que, al paso del tiempo, toda esa familia entregue
su vida a Jesucristo, dado el testimonio del cristiano, su trabajo
evangelizador y la oración intercesora de la Iglesia. La conversión se da en un
equilibrio entre la voluntad del Señor “el
cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la
verdad” (1 Timoteo 2:4) y la
voluntad humana: “El que creyere y fuere
bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos 16:16)
Por otro lado están las familias
cristianas que educan a sus miembros, desde el momento que nacen, en la fe de
Jesús, haciéndoles partícipes de todos sus ritos espirituales. Sin embargo,
dado que Dios respeta la libertad de todo ser humano a escoger su propio
camino, “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy
contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y
la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Deuteronomio
30:19), llegará un momento en la vida de los hijos en que estos escogerán
el camino de Dios o sus propios caminos. Aún, dentro del camino cristiano,
podrán tomar alguna de sus interpretaciones, la que podría no coincidir con su
familia de origen. Tal cosa exige de nosotros como cristianos, la práctica del
amor tolerante, humilde y comprensivo del Señor, ya que el amor “no hace nada indebido, no busca lo suyo, no
se irrita, no guarda rencor” (1
Corintios 13:5)
En el texto que nos convoca, el líder del Antiguo
Testamento, Josué, continuador de la obra de Moisés, desafía a su pueblo a
tomar una decisión personal frente a Dios. Es cierto que nuestra salvación
depende de Jesucristo, que es Él quien nos llama, pero también es cierto que si
el hombre o la mujer no deciden obedecer al Señor, Éste no les obligará. Josué
es como un padre de familia que quiere convencer a sus amados de que dejen toda
idolatría para servir al Dios vivo. De su procedimiento podemos aprender, como
cristianos, discípulos de Jesús, padres o madres de familia y ministros y
servidores de Dios, para conducir al pueblo a una decisión positiva frente a
Dios.
¿Qué nos enseña el procedimiento de Josué con el
pueblo?
- Exponer el pasado ayuda al pueblo a discernir y decidir.
El contexto del versículo es
el discurso de despedida de Josué, antes de morir. Reunió a las 12 tribus de
Israel “1 Reunió Josué a todas las tribus de Israel en
Siquem, y llamó a los ancianos de Israel, sus príncipes, sus jueces y sus
oficiales; y se presentaron delante de Dios.” (Josué 24:1) Y les dijo “Así dice Jehová, Dios
de Israel”. Todo su
discurso está planteado desde la Persona del Señor; es Dios hablando a Su
pueblo. Les hace mirar el pasado, es un pueblo que tiene una Historia:
a) En tierra extraña, los tiempos de
Taré: “2 Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová,
Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río,
esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños.” (Josué 24:2)
b) En tierra de Canaán, los tiempos de
Abraham, Isaac y Jacob: “3 Y yo tomé a
vuestro padre Abraham del otro lado del río, y lo traje por toda la tierra de
Canaán, y aumenté su descendencia, y le di Isaac. / 4 A Isaac di Jacob y Esaú. Y a
Esaú di el monte de Seir, para que lo poseyese; pero Jacob y sus hijos
descendieron a Egipto.” (Josué 24:3,4)
c) En el Egipto pagano, los tiempos de Moisés
y Aarón: “5 Y yo envié a Moisés y a
Aarón, y herí a Egipto, conforme a lo que hice en medio de él, y después os
saqué. / 6 Saqué a vuestros padres de Egipto; y cuando llegaron al mar, los
egipcios siguieron a vuestros padres hasta el Mar Rojo con carros y caballería.
