domingo, octubre 13, 2019

NO AMÉIS AL MUNDO.



EPÍSTOLAS DE SAN JUAN
LECCIÓN 7



© Pastor Iván Tapia

Lectura bíblica: “15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. / 16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. / 17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:15-17)

Idea central: El mundo, un sistema contrario a Dios.

Objetivos: a) Identificar las tres enseñanzas que da esta carta acerca del “mundo”; b) Comprender el significado de mundo, como sistema material y espiritual que se opone a Dios; c) Identificar en la propia vida las tentaciones que vienen del mundo; d) Comprender e identificar cuáles son los deseos de la carne; e) Comprender qué son los deseos de los ojos; f) Entender y apercibirse contra la vanagloria de la vida; y g) Entender la fugacidad de la vida y del mundo, preparándose para una eternidad con Dios.

Resumen: Tres cosas nos enseña San Juan en estos versículos, acerca del mundo: El significado que tiene para el discípulo; las tentaciones que provienen de él; y su fugacidad. Todo ello debe invitarnos a: Enfrentarlo con discernimiento; desarrollar las virtudes básicas para resistir sus tentaciones; y proyectarnos a la eternidad.


C
uando escuchamos esta frase que nos dice “No améis el mundo”, podemos confundirnos ya que siempre se nos ha enseñado que el cristiano debe amar a su prójimo y a todo el mundo. El mismo Padre celestial “amó tanto al mundo que dio a Su Hijo Unigénito...” Entonces pensamos, seguramente la palabra “mundo” se refiere a cosas diferentes en cada frase.

De todos los escritores de la Biblia, llamados hagiógrafos, San Juan es quien más utiliza la palabra “mundo”, en griego “kosmos”. Veremos en esta enseñanza qué nos dice el apóstol del Amor acerca de ella.


¿Qué nos enseña San Juan acerca del mundo?

1.      Significado del mundo.
“15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” (1 Juan 2:15)

¿Qué quiere expresar el apóstol cuando nos dice que no amemos al mundo? ¿Se referirá a los seres humanos? Nos ordena también no amar las cosas que están en este mundo. Para comprender esta expresión debemos decir que la palabra “mundo” en el original griego es “kosmos” κοσμον.

Quien más utiliza en el Nuevo Testamento la palabra “kosmos” es el apóstol Juan; 82 veces: 58 en su Evangelio, 18 en sus Epístolas y 6 en el libro de Apocalipsis. Mateo la usa 11 veces; Marcos 3 y Lucas 4 en su Evangelio y 5 en los Hechos. El apóstol Pablo, a pesar de sus numerosas cartas, la utiliza nada más que 42 veces; Hebreos 8, Santiago 4, Pedro en sus cartas sólo 6 veces.

“Kosmos” se aplica en tres situaciones:
1)      Al referirse al universo material, esta tierra. Por ejemplo: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas” (Hechos 17:24); “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (San Marcos 16:15)

2)      Cuando se habla de los habitantes de la tierra o la raza humana; “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.” (San Juan 1:10); “16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: / 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” (San Juan 14:16,17)

3)      En la descripción de asuntos mundanos, como bienes, riquezas, placeres y todo lo que nos aleja de Dios; “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (San Mateo 16:26); “3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, / 4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1:3,4)

Tras esta palabra hay algo más, como tras muchas cosas tangibles hay un mundo intangible. El kosmos o mundo material es la expresión de un mundo inmaterial, organizado y poderoso. El “mundo” es un sistema. Desde que nuestros primeros padres se rebelaron contra Dios, el mundo se volvió hostil a Él: “20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? / 21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.” (1 Corintios 1:20,21). Por eso la amistad con el mundo es enemistad con Dios: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” (Santiago 4:4). De allí que Jesús afirme: “...Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.” (San Juan 18:36)

Detrás del sistema llamado por la Biblia “mundo”, hay una mente que lo dirige: “30 Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros. / 31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. / 32 Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. / 33 Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir.” (San Juan 12:30-33) El diablo es el “kosmokrator” o “gobernador” de este mundo: “1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, / 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:1,2). Hay un reino de tinieblas que gobierna el mundo: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6:12)

Satanás es el ser invisible que gobierna el sistema llamado “mundo”. Este es un sistema ordenado que ya fue juzgado en la cruz: “7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. / 8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. / 9 De pecado, por cuanto no creen en mí; / 10 de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; / 11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.” (San Juan 16:7-11)

Es muy necesario que los cristianos comprendamos que el “mundo” es un sistema diabólico con poderes invisibles que actúa detrás de muchas acciones humanas, para no caer en el engaño de las tinieblas. El mundo reúne las fuerzas operativas que se oponen a la voluntad de Dios. La consecuencia de la desobediencia de Adán fue que el mundo quedó bajo el dominio de Satanás, quien se convirtió en “el príncipe de este mundo”, pero se acerca el tiempo en que será regresado a Jesucristo: “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.” (Apocalipsis 11:15)

Mundo es el sistema material y espiritual que se opone a Dios.


