HEBREOS COMENTADO
LECCIÓN 18
© Pastor Iván Tapia Contardo
Lectura bíblica: “1 Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los
hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios
por los pecados” (Hebreos 5:1)
Palabra clave del capítulo: SACERDOTE.
Idea central: Jesucristo es nuestro Sumo
Sacerdote.
Objetivos: a) Comprender que Jesucristo es el Sacerdote por excelencia, ejemplo
para nosotros; b) Comprender que Jesucristo es el Sumo Sacerdote del pueblo
cristiano, un pueblo de “sacerdotes”; c) Entender que un sacerdote representa a
los hombres ante Dios y a Dios ante los hombres; d) Comprender que Jesús, como
todo sacerdote, fue nombrado por Dios; e) Comprender y valorar la eternidad del
sacerdocio de Cristo; y f) Comprender, aceptar, valorar y disponerse a ser formado
en el rigor para ser sacerdote de Dios.
Resumen: Jesucristo es un tipo
especial de Sacerdote. En la Antigüedad el sacerdote presentaba a Dios
sacrificios de animales; en el Nuevo Pacto el Sacerdote presentó Su propia
vida, siendo a la vez mediador y víctima una vez y para siempre. Por ser un
mediador entre los hombres y Dios; ser nombrado por Dios mismo; eterno y
formado en el rigor de la completa obediencia, Jesús es nuestro Modelo de
sacerdote, ya que los cristianos somos todos sacerdotes de Cristo.
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a mayoría de las
religiones tiene un “sacerdocio”, es decir un grupo de personas consagradas
plenamente a Dios. Por lo general los sacerdotes no realizan un trabajo secular
y están dedicados plenamente a su oficio espiritual. Es lo que sucedía con el
pueblo hebreo, a partir de Moisés, quien nombró a su hermano Aarón como sumo
sacerdote. Ellos pertenecían a la tribu de Leví y desde ese momento toda la
tribu sería consagrada al sacerdocio. Sin embargo con el advenimiento de
Jesucristo, Él se constituye Sumo Sacerdote sobre todos los cristianos, quienes
pasan a ser considerados un pueblo de sacerdotes.
El sacerdocio
cristiano no consiste en apartarse de la vida laboral secular para dedicarse al
ejercicio de ritos místicos, sino en continuar en el mundo pero con un sentido
diferente: a) Ser sal y luz del mundo, dando vida espiritual a cuantos nos
rodean; b) Interceder por todos los que sufren, en oración ante Dios; c)
predicar y hacer discípulos en todo lugar, por medio de la Palabra y el
testimonio vivo de Jesucristo. Esto es lo que se llama el “sacerdocio universal
de los creyentes”.
Dentro del
cuerpo de creyentes habrá quienes ocupan el rol de ministros de Dios,
encargados de ministrar Su Palabra y guiar espiritualmente a la Iglesia. Éstos
son tan “sacerdotes” como los ancianos gobernantes, los diáconos, los líderes y
cualquier discípulo. Sólo necesitamos tomar conciencia de ello y ejercer como
tales.
Pero hay un
Sacerdote que está sobre todos, es Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote. Él es el Hijo de Dios, Autor de nuestra salvación,
quien Hoy quiere que entremos en Su reposo. Él es el Sumo SACERDOTE que dio su vida
por nosotros.
¿Qué tipo de sacerdote es Cristo?
1.
Un Sacerdote que representa a los
hombres.
