sábado, febrero 09, 2019

NUESTRO SUMO SACERDOTE.


HEBREOS COMENTADO
LECCIÓN 18

 

 
 
© Pastor Iván Tapia Contardo 

Lectura bíblica: “1 Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados” (Hebreos 5:1) 

Palabra clave del capítulo: SACERDOTE. 

Idea central: Jesucristo es nuestro Sumo Sacerdote. 

Objetivos: a) Comprender que Jesucristo es el Sacerdote por excelencia, ejemplo para nosotros; b) Comprender que Jesucristo es el Sumo Sacerdote del pueblo cristiano, un pueblo de “sacerdotes”; c) Entender que un sacerdote representa a los hombres ante Dios y a Dios ante los hombres; d) Comprender que Jesús, como todo sacerdote, fue nombrado por Dios; e) Comprender y valorar la eternidad del sacerdocio de Cristo; y f) Comprender, aceptar, valorar y disponerse a ser formado en el rigor para ser sacerdote de Dios. 

Resumen: Jesucristo es un tipo especial de Sacerdote. En la Antigüedad el sacerdote presentaba a Dios sacrificios de animales; en el Nuevo Pacto el Sacerdote presentó Su propia vida, siendo a la vez mediador y víctima una vez y para siempre. Por ser un mediador entre los hombres y Dios; ser nombrado por Dios mismo; eterno y formado en el rigor de la completa obediencia, Jesús es nuestro Modelo de sacerdote, ya que los cristianos somos todos sacerdotes de Cristo.

 

L
a mayoría de las religiones tiene un “sacerdocio”, es decir un grupo de personas consagradas plenamente a Dios. Por lo general los sacerdotes no realizan un trabajo secular y están dedicados plenamente a su oficio espiritual. Es lo que sucedía con el pueblo hebreo, a partir de Moisés, quien nombró a su hermano Aarón como sumo sacerdote. Ellos pertenecían a la tribu de Leví y desde ese momento toda la tribu sería consagrada al sacerdocio. Sin embargo con el advenimiento de Jesucristo, Él se constituye Sumo Sacerdote sobre todos los cristianos, quienes pasan a ser considerados un pueblo de sacerdotes.  

El sacerdocio cristiano no consiste en apartarse de la vida laboral secular para dedicarse al ejercicio de ritos místicos, sino en continuar en el mundo pero con un sentido diferente: a) Ser sal y luz del mundo, dando vida espiritual a cuantos nos rodean; b) Interceder por todos los que sufren, en oración ante Dios; c) predicar y hacer discípulos en todo lugar, por medio de la Palabra y el testimonio vivo de Jesucristo. Esto es lo que se llama el “sacerdocio universal de los creyentes”. 

Dentro del cuerpo de creyentes habrá quienes ocupan el rol de ministros de Dios, encargados de ministrar Su Palabra y guiar espiritualmente a la Iglesia. Éstos son tan “sacerdotes” como los ancianos gobernantes, los diáconos, los líderes y cualquier discípulo. Sólo necesitamos tomar conciencia de ello y ejercer como tales. 

Pero hay un Sacerdote que está sobre todos, es Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote. Él es el Hijo de Dios, Autor de nuestra salvación, quien Hoy quiere que entremos en Su reposo. Él es el Sumo SACERDOTE que dio su vida por nosotros. 

¿Qué tipo de sacerdote es Cristo? 

1.      Un Sacerdote que representa a los hombres.

“1 Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; / 2 para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad; / 3 y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo. / 4 Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón.” (Hebreos 5:1-4) 

En Israel el sumo sacerdote era escogido de la tribu de Leví y era el representante de la nación ante el Señor. Su función más importante era hacer una vez al año expiación de todos los pecados del pueblo. Portando la sangre expiatoria, atravesaba el velo que separaba el lugar Santo del Santísimo, y se ponía ante el propiciatorio. Hacía la expiación por sí mismo, por su casa, por el santuario y por todo el pueblo:  