2.      Las tentaciones del mundo.
“16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” (1 Juan 2:16)

Los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida son las tres grandes tentaciones que ejerce el sistema del mundo sobre los creyentes. Tanto en el relato de la caída de Adán y Eva, como en la narración de la tentación de Jesús en el desierto, se identifican estos tres elementos.

a)      Caída de Adán y Eva.
Satanás en cuerpo de serpiente habló palabras aduladoras y engañosas a Eva, desafiándola a no confiar en Dios y haciéndole creer que el Señor les mentía: “1 Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? / 2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; / 3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. / 4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; / 5 sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” (Génesis 3:1-5) El diablo la tentó con la vanagloria de la vida, haciéndole desear ser como Dios, sabiéndolo todo.

Los deseos de la carne y los deseos de los ojos se manifestaron al contemplar el fruto prohibido: “6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. / 7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.” (Génesis 3:6,7) El resultado de ello fue la comprensión de que habían actuado en desobediencia, entonces tuvieron conciencia de bien y mal, y se sintieron culpables. Desde ese momento comenzó a pesar y actuar la culpa en la relación del ser humano con Dios. Por eso procuraron esconder su cuerpo de Dios, cubriéndose con hojas de higuera.

b)      Tentación del Señor.
En forma burda Satanás intentó hacer caer en tentación a Jesús. También lo hizo tocando las tres debilidades humanas de sensualidad (deseos de la carne), ambición (deseos de los ojos) y orgullo (vanagloria de la vida). La primera tentación fue en el área de las necesidades básicas, los deseos de la carne, tratando que no fuese capaz de auto controlarse: “1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. / 2 Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. / 3 Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. / 4 Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (San Mateo 4:1-4) Jesús le recordó al diablo que la vida es más que la comida y que podemos alimentarnos con la Palabra de Dios. Lo espiritual está por sobre lo material.

La segunda tentación fue dirigida a probarlo en Su vanidad, la vanagloria de la vida, que por cierto no la tenía. Trató de seducirlo con Su posición de Hijo de Dios y hacer ostentación y mal uso de ello: “5 Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, / 6 y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. / 7 Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.” (San Mateo 4:5-7)La tentación fue enfrentada por Jesús con la sabiduría de la Palabra de Dios; Él no puede ser tentado.

Por tercera vez Satán intentó hacer caer a Jesús: “8 Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, / 9 y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. / 10 Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. / 11 El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.” (San Mateo 4:8-11) La ambición de poder y dominio sobre muchos, el deseo de tener todo lo que agrada a los ojos del mundo, estar en un lugar muy alto, con la condición de servir al diablo y no a Dios, fue rechazada con la humildad y completa sumisión al Padre, al Único que se debe servir y adorar.

En el relato bíblico Eva simboliza la debilidad humana. Aparte de ser hombres o mujeres, todos los cristianos tenemos puntos débiles. Es necesario que los conozcamos, para estar preparados en el momento que se nos presente "como ángel de luz" la tentación. Eva estaba propensa a ser tentada y seducida pues llevaba menos tiempo que Adán en el Edén y tenía una limitada experiencia. Todo discípulo del Señor tiene en sí mismo un Adán y una Eva. Un Adán ingenuo e irresponsable; una Eva carnal, ambiciosa y egoísta. Pero también tiene al nuevo Adán, Cristo y sus virtudes. Eva es nuestro lado débil.

El versículo que dice “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” (1 Juan 2:16) nos advierte acerca de nuestras principales áreas de debilidad a las que el sistema del mundo nos expone:

a)      Los deseos de la carne o sensualidad. Son los apetitos físicos de todo ser humano, necesidades naturales como el sexo, el alimento, el descanso. Es lícito satisfacerlos dentro del orden que Dios ha dado para cada una de esas necesidades, pero otra cosa es el desborde en la satisfacción y los apetitos desordenados. Eva vio que el árbol era bueno para comer y se sintió tentada por ese fruto. ¡Cuántas veces nos quedamos paralizados frente a un “fruto” apetitoso! Pero sabemos reconocer, por el Espíritu Santo que nos controla, que esa tentación nos lleva al pecado. Hay en la vida tiempo para comer y también tiempo para ayunar; personas con las cuales relacionarme sexualmente y personas con las que no debo relacionarme sexualmente; tiempo para beber y tiempo para pasar sed; tiempo para hablar y tiempo para callar; etc. no podemos satisfacer desmedidamente los apetitos carnales ya que la concupiscencia de la carne produce los pecados capitales de la lujuria (desorden sexual), la gula  (desorden alimenticio) y la pereza (desorden de las acciones).

