LA CASA DEL PAN
REFLEXIÓN Nº7
© Pastor Iván Tapia
Contardo
Lectura bíblica: “Entraré al altar de Dios, Al
Dios de mi alegría y de mi gozo;
Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.” (Salmos 43:4)
“Aclamad
a Dios con alegría, toda la
tierra.” (Salmos 66:1)
Idea central: Los cristianos somos personas
alegres.
Objetivos: a) Comprender y valorar la alegría como una de las principales
características de la familia cristiana; b) Comprender que el origen de la
alegría verdadera está en Dios; c) Entender y valorar a Dios como un Dios
alegre; d) Comprender y valorar la salvación como una razón de nuestra alegría;
e) Comprender que el Señor desea un
culto alegre y gozoso; f) Aprender a alegrarse con la creación de Dios.
Resumen: La familia cristiana está constituida por una
mayoría de miembros convertidos, caracterizada entre otras cosas por su
alegría. Este gozo se origina en Dios y en la salvación recibida de Cristo, se
expresa en el culto Divino y en la armonía con la creación.
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as familias deben regocijarse juntas delante de Dios.
Ordena el Antiguo Testamento: “y darás el
dinero por todo lo que deseas, por vacas, por ovejas, por vino, por sidra, o
por cualquier cosa que tú deseares; y comerás allí delante de Jehová tu Dios, y
te alegrarás tú y tu familia.” (Deuteronomio
14:26).
Los primeros cristianos perseveraban unánimes cada día
en el templo, y partían el pan en las casas, comiendo juntos con alegría y sencillez de corazón. Dios
siempre ha satisfecho a los creyentes con el sustento y la alegría en sus corazones. Cuando hay
aflicción, oramos; cuando estamos alegres cantamos alabanzas. Un día, cuando
seamos llevados a la presencia de Dios, en las bodas del Cordero, como en toda
boda, nos gozaremos, le daremos gloria y nos alegraremos pues seremos Su novia:
“Gocémonos
y alegrémonos y démosle gloria;
porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.” (Apocalipsis 19:7)
El salterio o himnario judío-cristiano es principalmente
el libro de Salmos que contiene la Biblia. Los salmos invitan a alegrarse en
Dios. De los 150 salmos, 82 hablan de la alegría, lo que equivale al 55 por
ciento. La mitad del libro de los Salmos se refiere en forma positiva a la
alegría. Las familias cristianas deberían tener en cuenta estos textos que
estimulan la alegría en la alabanza y la adoración.
¿Por qué la familia cristiana es alegre?
1. Dios es alegre.
Dios alegra el corazón de sus hijos: “Tú
diste alegría a mi corazón Mayor
que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.” (Salmos 4:7). La alegría nace en el corazón de Dios. Él no es triste
ni melancólico, Dios es una Persona alegre, feliz de ser Creador, Salvador y
Vivificador.
Por tanto los que amamos a Dios tenemos el mismo sentir
que nuestro Padre Celestial y nos regocijamos con Él: “Pero alégrense todos los que en ti confían; Den voces de júbilo para
siempre, porque tú los defiendes; En ti se regocijen los que aman tu nombre.”
(Salmos 5:11)
En el salmo de David que es una oración por la paz de Jerusalén,
se canta: “Yo me alegré con los que me
decían: A la casa de Jehová iremos.” (Salmo
122:1). Dirigirse al templo físico
erigido a Dios, acudir a la
ciudad santa de Jerusalén o entrar espiritualmente en la presencia del Señor,
son experiencias místicas que nos llenan de alegría espiritual, la cual
preferimos llamar “gozo”.
La fuente de la alegría es el amor, saberse amado por
Dios. La expresión genuina de la alegría es la sonrisa, no la carcajada
histérica. “Un santo triste es un triste santo” decía Teresa de Jesús;
Francisco de Asís hablaba de la “perfecta alegría”, decía en el siglo XIII:
“Guárdense de aparecer tristes, ceñudos o hipócritas, antes muéstrense
contentos en el Señor, alegres y religiosamente graciosos. Como San Pablo que
ordena: “4 Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez
digo: ¡Regocijaos! / 5 Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El
Señor está cerca. / 6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. / 7
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones
y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:4-7)
El Dios alegre nos invita a vivir contentos.