“11 Y hará traer Aarón el becerro que era para expiación suya, y hará la reconciliación por sí y por su casa, y degollará en expiación el becerro que es suyo. / 12 Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová, y sus puños llenos del perfume aromático molido, y lo llevará detrás del velo. / 13 Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera. / 14 Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre. / 15 Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. / 16 Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus impurezas. / 17 Ningún hombre estará en el tabernáculo de reunión cuando él entre a hacer la expiación en el santuario, hasta que él salga, y haya hecho la expiación por sí, por su casa y por toda la congregación de Israel. / 18 Y saldrá al altar que está delante de Jehová, y lo expiará, y tomará de la sangre del becerro y de la sangre del macho cabrío, y la pondrá sobre los cuernos del altar alrededor. / 19 Y esparcirá sobre él de la sangre con su dedo siete veces, y lo limpiará, y lo santificará de las inmundicias de los hijos de Israel.” (Levítico 16:11-19) 

Después salía y confesaba sobre la cabeza del macho cabrío de escape todas las iniquidades de Israel, y el animal era conducido al desierto, llevando los pecados lejos de la presencia de Jehová: 

“20 Cuando hubiere acabado de expiar el santuario y el tabernáculo de reunión y el altar, hará traer el macho cabrío vivo;  / 21 y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto.  / 22 Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto.” (Levítico 16:20-22) 

El sumo sacerdote es constituido a favor de los hombres para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados. Jesucristo fue constituido por Dios para ser nuestro intercesor, presentando Su propia vida en sacrificio por nuestros pecados. 

Además el sumo sacerdote debía ser paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también era un ser humano débil. Jesucristo encarnó la virtud de la paciencia, la que demostró “... haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.” (Hechos 10:38); como ser humano vivió la tentación, pero la resistió y no pecó. 

Debido a esa debilidad el sumo sacerdote ofrece sacrificios por los pecados, tanto los propios como los del pueblo de Dios. Jesucristo fue el Sacerdote definitivo, quien ofreció un sacrificio perfecto de Amor. 

Como seguidores del Sumo Sacerdote Jesús, también somos sacerdotes. Así lo señala el apóstol Pedro: “vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” (1 Pedro 2:5) Por tanto debemos ejercer el sacerdocio del mismo modo que Jesús: 

a)      Entregando la vida a Jesús, permitiendo que Él obre a través nuestro.

b)      Siendo pacientes con los ignorantes y extraviados, ya que también somos humanos débiles.

c)      Resistiendo la tentación, no dejándonos dominar por ella, practicando la templanza.

 

2.      Un Sacerdote nombrado por Dios.

“5 Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy.” (Hebreos 5:5) 

Jesucristo no se autonombró, sino que el Padre le dio ese nombre: Tú eres mi Hijo. Del mismo modo nosotros, los cristianos, no nos autoproclamamos “hijos de Dios” sino que Él mismo nos nombra así: “12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; / 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (San Juan 1:12,13 

Jesús no se autodenominó “Sumo Sacerdote”, sino que Dios le dio tal oficio. El llamado y nombramiento de Dios es muy importante. No podemos levantarnos como ministros de Dios, con una vocación inventada o nombrarnos nosotros mismos para determinada misión, sino que debe ser Dios quien nos otorgue el llamado. Él lo hace a través de Su Iglesia; ésta llama, capacita, unge y envía ministros para una misión específica. La autoridad se toma del Espíritu Santo, siempre delegada a través del Cuerpo de Cristo, es decir la Iglesia, que continúa la obra de Jesús y los apóstoles en la Tierra. 

Cristo no se glorificó a sí mismo ni se hizo a Sí mismo Sumo Sacerdote, sino que Dios lo engendró como Sumo Sacerdote al resucitarlo de entre los muertos. Cuando Jesús estaba en la Tierra como hombre oraba por la gente, la sanaba, hacía milagros para ella, pero no cubría a toda la Humanidad todavía, pues no sanaba ni hacía milagros a todos; intercedía por los Suyos, Sus discípulos, y aún por nosotros, como lo hizo en Su oración sacerdotal: “9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, / 10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. / 11 Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.” (San Juan 17:9-11) 