b)      Los deseos de los ojos o ambición. El deseo ilícito de tenerlo todo para ser admirado, tener posesiones, fama y poder. Todos necesitamos ciertas cosas y comodidades para vivir en este mundo, mas eso no significa ambicionar desordenadamente todo tipo de lujos y perder nuestra paz por alcanzarlos. Es a lo que no ha llevado el amor al dinero y el consumismo. La llamada concupiscencia de los ojos produce el pecado capital de la avaricia, que puede derivar en falta de misericordia, ambición de bienes terrenos, violencia, engaño, fraude, perjurio, traición.

c)      La vanagloria de la vida o soberbia. Todos necesitamos tener cierto control de la vida y seguridad en nosotros mismos, mas esto no puede ser superior a Dios. Él controla nuestra existencia y es el Ser superior. Cuando no existe esa humildad y hay orgullo en el corazón, el ser humano odia y envidia a todo aquel que tiene más éxito, ambicionando gloria sólo para sí mismo.  La vanagloria u orgullo de la vida produce los pecados capitales de la soberbia, la envidia y la ira. "Serán abiertos vuestros ojos" dijo Satanás ocultando a Eva el desastroso resultado que tendría su decisión, entusiasmada en adquirir conocimiento y ansiosa de elevarse al rango de dios y acceder a los privilegios superiores.

Necesitamos prevenirnos de no caer ante las tentaciones del mundo; fortalecernos en cuanto a los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. Cuatro grandes virtudes pueden ayudarnos a ser vencedores en esta lucha: Fe, paz, amor y esperanza:

a)      Fe, para no dudar. Así como Satanás insinuó a Eva "¿con que Dios os ha dicho...?" puede también hacerlo con nosotros, utilizar pensamientos y palabras tentadoras, utilizando a otras personas o nuestras propias mentes, disfrazándose "como ángel de luz" (2 Corintios 11:14) El diablo siembra dudas y errores acerca de Dios y Su Palabra, para que finalmente nos alejemos de Dios y lo neguemos.

b)      Paz. No debemos ser presos de la culpa ni juzgar a otros. Hemos sido perdonados por Dios en la cruz y cada vez que pecamos y nos arrepentimos Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9) Es necesario que, sin dejar de respetar a Dios y Su voluntad, nos alejemos de legalismos y vivamos guiados por el Espíritu Santo y todo lo que implique Amor genuino para el Señor y el prójimo. Abandonemos la crítica y el juicio, liberemos al prójimo y oremos por él.

c)      Amor. En el mundo éramos egoístas y egocéntricos. Ahora el polo de nuestros intereses está en Dios y el prójimo; ayudar, dar, compadecerse, son las actitudes hacia las que nos conduce el Espíritu. Si amamos al Señor no querremos ofenderle y esto nos impulsará al autocontrol de las pasiones. Dominarnos ante la tentación y resistirla, con la ayuda de Dios, nos trae bienaventuranza: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (Santiago 1:12). La oración y el ayuno nos ayudarán a lograr esa fuerza interior.

d)     Esperanza es conocimiento verdadero de Dios y Su voluntad. Todo discípulo requiere salir de la ignorancia espiritual, nutrirse con la Palabra de Dios y crecer en visión, para estar alerta y no alimentar los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. En otras palabras, evitar caer en pecados tales como: la soberbia, la ira, la envidia, la ambición, la lujuria, la gula o la pereza y todos sus derivados.

Si desarrollamos estas cuatro virtudes básicas, podremos estar firmes contra toda tentación, sea esta externa o interna, venga esta de la carne, del mundo o de Satanás.

Las tentaciones del mundo son los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida.


3.      La fugacidad del mundo.
“17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:17)

Tengamos en cuenta que el mundo es pasajero, no estaremos eternamente en esta tierra. En la eternidad que dura la vida apenas vivimos unos 90 años, lo que es muy poco comparado con los siglos y eras que nos esperan junto al Señor. El mundo un día pasará para usted y para mí; más tarde o más temprano llegará la hora en que las cosas que tanto ha amado, aquello por lo que luchó toda su vida, las personas que ha querido, por las que ha sufrido y se ha alegrado, ya no estarán más. No los tendrá a todos cerca de usted en la eternidad y quizás será una relación muy diferente a la humana. “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar...” dice el poeta, cosa que es muy real.