“1
Porque todo sumo sacerdote tomado de
entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se
refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; / 2 para que
se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también
está rodeado de debilidad; / 3 y por causa de ella debe ofrecer por los
pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo. / 4 Y nadie toma para
sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón.” (Hebreos
5:1-4)
En Israel el
sumo sacerdote era escogido de la tribu de Leví y era el representante de la
nación ante el Señor. Su función más importante era hacer una vez al año expiación
de todos los pecados del pueblo. Portando la sangre expiatoria, atravesaba el
velo que separaba el lugar Santo del Santísimo, y se ponía ante el
propiciatorio. Hacía la expiación por sí mismo, por su casa, por el santuario y
por todo el pueblo:
“11 Y hará traer Aarón el becerro que era para expiación suya, y hará
la reconciliación por sí y por su casa, y degollará en expiación el becerro que
es suyo. / 12 Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar
de delante de Jehová, y sus puños llenos del perfume aromático molido, y lo
llevará detrás del velo. / 13 Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de
Jehová, y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio que está sobre el
testimonio, para que no muera. / 14 Tomará luego de la sangre del becerro, y la
rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el
propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre. / 15 Después
degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la
sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del
becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. /
16 Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de
Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma manera hará
también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus
impurezas. / 17 Ningún hombre estará en el tabernáculo de reunión cuando él
entre a hacer la expiación en el santuario, hasta que él salga, y haya hecho la
expiación por sí, por su casa y por toda la congregación de Israel. / 18 Y
saldrá al altar que está delante de Jehová, y lo expiará, y tomará de la sangre
del becerro y de la sangre del macho cabrío, y la pondrá sobre los cuernos del
altar alrededor. / 19 Y esparcirá sobre él de la sangre con su dedo siete
veces, y lo limpiará, y lo santificará de las inmundicias de los hijos de
Israel.” (Levítico 16:11-19)
Después salía y confesaba sobre
la cabeza del macho cabrío de escape todas las iniquidades de Israel, y el
animal era conducido al desierto, llevando los pecados lejos de la presencia de
Jehová:
“20 Cuando hubiere acabado de expiar el santuario y el tabernáculo de
reunión y el altar, hará traer el macho cabrío vivo; / 21 y pondrá Aarón sus dos manos sobre la
cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los
hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así
sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un
hombre destinado para esto. / 22 Y aquel
macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra
inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto.” (Levítico 16:20-22)
El sumo
sacerdote es constituido a favor de los hombres para que presente ofrendas y
sacrificios por los pecados. Jesucristo fue constituido por Dios para ser
nuestro intercesor, presentando Su propia vida en sacrificio por nuestros
pecados.
Además el sumo
sacerdote debía ser paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también
era un ser humano débil. Jesucristo encarnó la virtud de la paciencia, la que
demostró “... haciendo bienes y sanando a
todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.” (Hechos 10:38); como ser humano vivió la
tentación, pero la resistió y no pecó.
Debido a esa
debilidad el sumo sacerdote ofrece sacrificios por los pecados, tanto los
propios como los del pueblo de Dios. Jesucristo fue el Sacerdote definitivo,
quien ofreció un sacrificio perfecto de Amor.
Como seguidores
del Sumo Sacerdote Jesús, también somos sacerdotes. Así lo señala el apóstol
Pedro: “vosotros también, como piedras
vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer
sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” (1 Pedro 2:5) Por tanto debemos ejercer
el sacerdocio del mismo modo que Jesús:
a)
Entregando la vida a Jesús, permitiendo
que Él obre a través nuestro.
b)
Siendo pacientes con los ignorantes y
extraviados, ya que también somos humanos débiles.
c)
Resistiendo la tentación, no dejándonos
dominar por ella, practicando la templanza.
2.
Un Sacerdote nombrado por Dios.
“5
Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo, Yo te he
engendrado hoy.” (Hebreos 5:5)
Jesucristo no se
autonombró, sino que el Padre le dio ese nombre: Tú eres mi Hijo. Del mismo modo nosotros, los cristianos, no nos
autoproclamamos “hijos de Dios” sino que Él mismo nos nombra así: “12 Mas a todos los que le recibieron, a los
que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; / 13 los
cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de
varón, sino de Dios.” (San Juan
1:12,13)
Jesús no se
autodenominó “Sumo Sacerdote”, sino que Dios le dio tal oficio. El llamado y
nombramiento de Dios es muy importante. No podemos levantarnos como ministros
de Dios, con una vocación inventada o nombrarnos nosotros mismos para
determinada misión, sino que debe ser Dios quien nos otorgue el llamado. Él lo
hace a través de Su Iglesia; ésta llama, capacita, unge y envía ministros para
una misión específica. La autoridad se toma del Espíritu Santo, siempre
delegada a través del Cuerpo de Cristo, es decir la Iglesia, que continúa la
obra de Jesús y los apóstoles en la Tierra.