Desde el momento que resucitó de entre los muertos comenzó a ejercer un papel enteramente diferente como Salvador y Señor, ahora es también nuestro Sumo Sacerdote, intercediendo por la Humanidad ante el Padre, “5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, / 6 el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.” (1 Timoteo 2:5,6). Somos un pueblo de sacerdotes y Él es el Sumo Sacerdote. Cada cristiano puede y debe ser un mediador entre los hombres y Cristo, orando por ellos, sus problemáticas y necesidades, para que Dios obre en sus vidas: “1 Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; / 2 por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. / 3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, / 4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” (1 Timoteo 2:1-4)
 

3.      Un Sacerdote eterno.

“6 Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.” (Hebreos 5:6) 

El sacerdocio que obtuvo Jesucristo es un sacerdocio para siempre, eterno. Esto nos da que pensar en la dimensión tiempo. ¿Significa esto que siempre necesitaremos de Su sacerdocio e intercesión? ¿Seguiremos pecando en la eternidad o ya seremos completamente santos? Si consideramos que en el pasado, antes de la creación de la Humanidad, hubo ángeles capaces de desobedecer a Dios, rebelarse contra Él y pecar, perfectamente podemos pensar que los humanos, aunque redimidos y glorificados, seguiremos teniendo la libertad o libre albedrío para obedecer o desobedecer al Señor. La intercesión del Cristo entonces será rogar al Padre por nuestra estabilidad en la santidad, sin rebelarnos a Él.  

Jesucristo, el Cristo, continuará, por eternidad, ejerciendo Su rol Sacerdotal, seguirá diciendo en Su corazón “...que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti...” (San Juan 17:21) Dios ha creado no autómatas, sino razas capaces de razonar, sentir y decidir; razas libres para amarlo. La eternidad es algo más que un tiempo sin fin, algo más que un mañana prolongado. La eternidad es un presente, un HOY permanente. En esa eternidad Jesucristo es el Sumo Sacerdote de Su pueblo. 

El sacerdocio de Jesucristo y los cristianos no nace en Moisés ni Aarón. Podemos de ese sacerdocio, el sacerdocio levítico aprender mucho, como por ejemplo de Leví: “4 Y sabréis que yo os envié este mandamiento, para que fuese mi pacto con Leví, ha dicho Jehová de los ejércitos. / 5 Mi pacto con él fue de vida y de paz, las cuales cosas yo le di para que me temiera; y tuvo temor de mí, y delante de mi nombre estuvo humillado. / 6 La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad. / 7 Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los ejércitos. / 8 Mas vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Jehová de los ejércitos. / 9 Por tanto, yo también os he hecho viles y bajos ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos, y en la ley hacéis acepción de personas.” (Malaquías 2:4-9) 

Ejercer el sacerdocio es un pacto con Dios, romper ese pacto es de la mayor traición contra el Señor. El pacto con Dios trae vida y paz al sacerdote, a su familia y a su pueblo. Las características de un buen sacerdote, según el modelo de Leví, serán:

a)      Temor de Dios, ante el cual permanecerá humillado.

b)      En sus labios sólo estará la Verdad.

c)      Jamás saldrán palabras inicuas de sus labios.

d)     Caminará en paz y justicia con Dios.

e)      Apartará a muchos del pecado y la iniquidad.

f)       Sus labios guardarán sabiduría.

g)      Transmitirá la voluntad Divina.

h)      El pueblo le buscará.

i)        Será un mensajero de Dios.

j)        No hará acepción de personas. 

Sin embargo nuestro sacerdocio es anterior a Moisés, se remonta a los tiempos de Abraham, cuando éste regresaba de luchar contra Quedorlaomer y los reyes que estaban con él: “18 Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; / 19 y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; / 20 y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.” (Génesis 14:18-20) Melquisedec era un sacerdote anterior al sacerdocio levítico, un representante de un sacerdocio sin principio ni fin, tipo del sacerdocio de Cristo, no en la Ley mosaica sino en la Gracia eterna de Dios.

