LA CASA DEL PAN
REFLEXIÓN Nº3
© Pastor Iván Tapia
Contardo
Lectura
bíblica: “31
Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos
fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. /
32 Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y
ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las
cosas en común.” (Hechos
4:31,32)
Idea central: Las familias cristianas adoran
juntas y unidas al Señor.
Objetivos: a) Comprender la diferencia entre estar las familias “juntas” y estar
“unidas”; b) Valorar la importancia y practicar el estar las familias
cristianas unidas ante Dios en un corazón y un alma; c) Tener como ejemplo de
Iglesia, la primera Iglesia; d) Vivir la fe unidos y no separadas por asuntos
doctrinales; e) Predicar el Evangelio, considerando a cada persona evangelizada
como un pez que pertenece a un cardumen que debemos alcanzar para Jesucristo; y
f) Funcionar como pequeñas comunidades domésticas en las casas, adorando unidas
las familias a Dios.
Resumen: Durante casi tres siglos la primera Iglesia
funcionó en las casas, el oikos romano que abarcaba una gran cantidad de
personas. El sentir y pensamiento de estos primeros cristianos permitió que
familias completas se convirtieran a Jesús, que vivieran unidas la fe y
reunidas en las casas formaran un movimiento de gran impacto en la sociedad.
Aquellos principios y métodos debieran practicarse hoy día para sacar a la
Iglesia de las tentaciones en que vive hoy y prepararla para los tiempos
difíciles que vienen.
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na cosa es estar juntos y otra estar unidos. Una
pareja puede convivir en el mismo lugar, incluso tener vida íntima, pero no
estar unidos en alma y espíritu. Habitar la misma casa no es estar unidos. Con
las familias pasa lo mismo, los vecinos se visitan, ríen, comparten, pero no
están unidos, no tienen una comunión, un pensamiento y sentimientos comunes. En
la Iglesia las familias no sólo se juntan, sino que están unidas en un solo
espíritu para servir a Dios de diversas formas y servirse los unos a los otros.
No se va a la Iglesia sino que se está en la Iglesia. Nadie dice voy a ir a mi
familia puesto que siempre somos parte de la familia. Desde el día en que la
Iglesia confundió su ser “familia de Dios” con el templo o lugar donde se rinde
culto, se perdió el sentido de unidad y pertenencia a un solo Cuerpo.
Es necesario recuperar esa unidad de las familias
cristianas, eso que es más que estar juntos algunos domingos. Para lograrlo,
necesitamos ver cómo vivieron la fe los primeros discípulos.
¿Cómo vivían la fe las primeras familias cristianas?
1. Las familias vivían su fe unidas.
“Las iglesias de Asia os
saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan
mucho en el Señor.” (1 Corintios 16:19)
La primera carta a los corintios fue escrita por San
Pablo desde la ciudad de Éfeso. Al terminar la epístola, envía un saludo de
“las iglesias de Asia”, se refiere a las comunidades cristianas del Asia Menor,
algunas de las cuales son las “siete iglesias” nombradas en Apocalipsis: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia
y Laodicea. Pero también nombra a un matrimonio muy querido por él, con quienes
ha trabajado tanto en lo secular como en lo espiritual, fabricando tiendas de
campaña y predicando el Evangelio, la pareja formada por Priscila y Aquila. En
la casa de ellos funciona una comunidad cristiana, es decir tienen una
“casa-Iglesia”.
La Iglesia en esa época no
estaba dividida por doctrinas como es hoy día en que se agrupan las distintas
corrientes de pensamiento en denominaciones. Todos eran “cristianos” y las
iglesias se nombraban según el nombre de la ciudad. Eran iglesias locales y no
funcionaban en templos, aún no se construían edificios para el culto cristiano,
sino que se reunían en las casas.
Un caso notable es el matrimonio de Priscila y Aquila
de la Iglesia de Roma, luego trasladados a Corinto, donde conocieron y trabajaron
junto al apóstol Pablo. Tenían el mismo trabajo de Pablo, fabricantes de
tiendas. Llegaron a esa ciudad cuando Claudio expulsó a todos los judíos de
Roma: “1 Después de estas cosas, Pablo
salió de Atenas y fue a Corinto. / 2 Y halló a un judío llamado Aquila, natural
del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio
había mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, / 3 y como
era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio
de ellos era hacer tiendas.” (Hechos 18:1-3).
Priscila y Aquila acompañaron al Apóstol en su viaje
misionero hasta Éfeso, donde ministraron especialmente a Apolos: “24 Llegó entonces a Efeso un judío llamado
Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. /
25 Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu
fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque
solamente conocía el bautismo de Juan. / 26 Y comenzó a hablar con denuedo en
la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le
expusieron más exactamente el camino de Dios.” (Hechos 18:24-26).
