ISAÍAS, EL PROFETA MESIÁNICO
CAPÍTULO 3
Fragmento del capítulo "Juicio a los Gobernantes", basado en Isaías 3:1-15
4. Gobernantes
explotadores.
“13
Jehová está en pie para litigar, y está para juzgar a los pueblos. / 14 Jehová
vendrá a juicio contra los ancianos de su pueblo y contra sus príncipes; porque
vosotros habéis devorado la viña, y el despojo del pobre está en vuestras
casas. / 15 ¿Qué pensáis vosotros que majáis mi pueblo y moléis las caras de
los pobres? dice el Señor, Jehová de los ejércitos.” (Isaías 3:13-15)
Llegó un momento en que el Señor se puso
de pie para juzgar a aquel pueblo en desobediencia. Esto siempre ha sido así.
Es cierto que Dios es Amor, pero cuidémonos de Su disciplina “porque nuestro Dios es fuego consumidor”
(Hebreos 12:29) La espada del Señor
tiene dos filos: la Gracia y también la Ley. Jesús vino a salvar lo que se
había perdido y no a juzgar; pero eso no quita que Él castigue al que se porta
mal y le desobedece o que trate al hijo rebelde “Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe
por hijo.” (Hebreos 12:6) Con
los impíos hace otro tanto, Él trata a las naciones y muchas veces las castiga
fuerte. ¿Acaso la sociedad actual no está siendo disciplinada por el Señor por
sus muchos pecados? Nos hemos alejado de Dios, le hemos negado y nos burlamos
de la Iglesia y la Biblia, denostamos al cristianismo y vivimos como se nos
viene en gana, matamos nonatos, explotamos la creación del Señor, abusamos de
los animales y cínicamente pecamos contra la Palabra del Señor.
Dios acusó a las autoridades de Su
pueblo por haber explotado a los pobres. La viña del Señor fue despojada sin
misericordia por los poderosos. Ancianos y príncipes serán juzgados por Dios
duramente. Su ambición y avaricia les impulsó a devorar al pueblo y esquilmar
sus bienes. Quien procede de esa forma, tanto en el mundo civil como eclesial
será, tarde o temprano, duramente castigado por el Señor.
Finaliza esta acusación con una pregunta
del Señor para los ancianos y príncipes explotadores: “¿Qué pensáis vosotros que majáis mi pueblo y moléis las caras de los
pobres?” Quien tiene un corazón tan malvado de abusar con el débil es un
alma sin amor por su propio pueblo que lo ha levantado y sostenido. Esos
trituran y muelen los cuerpos, los bolsillos y las vidas de aquellos que son
los hijos del Señor. Están moliendo y triturando el corazón de Dios y si esto
llegara a suceder en la Iglesia, es el mismo Cuerpo de Cristo el agredido. Dios
sin duda reaccionará contra los siervos explotadores. Lo afirma “el Señor, Jehová de los ejércitos.”
Así como el rico muele al pobre,
Jesucristo fue molido por nuestras transgresiones: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados.” (Isaías 53:5)
Jesucristo nos perdona y lava toda culpa cuando le entregamos la vida a Él,
seamos explotadores o explotados, pobres o ricos, todos somos pecadores. Él nos
salvará de nosotros mismos y del diablo que quiere hacernos sucumbir. Él
salvará al pobre de esos gobernantes inexpertos, oportunistas, impíos y explotadores.
Dios los juzgó en la cruz y todo aquel que no acepta ese sacrificio ya ha sido
condenado por su propia incredulidad y dureza de corazón.
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