Cristo no se
glorificó a sí mismo ni se hizo a Sí mismo Sumo Sacerdote, sino que Dios lo
engendró como Sumo Sacerdote al resucitarlo de entre los muertos. Cuando Jesús
estaba en la Tierra como hombre oraba por la gente, la sanaba, hacía milagros
para ella, pero no cubría a toda la Humanidad todavía, pues no sanaba ni hacía
milagros a todos; intercedía por los Suyos, Sus discípulos, y aún por nosotros,
como lo hizo en Su oración sacerdotal: “9
Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque
tuyos son, / 10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en
ellos. / 11 Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a
ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean
uno, así como nosotros.” (San Juan
17:9-11)
Desde el momento
que resucitó de entre los muertos comenzó a ejercer un papel enteramente
diferente como Salvador y Señor, ahora es también nuestro Sumo Sacerdote,
intercediendo por la Humanidad ante el Padre, “5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los
hombres, Jesucristo hombre, / 6 el cual se dio a sí mismo en rescate por todos,
de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.” (1 Timoteo 2:5,6). Somos un pueblo de sacerdotes y Él es el Sumo
Sacerdote. Cada cristiano puede y debe ser un mediador entre los hombres y
Cristo, orando por ellos, sus problemáticas y necesidades, para que Dios obre
en sus vidas: “1 Exhorto ante todo, a que
se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los
hombres; / 2 por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que
vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. / 3 Porque esto es
bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, / 4 el cual quiere que todos
los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” (1 Timoteo 2:1-4)
3.
Un Sacerdote eterno.
“6
Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote
para siempre, Según el orden de Melquisedec.” (Hebreos 5:6)
El sacerdocio
que obtuvo Jesucristo es un sacerdocio para siempre, eterno. Esto nos da que
pensar en la dimensión tiempo. ¿Significa esto que siempre necesitaremos de Su
sacerdocio e intercesión? ¿Seguiremos pecando en la eternidad o ya seremos
completamente santos? Si consideramos que en el pasado, antes de la creación de
la Humanidad, hubo ángeles capaces de desobedecer a Dios, rebelarse contra Él y
pecar, perfectamente podemos pensar que los humanos, aunque redimidos y
glorificados, seguiremos teniendo la libertad o libre albedrío para obedecer o
desobedecer al Señor. La intercesión del Cristo entonces será rogar al Padre
por nuestra estabilidad en la santidad, sin rebelarnos a Él.
Jesucristo, el
Cristo, continuará, por eternidad, ejerciendo Su rol Sacerdotal, seguirá
diciendo en Su corazón “...que todos sean
uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti...” (San Juan 17:21) Dios ha creado no autómatas, sino razas capaces de
razonar, sentir y decidir; razas libres para amarlo. La eternidad es algo más
que un tiempo sin fin, algo más que un mañana prolongado. La eternidad es un
presente, un HOY permanente. En esa eternidad Jesucristo es el Sumo Sacerdote
de Su pueblo.
El sacerdocio de
Jesucristo y los cristianos no nace en Moisés ni Aarón. Podemos de ese
sacerdocio, el sacerdocio levítico aprender mucho, como por ejemplo de Leví: “4 Y sabréis que yo os envié este
mandamiento, para que fuese mi pacto con Leví, ha dicho Jehová de los
ejércitos. / 5 Mi pacto con él fue de vida y de paz, las cuales cosas yo le di
para que me temiera; y tuvo temor de mí, y delante de mi nombre estuvo
humillado. / 6 La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada
en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de
la iniquidad. / 7 Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría,
y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los
ejércitos. / 8 Mas vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho
tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Jehová de
los ejércitos. / 9 Por tanto, yo también os he hecho viles y bajos ante todo el
pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos, y en la ley hacéis
acepción de personas.” (Malaquías
2:4-9)
Ejercer el
sacerdocio es un pacto con Dios, romper ese pacto es de la mayor traición
contra el Señor. El pacto con Dios trae vida y paz al sacerdote, a su familia y
a su pueblo. Las características de un buen sacerdote, según el modelo de Leví,
serán:
a)
Temor de Dios, ante el cual permanecerá
humillado.
b)
En sus labios sólo estará la Verdad.
c)
Jamás saldrán palabras inicuas de sus
labios.
d)
Caminará en paz y justicia con Dios.
e)
Apartará a muchos del pecado y la
iniquidad.
f)
Sus labios guardarán sabiduría.
g)
Transmitirá la voluntad Divina.
h)
El pueblo le buscará.
i)
Será un mensajero de Dios.
j)
No hará acepción de personas.
Sin embargo
nuestro sacerdocio es anterior a Moisés, se remonta a los tiempos de Abraham, cuando
éste regresaba de luchar contra Quedorlaomer y los reyes que estaban con él: “18 Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote
del Dios Altísimo, sacó pan y vino; / 19 y le bendijo, diciendo: Bendito sea
Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; / 20 y bendito
sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los
diezmos de todo.” (Génesis 14:18-20)
Melquisedec era un sacerdote anterior al sacerdocio levítico, un representante
de un sacerdocio sin principio ni fin, tipo del sacerdocio de Cristo, no en la
Ley mosaica sino en la Gracia eterna de Dios.