Después de la muerte del emperador Claudio, la pareja
volvió a Roma. La casa de Priscila y Aquila, ambos judíos, estaba abierta a los
hermanos de Roma. Cuando San Pablo estaba encarcelado en esa ciudad y habían
pasado 16 años desde que conoció a la pareja en Corinto, siendo inminente su
muerte a manos del emperador Nerón, escribió en uno de sus últimos párrafos de
su vida: “3 Saludad a Priscila y a
Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, / 4 que expusieron su vida por mí; a
los cuales no sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los
gentiles. / 5 Saludad también a la iglesia de su casa. Saludad a Epeneto, amado
mío, que es el primer fruto de Acaya para Cristo.” (Romanos 16:3-5)
Cuando se escribe acerca de “la congregación que se reúne en su casa”, se está hablando de
familias que se reúnen en el hogar de una familia cristiana. Las familias oran,
cantan a Dios, testifican de los hechos maravillosos de Cristo, leen y comentan
la Palabra de Dios, se ayudan mutuamente, evangelizan a otras familias, en fin
viven la fe unidas.
2.
Las familias se convertían a Jesucristo.
“1 Pablo y Timoteo, siervos
de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los
obispos y diáconos” (Filipenses 1:1)
Filipos es llamada la “iglesia gozosa” por sus
admirables cualidades, muy querida por el apóstol Pablo. ¿Cómo nació esta
iglesia? Producto de una visión que tuvo el Apóstol: “9 Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio
estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. / 10 Cuando
vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto
que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.” (Hechos 16:9,10). Así Pablo fue
impulsado en su segundo viaje misionero, cerca del 49 DC., a cruzar el mar Egeo
e introducir el Evangelio en Europa. La Iglesia de Filipos fue el primer fruto.
La iglesia de Filipos se inició con la conversión de
Lidia, una mujer gentil de negocios: “14
Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de
Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella
para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. / 15 Y cuando fue bautizada, y
su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor,
entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos.” (Hechos 16:14,15)
Luego de un altercado por una muchacha que practicaba
la adivinación, Pablo y Silas fueron azotados con varas y les encarcelaron. En
la cárcel ocurrió la conversión de un hombre y luego toda su familia: “23 Después de haberles azotado mucho, los
echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. /
24 El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y
les aseguró los pies en el cepo. / 25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas,
cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. / 26 Entonces sobrevino de
repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se
sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos
se soltaron. / 27 Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la
cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido.
/ 28 Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos
estamos aquí. / 29 El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y
temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; / 30 y sacándolos, les
dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? / 31 Ellos dijeron: Cree en el
Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. / 32 Y le hablaron la palabra
del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. / 33 Y él, tomándolos en
aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó
él con todos los suyos.” (Hechos
16:23-33)
A partir de estos acontecimientos creció la Iglesia de
Filipos, una iglesia constituida por familias, nació en las casas de Lidia y el
carcelero de Filipos. Esto es porque Dios no apunta a peces aislados sino a
cardúmenes; cada persona representa una familia y cada familia una ciudad, etc.
3. Las familias se reunían en el oikos.
“Y todos los días se reunían
en el templo y en las casas partían el pan y comían juntos con alegría y
sencillez de corazón” (Hechos 2:46).
Así era la vida de los primeros cristianos; aún no
existía la diferencia radical entre judíos y cristianos, así es que ellos adoraban
en el templo y compartían los alimentos en las casas. La expresión en griego es
kat’ oikon, “por las casas”. El oikon u oikos se refiere a
personas con las que nos relacionamos de manera regular. El oikos era la piedra
angular de la sociedad antigua. Era el conjunto de bienes y personas que
constituía la unidad básica de la sociedad en la mayoría de las ciudades-estado
o polis. Incluía al cabeza o varón mayor, la familia nuclear y extendida, y los
esclavos. Esta unidad social y económica fue alcanzada por el Evangelio.
Aristóteles describió el oikos como una “comunidad constituida naturalmente
para la satisfacción de las necesidades cotidianas, cuyos miembros se definen
como aquellos que han sido criados con un mismo alimento”. El mensaje de
Jesucristo vendría a alimentar espiritualmente a toda una comunidad de
personas, el oikos. Cuando leemos en el Nuevo Testamento la palabra “casa” o
“familia”, necesariamente tenemos que ubicarnos en las ideas de “casa” y
“familia” de aquella época.
Filemón, discípulo de la ciudad de Colosas, recibió
una carta del apóstol Pablo en que éste le dice: "al amado Filemón, colaborador nuestro, y a la amada hermana Apia,
y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu
casa" (Filemón 1:2), “tëi kat’ oikon sou ekklësiâi”. Filemón era un hombre rico que había escuchado el Evangelio de labios
de San Pablo, cuando éste llegó de Éfeso, y se salvó al depositar su fe en
Jesús. Ahora en casa de
Filemón se reunía toda una iglesia.
Las casas romanas de la elite, grandes y elegantes,
llamadas “domus”, tenían un patio central o “atrium” en torno al cual se
repartían una serie de dependencias. En esta estancia se solía poner el altar
destinado a los dioses protectores del hogar y la familia, donde se llevaba a
cabo el culto familiar dirigido por el pater familias. Allí también estaban las
estatuas de los antepasados. Es fácil pensar entonces que los oikos convertidos
a Jesucristo, quitarían esos iconos y en ese lugar, el “lararium”, celebrarían
el culto al Señor.
