REFLEXIÓN Nº13
© Pastor Iván Tapia
Contardo
Lectura bíblica: “1 Dijo Dios a Jacob:
Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que te
apareció cuando huías de tu hermano Esaú. / 2 Entonces Jacob dijo a su familia
y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre
vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. / 3 Y levantémonos, y subamos
a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia,
y ha estado conmigo en el camino que he andado.” (Génesis
35:1-3)
Idea central: Cómo levantar altar a Dios.
Objetivos: a) Conocer la historia de Jacob y discernir las enseñanzas que nos
entrega; b) Enseñar a nuestras familias a quitar cualquier dios ajeno a la fe,
limpiar los corazones de maldad y tener un estilo de vida conforme a la fe; c)
Levantar altar al Señor considerándolos consejos de esta reflexión; d) Tener una instancia en la que ofrendamos a
Dios; e) Adorar a Dios con sencillez; f) Presentar a Dios sacrificios
espirituales; g) Edificar el
Cuerpo de Cristo; h) Orar a Dios en forma íntima, sencilla, perdonando al
ofensor, con insistencia y humildad.
Resumen: La orden que el Señor dio a Jacob de hacer un
altar a Dios en Bet-el, nos invita a tener una instancia en la que ofrendamos a
Dios; lo adoramos con sencillez; le presentamos sacrificios espirituales; edificamos
el Cuerpo de Cristo y oramos a Dios, siguiendo el consejo de la Escritura.
J
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acob era el hermano gemelo de Esaú, ambos hijos de Isaac.
Eran muy distintos en personalidad. Esaú era, fuerte y tenía mucho vello,
mientras que Jacob era hermoso y de piel suave. Como Esaú había nacido antes
que Jacob, tenía derecho a la bendición patriarcal de Isaac. Pero Jacob se la
robó con engaños. El hermano mayor, lleno de ira juró que daría muerte a Jacob.
Así es que tuvo que huir de casa
y perder la herencia de su padre. Fue en esa época que tuvo el famoso sueño de
Jacob: una larga escalera del cielo a la tierra por la cual bajaban y subían
ángeles.
Se fue a vivir con su tío Labán y
de engañador pasó a ser el “engañado”. Enamorado de su prima Raquel, trabajó
durante siete años para poder hacerla su esposa, pero el suegro le dio a su
hija mayor, Lea. Tuvo que trabajar otros siete años para poder acceder a
Raquel.
Jacob necesitaba ser transformado
por Dios y por eso fue tratado por Él, pasando por muchos momentos de
insatisfacción y frustraciones. Luchó mucho pero le faltaba algo que lo hiciera
sentirse completamente realizado, sentirse realmente pleno. Cuando pasó el Vado
de Jaboc con su familia y sus bienes, él luchó con el Señor por su bendición: “Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y
él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino
Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.” (Génesis 32:28-30).
En su peregrinar Jacob compró por cien monedas una
porción de tierra en Siquem, excelente para el pastoreo de sus rebaños y manadas. Además, cavó
un pozo que sería conocido como el pozo de Jacob. Siquem se convirtió en una ciudad importante en la historia
bíblica, situada en el Monte Gerizim, muy cerca de Samaria. Después erigió allí un altar, pero Dios no quería que el altar estuviera en Siquem; sino en Betel.
Jacob huía del odio de
Esaú, quien guardaba un profundo rencor hacia Jacob por
causa de la bendición que le había dado su padre y sólo pensaba en matarlo. Al
enterarse su madre Rebeca de los sentimientos de Esaú, le ordenó que se fuese a
Jarán, a la casa de su tío Labán, hasta que se calmara el enojo de su hermano.
Rebeca le comentó a su esposo Isaac que ella no quería que Jacob se casara con
una mujer hitita, así es que su padre le mandó a casa de Labán, luego de
bendecirlo y ordenarle que no te casara con cananea.
Esaú, al saber que su padre había bendecido a Jacob y le había
ordenado no casarse con cananeas, se dirigió donde Ismael, hijo de Abraham, y
se casó con su hija Majalat. Pensó que esto agradaría a Isaac, pero los hebreos
despreciaban a los ismaelitas tanto como a los cananeos.