 

4.      Un Sacerdote formado en el rigor.

“7 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. / 8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; / 9 y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; / 10 y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.” (Hebreos 5:7-10) 

Cristo vino en carne y en espíritu a esta Tierra, fue la encarnación completa de Dios Hijo en la persona de Jesús de Nazaret. Dice la Biblia que “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (San Juan 1:14) Corrientes espiritualistas del primer siglo de cristianismo pretendieron que Jesús era sólo espíritu; este error fue combatido especialmente por el apóstol Juan.

Permanentemente Jesús oraba al Padre, a veces se retiraba a un lugar apartado, como un monte o el Huerto de los Olivos. La noche en que lo arrestaron Él rogaba a Dios que se cumpliera la voluntad del Padre por sobre Su voluntad; Dios le rescató de la muerte resucitándole al tercer día. Por Su reverencia y temor de Dios, fue escuchado por el Padre.

A pesar de ser el Hijo, parte de la Divinidad, igualmente fue expuesto a la tentación y ataques del diablo, al dolor de la persecución y a la tortura de la cruz. Fue obediente a Dios Padre y se dispuso a padecer. Así ejerció obediencia, una perfecta obediencia a Dios, lo que le permitió llegar a ser el Autor de nuestra salvación eterna.  

Esta salvación obtenida por Jesucristo en la cruz es para todos los que crean en Él y obedezcan al llamado de Dios. Jesús, por Su muerte redentora es nuestro Salvador y Señor, pero también fue declarado por Dios “Sumo Sacerdote” de la misma clase que el ancestral Melquisedec. 

Jesucristo es un sacerdote formado en la obediencia, el sufrimiento, en fin el rigor. Es el Sumo Sacerdote que necesitábamos. Sus seguidores encarnamos Su vida y somos sometidos a un trato de Su Espíritu para que en nosotros se formen aquellas mismas cualidades que le caracterizan: paciencia, bondad, humildad, delicadeza, altruismo, serenidad, jovialidad, compasión, magnanimidad. No es una acción que nosotros nos propongamos sino que es la acción y propósito de Él: Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29) Si Él es Sacerdote, también lo seremos Sus seguidores.

 

CONCLUSIÓN.

Jesucristo es el Sacerdote por excelencia, es el Sumo Sacerdote del pueblo cristiano, un pueblo de “sacerdotes”. Jesucristo es un Sacerdote: 1) Que representa a los hombres ante Dios; 2) Nombrado por Dios; 3) Eterno, para siempre; y 4) Formado en el rigor.

 

 

PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:

1)      ¿Por qué se dice que Jesucristo es nuestro Sumo Sacerdote?

2)       ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante la ignorancia espiritual?

3)      ¿En qué sentido los cristianos también somos “mediadores”?

4)      ¿Cuál es la diferencia entre el sacerdocio hebreo y el sacerdocio cristiano?

5)      ¿Acostumbra interceder en oración por otras personas?

6)      ¿Cuántas horas diarias dedica a actividades devocionales (oración, meditación, lectura bíblica, culto)?

7)      ¿Qué significa “ser sal y luz del mundo”?

8)      ¿En qué consiste el sacerdocio universal de los creyentes?

9)      ¿Cómo se logra estar en el reposo de Dios y ejercer como sacerdote?

10)  ¿Cuáles son las características de lo humano, de ser un hombre o mujer?

11)  ¿Qué tipo de sacerdocio ejerce usted en esta vida?

12)  ¿Qué le agradaría hacer durante la eternidad?

13)  ¿Cuál es la clave, a su juicio, para ser un pescador de almas y hacer discípulos?

14)  ¿Se siente llamado o llamada por Dios para algo especial?

15)  ¿Qué consecuencias ha tenido el rigor en su vida?

16)  ¿Qué le dicen estos nombres: Moisés, Aarón, Leví, Jesucristo?

 

 

BIBLIOLINKOGRAFÍA.

·         Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.

·         MacArthur, John. (2011) “Biblia de Estudio MacArthur” Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. 

·         (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.

·         (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/

·         “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo, 1974.

·         “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/

·         Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php

·         Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd

·         (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/

·         https://es.wikipedia.org/

·         Pérez Millos, Samuel “Comentario Exegético Al Texto Griego del Nuevo Testamento – Hebreos”

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