Otro caso de una “iglesia en casa” es el oikos de
Ninfas: “Saludad a los hermanos que están
en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia que está en su casa.” (Colosenses 4:15). En su casa, “kat’ oikon”, se reunía toda una congregación. Hay dudas
si el nombre corresponde a una mujer o a un hombre; si fuese femenino podríamos
argumentar que la iglesia neotestamentaria no era una iglesia machista. Que una
congregación se reuniera en casa de Ninfas significa que esta persona tenía un
liderazgo y no sencillamente que prestara su casa para reunir cristianos.
Onesíforo al parecer había muerto recientemente y
Pablo, agradecido de su gestión, espera que el Señor le recompense por su
servicio y que tenga misericordia de su oikos: “16 Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas
veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, / 17 sino que cuando
estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló. / 18 Concédale el Señor que
halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Efeso,
tú lo sabes mejor.” (2 Timoteo 1:16-18)
Al término de la epístola anota: “Saluda
a Prisca y a Aquila, y a la casa de Onesíforo.” (2 Timoteo 4:19) “Töi Onësiphorou
oiköi” expresa un deseo para el futuro.
Otros ejemplos de Iglesia en casa es el oikos de Aristóbulo:
“Saludad a Apeles, aprobado en Cristo.
Saludad a los de la casa de Aristóbulo.” (Romanos 16:10). En el original griego no dice “saluden a los de la
casa de Aristóbulo” sino “saluden a los de Aristóbulo”. Lo mismo sucede con el
oikos de Narciso: “Saludad a Herodión, mi
pariente. Saludad a los de la casa de Narciso, los cuales están en el Señor.” (Romanos 16:11)
La iglesia neotestamentaria era una comunidad
naciente; entre sus desafíos estaba la persecución de las autoridades y la
incomprensión del mundo judío, del cual se había desprendido. Aún no tenía
templos ni edificios dedicados exclusivamente al culto divino; sin embargo el
reunirse en las casas ofrecía una calidez, intimidad, informalidad y
flexibilidad que se perderían al institucionalizarse en el siglo IV DC. Ese
estado de clandestinidad y silencio de la Iglesia hasta el siglo III cambió
radicalmente con el edicto de Constantino del 313 y con la protección de la
familia imperial, en particular de su madre Elena, al desarrollar una política
religiosa que le llevaría a una monarquía teocrática.
Hoy día se requiere que la Iglesia vuelva a las casas
para protegerse del consumismo religioso, la transformación del cristianismo en
un espectáculo, la utilización política de la Iglesia y la tentación del poder
mundano. Se requiere de una Iglesia más doméstica, comprometida con la gente,
más espiritual, con mayor poder sobrenatural que poder temporal, más
practicante del Evangelio y coherente con los principios de su Fundador.
La Iglesia no es un lugar sino una comunidad de
personas, como el oikos del primer siglo, una familia de creyentes. Necesitamos
compartir, convivir, conocernos, amarnos, ayudarnos, hacer la tarea o misión
que Jesús nos encomendó, dejando a un lado tanta discusión doctrinal y formal
que sólo nos separa, produciendo a veces brechas imposibles de salvar. Si Jesucristo
es nuestro Modelo de Hombre, la Iglesia Neotestamentaria del primer siglo es
nuestro modelo de Iglesia.
CONCLUSIÓN.
Las primeras familias cristianas no sólo adoraban
juntas a Dios, sino que estaban unidas en un corazón y un alma. Son ejemplo
para la Iglesia de hoy pues: 1) Vivían su fe unidas, no separadas por asuntos
doctrinales; 2) Se convertían a Jesucristo, considerando a cada cristiano como
un pez parte de un cardumen; y 3) Se reunían en el oikos, funcionando como
pequeñas comunidades en las casas. Las primerias familias cristianas adoraban unidas
a Dios.
PARA
TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) ¿Cuál es, a su juicio, el principal
problema de la Iglesia actual?
2) ¿Cómo se puede aplicar el principio “detrás
de un pez siempre hay un cardumen”?
3) ¿Cómo vive su congregación la unidad de la
Iglesia?
4) ¿Qué diferencias y similitudes hay entre el
oikos y la familia actual?
5) ¿Cuál es la importancia de la “iglesia en
casa” hoy y en el futuro?
6) ¿Cómo pueden los cristianos llegar a estar
unidos “en un corazón y un alma”?
7) ¿Qué es más importante para usted: la
doctrina o el amor?
8) ¿Qué situaciones conoce usted de personas
que están juntas pero no unidas?
9) ¿Qué virtudes nos enseña la pareja de
Priscila y Aquila?
10) ¿Por qué no debiéramos decir “voy a la
iglesia”?
11) ¿Cuáles eran, según Apocalipsis, las “siete iglesias” del Asia Menor?
12) ¿Cuándo se comenzó a construir edificios para el culto cristiano?
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