2. Dios nos salvó.
El mayor motivo de alegría de un cristiano es sin duda
la salvación eterna de su alma. Sus pecados han sido perdonados, su alma ha
sido limpiada por la sangre de Jesús, el Padre le ha aceptado como hijo y
trasladado al Reino de Dios. Por eso canta el salmista: “Mas yo en tu misericordia he confiado; Mi corazón se alegrará en tu salvación.” (Salmos 13:5). ¿No nos regocijaremos
también nosotros, los pecadores arrepentidos, al ser aceptados por el Señor? “Entonces
mi alma se alegrará en Jehová; Se
regocijará en su salvación.” (Salmos
35:9)
La familia cristiana es aquella en que la mayor parte
de sus miembros son convertidos. Esto es una bendición y trae gran alegría al
hogar. En la familia aprendemos a vivir con alegría, dejando fuera la ira, la
indiferencia y la falta de respeto; se comparten las cosas buenas y malas; se
ora en unidad y se alaba a Dios con alegría: “16 Estad siempre gozosos. / 17 Orad sin cesar. / 18 Dad gracias en
todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. /
19 No apaguéis al Espíritu.” (1
Tesalonicenses 5:16-19)
La alegría nace en un
corazón agradecido y se expresa en una sonrisa, un abrazo, un gesto. No
necesariamente es ruidosa, se manifiesta en forma sencilla. Nos alegramos por
el éxito de uno de nuestros familiares, por la noticia de la llegada de un
bebé, por la mejoría de un enfermo, en fin por los testimonios de Dios en
nuestra comunidad, en especial por los recién convertidos: “Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan, Y
digan siempre los que aman tu salvación: Jehová sea enaltecido.” (Salmos
40:16)
El mayor motivo de alegría cristiana es la salvación.
3.
Dios
desea un culto alegre.
La alegría por el amor de Dios y todas Sus
bendiciones, se expresa en alabanza y adoración. Los cristianos nos reunimos
semanalmente para rendir culto al Señor y lo hacemos con alegría. Rostros
adustos, tristes, molestos, graves, no son propios de cristianos que han
encontrado su felicidad en el Salvador. Notemos las diferentes expresiones
físicas que toma la adoración divina en el libro de Salmos:
a) “Has cambiado mi lamento en baile; Desataste
mi cilicio, y me ceñiste de alegría.” (Salmos
30:11) Danzas para Dios.
b) “Alegraos
en Jehová y gozaos, justos; Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.”
(Salmos 32:11) Cantos llenos de júbilo o viva alegría para
Dios.
c) “Canten y alégrense los que están a favor de
mi justa causa, Y digan siempre: Sea exaltado Jehová, Que ama la paz de su
siervo.” (Salmos 35:27) Exaltación a Dios.
d) “Entraré al altar de Dios, Al Dios de mi alegría y de mi gozo; Y te alabaré con
arpa, oh Dios, Dios mío. Aclamar, gritar de alegría.” (Salmos
43:4) Música alegre para Dios.
e) “Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra.” (Salmos 66:1) Aclamación o gritos de alegría para Dios.
La integridad es la entereza moral. Dios desea que
seamos íntegros, éticos, morales. De esa integridad ha de brotar alabanza muy
alegre: “Alegraos, oh justos, en Jehová; En los íntegros es hermosa la
alabanza.” (Salmos 33:1)
Se oponen a la alegría la falsa o necia alegría como los
entretenimientos ilícitos, las risas exageradas, las obscenidades, las burlas
al prójimo, y las bromas ridículas. Tales actuaciones no deben ser en el culto
a Dios.
La oración, alabanza y adoración a Dios se desarrollan
con alegría, porque así Dios lo pide en Su Palabra.
4. Dios se alegra en Su creación.
En la Biblia, la creación se alegra y goza en su
Hacedor. La ciudad de Dios, en medio de ella, es alegrada por el canto de las
aguas: “Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, El
santuario de las moradas del Altísimo.” (Salmos 46:4). El salmista exhorta a la naturaleza a alegrarse con
Dios: “Alégrense los cielos, y gócese la
tierra; Brame el mar y su plenitud.” (Salmos
96:11).
La creación de Dios refleja la alegría del Creador: “Destilan sobre los pastizales del desierto,
Y los collados se ciñen de alegría.”