4.
Un Sacerdote formado en el rigor.
“7
Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor
y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor
reverente. / 8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; /
9 y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para
todos los que le obedecen; / 10 y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de
Melquisedec.” (Hebreos 5:7-10)
Cristo vino en
carne y en espíritu a esta Tierra, fue la encarnación completa de Dios Hijo en
la persona de Jesús de Nazaret. Dice la Biblia que “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
(San Juan 1:14) Corrientes
espiritualistas del primer siglo de cristianismo pretendieron que Jesús era
sólo espíritu; este error fue combatido especialmente por el apóstol Juan.
Permanentemente
Jesús oraba al Padre, a veces se retiraba a un lugar apartado, como un monte o
el Huerto de los Olivos. La noche en que lo arrestaron Él rogaba a Dios que se
cumpliera la voluntad del Padre por sobre Su voluntad; Dios le rescató de la
muerte resucitándole al tercer día. Por Su reverencia y temor de Dios, fue
escuchado por el Padre.
A pesar de ser
el Hijo, parte de la Divinidad, igualmente fue expuesto a la tentación y
ataques del diablo, al dolor de la persecución y a la tortura de la cruz. Fue
obediente a Dios Padre y se dispuso a padecer. Así ejerció obediencia, una
perfecta obediencia a Dios, lo que le permitió llegar a ser el Autor de nuestra
salvación eterna.
Esta salvación
obtenida por Jesucristo en la cruz es para todos los que crean en Él y
obedezcan al llamado de Dios. Jesús, por Su muerte redentora es nuestro
Salvador y Señor, pero también fue declarado por Dios “Sumo Sacerdote” de la
misma clase que el ancestral Melquisedec.
Jesucristo es un
sacerdote formado en la obediencia, el sufrimiento, en fin el rigor. Es el Sumo
Sacerdote que necesitábamos. Sus seguidores encarnamos Su vida y somos sometidos
a un trato de Su Espíritu para que en nosotros se formen aquellas mismas
cualidades que le caracterizan: paciencia,
bondad, humildad, delicadeza, altruismo, serenidad, jovialidad, compasión,
magnanimidad. No es una acción que nosotros nos propongamos sino que es la
acción y propósito de Él: “Porque a los que antes conoció, también
los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29)
Si Él es Sacerdote, también lo seremos Sus seguidores.
CONCLUSIÓN.
Jesucristo es el Sacerdote por
excelencia, es el Sumo Sacerdote del pueblo cristiano, un pueblo de
“sacerdotes”. Jesucristo es un Sacerdote: 1) Que representa a los hombres ante
Dios; 2) Nombrado por Dios; 3) Eterno, para siempre; y 4) Formado en el rigor.
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1)
¿Por qué se dice que Jesucristo es nuestro Sumo
Sacerdote?
2)
¿Cuál
debe ser nuestra actitud ante la ignorancia espiritual?
3)
¿En qué sentido los cristianos también somos
“mediadores”?
4)
¿Cuál es la diferencia entre el sacerdocio hebreo y el
sacerdocio cristiano?
5)
¿Acostumbra interceder en oración por otras personas?
6)
¿Cuántas horas diarias dedica a actividades
devocionales (oración, meditación, lectura bíblica, culto)?
7)
¿Qué significa “ser sal y luz del mundo”?
8)
¿En qué consiste el sacerdocio universal de los
creyentes?
9)
¿Cómo se logra estar en el reposo de Dios y ejercer
como sacerdote?
10) ¿Cuáles son las características de lo humano,
de ser un hombre o mujer?
11) ¿Qué
tipo de sacerdocio ejerce usted en esta vida?
12) ¿Qué
le agradaría hacer durante la eternidad?
13) ¿Cuál
es la clave, a su juicio, para ser un pescador de almas y hacer discípulos?
14) ¿Se
siente llamado o llamada por Dios para algo especial?
15) ¿Qué
consecuencias ha tenido el rigor en su vida?
16) ¿Qué
le dicen estos nombres: Moisés, Aarón, Leví, Jesucristo?
BIBLIOLINKOGRAFÍA.
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Reina,
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Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
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(1966, 1970, 1979, 1983, 1996) “Dios
habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
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https://es.wikipedia.org/
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