/ 7 Y cuando ellos clamaron a Jehová, él puso oscuridad entre vosotros y los
egipcios, e hizo venir sobre ellos el mar, el cual los cubrió; y vuestros ojos
vieron lo que hice en Egipto. Después estuvisteis muchos días en el desierto.” (Josué 24:5-7)
d) En tierra de los amorreos, el tiempo de
Josué: “8 Yo os introduje en la tierra de
los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán, los cuales pelearon contra
vosotros; mas yo los entregué en vuestras manos, y poseísteis su tierra, y los
destruí de delante de vosotros. / 9 Después se levantó Balac hijo de Zipor, rey
de los moabitas, y peleó contra Israel; y envió a llamar a Balaam hijo de Beor,
para que os maldijese. / 10 Mas yo no quise escuchar a Balaam, por lo cual os
bendijo repetidamente, y os libré de sus manos.” (Josué 24:8-10)
e) En la tierra prometida: “11 Pasasteis el Jordán, y vinisteis a
Jericó, y los moradores de Jericó pelearon contra vosotros: los amorreos,
ferezeos, cananeos, heteos, gergeseos, heveos y jebuseos, y yo los entregué en
vuestras manos. / 12 Y envié delante de vosotros tábanos, los cuales los
arrojaron de delante de vosotros, esto es, a los dos reyes de los amorreos; no
con tu espada, ni con tu arco. / 13 Y os di la tierra por la cual nada
trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis, en las cuales moráis; y de
las viñas y olivares que no plantasteis, coméis.” (Josué 24:11-13)
El Señor, en las palabras de Josué, le muestra al
pueblo que antiguamente ellos servían a
dioses extraños. Pero Dios permitió que ellos fueran sacados de esas
naciones paganas y crecieran en número. Les dio un gran líder, como fue Moisés,
por medio del cual les entregó un cuerpo de leyes sociales, religiosas, de
salud, morales, para que gobernaran sus vidas. Luego, liberados, estuvisteis
muchos días en el desierto. En ese desierto aprenderían por medio del rigor
a confiar únicamente en Jehová. Fueron librados hasta del falso profeta Balaam
y finalmente pudieron conquistar la tierra prometida, por la cual nada trabajasteis. La Gracia de Dios regaló al pueblo
hebreo “una tierra que fluye leche y
miel” (Éxodo 3:17)
Es muy importante, llegado ciertos momentos de nuestra
vida, sea la personal, familiar o eclesial, que miremos hacia atrás y
observemos tres cosas: a) Lo que Dios ha hecho en nuestras vidas; b) Nuestro
comportamiento en el pasado; y c) El resultado de ambos.
Al hacer una evaluación de nuestro pasado nos daremos
cuenta, además del gran amor misericordioso de Dios y Su protección paternal,
de la dirección que ha dado a nuestras vidas y de Su propósito con nosotros.
Así podremos tomar en lo sucesivo buenas decisiones para nosotros, nuestra
familia e Iglesia.
Exponer el pasado ayuda al
pueblo a discernir y decidir su destino en Cristo.
- Inducir al arrepentimiento ayuda
pueblo a tomar una decisión.
Narrada la historia pasada del pueblo, Josué lo
desafía a servir a Dios. Si lo hace, es porque el pueblo no está valorando en
su justa medida el favor de Dios y todos los esfuerzos que hicieron sus
antepasados, desde los tiempos de Abraham.
Cuatro acciones requiere Josué de ellos:
a) Temed
a Jehová, les insta a que
tengan un real temor de Dios. Cuando tenemos temor del Señor, nos esforzamos
por no ofenderle con ninguna mala acción, palabra o pensamiento; pediremos “Sean gratos los dichos de mi boca y la
meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.” (Salmo 19:14)
b) Servidle
con integridad y en verdad.
Una persona íntegra es la que siempre hace lo correcto, no daña a su prójimo,
actuando con valores y principios. Servir a Dios con integridad es que todo mi
ser está dedicado a Él. En verdad
significa que es auténtico y no hipócrita. El buen cristiano es humilde ante
Dios y su prójimo: “Preserva también a tu
siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y
estaré limpio de gran rebelión.” (Salmo
19:13)
c) Quitad
de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro
lado del río, y en Egipto. Al
entrar en el Reino de Dios abandonamos todo lo que es tiniebla. Una de ellas es
la idolatría. Se puede idolatrar un hijo, un esposo, una profesión o actividad,
el dinero, la belleza corporal, una organización, etc. idolatría es cualquier
amor que reemplace a Dios: “25 Y he aquí
un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo
qué cosa heredaré la vida eterna? / 26 El le dijo: ¿Qué está escrito en la ley?