(Salmos 65:12). La Palabra de Dios
nos invita a unirnos a ella y alegrarnos con ella, a cantar alegres levantando
la voz y aplaudiendo: “Cantad alegres a Jehová, toda la tierra;
Levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos.” (Salmos 98:4). Dios es el Rey de toda la creación y debe ser alabado
como tal: “Jehová reina; regocíjese la
tierra, alégrense las muchas costas.” (Salmos
97:1).
Cuando venga a Reinar por mil años Jesucristo, “Se alegrará
el monte de Sion; Se gozarán las hijas de Judá Por tus juicios.” (Salmos 48:11). Pensar en el milenio en
que Jesús reinará es otro buen motivo para alegrarse: “Alégrense y gócense las naciones, Porque juzgarás los pueblos con equidad,
Y pastorearás las naciones en la tierra. Selah” (Salmos 67:4). Aquel día Su pueblo volverá a cantar: “Este es el día que hizo Jehová; Nos
gozaremos y alegraremos en él.” (Salmos 118:24); “Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; Estaremos alegres.” (Salmos 126:3): “Alégrese Israel
en su Hacedor; Los hijos de Sion se gocen en su Rey.” (Salmos 149:2). Cuando el Señor traiga juicio sobre esta Tierra, los
creyentes serán testigos del cumplimiento de la profecía: “Se alegrará el justo
cuando viere la venganza; Sus pies lavará en la sangre del impío.” (Salmos 58:10)
El Creador se alegra en Su creación, la que está plena
de alegría y alabanzas para Él. Como parte de esa creación, también nos
alegraremos y adoraremos: “En Jehová se gloriará mi alma; Lo
oirán los mansos, y se alegrarán.”
(Salmos 34:2); “Venid, aclamemos alegremente
a Jehová; Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.” (Salmos 95:1); “Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la
tierra.” (Salmos 100:1)
Muchas otras razones hay para la alegría de la familia
cristiana, pero hay una razón que debe llenarnos de gozo y es que Dios nos ha
acogido dentro de Su familia eterna, adoptándonos como Sus hijos. ¿No es un
motivo de gran alegría? Gocémonos y alegrémonos y no volvamos a quejarnos de
nuestra vida y de Dios.
CONCLUSIÓN.
Una de las características de la familia cristiana es su
alegría. El origen de esta alegría está en Dios, ya que Él es alegre. Otra
razón para nuestra alegría es la salvación que nos dio el Señor. El Creador desea un culto alegre, que se le alabe y
adore con gozo verdadero. Los cristianos nos alegramos en nuestro Hacedor y Dios
se alegra en Su creación.
PARA
TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) ¿Sólo los cristianos se alegrarán cuando
venga a Reinar por mil años Jesucristo? Compruébelo en Salmos 48:11.
2) ¿Cree usted que pensar en el milenio en que
Jesús reinará es otro buen motivo para alegrarse? Compruébelo en Salmos 67:4.
3) ¿Puede esta iglesia decir “Este es el día
que hizo el Señor; nos gozaremos y alegraremos
en él”?
4) ¿Qué grandes cosas ha hecho el Señor en su
vida?
5) ¿Cuáles deben ser nuestras actitudes hacia
Dios, como súbditos de un Rey?
6) ¿Cómo se sentirán los creyentes cuando el
Señor traiga juicio sobre esta Tierra, según el Salmo 58:10?
7) ¿Se alegra usted en la creación de Dios y
cómo lo experimenta?
8) ¿Debemos criticar a aquellas iglesias que
expresan con gritos, saltos y júbilo, su alabanza a Dios?
9) ¿A quiénes ordena
“cantad alegres a Dios”, el Salmo 100?
10) ¿Cuáles fueron sus emociones cuando Dios le
llamó?
11) ¿Se considera usted miembro de la familia
eterna de Dios y cómo se siente al respecto?
12) ¿Qué actividad espiritual le reporta a
usted mayor gozo?
13) ¿Cómo podemos enseñar a las personas a no
quejarse de sus vidas y de Dios?
14) ¿Qué cosas entristecen a Dios en la
actualidad?
15) ¿Cuál es el motivo de mayor alegría
espiritual para usted?
16) ¿Por qué el culto al Señor debe ser alegre?
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