Bet-el era muy importante para Jacob pues allí Dios se le reveló mediante un sueño:
“10 Salió, pues, Jacob de
Beerseba, y fue a Harán. / 11 Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque
ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su
cabecera, y se acostó en aquel lugar. / 12 Y soñó: y he aquí una escalera que
estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de
Dios que subían y descendían por ella. / 13 Y he aquí, Jehová estaba en lo alto
de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de
Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. /
14 Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al
occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra
serán benditas en ti y en tu simiente. / 15 He aquí, yo estoy contigo, y te
guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque
no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. / 16 Y despertó Jacob
de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. /
17 Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa
de Dios, y puerta del cielo. / 18 Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la
piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite
encima de ella. / 19 Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el
nombre de la ciudad primero. / 20 E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios
conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y
vestido para vestir, / 21 y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será
mi Dios. / 22 Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de
todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti.” (Génesis 28:10-22)
Y ahora, en Siquem, el Señor le ordenaba volver a
Bet-el y en ese lugar hacerle altar.
¿Qué significa hacer altar a Dios?
1. Tener
una instancia en la que ofrendamos a Dios.
“Y
edificó Noé un altar a Jehová, y
tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar.” (Génesis 8:20)
El altar era una estructura sobre la que se ofrecían
sacrificios a Dios. El primer altar nombrado como tal y del que tenemos mención
en las Escrituras es el construido por Noé al abandonar el Arca; sobre él
ofreció sacrificios de todo animal y ave puros. Antes podemos identificar como
tal aquél en que Caín y Abel presentaron sus ofrendas a Dios:
“3 Y aconteció andando el
tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. / 4 Y Abel
trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y
miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; / 5 pero no miró con agrado a
Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su
semblante.” (Génesis 4:3-5)
En el Nuevo Pacto no hay necesariamente un lugar, pero
sí hay un tiempo. El lugar donde ofrendar puede ser un templo, una capilla o
sencillamente nuestra casa. El tiempo será el tiempo de culto a Dios: la
oración comunitaria, la oración familiar o la oración personal. Ese será
nuestro altar a Dios.
Las mejores ofrendas a Dios tienen estas
características:
a) El perdón
al hermano es la mejor ofrenda a Dios. “Por
tanto, si traes tu ofrenda al
altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, / deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu
hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” (San
Mateo 5:23)
b)
Dar con generosidad es la mejor ofrenda. “1 Levantando los
ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. / 2 Vio
también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas. / 3 Y dijo: En
verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. / 4 Porque todos
aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su
pobreza echó todo el sustento que tenía.” (San Lucas 21:1-4)
c) Dar con alegría es la mejor ofrenda. “Cada uno dé como propuso en su corazón: no
con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” (2 Corintios 9:7)
Hacer altar a Dios es tener una
instancia en la que ofrendamos a Dios.
2. Adorar
a Dios con sencillez.
“25 Y si me hicieres altar de
piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo
profanarás. / 26 No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se
descubra junto a él.” (Éxodo 20:25,26)
A Moisés se le mandó que en todos los lugares donde
Dios hiciere estar la memoria de Su nombre le deberían erigir un altar de
madera, de tierra o de piedra, y ofrecer encima ovejas y bueyes como holocausto
y ofrendas de paz; si los altares se hacían de piedra, no deberían ser de
piedra labrada; si alzaban herramienta sobre él, quedaría contaminado. Es decir
que el altar al Señor debe ser de total sencillez, natural como las piedras y
la tierra, y sin alturas que le asemejen a las obras humanas como palacios y
teatros.
¿Cuántas de estas indicaciones seguimos hoy día en que
muchas veces nuestros templos son obras arquitectónicas carísimas y de gran
ostentación? El Señor desea la mayor sencillez de nuestra parte en la adoración
y el culto a Él. A pesar de ser el Supremo Yo Soy, no quiere boato en Su casa,
sino austeridad, sobriedad. Si miramos Su creación podemos darnos cuenta de Su
estilo. Tal vez la naturaleza nos ofrezca los mejores templos para Dios. Allí
se encuentran los más bellos altares.
No son imprescindibles los templos, las catedrales o
las basílicas para hacer altar a Dios. Podemos hacerlo en muchos lugares:
a)
Adorar
en la cama. “Regocíjense
los santos por su gloria, Y canten aun sobre sus camas.” (Salmos 149:5)
b)
Adorar
en casa. “1
Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón,
colaborador nuestro, / 2 y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro
compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa: / 3 Gracia y paz a
vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” (Filemón 1:1-3)
c) Adorar en la creación. “1
¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has
puesto tu gloria sobre los cielos; / 2 De la boca de los niños y de los que
maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer callar al
enemigo y al vengativo. / 3 Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y
las estrellas que tú formaste, / 4 Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de
él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? / 5 Le has hecho poco
menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra. / 6 Le hiciste
señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies: / 7
Ovejas y bueyes, todo ello, Y asimismo las bestias del campo, / 8 Las aves de
los cielos y los peces del mar; Todo cuanto pasa por los senderos del mar. / 9
¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!” (Salmos 8:1-9)
La sencillez
debe ser una norma de vida cristiana: “Y
perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas,
comían juntos con alegría y sencillez
de corazón” (Hechos 2:46)
Hacer altar a Dios es adorar
a Dios con sencillez, sin importar el lugar en que lo hagamos.
3. Presentar
a Dios sacrificios espirituales.
“4 Pero cuando se manifestó la bondad de Dios
nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, / 5 nos salvó, no por obras
de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el
lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, / 6 el
cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, / 7
para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la
esperanza de la vida eterna.”
(Tito 3:4-7)
El creyente no necesita hacer nada de obras humanas al
acercarse a Dios; lamentablemente, este principio ha sido terriblemente violado
por inmensas secciones de la cristiandad, en las que se enseña que el hombre
debe acercarse a Dios con buenas obras para ser aceptado por Él. Somos
aceptados por el Misericordioso Señor no por nuestras obras sino por la fe en
la obra de Jesús en Su muerte y resurrección, puesto que:
“8 Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; / 9 no
por obras, para que nadie se gloríe. / 10 Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:8-10)
El Nuevo Pacto llama “sacrificios” a cierto tipo de
acciones que no conllevan a la salvación sino que son frutos de ella: “vosotros
también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio
santo, para ofrecer sacrificios
espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” (1 Pedro 2:5)
Algunos de estos “sacrificios” son:
a) Amar a Dios con
todo el ser. “32 Entonces el escriba le
dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de
él; / 33 y el amarle con todo el
corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas,
y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.” (San
Marcos 12:32,33)
b) Solidarizar con
el prójimo. “Y de hacer bien y de la ayuda
mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios
se agrada Dios.” (Hebreos 13:16)
c) Vivir en el espíritu y no en la carne. “1
Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos
del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado,
/ 2 para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las
concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios.” (1 Pedro 4:1,2)
Hacer altar a Dios es presentar
a Dios sacrificios espirituales.
4. Edificar
el Cuerpo de Cristo.
“4
Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para
Dios escogida y preciosa, / 5 vosotros también, como piedras vivas, sed
edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios
espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. / 6 Por lo cual también
contiene la Escritura :
He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el
que creyere en él, no será avergonzado. / 7 Para vosotros, pues, los que
creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los
edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; / 8 y: Piedra de
tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo
desobedientes; a lo cual fueron también destinados.” (1
Pedro 2:4-8)
Bet-el no es sólo el nombre de
esa ciudad cananea de la antigua región de Samaria, situada en el centro de la
tierra de Canaán, al noroeste de Ai por el camino para Siquem, a 30 kilómetros
al sur de Silo y a unos 16 kilómetros al norte de Jerusalén. Es el nombre hebreo
que significa "casa de Dios".
Cuando el Señor ordenó a Jacob levantarse, subir a Bet-el, quedarse allí y hacer un altar al Dios que
se le apareció cuando huía de su hermano Esaú, le estaba diciendo en otras
palabras: “Levanta la Casa de Dios”.
Esto nos recuerda cuando Francisco de Asís escucha en
la iglesia de San Damián que Jesús le dice “¡Francisco, ve y repara mi casa,
pues, como ves, amenaza ruina!”. Él lo entendió en forma concreta y reparó el
templo. Pronto comprendería que se trataba de reparar el Cuerpo de Cristo. De
modo similar se mal interpretan a veces las palabras de Jesús, atribuyéndose a
un hombre o cargo la autoridad sobre la Iglesia: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y
sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán
contra ella.” (San
Mateo 16:18). Interpretamos en forma materialista y concreta un mensaje
espiritual del Señor.
La “casa de Dios” es la Iglesia, las almas
y espíritus de los cristianos verdaderos. Ellos conforman un altar para Dios.
Somos llamados a edificar una casa espiritual y sacerdocio santo, puesto que somos el nuevo pueblo de Dios:
“9 Mas vosotros sois linaje escogido, real
sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las
virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; / 10
vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de
Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis
alcanzado misericordia.” (1 Pedro 2:9,10)
Hacer altar a Dios es edificar
la Iglesia como Cuerpo Místico.
5. Orar
a Dios.
“Otro
ángel vino entonces y se paró ante el altar,
con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las
oraciones de todos los santos, sobre el altar
de oro que estaba delante del trono.” (Apocalipsis
8:3)
El libro de Apocalipsis describe que delante del trono de Dios
hay un altar de oro. Este metal es el más preciado por la raza humana, de tal
manera que toda moneda de las naciones tiene su equivalente en oro. Dado que el
Dios Todopoderoso es el más preciado para toda alma viviente, un altar en Su
honor debe ser de oro.
En ese altar hay un incensario; el incienso es una preparación
de resinas vegetales aromáticas que al arder desprende un humo fragante; era el perfume
sagrado del Tabernáculo en el Antiguo Testamento, ofrecido a Dios en el altar
del sahumerio. Es símbolo
de adoración a Dios. El humo del incienso asciende perfumando el aire, como
suben nuestras oraciones a la presencia del Señor.
La oración es la primera y principal forma de levantar altar a
Dios. hay cinco principios en la oración que debemos considerar:
a)
Intimidad,
oración personal. “5 Y cuando ores, no seas como los
hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas
de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen
su recompensa. / 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la
puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te
recompensará en público.” (San Mateo
6:5,6)
b)
Sencillez. “7
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por
su palabrería serán oídos. / 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque
vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le
pidáis.” (San Mateo 6:7,8)
c)
Perdón
al ofensor. “14
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros
vuestro Padre celestial; / 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas,
tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” (San Mateo 6:14)
d)
Insistencia. “5
Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y
le dice: Amigo, préstame tres panes, / 6 porque un amigo mío ha venido a mí de
viaje, y no tengo qué ponerle delante; / 7 y aquél, respondiendo desde adentro,
le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo
en cama; no puedo levantarme, y dártelos? / 8 Os digo, que aunque no se levante
a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le
dará todo lo que necesite. / 9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá. / 10 Porque todo aquel que pide, recibe; y
el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. / 11 ¿Qué padre de vosotros,
si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado,
le dará una serpiente? / 12 ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? / 13
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo
pidan?” (San Lucas 11:5-13);
“1
También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no
desmayar, / 2 diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni
respetaba a hombre. / 3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual
venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. / 4 Y él no quiso por
algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni
tengo respeto a hombre, / 5 sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le
haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. / 6 Y
dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. / 7 ¿Y acaso Dios no hará
justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en
responderles? / 8 Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el
Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (San Lucas 18:1-8)
e)
Humildad. “9
A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros,
dijo también esta parábola: / 10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era
fariseo, y el otro publicano. / 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo
mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros
hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; / 12 ayuno
dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. / 13 Mas el publicano,
estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba
el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. / 14 Os digo que éste
descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se
enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.” (San Lucas 18:9-14)
Hacer altar a Dios es comunicarse
con Él.
CONCLUSIÓN.
Jacob, hijo de Isaac y hermano de Efraín, fue enviado
a Bet-el para construir allí un altar a Dios. Debía enseñar a su familia a
quitar cualquier dios ajeno a su fe, limpiar sus corazones de maldad y cambiar
su estilo de vida. Esta lección nos enseña a levantar altar al Señor. Hacer altar
a Dios implica:
1) Tener
una instancia en la que ofrendamos a Dios. Las mejores ofrendas a Dios son: a) El perdón al hermano; b) Dar con generosidad; c) Dar con alegría.
2) Adorar a
Dios con sencillez. Podemos
hacerlo en muchos lugares: a) Adorar en la cama; b) Adorar en casa; c) Adorar
en la creación.
3) Presentar a Dios
sacrificios espirituales. Algunos
de estos son: a) Amar a Dios con todo
el ser; b) Solidarizar con el prójimo; c) Vivir en el espíritu y no en
la carne.
4) Edificar
el Cuerpo de Cristo.
5) Orar a Dios. Hay cinco principios en la oración: a)
Intimidad, b) Sencillez, c) Perdón al ofensor, d) Insistencia, e) Humildad.
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) ¿Construye su familia un altar a Dios?
2) ¿Qué características tiene el estilo de
vida de su familia?
3) ¿Cree que es importante que en un hogar
exista un lugar especialmente dedicado a la oración?
4) ¿Qué le gustaría
ofrendar a Dios?
5) ¿Cuándo fue la
última vez que usted: a) Adoró
en la cama; b) Adoró en casa; c) Adoró en la creación?
6) ¿Cómo entiende los “sacrificios de
alabanza”?
7) ¿Cómo está
viviendo estos principios en
la oración: a) intimidad, b) sencillez, c) perdón al ofensor, d) insistencia,
e) humildad?
8) ¿Se siente completamente
realizado/a en su labor cristiana?
9) ¿En qué falló la educación de los gemelos
Jacob y Esaú?
10) ¿Por qué no debemos acercarnos a Dios con
buenas obras para ser aceptados por Él?
11) ¿Cómo podemos reparar el Cuerpo de Cristo?
12) ¿Por qué no es conveniente la
interpretación materialista y concreta del mensaje espiritual
del Señor?
13) ¿Cuáles han sido los mayores errores de la
cristiandad?
14) ¿Qué enseñanza para su vida familiar
obtiene de este sermón?
BIBLIOLINKOGRAFÍA.
·
Reina, Casiodoro de (1960) “La Santa Biblia” Estados Unidos: Broadman & Holman Publishers.
·
MacArthur,
John (2011) “Biblia de Estudio MacArthur”
Estados Unidos: Thomas Nelson Inc. · (1979) “Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular” Sociedades Bíblicas Unidas.
· (1960) “La Santa Biblia” Sociedades Bíblicas Unidas. Recuperado de: http://www.gentle.org/biblia/
· (1974) “Nuevo Testamento, Edición Pastoral” Chile, Ediciones Mundo.
· “Diccionario de la Real Academia de la Lengua de España” Disponible en: http://www.rae.es/
· “Concordancia electrónica de la Biblia” Disponible en: http://www.miconcordancia.com/concordancia.php
· Rizo Martínes, José L. “Diccionario Bíblico” Recuperado de: http://es.scribd.com/doc/50636670/Diccionario-Biblico-Jose-L-Rizo-Martinez#scribd
· (1966, 1970, 1979, 1983, 1996) “Dios habla hoy” ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, Disponible en: https://www.biblegateway.com/versions/Dios-Habla-Hoy-DHH-Biblia/
· Rollo Marín, Antonio (1954) “Teología de la Perfección Cristiana” Biblioteca de Autores Cristianos.
· (2011) “Nuevo Testamento Interlineal Griego Español” Argentina, Iglesia en Salta, Ministerio Apoyo Bíblico.
· “Wikipedia, la Enciclopedia Libre” https://es.wikipedia.org/wiki/Bethel
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