¿Cómo lees? / 27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a
tu prójimo como a ti mismo. / 28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y
vivirás.” (San Lucas 10:25-28)
d) Servid
a Jehová. El llamado del
Señor es a servirle, enrolarnos en Sus filas para luchar con las armas de la
luz, por Su Reino: “1 Tú, pues, hijo mío,
esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. / 2 Lo que has oído de mí ante
muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar
también a otros. / 3 Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de
Jesucristo. / 4 Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin
de agradar a aquel que lo tomó por soldado.” (2 Timoteo 2:1-4)
Pero puede ocurrir que haya miembros de una familia o
comunidad que no quieran servir a Dios. Josué les dice: “Y si mal os parece servir a Jehová”. Una persona, cristiana o no cristiana,
puede parecerle mal servir a Dios por diversas razones: a) Porque no cree en la
existencia de Dios; b) Porque cree que Dios es un tirano injusto; c) Porque
está enojada con Dios; d) Porque tiene sus propios planes para su vida y cree
que Dios le alejará de ellos; e) Porque no está dispuesta a dejar ciertos
disfrutes; f) Porque cree que la religión es limitante; g) Porque no le agradan
los pastores o las costumbres de la Iglesia; etc. etc.
Ante estas “razones” el líder cristiano interpela a la
persona o la familia a escoger su camino: “escogeos
hoy a quién sirváis” A los judíos que mataron a Jesús, Pedro les insta al
arrepentimiento: “Así que, arrepentíos y
convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la
presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19) Ante el poder que mostraban los apóstoles, unos
habitantes de Listra quisieron adorarles como dioses y “14 Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas,
y se lanzaron entre la multitud, dando voces / 15 y diciendo: Varones, ¿por qué
hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os
anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo
y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay.” (Hechos 14:14,15)
Josué les dice a sus hermanos que ellos pueden servir
a los falsos dioses del mundo si quieren. “Si
a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro
lado del río o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis” da lo
mismo, todos son un engaño. Quizás ese miembro disidente crea que seguir su
propio ideal es mejor que servir al Señor, y no es malo como quien cae en el
vicio o la carnalidad, pero para Dios hay un solo camino, Jesucristo, quien dijo:
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí.” (San
Juan 14:6)
La firme determinación del padre, madre o líder de
familia siempre ha de ser servir al Señor: “pero
yo y mi casa serviremos a Jehová.”
Inducir al arrepentimiento ayuda pueblo a tomar una
decisión ante Dios.
- Dialogar con el pueblo, le ayuda a establecer un compromiso con Dios.
“16 Entonces el pueblo
respondió y dijo: Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros
dioses; / 17 porque Jehová nuestro Dios es el que nos sacó a nosotros y a
nuestros padres de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho
estas grandes señales, y nos ha guardado por todo el camino por donde hemos
andado, y en todos los pueblos por entre los cuales pasamos. / 18 Y Jehová
arrojó de delante de nosotros a todos los pueblos, y al amorreo que habitaba en
la tierra; nosotros, pues, también serviremos a Jehová, porque él es nuestro
Dios.” (Josué 24:16-18)
De aquí en adelante, en el capítulo se da un diálogo
entre Josué y el pueblo. Éste reacciona y pone de manifiesto que desea servir
al Señor y no ofenderle con sus idolatrías. Pero Josué les contradice que no
serán capaces porque son unos rebeldes pecadores, volverán a los ídolos y Dios
les destruirá: “19 Entonces Josué dijo al
pueblo: No podréis servir a Jehová, porque él es Dios santo, y Dios celoso; no
sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados. / 20 Si dejareis a Jehová y
sirviereis a dioses ajenos, él se volverá y os hará mal, y os consumirá,
después que os ha hecho bien.” (Josué 24:19,20)
Josué les toca su amor propio y ellos aseguran: “21 El pueblo entonces dijo a Josué: No,
sino que a Jehová serviremos.” (Josué 24:21)
El líder les hace tomar un compromiso: “Y Josué respondió al pueblo: Vosotros sois
testigos contra vosotros mismos, de que habéis elegido a Jehová para servirle. Y
ellos respondieron: Testigos somos.” (Josué 24:22) y luego les ordena: “Quitad,
pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón
a Jehová Dios de Israel.” (Josué 24:23)
El pueblo hebreo entonces ratificó su decisión de
seguir al Señor en obediencia: “Y el pueblo
respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos.” (Josué 24:24)
“25 Entonces Josué hizo pacto
con el pueblo el mismo día, y les dio estatutos y leyes en Siquem. / 26 Y
escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios; y tomando una gran
piedra, la levantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario de
Jehová. / 27 Y dijo Josué a todo el pueblo: He aquí esta piedra nos servirá de
testigo, porque ella ha oído todas las palabras que Jehová nos ha hablado;
será, pues, testigo contra vosotros, para que no mintáis contra vuestro Dios. /
28 Y envió Josué al pueblo, cada uno a su posesión.” (Josué 24:25-28)
Así fue como allí mismo, en Siquem, el lugar del último
discurso de Josué, el pueblo hizo un pacto con Dios. Josué les organizó con
leyes y decretos, los que escribió en el libro de la ley de Dios. Después puso
bajo la encina que había en el santuario del Señor, una gran piedra como
testigo de la promesa que ellos hacían ese día delante de Jehová.
Los cristianos
necesitamos:
a) Que se nos refresque la memoria. Muchas veces los creyentes necesitamos que se nos recuerden los grandes
hechos de Dios en nuestro pasado personal, familiar o eclesial, para despertar.
Muchos sermones son precisamente ese remezón que requiere la conciencia para
“despertar” de la modorra espiritual.
Pero también está el trato directo del Espíritu Santo con nosotros
cuando nos enrostra nuestra falta de consideración hacia el prójimo, liviandad
en la fe y servicio de Dios o indiferencia con la Iglesia. No debiera ser así
pero a causa de la naturaleza humana caída y de mala memoria espiritual,
requerimos que se nos recuerde la Verdad una y otra vez: “12 Por esto, yo no dejaré
de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis
confirmados en la verdad presente. / 13 Pues tengo por justo, en tanto que
estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación” (2 Pedro 1:12,13). Como
Pedro, también Pablo usa de la repetición: “Por
lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las
mismas cosas, y para vosotros es seguro.” (Filipenses 3:1)
b)
Considerar nuestros
compromisos ante Dios. ¿Necesitaremos nosotros, los
cristianos, actos de compromiso público y objetos que nos los recuerden, como
esa gran piedra puesta por Josué en el altar? El compromiso cristiano se
manifiesta públicamente en el bautismo, el sacramento de entrada al Reino de
Dios. Actos como el matrimonio y el ungimiento de ministros y servidores, sin
ser considerados sacramentos, son compromisos públicos y ante Dios de fidelidad
y servicio. Siempre el culto culmina con la exposición de la Palabra de Dios y
a su vez ésta con la oración y compromiso de cada oyente a la obediencia a la
Palabra. Nuestra oración es un acto de compromiso con el Señor a obedecerle y
ser fiel a nuestras promesas. En la Gracia no dejamos un elemento concreto
material de nuestro compromiso en el altar, pero sí permanece nuestra palabra
ante el eterno altar de Dios, de lo cual nos será exigida respuesta: “4
Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace
en los insensatos. Cumple lo que prometes. / 5 Mejor es que no prometas, y no
que prometas y no cumplas. / 6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas
delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa
de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?” (Eclesiastés 5:4-6)
Dialogar con el pueblo, le ayuda a establecer un
compromiso con Dios.
CONCLUSIÓN.
Pronto a morir, el líder de Israel, Josué, reúne a su
pueblo y sigue un procedimiento destinado a que su gente vuelva al buen camino
y se comprometa con Jehová. Tal procedimiento es aún aplicable hoy, tanto a
nivel personal como familiar y eclesial, y consiste en tres pasos: 1) Exponer
el pasado ayuda al pueblo a discernir y decidir; 2) Inducir al arrepentimiento ayuda pueblo a tomar una
decisión; y 3) Dialogar con el pueblo, le ayuda a establecer un compromiso con
Dios.
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)
¿Si usted estuviera pronto/a a morir,
qué determinaciones espirituales tomaría?
2)
¿Qué procedimiento considera usted mejor
para ayudar a un prójimo en su vida espiritual?
3)
¿Cómo se expresa el compromiso de un
cristiano con Dios?
4)
¿En qué ayuda mirar hacia el pasado?
5)
¿Cómo podemos inducir a una persona al
arrepentimiento?
6)
¿Qué oportunidades tiene la Iglesia de
hoy?
7)
¿Necesitaremos los cristianos actos de compromiso público
y objetos que nos los recuerden, como esa gran piedra puesta por Josué en el
altar?
8)
¿Cómo puedo conquistar a mi familia para
Cristo?
9)
¿Cuáles son las principales
características de su familia?
10) ¿Cómo
ha experimentado usted el arrepentimiento?
BIBLIOLINKOGRAFÍA.
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