Mas el apóstol afirma que el mundo pasa, y sus deseos porque un día su alma no requerirá comida, bebida, compañía de un hombre o una mujer, ya no enfermará del cuerpo ni necesitará dormir. No tendrá los deseos que hoy tiene, como salir a comer y celebrar en un restaurant, de bailar con su amado/a, de vacacionar, viajar al extranjero, tener un mejor puesto laboral, no deseará ganar más dinero ni ser aplaudido por sus logros. Como la poeta mística dirá “Quien a Dios tiene / Nada le falta: / Sólo Dios basta” Estará completamente satisfecho/a con la plenitud del Eterno.

Sí, el mundo pasa, y sus deseos... Y luego el apóstol Juan lo confronta con lo imperecedero, lo que jamás morirá: “pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” Todo en esta vida es como las hojas de los árboles que mueren y caen en otoño, caducas; en cambio quien vive en la voluntad del Padre es eterno, permanece para siempre, jamás morirá, es perenne; similar a esas flores que jamás se marchitan y la gente llama “siempre vivas”. Pero aún esas flores mueren y tienen apariencia de estar vivas. En el caso del discípulo de Jesús estará fresco, vivo y perfumado por la eternidad. Fresco porque correrá en su ser el agua de vida que fluye para eternidad; vivo porque poseerá el Espíritu de Vida; y perfumado pues sus pensamientos, sentimientos y acciones serán un perfume grato para Dios, cumpliéndose así la Palabra que dice:

“14 Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. / 15 Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; / 16 a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” (2 Corintios 2:14-16)

La fugacidad del mundo debe llevarnos a desear la eternidad con Dios.


CONCLUSIÓN.
Tres cosas muy importantes nos enseña San Juan en esta carta, acerca del “mundo” o “kosmos”: 1) El significado de mundo, que es un sistema material y espiritual que se opone a Dios; 2) Las tentaciones que vienen del mundo, que son a) Los deseos de la carne, b) Los deseos de los ojos, y c) La vanagloria de la vida; y 3) La fugacidad del mundo y de la vida en esta tierra, cosa que debe llevarnos a desear la eternidad con Dios.


PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)      ¿Qué aspectos positivos y negativos ofrece el mundo de hoy?
2)      ¿Qué quiere decir San Juan con la palabra “mundo”?
3)      ¿Cuáles son las mayores tentaciones que ofrece el mundo actual a un cristiano?
4)      ¿Hasta qué punto debemos poner nuestra esperanza  en esta vida?
5)      ¿Por qué cree usted que Satanás tentó primero a Eva y no a Adán?
6)      ¿A qué se refiere la palabra “mundo” en estos textos: “No améis el mundo”; “Porque de tal manera amó Dios al mundo”; “Id por todo el mundo y predicad”?
7)      ¿Cómo y para qué puede vestirse el diablo "como ángel de luz"?
8)      ¿Qué debemos hacer los discípulos con la culpa y el juzgar a otros?
9)      ¿Cuál es la motivación del cristiano para el autocontrol de las pasiones?
10)  ¿Qué dice Santiago 1:12 acerca del dominio propio?
11)  ¿Qué prácticas devocionales nos ayudan a lograr fuerza interior para resistir la tentación?
12)  ¿Ha identificado usted sus puntos débiles?
13)  ¿Qué simbolizan Adán y Eva en nuestras personas?
14)  ¿Cómo podemos ayudar a los discípulos a superar el desorden sexual, el desorden alimenticio y la pereza?
15)  ¿Cómo imagina la vida eterna con Dios?
16)  ¿Mintió la serpiente cuando dijo a Eva "Serán abiertos vuestros ojos"?


BIBLIOLINKOGRAFÍA.
·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
·         MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 
·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.
·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
·         https://es.wikipedia.org/

·         Pérez Millos, Samuel “Comentario Exegético Al Texto Griego del Nuevo Testamento – Hebreos”

·         https://www.biblegateway.com
·         file:///C:/Users/Elena%20Montaner/Downloads/No_ameis_al_mundo_WatchmanNee.pdf
·         Tapia, Contardo Iván (2006) “La Revelación de los Inicios / Capítulo 4 / Tentación y Caída /Génesis 3” Iglesia Cristiana Discípulos de Jesucristo.
·         Häring, Bernhard (1968) “La Ley de Cristo” Editorial Herder, Barcelona



No hay comentarios.: